El silencio no detiene la ocupación y el genocidio de Gaza

Conversación sobre la historia


El pasado como futuro (II). Democracia, Intelectuales, Guerra [1]

 Ricardo Robledo

  

Visiones sobre la crisis de las democracias

Como ha mostrado la experiencia de estos siete años, el blog Conversación no se ha rendido ante relatos triunfalistas sobre la historia de las democracias liberales. En este texto, me referiré primero a algunas publicaciones que sugieren cómo las democracias pueden deslizarse hacia el sumidero de la historia casi sin que nos demos cuenta.

Un buen punto de partida es El capitalismo de vigilancia (2019), de Shoshana Zuboff: “la extracción, sin conocimiento de los usuarios, de los metadatos asociados a sus interacciones con servicios digitales o dispositivos inteligentes”. El objetivo es automatizarnos, afirma Zuboff en una entrevista con The Guardian. No se trata de una distopía literaria, sino de una descripción de nuestra realidad cotidiana que se ha desarrollado junto a la libertad política y la democracia.

La acertada reseña de Jose Luis Molina no oculta reparos respecto a la atención a los nuevos efectos de la estratificación social y las injusticias económicas, pero no deja de ensalzar el mérito de Zuboff al destapar las bases de la riqueza y el poder de los gigantes tecnológicos, no como una inevitabilidad tecnológica, sino como resultado de la acción humana. Como se puede imaginar, Zuboff no es una figura especialmente querida en Silicon Valley… a diferencia de Harari.

Visitantes observan en directo un sistema de reconocimiento facial en una feria en China (foto: China Daily / Reuters)

Leer, de nuevo, en la primavera de 2025, esta publicación facilita entender la deriva autoritaria que ya Zuboff insinuaba: una tendencia que ha llevado a autores como Varoufakis a describirla como tecnofeudalismo  convertido en “la nueva gleba digital”, de la que dependemos para acceder a los clientes. Ahora bien, como he argumentado, si todo se reduce a encasillar el feudalismo tecnológico como “vivir de rentas”, se extrapola un marco teórico (la oposición renta/beneficio) que nació en la Inglaterra de mediados del XIX, cuando esa economía se convirtió en la fábrica del mundo. ¿Por qué habría que calificar a Google de un mero rentista feudal y no de una empresa capitalista estándar guiada por la inversión y la innovación?

La devaluación de la democracia liberal ha tenido intérpretes diversos, entre ellos los politólogos Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, que en 2018 publicaron Cómo mueren las democracias, libro que pronto se convirtió en un bestseller político. En el libro, que se abre con un flash de Mussolini en octubre de 1922, en vísperas de la Marcha sobre Roma, se analiza cómo los autócratas surgidos de las elecciones subvierten y socavan el sistema negando legitimidad a los adversarios políticos sin tener en cuenta las reglas democráticas del juego. Entre las críticas recibidas, cabe señalar la de Yanina Welp por la visión profundamente elitista de la democracia, en la que casi todo depende de las reglas formales e informales, con la ciudadanía invitada de piedra; así como la mirada etnocéntrica del andamiaje institucional estadounidense. Más dura aún puede resultar la opinión de Adam Tooze , quien atribuye a los autores una “ingenuidad pasmosa” cuando el tema es el poder. El derrocamiento de la democracia chilena en 1973 no fue una mera degradación hacia un partidismo extremo, sino el enfrentamiento violento durante la Guerra Fría en el que algo tuvieron que ver “los aparatos de seguridad y la política exterior de EE. UU.”

La mirada del declive democrático desde Europa del Este tiene un atractivo especial por todo lo que ha significado la historia del Telón de Acero y su peculiar transición sociopolítica. Un mirador, desde el ángulo liberal conservador, de la sociedad donde los excomunistas habían desaparecido de la política, es el que ofrece la influyente periodista e historiadora norteamericano-polaca Anne Applebaum. De su amplia publicística sobresale el Premio Pulitzer: El ocaso de la democracia (2020). El libro de Applebaum expresa el asombro por la deserción en masa del liberalismo de la derecha polaca para abrazar el populismo trumpista de los hermanos Kaczyński y sus paranoias conspirativas. Como advierte Rafael Poch, el autoritarismo denunciado ya era una realidad cuando los amigos de Applebaum estaban en el poder como liberales europeos y atlantistas. Una “deshonesta ceguera” ante la reforma liberal-thatcherista que puso en manos del capital extranjero la mayor parte del patrimonio nacional, así como el relato que de ello se hacía, el 80% de la prensa escrita. Es inevitable que esto condicione tanto las opciones políticas de Applebaum en el tablero como la falta de rigor histórico a la hora de valorar el genocidio en Ucrania de 1930. Bien, la demuestra Livi- Bacci al comprobar que sus estimaciones (o las de Snyder) se basaban en referencias infladas de Conquest, un ayudante del Pentágono en las cruzadas de la Guerra Fría.

El presidente Trump anuncia la firma de varias órdenes ejecutivas en el despacho oval de la Casa Blanca, en presencia de Elon Musk (foto: Eric Lee/The New York Times)

 Gracias a best-sellers como Sapiens (2014) y Homo Deus (2016), Yuval Noah Harari es hoy uno de los intelectuales más populares de todo el mundo. Tal es su prestigio público que se ha convertido en una especie de gurú cuyas opiniones han sido solicitadas incluso por políticos o empresarios de primera línea. Sin embargo, como expone Edgar Strahle en su presentación, eso no ha impedido que en el mundo académico haya suscitado no pocos recelos. Un buen ejemplo lo protagoniza la neurocientífica Darshana Narayanan, quien analiza críticamente los escritos de Harari, denuncia no pocos de sus errores y señala que su enorme éxito se funda, en gran medida, en el cultivo de un estilo narrativo y en un fondo sensacionalista. De ahí que se refiera a este autor como «un populista de la ciencia», que sacrifica la ciencia al sensacionalismo y retrata lo que debería ser algo especulativo como algo cierto. Valga una cita de otro autor: «Hablar de evolución sin tener algunas nociones de biología, puntualiza el bioquímico   Sampedro, es una osadía y suele conducir a la confusión del público… Sapiens… es un libro muy entretenido. Solo tenga la precaución de recordar que no es un libro de ciencia, sino un relato». Pocos discuten la inmensa habilidad narrativa para sintetizar milenios de historia, pero la divulgación no es neutra, objetiva o altruista y no siempre se resuelve bien la tensión entre el saber y el contar.

Si Harari era vapuleado por una neurocientífica, otros divulgadores como J. Diamond o Pinker lo han sido por los antropólogos David Graeber y David Wengrow, como expuse en El Amanecer de todo. Aunque, seguramente, lo más llamativo sea la crítica que los profesores G. Béaur y P. Luna hicieron a los tres Nobel de Economía en 2024, Daron Acemoglu, James A. Robinson y Simon Johnson, por interpelar a la Historia sin darse cuenta de que a menudo contradecía estas teorías. Al promover las instituciones como el alfa y el omega del desarrollo de las sociedades, o, en todo caso, como un requisito previo ineludible, creyeron haber encontrado una solución sencilla a un problema complejo.

Una cita de Manuel Sacristán, rescatada en la publicación de Alfons Barceló, es un buen colofón.

Conviene estar al tanto de las novedades, pero no hay que dejarse encandilar a primera vista por la última moda puesta en circulación; sobre todo cuando carece de apoyo empírico resolutivo y, encima, no está protegida por una red de sostén (directo y/o indirecto) de las disciplinas colindantes.

Cuadro de prensa sobre el II Congreso Internacional de Escritores para la Defensa de la Cultura y su participación internacional.
Intelectuales

Cuando Manuel Sacristán desarrollaba su biografía política ya estaba asentado el concepto de intelectual como un pensador crítico de la cultura que promueve proyectos de corte progresista. Al empezar el siglo, si no antes, el papel de los intelectuales empezó a menguar hasta anunciarse su fin. [2]  No sabemos si la profunda alteración que está sufriendo el orden internacional dejará obsoleto el pronóstico. El origen del término, como es sabido, suele situarse a fines del siglo XIX con motivo del Affaire Dreyfus, aunque ya se hablara de los intelectuales antes de que Émile Zola los lanzara a la fama. La evolución de la coyuntura política, ya fuera el periodo de entreguerras o el de la Guerra Fría, marcaría la acción de los intelectuales o el juicio historiográfico. Unos formarían parte del campo “intelectual revolucionario” al que se ha referido   E. Traverso en Revolución -un universo donde sobresalen los judíos no creyentes, por ejemplo, Marx, Trotski, Rosa Luxemburgo, Lukács, Bloch, Benjamin, Rádek, etc.-, mientras que otros encajarían en campos que no presuponían, si se permite el artificio, vínculos orgánicos con los partidos políticos. De ambos grupos hay representantes en las publicaciones del blog… con todas las salvedades que suscita La palabra ambigua de los intelectuales (David Jiménez, 2023).

Resulta difícil no darle relevancia al libro de Julien Benda La traición de los intelectuales (1927), si bien el autor nunca sospechó que el público lector fuera tan dispar pues fue retomado por escritores de tendencias políticas muy diferentes en circunstancias históricas bien distintas. Como apunta Mark Lilla

en la década de 1930 intelectuales comunistas denunciaban a sus homólogos fascistas como traidores a la verdad; los liberales presentaron el mismo cargo contra comunistas y compañeros de viaje durante la Guerra Civil española, para encontrarse luego ellos mismos en el banquillo, acusados por progresistas, conservadores y ahora populistas.

La Guerra Civil española fue, en efecto, un laboratorio del compromiso que obligó a los intelectuales a tomar partido. El Segundo Congreso Internacional de Escritores Antifascistas para la Defensa de la Cultura, celebrado en Valencia, Madrid, Barcelona y París en julio de 1937 representa sin duda  la principal acción institucional de las letras en favor de la República. Y acta de nacimiento del movimiento antifascista internacional entre artistas e intelectuales (según Traverso). Con ocasión del hallazgo de más de trescientas fotografías inéditas del Congreso, obra del fotoperiodista alemán Walter Reuter, Manuel Aznar Soler, entrevistado por Margarita Ibáñez, desgrana las vicisitudes del congreso, incluidas las miserias políticas de atribuirle la impronta estalinista. Tiempos donde el arte y la política se mezclan con fines muy distintos. W. Benjamin ya había observado según Jose-Carlos Mainer  que «la alienación de la humanidad es tal que la conciencia de su autodestrucción puede proporcionarle un gran placer. Esta es la situación en que el fascismo iba a inyectar la estética en la política. El comunismo, por su parte, le respondería con la politización del arte». Tristan Tzara (seudónimo de Samuel Rosenstock), que había sido secretario del I Congreso, estuvo en Valencia. Manuel Puertas ayudó a rescatar   El individuo y la conciencia del escritor, una defensa de la poesía como modo de vida y no como una mera profesión u oficio literario.  Lo que estaba ocurriendo, confesaba Thomas  Mann, era un escándalo inmundo  :  “Me llamarán bolchevique, pero no puedo no pronunciarme en favor del derecho en el conflicto entre el derecho y la fuerza”.

Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset y Manuel Azaña

No conozco muchos libros de época dedicados a los intelectuales como el  de María Zambrano  Los intelectuales en el drama de España (1937, Santiago de Chile) en el que critica a algunos de los intelectuales españoles del momento, especialmente  los de generaciones anteriores. A Unamuno le reprochaba «la hondura de su inconsciencia», pero la decepción con el que había sido su maestro, José Ortega y Gasset, fue mucho mayor. Ya en 1930 le había exhortado a hacer más por la realidad política de España, a bajarse del «mirador de la razón”.

Estos personajes aparecen de nuevo en varios textos que el profesor Raimundo Cuesta, entre otras preferencias, ha dedicado a la historia cultural y a las actitudes y compromisos de los intelectuales en la esfera pública. El primero (Unamuno revisitado. ¿Un animal prepolítico?, Entrevista de Javier Cortines, 27 de septiembre de 2019), en la que se abordan las polémicas desatadas sobre el rector de Salamanca y sus actitudes políticas durante la guerra recreadas por el cine de Amenábar y por nuevos libros que revisaban el mito de su figura. En Verdades sospechosas. Religión, historia y capitalismo, (19 de diciembre de 2019) se efectuaba una genealogía de la crítica de la religión que arrancaba de los “maestros de la sospecha” (Marx, Nietzsche y Freud) y seguía con algunos de los grandes teóricos del pensamiento social del siglo XX. En tercer lugar, se sitúa el breve texto Genealogía del neoliberalismo: los castillos en el aire de Ortega y Gasset y la razón elitista (13 de febrero de 2022), leve interpretación de un artículo de 1925 sobre el fracaso e invertebración de la historia de España por la falta de clases directoras, como, a su parecer, podrían haber sido las feudales. En cuarto lugar, se encuentra una conferencia con la que se presentó la investigación que acababa de publicar como libro Consideraciones de un autor sobre su libro. A propósito de Unamuno, Azaña, Ortega … (8 de julio de 2022). Este bloque temático concluiría con un par de artículos. Uno, movido por la inquietud que le generaba a Cuesta la actual deriva posfascista de alguno intelectuales de estirpe liberal, volvía sobre Unamuno y su agónica lucha entre ideas liberales y creencias ancestrales (Unamuno ante el fascismo: Ideas y creencias (30 de diciembre de 2023). Finalmente, ante el desastroso comportamiento político de las derechas españolas de nuestros días, trajo a colación un texto radical del Ortega de 1918 en el que hacía aseveraciones muy actuales sobre el sentido patrimonial del Estado y la política de las clases tradicionales (Como decía J. Ortega y Gasset en 1918: La expulsión de las derechas, 26 de junio de 2024). [3]

Las aportaciones de Raimundo Cuesta sobre Unamuno iban en línea de las de Ricardo Robledo (2018) y de las de  Severiano Delgado y Luis Castro, dentro del epígrafe Unamuno revisitado. Se centraban en la ejecutoria del rector de la Universidad de Salamanca durante la II República y hasta su muerte. De paso, se sometían a escrutinio productos culturales poco respetuosos con el rigor histórico, como lo fue notoriamente la película de Manuel Menchón (Palabras para un fin del mundo, 2020).

Los integrantes de la tertulia conducida por Antonio Herrero (de pie, en el centro) en el programa ‘La mañana’, de Cope. El resto de tertulianos que aparecen son, de izquierda a derecha: Ramón Tamames, Pedro J. Ramirez, Jose Luis Gutiérrez, Justo Fernández, Martin Ferrand, Luis Maria Anson, Federico Jimenez Losantos, Jaime Campmany, Pablo Sebastián, Sánchez Dragó (de pie, con las gafas en la mano), Amando de Miguel y Víctor Márquez Reviriego (obra de Álvaro Toledo/ABC)

¿Y qué hacemos con los intelectuales contrarrevolucionarios? ¿los conversos convertidos en intelectuales de derechas?… Pongamos dos ejemplos del periodismo político:

Jiménez Losantos. Jordi Amat  comparte la opinión de Mario Martín Gijón de que “en la España democrática no existe una trayectoria tan fascinante de un intelectual de derecha como la de Federico Jiménez Losantos” el apóstol de una revolución nacionalista y conservadora.  Probablemente, él, desde la crítica cultural, fue quien primero elaboró una crítica profunda a la Cultura de la Transición.

Fernando Savater. Justo Serna es el encargado de examinar la producción del filósofo, el intelectual en declive , contextualmente desde sus tempranos libros de los años setenta hasta acabar contradiciendo absolutamente lo que él ha defendido durante largo tiempo. El autor resalta su radical discrepancia si bien no oculta que también es el resultado de una prolongada lealtad. Su evolución según Sánchez Jáuregui –Savater. El intelectual y sus circunstancias– muestra la deriva de ciertos referentes culturales hacia un discurso simplista, agresivo y más próximo al panfleto que al pensamiento. Todos ellos se habían definido como “malditos” o “herejes”, pero no tardaron mucho en ocupar las vacantes paternas en el mundo social.

Cualquiera que sea la catalogación que concedamos a estos personajes no se intenta descalificarlos porque su pensamiento se haya tornado  ultra conservador -pocos discutirían a Carl Smichtt su valor intelectual porque su pensamiento  fuera contrarrevolucionario- sino porque lo que se ha producido en estos casos o en el de Trapiello  ha sido un giro a la inversa que los ha convertido en meros propagandistas de la derecha nacionalista española sin ningún argumento bien construido. Son como ha escrito Ignacio Sánchez Cuenca los intelectuales de Colón y de la desfachatez. O como dice David Torres refiriéndose a “Fedeguico”: el único sentido que tiene su lenguaje es que siempre se puede caer más bajo.

Si dejamos la arena española, sobre la que habrá que volver en su momento al desarrollar el tema del Franquismo, un repaso a los intelectuales puede empezar por un personaje tan inclasificable como el abanico de sus capacidades: poesía, teatro, literatura, pintura, cine, periodismo… Me refiero a Pier Paolo Pasolini (1922-1975) reseñado con vehemencia en dos piezas de   Mario Colleoni y aquí : su asesinato pasará a la historia de la cultura (y de la humanidad misma) como un crimen anunciado cuando se decidió al destape de la corrupción política apuntando a lo más alto con su artículo  “Yo sé los nombres” (Corriere della Sera, 14 noviembre 1974). El móvil político parecía claro. Ante la falta de pruebas, alega: “Lo sé porque soy un intelectual, un escritor que intenta estar al corriente de todo lo que sucede”.

Sin este dramatismo, pero con la misma intensidad toca referirse  a alguno de los  intelectuales más reconocidos como Sartre a quien este blog le ha reservado poco espacio; ello no hace justicia a su firme compromiso contra el colonialismo, que se anticipó en varios años al Partido Comunista Francés y a una gran mayoría de franceses defensores de la colonia argelina como patria . “Fusilad a Sartre” era el grito de las manifestaciones que casi logran dos atentados terroristas por parte del OAS. Dos aspectos destacan: las duras críticas a la tortura, “la gangrena”, y el aval a Frantz Fanon: “Lean a Fanon: así sabrán que, en el tiempo de su impotencia, la locura asesina es el inconsciente colectivo de los colonizados”. Volveremos luego a este intelectual de la Martinica comprometido con la causa de la Argelia independiente.

Reunión para una lectura de la obra de teatro “El deseo atrapado por la cola”, de Picasso, realizada el 16 de junio de 1944 en el estudio del propio Picasso en París. Fila de arriba (izq. a der.): Jacques Lacan, Cécile Eluard, Pierre Reverdy, Louise Leiris, Pablo Picasso, Zanie Campan, Valentine Hugo, Simone de Beauvoir, Brassaï. Fila de abajo: Jean-Paul Sartre, Albert Camus, Michel Leiris, Jean Aubier. (Foto por Gilberte Brassaï, coloreada)

Sartre y Camus acabaron mereciendo el Nobel de Literatura, pero mientras el parisino desaparece prácticamente de las librerías crece el interés por la vida y obra del argelino:

Camus fue un escritor político, no en el sentido de Sartre, es decir, como alguien que sacrifica sus propias posturas por el oportunismo de las necesidades de un partido o de una ideología, sino en un sentido libertario en favor de una crítica de la ideología, de la violencia y del nacionalismo.

Ese es el juicio de Lou Marin, el editor de Escritos libertarios 1948-1960, presentado por Jaume Claret, donde se recupera el compromiso del argelino contra la dictadura y a favor de los ideales republicanos, su oposición al estalinismo y su defensa de la libertad. El valor simbólico que tenía España en su tiempo, como lugar donde se había librado una feroz batalla por la libertad, ayuda a entender como explica  Margarita Ibáñez su interés por los temas españoles relacionados con la Guerra Civil.

Entre los artículos de Camus permanece vigente el discurso La crisis humana de marzo 1946 sobre   la experiencia espiritual de su generación que “no querían ni la guerra ni la violencia y, sin embargo, tuvieron que aceptar la guerra y ejercer la violencia”. Además, está la crisis mundial de la conciencia humana que nos sigue interpelando como hoy. Por ejemplo, “la libertad que debemos conquistar finalmente es la libertad de no mentir”. Por último, en el discurso de Estocolmo como tal, en diciembre 1957, atribuye a su generación entera el honor que se le ha hecho con el premio Nobel de literatura: Cada generación, sin duda, se siente destinada a rehacer el mundo. La mía bien sabe, sin embargo, que no lo conseguirá. Pero su tarea quizá sea más grande. Consiste en impedir que el mundo se deshaga.

De la misma generación de Camus,  que vivió desde el auge de los fascismos, hasta la capacidad de destrucción de la bomba atómica, nos toca detenernos  en Hannah Arendt (1906-1975)  probablemente la autora que más entradas ha tenido en este blog donde sobresale  Hannah Arendt y el sionismo: del activismo a la desilusión. Edgar Straehle -que hará de presentador de otros posts de Arendt- indaga en la complejidad del sionismo que se aviene mal con las imágenes simplificadoras de sionistas y antisionistas   por su tendencia hacia el presentismo y la teleología.  Evitarlo exige, entre otras cosas, rescatar el recuerdo de corrientes alternativas dentro del sionismo, algo que ayuda a entender la postura juvenil de Arendt.    El mismo autor, a partir del éxito de Vox en las elecciones andaluzas de fines de 2018, se apoya en una selección de citas de Orígenes del totalitarismo escribiendo  Diez observaciones sobre la nueva extrema derecha para comprender mejor su estrategia. Y en plena pandemia, cuando la soledad era una experiencia cotidiana, resultó oportuno el artículo  como-la-soledad-alimenta-el-autoritarismo de la filósofa Samantha Rose Hill, biógrafa de Arendt: la soledad, distinta del aislamiento, separa radicalmente a la gente de la conexión humana con lo que pasaba a ser mucho más fácilmente manipulable. Arendt, una autora difícilmente clasificable que levantó pasiones y, por ello mismo, también animadversiones sigue siendo un referente, como expone Martínez-Bascuñán,  para comprender la consistencia aparente de aquellos movimientos a los que se siente pertenecer, aunque no tengan respaldo fáctico. Finalmente, sigue siendo también un referente político en el conflicto de Israel contra Palestina.   Samantha Rose Hill , de nuevo, opina   que Hannah Arendt no podría optar hoy en Alemania  al premio que lleva su nombre: por su tesis de la no excepcionalidad de la historia del pueblo judío; todas las personas tienen derecho a existir libremente en todas partes.

Si Hannah Arendt por ser mujer, judía o emigrante tuvo dificultades para el reconocimiento de su obra, Antonio Gramsci (1891-1937) escribió su libro más influyente Cuadernos de la cárcel    durante su encarcelamiento de una década. El breve retrato biográfico de Roberto Breña nos acerca a las innumerables dificultades que no impidieron la formación de su conciencia política que asustó al fiscal fascista: “Por veinte años, debemos impedir que este cerebro funcione”. Al aproximarnos a su pensamiento nos encontramos con expresiones/herramientas como “intelectual orgánico”, “hegemonía”, “filosofía de la praxis” … que rompieron el estrecho marco de análisis sobre los intelectuales o de la teoría de la acción política en general.

Pier Paolo Pasolini frente a la tumba de Antonio Gramsci (foto: Ansa/Wikimedia Commons)

La libertad de mirada y lenguaje de Gramsci ha sido objeto de varias interpretaciones. Manuel Vázquez Montalbán lo calificó de “marxista intuitivo y asistémico” destacando tanto su desprecio por el determinismo economicista como su condena del maximalismo verbalista. A diferencia de politólogos y filósofos que  han dominado en la difusión de Cuadernos, Giami Pala  ha reivindicado,  la historia que  es el ámbito en el que pudo meditar sobre el concepto de «hegemonía política», que es el más original de su obra. Peter Thomas (autor de The Gramscian Moment)  sostiene la idea que Gramsci sigue siendo un pensador comprometido con una corriente particular que surgió de la Revolución de Octubre y que intentó reformular una versión muy elaborada del marxismo.

Es conveniente desprendernos, advierte Adam Tooze, del falso manto de confianza y claridad histórica que conlleva a evocar conceptos de una época anterior como el de “Interregno” (lo viejo no muere y lo nuevo no acaba de nacer). Esta conceptualización de nuestra crisis actual obstaculiza la reflexión sobre los desafíos y oportunidades actuales, una  opinión que está en sintonía  con la de  Romain Descendre y Jean-Claude Zancarini. Los autores de L’œuvre-vie d’Antonio Gramsci sostienen que la obra teórica de Gramsci nunca produce categorías abstractas, y menos aún un sistema con objetivos universales: toda su “elaboración crítica y conceptual […] está tan en contacto con la realidad internacional como con la italiana”.

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La influyente visión de J. Benda sobre la función de los intelectuales vocacionales se ha ido liberando de esa aura en favor de otra más humilde, interactiva y abierta a otros profesionales.  En la sección de “Clásicos” de este blog, por ejemplo, están John Berger, Raymond Willians, Karl Polanyi …y se podrían añadir otros como Orwell, o Sender… En cierto modo, buena parte de los análisis de este blog no dejan de ser obra de intelectuales…y eso no impide reconocer que haya espacios de reflexión más vacíos que otros. Edward Said en Representaciones del intelectual ([1994] 2007:60) llamó la atención sobre las limitaciones del discurso eurocéntrico que solo contempla las identidades nacionales que se expresan en inglés en perjuicio de otros idiomas y realidades nacionales distintas como las anticoloniales. Entre los ejemplos cita el de Frantz Fanon (1925-1961)   el psiquiatra que diagnosticó dos males de la estructura capitalista: el racismo y el colonialismo, y vaticinó sus efectos futuros. Los condenados de la tierra, publicado en 1961 con prólogo de Sartre, sigue siendo un referente del anticolonialismo como demuestra más de un análisis sobre la guerra de Gaza. Añadamos la figura de Amílcar Cabral (1924-1973) que  consideraba un error imitar las experiencias de otras luchas basadas en sus condiciones geográficas, históricas, económicas y sociales que eran únicas.

Edward Said lanzando una piedra al otro lado de la frontera con Israel, desde la aldea de Kafr Kila, en el sur del Líbano, el 3 de julio de 2000 (AFP).

Otro espacio menos estudiado es el de Latinoamérica. La cultura socialista como respuesta a la dictadura  de Beatriz Sarlo ,  recientemente fallecida. nos ilustra sobre la evolución de los intelectuales que cometieron el error de sobreponer la «lógica política» a sus ideas, error subsanado luego en la década de 1980 según Carlos Altamirano en Intelectuales: notas de investigación sobre una tribu inquieta (2013).

Para concluir este apartado es obligado referirse a N. Chomsky (1928) intelectual insobornable, pero también pragmático, que creció durante la Gran Depresión  en la que reinaba entonces  una atmósfera de esperanza. Entrevistado por David Barsamian sigue hablándonos desde la racionalidad y la lucidez, desde un compromiso personal que ha puesto a prueba en numerosas ocasiones.  Pocos como Chomsky pueden divulgar las raíces del Nuevo imperialismo estadounidense en un momento en que se ha desvanecido de la historia la estrategia norteamericana iniciada en 1898, si bien antes con la expansión de la “frontera” se había experimentado “el colonialismo de los colonos que es con diferencia el peor tipo de imperialismo”. La evolución del imperialismo clásico no ha hecho más que dejarlo desnudo y advertir Cómo la política exterior de EE. UU. pone el mundo en peligro: «Lo que importa de verdad es si podremos despertarnos de la pesadilla antes de que lo consuma todo, y llevar al mundo las dosis de paz, justicia y esperanza que están, ahora mismo, al alcance de nuestras posibilidades y de nuestra voluntad».

Las Guerras

No hay muchos temas como el de la guerra que permitan revelar el concepto de «hecho social total» de Marcel Mauss (1924): un fenómeno social, jurídico, económico, religioso e incluso estético que involucra a la totalidad de la sociedad y sus instituciones. De todas estas implicaciones, contempladas a distancia, hemos sido testigos cuando el 24 de febrero de 2022 Rusia invadió Ucrania y al año siguiente la guerra latente en Palestina resurgió brutalmente por los atentados de Hamás el 7 de octubre de 2023 lo que ha derivado en una masacre difícil de adjetivar. La perspectiva de muy larga duración en la que se basa el arqueólogo Alfredo González Ruibal nos enseña que la brutalidad extrema, es decir, aquella en la que predomina el ensañamiento y en la que no se respeta la vida de los no combatientes, existe en los grupos humanos independientemente de su forma de organización social. El lector podrá aprovechar otro enfoque, el de Dieter Langewiesche quien, desde la experiencia europea en los siglos XIX y XX, nos muestra cómo terminar una guerra de manera no voluntarista, sino tratando de obtener transacciones que, al menos, no generen semillas potentes de prolongación del conflicto armado.

Éxodo de habitantes de Kiev el 24 de febrero de 2022, al inicio de la invasión rusa (foto: Die Welt)
Ucrania

La Guerra de Ucrania suscitó una gran atención informativa centrada a menudo en la figura de Putin convertido en 2022 en un fenómeno editorial como apunta Jaume Claret. El blog no fue ajeno a este interés y dedicó a la guerra cerca de veinte publicaciones que se acercan a aspectos más allá de mero conflicto bélico. Para empezar, la historia se impuso a la propaganda a diferencia de lo  que había ocurrido con las mentiras propagandísticas de  Primera Guerra Mundial.

Adam Tooze,  autor de El Diluvio, examinó el problemático nacimiento de Ucrania en febrero de 1918 en Brest-Litvosk , donde al mes siguiente los bolcheviques y las Potencias Centrales firmarían su notoria paz. Ucrania ha sido durante mucho tiempo uno de los ejes de la historia euroasiática. Su historia es distinta de la de Rusia, pero está ligada por las buenas o las malas a la de Rusia. En su nacimiento y en la fase final de la URSS. Podríamos decir que estuvo entre las primeras repúblicas en llegar y la última en irse. Es la URSS, según analiza Sheila Fitzpatrick, la que reconoce a Ucrania como entidad nacional a principios de la década de 1920, en contraste con los aliados occidentales después de la Primera Guerra Mundial, que se negaron a hacerlo. De este modo la estrecha relación con Rusia está incorporada a la identidad ucraniana, no sin conflictos destacando el de la hambruna de “Holodomor” expuesta por Livi-Bacci. Durante el periodo de Jruschov (1953-1964), ruso nacido en Ucrania, este país parecía una de las repúblicas más exitosas en comparación con otras repúblicas de la URSS según Fitzpatick. Aunque existía un movimiento nacionalista disidente, era relativamente pequeño en aquella época.  Ucrania abandonó la URSS en el último momento, junto con Rusia (bajo el mando de Boris Yeltsin), y en gran medida siguiendo el ejemplo de Rusia.

Esta exposición daría alas al argumento de Putin sobre la inseparabilidad histórica de Rusia y Ucrania que se sustenta en otros materiales más discutibles cuando la memoria se convierte en arma de guerra. Por ejemplo, la visión de la Gran Guerra, como una guerra justa, contra un agresor externo, iniciada el 22 de junio de 1941, igual que sería justo librar a los hermanos eslavos de Ucrania del Gobierno títere de la OTAN y de neonazis. Como ha demostrado Xosé-Manoel Núñez Seixas la URSS también fue un poder agresor entre septiembre de 1939 y el 21 de junio de 1941, al amparo del pacto germano-soviético. Por otra parte, Ucrania no es un Estado nazi, como afirma la propaganda de Putin, sino una democracia imperfecta. Como precisa  Aris Roussinos, la extrema derecha y los neonazis sí tienen un peso militar que han venido ganando en gran medida en el campo de batalla, y perjudican no a Rusia, sino a la propia Ucrania.

En esa invención recurrente de la tradición, el Kremlin proclama que Rusia es una civilización autónoma que se diferencia de Europa, pero los «valores europeos» ya son universales como han entendido las generaciones más jóvenes. Desengancharse espiritualmente de Europa, según el historiador ucraniano Igor Torbakov, no deja de ser una utopía reaccionaria, que ha necesitado de una gran represión, la más conocida la  detención y posterior asesinato de Alekséi Navalny. Merecen la pena dos magníficas entrevistas una al historiador de la Academia de Ciencias de Rusia Andrey Schelchkov  en 2021 y  otra en 2022 al historiador Ilyá Budraitskis -autor de Dissidents among Dissidents– que sostiene los nexos profundos entre el proyecto político global de Vladímir Putin y la agresión militar a la vecina Ucrania.

Cumbre entre Bush y Gorbachov en Malta (1989)(foto: Wikimedia Commons)

Desde el primer día, el blog se hizo eco de la invasión de Rusia  e inició una serie de publicaciones que se fue fortaleciendo hasta julio, a medida que se iban sucediendo los acontecimientos. El enfoque al que se prestó especial atención fue el de la política de la OTAN como un desencadenante del conflicto que empezó a gestarse tras la caída del muro de Berlin  una vez desaparecida la Rusia soviética, como había expuesto pocos días antes Mariano de Miguel en De Afganistán a Ucrania lecciones de la historia.

En diciembre de 1989, George Bush y Mijaíl Gorbachov, reunidos en Malta, proclamaron el final de la Guerra fría y en noviembre de 1990 los países de la CSCE (hoy OSCE), es decir la URSS y Euroatlántida, firmaron en el Palacio del Elíseo, la “Carta de París para una nueva Europa. No pasó un año para que en la cumbre de Roma la OTAN hiciera una lectura de la situación muy distinta: las cesiones y cambios en el bloque del este no impedían “una concepción ampliada de la seguridad”, es decir una oportunidad para la expansión en los países del este facilitando el paso de una Guerra Fría a la otra, de la mano de la OTAN, escribió Rafael Poch.  Un cierre en falso de la Guerra fría donde  la Unión Europea había errado el cálculo tanto o más que Putin.

En los análisis sobre la Guerra de Ucrania dominó más la estrategia ofensiva de la Gran Rusia de Putin que el giro atlantista aprovechando el vacío soviético.  El blog dedicó más de una publicación a demostrar las garantías de seguridad que no se habían respetado  ‘Ni una pulgada hacia el este’ , artículo que suscitó una gran atención, vendría a resumir esta orientación que mostraban los  Documentos desclasificados, divulgados por National Security Archive,  y resumidos por Luis Castro. El mismo autor acudió a la opinión de G. Kennan, el diplomático norteamericano quizá más influyente durante la Guerra Fría, que iba a resultar profético: La extensión de la OTAN al este sería “un error faltal”, (New York Times  1997). Este enfoque no difiere mucho del realizado por  Roger Senserrich,  cuando afirmaba que, hasta 2014, Occidente no empezó a presentar a Rusia como un enemigo peligroso al que había que contener, sino a debilitar.  “¿Como hemos llegado a esta terrible situación?” se preguntaba Eugenio Bregolat, exembajador en Rusia. La respuesta se mueve entre el dejar hacer de Gorbachov y el irredentismo de Putin. El problema, según el historiador Budraitskis, al que acabamos de referirnos, es que el presidente ruso simplemente no acepta la existencia de un sujeto o de una subjetividad nacional ucraniana de ningún tipo.

Además de la geopolítica, la guerra de Ucrania fue ocasión para el debate político de la izquierda sobre el fin de la historia que se venía agitando desde 1989 y las dudas ideológicas que despertaba la Rusia de Putin. El interesante artículo de Pere Vilanova sobre  memoria y amnesia de la guerra fría ya había advertido   sobre la fragilidad y la condicionalidad de la democracia política en vez de proclamarla un bien universal en expansión irresistible e irreversible. Respecto a la guerra de Ucrania, se pueden resumir las dudas en la pregunta de si la fidelidad antimperialista hacia la URSS obliga a tomar partido a favor de Putin. Dos artículos titulados muy explícitamente cuestionan esta percepción. Me refiero a los  de Slavoj Žižek  ‘Goodbye Lenin’ en Ucrania: aceptadlo, izquierdistas, Putin es un nacionalista conservador y la entrevista a Tariq Alí: “Es perfectamente razonable no estar a favor de Putin ni de Zelensky”. En esta línea de ir más allá de la historia mediática, Boaventura dos Santos destacó el racismo y el colonialismo entre Los silencios de Ucrania.  El 28  de febrero de 2023, la Unión Africana emitió una declaración vehemente contra el comportamiento “escandalosamente racista” de las autoridades fronterizas entre Ucrania y Polonia, que discriminaban a ciudadanos africanos que vivían en Ucrania y trataban de huir de la guerra. En fin  Michael Hudson,  en un artículo muy visto, cambió el enfoque hacia Estados Unidos, su desindustrialización y la amenaza del crecimiento económico asiático, todo ello escrito cuando EEUU defendía las sanciones contra Rusia.

Edificios destruidos cerca de Bucha (Ucrania) en 2022, fotografías de Antoine d’Agatha incluidas en la exposición RAW/WAR (Magnum Photos)

Dos reflexiones. Las guerras nos permiten reevaluar nuestras ideas. Tenemos que enfrentarnos al mundo tal y como es, no al que imaginábamos hasta un día antes, aconseja Milanovic. Si la tesis del fin de la historia estaba desprestigiada, la guerra de Ucrania es la demostración más brutal de su fracaso. Para tener paz, tenemos que aprender a vivir aceptando las diferencias. La segunda es de  Carlos Gil quien, de la mano de Tony Judt, llama la atención sobre el olvidado siglo XX que hemos dejamos atrás con demasiada confianza y muy poca reflexión, como si el pasado no tuviera nada de interés que enseñarnos, por ejemplo, para recordar que el feminismo creció vinculado al pacifismo como demuestra La guerra no tiene rostro de mujer (Svetlana Aleksiévich).

Gaza

La forma de escribir sobre la guerra de Gaza ha ido variando paulatinamente     hasta dejar de ser noticia relevante en abril 2025. No solo se redujo la frecuencia, sino que el enfoque geográfico de Gaza se estrechó al espacio en el que el ejército israelí iba confinando a los 2 millones de gazatíes, bloqueando la entrada de ayuda humanitaria. El 90 % están en situación de crisis alimentaria: como si estuviésemos en la Edad Media el hambre se ha convertido en la principal arma de guerra. Y la sed:  el 97% del agua del único acuífero costero de Gaza no es apta para el consumo humano. “Miles han vivido sin amor, pero nadie sin agua”  confesaba Vijay Prashad.  Sin embargo, hoy sería imposible que una universidad de EEUU (y, probablemente de Europa) redactara informes como el de la Facultad de Derecho de Harvard en 2022 sobre el apartheid  [que]deja a quienes defienden a Israel sin palabras.

Víctimas de ataques israelíes trasladadas desde el hospital Al Shifa, en la ciudad de Gaza, son enterradas en una fosa común en Khan Younis en noviembre de 2023 (foto:  REUTERS/Mohammed Salem)

Ahora quienes enmudecemos ante la limpieza étnica vamos siendo los que navegamos en la ‘normalidad’ que se ha forjado con la impotencia. No debería sorprendernos desenlaces como el de la simple anexión: Palestina lleva muchos años retratando la política occidental  escribió Rafael Poch de Feliu  al poco del brutal atentado de Hamás a principios de octubre de 2023. La suma de la herencia colonial y de la responsabilidad europea por el genocidio de seis millones de judíos europeos tiene por “absurda y trágica consecuencia” permitir que Israel -invocando su derecho a la existencia – “se proponga y acometa la destrucción de los palestinos no solo como entidad política y nacional, sino como sociedad”. Y así se está llevando a cabo….por más resoluciones que haya de la ONU  o de informes como el  Human Rights Watch Un umbral cruzado, que demuestran cómo Israel gobierna un régimen de «apartheid y persecución» sobre los palestinos, definido como un crimen de lesa humanidad en la década de 1970.

Asistimos indefensos acómo Israel actúa al margen de toda conciencia y racionaliza un genocidio emitido en directoescribió Pankaj Mishra, hace medio año, mientras Occidente no se entera de nada,  uno de los artículos con más visitas.Se exaltan la democracia,  el liberalismo occidentales y los males del totalitarismo oriental mientras se pasa de puntillas por  la esclavitud en masa, el expolio colonial y las guerras genocidas contra los pueblos indígenas.

Un buen estudio de la cuestión palestina en el largo plazo es el que ofrece el historiador Rashid Khalidi de la Universidad de Columbia entrevistado por Tariq Ali en El cuello y la espada. Cien años de colonialismo y resistencia. Sobresale la Revuelta árabe de 1936-1939  con un coste material y humano  enorme -el modelo británico fue copiado por los líderes sionistas desde Ben-Gurion en adelante- dejando desorganizados a los palestinos para hacer frente al asalto del ejército sionista en 1947. “Si se acepta el marco de análisis del colonialismo de asentamientos, entonces la metrópoli es tan importante como los asentamientos coloniales. Israel no es una típica colonia, ni mucho menos; es también un proyecto nacional, con una importante dimensión bíblica y un refugio contra la persecución”.

Junto al colonialismo, el racismo. Como decía el ministro de Defensa de Israel, según recoge Adam Schatz, «estamos luchando contra animales humanos y actuaremos de manera acorde». (Fanon: «cuando el colono habla de los colonizados utiliza términos zoológicos» ) – En la charla que ofreció en Berkeley Ilan Pappé (detenido meses después en el aeropuerto) subrayó que el origen de la violencia en Gaza está en la ideología racista de la eliminación del nativo e invitó a recordar “la historia de las rebeliones de los esclavos en este país y cómo se acabó con las revueltas de los nativos americanos”. Por lo tanto, Imperialismo y colonización/descolonización enriquecen el análisis de la Guerra de Gaza tan anclado a veces en la memoria del Holocausto como para ofender y desacreditar esa memoria, con el resultado de legitimar el antisemitismo. Como teme Enzo Traverso  “muchos acabarán creyendo que el Holocausto es un mito inventado para defender los intereses de Israel y Occidente”.   “Demasiado Holocausto mata Holocausto” que dijo Tony Judt. En esta misma línea interpretativa conviene consultar Sobre sionismo, judaísmo, racismo y barbarie de Ariel Feldman, escrito al poco del atentado de Hamás el 7 de octubre,  para comprender cómo se ha generado una suerte de intangibilidad hacia la crítica anti israelí que se fortalece gracias a la confusión de sionismo con judaísmo como si los judíos tuvieran que estar siempre sujetos a una legislación especial. Algo que nos recuerda  el excepcionalismo Arendt al que nos referimos anteriormente.

Fotografía aérea de la destrucción causada por la ofensiva israelí en Rafah (Gaza) en enero de 2025 (AP Photo/Mohammad Abu Samra)

Resultaría tedioso  pormenorizar los artículos, pero destacan algunos de los más visitados como  la entrevista a Enzo Traverso en 2023 con todo el pesimismo que transmite,  las patologías de la venganza a las que se ha referido Adam Schatz o el artículo de Luis Castro  sobre el factor religioso en el sionismo actual que replica   las prácticas del antiguo pueblo de Yahvé, cuando conquistaba  Palestina a punta de espada.

«Sueño» fue una palabra clave con la que los judíos expresaron sus sentimientos en el histórico año 1948:

«La independencia de los judíos es, después de todo, una idea visionaria casi inasible, algo que   sólo pudimos experimentar [en el pasado] espiritualmente… Todo el tiempo resuena en mis oídos el versículo bíblico: «Cuando el Señor hizo volver la cautividad de Sión, éramos como soñadores». Pero este sueño de independencia política judía estaba ligado a otro sueño: el del Estado judío con menos palestinos».

La cita es de un soldado israelí el 12 de mayo de 1948, sólo dos días antes de la salida británica de Palestina según Alon Confino:   The Nakba and the Zionist Dream of an Ethnonational State (2023). El artículo fue elogiado por Adam Tooze  quien opina que el proyecto israelí “es excepcionalmente coherente y sin complejos como ejemplo de ideología colonial de asentamiento ‘clásica’”. Por añadidura, se vio favorecido por el contexto histórico en el que se formó el Estado de Israel cuando los movimientos forzados de población eran moneda corriente desde el Báltico al Mediterráneo.[4]  Lo excepcional – dice Tooze -es la intensidad de la violencia y la complicidad de las potencias occidentales con el actual colonialismo de asentamiento de Israel.

La llegada del verano de 2025 obliga a mencionar las cosas por su nombre. El horror de lo que ha estado ocurriendo en Gaza no puede seguir siendo descrito como una guerra. Soy un estudioso del genocidio. Reconozco cuando veo uno nos advierte Bartov en su artículo del 18 de julio en el NYT. Durante el último año, las FDI no han estado luchando contra un cuerpo militar organizado. La versión de Hamás que planeó y llevó a cabo los atentados del 7 de octubre ha sido destruida, aunque el debilitado grupo siga luchando contra las fuerzas israelíes y conserve el control sobre la población en las zonas que no están en manos del ejército israelí.

En la actualidad, las FDI se dedican principalmente a una operación de demolición y limpieza étnica. Así es como el propio ex jefe de gabinete y ministro de Defensa de Netanyahu, el defensor de la línea dura Moshe Yaalon, describió en noviembre en la televisión israelí Democrat TV y en artículos y entrevistas posteriores el intento de desplazar la población del norte de Gaza.

Esta realidad nos enfrenta con la que Bartov, historiador israelí experto en el Holocausto, ha divulgado en su exitosa entrevista:  “La gran mayoría de los israelíes querría ver a la población de Gaza transferida”, término que equivale a una limpieza étnica de la Franja de Gaza. Siete millones de judíos, siete millones de palestinos. Pero solo los judíos tienen el poder. Todo lo que permite a esa población, si sobrevive, reconstruirse como grupo, todo lo relacionado “con su cultura, educación, salud y religión ha sido sistemáticamente destruido. Lo que ocurre en Gaza se ajusta a la definición de genocidio de 1948, el intento de destruir a un grupo como tal”. Como ocurrió en Sbrenica estamos asistiendo a la derrota del derecho internacional y la banalización del genocidio.

Notas

[1] El pasado como futuro conversar con la historia (I) De fascismo capitalismo y otros ismos 25 de junio de 2025.   La mayor parte de esta publicación se escribió en la primavera salvo el tema de la mal llamada guerra de Gaza que se ha ampliado hasta donde era posible. La tercera parte está prevista dedicarla a la Segunda República, Franquismo, Transición, Historiografía…

[2] Michel Leymarie L’histoire des intellectuels aujourd’hui 
Cfr. Traverso ¿Qué fue de los intelectuales?

[3] Agradezco al profesor Cuesta la nota para este resumen.  Es pertinente consultar la entrevista de Sebastiaan Faber a Jose Luis Villacañas a propósito de su libro José Ortega y Gasset, una experiencia filosófica española, 2023.

[4] Philipp Ther, Extranjeros. Refugiados en Europa desde 1492 (PUZ. 2022).

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: Columna de decenas de miles de palestinos desplazados en Gaza en enero de 2025 (foto: EFE)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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