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Conversación sobre la historia


La literatura de viajes siempre ha tenido algo a medio camino del aprendizaje y del gabinete de curiosidades, cuya capacidad de evocación ha cautivado a generaciones de nuevos lectores (y no tan nuevos). Además, algunas de estas epopeyas no han sido simples ficciones, sino que respondían a experiencias reales y, por ello, la historiografía cuenta con múltiples ejemplos de estudios sobre esta forma de conocimiento. A raíz de la coincidencia en las mesas de novedades de diferentes trabajos, se ofrece aquí una reflexión sobre dicha ‘literatura’, justo donde se entrecruza la épica novelística y los hechos contrastados.

Jaume Claret

 

Desde hace unos años, las lecturas adolescentes responden a fenómenos de marketing contemporáneos como Joana Marcús (Fornalutx, 2000), Alice Kellen (Valencia, 1989) o Rebecca Yarros (Washington, 1981). Atrás han quedado aquellas selecciones de clásicos donde dominaban Mark Twain, Jack London o Alejandro Dumas. Los tiempos cambian y ahora mismo triunfan las plumas femeninas que exploran amores y misterios generacionales.

Quizás ningún autor representa mejor aquel poso literario hoy superado como Emilio Salgari (Verona, 1862-Turín, 1911). Con el permiso de Jules Verne, sus novelas de aventuras enriquecieron nuestro imaginario, nuestra fascinación geográfica y el panteón de nuestros héroes. Dentro de su diversa producción, el escritor italiano sobresalió a la hora de convertir mares lejanos –del Indopacífico al Caribe, pasando por el Ártico y las costas de Estados Unidos– en escenarios tan magnéticos como reconocibles, donde Sandokan o el corsario negro se convertían en figuras totémicas (Adesiara han empezado la traducción al catalán con la reciente publicación de Els tigres de Mompracem en traducción de Alba Dedeu y en 2020 Wisehouse Publishing sacó al mercado una nueva edición integral en castellano de toda su obra).

Seguramente condicionados por aquellas lecturas adolescentes, la inmensidad oceánica ha mantenido su capacidad de atracción y seducción. Basta acercarse al catálogo de Crítica, por ejemplo, para confirmarlo. Así, Luis Gorrochategui (A Coruña, 1960) se ha especializado en la reconstrucción de episodios bélicos, desde la desconocida segunda parte del famoso episodio de la Armada Invencible, donde se da la vuelta a la tortilla –Contra Armada. La mayor victoria de España sobre Inglaterra (2020)–, a las tribulaciones de un barco español perdido y naufragado camino de la ruta de las especies –La carabela San Lesmes. El viaje más épico de la historia (2022)–; mientras, Esteban Mira Caballos (Carmona, 1966), tras las biografías previas dedicadas a Francisco Pizarro (2018), Hernán Cortés (2021) y a los nativos americanos trasladados a la fuerza a Europa (2023), presenta un nuevo y actualizado retrato de Colón. El converso que cambió el mundo (2025).

Ahora bien, quien quiera revivir aquellas viejas y placenteras sensaciones al estilo Salgari sólo necesita sumergirse en Los náufragos del Wager (Random House, 2025, traducción de Luis Murillo Fort). Firmado por el periodista de The New Yorker David Grann (Nueva York, 1967), el libro reconstruye las desventuras de la tripulación del británico HMS Wager, buque de guerra enviado a interceptar las riquezas imperiales españolas, que naufragó en la Patagonia intentando cruzar el peligroso cabo de Hornos el 14 de mayo de 1741.

A partir de aquí se despliega una historia increíble con motines, supervivencia extrema (de escorbuto a episodios de canibalismo), contactos con terceros (de los ya desaparecidos pueblos nativos a los enemigos españoles) y, finalmente, el dificultoso regreso a Londres de dos grupos de náufragos. Entonces, se inicia un intercambio de acusaciones y reproches vehiculado a través del sensacionalismo periodístico y de la publicación de memorias y relatos tan interesados como lucrativos. Esta dimensión pública convive con las investigaciones oficiales y el juicio posterior, donde se mezclan la búsqueda de la verdad, la voluntad de evitar mayores escándalos y el intento de extraer aprendizajes de futuro. No es por casualidad que se convirtió inmediatamente en best-seller desde la publicación original en abril de 2023 (veinticuatro semanas entre los diez más vendidos), incluido por quien fue presidente, Barack Obama, entre sus títulos favoritos del año –sí, hubo un tiempo de líderes dados a la lectura–, y adquiridos los derechos fílmicos por Martin Scorsese y Leonardo DiCaprio.

Los imperios y las historias

En Los náufragos del Wager hay mucha aventura, pero prácticamente ninguna mujer. Son mundos muy masculinizados en donde, en obras como Wollstonecraft. El principio siempre es hoy (Obscura editorial, 2025), se encuentran poco acompañadas: el nuevo libro de Ricard Ruiz Garzón (Barcelona, 1973) reconstruye de forma novelesca el viaje real por Escandinavia de la escritora británica y pionera del feminismo Mary Wollstonecraft. En cambio, no se puede reprochar a Grann respecto al esfuerzo por sustanciar documentalmente una narración de no ficción modélica, donde encontramos reflexiones tan pertinentes como esta: «Los imperios preservan el poder gracias a las historias que deciden contar, pero las historias que no cuentan son igual de trascendentales. Imponen oscuros silencios y desgarran páginas enteras».

Manuel Burón (Madrid, 1982), profesor de la Universidad Autónoma de Madrid, parece compartir esta apreciación del periodista estadounidense en su contribución a la colección La Quinta Historia del sello Ladera Norte. Cada título recoge media decena de episodios que, en este caso, se reúnen bajo el título Cinco crónicas americanas (2025). Así, acompañamos al historiador madrileño en su relectura de las cartas enviadas por los primeros emigrantes españoles instalados en el Nuevo Mundo, conocemos cómo era posible perder un tesoro inca de forma absurda, aprendemos cómo la habilidad político-administrativa de Hernán Cortés determinó el futuro de la conquista. regresamos a las tierras patagónicas a la búsqueda de los gigantes que supuestamente vivían y les daban nombre y, finalmente, el propio Cristóbal Colón abre el volumen a raíz de su búsqueda del Paraíso. Ningún capítulo sobra. «Y en los ojos de los cronistas americanos viajaron imágenes y creencias con las que interpretaron la realidad […] América sería el territorio donde lo extraordinario se volvería costumbre».

Más allá de la calidad literaria de cada narración –habilidad nunca suficientemente reconocida– y de la pericia en la elección de cada uno de los relatos, sobresale la perspicacia de Burón para abrir nuevos ángulos interpretativos a hechos conocidos, para localizar la anécdota precisa capaz de maravillar al lector y, sobre todo, para facilitar –sin forzarlo– el juego de espejos. Si sólo la erudición acompañada de interpretación y método trasciende como historia, sólo cuando, además, inyectamos inteligencia y criterio convertimos nuestros análisis en algo relevante y útil para la sociedad.

Las cuatro barras por todos los mares

Sin duda, David Abulafia (Twickenham, 1949) es el máximo exponente de historiador de mares y océanos. Catedrático en Cambridge, en 2020 recibió el Premio Wolfson por su Un mar sin límites. Una historia humana de los océanos (Crítica, 2021, traducido por Tomás Fernández Aúz) que completaba el ya monumental, publicado originalmente en 2011, El gran mar. Una historia humana del Mediterráneo (2019, Crítica, traducido por Rosa Maria Salleras Puig). Mientras no llega su anunciado siguiente libro –Seven Seas–, el sello catalán Veles i Vents ha recuperado su clásico de 1997, hasta ahora inédito, La lluita pel domini de la Mediterrània. La gran expansió catalana del 1200 al 1500 (2025, traducción de Oriol Ràfols Grifell).

Abulafía reconstruye los años en que esa boutade del almirante Roger de Llúria pareció ser cierta: «Mes no crec que cap peix s’atreveixi a alçar-se sobre el mar si no porta a la cua l’escut amb el senyal del rei d’Aragó, per mostrar guiatge del senyor rei d’Aragó». De hecho, el libro da continuidad a su estudio de 1994 titulado Mediterranean Emporium: The Catalan Kingdom of Majorca (Cambridge UP, 1994) donde, entre otras cosas, descubrimos cómo la estrategia británica de controlar cuellos de botella marítimos ya fue iniciada por la efímera Casa de Mallorca. Así, los hombres de Jaume III habrían ocupado brevemente las Islas Canarias a mediados del siglo XIV. La expedición habría intentado convertir al cristianismo a los indígenas y crear una base comercial expansiva. Pero la misión no perduró. Aparte de esclavizar buena parte de los nativos, los ocupantes sólo dejaron algunos restos (monedas y pintadas hoy redescubiertas por los arqueólogos) y algunos cans de bou antecesores del actual dogo canario.

Fuente: Política & Prosa, 1 de octubre de 2025

Portada: “The ‘Wager’ in Extremis,” de Charles Brooking, c. 1744 (Wikimedia Commons)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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