Rafael Poch de Feliu

Los tres principales países europeos, Reino Unido, Francia y Alemania se han declarado, junto a Estados Unidos e Italia, “unidos y coordinados para garantizar que Israel pueda defenderse”. Palestina lleva muchos años retratando la política occidental. Gracias a ese apoyo, el invocado derecho de Israel a la existencia, un derecho verdadero que ningún estado capaz de conculcarlo pone en duda, se traduce en el derecho a la aniquilación de los palestinos. La suma de la herencia colonial europea y la responsabilidad europea por el genocidio de seis millones de judíos europeos tiene por absurda y trágica consecuencia permitir que Israel se proponga y acometa la destrucción de los palestinos no solo como entidad política y nacional, sino como sociedad.

Esos tres países fueron primero responsables del colonialismo judío en Palestina. El Reino Unido por la declaración de Balfour de 1917 prometiendo un hogar al sionismo en tierras que había que quitar a otros. Alemania por el Holocausto, que, lógicamente, precipitó posteriormente el éxodo masivo hacia aquellas tierras. Francia, por su complicidad en la detención, deportación y eliminación de judíos mediante el colaboracionismo de su gobierno con Hitler.

Ceremonia de la firma de los acuerdos de Oslo el 13 de septiembre de 1993, en Washington (foto: AFP)

Esos mismos países fueron a continuación responsables por pasividad del incumplimiento de un acuerdo de paz alcanzado en 1993 en Oslo por el que los palestinos renunciaron a la lucha armada –un recurso legítimo contra el ocupante–, a cambio de la formación, en el plazo de cinco años, de su Estado en Gaza y Cisjordania, según las resoluciones de la ONU. Tres años después de la firma de aquellos acuerdos, el general israelí que los firmó, Isaac Rabin, fue asesinado, no por los palestinos, ni por Irán o algún Estado árabe, sino por un extremista religioso judío. Su sucesor como primer ministro y también general, Ariel Sharon, torpedeó los acuerdos de Oslo. El firmante palestino de los acuerdos, Yaser Arafat, acabó recluido en su sede palestina y murió en 2004, probablemente envenenado por Sharon, como recuerda el veterano experiodista de Beirut Rene Naba.

Los palestinos no tuvieron su Estado, Israel continuó ampliando sus asentamientos ilegales, y se retiró militarmente de Gaza para convertirla en prisión, sin que los países europeos dijeran ni hicieran nada a efectos prácticos. Hace cuarenta años que no hacen nada, más allá de subvencionar el mantenimiento de la prisión israelí con infraestructuras, que el ejército ocupante destruye periódicamente en sus incursiones. Al contrario, premian a Israel con relaciones privilegiadas con la Unión Europea.

Rueda de prensa de Ursula Von der Leyen y Benjamin Netanyahu el 13 de octubre (foto: Comisión Europea/Youtube)

Respecto al papel de Estados Unidos no es necesario extenderse: han sido el principal apoyo de la continua violación israelí del derecho internacional y las resoluciones de la ONU. Sin ese doble apoyo americano y europeo, la actitud de Israel sería diferente y el fin de 75 años de colonialismo, una figura del siglo XIX insostenible en el siglo XXI, mucho más probable.

Todo ha sido dicho ya sobre esto hace años. (Véase aquí y aquí, dos muestras de 2009). A nadie se le escapa que ahora será peor. Mucho peor. Se anuncia una masacre sin precedentes. La ley israelí, según la cual una muerte judía vale cien muertes palestinas, actuará una vez más para lavar la humillación de que el cuarto ejército del mundo haya sido sorprendido desde la cárcel a cielo abierto más vigilada del planeta por un grupo de milicianos suicidas. Con la importante salvedad de las odiosas y atroces muertes indiscriminadas y toma de rehenes de civiles inocentes, la fugaz incursión de los milicianos recuerda al desesperado levantamiento judío del gueto de Varsovia de abril-mayo de 1943: humillación de la potencia racista ocupante y, pasada la sorpresa, devastación del gueto. En eso estamos.

La loca carrera de Israel sigue su curso, pero en condiciones cada vez más inquietantes por su contexto de múltiple y creciente tensión bélica internacional. Israel es un país pequeño sin recursos naturales y rodeado de Estados hostiles y poblaciones árabes radicalizadas por décadas de injusticia y doble rasero. En las propias metrópolis europeas (Londres, París, Berlín, etc.), donde se prohíben las manifestaciones en apoyo a Palestina, se palpa esa tensión. Estados Unidos, el gran valedor de Israel, está en una posición delicada. Su guerra por poderes en Ucrania se ha convertido en un agujero negro. Putin declaró el 5 de octubre que se habían producido 90.000 bajas ucranianas desde el inicio de la desastrosa contraofensiva el 4 de junio, y el dato es creíble. Las reservas de armamento de su ejército están agotadas. El Pentágono se está preparando abiertamente para la guerra con China mientras libra indirectamente una guerra contra Rusia. Por si fuera poco, Biden está en el centro de la pelea en el interior del establishment americano, sin precedentes por la criminalización entre candidatos adversarios a las presidenciales del año que viene.

De izquierda a derecha., el consejero saudí de Seguridad Nacional, Musaid Al Aiban; el jefe de la diplomacia china, Wang Yi; y el secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional de Irán, Ali Shanjaní, tras la firma del acuerdo para reanudar las relaciones diplomáticas entre Irán y Arabia Saudí. Foto: Ministerio de Exteriores de China

Con la excepción de Europa, la posición internacional de Estados Unidos está yendo a menos en todo el mundo. El gobierno estadounidense es menos potente ahora de lo que lo ha sido en cualquier momento del periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial, recuerda el activista y abogado canadiense Dimitri Lascaris. Y eso es así no solo en África, América Latina y Asia, sino particularmente en Oriente Medio como ha dejado bien claro el acuerdo entre Irán y Arabia Saudí con mediación china y antes rusa. Las burdas provocaciones en la mezquita de Al Aqsa revientan cualquier voluntad que tuviera Arabia Saudí, el infame “guardián de los santos lugares”, por alinearse con Israel.

Si los dirigentes de Israel hubieran tenido la previsión y la humildad de comprender que el dominio de Estados Unidos no podía durar para siempre, habrían firmado la paz con los palestinos hace mucho tiempo en condiciones favorables cuando su protector dominaba los asuntos mundiales, pero la impunidad de Israel durante décadas convirtió a sus dirigentes en estúpidos. Desperdiciaron repetidamente oportunidades de paz en condiciones favorables, porque lo querían todo. Toda la Palestina histórica, cada centímetro de ella. Ahora están atrapados por su propia arrogancia y codicia”, dice Lascaris. Y concluye: “En este delicado momento, lo último que necesita el gobierno de Estados Unidos es otra conflagración en Oriente Medio. Sus fuerzas militares están sobrecargadas, su reputación está maltrecha, su política interior es un caos. Si Biden y su círculo íntimo tuvieran algo de sentido común, le dirían en privado a Netanyahu que Israel debe responder con considerable circunspección. Por desgracia no hay motivos para creer que eso es lo que vaya a hacer la administración Biden”.

Fuente: Ctxt 15 de octubre de 2023

Portada: Ciudadanos de Gaza observaban el lunes los destrozos por un bombardeo israelí en el campo de refugiados de Al-Shati (foto: Ahmad Hasaballah (Getty Images)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

Artículos relacionados

Gaza. Una investigación sobre su martirio

GAZA: La última bocanada de Friedman

La tragedia de Jerusalén y el apartheid israelí

Soleimani: el tercer hombre y el martirio como herramienta política

 

2 COMENTARIOS

  1. Todavía cabría añadir un cargo más en las responsabilidades de los países occidentales citados respecto de la situación en Israel-Palestina: la existencia de armamento atómico israelí desde la Guerra de los Seis Días, un dato que no se suele tener en cuenta. Fue la Francia de De Gaulle la que suministró la tecnología, mientras que EE.UU., Reino Unido y la OIEA, tan quisquillosos con Irán y con las supuestas «bombas de destrucción masiva de Sadam Hussein, han estado haciendo la vista gorda hasta la fecha. Como en el caso de la Guerra ruso-ucraniana, no cabe racionalmente pensar en el uso de estas armas (o, si se quiere, no cabe pensar en su uso racional), pero es un dato a tener en cuenta desde una perspectiva más general.

  2. Doloroso debe resultar la narración,estupenda sea dicho de paso, de un judío; doloroso y triste si ademas se tiene la constancia ampliamente contrastada desde los dos -al menos- puntos de vista. Lo mas sorprendente no son los hechos en sí, sino mas bien, la indiferencia del resto del mundo.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí