Noam Chomsky

Desde hace más de treinta años, David Barsamian, un productor de radio y cine norteamericano, viene entrevistando regularmente a Noam Chomsky. De esas conversaciones han surgido una serie de libros de activismo político y social como, por ejemplo, Las sublevaciones democráticas globales, que Pasado & Presente publicó en 2013.

El libro que presentamos hoy recoge una serie de conversaciones que tuvieron lugar entre mayo de 2019 y diciembre de 2021. En ellas, Chomsky se enfrenta a las grandes cuestiones de nuestros días con solvencia, eficacia y una extraordinaria lucidez. Partiendo de la noción de Estados Unidos como «gobernador del mundo», analiza la situación política de países como Irán, Irak, Israel, Palestina, Rusia, India o China tanto en su condición de sociedades aliadas o enfrentadas al coloso americano como en el papel que están desempeñando o van a desempeñar próximamente en el reñidero global. Sin embargo, ese papel en algunos casos, como es el paradigmático de Israel, está condicionado por los intereses de los Estados Unidos, que se manifiestan a través de la política. Pero ¿de qué clase de política? Chomsky analiza, así, precisamente, la gran mutación que ha sufrido la estructura política de los Estados Unidos, en estos años, con el desplazamiento a la extrema derecha del Partido Republicano y el correlativo giro a un conservadurismo medroso por parte del Partido Demócrata, cuyos líderes le parecen hoy «republicanos moderados». No se trata solo de las arbitrariedades del gobierno Trump, un «psicópata megalómano» dedicado exclusivamente a proteger a las grandes corporaciones económicas y a sus propios intereses personales, sino del declive de las políticas sociales que, desde la claudicación de las administraciones demócratas de Clinton y Obama, han llevado al lento desmoronamiento de la sociedad civil norteamericana y al triunfo de las grandes corporaciones económicas que han financiado y determinado las decisiones políticas de ambos partidos. La gente pobre, la gente negra, la gente hispana, la gente sin privilegios es la contraimagen de unos Estados Unidos donde el 0,1% de la población posee más del 20 % de los activos del país más rico del mundo.

Tras el intento de golpe de estado de Trump y los primeros meses de la administración Biden, a Chomsky le sigue pareciendo que no se ha hecho frente con rigor a las tres grandes amenazas que penden sobre nuestro mundo: el peligro constantemente renovado de una guerra nuclear; el relajamiento ante las secuelas de la gran pandemia de coronavirus, y lo poco que nos estamos preparando para la siguiente que vendrá, y la catástrofe ecológica que se deriva de un calentamiento atmosférico global al que las elites que nos gobiernan, preocupadas por el éxito económico inmediato, están cerrando los ojos.

Seguimos atenazados por la lógica del capitalismo y por el neoliberalismo salvaje que nos está llevando a índices de desigual- dad nunca alcanzados antes en la historia de la humanidad, nos advierte Chomsky. A la documentada crítica del capitalismo que ha desarrollado en más de cien libros, artículos, conferencias y lecciones, el gran lingüista y activista político nos sigue invitando a no desfallecer, a no tirar la toalla abrumados ante la propagan- da de los medios corporativos y de los Think Tanks políticos y responder a los retos de nuestro tiempo sobre todo con una educación mejor y una organización más eficiente: «Hay que recrear un auténtico movimiento obrerista como los que ya habían existido en el pasado y han estado en primera línea de los movimientos para la justicia social; organizar otros movimientos populares; emprender amplios proyectos educativos para combatir las brutales y mortíferas campañas antivacunas; asegurarnos de que se hacen esfuerzos serios para lidiar con la crisis climática; movilizarnos contra el compromiso bipartidista de aumentar de manera peligrosa el gas- to militar y de incrementar acciones de provocación contra China que podrían llevar a un conflicto que nadie desea y que podría ter- minar en una guerra definitiva».

A años luz de la claudicación melancólica de nuestros intelectuales, que en su mayoría han abdicado de su responsabilidad moral de alzar la voz contra las falacias consolatorias, cuando no las mentiras, de nuestras clases dirigentes, Noam Chomsky, que el pasado 7 de diciembre cumplió 94 años, sigue hablándonos desde la racionalidad y la lucidez, desde un compromiso personal que ha puesto a prueba en numerosas ocasiones y que le ha llevado a la convicción de que la tenacidad y el coraje de hombres y mujeres nos llevará finalmente «a un mundo decente en el que la gente sienta que puede vivir sin vergüenza. Un mundo mejor».

Imagen: exploringyourmind.com
El optimismo de la voluntad

Oro Valley (Arizona, Estados Unidos), 9 de diciembre de 2021

Barsamian: A menudo se califica aquello a lo que nos enfrentamos como sin precedentes. Una pandemia, la catástrofe climática y, siempre acechando entre bambalinas, la aniquilación nuclear. Tres de los cuatro jinetes del apocalipsis.

Chomsky: Puedo añadir un cuarto: la inminente destrucción de lo que queda de la democracia estadounidense, y el desplazamiento de Estados Unidos hacia un estado profundamente autoritario y protofascista cuando los republicanos regresen al poder, lo que parece probable. Tenemos ya los cuatro jinetes. Y este último tiene grandes consecuencias en el mundo y en los otros tres jinetes.

Recuerda que los republicanos son un partido negacionista. El partido que está empeñado en avanzar a toda máquina hacia la destrucción climática, lo más rápidamente posible y a manos del destructor principal que ahora adoran como si fuera un semidiós. Son malas noticias para Estados Unidos, y también para el mundo, teniendo en cuenta el poder estadounidense.

El Instituto Internacional para la Democracia y Asistencia Electoral acaba de publicar el Informe del Estado Global de la Democracia de 2021. Afirma que Estados Unidos es un país en el que la democracia está «retrocediendo».

Y mucho. El Partido Republicano está entregado abiertamente (ni lo oculta) a socavar lo que resta de democracia en Estados Unidos. Se esfuerzan en este cometido. En el número actual de The Atlantic hay un artículo muy interesante de Barton Gellman, que vale la pena leer con atención y que explica muchos detalles.

Los republicanos han comprendido, ya desde hace tiempo, desde Nixon, que son, en el fondo, un partido minoritario. No van a obtener más votos anunciando su compromiso cada vez más claro con el bienestar de los ultrarricos y el sector empresarial. En consecuencia, siempre que pueden desvían la atención hacia otros temas, a los llamados temas culturales.

Empezó con la estrategia sudista de Nixon. Este se dio cuenta, tal como al parecer también hizo Lyndon B. Johnson, de que con un apoyo demócrata limitado a favor de la legislación por los derechos civiles, estos perderían a los demócratas del sur que eran abierta y radicalmente racistas. La administración Nixon lo aprovechó con su estrategia sudista, dando pistas, a veces no muy sutiles, de que los republicanos serían el partido del supremacismo blanco.

En los años posteriores, escogieron otros temas. Ahora es lo que prácticamente define el partido. Lancémonos a atacar la teoría crítica de la raza, sea lo que sea eso. Un término genérico, tal como han explicado sus principales portavoces, para todo aquello con lo que podemos reunir al público: supremacismo blanco, racismo, misoginia, cristianismo, derecho al aborto; con cualquier cosa que podamos aprovechar movilizaremos a la gente.

Mientras, al mismo tiempo, los líderes, con ayuda de la derechista Federalist Society, han ido elaborando medios legales (si quieres llamarlos así) para que los republicanos se aseguren de que incluso un partido minoritario pueda controlar la estructura electoral y el resultado de las elecciones, explotando los rasgos profundamente no democráticos que están incrustados en el sistema constitucional y las ventajas estructurales que tienen los republicanos como partido que representa las poblaciones más rurales y dispersas, los grupos más tradicionalmente cristianos y nacionalistas blancos. Sacando provecho de estas ventajas, incluso con una minoría de votos, podrán mantener algo parecido a un poder permanente.

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En realidad, tal permanencia no durará mucho si Trump, o un clon suyo, vuelve a la presidencia en 2024. No es muy probable que Estados Unidos, y de hecho todo el mundo, pueda escapar del impacto de la destrucción del clima y del medio ambiente que ellos mismos están dispuestos a acelerar.

Todos vimos lo que pasó en Washington el 6 de enero. ¿Ves la posibilidad de que los disturbios civiles se propaguen por Estados Unidos? Hay muchas milicias en todo el país. El representante Paul Gosar, del gran estado de Arizona, y la representante Lauren Boebert, del gran estado de Colorado, entre otros, han hecho afirmaciones amenazadoras instigando a la violencia y el odio. Internet bulle de teorías conspirativas. ¿Qué debemos hacer?

La situación es grave. De hecho, más o menos un tercio de los republicanos cree que puede ser necesario emplear la fuerza para «salvar nuestro país», tal como dicen ellos. «Salvar nuestro país» tiene un significado muy claro. Si alguno no lo entendía, Trump hizo un llamamiento a la gente para movilizarse y evitar que los demócratas inundaran el país con criminales que salen de las cárceles de otros países, con lo que «sustituirían» a los americanos blancos y emprenderían la destrucción de Estados Unidos. La «gran sustitución», esto es lo que significa «nos roban el país». Y los elementos protofascistas, con Trump como el más extremo y el más exitoso, lo utilizan de manera muy efectiva.

¿Qué podemos hacer? Los únicos recursos disponibles, te guste o no, son la educación y la organización. No hay otro modo. Y esto significa intentar recrear un auténtico movimiento obrerista como los que ya habían existido en el pasado y han estado en primera línea de los movimientos para la justicia social; organizar otros movimientos populares; emprender amplios proyectos educativos para combatir las brutales y mortíferas campañas antivacunas; asegurarnos de que se hacen esfuerzos serios para lidiar con la crisis climática; movilizarnos contra el compromiso bipartidista de aumentar de manera peligrosa el gasto militar y de incrementar acciones de provocación contra China, que podrían llevar a un conflicto que nadie desea y que podría terminar en una guerra definitiva.

Tenemos que seguir trabajando en todo esto, así de simple. Nada más. Hay mucha gente que lo hace, y hay que ampliar y expandir sus esfuerzos con más apoyo y más dedicación. No hay otro modo.

Pero no tenemos el tiempo a favor.

No importa. Hay que aprovechar cualquier oportunidad que surja. Y las hay.

Podemos lamentarnos del hecho de que las estrellas no se nos han alineado, pero la única manera de responder es con un compromiso aún más obstinado y con una reflexión cuidadosa acerca de cómo estructurar las acciones y cómo enmarcarlas.

Como trasfondo tenemos las profundas desigualdades de Estados Unidos, que se salen de la escala. ¿Por qué Estados Unidos es tan desigual?

Se remonta a mucho tiempo atrás. Mucho de lo que ha sucedido se ha producido en los últimos cuarenta años, como parte del ataque neoliberal a la población general, un ataque en el que también han participado los demócratas. No al mismo nivel que los republicanos, pero los demócratas han tenido su parte de culpa.

Hay una estimación bastante cuidadosa de lo que se denomina la transferencia de riqueza del 90% más bajo de la población hacia el 1% superior o, en realidad, una fracción de este, durante las cuatro décadas de este asalto. Un estudio de la RAND Corporation lo estimó en cerca de 50 billones de dólares. Es mucho, no se trata de cuatro chavos. Y continúa.

Durante la pandemia, las medidas que tomamos para salvar la economía del colapso llevaron a un enriquecimiento adicional de esa selecta minoría. De algún modo, esas medidas mantuvieron la vida para los demás, pero los republicanos están empeñados en desmantelar esta última parte y dejar solo la que enriquece a esos pocos. A eso se dedican.

Por ejemplo, consideremos el ALEC, el American Legislative Exchange Council (Consejo Americano de Intercambio Legislativo). Esto se remonta a unos cuantos años. Es una organización financiada por casi todo el sector empresarial, que se dedica a golpear en el punto débil del sistema constitucional, los estados. Es muy fácil. No se necesita mucho para comprar o impulsar a representantes legislativos a escala estatal. Así, lo que el ALEC ha estado haciendo es trabajar a nivel estatal para imponer legislación que, a largo plazo, fomentará los intentos de aquellos que quieren destruir la democracia, aumentar las desigualdades y destruir el medio ambiente. Actúan a nivel estatal para establecer leyes que permitan un avance de sus tentativas.

Y una de las más importantes es hacer que los estados legislen que ni tan solo pueden investigar, y sin duda tampoco castigar, el robo de salarios. Es una práctica que roba miles de millones de dólares de los trabajadores cada año al negarse a pagar horas extra y por medio de otras argucias. Ha habido intentos de investigarlo, pero el sector empresarial lo bloquea.

Esto es a escala estatal. Un equivalente de impedir que el IRS no persiga el fraude de las grandes fortunas y empresas.

A cada nivel que puedas considerar, esta guerra de clases por parte de los amos, el sector corporativo, los super ricos, se propaga con fuerza. Y utilizarán todos los medios a su alcance para que continúe lo máximo posible, hasta que consigan destruir no solo la democracia estadounidense, sino también la posibilidad de supervivencia de una sociedad organizada.

El poder corporativo parece imparable. La superclase de megamillonarios (Jeff Bezos, Richard Branson y Elon Musk) se lanzan al espacio exterior. Pero me recuerda una cosa que dijo la novelista Ursula K. Le Guin hace unos años: «Vivimos en el capitalismo, su poder parece ineludible», y luego añade: «también lo parecía el poder divino de los reyes».

Y la esclavitud. Y la idea de que las mujeres son una propiedad, que duró en Estados Unidos hasta la década de 1970. Y las leyes contra el mestizaje, tan extremas que ni los nazis las aceptarían y que estuvieron en vigor en Estados Unidos hasta la década de 1960.

Ha habido todo tipo de horrores. A lo largo del tiempo, su poder se ha ido erosionando, pero nunca ha desaparecido del todo. La esclavitud fue abolida, pero sus restos siguen con nosotros en formas nuevas y agresivas. No es esclavitud pero es igualmente horroroso. La idea de que las mujeres no son personas se ha superado formalmente, y también en la práctica, en gran medida, pero hay mucho por hacer. El sistema constitucional fue un paso adelante en el siglo xviii; incluso el «Nosotros, el pueblo» aterrorizaba a los gobernantes autocráticos de Europa, que estaban muy preocupados de que la maldad de la democracia, que entonces se llamaba republicanismo, pudiera propagarse y socavar la vida civilizada. Estaban muy angustiados por tal cosa. Y bueno, al final se propagó… y la vida civilizada prosiguió e incluso mejoró.

Vaya, que sí, que hay periodos de regresión. Y hay progreso. La lucha de clases nunca finaliza. Los amos nunca transigen; siempre están buscando cualquier oportunidad. Si son ellos los únicos participantes en la lucha de clases, tendremos regresión. Pero no tiene que ser así, al menos no más que en el pasado, como en la elocuente cita de Le Guin.

En tu libro Masters of Mankind tienes un ensayo titulado «¿Puede la civilización sobrevivir al capitalismo realmente existente?». En él escribes que: «La democracia capitalista realmente existente (para abreviar DCRE)»* es «radicalmente incompatible con la democracia» y que «me parece improbable que la civilización pueda sobrevivir al capitalismo realmente existente y a la muy disminuida democracia que le acompaña. ¿Podría una democracia funcional marcar la diferencia? La consideración de sistemas inexistentes solo puede ser especulativa, pero creo que hay razones para pensarlo».Dime cuáles son estas razones.

En primer lugar, vivimos en el mundo en el que vivimos, no en algún mundo que nos gustaría imaginar. Y en este mundo, si piensas simplemente en la escala temporal para lidiar con la destrucción ambiental, resulta que es mucho más breve que el tiempo que se necesitaría para emprender una reforma significativa de las instituciones básicas. Esto no significa que debamos abandonar todo intento de hacerlo. Debemos hacerlo, siempre. Debemos trabajar en maneras de concienciar, de hacer comprender, de construir los rudimentos de futuras instituciones en la sociedad actual.

Al mismo tiempo, las medidas para salvarnos de la autodestrucción tendrán que darse dentro del marco de las instituciones existentes. Algunas quizá con ciertas modificaciones, pero sin cambios fundamentales. Y es algo que se puede hacer. Sabemos cómo se puede hacer.

Mientras, debemos seguir trabajando para superar el problema de la DCRE*, la democracia capitalista realmente existente, que por su naturaleza básica es una sentencia de muerte y también profundamente inhumana en sus propiedades fundamentales. Trabajemos en esto y, al mismo tiempo, asegurémonos de proteger la posibilidad de lograrlo superando la crisis más inmediata y urgente.

A ti, a mí y a otros se nos acusa a menudo de pesimismo, de verlo todo negro. Pero he aquí un par de avances que son bastante positivos. El primero ha tenido lugar en la India, donde miles de campesinos indios de la región del Punjab y otros estados aledaños acamparon a las afueras de Delhi y, tras un enfrentamiento de un año, obligaron al régimen nacionalista hindú a echarse atrás con tres leyes agrícolas que habrían reducido a los campesinos a un estado de semiservidumbre.

El otro hecho positivo es la elección de Xiomara Castro como presidenta de Honduras, la primera mujer en el cargo. Sustituye al corrupto régimen de derechas que ha gobernado durante doce años. Se la describe como socialista democrática. Es la esposa de Manuel Zelaya, que fue presidente pero fue derrocado por un golpe de estado en 2009. Hablemos de estos dos ejemplos.

Podría añadir un tercero. Lula acaba de anunciar su campaña para las presidenciales de Brasil, y en las encuestas va bastante por encima de Bolsonaro. Esto podría llevar a un cambio de rumbo respecto al camino hacia el protofascismo en el segundo país más grande del hemisferio.**

Los dos avances que mencionas son grandes victorias. La huelga de campesinos en la India fue un acontecimiento fascinante. Son campesinos que han sufrido mucho durante el periodo neoliberal; se han debilitado los sistemas de ayuda para la agricultura (programas de desarrollo rural, programas de investigación). El sistema se ha rediseñado de manera que la vida campesina acaba siendo difícil y dolorosa, hasta el punto de que los suicidios han aumentado considerablemente. Las cifras son espantosas. Y esto hace años que dura, desde que se implantaron medidas neoliberales.

Tribals protest at Sansad March por Sun Pictures / Lakshman. Se reproduce con la licencia CC BY-NC-SA 2.0.

Los campesinos se alzaron, por fin, contra el último intento del gobierno de Modi; y lo hicieron en masa, con una huelga enorme. Soportaron la violencia y la represión y no se los pudo disolver. Permanecieron allí, incansables, más de un año y, al final, ganaron. El gobierno se hizo atrás. Se trata de un gobierno muy de derechas y tiene un respaldo electoral importante, pero tuvo que echarse atrás. Es algo importantísimo y muy alentador. Muestra lo que la gente puede lograr cuando se niega a ser esclava de los amos.

Honduras tiene una historia abominable. Hace mucho era el prototipo de las llamadas repúblicas bananeras, dirigida por una docena de familias y con condiciones pésimas para la mayor parte de la población. Durante la década de 1980, fue la base militar estadounidense para las guerras terroristas de Reagan en Centroamérica. También había mucha represión. Finalmente, surgió un candidato moderadamente reformista, Man9uel Zelaya. Procedía del movimiento conservador, pero hizo algunos intentos más o menos reformistas.

La clase dirigente se abalanzó sobre Zelaya como una turba. Fue expulsado del cargo y del país. El golpe de estado mi- litar fue condenado con dureza por casi toda Latinoamérica y la mayoría de los países del mundo, con la excepción de Obama y Hillary Clinton, que protestaron tímidamente pero se negaron a calificarlo de golpe de estado, algo que sin duda era, porque si lo hubiesen considerado como un golpe de estado militar tendrían que haber retirado todo el apoyo militar estadounidense a la junta gobernante que estaba destruyendo la democracia hondureña. Y no querían hacer tal cosa.

Así pues, no se consideró un golpe de estado. Y esto llevó a un fuerte aumento del terror en Honduras. Se convirtió básicamente en la capital mundial del asesinato. La gente empezó a huir desesperada. Fue el origen de las caravanas que el gobierno de Estados Unidos intentaba hacer que fueran bloqueadas por otros países y que así no llegaran a nuestras fronteras. Los hondureños conforman la mayoría del contingente humano que huye de Centroamérica.

Luego, la junta de gobierno celebró unas elecciones, que fueron ridiculizadas casi en todo el mundo, excepto en Washington, donde Obama y Clinton alabaron a la junta militar por sus prometedores pasos hacia la democracia. Pero es que, además de todos los otros crímenes, Honduras se convirtió en uno de los principales centros del narcotráfico. Los cárteles colombianos utilizaban Honduras para transportar droga a los cárteles mexicanos y luego a Estados Unidos. El hermano del presidente estaba muy implicado en todo esto, y seguro que el presidente también.

El presidente era Juan Orlando Hernández.

Sí. Esto es Honduras bajo nuestro dominio, durante un siglo. Pero ahora, tal como has comentado, la población logró elegir a Xiomara Castro, que podría aplicar las leves reformas que su marido había empezado a poner en práctica. Habrá muchos obstáculos de las mismas fuerzas internas que derrocaron a Zelaya y lo enviaron al exilio, y de las mismas fuerzas estadounidenses que las respaldaron. Es cosa nuestra garantizar que esto no se revierta, pero podría ser; será una batalla.

Hay batallas similares en otras partes: Perú, Colombia, Brasil, Haití, todas las regiones que denominamos nuestro patio trasero. En todos estos países tenemos una influencia enorme, que se ha usado, sobre todo, para provocar daño y destrucción. No tiene por qué ser así. Es decisión nuestra; podemos cambiarlo.

Añadiría Chile a la lista de países que acabas de mencionar. Ahora, cuando el presidente dice «Estados Unidos ha regresado», ¿qué significa? 

Biden se dirigía a Europa. Lo único que Trump comprendía era cómo servir a los ricos y cómo destrozarlo todo. Estas eran sus políticas. Una de las cosas que destrozó fue las alianzas europeas; Biden ha dicho que no se preocupen, que vamos a reconstruir las alianzas del pasado, alianzas que no es que sean tampoco una historia de amor, diría.

Biden ha dicho que vamos a incorporarnos de nuevo a los Acuerdos de París sobre el clima, de los que Trump se retiró. Ha afirmado que haría algunos movimientos para renovar el acuerdo nuclear iraní que Trump había destruido. Y algunas otras medidas. Pero, en el fondo, la política estadounidense no ha cambiado mucho. Se han revertido algunos de los elementos más estúpidamente sádicos de las políticas de Trump, elementos sin relevancia geopolítica, pero las políticas fundamentales siguen siendo las mi9smas y, en algunos aspectos, se están volviendo incluso más duras.

Pongamos por ejemplo Ucrania. El comentarista de extrema derecha de Fox News, Tucker Carlson, hizo el comentario que debería ser el elemento principal de la política. Pienses lo que pienses de Putin, quizá la persona más despreciable del mundo, no está intentando conquistar Europa. Ni tan solo intenta conquistar Ucrania. Intenta proteger las fronteras rusas de lo que, desde el punto de vista ruso, es una amenaza muy grave. Esto es lo que dice Tucker Carlson, y está en lo cierto. Mientras tanto, la administración Biden envía a halcones como Victoria Nuland para aumentar la tensión. No digo que traten de hacer esto, pero sí que es la consecuencia: aumentar la posibilidad de una confrontación que podría resolverse mediante diplomacia y negociaciones. Están aumentando la tensión con Rusia, como sucede con China, a un nivel que podría llevar a un conflicto grave, incluso a una guerra definitiva.

Tenemos que fijarnos en Tucker Carlson para poner un poco de sensatez en el asunto. No sé cuáles son sus motivos. Sean cuales sean, su comentario era correcto. Y el hecho de que proceda de la ultraderecha es una condena tremenda de nuestro sistema político. Tendría que proceder del centro liberal y sensato y, claro está, de la izquierda.

Buena parte de los medios habituales, no solo Tucker Carlson, nos inundan con informes de la llamada amenaza china. Hace poco, estabas en la Daanish TV de Pakistán y dijiste que China «no está subordinada a Estados Unidos. No puede ser intimidada por Estados Unidos. No es como Europa, y es algo inaceptable. Si eres la potencia hegemónica mundial, si eres el capo de la mafia, no puedes aceptar tal desafío exitoso».10 Dices que China no es como Europa.

¿Se puede zarandear a Europa? ¿Es esto lo que quieres decir?

Lo puedes ver cada dos por tres. Fijémonos en el concepto de «desafío exitoso». Procede del Consejo de Planificación Política del Departamento de Estado en 1964. Se refería a Cuba y a la amenaza cubana. La amenaza de Cuba es el «desafío exitoso» de Cuba a las políticas estadounidenses que se remontan ciento cincuenta años. Esto significa hasta 1820, hasta la Doctrina Monroe, que planteaba la intención estadounidense de dominar todo el hemisferio.

La Doctrina Monroe eran poco más que palabras en ese momento. El Reino Unido era demasiado poderoso para que Estados Unidos pudiera dominar el hemisferio. Pero este era el objetivo. Y Cuba, hoy y desde la década de los sesenta, está desafiando con éxito nuestro objetivo, un objetivo que en esa época Estados Unidos consiguió lograr.

Los fundadores previeron que el Reino Unido entraría en declive y que, antes o después, Estados Unidos incrementaría su poder. Tal como lo expresó John Quincy Adams, Cuba caería en nuestras manos por las leyes de la «gravitación» política del mismo modo que una manzana cae del árbol y así ampliaríamos nuestro dominio del hemisferio.12 Y bueno, esto es lo que sucedió. Cuba empezó a desafiar todo esto hacia 1960. Y no se puede tolerar un desafío exitoso. Estados Unidos emprendió guerras terroristas, de las que no hablaremos ahora, pero fueron muy graves. Casi llevaron a una guerra nuclear definitiva. Un bloqueo severo. Cuba es un pequeño país insular a la sombra de Estados Unidos. Apenas puede sobrevivir a una situación así; y es increíble que lo haya hecho.

Ahora pasemos a Europa y al hecho de ser zarandeada por Estados Unidos. Europa se opone con vehemencia, como todo el mundo. Lo vemos cada año en las Naciones Unidas, cuando la Asamblea General vota sobre el embargo, las sanciones y el bloqueo estadounidense a Cuba. Este último año fue casi unánime. Ciento ochenta y cuatro frente a dos, con tres abstenciones, contra Estados Unidos. Los dos a favor fueron Estados Unidos e Israel, un estado cliente que vota lo que le dice el amo. Toda Europa se opone con fuerza al embargo, pero transigen. Lo mismo con Irán.

Tienen sus razones, claro está. Si desafías al amo, al padrino, recibes un castigo. Estados Unidos tiene armas. Una de ellas es muy clara y directa: expulsarte del sistema financiero internacional, que está dirigido desde Nueva York. No es poca cosa. Ahora mismo, Afganistán, un millón de afganos, se enfrenta a la inanición mientras Estados Unidos retiene los fondos del gobierno que están cautivos en los bancos neoyorquinos, y según los informes de la prensa, presiona a las instituciones internacionales para que les retiren el apoyo; mientras, los afganos mueren de hambre. Odio emplear la palabra adecuada, pero es un ejemplo a pequeña escala del hecho de que no se tolera ningún desafío exitoso. Hay muchos otros.

Echemos un vistazo a la isla de Granada, la capital mundial de la nuez moscada, una gran potencia (te costará encontrarla en un mapa). En la década de los setenta tuvieron un líder reformista; Maurice Bishop, que empezó a aplicar reformas muy suaves: crear una cooperativa pesquera y un par de cosas más. La administración Carter se lanzó rápidamente sobre la isla, con intentos de aislarla y de detener su desafío al poder estadounidense.

En 1983, Reagan invadió la isla con un gran espectáculo de valentía y hombría. Se trataba de proclamar con orgullo que Estados Unidos se mantiene firme. Seis mil soldados estadounidenses superaron la resistencia de cuarenta obreros de la construcción cubanos que ya habían permitido la entrada de los estadounidenses, pero la administración Reagan hizo ver que no se había dado por enterada y así pudo enviar una demostración de fuerza. Seis mil soldados que recibieron ocho mil medallas por su valentía. Y Reagan se presentó como un gran héroe, pavoneándose de que Estados Unidos volvía a ser grande.

Es probable que esta operación se lanzara para sacar de las portadas el hecho de que un ataque a una base estadounidense9 en el Líbano había matado a unos doscientos marines. Esto no quedaba muy bien; invadamos Granada, pues, y demostremos lo poderosos y machos que somos. En fin, esto es Granada; no hay desafío exitoso.

Pero cuando se trata de China, ya no puedes hacerlo. No se dejan intimidar y continúan con sus proyectos. Cuando comenté la amenaza china, en realidad estaba parafraseando al antiguo primer ministro de Australia, Paul Keating, un estadista internacional muy respetado. Publicó un artículo en el que analizaba la amenaza de China. Desacreditó todos sus elementos, algo que no es muy difícil, y acabó concluyendo que la amenaza de China es la misma existencia de China. Existe y no se deja intimidar. Incluso hace cosas peligrosas. Por ejemplo, hace poco elaboró planes para crear, creo, mil centros de formación profesional en el sudeste asiático y en África, donde los estudiantes aprenderán tecnología china; en consecuencia, sus países utilizarán tecnología avanzada china.

Estados Unidos se esfuerza al máximo para impedir el desarrollo tecnológico chino y para evitar que otros países empleen tecnología china. China está actuando por todas par- tes, creando escuelas de formación profesional, en las que se formará a los estudiantes en tecnologías avanzadas que mejorarán sus países y estarán en deuda con China por ello. ¿Cómo puede ser que un país caiga en tal nivel de salvajismo? Tenemos que esforzarnos para impedirlo. Y las únicas respuestas que parece que tenemos son las bombas, que en cierto modo, no parecen un arma eficiente. Así pues, hay una amenaza china real, ¿no?

Muchas de las cosas que China está haciendo son malas, incluso abominables y merecen una condena severa. Algunas incluso violan la ley internacional, pero ninguna de ellas son una amenaza. Estados Unidos tolera comportamientos mucho peores en otras partes. La amenaza china es justamente lo que dijo Paul Keating: su existencia como una roca que no puedes mover; y continuará con sus políticas. Está expandiendo sus proyectos por toda Asia central, con lo que incluye toda esta región dentro de un sistema bajo control chino. La Organización de Cooperación de Shanghái, basada en China, incluye a Rusia, que tiene abundantes recursos y un fuerte sistema militar. Incluye a la India y Pakistán. Irán ahora también es miembro, junto con todos los estados de Asia central. Es muy probable que acabe incluyendo a Afganistán bastante pronto. China podría empezar a explotar los ricos recursos minerales afganos, intentando desviar su economía de la producción de opio, que es lo que ha estado bajo control estadounidense, a la exportación de minerales. Quizá tengan éxito, quizá no.

Los ojos de China están centrados en Turquía. Turquía se dirige a la bancarrota y es posible que China expanda su ya considerable influencia en el país y en Europa central y oriental. Tiene programas de desarrollo en África e incluso empieza a aferrarse a Sudamérica, un dominio estadounidense. Estados Unidos no ha podido hacer nada para detenerlo. Lo ha intentado, pero todo lo que hacemos es aumentar las provocaciones en los mares cercanos a China, donde China está haciendo cosas totalmente inapropiadas pero que pueden gestionarse con diplomacia y negociación, como pasa en Ucrania. Pero no será este el camino que se seguirá con los halcones que la administración Biden tiene como asesores de seguridad nacional. Este es otro aspecto que tiene que cambiar, y rápido.

David Barsamian, director de Alternative Radio, junto a Noam Chomsky en el despacho de este en el Massachusetts Institute of Technology (MIT) en septiembre de 2015 (foto: Alternative Radio)

Hablemos de la importancia de medios progresistas e independientes como Democracy Now! y Fairness & Accuracy in Reporting.

¿Puedo añadir también Alternative Radio? Editores como Verso, Haymarket, Monthly Review, City Lights y The New Press. Revistas como Jacobin, The Nation, The Progressive e In These Times. Revistas en línea como TomDispatch, The Intercept y Scheerpost. Emisoras de radio comunitarias como KGNU, WMNF, KPFK y otras. ¿Cuál es su importancia para contrarrestar la narrativa corporativa dominante?

¿Qué otra cosa va a contrarrestarla? Hay quienes conservan la esperanza de que podamos hallar maneras de contrarrestar todos esos cambios tan dañinos y destructivos que estamos comentando.

Tal como he comentado antes, el método básico, que ambos conocemos, es la educación. La gente tiene que comprender lo que sucede en el mundo. Esto exige medios para divulgar información y análisis, abrir oportunidades de debate que, en general, no vas a encontrar en los medios dominantes. Quizá de vez en cuando, como algo al margen, pero bien pocas veces lo ves en los medios habituales. Mucho de lo que hemos esta- do comentando no se discute en los medios principales, o solo de refilón. Estas charlas tienen que presentarse al público por estos otros canales; no hay otra manera.

Bueno, en realidad, hay otra manera: las organizaciones. Es posible y, de hecho, sencillo, emprender programas educativos y culturales dentro de las organizaciones. Esta fue una de las principales contribuciones del movimiento obrero cuando era una institución dinámica y con energía. Esta es una de las razones por las que Reagan y Thatcher estaban tan decididos a acabar con el movimiento obrero, tal como hicieron. Sus primeras acciones fueron ataques a este movimiento.

Hubo programas educativos y culturales que reunían a la gente para reflexionar sobre el mundo, comprenderlo y plantear ideas. Para ello se necesita alguna organización; hacerlo solo, como persona individual es muy difícil, por no decir imposible. Así pues, las organizaciones son un medio poderoso, junto con los medios independientes que se integran con los esfuerzos organizativos. A pesar de los intentos empresariales para hacer retroceder a los sindicatos, hubo una prensa sindical dinámica e independiente hasta la década de 1950, que llegaba a mucha gente y que condenaba lo que llamaban el «sacerdocio comprado» de la prensa general. Se necesitó mucho tiempo para destruir todo esto, pero se puede resucitar.

Estados Unidos tiene una larga historia de prensa obrera dinámica y progresista, que se remonta al siglo xix, cuando era un auténtico fenómeno. Es algo que se puede, y se debe, revivir como parte de la recuperación de un movimiento obrero militante y funcional que se sitúe en la vanguardia del progreso hacia la justicia social. Ha pasado antes y puede pasar otra vez. Y los medios independientes son una parte fundamental de ello.

Cuando era niño, en la década de 1930 y principios de los cuarenta, leía a Izzy Stone en el Philadelphia Record.*** No era el mayor rotativo de Filadelfia; era un pequeño periódico situado en los márgenes, pero ahí estaba. Luego, a finales de los cuarenta, podía leerlo en PM, que era un periódico independiente. La diferencia era enorme; no solo Izzy Stone, sino también otros como él.

Más tarde, en las décadas de 1950 y 1960, la única manera de leer a Stone era suscribirse a su lista de correo. Esto eran los medios independientes en los cincuenta. En los sesenta, la cosa se animó un poco con Ramparts, programas de radio como el de Danny Schechter en la WBCN de Boston y algunos otros aquí y allá.

Esto continúa por todo el país. Los que has mencionado son una herramienta para la independencia, para la reflexión. Para mí fue una gran diferencia, de niño, poder oír todas estas cosas, poder leerlas. Y lo mismo puede decirse de otras personas hoy en día.

En dos de tus libros más recientes, Las consecuencias del capitalismo y Cambiar o morir: Capitalismo, crisis climática y el Green New Deal, mencionas varias veces a Antonio Gramsci. En concreto, su frase «La crisis consiste justamente en el hecho de que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se  verifican los fenómenos morbosos más variados». Ya hemos hablado de esta. La otra, que me gustaría que comentaras, es «Pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad». Hablemos sobre Gramsci, de su relevancia actual y del significado de esta cita.

Gramsci fue un gran activista obrero de izquierdas en Italia a finales de la década de 1910 y durante los años veinte. Fue muy activo para organizar colectivos obreros de izquierdas, autogestionados, algo así como el ala izquierda de la internacional comunista, un sistema marxista.

En Italia, el gobierno fascista asumió el poder a inicios de los veinte. Uno de sus primeros actos fue encarcelar a Gramsci. Las razones las planteó el fiscal, que durante el juicio dijo que se tenía que silenciar esta voz. Y esto nos lleva de nuevo a la importancia de los medios independientes. Tenemos que silenciar esta voz; en consecuencia, se lo encarceló.

Bueno, escribió Cuadernos de la cárcel. No fue silenciado, aunque la gente no podía leerlo. Continuó la obra que había empezado y sus escritos, incluidos los fragmentos que has citado. A principios de los treinta, escribió que el viejo mundo estaba sufriendo un colapso y que el nuevo aún no había surgido. Estábamos presenciando síntomas malsanos. Mussolini era uno de ellos; Hitler era otro. La Alemania nazi casi conquistó grandes partes del mundo; la cosa estuvo muy cerca. Los rusos derrotaron a Hitler. En caso contrario, es probable que medio mundo quedara controlado por la Alemania nazi. Fue de muy poco. Se podían apreciar síntomas malsanos por todas partes.

La frase que has citado «Pesimismo del intelecto, optimismo de la voluntad», que se hizo famosa, procede de la época en la que aún podía publicar. Debemos mirar el mundo de manera razonable, sin ilusiones, comprenderlo, decidir cómo actuar y admitir que hay señales desalentadoras. Están sucediendo cosas muy graves. Esto es el pesimismo del intelecto. Al mismo tiempo, admitimos que hay formas de superarlo; hay oportunidades. Contamos con el tipo de logros que has comentado, y muchos más, para lidiar con las crisis a las que nos enfrentamos. Por lo tanto, tenemos un optimismo de la voluntad, lo que significa que nos entregamos a aprovechar todas las oportunidades disponibles, que las hay, y a esforzarnos para superar los síntomas malsanos y avanzar hacia un mundo más justo y más decente.

En estos tiempos sombríos, para muchos resulta difícil creer que puede haber un futuro luminoso. Siempre te preguntan qué es lo que te aporta esperanza. Y ahora tengo que hacerte esta misma pregunta, como tantos otros.

Una cosa que aporta esperanza es que la gente lucha al máximo en condiciones terribles, mucho más terribles que las que podemos imaginar, para lograr derechos y justicia. No abandonan la esperanza. Como los campesinos de la India. O la gente que vive entre la miseria en Honduras. Ellos no abandonan, de modo que nosotros tampoco podemos hacerlo, de ningún modo.

La otra es que no hay más opciones, así de simple. La alternativa a la esperanza es decir: muy bien, contribuiré a que suceda lo peor. Esta es la elección. Puedes decir me niego a aprovechar las oportunidades disponibles, me aseguraré de que pase lo peor lo más rápidamente posible. Es una opción. La otra es decir intentaré hacerlo lo mejor que pueda, lo que hacen los campesinos de la India, lo que los pobres y miserables granjeros de Honduras están haciendo, y muchos otros por todo el mundo. Lo haré lo mejor que pueda. Y así quizá podemos lograr un mundo decente en el que la gente sienta que puede vivir sin vergüenza. Un mundo mejor.

En resumen, no es una elección muy difícil. Podemos tomarla sin grandes dilemas.

Notas

* En el original inglés, really existing capitalist democracy, abreviado RECD, lo que permite al autor hacer un juego de palabras para decir que las siglas «se pronuncian wrecked», es decir «destruido», «estropeado». (N. del t.)

** En el momento de publicar esta edición, ya se han celebrado las elecciones de Brasil, con la victoria final de Lula por encima de Bolsonaro, por un margen de dos puntos porcentuales. (N. del t.)

*** Izzy Stone fue uno de los más famosos periodistas estadounidenses del siglo XX, de ideas progresistas. (N. del t.)

Nota editorial . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7
1. La decisión que hay que tomar . . . . . . . . . . . . . . . . .   11
2. Amenazas a la paz y al planeta . . . . . . . . . . . . . . . . .  45
3. La política de la pandemia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .   83
4. El presidente, la pandemia y las elecciones . . . . . . . .  111
5. Lucha de clases o ser castigado . . . . . . . . . . . . . . . . .137
6. Las consecuencias del capitalismo . . . . . . . . . . . . . .  159
7. Estados Unidos gobierna el mundo . . . . . . . . . . . . .   185
8. Puntos de no retorno: ambientales y políticos . . . . .    209
9. El optimismo de la voluntad . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 227

 

Fuente: Nota editorial y capítulo 9 de  Noam Chomsky Resistencia. Entrevistas con David Barsamian.  Ediciones de Pasado y Presente. Barcelona, 2023, pp. 6-9: 227-246.

Portada: Noam Chomsky con David Barsamian (foto: Don Usner/roomofonesown.com)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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