Introducción

Luis Castro

En diciembre de 1989, George Bush y Mijaíl Gorbachov, reunidos en Malta, proclamaron el final de la Guerra fría. La declaración venía precedida de medidas de desarme bilaterales iniciadas en época de Reagan, como los acuerdos sobre euromisiles, que continuaron en la década siguiente: tratado START I, reducción de armas convencionales,  prohibición de armas BQ, política de ‘open skies’, etc. Todo ello con el trasfondo de gigantescos cambios históricos que, al decir de Hobsbawm, ponían fin a “un siglo de extremismos”. Hablamos de episodios tales como la unificación de Alemania, la desintegración y el cambio de sistema de la URSS, la desaparición del Pacto de Varsovia y del COMECON y la fragmentación de Yugoslavia.

En este especial contexto se plantearon nuevos conceptos de seguridad para Europa desde el Atlántico a los Urales, basados en el interés común de mantener y profundizar la distensión a la que invitaban los acuerdos citados y otros anteriores, como los de la Conferencia de Helsinki (CSCE, de 1975) y, por qué no recordarlos, los principios fundacionales de Naciones Unidas. Fue entonces cuando, en esa lógica, los líderes de las principales potencias occidentales (EE.UU., Reino Unido, Alemania y Francia) dieron garantías a los dirigentes rusos de que la OTAN no avanzaría “ni una pulgada” hacia el Este, una vez que Gorbachov aceptó la unificación de Alemania y su entrada en la organización atlantista y en el ámbito de intereses occidental.

Sin embargo, ya en 1994 la OTAN hizo una lectura de la situación muy distinta: las cesiones y cambios en el bloque del este no afectaban “ni al objeto ni a las funciones de seguridad de la Alianza” y, por el contrario, ofrecían una oportunidad “para una concepción ampliada de la seguridad”, esto es: para su expansión en los países de este. Y para mostrar que ese enfoque era algo más que retórica, en 1996 se desplegaron maniobras conjuntas de la OTAN con Ucrania y Noruega, y en 1999 se integró en la organización la primera tanda de países que habían pertenecido al Pacto de Varsovia: Polonia, Hungría y Chequia. Así se forzaba paso a paso una vuelta al ambiente mental y militar de la Guerra fría. (Ver Rafael Poch, “Haciendo memoria. De una Guerra fría a la otra, de la mano de la OTAN”, en https://rafaelpoch.com/).

El artículo de Poch recoge una observación de Gorbachov que interpreta estos movimientos estratégicos como un intento de EE.UU. de afianzar su influencia en Europa en un momento en el que se apuntaban enfoques más autónomos y racionales de la defensa y seguridad comunes. Y avanza una idea lúcida: “la OTAN se alimenta  a sí misma: su existencia se justifica, cada vez más, en la necesidad de afrontar los riesgos creados por su ampliación al Este”. O sea: la OTAN se presenta como la solución para los problemas que ella misma crea. Quizá en este punto habría que recordar también las poderosas inercias que el complejo militar-industrial occidental sigue teniendo en la política, la economía y ciertos ámbitos mediáticos e intelectuales).

En la actual crisis de Ucrania, algunos medios de comunicación occidentales han ignorado o minusvalorado la existencia de los citados compromisos de 1990 y 1991, en el sentido de la no ampliación de la OTAN hacia el este. Pero, como apunta Rafael Poch y se demuestra a continuación, la evidencia es “abrumadora”, según se ve en el cúmulo de documentos publicados por el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington:

https://nsarchive.gwu.edu/briefing-book/russia-programs/2017-12-12/nato-expansion-what-gorbachev-heard-western-leaders-early

Primera ronda de las negociaciones del «Dos más Cuatro» en la conferencia “Open Skies” en Bonn el 5 de mayo de 1990. Foto: Bundesbildstelle / Presseund Informationsamt der Bundesregierung..

 


 

El Panel de estudios eslavos plantea «¿Quién prometió qué a quién en la expansión de la OTAN?»

Documentos desclasificados muestran las garantías de seguridad contra la expansión de la OTAN al este, hechas por James Baker, George Bush, Genscher, Kohl, Gates, Mitterrand, Thatcher, Hurd, Major y Woerner a los líderes soviéticos[1]

Washington D.C., 12 de diciembre de 2017

La famosa garantía del Secretario de Estado de los Estados Unidos James Baker de «ni una pulgada hacia el este» sobre la expansión de la OTAN en su reunión con el líder soviético Mikhail Gorbachev el 9 de febrero de 1990, fue parte de una cascada de garantías sobre la seguridad soviética dadas por los líderes occidentales a Gorbachov y otros funcionarios soviéticos a lo largo del proceso de unificación alemana en 1990 y en 1991,   según documentos desclasificados de Estados Unidos, la Unión Soviética, Alemania, Gran Bretaña y Francia publicados hoy por el Archivo de Seguridad Nacional de la Universidad George Washington (http://nsarchive.gwu.edu).

Los documentos muestran que múltiples líderes nacionales estuvieron considerando y rechazaron la integración de Europa Central y Oriental en la OTAN desde principios de 1990 hasta 1991; que las discusiones de la OTAN en el contexto de las negociaciones de unificación alemana en 1990 no se limitaron en absoluto al estado del territorio de Alemania Oriental y que las posteriores quejas soviéticas y rusas al ser engañados sobre la expansión de la OTAN se fundan en memorandos y comunicaciones contemporáneos escritos al más alto nivel.

Los documentos refuerzan las críticas del ex director de la CIA, Robert Gates, a «seguir adelante con la expansión de la OTAN hacia el este [en la década de 1990], cuando Gorbachov y otros fueron llevados a creer que eso no sucedería»[2]. La frase clave, respaldada por los documentos, es «llevado a creer».

El presidente George H.W. Bush había asegurado a Gorbachov durante la cumbre de Malta en diciembre de 1989 que Estados Unidos no se aprovecharía («No he dado saltos arriba y abajo en el Muro de Berlín») de las revoluciones en Europa del Este para dañar los intereses soviéticos; pero ni Bush ni Gorbachov en ese momento (o, para el caso, el canciller de Alemania Occidental Helmut Kohl) esperaban tan pronto el colapso de Alemania Oriental o la rápida unificación alemana[3].

Las primeras garantías concretas de los líderes occidentales sobre la OTAN comenzaron el 31 de enero de 1990, cuando el ministro de Asuntos Exteriores de Alemania Occidental, Hans-Dietrich Genscher, abrió las apuestas con un importante discurso público en Tutzing, Baviera, sobre la unificación alemana. La Embajada de los Estados Unidos en Bonn (ver Documento 1)[4] informó a Washington de que Genscher dejó claro «que los cambios en Europa del Este y el proceso de unificación alemana no deben conducir a un menoscabo de los intereses de seguridad soviéticos”. Por lo tanto, la OTAN debería descartar una «expansión de su territorio hacia el este, es decir, acercarlo a las fronteras soviéticas». El cable de Bonn también señaló la propuesta de Genscher de dejar el territorio de Alemania Oriental fuera de las estructuras militares de la OTAN, incluso en una Alemania unificada en la OTAN[5].

Eduard A. Shevardnadze (derecha) saluda a Hans-Dietrich Genscher (izquierda) y Helmut Kohl (en el centro) a su llegada a Moscú el 10 de febrero de 1990, durante las negociaciones para la unificación alemana. Foto: AP Photo / Victor Yurchenko.

Esta última idea de estatus especial para el territorio de la RDA fue plasmada en el tratado final de unificación alemán firmado el 12 de septiembre de 1990 por los ministros de relaciones exteriores de Dos más Cuatro (ver Documento 25). La idea anterior sobre «más cerca de las fronteras soviéticas» no está escrita en tratados, sino en múltiples memorandos de conversación entre los soviéticos y los interlocutores occidentales de más alto nivel (Genscher, Kohl, Baker, Gates, Bush, Mitterrand, Thatcher, Major, Woerner y otros), que ofrecen garantías a lo largo de 1990 y 1991 sobre la protección de los intereses de seguridad soviéticos y la inclusión de la URSS en las nuevas estructuras de seguridad europeas. Las dos cuestiones estaban relacionadas, pero no eran la misma. El análisis posterior a veces confundió las dos y argumentó que la discusión no involucró a toda Europa. Los documentos publicados a continuación muestran claramente que así fue.

La «fórmula Tutzing» se convirtió inmediatamente en el centro de una serie de importantes discusiones diplomáticas durante los siguientes 10 días en 1990, lo que llevó a la crucial reunión del 10 de febrero de 1990 en Moscú entre Kohl y Gorbachov, cuando el líder de Alemania Occidental logró en principio el asentimiento soviético a la unificación alemana dentro de la OTAN, siempre y cuando la OTAN no se expandiera hacia el este. Los soviéticos necesitarían mucho más tiempo para trabajar su opinión interna (y la ayuda financiera de los alemanes occidentales) antes de firmar formalmente el acuerdo en septiembre de 1990.

Las conversaciones –antes de la garantía de Kohl– habían implicado una discusión explícita sobre la expansión de la OTAN, los países de Europa Central y Oriental y cómo convencer a los soviéticos de aceptar la unificación. Por ejemplo, el 6 de febrero de 1990, cuando Genscher se reunió con el ministro de Asuntos Exteriores británico Douglas Hurd, Genscher dijo, según el registro británico: «Los rusos deben tener alguna seguridad de que si, por ejemplo, el Gobierno polaco abandona el Pacto de Varsovia un día, no se uniría a la OTAN al siguiente». (Ver Documento 2)

Después de haberse reunido con Genscher, en camino hacia las discusiones con los soviéticos, James Baker, secretario de Estado norteamericano, repitió exactamente la formulación de este en su reunión con el Ministro de Asuntos Exteriores Eduard Shevardnadze el 9 de febrero de 1990, (ver Documento 4); y aún más importante, cara a cara con Gorbachov.

No una, sino tres veces, Baker expresó la fórmula de «ni una pulgada hacia el este» con Gorbachov en la reunión del 9 de febrero de 1990. Estuvo de acuerdo con la declaración de Gorbachov de que «la expansión de la OTAN es inaceptable». Baker aseguró a Gorbachov que «ni el presidente ni yo tenemos la intención de extraer ninguna ventaja unilateral de los procesos que se están llevando a cabo», y que los estadounidenses habían entendido que «no solo para la Unión Soviética, sino también para otros países europeos, es importante tener garantías de que si Estados Unidos mantiene su presencia en Alemania en el marco de la OTAN,  ni una pulgada de la actual jurisdicción militar de la OTAN se extenderá en dirección este». (Ver Documento 6)

Los seis ministros de asuntos exteriores presentan a la prensa el acuerdo para el inicio de las negociaciones del «Dos más Cuatro» en la conferencia “Open Skies” en Ottawa el 13 de febrero de 1990. De izquierda a derecha: Eduard Shevardnadze (URSS), James A. Baker (EEUU), Hans-Dietrich Genscher (R.F. de Alemania), Roland Dumas (Francia), Douglas Hurd (Reino Unido), Oskar Fischer (RD de Alemania). Foto: Bundesbildstelle / Presseund Informationsamt der Bundesregierung.

Después, Baker escribió a Helmut Kohl, quien se reuniría con el líder soviético al día siguiente, con un lenguaje muy semejante. Baker informó: «Y luego le hice la siguiente pregunta [a Gorbachov]. ¿Preferiría ver una Alemania unida fuera de la OTAN, independiente y sin fuerzas estadounidenses o preferiría que una Alemania unificada estuviera vinculada a la OTAN, con garantías de que la jurisdicción de la OTAN no se desplazaría ni una pulgada hacia el este desde su posición actual? Respondió que el liderazgo soviético estaba pensando realmente en todas esas opciones [….] Luego agregó: «Ciertamente cualquier extensión de la zona de la OTAN sería inaceptable». Baker agregó entre paréntesis, para el beneficio de Kohl, «Por implicación, la OTAN en su zona actual podría ser aceptable». (Ver Documento 8)

Bien informado por el secretario de Estado estadounidense, el canciller de Alemania Occidental entendió la actitud soviética de base y aseguró a Gorbachov el 10 de febrero de 1990: «Creemos que la OTAN no debería expandir la esfera de su actividad» (Ver Documento 9). Después de esta reunión, Kohl apenas pudo contener su entusiasmo por el acuerdo en principio de Gorbachov sobre la unificación alemana y sobre que, como parte de la fórmula de Helsinki de que los estados eligen sus propias alianzas, Alemania podría elegir la OTAN. Kohl describió en sus memorias cómo caminó toda la noche por Moscú, pero entendiendo que aún quedaba un precio por pagar.

Todos los ministros de Asuntos Exteriores occidentales estaban de acuerdo con Genscher, Kohl y Baker. Luego se sumó el ministro de Asuntos Exteriores británico, Douglas Hurd, el 11 de abril de 1990. Entonces, los alemanes orientales habían votado abrumadoramente a favor del marco alemán y de una rápida unificación. En las elecciones del 18 de marzo Kohl había sorprendido a casi todos los observadores con una clara victoria. Los análisis de Kohl (explicados por primera vez a Bush el 3 de diciembre de 1989): que el colapso de la RDA abriría todas las posibilidades, que tenía que correr para llegar a la cabeza del tren, que necesitaba el respaldo de Estados Unidos, que la unificación podría ocurrir más rápido de lo que nadie creía posible; todo resultó ser correcto. La unión monetaria comenzaría ya en julio y las garantías sobre la seguridad seguían llegando. Hurd reforzó el mensaje de Baker-Genscher-Kohl en su reunión con Gorbachov en Moscú, el 11 de abril de 1990, diciendo que Gran Bretaña claramente «reconoció la importancia de no hacer nada para perjudicar los intereses y la dignidad soviéticos». (Ver Documento 15)

La conversación de Baker con Shevardnadze el 4 de mayo de 1990, tal como Baker la describió en su informe al presidente Bush, describió de manera más elocuente lo que los líderes occidentales le estaban diciendo a Gorbachov exactamente en ese momento: «Utilicé su discurso y nuestro reconocimiento de la necesidad de adaptar la OTAN, política y militarmente, y de desarrollar la CSCE para asegurar a Shevardnadze que el proceso no produciría ganadores ni perdedores. En cambio, produciría una nueva estructura europea legítima, que sería inclusiva, no exclusiva». (Ver Documento 17)

Baker se lo dijo de nuevo directamente a Gorbachov el 18 de mayo de 1990 en Moscú, cuando le entregó sus «nueve puntos», que incluían la transformación de la OTAN, el fortalecimiento de las estructuras europeas, mantener a Alemania no nuclear y tener en cuenta los intereses de seguridad soviéticos. Baker comenzó así sus comentarios: «Antes de decir algunas palabras sobre el tema alemán, querría enfatizar que nuestras políticas no están dirigidas a separar a Europa del Este de la Unión Soviética. Teníamos esa política antes, pero hoy estamos interesados en construir una Europa estable y hacerlo junto con ustedes». (Ver Documento 18)

De derecha a izquierda: Ministro de asuntos exteriores Hans-Dietrich Genscher (R.F. de Alemania), ministro presidente Lothar de Maizière (R.D. de Alemania), y ministros de asuntos exteriores Roland Dumas (Francia), Eduard Shevardnadze (URSS), Douglas Hurd (Reino Unido), y James Baker (EEUU) firman el llamado «Acuerdo Dos más Cuatro» (Tratado sobre el acuerdo final con respecto a Alemania) en Moscú el 12 de septiembre de 1990. Foto: Bundesbildstelle / Presseund Informationsamt der Bundesregierung.

El líder francés Francois Mitterrand no sintonizaba con la opinión de los estadounidenses, como lo demuestra al decir a Gorbachov en Moscú, el 25 de mayo de 1990, que estaba «personalmente a favor de desmantelar gradualmente los bloques militares»; pero Mitterrand continuó la cascada de garantías diciendo que Occidente debe «crear condiciones de seguridad para ustedes, así como la seguridad europea en su conjunto». (Ver Documento 19) Mitterrand inmediatamente escribió a Bush en una carta –en la que le llama «cher George»– sobre su conversación con el líder soviético, que «ciertamente no nos negaríamos a detallar las garantías que tendría derecho a esperar para la seguridad de su país». (Ver Documento 20)

En la cumbre de Washington el 31 de mayo de 1990, Bush hizo todo lo posible para asegurarle a Gorbachov que Alemania en la OTAN nunca se dirigiría a la URSS: «Créanme, no estamos empujando a Alemania hacia la unificación y no somos nosotros quienes determinamos el ritmo de este proceso. Y, por supuesto, no tenemos ninguna intención, ni siquiera en nuestros pensamientos, de dañar a la Unión Soviética de ninguna manera. Es por eso que estamos hablando a favor de la unificación alemana en la OTAN sin ignorar el contexto más amplio de la CSCE, teniendo en cuenta los lazos económicos tradicionales entre los dos estados alemanes. Tal modelo, en nuestra opinión, corresponde también a los intereses soviéticos». (Ver Documento 21)

La «Dama de Hierro» también intervino, después de la cumbre de Washington, en su reunión con Gorbachov en Londres el 8 de junio de 1990. Thatcher anticipó los movimientos que los estadounidenses (con su apoyo) tomarían en la conferencia de la OTAN de principios de julio para apoyar a Gorbachov, describiendo la transformación de la OTAN en una alianza más política y menos amenazadora militarmente. Ella le dijo a Gorbachov: «Debemos encontrar formas de dar a la Unión Soviética la confianza de que su seguridad estará asegurada … La CSCE podría ser un paraguas para todo esto, además de ser el foro que llevó a la Unión Soviética a la discusión sobre el futuro de Europa». (Ver Documento 22)

La Declaración de Londres de la OTAN el 5 de julio de 1990 tuvo un efecto bastante positivo en las deliberaciones en Moscú, según la mayoría de los relatos, dando a Gorbachov municiones significativas para contrarrestar a los partidarios de la línea dura en el Congreso del Partido que estaba teniendo lugar en ese momento. Algunas versiones de esta historia afirman que se proporcionó previamente una copia a los ayudantes de Shevardnadze, mientras que otras describen solo una alerta que permitió a esos asistentes tomar la copia del servicio de cable y hacer una evaluación positiva soviética antes de que los militares o los de la línea dura pudieran llamarlo propaganda.

Como Kohl dijo a Gorbachov en Moscú el 15 de julio de 1990, mientras elaboraban el acuerdo final sobre la unificación alemana: «Sabemos lo que le espera a la OTAN en el futuro, y creo que ahora Usted también lo sabe», refiriéndose a la Declaración de Londres de la OTAN. (Ver Documento 23)

Sesiones de trabajo en Camp David, 2 de junio de 1990 en el sentido de las agujas del reloj desde arriba a la izquierda, intérprete Peter Afanasenko, Baker, Bush, vicepresidente Dan Quayle (el único con corbata), Scowcroft, Shevardnadze, Gorbachev, y Akhromeyev ( George H.W. Bush Presidential Library, P13412-08)

En su llamada telefónica a Gorbachov el 17 de julio, Bush quiso reforzar el éxito de las conversaciones Kohl-Gorbachov y el mensaje de la Declaración de Londres. Bush explicó: «Así que lo que hemos tratado de hacer ha sido  tener en cuenta las preocupaciones de Usted, expresadas a mí y a otros, y lo hemos hecho de la siguiente manera: mediante nuestra declaración conjunta sobre la no agresión; con nuestra invitación a Usted a venir a la OTAN; con nuestro acuerdo de abrir la OTAN a contactos diplomáticos regulares con su Gobierno y los de los países de Europa del Este; y con nuestra oferta de garantías sobre el tamaño futuro de las fuerzas armadas de una Alemania unida, un tema que sé que discutió con Helmut Kohl. También cambiamos fundamentalmente nuestro enfoque militar sobre las fuerzas convencionales y nucleares. Transmitimos la idea de una CSCE ampliada y más fuerte con nuevas instituciones en las que la URSS pueda compartir y ser parte de la nueva Europa». (Ver Documento 24)

Los documentos muestran que Gorbachov aceptó la unificación alemana dentro de la OTAN como resultado de esta cascada de garantías, y sobre la base de su propio análisis de que el futuro de la Unión Soviética dependía de su integración en Europa, para la cual Alemania sería el actor decisivo. Él y la mayoría de sus aliados creían que alguna versión de la casa común europea todavía era posible y se desarrollaría junto con la transformación de la OTAN para conducir a un espacio europeo más inclusivo e integrado, y que el acuerdo posterior a la Guerra Fría tendría en cuenta los intereses de seguridad soviéticos. La alianza con Alemania no solo superaría la Guerra Fría, sino que también pondría patas arriba el legado de la Gran Guerra Patria.

Pero dentro del gobierno de Estados Unidos, continuó una discusión diferente, un debate sobre las relaciones entre la OTAN y Europa del Este. Las opiniones diferían, pero la sugerencia del Departamento de Defensa a partir del 25 de octubre de 1990 fue dejar «la puerta entreabierta» para la membresía de Europa del Este en la OTAN. (Ver Documento 27) La opinión del Departamento de Estado era que la expansión de la OTAN no estaba en la agenda, porque no estaba en el interés de los Estados Unidos organizar «una coalición antisoviética» que se extendiera a las fronteras soviéticas, entre otras cosas porque ello podría revertir las tendencias positivas en la Unión Soviética (Ver Documento 26). La administración Bush adoptó este último punto de vista. Y eso es lo que escucharon los soviéticos.

Ya en marzo de 1991, según el diario del embajador británico en Moscú, el primer ministro británico John Major aseguró personalmente a Gorbachov: «No estamos hablando del fortalecimiento de la OTAN». Posteriormente, cuando el ministro de defensa soviético, el mariscal Dmitri Yazov, le preguntó a Major sobre el interés de los líderes de Europa del Este de ingresar en la OTAN, el líder británico respondió: «Nada de eso sucederá». (Ver Documento 28)

Cuando los diputados del Soviet Supremo ruso vinieron a Bruselas para ver la OTAN y reunirse con su secretario general, Manfred Woerner, en julio de 1991, Woerner dijo a los rusos que «No deberíamos permitir […] el aislamiento de la URSS de la comunidad europea». Según el memorando de conversación ruso, «Woerner enfatizó que el Consejo de la OTAN y él mismo están en contra de la expansión de la OTAN (13 de los 16 miembros de la OTAN apoyan este punto de vista)». (Ver Documento 30)

Michail Gorbachev discute la unificación alemana conHans-Dietrich Genscher y Helmut Kohl en Rusia, 15 de julio de 1990. Foto: Bundesbildstelle / Presseund Informationsamt der Bundesregierung.

Así, Gorbachov llegó al final de la Unión Soviética con la seguridad de que Occidente no estaba amenazando su seguridad y no estaba expandiendo la OTAN. En cambio, la disolución de la URSS fue provocada por los rusos (Boris Yeltsin y su principal asesor Gennady Burbulis)  de acuerdo con los antiguos jefes del partido de las repúblicas soviéticas, especialmente Ucrania, en diciembre de 1991. La Guerra Fría había terminado hace mucho tiempo para entonces. Los estadounidenses habían tratado de mantener unida a la Unión Soviética (véase el discurso de Bush «Chicken Kiev» el 1 de agosto de 1991). La expansión de la OTAN aún tardaría años, y estas disputas estallarían de nuevo, y más garantías llegarían al líder ruso Boris Yeltsin.

 

El Archivo de Seguridad Nacional (NSA) compiló estos documentos desclasificados para un panel de discusión el 10 de noviembre de 2017 en la conferencia anual de la Asociación de Estudios Eslavos, de Europa del Este y Euroasiáticos (ASEEES) en Chicago bajo el título «¿Quién prometió qué a quién sobre la expansión de la OTAN?». El panel incluyó a:

* Mark Kramer, del Centro Davis en Harvard, editor del Journal of Cold War Studies, cuyo artículo de 2009 en Washington quarterly argumentó que la «promesa de no ampliación de la OTAN» era un «mito»; (Véase Mark Kramer, «The Myth of a No-NATO-Enlargement Pledge to Russia», The Washington Quarterly, abril de 2009, págs. 39-61).

* Joshua R. Itkowitz Shifrinson, de la Escuela Bush en Texas A&M, cuyo artículo ene Seguridad Internacional de 2016 argumentó que Estados Unidos estaba jugando un doble juego en 1990, lo que llevó a Gorbachov a creer que la OTAN sería subsumida en una nueva estructura de seguridad europea, mientras trabajaba para garantizar la hegemonía en Europa y el mantenimiento de la OTAN; (Véase Joshua R. Itkowitz Shifrinson, «Deal or no Deal?, The End of the Cold War and the U.S. Offer to Limit NATO Expansion», International Security, primavera de 2016, Vol. 40, No. 4, pp. 7-44).

* James Goldgeier, de la Universidad Americana, quien escribió un documentado libro sobre la decisión de Clinton sobre la expansión de la OTAN, Not Whether But When, y describió las falsas garantías de Estados Unidos al líder ruso Boris Yeltsin en un artículo de War On The Rocks de 2016; (Véase James Goldgeier, Not Whether But When: The U.S. Decision to Broadene NATO (Brookings Institution Press, 1999); y James Goldgeier, «¿Promesas hechas, promesas incumplidas? Lo que se le dijo a Yeltsin sobre la OTAN en 1993 y por qué es importante», War On The Rocks, 12 de julio de 2016.)

Foto de grupo en Camp David, 2 de junio de 1990. De izquierda a derecha: Baker, Barbara Bush, Presidente Bush, Raisa Gorbacheva, President Gorbachev, Shevardnadze, Scowcroft, Akhromeyev (George H.W. Bush Presidential Library, P13437-14)

* Svetlana Savranskaya y Tom Blanton, del Archivo de Seguridad Nacional, cuyo libro más reciente, The Last Superpower Summits: Gorbachev, Reagan, and Bush: Conversations That Ended the Cold War (CEU Press, 2016), analiza y publica las transcripciones desclasificadas y los documentos relacionados de todas las cumbres de Gorbachov con presidentes de los Estados Unidos, incluidas docenas de garantías sobre la protección de los intereses de seguridad de la URSS. (Véase también Svetlana Savranskaya, Thomas Blanton y Vladislav Zubok, «Masterpieces of History: The Peaceful End of the Cold War in Europe, 1989” (CEU Press, 2010), para una discusión ampliada y documentos sobre las negociaciones de unificación alemana de principios de 1990.)

[1] J. Baker fue secretario de Estado del presidente George Bush; Hans Dietrich Genscher y Helmut Kohl, ministro de Asuntos exteriores y canciller, respectivamente, de la RFA y de la Alemania unida;  Robert Gates, director de la CIA; François Mitterrand, presidente de la República francesa; Margareth Thatcher y John Major, primeros ministros del Reino Unido; Douglas Hurd, ministro de Asuntos exteriores del R.U. y Manfred Woerner, secretario general de la OTAN (nota del t.).

[2] Ver Robert Gates, Universidad de Virginia, Miller Centro de Historia oral, George H.W. Bush Presidency,   24 de julio, 2000, p. 101

[3] Véase el capítulo 6 de «The Malta Summit 1989», en Svetlana Savranskaya y Thomas Blanton, The Last Superpower Summits (CEU Press, 2016), pp. 481-569. El comentario sobre el muro está en la p. 538.

[4] (Nota de ‘Conversación sobre la historia’: los documentos a los que alude el texto, y algunos más, pueden verse en la web citada: http://nsarchive.gwu.edu).

[5] Para los antecedentes, el contexto y las consecuencias del discurso de Tutzing, véase Frank Elbe, «The Diplomatic Path to Germany Unity», Boletín del Instituto Histórico Alemán, 46 (primavera de 2010), pp. 33-46. Elbe era el jefe de personal de Genscher en ese momento.

Fuente:  Nato Expansion

(Introducción y traducción de Luis Castro. Conversación sobre la Historia)

[La publicación era la primera de dos sobre el tema. La segunda parte cubre las discusiones de Yeltsin con los líderes occidentales sobre la OTAN.]

Portada: a su llegada a Washington el 31 de mayo de 1990,  Mikhail Gorbachev es recibido por el presidente Bush (George H.W. Bush Presidential Library, P13298-18)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia (imágenes procedentes de la web de National Security Archive )

Artículos relacionados

Memoria y amnesia de la Guerra Fría. Pero ¿y el Fin de la Historia?

El mundo de ayer y de hoy

De Afganistán a Ucrania: lecciones de la historia

Ordenar el desorden entre dos guerras

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí