El silencio no detiene la ocupación y el genocidio de Gaza

Conversación sobre la historia


 

Jaume Claret

 

Cualquier aficionado a la geografía sabe que nuestros atlas tradicionales no respondían a la realidad, sino que estaban doblemente condicionados. Por un lado, estaba el sesgo cultural por situar en el centro el mundo occidental; por el otro el sesgo proporcional que sobredimensionaba el hemisferio norte en detrimento del sur. La llamada proyección de Mercator traducía a la cartografía nuestra supuesta superioridad civilizadora. A esta proyección del ego nacional nadie es inmune: en la época antigua los romanos bautizaron a nuestro mar como Mediterráneo, y en periodo contemporáneo dicen que la dictadura de Pinochet difundió un mapa cambiado donde se veía Chile en el centro y se subrayaba su carácter tricontinental (añadiendo a la larga franja americana y a la isla pacífica de Pascua, una hipotética Antártica chilena).

Los buenos atlas, en cambio, evidencian por qué hablamos del subcontinente indio y revelan el carácter masivo de África o la impresionante extensión del país-continente australiano. Con todo, el Mercator –o alguna de sus variantes— sigue teniendo presencia en nuestro imaginario. Todavía hoy, hay quien se siente más cómodo viendo que se mantiene la centralidad de la península Ibérica en muchas cartografías. De hecho, no es descartable que la obsesión de Donald Trump por Groenlandia venga dada por el recuerdo de los mapas de su niñez, donde este país autónomo del reino danés se encuentra sobredimensionado.

Con todo, quizás la peor distorsión heredada haya sido cierta incapacidad para entender el desplazamiento del centro del mundo. Si ya en el siglo XV el Mediterráneo cedió la hegemonía al Atlántico, hoy es el Pacífico el que manda. Europa ha quedado en uno de los márgenes. La nueva centralidad se evidencia en términos demográficos, económicos, diplomáticos, geoestratégicos, militares y de investigación. Las orillas bañadas por esta gran masa marítima, donde el gran océano se mezcla con las aguas del Índico, del Ártico y, incluso, del Antártico, centran hoy todas las miradas.

Proyecciones Mercator (izquierda) y Gall-Peters (derecha)(tableau.com)

El nuevo corazón del mundo: el Indopacífico

Justamente sobre aquella inmensa y diversa región acaba de publicarse Indopacífico. Eje de la geopolítica global. Su autor es el abogado, periodista y escritor Juan Manuel López Nadal (Palma, 1951) que en 1980 iniciaba una larga carrera diplomática, como habían hecho anteriormente su tío letraherido Guillem Nadal Blanes (Palma, 1911-Zúrich, 1976) y su influyente primo Jorge Dezcallar de Mazarredo (Palma, 1945). López Nadal rápidamente se decantó por el mundo asiático, formando parte de las representaciones diplomáticas españolas en Pekín, Yakarta, Nueva Delhi o Bangkok, entre otras muchas.

Ya jubilado, pero todavía activo como viajero y analista, nos ofrece una síntesis actualizada e informada sobre uno de los abismos esenciales de la política internacional, en el que convergen todas las grandes placas tectónicas de nuestro mundo. A lo largo de trescientas páginas y con una bibliografía ingente, se nos plantea primero un sucinto resumen histórico y conceptual para entender la complejidad, la diversidad y la relevancia de esta nueva centralidad mundial.

Indopacífico adentro, López Nadal dedica los capítulos centrales a analizar las principales potencias regionales y, sobre todo, las dinámicas internas. Aquí destacan sobre todo dos grandes países –y, a la vez, civilizaciones— como China e India. Poca broma, si en el mundo hubiera solo cinco personas: una sería china, otra india y una tercera asiática; las otras dos se repartirían entre, básicamente, América y África. Los dos gigantes asiáticos han sido protagonistas en positivo, gracias a sus cifras económicas, en la reducción de la pobreza, en la apuesta por la innovación y, en el caso del subcontinente, en la creación de la mayor democracia mundial.

Aun así, estos números en verde esconden también un lado oscuro. Así, el capitalismo chino no ha replicado el mecanicismo esperado hacia la democracia, sino que ha reforzado un autoritarismo de partido único teñido de un creciente nacionalismo expansivo y un culto personalista hacia Xi Jinping. Esta agresividad le ha permitido forjar nuevas alianzas económicas y geoestratégicas, pero también ha reforzado los temores de algunos vecinos. Este ha sido el caso de la India que –con sus propias carencias y con tentaciones autocráticas por parte de su líder Narendra Modi— se ha ido alejando de su tradicional no alineamiento para defender un multi-alineamiento, a menudo contradictorio. En esta búsqueda de contrapesos, Nueva Delhi ha encontrado en Japón –otra potencia/civilización— un cómplice ante la amenaza china.

De hecho, López Nadal hace un esfuerzo para acompañar al lector en este complicado baile de alianzas y contra-alianzas, donde se entrecruzan intereses de todo tipo. Del dibujo global se extraen dos conclusiones principales. Por un lado, se hace evidente que las grandes potencias no son autosuficientes y necesitan de los jugadores menores… si es que podemos llamar así a países tan poblados y tan relevantes como Vietnam, Taiwán, Corea, Birmania, Filipinas o Singapur. Por otro lado, si se quiere tener voz en el mundo del siglo XXI, hay que tener presencia en el Indopacífico. Así lo han entendido, desde el primer momento, Estados Unidos o, por motivos diferentes, Rusia o Australia. Así lo han acabado asumiendo, a la fuerza, incluso los europeos: porque algunos de ellos todavía conservan territorios o mantienen vínculos históricos (Francia, Gran Bretaña…) y, sobre todo, porque los principales cuellos de botella del comercio internacional se encuentran allá. Con una incertidumbre internacional creciente, la hegemonía futura se juega en aquella región.

La hegemonía mundial

El control de la hegemonía mundial ha estado siempre la obsesión de las potencias dominantes. Parcialmente en manos de los Estados Unidos desde el periodo de entreguerras y de forma especial a raíz del hundimiento soviético, Washington ha afanado en mantenerla y, en lo posible, incrementarla. Para hacerlo, toda táctica se ha demostrado válida: desde el sacrificio humano y logístico de las guerras mundiales a las sucias operaciones en el patio trasero latinoamericano, desde la proyección cultural del sueño americano hasta el despliegue armado por todos los rincones del planeta. La actual desvergüenza trumpista ofrece una versión especialmente descarnada.

Precisamente, Tigre de Paper recupera en catalán Hegemonia o supervivència del lingüista y activista Noam Chomsky (East Oak Lane, 1928). El subtítulo no puede ser más claro: Els Estats Units a la recerca del domini mundial (en castellano está disponible en B de Bolsillo, 2016, con traducción de Miquel Izquierdo). En este ensayo, el veterano analista repasaba las actuaciones de su país a escala internacional desde la victoria en la Segunda Guerra Mundial y el inicio de la Guerra Fría hasta las entonces operaciones en marcha contra Irak y Afganistán. Justificadas con una retórica a medio camino del idealismo (extender la democracia y salvar a los respectivos pueblos de regímenes autocráticos) y de una supuesta lucha contra el terrorismo islamista responsable, entre otros, de los ataques del 11-S a las Torres Gemelas.

Una nueva aproximación

Con ojos de hoy, la denuncia de Chomsky parece tan acertada como inocente. Oportuna porque, testigos como hemos sido del final de la ocupación en Bagdad y Kabul, hemos podido comprobar cómo la retórica era vacua. Cándida porque aquello que parecía el colmo de la hipocresía unilateralista palidece ante lo vivido desde la edición original en 2003. Seguramente consciente de cómo envejece el diagnóstico, justo se acaba de publicar una nueva aproximación, escrita a cuatro manos con el analista británico Nathan J. Robinson (1988), titulada El mito del idealismo americano. Cómo la política exterior de EE. UU. pone el mundo en peligro. En todas ellas resuena, a pesar de todo, la expectativa explicitada en Hegemonia o supervivència: «Lo que importa de verdad es si podremos despertarnos de la pesadilla antes de que lo consuma todo, y llevar al mundo las dosis de paz, justicia y esperanza que están, ahora mismo, al alcance de nuestras posibilidades y de nuestra voluntad»

Obras reseñadas:

Juan Manuel López Nadal Indopacífico Madrid: Catarata, 2025, 360 pág.
N. Chomsky y N. J. Robinson El mito del idealismo americano, Trad. de María Serrano Barcelona: Ariel, 2025, 496 pág.
Noam Chomsky Hegemonia o supervivència Trad. Carles Miró y David Guixeras, Manresa: Tigre de Paper, 2025, 310 pág.

Fuente: Política & Prosa 2 de mayo de 2025

Portada: Vista nocturna de la isla de Hong Kong (foto: archivo de Política & Prosa)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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