El silencio no detiene la ocupación y el genocidio de Gaza
Conversación sobre la historia
Emilio Grandío Seoane
Universidade de Santiago de Compostela
Puede que no haya un elemento más decisivo en el mundo presente que la utilización de la información. Ni la política, ni la economía, ni la sociedad… puede estar sin ella. Sin tramitarla. Sin gestionarla. En el mundo de hoy en día en el que la información es algo que obtenemos sin buscarlo de manera diaria, cotidiana, permanente… reconocer la trascendencia del hecho de que la percepción de la realidad es la realidad es algo obvio. Por ello, también la canalización, la gestión de cómo se conduce -y para qué- la información nos lleva a realizar nuevas preguntas, nuevos enfoques sobre ella.
Sobre ‘La España espiada’
Todos y todas los que hemos aportado nuestros trabajos e investigaciones más recientes para ‘La España espiada’ partimos de la pretensión de poner en común investigaciones de carácter más o menos local, más o menos aisladas… que al ponerlas en común nos dibujan perfiles mucho más complejos de todas estas redes y relaciones, así como de maneras de actuar semejantes…[1]
La trascendencia de la actividad de los servicios de inteligencia se ve aquí reforzada. Y todo ello es producto de un esfuerzo en colectivo. Trabajar de este modo nos lleva relatos más completos y complejos. En este esfuerzo, en esta metodología llevamos implicados desde hace unos años sumando cada vez más gente… Es evidente que se ofrecen renovadas perspectivas sobre esta temática. Una de las conclusiones planteadas resulta un nuevo enfoque, un punto de partida distinto, fuera de planteamientos maniqueos: la información es un mercado, sin bandos, sin reglas… un producto que se consigue y que se diferencia en cómo y para que se ejecuta. Si no se ejecuta no existe. Y si se percibe es porque cumple un fin o está amortizado en su esfuerzo. Un material que por naturaleza resulta no visible, opaco.
España fue durante la Segunda Guerra Mundial un escenario que en su devenir interno favorecía la continuidad del clima bélico de una guerra civil de tres años. Al régimen, a la dictadura militar, le interesaba sin duda mantener esta situación de alarma permanente, de miedo que demanda necesidades de seguridad, y por lo tanto de un mayor control.
En su consideración de Estado ‘no beligerante’ -fórmula escogida que también representa en gran medida la calculada ambigüedad de que hacía gala la dictadura- era un escenario privilegiado para todos los servicios de información de los países beligerantes. En la práctica algunos países resultaron sin duda más beneficiados unos que otros, dependiendo también de las etapas del conflicto La península ibérica se convirtió en ‘tramoya’ de las actividades de información de todos ellos. Todos se distribuyeron de norte a sur y de este a oeste en conexión con sus matrices internacionales o sus cuarteles generales, y de ellos dependieron incontables colaboradores.

Precisamente esta convivencia durante varios años en el territorio permitió mejorar, depurar, perfilar, aprender sobre sus propias experiencias. No debemos observar España como un escenario de conflicto, sino como un ‘campo de pruebas’ y experimentación privilegiada para la mejora de técnicas y metodología de estos servicios. Estos servicios mejoraron. Se equilibraron. Y desde luego, los españoles, ni antes ni desde luego después de la Segunda Guerra Mundial, estaban en un plano inferior a los demás. Pero esto sólo se puede conseguir quitándonos de una interpretación preconcebida, fruto sin duda de la construcción de la sociedad europea del bienestar basada en el relato antifascista, de construcción democrática frente al enemigo. Guerra sí. Conflicto claro. Pero los servicios de inteligencia deben de jugar en otro plano, mucho más poroso. Por propio aprovechamiento de su profesión.
Incluso debemos desterrar otros tópicos como esa visión unificadora que iguala a España y Portugal en sus acciones de estos años. Posiblemente esa interpretación del conflicto por los bandos relevantes en lucha, que consideraban a estos dos estados desde una perspectiva unitaria, en un enfoque bien determinado por la estrategia territorial de combate: los dos eran la ‘península ibérica’. Pero Salazar y Franco tuvieron actitudes distintas ante el rumbo de la guerra en su condición de ‘neutralidad’. Sólo aportar el dato de que mientras Francisco Franco afrontaba su momento más complicado en el poder en el verano de 1943, armas y tanques procedentes de los países aliados desembarcan en el puerto de Lisboa -con desfile incluido por las avenidas de la capital del Tajo-. No hablamos tampoco del acceso a las islas Azores para los aliados que implicó un cambio notable en la geoestrategia del control del Atlántico Norte. Así, sin duda, los servicios secretos de uno y otro país funcionaron de manera bien distinta.
Mucho y bueno se ha escrito sobre el papel de la dictadura militar española en el contexto de la Segunda Guerra Mundial[2]. Generalmente ha sido un tema enfocado desde una perspectiva que intentaba explicar hechos militares. Nuestros estudios parten de ellos, pero se distancian de este enfoque para poder observar realidades que de otra manera no se podrían contar. Nuevos enfoques tras esa ‘nueva historia’ de la guerra, la que, por cierto, es nueva porque las realidades presentes nos obligan a cambiar nuestras antiguas perspectivas, intentando dotarlas de mayor complejidad. Y es que consideramos que este trabajo de reunir de manera común las piezas de este puzle, permite llegar a conclusiones y dibujar perfiles no sobre lo que el régimen hace, sino sobre todo de lo que el régimen piensa. Casi podríamos decir que de lo de que hablamos en el libro no es de los servicios de inteligencia foráneos y su intervención en España -que también-, sino de los análisis e informes que se establecen sobre la dictadura que nos permiten apreciar rasgos del régimen militar que de otra manera serían poco visibles. Esto resulta especialmente relevante en un sistema como esta dictadura tan controlada en sus expresiones, tan matizada y calculada en su imagen, con tal capacidad de obtención de información que permite modular imágenes distintas siempre conservando bien presentes unos objetivos de permanencia en el poder. Son análisis realizados desde la realidad de aquellos momentos. Tan reales que incluso las propias invenciones -contrainformación, fake news, o como se quiera llamar…- forman parte de alternativas reales que por distintas circunstancias pudieron ejecutarse: pudieron ser reales… o no.
También la perspectiva del trabajo común de la ‘España espiada’ pretendía sumar de fuera hacia dentro en un sentido geográfico. Se buscó intencionadamente perspectivas que profundizaran en archivos poco visitados para responder a preguntas globales: de países exteriores o de documentación localizada en lugares menos concurridos. Para nada había una intención ‘periférica’ en el asunto. La profundización en estos archivos tenía una razón de ser evidente: habían sido hasta cierto punto relegados a una posición local, porque eran -y son- archivos de sus localidades o zonas de influencia, con difusión y trabajo cantonalizado. Era necesario ponerlos en común para observar la cantidad de relaciones, métodos y maneras que hemos activado en esta temática. Los historiadores siempre demandamos documentación, y también sabemos que hay mucha otra que permanece ahí, esperando quien le escriba… No es que no exista, y cuando se pone en común nos dibuja una realidad muchísimo más potente. Pirineos, líneas de costa, islas, zonas de paso y frontera, son espacios que por naturaleza, por falta de intensidad en el control social pasan muchas veces desapercibidas. Precisamente esta invisibilización – que resulta en gran medida ficticia- es fundamental para esta temática.

Desarrollo y objetivos del trabajo en grupo: RESHINT
Pero, ¿Qué es esto de investigar sobre la información? La información siempre fue algo valioso en el pasado para las guerras, para los conflictos civiles… Sus orígenes siempre se encontraban vinculados a necesidades militares. Pero sabemos que en la actualidad esto ya no es así: la globalización y los nuevos medios de información han permitido que en nuestros días estas tareas estén en el conjunto de la sociedad civil. Son servicios con una intención puramente pragmática. Hoy en día la información lo es todo. Si en años anteriores sabíamos donde estaban nuestros asideros de seguridad -familia, grupo, pensamientos de pertenencia colectiva, …- eso se ha perdido. Siempre se ha cumplido que la percepción de la realidad es la realidad. En este caso observamos la realidad de un mundo complejo que se expresa cada vez más de manera unívoca y sin crítica.
En esta obra producto del esfuerzo de mucha gente se nos presenta un relato que se posiciona de salida contra el planteamiento más tópico de los ‘espías’. Hay una gran contaminación del maniqueo relato de dos bandos en guerra, que nos impide desarrollar nuestro trabajo, ya que observamos conclusiones bien diferentes de esta narración. Siempre aparecen las mismas ideas y estructuras de análisis sobre este mundo: lugares referenciales que cambian todo de la noche a la mañana, personajes heroicos… ‘Se lleva a pensar erróneamente que siempre tiene que haber un arma humeante tras la actuación de los servicios de inteligencia’[3]. Por poner un ejemplo sencillo: aunque la IIWW acabe en 1945, los procesos de desnazificación comienzan en los meses iniciales de 1944… Hay una elocuente preparación para el futuro en estos servicios. Y es que la imagen de un mundo de buenos y malos es fácil de digerir, pero no es real. Es más compleja. Como la vida.
Pero la realidad es que en estos años hay una enorme diversidad y pluralidad de los servicios de información: diversidad entre los propios servicios de la dictadura española, o servicios particulares como los que tenía el propio Winston Churchill, o desarrollados a través de elementos que conformaban la construcción de determinadas imágenes personales como la que tenía Francisco Franco desde Marruecos…[4]. Todo estos son estructuras reales que tienen un fin y un objetivo no necesariamente comprobable en el momento en que se está investigando sobre esos papeles más o menos dispersos. Puede tardar tiempo en eclosionar… Y la puesta en común de este trabajo es la clave.

El cambio de percepción de lo ‘secreto’. De lo pasivo a lo ‘proactivo’
Comentábamos en líneas anteriores de que España se había convertido en un espacio privilegiado para estos servicios en el tablero mundial. Potencias como Francia, Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos impulsaron en estas tierras sus agencias de inteligencia. Tras la Segunda Guerra Mundial, el cambio en la capacidad potencial de los servicios de información para el rumbo de las sociedades fue enorme, y afectó sin duda ninguna al mundo tras 1945.
Los servicios de inteligencia habían multiplicado sus redes desde los Imperios de principios del siglo XX, luego en la Primera Guerra Mundial y posteriormente en la búsqueda de espacios de carácter más internacional en la época de entreguerras. Pero el gran boom fue la Segunda Guerra Mundial. La primera guerra entendida de manera absoluta, entre dos modelos de sociedad. Tras 1945 surge una nueva realidad bipolar y la nueva realidad del mundo global: consecuentemente también aparecen las nuevas funciones de la inteligencia con descubiertas nuevas capacidades de intervención sobre la realidad. Así de determinadas maneras de enfocar este esfuerzo de inteligencia casi totalmente defensivas se pasa a un modo proactivo, interviniendo cada vez con mayor intensidad en la sociedad. No para defender un determinado presente sino para cambiar ese presente y orientar el futuro.
Es desde el cambio de siglo XX al XXI cuando se cambia notoriamente la percepción de lo ‘secreto’, que impedía las investigaciones sobre estas temáticas. Es evidente que el entorno de globalización y democratización de la información afecta con el planteamiento de nuevas preguntas. Los accesos a la información cada vez son menos cerrados, los medios cambian su accesibilidad, pero también de manera paralela se percibe una progresiva pérdida de control de las instituciones sobre sus papeles, sobre la documentación generada.
La información es un mercado, un producto, y los servicios de inteligencia sólo pueden buscarlo en aquellos lugares en donde lo hay. Por lo tanto, la necesidad de trabajar en esos lugares rompe de salida esa concepción maniquea del relato tradicional que la sociedad tiene sobre ‘espías’ de un bando y de otro. No se puede comenzar a analizar este mundo sin ese cambio de enfoque. No queremos decir que aquellos que se debieran a un bando por determinados incentivos no existieran, pero desde luego si indicamos que visto de esta manera espías ‘dobles’ posiblemente fueran casi todos. No eran la excepción, sino la regla.
Asumimos muchas veces de manera natural e involuntaria la perspectiva de que hay algo de excepcionalidad en estos informes… La excesiva minuciosidad de muchos de ellos da la apariencia de algo excepcional, unido a la curiosidad de algo que se esconde bajo el dibujo de un cuño que escribe con su tinta ‘secret’. Toda esta información se va centralizando en una especie de ‘comunidad informativa’, que, en el fondo, es una enorme red de gran complejidad y autonomía[5]. Su exhaustividad no quiere decir que sirva únicamente para el fin propuesto. Puede servir para cualquier otro objetivo, de manera total o parcial. Es decir, lo importante y realmente decisivo no es la información en sí que observamos, sino la aplicación posterior de esta y que, en buena parte de los casos, no somos capaces de llegar a ella.

Acceso y visualización de los fondos de los servicios de inteligencia
Resulta muy curioso que cuando uno avanza en el análisis del aparato crítico sobre esta temática, a pesar de la distancia, e incluso sin un conocimiento mutuo de nuestros planteamientos, siempre aparezcan de manera coincidente idénticas palabras y conceptos para referirnos a nuestro material de trabajo: mercancía, producto, porosidad… Hay que considerar a los archivos no como lugares de recuperación del conocimiento, sino de una producción del mismo en la ‘exploración de sus coordenadas de inteligibilidad’. Son generalmente lugares donde ‘se oculta, revela y reproduce el poder estatal’[6]. Y es que esto enriquece las vías de investigación para complejizar el estudio del Estado y sus burocracias. Siempre partiendo de que un principio clave de la archivística es que la organización de los archivos debe respetar la lógica del ‘organismo productor’ en origen. Si se trata de fondos especializados en inteligencia, su orden procederá en gran medida de quién demanda esta información. Y tenían determinados objetivos…
Y es que en gran parte el éxito o el fracaso en el análisis sobre estos papeles está en la medida en que usuario y archivo se descubran en cierta lógica. Todos hemos entrado en archivos en los que, tras un primer impacto de la documentación encontrada, su uso reiterado nos lleva a ordenar mentalmente, a integrarse en los porqués de su ordenamiento. En este tema, la comparación con acceso y orden de determinados archivos exteriores arrojaría resultados sin duda sorprendentes[7].
Y si bien todos demandamos un mayor acceso a la documentación no necesariamente esto se traducirá en un cambio drástico en nuestras interpretaciones. A veces se puede generar demasiadas expectativas sobre la desclasificación. Y es que desclasificar por desclasificar, tampoco. Lo relevante es ‘lo que’ se desclasifica. Lo dicho: por naturaleza estas fuentes concretas tienen en su ADN de nacimiento un carácter opaco. Y es que puede seguir siéndolo tras el proceso de desclasificación. Por ejemplo, ¿nunca nadie se ha preguntado porque sólo aparecen listados? ¿De verdad debemos pensar en ocasiones que eran tan sencillos en como parece que lo trasmitían?

O por ejemplo la multiplicidad de planes a desarrollar, repetitivos, cansinos…: sabemos que no todos se realizan. No todos se ejecutan. No todos llegan a ser efectivos. A pesar de que su minuciosidad y esfuerzo en su elaboración. Pero están ahí, porque todos tienen que encontrarse preparados cuando se considere determinada capacidad de ejecución sobre ello. El camino debe verse cuanto antes.
Desde la intoxicación del presente debemos abordar también aquí un tema demasiadas veces enfocado de esta manera: la falsa atribución de una permanente ‘voluntarismo’ de los integrantes de estos servicios. Hay amateurs, voluntarios en estos servicios. Claro, como en todas las ocupaciones. Gente que por las circunstancias que tuvieran, realizan estas actividades de manera voluntaria con variados incentivos: ideológicos, económicos, sociales… No suelen ser los que más continuidad tienen. Pero más allá de este dibujo de los servicios, que es real, hay unas elites especializadas en esto que son profesionales. Por lo tanto, existen, claro que si, contactos entre los profesionales del ramo más allá de sus diferencias de orientación política. En los que nutren estos servicios en el Estado no hay esta consideración, no debe haberla para cumplir sus propósitos. Un caso como el de Vicente Santiago Hodgson[8] representa como pocos el filo de la navaja que representó para muchísimos militares profesionales en España el golpe militar de julio de 1936 y consecuentemente separarse de sus compañeros de trabajo… Estas relaciones previas permiten entender las capacidades y acciones de los servicios de inteligencia en los años cruciales de la dictadura tras la finalización de la Segunda Guerra Mundial.
Debemos enfocar nuestro análisis siempre desde la consideración de una gran capacitación de buena parte de estas personas. Pero que no está construida para que se difunda, sino que precisamente el buen profesional en esta materia se caracterizará por lo contrario: la obtención de buena información sin saber siquiera si ha pasado por donde la ha conseguido. Y es que… son profesionales.

Las lentes del historiador. Descifrando códigos.
Al margen de lo que aparezca o no, tiene que haber un determinado orden en el archivo de la documentación. Siempre hay unos determinados epígrafes que nos permiten buscar entre la ingente cantidad de materiales. El filtrado es evidente cuando uno busca de manera masiva documentación a lo largo de tiempo y observa determinadas rutinas, ciertos papeles en los que aparece citada de manera indirecta parte de la información… Es obvio que el Estado tiene que protegerse en sus intereses, pero lo que quiero expresar con esto es que la comunicación de los propios servicios de información está muy trabajada. Por comentarlo de manera sencilla: ha transitado o, mejor dicho, debería haber pasado por muchas manos, varias miradas que tamicen, que cotejen esta información.
A la mayoría de nosotros cuando comenzamos a vaciar estos fondos nos parece un material inédito. A nuestros ojos y los de la mayoría de la sociedad así nos resulta, pero no es así. Hay un trabajo previo notable antes de que, en el mejor de los casos, podamos apreciarlo. Se han trabajado estos documentos tanto para el presente en que lo vemos, como a lo largo de los años anteriores desde su original información. Y sabemos lógicamente que sólo se muestra en el informe lo que se puede. El interés posterior vendrá de la interpretación que el historiador haga del documento. Porque sabemos que después de todo este proceso de filtrado sobre esta materia algunos se conservan, incluso se repiten hasta la saciedad, pero otros no… Es sin duda una sutil manera de ganar el presente, estableciendo un relato determinado del pasado. En la responsabilidad social del análisis del historiador se encuentra la clave.
Y es que estos trabajos, estos informes, deben calibrarse desde una perspectiva de que nos encontramos ante una ‘corriente de fondo’ en la que se va percibiendo progresivamente una orientación, hacia donde se dirige. Por ejemplo, la salida de España de los participantes en la reunión de Munich de 1962 y su retorno. El Estado, la dictadura decide y aprueba esa salida, pero el trabajo realizado para llegar a ese momento es mucho, de tal calibre e intensidad que faculta todo un control de la información que permite aplicar a su vuelta notables intensidades de acciones punitivas del sistema contra la mayoría de ellos. Y es que el Estado para ‘dejar hacer’, debía tener la suficiente capacidad de información para aquello que se pretendía realizar. Represión e información se encuentran interrelacionados: a mayor capacidad de represión, mayor volumen de información se dispone. Y luego vendrá su destino, hacia qué objetivo se puede enfocar… pero eso ya es una segunda fase.

Y es precisamente en este grado de complejidad en donde se encuentra el estudio de estas temáticas su potencial riqueza… y atractivo. Porque su análisis nos dibuja un mundo mucho más práctico, menos teórico, con mucho menos relato y una mayor dosis de realidad. Cruda, pero real… Es un gran puzle en el que nada está seguro. El caso de la Red Sanmiguel que aparece en mi aportación particular a ‘La España espiada’ es muy elocuente del terreno pantanoso en el que nos encontramos. Una documentación amplísima vinculada a la que posiblemente fuera la mayor red de información británica durante la Segunda Guerra Mundial en España, depositada en el Tribunal Militar Intermedio de Ferrol y que, sólo se consigue encontrar su parte británica tras muchos años de búsqueda, sin que exista ni una sola referencia personal común. Y es que en aquel momento posiblemente no fuera muy recomendable observar esta relación real. Analizadas sin un conocimiento previo de contextos temporales y objetivos a cumplir ambas documentaciones de archivos distintos serían observadas como dos realidades sin conexión. Nunca se observaría porque el máximo responsable de la inteligencia británica en estos años en España se marcha precisamente en octubre de 1943 del país… incluso contra el parecer del primer ministro Winston Churchill, amigo del propio Alan Hillgarth.
Por lo tanto hay dos planos superpuestos en la investigación sobre la información y los servicios de inteligencia: por un lado, lo que se obtiene, los contenidos, de los cuales sale inmediatamente la pregunta de los porqué y para qué; y en segundo lugar, como lo recibimos: de qué manera nos llega a nosotros, hasta qué punto es posible una mayor crítica de las propias fuentes, o de preguntarnos sobre cuál es su específica finalidad, siempre partiendo de que esta casi nunca se define totalmente ya que, además, es variable según momento y contexto en que se utilice. Y aquí entramos en juego los historiadores. Nuestros filtros. El tamiz del historiador que tras el análisis de esos contenidos tan porosos buscan establecer un relato sobre el pasado de la manera más real posible. Siempre hay que tener en cuenta en el análisis de esta temática que los contextos son variables, y siempre, según la información que se tenga no sólo en aquel presente, sino en los dos: en aquel en el que se produce esa información… y en este en el que se analiza. El propósito de la creación de la Red RESHINT era precisamente a través de una metodología que potencie la reflexión en común sobrepasar esas primeras conclusiones de todos de encontrarnos ante un puzle sin solución. La verdad es que los resultados son asombrosos en muy poco tiempo, generando una ola de aceptación y de seguimiento.
Este mundo de los fondos documentales de los servicios de información debe observarse desde la consideración de unas estructuras y redes siempre más grandes de lo que conocemos, que utilizan a individuos para conseguir ese ‘mercado’ que es la información. Luego ni se debe saber que existe. Y después de cumplir su función, debe desaparecer. Los que abordamos estos temas sabemos que esto es sólo la punta de un iceberg del que somos conscientes que tiene que haber más, muchísimo más…

Notas
[1] Aportan su trabajo a esta obra los miembros de RESHINT siguientes: Marta García Cabrera, Emilio Grandío Seoane, Juan Carlos Jiménez de Aberasturi, Xavier Juncosa i Gurguí, David A. Messenger, Javier Rodríguez González, Carlos Píriz y Julio Ponce Alberca.
[2] Sólo por poner algunas obras: Javier Tusell, Franco, España y la II Guerra Mundial: entre el Eje y la neutralidad, Madrid, Temas de Hoy, 1995. Florentino Rodao, Franco y el imperio japonés: imágenes y propaganda en tiempos de guerra, Barcelona, Plaza & Janés, 2002. Enrique Moradiellos, Franco frente a Churchill. España y Gran Bretaña en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), Barcelona, Península, 2007. Joan Maria Thomàs, Roosevelt y Franco. De la guerra civil española a Pearl Harbor, Barcelona, Edhasa, 2007. Misael Arturo López Zapico, Las relaciones entre Estados Unidos y España durante la guerra civil y el primer franquismo (1936-1945), Gijón, Trea, 2008. Manuel Ros Agudo, La gran tentación. Franco, el Imperio colonial y los planes de intervención en la Segunda Guerra Mundial, Barcelona, Styria, 2008. Manuel Ros Agudo, Franco/Hitler 1940: de la Gran Tentación al Gran Engaño, Madrid, Arco Libros, 2009. Joan Maria Thomàs, La batalla del Wolframio. Estados Unidos y España: de Pearl Harbour a la Guerra Fría (1941-1947), Madrid, Cátedra, 2010. Ángel Viñas, Sobornos. De cómo Churchill y March compraron a los generales de Franco, Barcelona, Crítica, 2016.
[3] En DIAZ MATEY, Gustavo; (2011), ‘La importancia de las políticas de desclasificación en el desarrollo de los estudios de inteligencia’, en UNISCI Discussion Papers, Nº 26, (may 2011).
[4] Ver el trabajo de ZENOBI, Laura; (2011), La construcción del mito de Franco, Cátedra, Madrid.
[5] MUZZOPAPPA, Eva; (2016), ‘Lógicas burocráticas: rastros y trazas desde un archivo de inteligencia’, en Dilemas-Revista de Estudos de Conflito e Controle Social, vol. 9, núm. 2, mayo-agosto, 2016, p. 263.
[6] MUZZOPAPPA, Eva; Nazar, M. (2021), Introducción al dossier: ‘Los organismos de inteligencia en Argentina. Miradas desde los archivos a una burocracia secreta’, en Aletheia 11 (22),e083. En Memoria Académica. Disponible en: http://www.memoria.fahce.unlp.edu.ar/art_revistas/pr.12757/pr.12757.pdf
[7] Para esta temática ver VV.AA.; (2020), ‘Comparing national approaches to the study of Intelligence’, en International Studies Perspectives, 21, pp. 298-337.
[8] Citado en la obra de VIÑAS, Ángel; (2021), El gran error de la República. Entre el ruido de sables y la ineficacia del gobierno, Crítica, Madrid. Persona sobre la que insistiré en mayor medida sobre su papel como máximo responsable de los Servicios de Información del Gobierno de la República en el exilio entre 1946 y 1947 en ‘Los servicios de información del Gobierno Republicano en el exilio: objetivos, rupturas y continuidades’, AGUAYO, A./GRANDÍO, E.; Democracia vs. Dictadura. Sobre el origen de los servicios de información en España, Centro de Estudios Políticos y Constitucionales (en prensa).

Índice de la obra
Introducción, Emilio Grandío Seoane y Carlos Píriz
Capítulo primero. Los ojos de la dictadura: las agencias de inteligencia militar franquistas, de la Guerra Civil al Nuevo Orden mundial, Carlos Píriz
Prótasis: de la conspiración al ecuador
Epítasis: de la centralización al órdago
Apódosis: de la ocupación total a la readaptación final
Conclusiones
Capítulo 2. Redes de información extranjeras entre el interior y el norte peninsular, Javier Rodríguez González
El Abwehr en España: la Inspección del norte y el interior peninsular
Los proyectos de invasión y las redes de evacuación: el SOE entre León, Miranda de Ebro y Salamanca
El proceso de desnazificación en el norte de España
Capítulo 3. El espionaje aliado y la compañía nazi Sofindus, David A. Messenger
Capítulo 4. Estructura del contraespionaje francés en España, Xavier Juncosa i Gurguí
Aproximación al contexto hispano-francés del período
Organización del contraespionaje francés en Francia y en España
Conclusiones
Capítulo 5. El paso de la frontera vasca: redes aliadas y guías locales, Juan Carlos Jiménez de Aberasturi
Rufino Jauregui
El comienzo
El encuentro con los hermanos Amestoy, 1942
La red Buckmaster
Los hermanos Amestoy
Las redes Shelburn y Alsace
Yvonne Deplanche
Gilbert Thibault
Rufino y los hermanos Amestoy en la red Alsace
La red Alsace llega a su fin: 1944
La Gestapo tras la pista de Rufino
Detención de Jean-Baptiste Amestoy
La lucha final: verano de 1944
Atentado contra el Garaje Hispano Suiza
Gaston Pialloux y Compañía
Punto final
Capítulo 6. Galicia pudo ser Normandía: redes de información y trascendencia estratégica del noroeste peninsular, Emilio Grandío
Débiles y derrotados: construyendo las bases ante el futuro
El apoyo de Estados Unidos y la creación de un segundo frente en Europa
Incremento de la presión, ultimátum e invasión: «No hay nada más importante en esta fase presente de la guerra»
Hillgarth vs. Hoare: la creación de redes femeninas. Medidas de defensa. La dictadura se coloca ante el espejo
Cambio de estrategia: borrar el pasado inmediato. La salida de Alan Hillgarth y la caída de la red Sanmiguel
Capítulo 7. Espionaje en Gibraltar: de la Guerra Civil a la Segunda Guerra Mundial, Julio Ponce Alberca
República, Guerra Civil e información
Nacionales y republicanos en Gibraltar: un espionaje asimétrico
Los otros servicios de información en su propio beneficio
La defensa de Gibraltar: el Defence Security Office
Prepararse para una guerra en términos de información e inteligencia
Algunas conclusiones
Capítulo 8. Las redes de inteligencia en Canarias: información, espionaje y sabotaje en el Atlántico medio, Marta García Cabrera
El papel de Canarias en la Segunda Guerra Mundial (1939-1945): revalorización y estrategia en el escenario atlántico
Los servicios de inteligencia británicos y el escenario insular canario (1939-1945)
El funcionamiento de la inteligencia británica en Canarias
La compilación de información estratégica al servicio de Su Majestad
La Operación Warden (1941-1943): inteligencia y sabotaje en el Puerto de la Luz
La misión norteamericana en el archipiélago canario: diplomacia, petróleo y contrainteligencia
Organismos y agentes de la inteligencia norteamericana en Canarias
La información norteamericana sobre el archipiélago atlántico (1939-1946)
La inteligencia del Tercer Reich en las islas Canarias
Las redes alemanas de inteligencia en Canarias (1939-1945)
Conclusiones
Presentación de Grandío, E./Píriz, C. (eds.), La España espiada. Redes de inteligencia durante la Segunda Guerra Mundial, Cátedra, Madrid, 2025.
Portada: oficinas de la Eastern Telegraph Company (conocida como “el cable inglés”),. núcleo de los servicios británicos de inteligencia en Vigo. A la izquierda, Roderick Price Mann, que tras el final de la guerra sería condecorado con la Orden del Imperio Británico (foto: Fernando Merino)
Ilustraciones: Conversación sobre la historia e imágenes del libro
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