Luis Castro Berrojo

 

“España es de interés estratégico para la seguridad de Estados Unidos debido a su posición geográfica, que la convierte en una base potencial para operaciones en el área del Mediterráneo occidental, y de interés político por la actual resistencia del pueblo español a la penetración comunista”. Así empieza el largo informe de la CIA sobre España que vamos a comentar[1]. Para ser un documento interno, el comienzo no puede ser más contundente. Ni más performativo: respondiendo a ese interés estratégico, en septiembre de 1949 atracaron los primeros barcos norteamericanos en El Ferrol y su comandante, el almirante Richard L. Conolly, rindió visita a Franco en el Pazo de Meirás; en 1950 Truman, hasta entonces adverso a Franco, reconoce oficialmente a su gobierno y en julio de 1952 el almirante Forrest P. Sherman repite la visita al “Caudillo” para acordar las negociaciones previas a los pactos bilaterales de 1953.

Mientras tanto, menudean las visitas oficiales a España de congresistas y, con parsimonia,  —pues los inversores no se fían de su solvencia ni los políticos de la estabilidad del régimen—, EE.UU. ensaya la apertura comercial y otorga ayudas económicas a España. No es ajena a esta dinámica la actividad del lobby español en EE.UU., animado por el “inspector de embajadores” José Félix de Lequerica, con el director de la CIA, Roscoe Hillenkoetter y los senadores Arthur Vandenberg, James E. Murphy, Joseph McCarthy y  Patrick McCarran, que recibió una condecoración en la embajada “por su excepcional devoción a España”[2]. Todos ellos compartían la admiración hacia Franco, el antisemitismo y un fuerte anticomunismo, rasgo característico de una Guerra fría entonces incipiente[3]. Y todos ellos trataron de influir en la opinión pública, los congresistas opuestos a Franco y el propio presidente para que, como dice Ángel Viñas, “no se le apretaran demasiado las tuercas a Franco” y se viera la conveniencia de enviarle ayuda sin condicionamientos.

Reunión de la comisión de investigación del programa nacional de defensa (Truman Committee) en 1943. El segundo por la izquierda (a la derecha del entonces senador Truman) es Charles Patrick Clark, más tarde vinculado al embajador Lequerica y con  un papel fundamental en el lobby franquista de Washington (foto: Truman Library 58-442)

El informe de la CIA es muy completo, abarca la situación política y económica de España, la oposición al régimen, las relaciones exteriores, el ejército y “los probables desarrollos políticos futuros que afectarán a la seguridad de EE.UU.” (seis secciones en total), todo ello con abundante material estadístico y gráfico. Es el documento más extenso de los muchos que elabora la Agencia entre 1947 —momento de su creación— y 1950, y que hoy se hallan prácticamente desclasificados[4]. En conjunto, ofrecen una visión muy detallada y relativamente objetiva de la España de la época.

Tal acopio de información muestra el gran interés del gobierno de EE.UU. hacia España y, en el caso del informe que nos ocupa, viene a ser como el largo alegato de un abogado defensor que motiva exhaustivamente su juicio: es necesario acercarse a Franco y apuntalar su régimen económica, militar y políticamente en interés de la seguridad de EE.UU. y de la defensa común atlantista ante la supuesta amenaza de la URSS y del comunismo. La política de sanciones impulsada hasta entonces se ha revelado contraproducente: aparentemente solo sirve para fortalecer al régimen. Y es necesario tomar la iniciativa cuanto antes, pues la delicada situación económica de España, en términos de hambre, miseria y desigualdad generalizadas, unida al aislamiento exterior (salvo la Argentina de Perón), podría llevar a la desestabilización del régimen, lo cual daría más campo de acción al comunismo y descartaría otras opciones políticas más aceptables para EE.UU. La situación militar no es menos penosa: a pesar de disponer de más de 500.000 uniformados, a los que se pueden sumar casi 90.000 guardias civiles y policías nacionales (que se llevan, en conjunto casi la mitad del presupuesto estatal), el Ejército español, con escaso y obsoleto armamento, sería incapaz de resistir el ataque de otro «moderno y bien equipado» y de defender sus fronteras y sus costas.

En este sentido, otro informe de la CIA expresa el desiderátum de un futuro en el que el régimen de Franco ha sido eliminado y en el que “la representación comunista en el régimen que le suceda sea limitada o inexistente”, mientras que la URSS preferiría, según el mismo informe, “la permanencia de Franco y el aislamiento permanente de España respecto de cualquier fuente de ayuda exterior, hasta que las condiciones internas estén maduras para la revolución”[5]. Conviene retener ese concepto de un régimen sin comunistas en España, pues será la opción que mantendrá EE.UU. hasta la transición,  con valedores tan ilustres como Henry Kissinger, Fraga o Areilza. Una propuesta que también condicionará la dinámica de los grupos antifranquistas -en el exilio.

La iniciativa en el cambio de actitud de los países occidentales, se añade, debe partir de EE.UU. Aunque hubiera sido deseable un planteamiento conjunto con los países de Europa occidental, incluso añadiendo a España en el Plan de recuperación europea (Plan Marshall), la aversión de los gobiernos y de la opinión pública europea hacia el régimen de Franco lo hace inviable. Pero, por otro lado, la integración de Europa occidental se considera “incompleta e inadecuada sin España”, de modo que EE.UU. deberá articular un plan de ayuda económica y militar bilateral, como ya estaba haciendo en Grecia, Turquía y otros países fuera de Europa. Por lo demás, el régimen de Franco también prefiere la opción bilateral para no tener que depender del entendimiento con regímenes más o menos hostiles. En este caso se trataba de la ayuda económica, pero se mantendrá una actitud parecida cuando se aborde el acoplamiento de España en el esquema militar atlantista.

Primera página del mensaje del presidente Truman al Congreso el 12 de marzo de 1947 recomendando asistencia a los gobiernos de Grecia y Turquía, considerado como la primera formulación de la doctrina Truman (Wikimedia Commons)

Por lo demás, conviene recordar que por esos años el panorama internacional se venía tensionando progresivamente, de modo que las buenas relaciones de EE.UU. e Inglaterra con el antiguo aliado, la URSS, duraron muy poco y algunos líderes occidentales empezaron a decir que la guerra no había terminado, aunque ahora cambiaran los enemigos. Con preocupación se veía desde EEUU. e Inglaterra el incipiente proceso de descolonización, que afectaba gravemente a esta última, así como a Francia, Bélgica y Países Bajos; la primera guerra árabe-israelí, subsiguiente a la creación del estado hebreo en 1947; el control progresivo de Stalin sobre los países del Este (aunque fuera un aspecto negociado en Yalta) y la primera crisis de Berlín. Pero quizá lo más impactante debió de ser la “pérdida de China” y la Guerra de Corea, que obligaron por primera vez tras la II Guerra mundial a desplazar hombres y ayuda militar masiva al lejano Oriente[6]. Sin olvidar que la explosión de la primera bomba atómica de la URSS en 1949 revalidaba una proliferación nuclear iniciada en el momento en que EE.UU. malogró en NN.UU. la propuesta de negociaciones para impedirla.

Como los ideólogos de la Restauración veían la hidra de la Revolución francesa extenderse por toda Europa, ahora se temía la “amenaza roja” (red scare) en todo el mundo, incluso en Europa occidental. Hasta mayo de 1947 hubo ministros comunistas en Francia, Italia, Bélgica, Finlandia e Islandia y la influencia y popularidad de los PP.CC. era muy fuerte en los sindicatos, parte de la opinión pública y la intelectualidad. En esta situación uno de los primeros informes de la CIA, de 1947, señalaba que “el mayor peligro para la seguridad de Estados Unidos reside en la posibilidad de un derrumbamiento económico en Europa occidental y la consiguiente llegada al poder de elementos comunistas”[7]. De donde sale la formulación de la ayuda a gran escala para la reconstrucción de Europa, una idea articulada por secretario de Estado Marshall y de su asesor George F. Kennan.

En ese contexto, las estrellas del escenario mundial se iban alineando favorables hacia Franco. Pues ¿acaso no había sido él uno de los primeros en alertar del peligro comunista y en combatirlo a muerte en su propia casa y en las heladas estepas de Rusia? Así pues, la postura de la CIA hacia Franco no era sino síntoma de un estado de opinión que iba medrando entre muchos altos mandos militares, congresistas y asesores del gobierno norteamericano. En 1947 Kennan había dicho que la recién formulada “doctrina Truman” —de la que él mismo era principal autor intelectual, aunque luego mostró discrepancias con su aplicación— implicaba una nueva perspectiva más favorable hacia la España de Franco[8]. Pero antes que él, ya en 1945, el Pentágono y el Estado Mayor Conjunto habían señalado el interés estratégico de la Península y en ubicar al menos tres bases militares en España. Unos y otros siguieron presionando al Departamento de Estado y al presidente, que acabaron cediendo. “A mí Franco —le dijo Truman al almirante Sherman, Jefe de la VI Flota, a quien poco después envió a negociar con Franco— no me gusta y nunca me gustará, pero no permitiré que mis sentimientos personales invaliden las convicciones de ustedes, los militares”[9]. Un cambio de opinión semejante mostró Dean Acheson, secretario de Estado desde 1949. Y el encargado de EE.UU. en España, Paul T. Culbertson, que en principio aconsejaba a su gobierno “un esfuerzo por la cooperación, en vez de por el antagonismo” y “considerar la ayuda directa” a Franco, pero condicionada a la disposición a hacer reformas, luego debió aceptar que la ayuda se desligara de cualquier consideración política[10]. Y, como en la Restauración, también la iglesia bendecía esta deriva, en este caso por medio del cardenal Spellman y con la venia del Santo Padre Pío XII. Se recordaba que la victoria de Franco en la Guerra civil había sido, entre otras cosas, un valladar ante el avance general de la secularización y la apostasía.

Todos eran muy conscientes del carácter rígido y dictatorial del régimen y de las muy escasas ganas de Franco por hacer reformas que no fueran de fachada, como la creación de las Cortes, la definición de España como reino (sin rey) o las elecciones municipales según los cánones de la “democracia orgánica”. Como le dice Culbertson a Martín Artajo, ministro de Asuntos exteriores en 1947,: “… España [es un] estado policial, donde hay represión política y donde casi todo es considerado un crimen contra el Estado y, por tanto, sujeto a juicio en consejo de guerra, cosas que son incomprensibles para la opinión pública norteamericana…”[11]. Precisamente por eso habían sido los propios EE.UU. los que, pocos años antes, habían propuesto a la Asamblea General de la ONU la exclusión “del gobierno fascista del general Franco (…), impuesto por la fuerza al pueblo español con la ayuda del Eje”[12]. Oscar Lange, el representante de Polonia en NN.UU., denunciaba incluso que Franco amparaba a militares y científicos nazis, con los que supuestamente trataba de llevar adelante investigaciones atómicas[13].

Paul Trauger Culbertson Sr. (1897-1968), encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Madrid entre 1947 y 1950 (foto: es.findagrave.com)

Pero los intereses estratégicos de EE.UU., el anticomunismo visceral imperante y la dinámica expansiva del gran capital norteamericano pronto dejaron de lado el afán de propagación ecuménica de la democracia para colaborar o apoyar a “sons of a bitch” como los Somoza, Trujillo o Franco cuando ello les convenía[14]. Así que fueron los mismos EE.UU. los que promovieron en 1950 la resolución de la Asamblea general de la ONU que derogó la de 1946 que pedía la retirada de embajadores de España y su exclusión de todos los organismos de Naciones Unidas. La España de Franco poco a poco fue admitida en los organismos internacionales, aunque siguió excluida del proceso de integración europea.

. Y no por casualidad se firmaron con pocas semanas de diferencia el acuerdo bilateral España-EE.UU. y el nuevo concordato con el Vativano.

Los acuerdos bilaterales España-EE.UU. fueron una pieza más de un esquema político global encaminado a asegurar la hegemonía norteamericana mediante la “contención” (roll back) de la influencia de la URSS y de los partidos comunistas tanto en el plano internacional como en el interior de los países capitalistas y en lo que pronto se iba a llamar “Tercer Mundo”. Pues para los EE.UU., como para Franco, el campo semántico de “comunismo” va más allá de la URSS y de los partidos de ese nombre, englobando a los sindicatos de clase, los nacionalismos populares, como el de Lumumba en el Congo, Nasser en Egipto o Mosaddeq en Irán, así como cualquier otro movimiento político que pusiera en peligro los intereses de EE.UU. y de sus aliados.

En el plano militar, la política de contención debe relacionarse con la articulación de Tratados de defensa regionales (OTAN, CENTO, Pacto de Bagdad), tratados o acuerdos bilaterales[15] (Taiwán, Japón, Corea, Filipinas, España, etc.), y la proliferación de bases militares por todo el mundo. La funcionalidad del Mando aéreo estratégico (SAC), creado en 1947, con bombarderos dotados de armamento atómico, así como la de la poderosa flota de submarinos y portaaviones, pronto dotados también de propulsión y munición atómica, lo exigía. La doctrina Truman también tenía sus flancos económicos (como el Plan Marshall, germen del proceso de unificación europea, o el Plan de cuatro puntos, destinado a países de África, Asia o Latinoamérica); de espionaje y acciones encubiertas de la CIA, sin descartar asesinatos como los de Patricio Lumumba o Mohammad Mosaddeq (directiva presidencial NSC 10/2, inspirada también por Kennan); y de política cultural y propaganda encaminada a difundir los valores, ideas y gustos estéticos del llamado “mundo libre”, así como la utopía de los «átomos para la paz»[16].

El informe de la CIA que comentamos incluye dos notas que expresan la “discrepancia” del Departamento de Estado y de la Inteligencia del Ejército de Tierra respecto de las estimaciones de la Agencia. Si bien se comparte con ella la valoración estratégica de la Península y la conveniencia del acercamiento a Franco, no ven que la situación de su régimen sea tan vulnerable por el deterioro económico (“la situación económica de la nación será crítica en el invierno de 1948-1949”, afirma la CIA), ni por el creciente descontento popular ni por la acción de los grupos de oposición antifranquista. Estos, se dice, están divididos y Franco ha sabido manejar a los monárquicos borbónicos mediante su entrevista con Don Juan, que tácitamente descarta su acceso al trono y los planes reformistas planteados en el manifiesto de Estoril (y también de algunos generales monárquicos) ; los comunistas, tras el fracaso de la invasión del valle de Arán, se hallan muy debilitados por la represión, y el hambre y la miseria generalizadas, por sí mismas, no se ven como factores suficientes para provocar un levantamiento popular, al menos a corto plazo.

A pesar de todo, se detecta en todas estas valoraciones cierto grado de incertidumbre, suficiente como para aconsejar en todo caso esa ayuda directa a la España de Franco aun cuando el dictador no muestre intenciones de hacer reformas internas, que también perjudicarían a los grupos privilegiados que le apoyan, singularmente el ejército y la iglesia. Queda latente la idea de que el pueblo español, doce años después de comenzada la Guerra civil, sin ver perspectivas de mejora para su situación de penuria y opresión, podría llegar a un punto de malestar y desesperación que le hiciera apoyar iniciativas encaminadas a derrocar la dictadura. En esa coyuntura, la posible intervención de los comunistas, incluso con el apoyo de la URSS, tendría una oportunidad. Y eso era tabú para las élites dirigentes de EE.UU. y de sus países aliados[17].

Resumen[18]

España es de interés estratégico para la seguridad de Estados Unidos debido a su posición geográfica, que la convierte en una base potencial para operaciones en el área del Mediterráneo occidental, y políticamente por la actual resistencia del pueblo español a la penetración comunista. La situación en España afecta al desarrollo de la política estadounidense en Europa porque el gobierno totalitario y antidemocrático de Franco hace que España sea inaceptable para las demás naciones de Europa Occidental como participante en el programa de recuperación europeo y en la Unión Occidental. Los aspectos políticos del Protocolo de España con Argentina son de interés para la política de Estados Unidos en el hemisferio occidental y su doctrina de la hispanidad afecta los intereses de Estados Unidos en todas las naciones latinoamericanas y en la República Filipina.

En términos económicos, España es relativamente poco importante para Estados Unidos, excepto en la medida en que Estados Unidos pudiera tener que negar a sus enemigos materias primas estratégicas españolas. Normalmente, menos del dos por ciento de las exportaciones estadounidenses van a España, mientras que menos del uno por ciento de las importaciones estadounidenses provienen de ese país.

El poderío militar de España es escaso, aunque sus fuerzas armadas se mantienen en una dotación numérica de más de 500.000 efectivos y casi la mitad del presupuesto nacional se dedica a los estamentos militares y policiales. Estas fuerzas carecen de equipos modernos y su entrenamiento se ve limitado por la escasez de petróleo y gasolina. España no podría repeler el ataque de un ejército moderno y fuerte. Sus capacidades militares no pueden mejorar eficazmente sin armas, aviones y equipos de origen extranjero. El desarrollo económico nacional está retrasado y la capacidad de producción bélica es insuficiente para sostener a las fuerzas armadas, excepto en breves combates. Aunque existen importantes yacimientos de minerales estratégicos, estos no son suficientes como para satisfacer las demandas de la guerra. En caso de guerra, Franco probablemente se alinearía, si fuera el caso, con las potencias occidentales, tanto por conveniencia como por su genuino aborrecimiento de la expansión comunista. Sin embargo, en primer lugar trataría de permanecer neutral.

La producción agrícola e industrial española no ha recuperado el nivel alcanzado antes de la Guerra civil de 1936-39. La modernización y renovación de los equipos son muy necesarias en todos los ámbitos, pero la posición cambiaria de España es extremadamente débil.

Madrid, 1 de marzo de 1948: desfile de la Policía Armada con motivo de la fiesta de su patrón (foto: Efe)

Al final de la Segunda guerra mundial, a España se le negó la admisión en la ONU como antiguo colaborador del Eje. Desde diciembre de 1946, el Gobierno se encuentra ante desventajas específicas derivadas de una resolución de la Asamblea General de la ONU que, tras censurar a Franco por sus antiguos y estrechos vínculos con la Alemania nazi y por su régimen totalitario de derechas, excluía a España de la participación en organismos internacionales o dependientes de la ONU y recomendaba la retirada de Madrid de ministros y embajadores de los países miembros. Los cálculos del general Franco incluían la posibilidad de que el peligro de guerra entre la URSS y las democracias occidentales ensombreciera las razones de este aislamiento diplomático y económico internacional y condujera, si no a la plena normalización de sus relaciones internacionales, a la concesión de ayudas directas por parte de Estados Unidos en forma de créditos y bienes necesarios para rehabilitar la economía española y equipar a sus fuerzas armadas. Estados Unidos, sin embargo, no se ha desviado en el caso de España de su política general respecto a todas las naciones de Europa Occidental: es decir, la acción a través de acuerdos multilaterales y de la ONU. Debido a su oposición a Franco, las 16 naciones europeas afectadas han excluido a España del programa de recuperación europeo.

Todavía no está claro qué línea adoptará finalmente Franco para hacer frente a esta situación. Durante 1947 y el verano de 1948 optó por acercarse a Argentina en las relaciones exteriores, obteniendo de Perón en momentos cruciales dos grandes empréstitos para importaciones de alimentos, por lo que expresó su solidaridad con las propuestas de Perón de una «tercera posición internacional» al margen del bloque comunista o del «capitalista». En política interna, volvió a enfatizar las teorías falangistas de la autosuficiencia nacional bajo una estrecha regimentación económica y social y la negación de la libertad de prensa y política. Adoptó una actitud intransigente ante las sugerencias del Departamento de Estado de los Estados Unidos de que mejorara su posición internacional desfavorable mediante la liberalización de su régimen, haciéndolo más aceptable para la opinión pública de los Estados Unidos y de las naciones de Europa Occidental. Sin embargo, en vísperas de la Asamblea General de la ONU de 1948 en París (donde la cuestión española se ha incluido en el orden del día a petición de Polonia), cedió terreno al anunciar que se permitirían elecciones municipales y renovó esfuerzos para obtener un acercamiento al pretendiente español, Don Juan.

Aunque objetable para un gran número de españoles, el gobierno del general Franco ha sido capaz de permanecer en el poder durante nueve años después de obtener el dominio del país en la Guerra civil de 1936-39. Bajo este régimen, España es un «Estado autoritario, nacionalsindicalista» que, por razones de estrategia política, ha sido proclamado «reino». El legítimo pretendiente al trono está en el exilio y el Gobierno en la práctica es una dictadura bajo el General Franco, que por ley es Jefe de las Fuerzas Armadas y Jefe del Estado, sin límite en su mandato y con derecho a nombrar a su sucesor. El gobierno ejerce un control absoluto sobre la prensa y la propaganda, ha suprimido las libertades civiles y políticas y suprime por la fuerza toda oposición política, incluida la de los monárquicos. Ha regimentado la economía nacional hasta el punto de que casi asfixia a la empresa privada.

La mayoría de los españoles son amistosos con Estados Unidos y hostiles hacia la URSS. Como la oposición proletaria a Franco ha perdido su antigua esperanza de que las democracias intervinieran para derrocar al régimen, algunos sectores tienden a orientarse hacia el Partido Comunista de España. Las fuerzas liberales moderadas se han visto debilitadas por la represión y por su incapacidad para unirse. Si estos procesos continuaran, en última instancia, sólo los comunistas, ahora una minoría desacreditada, podrían estar preparados para actuar con disciplina y obtener ayuda externa en caso de que una emergencia debilitara al Gobierno.

Eva Perón, a la derecha de Franco, saluda a la multitud desde el balcón del Palacio de Oriente durante su visita a España en junio de 1947 (foto: EFE)

La estabilidad del actual Gobierno depende sobre todo del mantenimiento de una fuerza física y una capacidad para mantener en pie la tambaleante economía nacional. Franco no ha dado ninguna indicación de que vaya a renunciar voluntariamente a su autoridad y no hay una señal alguna de que el Ejército vaya a retirarle su apoyo. Sin embargo, la fiabilidad futura de este apoyo dependerá en gran medida de las tendencias económicas. En el mejor de los casos, en el futuro previsible, Franco tendrá que continuar con su costumbre de maniobrar para mantener el equilibrio entre los tres pilares de su poder, a saber: el Ejército, la jerarquía católica española y el «partido» unitario de tipo fascista conocido como Falange Española. Franco ha utilizado y coordinado hábilmente a estos grupos a pesar de sus antagonismos, pero su Gobierno no ha logrado la unidad nacional. Es fuerte porque mantiene a la población sometida y ha mantenido vivos los temores mutuos de represalias entre los españoles que tomaron bandos opuestos en la Guerra civil.

Un levantamiento popular contra Franco es poco probable. Una coalición de fuerzas centristas antifranquistas, que integre grupos monárquicos, socialistas y obreros, en el interior y fuera de España, está siendo buscada por los líderes del exilio con el fin de obtener una transición pacífica del antiliberalismo franquista a un régimen más moderado. Incluso si tal grupo demuestra una capacidad de acción unificada, tendrá éxito contra el poder atrincherado del régimen solo si obtiene el apoyo moral de las potencias occidentales o es capaz de capitalizar, posiblemente a través de la presión de los banqueros españoles, la debilidad financiera y la posición económica vulnerable del gobierno. En cualquier caso, sería necesario el respaldo de un fuerte grupo de generales del ejército español para inducir a Franco a ceder su poder.

Por lo tanto, la única amenaza seria para el régimen en el momento actual radica en la precaria situación económica. Parece dudoso que pueda darse una ayuda inmediata a través de Naciones Unidas o de canales similares. Se han denegado créditos solicitados a fuentes privadas en el extranjero, principalmente debido a la falta de confianza en la estabilidad a largo plazo del régimen y a sus restricciones a las inversiones extranjeras y a la libre empresa. Los acuerdos comerciales bilaterales concluidos durante 1947 y 1948, además de los beneficios indirectos del programa europeo de recuperación, han comenzado a proporcionar cierto alivio y probablemente continuarán haciéndolo el próximo año. Estos beneficios pueden evitar, al menos temporalmente, el peligro de un colapso económico.

Mientras se sienta capaz de mantener la situación económica bajo control, es poco probable que Franco haga concesiones importantes hacia la evolución democrática y puede haber una prolongación del sistema totalitario español bajo su mando. Como perspectiva a largo plazo, ello probablemente conduciría a una explosión violenta de fuerzas populares, en la que los comunistas disfrutarían al menos de una ventaja inicial. La perspectiva a corto plazo, sin embargo, es que la situación económica de la nación será crítica durante el otoño y el invierno de 1948-49; si no se produce ningún acontecimiento llamativo que invierta esta perspectiva, Franco continuará bajo presiones internas y externas que pueden obligarle a hacer cambios básicos de política, alterando radicalmente el carácter de su régimen, o a abandonar el poder. Su capacidad para resistir estas presiones se verá mermada si se produce un marcado contraste entre el ritmo de rehabilitación económica de España en el marco de los acuerdos bilaterales y el ritmo de recuperación de los demás países de Europa occidental en el marco de los acuerdos internacionales. Por otra parte, si decide a hacer cambios de política y a reformar el Gobierno para satisfacer estas presiones, tendrá que correr el riesgo de una fuerte oposición y de un posible derrocamiento a manos de las fuerzas cuyos intereses creados se verían amenazados por el cambio.

Guerrilleros evacuados de Asturias en 1948 posan en Francia con Indalecio Prieto (foto: SBHAC)
Discrepancia de la Oficina de Investigación de Inteligencia. Departamento de Estado.

El organismo de Inteligencia del Departamento de Estado no puede estar de acuerdo con el informe en cuestión, particularmente en lo que respecta a las secciones I y II que analizan la situación económica general en España y la posición del régimen franquista. En nuestra opinión, las perspectivas económicas en España no son tan desfavorables como se da a entender en el informe y que no cabe esperar ningún cambio político en un futuro próximo. En la actualidad existe una clara tendencia hacia la mejora de la posición internacional de España, lo que bien puede fortalecer al régimen franquista tanto económica como políticamente. Por una parte, el aumento del número de acuerdos comerciales bilaterales con países de Europa Occidental y América Latina, junto con las ayudas indirectas derivadas de la asistencia de la ERP[19] a los países de Europa Occidental, deberían mejorar la posición económica de España; por otro, varios países latinoamericanos acreditan Jefes de misión en Madrid, lo que permitirá a Franco escapar, al menos en parte, a las cargas del aislamiento diplomático impuesto a España por la Asamblea General de la ONU. En vista de la creciente división Este-Oeste, Franco puede esperar recibir un apoyo cada vez mayor, directo o indirecto, de las potencias occidentales.

Discrepancia de la División de Inteligencia. Departamento del Ejército de Tierra

La División de inteligencia del Ejército de tierra disiente sustancialmente de las conclusiones expuestas en este documento en cuanto a los probables acontecimientos futuros en España que afectarán a la seguridad de los Estados Unidos. Estas conclusiones son que, si bien no es probable que se produzca ningún cambio en seis meses, la situación en España es, en última instancia, de peligro para los Estados Unidos debido a la posibilidad de que los comunistas dominen la zona. Se indica que tal dominación podría ser el resultado de (a) una revolución ayudada por la URSS, o (b) una agresión militar por parte de la URSS.

A.- En cuanto a la primera posibilidad, la revolución, el informe afirma que las clases trabajadoras insatisfechas son receptivas ante la propaganda comunista. Además, está implícito el supuesto de que no es posible una evolución hacia una forma de gobierno política y económicamente más satisfactoria dentro del régimen franquista y que no se puede esperar un alivio de las presiones impuestas interna y externamente. Esta división, por otra parte, cree que la revolución es improbable. Considera que el gobierno de Franco es uno de los más estables de Europa occidental y cree que los españoles son mucho menos susceptibles a la propaganda comunista que los de Francia o Italia. Esta división también cree que, dada su fuerza y estabilidad actuales, el régimen franquista puede comenzar a implementar ciertos planes de evolución interna largamente pensados que, a su vez, ayudarán a aliviar las presiones externas. Que la situación exterior no es estática lo demuestra la mejora de las relaciones españolas con muchos países durante el último año, y en particular con Francia, donde el sentimiento antifranquista ha tenido una gran fuerza. Que la situación interna no es estática lo demuestra el compromiso parcial entre Franco y Don Juan y el anuncio de las próximas elecciones municipales.

B.- En cuanto a la segunda posibilidad, la agresión militar directa por parte de las fuerzas soviéticas, se cree imposible a menos que la URSS domine primero la mayor parte de Europa Occidental, incluyendo Francia o Italia. Este conjunto de circunstancias no se menciona en el documento, lo que deja a uno con la impresión de que la agresión podría emprenderse desde las bases actuales en la URSS o en los países satélites, sin una guerra europea o mundial.

C.- La División de Inteligencia del del Ejército de tierra considera que el documento no pone de manifiesto los dos problemas más acuciantes que afectan a la seguridad de los Estados Unidos y que presenta la situación española. En primer lugar, la potencial importancia estratégica de España para los Estados Unidos en caso de guerra con la URSS hace extremadamente grave la actual frialdad de las relaciones entre España y los Estados Unidos. En segundo lugar, la importancia estratégica de Europa occidental para los Estados Unidos en su conjunto hace igualmente grave la actual frialdad de las principales naciones de Europa occidental hacia España. Estados Unidos ha demostrado que reconoce la importancia que tiene para su propia seguridad la integración de Europa Occidental en los planos económico, político y militar. Tal integración es incompleta e inadecuada sin España; sin embargo, España ha sido excluida de todos los movimientos en esta dirección. La División de inteligencia del Ejército de tierra es consciente de que el problema de la incorporación de España al grupo de naciones occidentales es difícil, pero no lo considera insoluble. Esta división cree que la evolución dentro de España no sólo es posible sino probable y considera que la evolución conducirá a mejores relaciones con las potencias occidentales, incluidos los Estados Unidos, con la posible inclusión final de España en el sistema de defensa occidental. Sin embargo, si los esfuerzos por lograr una cierta unión de las naciones de Europa Occidental fracasaran o resultaran tan insuficientes que no merecieran más estímulo o apoyo de los Estados Unidos, el valor estratégico de España para los Estados Unidos justificaría mayores esfuerzos por su parte para establecer una cordialidad plena en las relaciones entre los dos países.

(Traducción: Luis Castro)

Juan Sebastián de Erice, jefe de la delegación española y Jose María de Areilza, el embajador de España ante los EEUU ocupan el escaño como miembros permanentes en la ONU (foto: EFE)
Notas

[1] Informe secreto de 100 páginas fechado el 15 de noviembre de 1948 y titulado simplemente “SPAIN”. Aquí reproducimos el “sumario”, pp. i-viii que corresponde a la Sección I (Situación Política). En https://www.cia.gov/readingroom/docs/CIA-RDP78-01617A001500020001-2.pdf AQUÍ  . Gregorio Santiago Díaz, “Vivimos sobre un volcán”. ¿Pudo derrocar el hambre a Franco? (1948-1951)”, en Historia Actual on line, 63, 2024.

[2] Ángel Viñas, En las garras del águila. Los pactos con Estados Unidos, de Francisco Franco a Felipe González (1945-1995), Barcelona, Crítica, 2003, pp. 57-61; Paul Preston, Franco, Caudillo de España, Debate, Barcelona, 2015, pp. 636-639 y 646-647.

[3] Se recordará que Lequerica había sido embajador de Franco en la Francia de Vichy, donde colaboró con la Gestapo y destacó por su dura persecución de los exiliados republicanos españoles.

[4] En total hay unos quince, pero es difícil precisarlo pues no están ordenados cronológicamente.

[5] “Probable Soviet & Soviet-inspired reactions to the SWNCC Recommendations of US Aids to Spain”, 18 de agosto de 1947. AQUÍ (https://www.cia.gov/readingroom/docs/CIA-RDP78-01617A003000010003-4.pdf .).

[6] Nicolás Sesma, Ni una, ni grande, ni libre. La dictadura de Franco. Ed. Crítica, Barcelona, 2024, p. 284.

[7] Tony Judt, Postguerra. Una historia de Europa desde 1945, Taurus, Madrid, 2013, p. 151.

[8] Walter LaFeber, America, Russia and the Cold War, 1945-1996, McGraw Hill, 1999, p. 127.

[9] Paul Preston, Op. cit., p. 669.

[10] “Nota del encargado de España al Secretario de Estado de 30 de diciembre de 1947.  En Fernando Díaz Plaja, La España Franquista en sus documentos, Barcelona, Plaza Janés, 1976, pp. 232-235.

[11] “The Chargé in Spain (Culbertson) to the Secretary of State”. En https://history.state.gov/historicaldocuments/.

[12] Díaz Plaja, 1976, p. 196.

[13] Ambas cosas eran ciertas, pero no en los términos expresados por Lange, pues no se trataba de fabricar bombas atómicas (en ese momento).

[14] La frase se atribuye a F.D. Roosevelt por referencia al dictador nicaragüense Somoza. “He may be a son of a bitch, but he’s our son of a bitch”. No está clara la atribución, pero sí su pertinencia expresiva en los ejemplos mencionados.

[15] Los tratados implicaban un compromiso de defensa mutua en caso de ataque de un tercer país. España, aunque logró en 1976 que se denominara “tratado” a su relación con EE.UU. no tuvo nunca ese compromiso.

[16] Ver Frances Stonor Saunders, La CIA y la Guerra fría cultural, Debate, Madrid, 2001.

[17] Gregorio Santiago Díaz, “Vivimos sobre un volcán”. ¿Pudo derrocar el hambre a Franco? (1948-1951)”, en Historia Actual on line, 63, 2024.

[18]  La información contenida en este informe corresponde a septiembre de 1948.

Este informe cuenta con la anuencia de los organismos de inteligencia de la Armada y la Fuerza Aérea. Las discrepancias de la Oficina de Investigación de Inteligencia del Departamento de Estado y de la División de Inteligencia del Departamento del Ejército aparecen inmediatamente después del resumen.

[19] European Recovery Program, Programa de recuperación europea, más conocido como “Plan Marshall” (n. del t.)

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: fotografía aérea del centro de Madrid tomada desde un avión de la USAF en 1956 (los vuelos fotográficos realizados desde 1945-1946, también conocidos como «vuelos americanos»)(foto publicada en el blog nacional3rutahistorica.blogspot.com)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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