Marcus Rediker

 

El difunto David Graeber, anarquista, activista y antropólogo, fue un narrador magistral. A lo largo de toda su carrera, se dedicó a investigar cuestiones relacionadas con el poder, la libertad y la justicia social, generalmente a lo largo de un dilatado periodo de tiempo, e insertó su análisis en anécdotas ricas y evocadoras. In Debt: The First 5,000 Years [En Deuda: Una historia alternativa de la economía, Ariel, Barcelona, 2020], daba cuenta del «comunismo cotidiano» que constituye la base de la sociedad humana y las formas en que llegaron a superponerse a ésta diversos tipos de deuda como palanca de poder e injusticia. En The Dawn of Everything, [El amanecer de todo, Ariel, Barcelona, 2021], escrito en colaboración con David Wengrow, propuso nada menos que un origen y una historia alternativas para la civilización humana. Todo lo que escribía Graeber era simultáneamente una genealogía del presente y un relato de cómo podría ser una sociedad justa.

Graeber llevaba además sus ideas a la práctica. Participó activamente en las protestas antiglobalización y en acciones directas en la década de 1990 y principios de la de 2000, y se convirtió en un destacado activista y teórico del movimiento Occupy en 2011. Ayudó a acuñar la frase «Somos el 99 por ciento» y enfocaba a menudo su activismo de forma muy parecida a su trabajo en la antropología: tratando de relatar una historia de humanidad, de agencia y resistencia, de democracias radicales y de búsqueda de la emancipación.

Pirate Enlightenment, [Ilustración Pirata] un nuevo libro, póstumo, en el que Graeber había estado trabajando antes de su muerte en 2020, entreteje muchos de estos temas en una gran historia. Pero a diferencia de su activismo trotamundos y su antropología del pasado, lo hace aquí situando estos temas en un lugar específico, Madagascar, y en un lapso de tiempo mucho más corto, aproximadamente entre 1690 y 1750. Sin embargo, hasta dentro de estos límites Pirate Enlightenment resulta un relato exuberante sobre «magia, mentiras, batallas navales, princesas robadas, revueltas de esclavos, caza de hombres, reinos ficticios y embajadores fraudulentos, espías, ladrones de joyas, envenenadores, adoración del diablo y obsesión sexual», tal como escribe en el prefacio del libro, todo ello envuelto en un rico relato marinero sobre los piratas y «los orígenes de la libertad moderna». Es un libro sobre la toma de decisiones democrática y las formas de libertad que se crean desde abajo. También nos pide que pensemos de nuevo la idea de «Ilustración» y los orígenes de la democracia. En lugar de mirar a Europa, Graeber sitúa ambas en una isla de la costa de África Oriental.

Mapa de Madagascar en el s. XVIII obra de Jacques-Nicolas Bellin (foto: Getty/The Nation)

Que la historia de la piratería atraiga a alguien del talento de Graeber resulta extraordinario. Cuando yo empecé a trabajar sobre marineros y piratas en los años 70, era un empeño solitario. Apenas se habían realizado trabajos académicos serios sobre los marineros de altura -a quienes la mayoría de los historiadores de la época ni siquiera consideraban parte de la historia del trabajo- ni sobre los piratas, que atraían a muchos historiadores aficionados (algunos de ellos bastante buenos), pero a pocos estudiosos bien formados.

El auge de la «historia desde abajo» cambió todo esto. Los movimientos de los años 60 y 70 -las luchas por los derechos civiles, el Black Power, la guerra de Vietnam y los derechos de la mujer- exigían nuevas historias que se centraran no sólo en los estados y los políticos, sino en los actores políticos cotidianos. Estas historias acabaron democratizando la forma en que se ha escrito mucha Historia desde entonces. Influidos por obras como The Making of the English Working Class [La formción de la clase obrera en Inglaterra, Capitán Swing, Madrid, 2012], de E.P. Thompson, y The Black Jacobins, [Los jacobinos negros, Katakrak, Pamplona, 2022] de C.L.R. James, una nueva cohorte de historiadores estudió la «agencia» y la «autoactividad» de una clase trabajadora concebida en sentido amplio. Todos, desde los obreros industriales hasta los indígenas, pasando por los esclavizados, podían hacer también historia.

La piratería, por supuesto, constituía sólo una pequeña parte de estas nuevas historias, pero a medida que los historiadores de abajo empezaron a dirigir su atención hacia una variedad mayor de personas, comenzaron también a centrarse en una extensión geográfica mucho más amplia, a ir más allá de las fronteras de un solo Estado y a cruzar los océanos del mundo. La perspectiva atlántica y la mundial empezaron a substituir a los relatos nacionales -y nacionalistas-. Los estudios sobre los trabajadores marítimos, que solían ser marginales en las historias nacionales, empezaron a desempeñar un papel fundamental en la comprensión del pasado. The Common Wind: Afro-American Currents in the Age of the Haitian Revolution, de Julius Scott, fue sólo un ejemplo de este giro, al replantear la Revolución Haitiana en un contexto más amplio de luchas marítimas atlánticas. Al igual que The Common WindPirate Enlightenment de Graeber es una historia desde abajo, que mira más allá de las fronteras tradicionales del Estado nacional. El libro es un ensayo, lo que significa, literalmente, un primer intento de comprensión. No es ni mucho menos definitivo, como señala el propio Graeber. Sin embargo, el libro también presenta inusuales puntos fuertes: no sólo se basa en la elegante habilidad de Graeber para contar historias y en su agudo ojo para el detalle, sino también en su extenso trabajo de campo realizado en Madagascar entre 1989 y 1991.

Un pirata con su esposa malgache, ilustración del libro The Pirates Own Book, de Charles Ellms (1837)(Wikimedia Commons)

En el centro de Pirate Enlightenment está la historia de una «Libertalia real». La propia Libertalia era un asentamiento mítico que, según se dice, construyeron los piratas en Madagascar como experimento democrático radical para vivir libremente en medio de las brutalidades del naciente capitalismo. Graeber no sugiere que existiera este asentamiento concreto, sino que se interesa por una comunidad real e igualmente subversiva que, aunque nunca se llamó Libertalia, prosperó entre la tribu de los betsimisaraka entre 1720 y aproximadamente 1750, y que se basaba en principios de los piratas.

Según cuenta Graeber, la historia de esta Libertalia de la vida real comenzó en 1691, cuando unos piratas se asentaron en Sainte-Marie, se casaron con mujeres malgaches y se dedicaron al comercio de esclavos, dirigiendo gran parte de su tráfico humano a la colonia de Nueva York. Los jefes de los linajes locales atacaron y erradicaron el asentamiento en 1697. Después, Nathaniel North y su tripulación pirata construyeron un nuevo asentamiento en Ambonavola en 1698, basado en las prácticas democráticas e igualitarias de los barcos piratas. También ellos tomaron esposas malgaches, y formaron alianzas que durarían hasta la muerte de North en 1712. Las mujeres malgaches utilizaron el botín pirata para establecerse como comerciantes y conseguir mayor autonomía. Graeber considera que estas mujeres dieron un golpe de Estado contra las restricciones patriarcales de su cultura.

El héroe de la historia de Graeber es un joven carismático llamado Ratsimilaho, hijo de un marino convertido en pirata y de una malgache que representaba una figura destacada entre los betsimisaraka. Entre 1712 y 1720, Ratsimilaho lideró a los betsimisaraka en una serie de guerras contra un jefe rival, Ramangano, y los tsikoa, un clan del sur que se hizo con el control de varias ciudades portuarias de la costa noreste de la isla para comerciar con los europeos. Ratsimilaho se asemejaba a los capitanes piratas que proyectaban un gran poder y utilizaban la violencia contra sus rivales políticos, al tiempo que dirigían a su propia comunidad mediante deliberaciones colectivas y democráticas. Utilizaba el “kabary”, una institución de discusión y debate, del mismo modo que los piratas utilizaban la asamblea común para gobernar sus barcos. También empleó medios de guerra piratas, entre ellos el uso de mosquetes. Ratsimilaho no tardó en derrotar a los tsikoa, a los que llamó «betanimena» -los cubiertos de barro rojo- cuando se retiraron derrotados.

Supuesto retrato de Ratsimilaho (de la página de facebook Histoire de Madagascar)

La victoria de Ratsimilaho sobre Ramangano en 1720 consolidó lo que se convirtió en la Confederación Betsimisaraka, la cual, durante los 30 años siguientes, llevaría a cabo lo que Graeber llama un «experimento de proto-Ilustración». Apoyándose en las prácticas piratas de igualdad y antipatía por la autoridad concentrada y arbitraria, Ratsimilaho y los betsimisaraka crearon y mantuvieron un «simulacro de reino» descentralizado, no jerárquico y participativo que se opuso al comercio de esclavos, estableció prácticas igualitarias y experimentó décadas de prosperidad.

A diferencia de la mayoría de los críticos de Pirate Enlightenment, he leído la mayoría de las fuentes primarias de Graeber. Estamos de acuerdo en cuestiones fundamentales: en primer lugar, que la propia Libertalia fue una ficción, una invención literaria. Esto no es algo controvertido. En segundo lugar, estamos de acuerdo en que las prácticas sociales reales y empíricamente probadas de los piratas inspiraron y dieron forma a la historia de Libertalia. Las ideas plasmadas en Libertalia eran concepciones reales y vivas. No eran algo utópico, es decir, «sin lugar»; contaban con un lugar y, como muestra hábilmente Graeber, contaban también con una historia.

En puntos menores podríamos discrepar: ¿fue Daniel Defoe «Charles Johnson», el autor de General History of the Pyrates [Historia general de los piratas, Valdemar, 2017] y su sección sobre Libertalia? Graeber sugiere que probablemente sí, pero yo no lo creo: el libro de Johnson contenía conocimientos marítimos más detallados de los que podría haber poseído o incluso comprendido Defoe. La sección sobre Libertalia fue probablemente obra de un equipo de escritores de Grub Street [calle de Londres conocida por sus editores, publicistas y periodistas] que tenían vínculos con piratas reales a los que entrevistaron para el libro, así como acceso a manuscritos inéditos difundidos en círculos oficiales. Sin embargo, nada de esto socava el argumento más general de Graeber: que entre 1720 y 1750 surgió en Madagascar una sociedad democrática radical como una cabeza de hidra.

Familia betsimisakara hacia 1900 (imagen: fortunapost.com)

Sin embargo, Pirate Enlightenment tiene otras limitaciones. Gran parte de la historia tratada por Graeber no sólo es desconocida sino incognoscible, como él mismo libremente reconoce. Además, dudo que hubiera tantos piratas en Madagascar como afirma él; «varios miles» me parece completamente imposible. Dudo incluso que fueran «varios centenares», ya que sólo surcaban los mares unos 5.000 piratas en cualquier parte del periodo que estudia Graeber. Estas cifras tienen su importancia, porque el argumento sobre la repercusión de los piratas en las culturas del noreste de Madagascar depende hasta cierto punto de una cierta densidad en su presencia física: cuanto menor haya sido el número de antiguos piratas, menos probable y menos duradera habrá sido su influencia. Cabe añadir que los piratas que se asentaron en Madagascar no eran más que una pequeña minoría del total de la población pirata entre 1650 y 1730, la llamada «edad de oro», y que los piratas del Atlántico estaban mucho menos implicados en el tráfico de esclavos que los que tenían su base en el océano Índico.

También es importante recordar que la «cultura pirata» (la forma de dirigir un barco) era en sí misma un fenómeno dinámico que cambiaba con el tiempo. Formaron la «edad de oro» tres generaciones distintas de piratas. Sus culturas eran continuistas, pero en modo alguno idénticas. A medida que los bucaneros de las décadas de 1660 y 1670 dieron paso a los piratas de la década de 1690, a los que siguieron los de las décadas de 1710 y 1720, la cultura pirata se hizo más igualitaria y democrática con el tiempo, conforme las élites abandonaban el negocio del robo por mar y los marineros comunes adquirían un mayor control sobre el funcionamiento de los barcos piratas. Fue crucial que los piratas que se asentaron en Madagascar durante la década de 1690 (por muchos que fueran) lo hicieran en una época en la que los grandes mercaderes y traficantes de esclavos aún tenían mucho poder sobre sus acciones.

La práctica de la esclavitud entre los betsimisaraka es una cuestión que atraviesa la narración de Graeber, pero que nunca se aborda en su totalidad. Graeber sostiene que parte del éxito del proyecto de Ratsimilaho consistió en desconectar a su región y a su pueblo del comercio de esclavos cada vez más agresivo en los océanos Atlántico e Índico. Pero Graeber desvela pruebas de que Ratsimilaho y sus compañeros guerreros poseían esclavos, lo que, de ser cierto, haría que su «experimento» fuera menos democrático de lo que afirma Graeber, y que no estuviera al margen de los sistemas esclavistas que surcaban los océanos Atlántico e Índico.

El mito de Libertalia (Libertatia en inglés y Libertania en francés) en una ilustración de una colección francesa de cromos (New York Public Library/https://smallstatebighistory.com/)

A pesar de estas reservas, considero que Pirate Enlightenment es uno de los libros más creativos que se hayan publicado sobre la historia de la piratería. La razón principal es que Graeber ofrece nuevas ideas y nuevos puntos de vista sobre la historia de estos forajidos marítimos. La mayoría de los libros sobre piratas no aportan ideas nuevas, y los hay que no las aportan en absoluto, sólo resultados de investigación, que son útiles pero limitados. Lo que Graeber ofrece de nuevo es un análisis de cómo funcionó el proceso de cambio de la cultura pirata entre los betsimisaraka: cómo los pueblos del noreste de Madagascar eran agentes conscientes de la historia que tomaban decisiones de inclusión y transformación dentro de la matriz de sus propios valores y su propia cultura. Uno de los puntos fuertes del libro de Graeber es su análisis de la estructura y la cultura de la sociedad betsimisaraka y su evolución a lo largo del tiempo. Aun cuando carece de fuentes sobre personas, acontecimientos y épocas concretas, me resulta convincente Graeber. Llevó a cabo su trabajo de campo, tenía un conocimiento práctico de la lengua malgache, contaba con antiguos compromisos intelectuales y culturales en Madagascar. Combina con éxito dos tipos de Historia desde abajo: la marítima y la indígena. Se trata de una combinación poco habitual, pero con todas las de ganar. Trata a la gente corriente, especialmente a las mujeres, como pensadores, creadores y artífices de la Historia. Su teoría y sus métodos son tan democráticos e igualitarios como la cultura que trata de esclarecer.

Me apresuro a añadir que no soy especialista en la historia de Madagascar y que la influencia del libro de Graeber dependerá en gran medida de lo que tengan que decir al respecto los estudiosos de los betsimisaraka. Graeber ha ofrecido una interpretación que trata de dar el mayor sentido posible a las pruebas disponibles sobre los piratas y los betsimisaraka a lo largo de mucho tiempo. Puede que se equivoque en algunos detalles, pero sospecho que su interpretación general será difícil de refutar.

Al igual que sus historias de la deuda y del amanecer de «todo», Pirate Enlightenment de Graeber nos incita a pensar. Al mismo tiempo, algunas de las ideas de Graeber no son tan nuevas como él afirma, mientras que otras son más grandes de lo que él deja que sean. Afirmar, como afirma él, que el igualitarismo de los piratas no era un ideal «occidental» no es una idea nueva. Hace más de 20 años, Peter Linebaugh y yo argumentamos en nuestro libro The Many-Headed Hydra [La hidra de la revolución. Marineros, esclavos y comuneros en la historia oculta del Atlántico, Traficantes de sueños, Madrid, 2022], que esos principios de organización social y política los creó, preservó y recreó un proletariado multirracial atlántico en una larga serie de luchas, desde 1600 aproximadamente hasta la década de 1830. A lo largo del siglo XVIII, una tradición de radicalismo marítimo ofreció constantemente nuevas posibilidades políticas: entre los piratas de las décadas de 1710 y 1720, en las rebeliones de las ciudades portuarias de la década de 1730, en la Revolución Americana de las décadas de 1760 y 1770, y en los masivos motines navales de todo el Atlántico de la década de 1790. Graeber no indaga en los orígenes de la cultura pirata, aunque sí señala que los filibusteros ofrecían «una visión profundamente proletaria de la liberación».

Reseña del libro de David Graeber Ilustración pirata. Bucaneros, alegres leyendas y democracia radical (Barcelona, Ariel, 2024), traducción de Joan Andreano Weyland, acceso a las primeras páginas.

Índice de la obra

Parte I
Piratas y falsos reyes del noreste malgache
Parte II
El advenimiento de los piratas desde el punto de vista
de los malgaches
Parte III
La Ilustración de los piratas
Conclusiones
Apéndice: Línea temporal de los piratas y la Ilustración

Fuente: The Nation, 21 de marzo de 2023

Traducción: Sin permiso 26 de agosto de 2023

Portada: el pirata galés Bartholomew Roberts, versión coloreada de una ilustración de la primera edición del libro de Charles Johnson A General History of the Robberies and Murders of the most notorious Pyrates (1724)(fuente de la imagen: https://www.urlaub-auf-madagaskar.com/)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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