Enric Juliana
La imagen que da la bienvenida en casa de Ramón Tamames es un retrato del Sindicato del Crimen
El candidato a la presidencia del Gobierno que defenderá este martes la segunda moción de censura de Vox a Pedro Sánchez, vive en un ático del barrio madrileño de Chamartín muy próximo al estadio Santiago Bernabéu. Cuando el ascensor llega al séptimo piso, ahí está, en el rellano, una reproducción de La tertulia de Antonio Herrero, obra del pintor Álvaro Toledo, con fecha 1996. En el ángulo inferior izquierdo del cuadro (desde la visión del espectador), aparece Tamames, muy serio, profesoral, con gafas del Plan de Estabilización.
Ese lienzo nos habla de una época. Un grupo de directores de periódico, periodistas radiofónicos y opinadores profesionales, con buenos contactos en la magistratura, la Policía, la Guardia Civil y los servicios secretos, sincronizaron durante algunos años sus líneas editoriales, logrando poner en jaque a Felipe González, al que acusaban de cesarista y autoritario. La democracia menguaba en España, decían.
Acompañan a Tamames, Pedro J. Ramírez, entonces director de El Mundo, José Luis Gutiérrez (de pie), director de Diario 16, el sindicalista canario Justo Fernández (de pie, hablando por teléfono), que ya se había enfrentado a González en el congreso socialista de Suresnes en 1974; el periodista Manuel Martín Ferrand (sentado con auriculares), líder intelectual del grupo; Luis María Anson, entonces director del diario ABC. Preside la escena, con aura, Antonio Herrero, brillante piloto de la tertulia matinal de la cadena Cope, propiedad del episcopado español. Completan el cuadro: el radiofonista Federico Jiménez Losantos, Jaime Capmany, director del semanario Época, en el que González aparecía caracterizado como un vampiro ávido de la sangre de los contribuyentes; el sociólogo Amando de Miguel y el periodista parlamentario Víctor Vázquez Reviriego, el más felipista del grupo. Arriba, de pie: Pablo Sebastian, antiguo director del diario El Independiente y el escritor Fernando Sánchez Dragó, muy amigo de Tamames, con el que militó en el PCE a partir de 1956, ambos reclutados por Jorge Semprún.
1996. González acaba de perder las elecciones y Herrero, eufórico, ha encargado un retrato del grupo. Ahí están los hombres –ninguna mujer– que más han contribuido a minar las bases del felipismo, como corriente política hegemónica en España. El carismático Antonio Herrero murió dos años más tarde en un accidente de submarinismo en Marbella. Le sustituyó Federico Jiménez Losantos.
Tamames podría haber colocado en el vestíbulo de su casa un retrato de González cabeza abajo, pero eso hoy estaría muy mal visto en Madrid. Quienes más le combatieron, ahora hablan muy bien de él. “Un verdadero hombre de Estado”. Las conspiraciones contra González cesaron en seco el día en que perdió la presidencia del Gobierno. A partir de entonces todos son halagos.
También podría adornar el rellano una fotografía en blanco y negro de la reunión del Comité Central del PCE en Roma en 1976, bajo la protección de los eurocomunistas italianos, en la que Tamames fue elegido miembro del Comité Ejecutivo, convirtiéndose en una de las figuras de referencia de la transición al lado de Santiago Carrillo. Pero el dueño de la casa no quiere saber nada de los comunistas muertos, como afirmaba el pasado domingo en una entrevista con La Vanguardia.
Tamames escogió el cuadro de la tertulia de Antonio Herrero porque fue feliz en aquella unidad de combate y porque ese retrato de grupo simboliza la lucha por el cambio de hegemonía en la capital de España en un momento de torbellino económico. En el cuadro sólo falta, difuminada en el fondo, la silueta del banquero Mario Conde.
Si trazamos una línea diagonal en el lienzo, Tamames dialoga con su amigo Sánchez Dragó, cerebro de la moción de censura que se debate este martes en el Congreso. (Sánchez Dragó fue el que propuso el nombre de Tamames a Santiago Abascal). El protagonista de la jornada de este martes es un ex tertuliano de la Cope que formó parte del piquete de demolición de Felipe González. Ese piquete fue conocido con el nombre de Sindicato del Crimen, expresión acuñada por Juan Luis Cebrián, exdirector de El País, que podríamos considerar exagerada y fruto del despecho, si el periodista Anson no hubiese declarado lo siguiente en 1998: “Había que terminar con Felipe González, esa era la cuestión. Al subir el listón de la crítica se llegó a tal extremo que en muchos momentos se rozó la estabilidad del propio Estado. Eso es verdad. Era la única forma de sacarlo de ahí”.
Forzar las costuras del Estado para derribar al adversario político. Esa vuelve a ser ahora la cuestión. Atención a los meses venideros.
Fuente: La Vanguardia 21 de marzo de 2023
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Ilustraciones: Conversación sobre la historia