A modo de presentación

Pablo F. Luna
CRH-EHESS-CNRS-Erhimor

Hace algo más de veinte años, el 07/08/2003, tras una larga y brillante carrera como historiador, practicante del oficio y del pensar históricamente, falleció Pierre Vilar. Aunque en gran parte olvidado por las instituciones de la profesión, especialmente en Francia, su obra ha seguido guiando la investigación y el análisis históricos de muchos historiadores a través del mundo.

Es lo que nos ha permitido recordar su trayectoria y evocar algunos documentos y recursos, de acceso directo por Internet, que contribuyen a poner de relieve la importancia de su obra, incluso en nuestros días complejos y aciagos* .

El texto que estamos proponiendo (La soledad del marxista de fondo) en esta entrega de Conversación sobre Historia, presenta cuatro aspectos de su compromiso con el método y la teoría marxistas, los que, conviene recordarlo, no fueron nunca en su perspectiva ni un catecismo de creencias ni un esquema de verborrea repetitiva.

Pierre Vilar en la École Normale Superieure

Se trata de un corto artículo, con respuestas precisas a cuestiones que nos podríamos plantear inclusive en los actuales momentos. Pierre Vilar nos invita a reflexionar, en primer lugar, sobre las relaciones entre la historia y las ciencias sociales; sobre su espacio respectivo y sus evoluciones. En segundo lugar, no da su visión respecto al objeto de la historia y su razón de ser; y lo que no le corresponde efectuar.

En tercer lugar, Vilar explica su entender sobre las tareas del profesor de historia, en sus diferentes niveles, y las del investigador-historiador, en sus deberes como ciudadanos. Y en cuatro lugar, finalmente, con relación a los aportes del marxismo a la ciencia histórica, Pierre Vilar reafirma sus convicciones, no las del hombre político que no era, sino las del practicante de oficio y sus combates por la historia-inteligencia.

Como sus reflexiones son formuladas con relación a la situación francesa de mediados de los años 1980, nos ha parecido útil tratar de situar el contexto al que Vilar se refiere, con algunas notas de pie de página, en particular sobre las personas y discusiones invocadas. Aunque podamos ponderar, con toda claridad, el valor general que entrañan sus afirmaciones.

(*)

—Nota biográfica (Maitron, en francés): https://maitron.fr/spip.php?article182006

—Taller Pierre Vilar (Català, castellano, français): http://www.atelierpierrevilar.net/

—Ciclo El intelectual y su memoria, Pierre Vilar: https://www.youtube.com/watch?v=9Pu-eUyj01w

Investigaciones Sociales, 2005:

https://revistasinvestigacion.unmsm.edu.pe/index.php/sociales/article/view/8279

 


Pierre Vilar en Barcelona, hacia 1933 (foto: Atelier Pierre Vilar)

La soledad del marxista de fondo[1]

Pierre Vilar
Historia y ciencias sociales

Para comenzar, digamos que el lugar que ocupa la historia en la Universidad es mediocre y que su sitio en la investigación (en el CNRS[2]) es poco importante. En cambio, lo que es exacto es que en las publicaciones del CNRS se siguen respetando (y me congratulo de ello) los campos tradicionales de la historia dentro de la “cultura” francesa (antigüedad, publicación de textos, etc.), mientras se descuida casi por completo la investigación de historia moderna y contemporánea. Me parece que desde que existen “sociologías”, “ciencias económicas”, se está produciendo un creciente desdén por la historia, como una pretensión de prescindir de ella. Inversamente, la historia se ha preocupado mucho por hacerse “económica”, “psicológica”, etc. A veces con éxito, pero no siempre.

De cualquier manera, yo tan sólo puedo precisar mi posición personal y esta es, con toda claridad, que la historia es la única posibilidad, para toda ciencia social, de captar las realidades en movimiento, y que cualquier ciencia social que se evada de la historia resulta una falsa ciencia que aspira a absolutos totalmente quiméricos. Dicho esto, a veces me da la impresión de que soy el único que piensa así. Ya sea porque los historiadores hacen historia como se la hacía hace 100 años, ya sea porque se manifiestan tímidos o intimidados frente a las otras “ciencias” y que las otras ciencias se manifiestan, de vez en cuando, provocadoramente a-históricas.

Sin embargo, a lo largo de mi carrera, he tenido varias veces la satisfacción de ver que economistas y sociólogos han venido para confiarme sus sinsabores o sus dudas en el contexto de sus pretenciosas investigaciones, y para pedirle a la historia que les esclarezca un poco. Pero sólo concedo a dichas excepciones la importancia marginal que me parecen tener en la evolución —bastante desalentadora— de las “ciencias sociales”.

Pierre Vilar con Joaquim Nadal, Lluís Maria de Puig y Jaume Sobrequés en Girona, 180 (foto: archivo Lluís Maria de Puig)
Objeto de la historia

El objeto preciso de la historia me parece ser la reconstitución explicativa de los hechos sociales, teniendo muy en claro que el problema no es el de formular grandes “leyes” de evolución, sino el de delinear los procesos característicos. A partir de casos precisos, desde luego, pero no con el exclusivo objetivo de echar luces sobre el caso, ya que el interés se encuentra más bien en el proceso mismo. La “teoría” propiamente dicha no ha desempeñado todavía un gran papel en la investigación. Considero, sin embargo, que el fundamento teórico propuesto, por ejemplo, por el marxismo, ayuda considerablemente en el análisis concreto (aunque sólo fuese por el hecho de nos proporciona conceptos, definiciones). Dicho esto —y por supuesto como en cualquier ciencia— hay que ir constantemente de la observación a la teoría y de la teoría a la observación, del caso a la generalización y de la generalización al caso.

En la medida en que el estructuralismo es sistemático, corre el riesgo de ser a-histórico. Ahora bien, si llamamos estructuralismo a cualquier aproximación al estudio de las sociedades fundada en la hipótesis de una lógica en sus estructuras, en ese caso, siendo el marxismo un estructuralismo, pienso que el papel de ese tipo de pensamiento no ha concluido. Por la sencilla razón de que la lógica interna de las sociedades y los cambios en dichas sociedades constituyen la hipótesis imprescindible a toda ciencia social. Sin ella, ¿sobre qué bases se fundamentaría? En ese sentido, yo responderé afirmativamente a la pregunta de saber si la historia es una ciencia. Entendiendo por ciencia un conocimiento razonado. Muchas veces he respondido esa pregunta de manera bastante sencilla: si no pensara que la historia fuese una ciencia, ¡no la habría practicado y no la habría enseñado a lo largo de 50 años!

Pierre Vilar y Manuel Tuñón de Lara en Santander (1981) (foto: Atelier Pierre Vilar)
Historia y docencia

Existe un grave problema en el campo de la enseñanza, puesto que se trata de saber si se dará o no una visión del pasado conforme a la ideología dominante —y, por tanto, oficial. Me parece difícil sustraerse a ello en la medida en que existe una lógica social. Lo cual no impide, no obstante, que un profesor que tenga verdaderamente el sentido de la historia, en la acepción científica del término, pueda siempre proponer análisis razonados de los episodios pasados y con ello habituar a los jóvenes espíritus a las nociones de tiempo, de sistemas sociales, de lógica de conflictos, de contradicciones internas, de sociedades en movimiento y no estereotipadas de una vez y para siempre. A mí me tocó tener esa clase de maestros. Espero que sigan existiendo todavía y que estén mejor pertrechados y equipados que antes. Ciertos manuales dan testimonio de ello.

Dicho lo anterior, tanto en la investigación como en la docencia, existen tendencias muy evidentes que nacen justamente del miedo a despertar una conciencia pública demasiado lúcida. De allí la tentación de sustituir la enseñanza de las guerras y las revoluciones por la enseñanza de la historia de la agricultura o del ¡traje femenino!, o por supuesto, de la ¡economía “pura”! En la investigación, o bien en la filosofía, se alimentarán tales tendencias anti-históricas o volveremos a la historia-relato (cfr. el último libro de Paul Ricoeur[3]). La historiografía y la reflexión filosófica sobre la historia también forman parte de la historia y sus contradicciones. Un mundo en crisis prefiere no pensarse à sí mismo, o hacerlo mal. Tal vez sea ésa sin duda la proclamada “crisis de la historiografía”. Pero no es forzosamente una crisis de la ciencia histórica.

Sin duda, podemos constatar que son razonables las recomendaciones del Informe Girault[4], aunque no aportan gran cosa a los historiadores que ya han reflexionado sobre el particular. Lo que me ha parecido divertido es la gran importancia concedida, en dicho estudio, a la “gran controversia” francesa de 1980[5], cuando acababa yo, al mismo tiempo, de leer un artículo de Germán Carrera Damas, desde Caracas, sobre una idéntica controversia producida en la Venezuela en 1978. Allí también se señalaban: una enseñanza deficiente de la historia, de cara a los niños pequeños; un olvido de los valores y los héroes nacionales; una introducción de la economía en la enseñanza histórica por influencia (¡por supuesto!) del marxismo, etc., etc. Al respecto, podíamos preguntarnos, ¿tendríamos acaso un retraso de dos años con respecto a Venezuela?

De hecho, existe un gran “temor” generalizado por la historia razonada y una añoranza de la historia tradicional, lo que se explica muy bien por la crisis mundial. Sin embargo, la importancia de la cronología en la enseñanza elemental y secundaria consiste en algo del todo distinto, esto es, en dar a los alumnos a través de la historia y gracias a ella la noción del tiempo; lo que es, evidentemente, un deber esencial. Recuerdo al respecto las recomendaciones de Jules lsaac[6]: 1) tener siempre a mano una regla que representara los tiempos relativos, 2) no emplear nunca una palabra abstracta sin definirla y sin mostrar su contenido en cada momento de la historia. Por cierto, en 1937, me había tocado a mí mismo, ¡pronunciar un discurso sobre el particular en una entrega de premios[7]! ¡Sólo quería presentar “novedades”! Me había propuesto en ese entonces mostrar que en la historia enseñada también podía encontrarse el antídoto de la otra historia, aquella de la que Paul Valéry había dicho que se trataba del producto más nocivo que la química del intelecto hubiese elaborado[8]. Mantengo esa convicción, y creo que se puede hacer obra de divulgación sin “rebajar” la calidad, como decía hace algún tiempo el eslogan de una célebre colección, es decir, sin caricaturizar[9].

Por lo que a mí respecta, me avergonzaría de mí mismo si sólo hubiese producido una voluminosa tesis de varios miles de páginas y algunos artículos de “teoría”; pero pude publicar también una pequeña Historia de España en 128 páginas, que muchos españoles me han agradecido haber escrito, pues durante decenas de años, representó un pequeño antídoto contra la historia oficial de España. Creo que ella se esforzaba tan sólo en analizar mecanismos, poner en su sitio las pequeñeces y las grandezas, aproximarse a la verdad de un conocimiento. Un día, Pierre Vidal Naquet[10] me aseguró que había logrado mi cometido. Me sentí muy gratificado viniendo de parte de un historiador que era, asimismo, un hombre de gran honestidad.

Coloquio «Marx e la Storia», en San Marino, 1983 (foto: Atelier Pierre Vilar)
Transformaciones de la historia. Aportes del marxismo

He constatado en la investigación histórica reciente o menos reciente, que se producen, en algunos casos, innovaciones en el vocabulario, en otros casos, una gran insistencia en tal o cual aspecto de lo real pasado, y en otros más, simples modas, probablemente pasajeras. De inmediato les digo que todo me ha interesado, dado que la noción de “historia total” me es tan cara y apreciada, por lo mismo que siempre está abierta a toda profundización de lo real y lo vivido. Dicho esto, no veo nada que me haya obligado a modificar o incluso a matizar algunas problemáticas de mis viejas investigaciones. El único pesar que tengo es el de ver que ciertas tendencias se alcen contra la unidad de lo real, que los historiadores economistas se encierren de preferencia en la economía, que los historiadores de lo político lo hagan en lo político, que aquellos que estudian las mentalidades se encierren en lo mental, etc. Pero es una crítica que proviene de las mismas consideraciones de antaño, aquellas que Lucien Febvre ya había formulado.

Decirles lo que el marxismo me ha aportado, ya lo he repetido muchas veces en “Historia marxista, historia en construcción[11]”, por ejemplo. No veo, en absoluto, lo que podría modificar mi visión de las cosas. Una historia comparada sólo puede hacerse a partir de conceptos comunes, pero no de conceptos estáticos (ni congelados), puesto que se trata, por el contrario, de definir históricamente aquello que sin cesar la historia crea o modifica.

Una de las últimas fotos de Pierre Vilar, en el País Vasco francés (Foto: Atelier Pierre Vilar)
Notas

[1] Publicado por primera vez en francés, en 1985. Vilar, Pierre, “La solitude du marxiste de fond”, Espaces Temps, 29, pp. 23-25. El título del artículo es una adaptación de La soledad del corredor de fondo, que corresponde a la película del realizador británico Tony Richardson, de 1962, basada a su vez en el cuento social del escritor Alan Sillitoe, publicado en 1959, sobre el entrenamiento para las carreras de larga distancia y aliento.

[2] Centro Nacional de la Investigación Científica, organismo público francés de investigación, entidad pluridisciplinaria, puesta bajo la tutela del gobierno y el Estado.

[3] Vilar se refiere a los tres tomos de Histoire et récit de Paul Ricoeur, publicados entre 1983 y 1985, por las Eds. Le Seuil. Filósofo y especialista del existencialismo cristiano y el protestantismo, Ricoeur trató de mantenerse en diálogo con la historia y las ciencias humanas y sociales.

[4] Se trata del informe que René Girault (historiador francés de las relaciones internacionales) había producido por encargo del ministerio de educación del primer gobierno de François Mitterrand, en 1983. Allí se presentaban las carencias y “lagunas” de la enseñanza de la historia en Francia, entre las que sobresalían las dificultades de los alumnos para situar la cronología de los hechos del pasado.

[5] Vilar desea recordar el “angustioso” debate respecto al estado de declive en que se encontraría la enseñanza de la historia en Francia, al inicio de los años 1980, y que, entre la persistencia de un relato nacional y los desafíos de la diversidad contemporánea, originara la necesidad de un informe de especialistas. Varios coloquios profesionales examinaron entonces una enseñanza de la historia rápidamente calificada de “mutilada”, “pervertida”, “factual”, “anecdótica”, “inútil”, “degradada”, etc., en una sociedad en que, conviene recordarlo, la historia ha sido considerada como una “obsesión nacional”.

[6] Se trata del autor, junto con Albert Malet, de toda una serie de manuales escolares de historia, para diferentes periodos históricos, denominados los “Malet et Isaac” y que prevalecieron en la enseñanza de la historia en Francia, durante la primera mitad del siglo XX.

[7] Vilar, Pierre, Discours. Lycée de Sens. Distribution solennelle des prix. 13 juillet 1937. Sens, Imp. E. Duchemin, 1937.

[8] Escritor, filósofo y poeta, de temperamento e ideología conservadores, Paul Valéry había explicado, en 1932, en la ceremonia de distribución de premios del Instituto Janson de Sailly de París (y en respuesta a un elogio hecho al historiador de la revolución francesa, Albert Mathiez, que acababa de fallecer), que la historia era “el más peligroso de los productos que la química del intelecto [hubiese] elaborado”; agregando que “sus propiedades son bien conocidas: hace soñar, embriaga a los pueblos, les genera falsos recuerdos, exagera sus reflejos, mantiene abiertas sus viejas heridas, los atormenta en su reposo, los conduce al delirio de las grandezas o al de la persecución e induce a la amargura de las naciones, o las transforma en soberbias, insoportables, vanas” [la traducción es nuestra].

[9] Se trata de una referencia a una antigua colección de los editores Armand Colin, ligados al historiador Lucien Febvre, que consistía en vulgarizar sin rebajar la calidad de las publicaciones.

[10] Especialista de la Grecia Antigua; pero asimismo, conviene recordar que fue militante contra la tortura durante la guerra de Francia contra Argelia, que se manifestó contra la dictadura y los crímenes de los coroneles griegos, contra el franquismo y en favor de sus represaliados, contra los revisionistas de los crímenes nazi-fascistas y asimismo por la paz en Palestina.

[11] Publicado en castellano en Vilar, Pierre, Economía, Derecho, Historia, Barcelona, Editorial Ariel, 1983, pp. 174-228.

Fuente: Espáce-Temps, 29, (1985) . Revisión de la traducción Pablo F. Luna (Conversación sobre la historia)

Portada: Pierre Vilar en el Congrés de Cultura Catalana (foto: Pilar Aymerich)

en la École Normale Superieure, foto de portada del libro de Rosa Congost El joven Pierre Vilar (PUV, )

Ilustraciones: Conversación sobre la historia y Atelier Pierre Vilar

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3 COMENTARIOS

  1. Importante sitio. Se necesita revitalizar el debate acerca de la historia, su importancia, su contenido como ciencia social. Sobre todo, su perspectiva teórica, que da sentido a un devenir aparentemente caótico.

  2. Pierre Vilar es uno de los intelectuales franceses – como Paul Ricoeur, Michel de Certeau, René Girard – desconocido, hasta menospreciado en su tierra. Paradojicamente, señala que en Francia muchos intelectuales todavía viven, e irradian cuando salen de su territorio. Luis Bertrand Fauquenot

  3. Muy satisfecha con Comentarios Sobre Historia.Hay que mantenerlos si ó si. A mi, me interesa mucho, como profe de IES que he sido.
    Un Saludo

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