Emilio Criado Herrero
Álvaro González de Aguilar
Antonio Ruiz Va

Asociación de Amigos del SUT
sut.org.es

 

El Servicio Universitario de Trabajo fue una organización creada en 1952 por el jesuita J.M Llanos, bajo la tutela del SEU que la incorporó a su organigrama. En ella se buscaba acercar a los universitarios a la realidad del mundo obrero y campesino. Y con esa proyección transcurrió su existencia desde 1952 hasta 1969. Con sus programas de actividades para los estudiantes, el SUT propició que, con las experiencias resultantes de esas actividades, los universitarios tomaran conciencia de otras realidades y efectuaran acercamientos progresivos a los sectores de oposición a la dictadura franquista

El analfabetismo todavía era un problema en España al iniciarse la década de los años sesenta, mientras que los principales países europeos lo habían resuelto treinta años antes. En 1960 la tasa nacional de población analfabeta era de 11.2 % sobre el total de la población. Pero, al profundizar sobre esta cifra, se apreciaba una realidad más complicada. En las zonas rurales, la población mayor de 45 años y las mujeres componían los segmentos más desfavorecidos. Los habitantes del campo eran el 42.5 % de los analfabetos totales, la población analfabeta mayor de 45 años era un 66.9 % del total de analfabetos y las mujeres mayores de 45 años eran el 85.7 % en ese segmento de la edad madura. Por otro lado, la distribución geográfica dividía claramente el mapa de España, de manera que las mayores tasas de analfabetismo se registraban en el Sur y, como expresión de esa diferencia en 1960, Jaén tenía una tasa provincial de analfabetismo del 23.2 % y Guipúzcoa, solo un 1.5 %.

En el año 1962 tuvieron lugar una serie de hechos -reunión de Múnich de la oposición política, huelgas mineras de Asturias, conexiones entre el mundo cristiano y comunistas, e incremento de la contestación universitaria, iniciada con los sucesos de 1956, y amplificada más adelante con los movimientos de mayo de 1968- que conmocionaron al régimen franquista, levantaron sus alertas y propiciaron cambios importantes en sus estructuras políticas. En febrero de 1962, Rodolfo Martín Villa fue nombrado jefe nacional del SEU, y, desde ese nuevo cargo, determinó nuevas políticas y nombramientos en el Servicio Universitario del Trabajo (SUT), organismo dependiente del SEU, como ya se ha mencionado.

Responsables del SUT en 1966 (imagen del libro Una juventud en tiempo de dictadura)

La decisión de mayor relieve sobre la estrategia del SUT y de sus actividades, a fin de que disminuyera la importancia de los Campos de Trabajo, fue crear las Campañas de Educación para que los universitarios acudiesen a ellas y se distanciaran del mundo obrero. De esta forma, se pretendía alterar las conexiones de los estudiantes con los obreros, que estaban creando inquietud y eran antesala de compromisos políticos de oposición al régimen. En ese año se nombra nuevo jefe del SUT a Enrique Calonge, hombre de la estructura del SEU, y se van dando los pasos para organizar, en el verano de 1962, la Campaña de Alfabetización en la provincia de Granada. En el Censo de 1960, la tasa de analfabetos de Granada era de un 17.9 %. En las zonas más atrasadas y dispersas estas tasas se elevaban en torno al 25 % de la población. El segmento femenino siempre presentaba niveles mucho más altos de analfabetismo.

La campaña de 1962 tuvo un importante apoyo político para su lanzamiento y desarrollo. Como muestra de ello, en la Comisión de Campaña figuraba, en primer lugar, Martín Villa, y en segundo, Juan José Rosón. Su presencia era necesaria para conseguir un importante apoyo político por parte de las autoridades provinciales y locales. Ellos, y su poder político, fueron los que activaron las múltiples relaciones con todas las estructuras de poder en cualquier territorio y con los medios de comunicación. A Granada acudieron 350 estudiantes impulsados por la solidaridad con los desfavorecidos, por paternalismo o para buscar experiencias personales en las semanas de vacaciones. El 40 % de los asistentes fueron universitarias y este dato representó un cambio importante en el SUT, porque, hasta entonces, en los Campos de Trabajo, solo el 10 % de los participantes eran mujeres. Después, durante ocho años sucesivos, se mantuvo en las Campañas la importante participación de las universitarias en torno a un 30 %.

Las cifras de participación fueron el resultado de la estrategia llevada a cabo para revalorizar la posición del SEU, y en la que los apoyos políticos de los aparatos del Movimiento desempeñaron un importante papel. La cadena de medios controlada por el Movimiento fue movilizada para difundir las noticias relativas a las Campañas. La problemática del analfabetismo y del atraso cultural en las zonas elegidas, el número de universitarios participantes o los datos sobre los objetivos conseguidos aparecieron, año tras año, en los medios de comunicación con mucho énfasis para alabar las virtudes de la obra. En los organigramas de las Campañas, el Gabinete de Prensa o la Secretaría de Información ocuparon lugares relevantes para cumplir con tres funciones importantes: propaganda hacia las universidades, propaganda dirigida a la sociedad y propaganda dirigida a los participantes de las campañas. En 1962 la publicidad de la campaña lanzó 20.000 folletos y 800 carteles y, además, aparecieron 26 artículos extensos sobre la Campaña, publicados en dieciséis periódicos provinciales y nacionales. En los años siguientes, programas de radio en emisoras locales y provinciales, artículos en periódicos, filmación de escenas de las campañas por equipos de NODO y TVE, son la expresión de la importancia de las Campañas y de la utilización política de sus resultados. Los aparatos gubernamentales exageraron la dimensión de la participación y de los objetivos conseguidos, mientras la censura silenciaba los conflictos surgidos y las flagrantes injusticias. La experiencia individual y colectiva de los universitarios incorporaba en sus testimonios y en sus análisis una visión muy diferente de aquella realidad.

Campo de trabajo minero de Turón (Concejo de Mieres, Oviedo) en 1967 (foto: Asociación de Amigos del SUT)

Después de la de Granada 1962, las Campañas siguieron teniendo el principal protagonismo en las actividades del SUT. El 66 % de los universitarios que acudían a dichas actividades lo hacían en las Campañas. Ocho años de actividad y 11 provincias cubiertas. 1962 Granada, 1963 Granada y Huelva, 1964 Orense y Pontevedra, 1965 Cuenca y Teruel, 1966 Jaén y Lugo, 1967 Almería y Cáceres, 1968 León, y 1969 Teruel. Doce campañas realizadas y cerca de 3.000 universitarios participantes resumen este bloque de actividad sutista. Se denominaron primero de Alfabetización, después de Educación y, por último, de Educación y Trabajo. Estos cambios sucesivos son reflejo y expresión de los procesos que incorporaban. La valoración de los primeros impulsos alfabetizadores impuso realismo sobre una inmensa tarea y planteó nuevos desafíos en el ámbito de la desigualdad social, de la incultura, de las insuficiencias como ciudadanos y, muy especialmente, en ofrecer horizontes diferentes para unas vidas limitadas y con carencias seculares.

Las Campañas no fueron uniformes en sus ocho años de existencia. Se acumulaba experiencia, se variaba de territorios y de población, y los estudiantes que cubrían las actividades procedían de unas universidades con un grado creciente de contestación al régimen franquista. Las realidades de aquellos mundos rurales los conectaban a los niveles progresivos de disidencia y contestación que se vivían en el ámbito universitario. Si, hasta entonces, en la vida en los Campos de Trabajo del SUT se producía una conexión directa entre los universitarios y los obreros, en las Campañas la interacción personal era más intensa. Las veinticuatro horas del día los universitarios convivían con los campesinos, en una relación muy estrecha de vida cotidiana, trabajo físico y tareas de enseñanza. Y el proceso general de actuación educativa sobre una provincia daba lugar al  descubrimiento de una realidad cargada de desigualdad e injusticia. El colectivo universitario inmerso en ese proceso de percepción y valores, a su vez, difundía y compartía ese conocimiento, en términos vivenciales y analíticos dentro y fuera de las Campañas. Familiares, amigos y compañeros de la Universidad compartieron la información de aquellas experiencias. Y así, en la medida en que esa realidad era muy permanente, y la vida universitaria cada año presentaba un nivel creciente de oposición al régimen, las Campañas en sus últimos años fueron una prolongación de ese clima universitario. De esta forma el planteamiento inicial de conectar a los estudiantes más con los campesinos que con el mundo obrero, por ser aquellos presuntamente menos problemáticos, se mostró desbordado, de tal manera que en las Campañas hubo un reflejo más de esa vida universitaria de crítica al régimen y se desembocó en conflictos abiertos con las autoridades gubernativas que llegaron a cuestionar la propia existencia del SUT.

Las Campañas de Educación acabarían de forma abrupta en la Campaña de León, en 1968, como consecuencia de las tensiones entre el movimiento estudiantil y la Comisaría para el SEU. El detonante fue la solidaridad de los sutistas con sus compañeros despedidos de un Campo de Trabajo minero por apoyar una huelga impulsada por CCOO. La Comisaria para el SEU los expulsó, y todos los sutistas de la campaña se posicionaron en contra de esa decisión, y resolvieron abandonar la Campaña, lo que dio paso a una oleada de ceses y dimisiones que terminaron con la estructura de los equipos directivos universitarios que hacían funcionar al SUT. Después, la Comisaria para el SEU intentó articular otro SUT, pero el grado de contestación estudiantil al régimen era incontrolable hasta tal punto que los estudiantes no aceptaron esa llamada. La intención de la Comisaria de relanzar el SUT nombrando un director sin ningún respaldo y organizando una nueva Campaña en Teruel en 1969, se tradujo en un claro fracaso y en la desaparición del SUT.

Miembros del SUT con un vehículo de Extensión Agraria durante una campaña en Sierra Morena (Jaén), 1966 (foto del libro Una juventud en tiempos de dictadura)

Óscar Alzaga, en su libro de memorias sobre “La conquista de la transición 2021” dedica todo el primer capítulo, “La destrucción de los archivos de la represión del franquismo” (págs. 29 a 38), a documentar cómo se articuló ese proceso que incluyó, entre otros, “…la práctica totalidad de los archivos de los organismos del Movimiento Nacional, enteramente a la documentación del SEU, y la mayor parte de la generada por los servicios del Ministerio de Información.”

Por ello, la reconstrucción de la historia del SUT, como organismo del SEU, está constituyendo una misión importante y solo ha sido posible gracias a los trabajos de recuperación documental llevada a cabo por los antiguos sutistas. La organización sutista, sus actividades, su documentación, sus imágenes y sus protagonistas, se pueden conocer hoy gracias al Archivo SUT, que fue creado en 2017 por la Asociación de Amigos del SUT. Este importante archivo, que contiene una parcela de la vida universitaria, está disponible para una posible reconstrucción histórica mucho más pormenorizada. De esas fuentes han surgido un documental (La transición silenciada. 2017), dos libros (“Una juventud en tiempo de dictadura”. 2021 y “El SUT, imágenes de una España diferente”. 2021, ambos editados por la editorial Catarata), y está en edición otro libro sobre “SUT en Granada 1952-1969”, y, en curso de realización, una tesis doctoral que aparecerá en 2023. Las Campañas de Educación constituyen una parte importante de ese Archivo, con 700 documentos y un número similar de fotografías, que aportan, en imágenes, informes y relatos, testimonios de aquellas vidas con tantos significados y tantas transformaciones personales vividas.

Universitarios y universitarias respondieron a la convocatoria estimulante de dedicar los meses de verano a luchar contra el analfabetismo reinante en las regiones más atrasadas de España. Con generosidad, sin medir la relación entre la enorme dimensión del problema y la posible respuesta limitada temporalmente y en medios que había que utilizar. Así se inscribieron en sus particulares desafíos, con los ánimos de una juventud imbatible, sensible y generosa. Durante ocho años sucesivos se formaron colectivos dispuestos a trabajar en esas zonas difíciles, con pueblos agotados por los esfuerzos seculares, con personas carentes de recursos culturales aptos para cambiar y sobrevivir. Allí fueron y allí volcaron sus esfuerzos. En las memorias quedan las huellas de aquellas estancias, de aquellas convivencias, de aquellas despedidas con tristes horizontes. En ese aspecto, el Archivo del SUT contiene una riqueza difícilmente equiparable, testimonio de unos estudiantes en una época de fuerte represión, que anhelaban evidenciar su diferente manera de pensar.

Por las Campañas de Educación, impulsadas por el SUT, pasaron personas que tuvieron amplia repercusión en la vida profesional, política y académica española, como Cristina Almeida, Ignacio Amestoy, Mauricio Bacardit S.J., Carlos de Blas, Tom Burns Marañón, Enrique Calonge, Miguel Ángel Carbajo, Ángela Cerrillos, Consuelo del Canto, María Cátedra, Rafael Chirbes, Emma Cohen, Rafael de Francisco, Lorenzo Díaz, Jorge Fabra, Miguel Ángel Fernández Ordoñez, Francisco Fernández Marugán, Teresa García Alba, Alicia Gómez Navarro, Juan Antonio Hormigón, Liborio Hierro, Eduardo Leira, Agustín Maravall, José Antonio Martínez Soler, Cristina Pérez Yarza, Alicia Ríos, José Rodríguez Ibáñez, Apolonio Ruiz Ligero, Alberto Ruiz Secchi, Antonio Ruiz Va, Manuel Titos, José Torreblanca o José  Manuel Ullán.

Los universitarios y universitarias participantes en las Campañas fueron testigos mudos de mundos intensos. Cargas diarias de trabajo físico, con el esfuerzo adicional de actuar como maestros y maestras para agrupar alumnos a deshora, sin aulas, con recelos.  Con alumnos ausentes, no solo de la mínima noción de alfabeto, sino de cualquier conexión con el mundo de su tiempo. Sin conocer su ubicación y su pertenencia como miembro de grupo social. Sin capacidad para interpretar esa sociedad que los marginaba. Las mujeres siempre sometidas a relaciones de dependencia, sin vida propia y cargada de obligaciones familiares, con la mayor tasa de analfabetismo. Saturadas de trabajo físico dentro y fuera del hogar.

En las Campañas se tomaba contacto con estas vidas y estos mundos. Allí se proyectaron todas las voluntades universitarias para aliviar esos déficits seculares. Se buscaron las relaciones humanas para comprender esas vidas y para intentar transmitir otras miradas que pudieran dar alguna señal de futuro. Se hicieron esfuerzos físicos, se recorrieron caminos, se dejaron los sueños en las cunetas y en las eras para poder aportar, para alumbrar con algunas luces aquellos días tan oscuros y exiguos en horizontes. Condiciones de vida adoptadas sin miramientos, con la urgencia de la participación integradora.  Y entregaban cada día una voluntad de integración, de llegar a ser parte de ese todo que sorprendía, que recelaba y que finalmente los cubría de respeto, de admiración y de futuro recuerdo en sus vidas cerradas.

Lugo: docentes y alumnas de la campaña de 1966 (foto: Asociación de Amigos del SUT)

Desde esta distancia de sesenta años, en los archivos del SUT se pueden leer aquellas realidades, y conocer los pensamientos, las sensaciones y las imágenes de aquellos protagonistas. Los esfuerzos, los recuerdos transmitidos en el tiempo. Con esa recopilación de datos, la intensidad de aquellos días, de aquellos periodos, podrá ser entendida, valorada y compartida por los lectores. Aquellos mundos cambiaron, muchos desaparecieron. Las vidas se dispersaron por los caminos, pero en los recuerdos están esas sensaciones firmes. Basta con entrar en esos rincones para sentir otra vez la intensidad de aquellos mundos, de aquellas personas, de los esfuerzos que allí quedaron, para reconstruir aquellos pasados que tanto marcaron. Tal vez se pueda circular por los recuerdos: ordenados en su tiempo y en sus espacios, salvando la distancia de tantos años. Y recuperar así, puntualmente, la memoria de aquellas inquietudes, de aquellos esfuerzos, de aquellas gentes.

En aquellos ambientes se realizaron las Campañas de Alfabetización y de Educación. Con personas heterogéneas en edades, ocupaciones, género. Con reacciones no siempre positivas inicialmente, frente a los universitarios y universitarias que aparecen en sus espacios para hablar de otras formas de vida, para intentar alumbrar las suyas, para explicarles en qué consiste su sociedad y qué pueden hacer para comprenderse y cambiar en el tiempo sus recortados horizontes. Se pueden evocar esos caminos, los encuentros entre los campesinos y los universitarios, las formas en las cuales se pudo transmitir educación, en lugares incómodos, calurosos, a deshora. Con alumnos muy diferentes en conocimientos, edades y actitudes. Con maestros y maestras sorprendidos por las condiciones del mundo campesino y por el reto que suponía hacer avanzar a sus alumnos en tiempos ajustados.

Desde el inicio de las Campañas se subrayó la necesidad de conectar con los habitantes de esas zonas rurales- lugares tan aislados geográficamente, cultural y socialmente- a través de fórmulas de ocio, de entretenimiento, de estímulo para sus mentes, tan centradas en sus vidas con horizontes muy limitados. Con esta intención se montaron equipos móviles para exhibir guiñoles, rondallas, cine o documentales y fomentar así el disfrute y la comunicación con los habitantes de esas zonas tan dispersas.

Actuación del Teatro de Cámara de Zaragoza durante la campaña de 1968 en León (foto: Asociación de Amigos del SUT)

Estos equipos recorrieron los lugares más remotos y montaron en las plazas de los pueblos espectáculos abiertos, participativos, en los cuales se creaban mundos mágicos para distraer y divertir a las personas que acudían masivamente a recibir, después de los días secos cargados de trabajo, lenguajes distintos, ideas movilizadoras de sus mentes, alegrías en la contemplación de otros seres y de las historias que portaban.

Hay que mencionar especialmente el teatro como la actividad primordial. Por su importancia numérica en lugares y protagonistas. Por el destacado nivel de participación de los propios habitantes de los pueblos, que también representaron obras a su alcance. Por la diversidad de escenarios creados y de representaciones llevadas. Y por la repercusión conseguida a lo largo de tantas Campañas.

A través de los testimonios de muchos de sus protagonistas, se puede comprender la extensión, la variedad, el grado de participación de universitarios y campesinos y el impacto que las diferentes obras dejaron en el recuerdo de directores, actores y actrices, y en el alma de los espectadores. Numerosas compañías de teatro universitario recorrieron las provincias y movilizaron a esos pueblos para crear noches de magia inolvidables. La historia y el espíritu de la Barraca de García Lorca en la República inspiraron las actuaciones muchas de esas noches. Nombres como Josita Hernán, Emma Cohen, Ezequiel Méndez, Ignacio Amestoy o los hermanos Hormigón quedan como recuerdo de aquellas noches tan intensas. No se puede hablar del esfuerzo educativo de las campañas sin destacar el papel central que desempeñó el teatro. También hay que mencionar los conflictos que se suscitaron ante determinadas representaciones, y cómo la Guardia Civil tuvo un protagonismo en esos conflictos, siguiendo las instrucciones de las autoridades gubernativas provinciales, tal y como consta en los testimonios de los protagonistas.

Clase al aire libre durante la campaña de 1963 en Granada (foto: Asociación de Amigos del SUT)

Desde el inicio de las Campañas se constató que había una gran diferencia entre plantear una cruzada contra el analfabetismo reinante y encontrar las formulas de trabajo para obtener resultados razonables de los esfuerzos colectivos que se planteaban. El analfabetismo primario era una evidencia, y cualquier análisis de las poblaciones lo constataba. Pero, además, los niveles de incultura, de falta de conocimientos básicos sobre la sociedad y sobre sus miembros, sobre la geografía y sobre la historia, ponían en evidencia el bajo -o nulo- protagonismo de los campesinos en la composición y funcionamiento de un pueblo, de una sociedad, de una nación.

En estos escenarios hubieron de desarrollarse las Campañas. En zonas muy atrasadas de España. Con objetivos utópicos que solo pudieron ser afrontados con voluntarismos que, en algunos casos, rozaron los cielos. Las Campañas se iniciaron con una planificación general, con unos cursos de preparación previa, con imágenes en folletos y carteles difundidas por los pueblos, con publicidad por radio y con la distribución de universitarios y universitarias por comarcas, pueblos y cortijos. Hubo un reto organizativo, que fue asumido con esfuerzos importantes por parte de los educadores y con resultados muy positivos. Pero el analfabetismo y la incultura seculares no se pueden hacer desaparecer con actuaciones puntuales, por mucho que los universitarios se esforzaran en conectar con el campesinado e intentar movilizar sus mentes.

Las universitarias, con presencia numérica notable, representaron  un papel muy importante en la conexión con los hombres y mujeres del campo. Sus aportaciones en materia de enseñanza quedan en la memoria del SUT y en la de tantas personas carentes de educación. Los encuentros en las clases fueron continuos e intensos.

Estudiantes en un campo de trabajo de Conservas Albo, Santoña, Santander (1959)(foto: Asociación de Amigos del SUT)

Finalizaron las Campañas en 1969. Los participantes nos legaron una colección de recuerdos, de imágenes y de testimonios escritos. Estos bloques se funden entre sí, se influyen para transportar esa memoria. Proyectos utópicos de alfabetizar, de elevar los desoladores niveles culturales, de abrir las mentes al conocimiento la consideración de otros mundos, de otras formas de concebir la existencia como seres humanos. Allí quedaron fusionadas las voluntades universitarias, para proyectar luz a esas vidas cerradas, con el reconocimiento de muchas de esas personas por el esfuerzo y la generosidad que llegó hasta las puertas de sus casas. La sociedad mantuvo esa deuda secular, y las universitarias y universitarios tomaron conciencia de la magnitud y las consecuencias de ese atraso.

Ahora se cumplen sesenta años del nacimiento de las Campañas de Educación. Ocho años de vida y actuación en once provincias de aquella España. Perdura esa memoria del SUT en territorios y en personas. Y en la historia universitaria. Para esas Campañas, se incorporaron cada año unas promociones de estudiantes que dejaban a un lado las comodidades de su existencia. Por solidaridad ante unas realidades profundas, injustas. Con las conciencias activadas tras esfuerzos muy intensos. Sin medir la entrega. Hoy el comportamiento de aquellos universitarios y universitarias moviliza las mentes. Su posicionamiento ante el problema del analfabetismo y la educación queda para la historia, y también como ejemplo para cualquier generación que conozca realidades con carencias dolorosas y se plantee trabajar para transformar esos mundos marginados. Y, sí, creemos que podemos decir, con conocimiento de causa, que nos sentíamos libres porque fuimos capaces de hacer lo que quisimos hacer. Lo que necesitábamos hacer.

Noviembre de 2022

Fuente: Asociación de amigos del SUT (SUT.org.es)

Portada: Clase de alfabetización en la provincia de Granada, 1963 (foto: Asociación de Amigos del SUT)

Ilustraciones: Asociación de Amigos del SUT y Conversación sobre la historia

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