José Luis Gutiérrez Molina *  

Miembro del Grupo de Investigación Historia Actual de la Universidad de Cádiz

 

Una de las cuestiones constantes en el estudio del anarquismo andaluz es la de su relación con el republicanismo. Desde los momentos en los que el naciente movimiento obrero en Andalucía se decantaba hacia posiciones mayoritariamente anti autoritarias. De hecho, algunos de los trabajos más destacados sobre las últimas décadas del siglo XIX, como los de Fernando Puelles y Antonio López Estudillo, tienen como tema central las conexiones entre ambos movimientos. Una relación que se fue debilitando a lo largo de los primeros años del siglo XX al compás de la decepción que significó la Primera República y la paulatina decadencia del republicanismo federal, el de mayor preocupación social y, por tanto, más cercano al obrerismo.

Cuando en 1931 se proclamó la Segunda República, el republicanismo español era fundamentalmente unitario más allá de su aceptación del Estatuto de Cataluña acordado en el Pacto de San Sebastián de agosto de 1930. De hecho, la configuración del Estado no se planteó como prioritaria. Pero sí que nos encontramos algunos indicios que, aunque fuera de forma subterránea e incluso “inconsciente”, esas relaciones se mantenían. Varios ejemplos. En la zona de mayor influencia ácrata, o anarcosindicalista, el valle del Guadalquivir, tanto el Partido Republicano Radical (PRR), y tras su derechización extrema, como Unión Republicana (UR) tras la escisión encabezada por Diego Martínez Barrios, fueron acusados de convivencia con la Confederación Nacional del Trabajo (CNT) por republicanos azañistas y socialistas durante el duro enfrentamiento que mantuvieron el gobierno republicano-socialista de Manuel Azaña y los cenetistas durante los dos primeros años del que denominamos bienio reformista.

Quejas que han quedado de forma explícita durante los sucesos de Casas Viejas de enero de 1933. El hecho que, precisamente, significó el fin tanto del gobierno como muchas de las esperanzas despertadas dos años antes. Cuando una significativa parte del pueblo español consideraba que el régimen republicano era un cambio “revolucionario” en el sentido de terminar con una situación política, social y cultural imposible de continuar soportando. Entre las quejas de socialistas y azañistas estuvo la de la complicidad, cuando no connivencia, entre las autoridades radicales locales y nacionales y los sindicatos cenetistas. El cemento que las soportaba era la inmisericorde campaña de la dirección parlamentaria radical contra el gobierno presidido por Manuel Azaña a la que contribuyó, y no poco, su absurda negación de lo ocurrido durante casi dos meses.

Miguel Mendiola con su madre (fotografía incluida en el libro)

En Andalucía en general, y en el valle Guadalquivir, salvando excepciones, tanto republicanismo como anarquismo no está suficientemente estudiados. Por lo menos con la profundidad que merecen dos de las ideologías fundamentales para entender las actividades y actitudes de la población hasta, al menos 1936, sin descartar que podamos extenderlas hasta hoy. En especial todo lo referente a la estructuración de la oposición republicana a la dictadura de Primo de Rivera. Años durante los que, por ejemplo, republicanos y anarcosindicalistas compartieron en muchos casos militancia masónica.

Unas cuestiones que volvieron a aparecerme cuando me dispuse a hacer la biografía de Miguel Mendiola Osuna (1904-1936) el hombre bajo cuya dirección se reorganizó la CNT andaluza a partir de 1927-1928 y que, cuando fue asesinado el verano de 1936, era primer teniente de alcalde de Sevilla. Su trayectoria militante pasó de la Federación Anarquista Ibérica (FAI), de cuyo primer comité peninsular instalado en la ciudad hispalense formó parte, a la CNT andaluza -la Confederación Regional del Trabajo de Andalucía- en donde, también, formó parte de su comité regional, primero como miembro y después como secretario hasta mayo de 1932. Fue este año cuando abandonó las filas anarcosindicalistas para incorporarse primero al PRR e inmediatamente, cuando se produjo la escisión de Martínez Barrios, que había sido antes anarquista que republicano, a la UR en done, también, ocupó la presidencia de su comité local.

Un tránsito que, en cualquier otro caso, tanto por las circunstancias en las que se produjo como por la propia dinámica de la sociedad y política sevillana de los años treinta, hubiera ocasionado un gran escándalo y su figura seguramente hubiera salido más que malparada. Sin embargo, nada de eso ocurrió salvo, ya en la primavera de 1936 ciertas reticencias y pullas del grupo municipal socialista. Ni siquiera la acusación de confidente que le lanzó Pedro Vallina durante la fallida huelga campesina de mayo de 1932, desencadenante de su abandono de la CNT, fue utilizado para poner en duda su personalidad. Su salida del anarcosindicalismo se produjo de forma discreta, con la excepción de la publicación de una nota suya en la prensa local sevillana que, aunque tuvo cierta repercusión nacional, quedó sepultada por los acontecimientos políticos e insurreccionales de noviembre y diciembre de 1933. Aunque seguramente tuvo que tener un coste en sus relaciones personales.

Miguel Mendiola con su familia (fotografía incluida en el libro)

Miguel Mendiola fue ante todo un hombre de organización. Para él lo fundamental era, tanto en la CNT andaluza como en UR, que la organización se fortaleciera y sus comités fueran capaces de coordinar de forma eficaz a sus adherentes y organizaciones que se creaban. Aunque fiel a los contenidos ideológicos. Así, no hacía demasiado hincapié en la finalidad comunista libertaria de la CNT pero sí era intransigente en cuando a la defensa de las tácticas de acción directa y en contra de la pretensión del gobierno republicano-socialista de favorecer a la UGT y sus formas de hacer sindicalismo. Una posición que terminó por identificarle con Ángel Pestaña y a rechazar los diversos intentos de acelerar el camino revolucionario. Tanto con las conspiraciones a la vieja usanza en las que estaba implicado Pedro Vallina, el médico convertido en un apóstol ácrata para un numeroso sector del mundo obrero sevillano, como con los preparativos revolucionarios que, poco a poco, fueron ganando peso y espacio en la CNT, incluida la andaluza. Fue precisamente su oposición a uno de ellos en mayo de 1932 el que le llevó, primero, a salir del comité regional y, después, a abandonar a la  propia CNT.

Su tránsito al republicanismo político lo realizó rápidamente. A fines de 1933 pasó a pertenecer, primero, al PRR y, después tras la ruptura de este partido, a UR el grupo fundado por Diego Martínez Barrios y que se convirtió en el más importante de la ciudad. Rápidamente ocupó importantes puestos en la dirección del partido. En 1936, tras las elecciones de febrero de 1936 y la victoria de la candidatura de Frente Popular, en la que UR obtuvo el mayor número de diputados, las autoridades remodelaron la composición del ayuntamiento modificado por órdenes gubernativas durante el bienio de gobiernos radicales y de la CEDA.

De la importancia que tuvo Mendiola en UR caben destacar el hecho de que  el congreso que el partido celebró en septiembre de 1935 en el teatro Metropolitano de Madrid, fue nombrado presidente de la comisión redactora de la ponencia sobre estatutos. Entre los documentos que se discutieron estuvo el proyecto sevillano en el que había tenido una importante participación. Unos meses después, en junio de 1936, cuando empezó la preparación del nuevo congreso nacional que UR iba a celebrar a fines de mes en Madrid, en el teatro Martín, otra vez participó en la comisión que elaboró la ponencia sobre la reforma de los estatutos del partido.

Miguel Mendiola en 1936 (fotografía incluida en el libro)

Para entonces, en Sevilla, había logrado desplazar al sector del partido que facilitó el nombramiento de un alcalde de Izquierda Republicana (IR). En el nuevo consistorio el grupo mayoritario, aunque minoritario, era UR con 15 concejales. Aunque finalmente el nuevo alcalde fuera Horacio Hermoso Araujo de IR que sólo tenía 5 ediles. Mendiola que había sonado como concejal, incluso como alcalde, en un primer momento quedó fuera de la corporación. Eso no significó que desapareciera de la vida pública sevillana. Al contrario, tuvo dos importantes encargos durante los meses siguientes.

El primero tuvo lugar en febrero, cuando se produjo un episodio más de las riadas que asolaban a la ciudad periódicamente. Tras días de lluvias la noche del 21 de febrero numerosas zonas de la ciudad quedaron inundadas y la vida ciudadana gravemente alterada. Así ocurrió en Amate, Triana, la Alameda de Hércules, la Macarena, Capuchinos, etc. Las consecuencias humanas fueron enormes y las nuevas autoridades se dispusieron a afrontarla mediante la formación de una comisión que planificar la estrategia con la que afrontar la catástrofe. Al frente de ella, el gobernador civil Ricardo Corro, puso a Miguel Mendiola. Durante las semanas que actuó, hasta el 23 de marzo, encauzó tanto las ayudas gubernamentales como la ola de solidaridad ciudadana que se produjo.

Las loas a su funcionamiento, ejemplificadas en la figura de su presidente, se sucedieron señalando su capacidad organizativa y de gestión. Junto a Martínez Barrios fue Mendiola quien presidió el homenaje que se efectuó por iniciativa de los trabajadores de los juzgados.

El segundo se produjo en abril, durante las votaciones para el nombramiento de compromisarios que participarían en la elección del nuevo presidente de la República tras la destitución de Niceto Alcalá Zamora. Miguel Mendiola fue nombrado uno de los candidatos de UR  el que obtuvo mayor número de votos de los sevillanos que participaron en la votación. Además, en mayo ocupó una de las secretarías de la mesa de la asamblea en la que se votó, en el madrileño Palacio de Cristal, el nombramiento de Manuel Azaña. Por ello estuvo entre quienes le tomaron juramento como nuevo presidente de la Segunda República.

Visita de Lluís Companys, presidente de la Generalitat de Catalunya, a Sevilla durante la Feria de Abril de 1936. En la imagen, visita a los Reales Alcázares en compañía de Diego Martínez Barrio, del alcalde Horacio Hermoso Araujo y de otras personalidades, entre ellas Miguel Mendiola (primero por la derecha)(foto incluida en la publicación Homenaje a la corporación municipal de 1936, editada por el Ayuntamiento de Sevilla en 2019)

Finalmente, en junio entró como concejal durante la remodelación del grupo municipal. En calidad de cabeza del principal grupo del equipo de gobierno y según el acuerdo que había aupado a Hermoso a la alcaldía, le correspondía ocupar la Primera Tenencia de Alcaldía. Lo que hizo el 11 de julio. Una semana más tarde se produjo el golpe de Estado que cambiaría su destino, como el de millones de españoles.

Miguel Mendiola se encontraba la mañana de ese sábado en el edificio municipal de la entonces plaza de la República, hoy de San Fernando. Durante unas horas lo abandonó para regresar en torno a las 13,30. Desconocemos el momento en el que abandonó el edificio hasta su ocupación, en torno a las cinco de la tarde, por las fuerzas golpistas. Tampoco sabemos cuándo regresó a su domicilio en Ciudad Jardín y tras estar en su casa terminó por abandonarla e ir a la de su madre cercana. Allí fue detenido y trasladado a la comisaría de la plaza Jáuregui. Después lo llevaron al cercano cine Jáuregui situado en la calle de ese nombre y cercano a la Puerta del Osario.

Por recuerdos familiares debió permanecer en poder de los golpistas unos quince días. Hasta que fue asesinado el 6 de agosto junto a otras personas, una de ellas el diputado socialista José Moya Navarro, en la carretera de Carmona. Seguramente fue la ambulancia de Sanidad Militar la que trasladó su cadáver al cementerio de San Fernando para arrojarlo a la fosa Pico Reja. Uno de los cincuenta y cinco no registrados de ese día. Fue el sexto de los dieciocho concejales asesinados por los golpistas.

Miguel Mendiola no fue el único destacado militante de la CNT andaluza que transitó hacia e republicanismo de UR, más cercano a los planteamientos organizativos cenetistas que el jacobino de Izquierda Republicana. Otros fueron, por citar a dos militantes muy alejados de los orígenes y sectores laborales del sevillano fueron los jerezanos Sebastián Oliva y José Ballesteros, dos destacados campesinos de largo recorrido anarcosindicalistas.

La pregunta que nos ronda es ¿qué lazos informales continuaban existiendo entre el republicanismo andaluz y el mundo libertario en los años de la Segunda República?

Ilustración de Curro González incluida en el libro
Índice de la obra

Índice siglas 11

Presentación 13

Unas palabras de Carmen Carreño Mendiola, nieta de Miguel Mendiola 19

Primera parte: el hombre 27

1, contexto familiar y primeros años de vida [29]

2, la causa por excitación a la rebelión contra un hombre «sin ideal» [35]

3, nueva vida, nombre nuevo: progreso blanco [39]

4, más que un militante de infantería [49]

5, secretario de la CNT andaluza [55]

6, las bombas de mayo y su salida de CNT [61]

7, el político: secretario de Unión Republicana y concejal del ayuntamiento de Sevilla [79]

8, su secuestro y asesinato [103]

9, un estrambote: otro Miguel Mendiola… ahora Lobato [109]

Álbum fotográfico 115

Segunda parte: sus circunstancias 147

1, el día que nació [151]

2, la justicia de la dictadura [157]

3, vida y sociedad nueva [165]

4, Segunda república y CNT [185]

5, la consolidación de la CNT andaluza [199]

6, la ruptura entre anarco-sindicalismo y Segunda república [223]

7, el bienio negro, Unión Republicana y Frente Popular [243]

Agradecimientos 255

Fuentes documentales y bibliografía 257

Índice de ilustraciones 267

Índice onomástico 269


 

José Luis Gutiérrez Molina, entre su numerosa bibliografía destacan:

Brey, G. y Gutiérrez Molina, J. L. (coords.) (2010), Los sucesos de Casas Viejas en la historia, la literatura y la prensa (19932008). Fundación Casas Viejas 1933, Cádiz

Gutiérrez Molina, J.L. (2008), El Estado frente a la anarquía. Los grandes procesos contra el anarquismo español (18831982). Editorial Síntesis, Madrid

Reseña de Miguel Mendiola, la vida olvidada de un anarquista republicano. Sevilla, Libros de la Herida, 2023

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: Imagen tomada frente al Ayuntamiento de Dos Hermanas el lunes 3 de agosto de 1931. A la izquierda del alcalde republicano Manuel Terrero Sánchez posa Miguel Mendiola Osuna, secretario provincial de la CNT, enviado a Dos Hermanas a pactar la paz entre la central sindical y la patronal de la villa, que se negaba a admitir las leyes republicanas de la jornada de 8 horas de trabajo y el descanso dominical (foto: doshermanasayeryhoy.blogspot.com)

 

Ilustraciones:  José Luis Gutiérrez Molina y Conversación sobre la historia

Artículos relacionados

La «Semana sangrienta» de julio de 1931 en Sevilla. Entre la historia y la manipulación

Franco, Queipo, la Iglesia… y la España soñada

Semana Santa y propaganda de victimismo religioso anti republicano

 

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí