Sergio Giménez*

 

El origen de este texto es una charla pronunciada en Manresa el verano pasado con motivo del centenario del suceso, en el que los sindicatos del Alto Llobregat (El Bages, Barcelona) rindieron homenaje al anarcosindicalista leonés, colocando una placa conmemorativa en el lugar del atentado. Además de contribuir a mover la losa de silencio que sigue pesando sobre él, fue una buena oportunidad de profundizar en el análisis de los acontecimientos y sus consecuencias políticas, muy importantes tanto a escala local como española. El atentado de aquel 25 de agosto de 1922 nos descubre, quizá más claramente que otros, la forma en que las autoridades actuaban durante los años del pistolerismo (1917-1923).

Para ello ha sido fundamental la lectura de la prensa de la época, que ha aportado  los testimonios de los protagonistas en los juicios y vistas celebrados entre junio de 1923 y mayo de 1924. Las diversas cabeceras que los incluyen han hecho posible comparar los textos y corregir las imprecisiones que a menudo contienen las transcripciones de este tipo de crónicas. Lo cual no significa, a la espera de localizar los expedientes judiciales de los encausados, que algunas veces no debamos movernos dentro del rango de la hipótesis, como sucede en la mayoría de crímenes sociales de la época. He pretendido con este relato una reconstrucción minuciosa de los hechos que aclare más de un equívoco sin renunciar a la interpretación del periodo.

placa conmemorativa en el lugar del atentado

 

La víctima

Aquel viernes fatídico, nuestro hombre había llegado en tren a Manresa para dar una conferencia en el Teatro Nuevo, organizada por miembros de los Sindicatos Únicos de la localidad, adscritos a la Confederación Nacional del Trabajo (CNT). La comitiva que lo recibió en la estación informó de que habían visto individuos sospechosos rondando por la zona, por lo que cambiaron la ruta prevista de entrada a la ciudad como medida de precaución. Fue inútil. El grupo fue interceptado por tres pistoleros, causando un solo herido. Yacía inmóvil, tendido boca abajo y con la cara ensangrentada. Tenía 36 años.

Ángel Pestaña Núñez nació en Santo Tomás de las Ollas (El Bierzo), pequeña localidad engullida hoy por Ponferrada. Después de una vida errante en busca de trabajo por el norte de España, sur de Francia y la Argelia francesa, donde finalmente aprendió su oficio de relojero, se asentó en Barcelona en 1914. Pronto destacaría en los debates sobre sindicalismo y anarquismo en el Ateneo Sindicalista de la calle Ponent, así como en mítines y conferencias de la CNT, de la que será uno de sus mejores organizadores.

No fue casual. Primero porque era un tipo inteligente. Segundo porque su relación con el anarquismo había comenzado mucho antes, en Bilbao, cuando sólo era un muchacho. Desde Argel, rodeado de inmigrantes españoles, no pocos imbuidos por la Idea, mantuvo una intensa correspondencia con anarquistas de Barcelona y mandó sus primeras colaboraciones al semanario ácrata Tierra y Libertad y a Solidaridad Obrera, periódico sindicalista de la federación homónima precursora de la CNT.

En 1915 asistió como delegado de la CNT al Congreso de la Paz de El Ferrol, en que impulsó la reorganización de la anarcosindical tras muchos meses de clandestinidad, así como la adopción de la táctica de la acción directa, opuesta a la delegación en intermediarios durante los conflictos laborales y en la lucha de clases en general. Al año siguiente nos lo encontramos ya en los principales escenarios sindicales del momento. Viaja a Madrid junto a Salvador Seguí (a) El Noi del Sucre, en busca de la colaboración con la Unión General de Trabajadores (UGT), y allí conoce a Pablo Iglesias y otros líderes socialistas. El colofón de la unión sindical será la huelga general de agosto de 1917. Este año marca un jalón en la trayectoria de Pestaña: en marzo había sido elegido Secretario de la CRT de Cataluña, y en otoño, tras el escándalo de financiación de Solidaridad Obrera por parte del servicio de espionaje alemán, una comisión reunida para poner remedio al asunto lo nombrará, en cuanto miembro de la redacción, director del periódico.

También será uno de los principales organizadores de un importantísimo congreso regional, pospuesto hasta finales de junio de 1918. Es el famoso Congreso de Sants, que acordó la concentración de las tradicionales sociedades de oficio en Sindicatos Únicos de Ramo o Industria, estructura más práctica y moderna que más tarde usaría toda la CNT, y ratificó al berciano en su puesto de director de la Soli. Desde el día 9 de junio, en sus páginas había emprendido una valiente campaña contra el comisario local de policía de Barcelona, Manuel Brabo-Portillo, acusándolo de ser un espía de los alemanes. El escándalo llevó a la cárcel a este oscuro personaje, al tiempo que el contraataque devolvía el prestigio perdido a la cabecera confederal. La otra cara de la moneda es que Pestaña, convertido ya en alguien muy popular, tuvo que dotarse de escolta.

El éxito de la famosa huelga de La Canadiense de 1919, en Barcelona, y la consiguiente aprobación de la jornada universal de 8 horas en España, fueron motivo de propaganda confederal en tierras donde la CNT tenía poca implantación. Por esto, entre otras causas, nos encontramos a Pestaña mitineando por la capital del Reino a comienzos de octubre junto a otros compañeros. Unas semanas después, otro congreso de la CNT, el del Teatro de la Comedia de Madrid, acordó extender los postulados de Sants a todo el territorio español y asumió, en otra vuelta de tuerca del sindicalismo revolucionario, el comunismo libertario como ideal y finalidad. El eco de la Revolución Soviética recorría Europa y el congreso decidió también sumarse provisionalmente a la III Internacional, la Internacional Comunista, y enviar dos delegados a Rusia para obtener información con que poder ratificar su adhesión.

Acreditación de Ángel Pestaña para su participación en el Congreso de la Comedia (Fuente: Arxiu Nacional de Catalunya )

Pestaña no fue uno de los elegidos, pero emprendió un viaje por Europa para recabar apoyos en la lucha contra la patronal catalana y, mientras estaba en París, se le ofreció desplazarse al país de los soviets. Unas semanas después, en Berlín, se enteraría de la convocatoria del II Congreso de la Internacional Comunista, por lo que solicitó las credenciales para representar a la CNT. Llegamos al verano de 1920. Allí se relacionó con la flor y nata del obrerismo internacional y se formó una mala opinión de la revolución en general y del congreso en particular[1]. La memoria presentada al Comité Nacional de la CNT a finales de 1921, así como el informe complementario tratado en la Conferencia de Zaragoza de junio de 1922, serán determinantes para desvincular por completo el anarcosindicalismo español de la influencia comunista autoritaria.

Hasta aquí la presentación de nuestro protagonista[2], apenas 2 meses antes del atentado que nos ocupa. Es curioso que, en buena parte de la prensa de la época y en muchos trabajos posteriores, conste que el título de la charla en el Teatro Nuevo de Manresa fuera La Rusia Soviética, en que supuestamente debía aportar sus impresiones sobre la revolución. Pero no es así.  El encargado de desarrollar el tema era el otro orador de aquella noche, el reconocido sindicalista y zapatero de Sabadell Bruno Lladó. La charla Pestaña se titulaba Consideraciones sobre el problema social.

Retrato de Pestaña pintado por Isaak Brosdky en Rusia. Fuente: Wikipedia rusa

Ojo por ojo…

Cuando Lladó y Pestaña acudieron a Manresa, el pistolerismo era un problema enquistado para el que no se veía solución a corto plazo. La violencia entre la clase obrera y la patronal, de un lado, y entre la clase obrera y el Estado, de otro, venía de atrás; pero fue evolucionando en diferentes contextos, cada cual, con sus propias características, motivo por el que los historiadores suelen fechar el comienzo del fenómeno en 1917-1918.

La coyuntura vino marcada por tres acontecimientos importantes: el fracaso de la referida huelga general de agosto de 1917, la influencia de la Revolución Soviética y el desarrollo del espionaje en Barcelona por parte de las potencias beligerantes en la I Guerra Mundial. En este ambiente convergieron diferentes factores y condicionantes que dificultan la comprensión del fenómeno: la adopción de medidas violentas e individualistas por parte de algunos sectores del anarquismo y del anarcosindicalismo; acciones de sabotaje y agresiones individuales relacionadas con el espionaje internacional, como el célebre caso del asesinato del patrono e ingeniero industrial Josep Albert Barret, que se tiñó de crimen social; la bajada de sueldos y el aumento del paro forzoso debido a la reconversión industrial llevada a cabo al terminar la I Guerra Mundial; la crisis del sistema político de la Restauración, patente en 1917, y el auge del catalanismo político con la creación de nuevos estados en la Europa de 1918.[3]

Desde la segunda mitad de 1918, la violencia se generalizó y alcanzó objetivos cada vez de mayor rango. Barcelona se convirtió en una ciudad en permanente estado de excepción. Las garantías constitucionales estuvieron suspendidas desde enero de 1919 hasta abril de 1922, lo que se tradujo en sindicatos cerrados, clausura de prensa obrera y prisiones a rebosar. El éxito sindical del recién adoptado Sindicato Único, cuyo momento álgido será el triunfo de la referida huelga de La Canadiense, fue respondido sin miramientos por la patronal catalana, intensificando sus métodos tradicionales de lucha de clases: confección de listas negras con nombres de sindicalistas a quienes se impedía trabajar; despidos masivos; reorganización, con apoyo firme del Capitán General de Cataluña, Jaime Milans del Bosch, de la institución parapolicial del Somatén para reprimir las huelgas; creación de la Federación Patronal Catalana, replicando así la organización sindical confederal, y el lock-out o cierre patronal, convocado por el II Congreso de la Federación Patronal para el 3 de noviembre y con carácter general permanente desde el 1 de diciembre; y, lo que más nos interesa ahora, la financiación de bandas de pistoleros. Es el llamado terrorismo blanco, organizado por Brabo-Portillo, de regreso en la capital catalana tras el escándalo del espionaje, y perpetrado por la llamada Banda Negra. Tras un primer intento frustrado de acabar con la vida del sindicalista del ramo de la construcción Pedro Massoni, el 17 de julio de 1919 la banda asesinó a Pau Sabater (a) El Tero, secretario del sindicato de tintoreros, uno de los más influyentes en la industria textil. Como respuesta, el día 5 de septiembre ejecutaron a Brabo-Portillo.

Cadáver de Bravo Portillo (foto: Mundo Gráfico)

En este momento tomaron fuerza los llamados grupos de acción anarquistas y sindicalistas, existentes desde el otoño de 1917 y que poco a poco se irán volviendo más agresivos y autónomos respecto de la CNT. Y así comenzó una espiral de violencia que se llevó por delante a cientos de víctimas, entre ellas el líder confederal Salvador Seguí; el ex gobernador civil de Barcelona, Francisco Maestre Laborde-Bois, Conde de Salvatierra; el presidente del Consejo de Ministros, Eduardo Dato, o el cardenal Juan Soldevila. La ciudad de Barcelona se convirtió en territorio de guerra de guerrillas, cuyas escaramuzas se extendieron por toda la provincia (en nuestro caso, Manresa) y a otros territorios como Valencia o Zaragoza.

Este es, a grandes rasgos, el origen del drama social del pistolerismo. Un drama que se irá complicando cada vez más y al que se irán incorporando nuevos actores de interés para nuestra historia. Uno de ellos, actor colectivo, es la Corporación General de Trabajadores o los conocidos como Sindicatos Libres, organizados a lo largo de 1919, aunque creados oficialmente en otoño en el Ateneo Obrero Legitimista de Barcelona, formados por elementos carlistas y, como su nombre indica, en clara rivalidad con los Sindicatos Únicos de la CNT, a quienes acusaban de tiranos, antirreligiosos y antipatriotas. Desde verano de 1920, la pugna en el seno de los sindicatos se trasladó también a las calles. Libreños armados y amparados por carnets del Somatén o de agentes de Vigilancia comenzaron a perpetrar y a sufrir atentados. Llama la atención, además, que en algunos golpes participaran directamente algunos de sus fundadores y máximos dirigentes. Es el caso de Ramón Sales o del escritor y periodista Juan Laguía Lliteras, presidente y secretario general respectivamente.

Ramón Sales Amenós (La Fuliola c. 1893-Barcelona 1936)

Ante este panorama, el estado de la Restauración fue un estado fallido incapaz de controlar la situación en Barcelona, lo que propició el auge del poder militar y paramilitar en detrimento del poder civil. La burguesía catalana, falta de confianza ante un Estado incapaz de protegerla, pero capaz de aprobar la jornada laboral universal de 8 horas, no dudó en aliarse con aquél para defender sus intereses. Todo lo cual contribuyó, según señala el historiador Juan Cristóbal Marinello, a crear de facto un sistema de relaciones laborales basado en la figura del Gobernador civil, en que la violencia sindical se convirtió también en un importante medio de presión política para exigir a las autoridades su intervención en las huelgas.[4]

Al verse superados por las circunstancias, los sucesivos gobiernos alternaron periodos de tolerancia con otros de brutal represión. Así, en mayo de 1920, después de seis meses de mandato de Manuel Allendesalazar, presidente del Consejo de Ministros, y de mano dura del gobernador civil de Barcelona, el Conde de Salvatierra, el rey Alfonso XIII encargó formar gobierno a Eduardo Dato (el tercero en su cuenta) con el objetivo, entre otros, de acabar con el problema social. El líder del partido conservador había sido precursor en la introducción de leyes obreras, lo cual le daba cierto aire de reformista con sensibilidad social. Esto explica que, además de designar a Federico Carlos Bas como nuevo gobernador civil de la provincia, aplicara de inmediato medidas aperturistas tales como la creación del Ministerio de Trabajo; la desarticulación de la banda del Barón de Köening, el sucesor de Brabo-Portillo al frente de la Banda Negra; la liberación de presos gubernativos, y la apertura de sindicatos y el fin de la censura de sus publicaciones.[5]

Juan Laguía Lliteras (Valencia 1890-Madrid 1937)

Sin embargo, las medidas conciliadoras llegaban tarde y la radicalización del anarcosindicalismo y de los grupos de acción no tenía vuelta atrás. Como tantas otras veces en la historia de la CNT, incluso de la regional española de Asociación Internacional de Trabajadores si nos remontamos al s. XIX, los acontecimientos pasaron por encima de los partidarios de la vía legal, orientada a consolidar las mejoras laborales conseguidas, de fortalecer unos sindicatos debilitados tras meses de dura brega y de engrandecer numéricamente a la Organización. Muchos de los defensores de esta línea, entre ellos Salvador Seguí y el propio Pestaña[6], pensaban que el pistolerismo, más por motivos prácticos que por consideraciones morales o filosóficas, conducía inevitablemente a la clandestinidad y a la derrota. Es más, pensaban que en el fondo la respuesta armada hacía el juego a la burguesía catalana, en general partidaria de la mano dura.[7] Quizá por ello la represión no hiciera distinciones entre partidarios y detractores de la violencia, creando, con el encarcelamiento de los líderes del sindicalismo revolucionario, un vacío de poder que permitió el ascenso de los grupos más extremistas que, acostumbrados a actuar en la sombra, aguantaron mejor la embestida, convirtiéndose de hecho en una estructura informal dentro de la CNT.

La política gubernamental, espoleada por las demandas de la burguesía catalana, dio un giro radical en noviembre de 1920 con el nombramiento de Severiano Martínez Anido, hasta entonces gobernador militar, gobernador civil de Barcelona y el consiguiente ascenso a la Dirección General de Seguridad de su hombre de confianza, el general Miguel Arlegui. Ambos eran veteranos de las guerras coloniales, y con una visión parecida abordarán el problema social en Cataluña. Desde entonces y hasta octubre de 1922, el poder civil dejó de actuar de facto y Martínez Anido, segundo actor protagonista de nuestro drama, tendrá completa libertad de movimientos. Su mandato comenzó con el descabezamiento de la CNT y la famosa deportación a La Mola de Mahón de 35 destacados sindicalistas, que dio pie también al asesinato del diputado y abogado catalanista Francesc Layret cuando salía de su casa para ir a ver a los detenidos.

De izquierda a derecha, Miguel Arlegui (1858-1924), Severiano Martínez Anido (1862-1938) y Manuel Bravo Portillo (1876-1919)(fuente: Wikimedia Commons)

Podemos afirmar que desde entonces fueron habituales en Barcelona la guerra sucia y el terrorismo de Estado. A la variedad de métodos usados en la lucha de clases por la burguesía catalana con el apoyo de Capitanía, a que nos hemos referido más arriba, se suman ahora la conocida popularmente como “ley de fugas”, consistente en el tiro por la espalda por parte de miembros de los cuerpos y fuerzas de seguridad so pretexto de huida de los detenidos; la liberación de presos de madrugada, de los que nunca más se sabía, o el traslado de sindicalistas al Puerto de Barcelona para embarcarlos y tirarlos al mar con unos cuantos kilos de carga, atados de pies y manos.[8]

En esta situación llegamos a abril de 1922, pocos meses antes del atentado que nos ocupa, cuando el gobierno de José Sánchez Guerra decide restablecer las garantías constitucionales. Fruto de la represión anterior, las víctimas del pistolerismo se han reducido considerablemente. Del pico de 311 en el año 1921, pasaremos a final de 1922 a cifras comparables a 1917 y 1918, esto es:  19 muertos, 30 heridos y 12 ilesos.[9] Y la CNT, casi desarticulada, apenas puede recaudar las cuotas de afiliación, que ha sido históricamente su única forma legal de financiación. Además de la impunidad libreña en las calles, la connivencia de las autoridades ha favorecido el crecimiento de afiliación en los Sindicatos Libres, pues con los Únicos clausurados muchos trabajadores han pasado a sus filas.[10]

Sin embargo, gracias a la existencia de redes de solidaridad en los barrios de la ciudad (existentes incluso desde antes de la creación de la CNT, en 1910) al mantenimiento de estructuras sindicales clandestinas en los tajos y a la participación de las clases populares en ateneos, instituciones culturales y cooperativas de consumos,[11] con el proceso aperturista de Sánchez Guerra los sindicatos confederales comenzaron un rápido proceso de reorganización del que no será ajeno Pestaña. En mayo, tras permanecer 16 meses preso y fuera de juego desde su regreso a Barcelona procedente de Rusia, salió de la Modelo de Barcelona y retomó la ajetreada actividad sindical y propagandística.

El atentado
No era la primera vez que intentaban matar al berciano: la patronal catalana ya había puesto precio a su cabeza a finales de 1919. Según su biógrafo Ángel María de Lera, fue un miembro de la familia Muntadas, propietaria de la fábrica textil La España Industrial, quien aportó 23.000 pesetas para eliminarlo. Quizá se tratara de Matías Muntadas Rovira, quien ya había financiado otros atentados, entre ellos el que acabó con la vida de Layret.[12] Sea como fuere, parte del dinero sirvió para pagar a un vecino de la familia Pestaña y poder establecerse en su casa, en la calle San Jerónimo 11, para acribillarlo. Por suerte, el sindicalista se había desplazado a Tarragona para dar una conferencia en el Coliseo Mundial el día 10 de enero, y allí se enteró de que el gobernador civil de la provincia había ordenado su detención y la policía andaba pisándole los talones, por lo que huyó y permaneció escondido unos meses en una masía. Todo lo cual, sin saberlo, lo puso a salvo de los esbirros de la patronal.[13]

Cartel del acto en el Teatro Nuevo de Manresa. Fuente: todocoleccion.net. Gentileza del Centre de Estudios Ramona Berni (CERB) de Manresa.

En el caso que nos ocupa[14], la mañana del suceso un compañero le advirtió del peligro que corrían porque había recibido cartas con amenazas de muerte hacia ambos por parte de elementos del Sindicato Libre de Manresa para que suspendieran el acto y clausuraran el semanario obrerista local El Trabajo. Se trata del obrero textil Josep Espinalt, militante destacado de la comarca, director del periódico y principal organizador del acto del Teatro Nuevo. Por esto último habría ido a Barcelona a recoger al conferenciante. Pese a la información, y puesto que Manresa no era en ese instante una ciudad caliente[15], decidieron no suspender el evento. No pensaban que fuera tan serio. De hecho, en declaraciones posteriores a la prensa, Pestaña explicaría que aquello le pilló por sorpresa ya que no percibió ninguna señal de la táctica seguida habitualmente por los pistoleros antes de perpetrar un golpe, como podía ser un registro domiciliario previo de la policía o bien “hacerle a uno la parada”, consistente en un registro policial minucioso en plena calle, más de rasgos físicos que de objetos, para poder marcar a la víctima[16]. La verdad, no obstante, es que los días previos a la conferencia hubo en Manresa una profusión de hojas violentísimas, impresas clandestinamente, y en una de ellas se anunció el atentado[17]. El golpe, pues, se anunció públicamente y nadie tomó precauciones para evitarlo, salvo algunas rutinarias por parte de los afectados.

A las 12 del mediodía, suben al tranvía de las Planas y se dirigen a Sabadell a reunirse con el otro orador, Bruno Lladó. Allí comen los tres y parten hacia Manresa. Llegan a destino a las 18:30hrs, una hora antes de lo previsto por motivos de seguridad, y son recibidos en la Estación del Norte[18] por una comitiva del Sindicato Único local formada por Lluís Serra Lluch, Joan Pujol Planas, Joan Illa y Ramiro (Ramón en otras fuentes) Angelet. Este último informa a los recién llegados que acaban de ver a seis o siete individuos sospechosos pertenecientes al Sindicato Libre local rondando el puente de hierro, una pasarela metálica sobre el río Cardoner que une la estación con la ciudad, y les recomienda cambiar el itinerario habitual para evitar el encuentro.

Tramo medio de la margen izquierda del torrente de San Ignacio en el s. XIX. La bocacalle del centro se parece mucho a la calle Cantarell. Fuente: Museo Victoria and Albert de Londres. En: BONVEHÍ CASTANYER, Jordi, “Les fotografies perdudes de Valladolid”, 21/06/2016, Històries Manresanes.

No sabemos con certeza adónde iban. En la prensa hay diferentes versiones: a visitar la ciudad, a la fonda en que habían de hospedarse o bien a cenar casa de Espinalt. En cualquier caso, decidieron ir por el puente de piedra, el Puente Viejo, ubicado a unos 300 metros de su posición, para entrar a Manresa por la zona del torrente de San Ignacio, donde abundaban los cafés, las pensiones, las fondas y los prostíbulos.

Después de atravesar las calles de San Marcos y Montserrat, en la plaza de San Ignacio, el alguacil del ayuntamiento encuentra al grupo y se acerca a Espinalt para informarle de que el alcalde quiere verlo para rellenar unos documentos necesarios para autorizar el acto. El resto cruza el torrente por el puente de Santa Lucía y toma el camino de su margen izquierda. Van en fila india, de a dos como mucho en los tramos más anchos. A la altura de la calle Cantarell, dispuestos a doblar la esquina para subir a la plaza del Hospital, un hombre que viene por detrás les adelanta y de repente grita “¡Ahora!” a otros dos individuos agazapados en las escaleras del portal de una casa, frente a un burdel llamado La Vermella, conocido popularmente por Ca la Cisca (casa de Francisca). Suenan disparos y el grupo de cenetistas se dispersa a toda prisa. Excepto Pestaña, que yace inmóvil boca abajo.

Entrada a la calle Cantarell desde el torrente de San Ignacio en 1922. Fuente: Mundo Gráfico

Acudieron en su ayuda dos o tres mujeres procedentes del burdel y varios soldados del Batallón de Cazadores de Reus, y entre todos subieron al herido por la cuesta de Cantarell hasta el hospital de Sant Andreu, a escasos 150 metros de allí. Según informe de Francisco Soler, uno de los médicos que le atendió, fue disparado por detrás (posiblemente Pestaña se diera la vuelta para intentar huir) y bien desde lejos o bien, como fue el caso, por una pistola de poca potencia. Y al decir de dos peritos armeros cuyo informe consta también en el sumario del juicio, las balas procedían del mismo tipo de pistola, lo que refuerza la hipótesis de que fue alcanzado por el mismo tirador. Sea como fuere sufrió tres heridas: la de la espalda, la más grave, cuya bala le atravesó un pulmón y quedó alojada junto a la tráquea, en el cuello, a flor de piel; otra en el antebrazo izquierdo, limpia, con orificios de entrada y salida, y otra en el brazo derecho a causa de la caída. A pesar de la gravedad de la primera de ellas, los doctores pronto se dieron cuenta de que, si no se infectaba el pulmón afectado, tenía bastantes posibilidades de sobrevivir.

El suceso tuvo un epílogo macabro. Para asegurar el éxito de la operación, los pistoleros aguardaron en la puerta de hospital  para intentar rematar a la víctima. Pasaron allí apostados días, semanas, con la Guardia municipal y la Guardia Civil haciendo la vista gorda. Esto provocó sonadas protestas de los médicos del hospital, y tal escándalo que, en Madrid, el diputado socialista Indalecio Prieto pidió al ministro de Gobernación que hiciera lo posible para evitar su asesinato. Como éste no era capaz de imponer su autoridad, Prieto acudió directamente al Presidente del Consejo de Ministros. Es inexacto pues, como muchas veces se ha escrito, que los interpelara en el Parlamento. No era periodo de sesiones: estaban de vacaciones. Lo que pasó, según narraría más tarde Prieto, es que fue a buscar a José Sánchez Guerra por Madrid y lo encontró en un tablao flamenco muy popular conocido como Villa Rosa (hoy sigue abierto como bar de tapas, cerca de la plaza de Santa Ana). El Presidente se comprometió a hacer todo lo posible para proteger a la víctima, ordenó al director general de la Guardia Civil que limpiara Manresa de pistoleros y estableció conferencia telefónica con Barcelona para hablar con Martínez Anido y hacerle responsable personalmente de la suerte de la vida de Pestaña.[19] Así, se reforzó la vigilancia en la plaza del Hospital y los sicarios no pudieron acabar la faena. Además, a tenor de las visitas que recibió el convaleciente, lo más probable es que una guardia confederal también lo protegiera desde el interior.

La calle Cantarell, hoy

Sin poder usar los brazos, las monjas de la caridad y su compañera María Espes tuvieron que alimentarlo durante unas semanas. Mejoró en pocos días y al cabo de dos meses salió del hospital. Pese a que la prensa había propagado la noticia de que acabaría su recuperación en Madrid, se trasladó a Zaragoza bien protegido por la Guardia Civil y se instaló en casa de los suegros. Antes de acabar el año, el 5 de diciembre de 1922, volvió Manresa y participó en un mitin en el Teatro Nuevo.[20]

Dicen que Pestaña murió de la herida de bala que anidó en el pulmón, en diciembre de 1937. No fue exactamente así. Según el acta de defunción, se lo llevó una bronconeumonía[21]. Pero no tener los pulmones sanos sí debió de ser un inconveniente importante. Además, de niño trabajó en la mina, en la cuadrilla del padre. Y Blas, que así se llamaba, murió de la misma enfermedad.

Pestaña convaleciente en el hospital de Sant Andreu junta a María Espes y su hija Azucena. Fuente: Mundo Gráfico.

La autoría

La versión puesta en circulación desde el primer momento por la policía apuntaba a los propios compañeros como los ejecutores del atentado. Unión Obrera, el periódico oficial del Sindicato Libre, seguirá la línea marcada, aunque atribuyendo la autoría a la facción bolchevique de la CNT, que habría preparado la emboscada a causa del informe de Pestaña al Comité Nacional de la CNT sobre su viaje a Rusia. Y otra interpretación policial  posterior achacaría la traición al reformismo de Pestaña, cada vez más alejado de los postulados del anarquismo[22]. Estas explicaciones eran –y son— poco convincentes, y la misma víctima las desechó en una entrevista concedida a la prensa madrileña: “Los conozco bien”[23].

Tampoco eran nuevas. Fueron usadas muchas veces en que la víctima era un anarquista o un anarcosindicalista. Ahora bien, el berciano era un blanco fácil. Su postura contraria a la violencia de los grupos y las expropiaciones (o los atracos, como prefieran ustedes) le granjeó las primeras grandes enemistades en la CNT. Y es que al menos al principio, como él mismo reconoce en sus memorias, fue poco claro, ambivalente y condescendiente con los compañeros y compañeras que pertenecían o colaboraban con los grupos de acción. ¿Por qué? Por cálculo y en beneficio de sus ideas. Porque en el fondo le latía una contradicción: el compañerismo y la fidelidad a la CNT frente a la utilidad sindical y revolucionaria[24]. Una visión, por cierto, que no se apartaba del parecer de muchos otros compañeros. Repudiaban los atentados porque consideraban que el sindicalismo disponía de fuerza suficiente para paralizar la vida entera de la población; pero no despreciaban a sus autores, considerados más bien el producto de una educación individual incompleta y, en cierta forma, víctimas de la violencia de los de arriba. Dicho de otro modo: execraban los crímenes sociales, pero censuraban también sus causas generadoras.[25]

Joaquín Blanco Martínez, también llamado El Picón y Valladolid (Valladolid 1901-Barcelona 1933), guardaespaldas de Ángel Pestaña (foto del blog Nord-est Llibertari)

Sabemos que, desde la publicación de las cartas manuscritas de puño y letra de Brabo-Portillo en la Soli, el leonés tuvo que ir protegido con escolta. Uno de sus guardaespaldas fue Joaquín Blanco Martínez (a) El Valladolid, hombre de acción que en 1922 participaría en un falso atentado contra Martínez Anido, al que nos referiremos más adelante, colaborador habitual del conocido grupo “Los Solidarios” de los Ascaso, Durruti y García Oliver desde su formación, y autor de los disparos que acabaron con la vida de un policía protector del oscuro abogado Pedro Mártir Homs, en septiembre de 1923. Blanco era un temerario capaz de dejarse matar por hacer su trabajo, y llevaba dos pistolas porque a su protegido no le gustaba ir armado. Otro escolta habitual suyo fue Ricardo Sanz,  conocido miembro de “Los Solidarios”, quien en periodos de mucha violencia llegaba incluso a seguirlo sin que se diera cuenta. Vemos, pues, que los mismos pistoleros a los que tanto criticaba el berciano, aunque entonces aún lo hiciera en privado (no así con los atracadores, contra quienes ya argumentaba públicamente basándose en los resultados contraproducentes de la experiencia en Rusia y en Francia), formaban parte de su entorno íntimo y de su vida cotidiana. Esta era la realidad en que estaba inmerso. Sanz era amigo suyo. Y Blanco había sido, ni más ni menos, pareja de su compañera María Espes, con quien tuvo dos hijas, Encarnación y Josefina.[26]

El lector atento se habrá preguntado dónde estaban los guardaespaldas de Pestaña el 25 de agosto de 1922, o al menos por qué los compañeros no respondieron a la agresión y salieron corriendo. No podemos, de momento, responder con certeza; pero sí me atrevo a plantear una hipótesis: después de casi un año y medio ausente de las calles de Barcelona por permanecer escondido en la masía de Tarragona, haber viajado a Rusia y haber sido detenido y encarcelado inmediatamente después, es probable que Pestaña ese verano no anduviera protegido. Y aquí encaja la figura de Josep Espinalt. Sabemos que fue el principal organizador del acto y, como tal, según los testimonios de los juicios recogidos en la prensa, fue a recoger a Pestaña a Barcelona. Pero no hemos mencionado que Espinalt, cuando era necesario, también era un hombre de acción. Así, a comienzos de 1921 formó parte de una expedición designada por un Pleno confederal del ramo textil que se desplazó a Madrid para negociar la formación de una comisión algodonera compuesta por representantes de la patronal, el Gobierno y la CNT, cuyo cometido real habría sido ayudar a preparar el atentado que acabó con la vida de Eduardo Dato, el 8 de marzo. Durante esos días, se habría dedicado también a controlar los movimientos del Presidente del Consejo de Ministros.[27] Más adelante veremos que participó también en otra operación. No es descabellado, pues, pensar que Espinalt se dedicara a labores de escolta el día del atentado. Por eso habría ido a buscar al leonés a Barcelona. En tren. Y recordemos que fue el único miembro de la comitiva que se ausentó poco antes del tiroteo al ser reclamado por el alcalde.

En cualquier caso, lo cierto es que los autores de los disparos fueron miembros de los Sindicatos Libres. Algunos residían en Manresa; otros habrían venido de refuerzo desde Barcelona, pistoleros habituales[28]. A los cuatros días del intento de asesinato los nombres de los principales sospechosos ya aparecen en la prensa[29]. Isidro Miquel Vinyals, presidente del Sindicato Libre de Manresa, no tenía antecedentes penales, lo que no evitó que pocas horas después del suceso fuera dictado auto de procesamiento contra él y el día 30 se presentara voluntariamente en el cuartel de la Guardia Civil, donde fue detenido e incomunicado. Joan Pladevila Cucurull (a) Juan de la Manta, ferroviario manresano aunque por entonces hombre de acción en Barcelona con numerosos antecedentes, quien será capturado en la Ciudad Condal a comienzos de 1923, encerrado en la prisión de Manresa y parece ser que puesto en libertad con cargos a la espera de juicio [30]. Ramón Ródenas Ródenas (a veces aparece como Rabadá o El Rabada), pistolero habitual nacido en Enguera (Valencia) y tintorero en Sant Andreu de Palomar (Barcelona), donde será detenido en agosto de 1923 en posesión de una Búfalo calibre 7’65 con diez y nueve cápsulas y dos cargadores, reclamado por el juzgado de Manresa[31]. Pedro Mollart Prades (también Mullart, Mollar o Mollá), vecino de la localidad que será detenido en Sallent (Barcelona) por la Guardia Civil en octubre de 1923[32]. Y un tal Chato de Sant Andreu, cuyo nombre real por el momento desconocemos.

Descartamos a otros pistoleros que aparecen en las fuentes. Es el caso de Carlos Baldrich Ibern (a) Onclo (o L’Oncle, ‘El Tío’), porque el día del suceso estaba preso. Fue detenido el día 22 por un alboroto entre obreros a la puerta de una fábrica, en que se le encontró una Browning, y salió de la cárcel el día 27[33]. El militante anarcosindicalista de Badalona Joan Manent Pesas cita también en sus memorias a un tal Vilajoana (a) El Tronqui y a otro individuo conocido como En Serra, ambos originarios de Berga (Barcelona), así como al pistolero de Barcelona Andreu Hortet y al mismísimo Juan Laguía,[34] pero no hemos podido confirmar su presencia.

La calle Cantarell, hoy.

Los juicios

Se ha escrito y se ha repetido que nunca hubo juicio contra los pistoleros. No es así. Fueron juzgados en la misma causa por asesinato frustrado Vinyals, Juan de la Manta y El Chato de Sant Andreu en junio de 1923, casi un año después, ante la sección segunda de la Audiencia Provincial de Barcelona. Vinyals fue el único presente; los otros dos fueron procesados en rebeldía. Su declaración durante la vista fue, en mi opinión, poco convincente. Pero juzguen ustedes. Dijo que el día de los hechos se acercó a la estación a dar un paseo y vio que los grupos del Libre y del Único “se miraban en actitud de reto”, por lo que se marchó de allí para evitar problemas y en el puente de piedra, junto a un pozo, se sentó y se quedó dormido. Luego, como hacía a menudo, se marchó en tren a Barcelona y allí se habría enterado del atentado. El día 28 volvió a Manresa y por su padre supo que la Guardia Civil se había presentado en su casa, lo cual le movió –siempre según él— a presentarse voluntariamente en el cuartel dos días más tarde.

Los acusados comenzaron la vista en desventaja: ningún testigo de la defensa acudió al juicio. Eran policías y guardias civiles destinados en otras localidades, por lo que no se presentaron. Después, los cenetistas Espinalt y Pujol Planas, así como una de las mujeres del burdel, identificaron a Vinyals como autor de los disparos contra Pestaña; dos vecinos de Vinyals declararon que ese día oyeron disparos en casa del acusado porque, junto a otros individuos, estaban practicando tiro al blanco, y otra vecina dijo haber oído también tiros, sin precisar de dónde venían.

Aun así, los testimonios del fiscal incurrieron en contradicciones y hubo algunos puntos oscuros. Por ejemplo, Espinalt, que conocía bien a su antagonista, dijo que al separarse del grupo para ir a ver al alcalde se cruzó con Vinyals y otros dos individuos y vio que iban armados, cuando durante la instrucción del sumario no había dicho nada al respecto. Algo parecido le pasó a una de las mujeres que salió del prostíbulo, la que primero llegó hasta el herido, llamada María Ferri Belmonte, quien identificó al acusado en el juicio a pesar de que, según la defensa, no lo habría hecho en una rueda de reconocimiento anterior porque “el que disparaba la pistola, el último, era más grueso que el procesado”. La mujer replicó que no fue así, negando que hubiera dicho tal cosa. Sin embargo, su compañera Pilar Rodríguez Gil, con quien estaba en el balcón al ocurrir el suceso, declaró que desde su posición no era posible ver la cara a los tres agresores.

¿Y Pestaña? Declaró que no vio la cara de su agresor y que desconocía si había rivalidad entre Espinalt y Vinyals. Concluyó diciendo que oyó decir que el procesado era uno de los autores de los disparos, aunque no sabía en qué se fundamentaba tal acusación. Durante la intervención, repitió varias veces que no quería perjudicar al procesado, puesto que no le inspiraba animosidad alguna. Parece que fue sincero, y así lo llegó a afirmar el abogado defensor. No obstante, hay un asunto que llama la atención, algo que pasó casi inadvertido para la mayoría de transcriptores del testimonio en la prensa: el leonés aseguró que al poco tiempo de estar en el hospital recibió una visita de determinadas personas que le dieron los nombres de los autores de los disparos. Al hacer estas afirmaciones, el fiscal interrumpió al testigo encareciéndole, en nombre de la Justicia, que facilitara esos nombres, pero se excusó de hacerlo: “Si diera esos nombres en las actuales circunstancias sería tanto como firmar la sentencia a muerte de los aludidos”[35]. ¿Pensaba Pestaña que Vinyals no era el autor de los disparos que le alcanzaron? De momento no podemos hacer más que conjeturas.

Pero hay más datos a tener en cuenta. De entrada, el leonés consideraba que la orden del atentado venía de arriba. Así, en el primer gran mitin al que acudió tras sobreponerse de las heridas, en el Ateneo de Madrid, lanzó graves acusaciones contra Martínez Anido que salieron en primera plana en la prensa madrileña. Entre ellas dijo que, a las pocas horas de perpetrarse el delito, el juez de Manresa mandó a la Guardia Civil detener a dos individuos que estaban cerca del juzgado y “todavía están corriendo”, y que otros pistoleros detenidos por la Guardia municipal pidieron hablar por teléfono con Martínez Anido y, tras hacerlo, fueron puestos en libertad. Es decir, los agentes gubernativos, al recibir la orden del juez de ir a detenerlos, no lo hicieron. Y ante tal ineficacia, pidió el juez también la cooperación del alcalde, y entonces, aun cuando habían transcurrido horas preciosas, la Guardia municipal consiguió prender a siete de los sujetos; pero a las dos horas, por orden del gobernador civil, se les puso en libertad y se les devolvieron las armas.[36]

También debemos considerar que, en cuanto director de Solidaridad Obrera, manejaba muchísima información. Aún antes del juicio, en abril de 1923, inició desde sus páginas una campaña de denuncia del terrorismo blanco bajo el epígrafe “Realidades Trágicas”, en que a menudo aparece o se intuye a Martínez Anido en la cúspide de la trama[37].  En dos de sus números saca a la luz unas cartas filtradas, escritas por miembros carlistas y libreños, y enviadas al diario obrerista supuestamente por un anónimo. Entre ellas hay una que nos interesa especialmente, aparecida el día 11 y dirigida al director del diario, en la que se denuncia a los autores de los atentados cometidos contra Layret; Evelio Boal y Pedro Vandellós, ex secretarios del Comité Nacional de la CNT y de la Federación Local de Sindicatos de Barcelona respectivamente, y contra Ángel Pestaña. En la carta, cuyo contenido conocemos a través de reproducciones en otros diarios de la época (no ha sido posible localizar el ejemplar original), se hacen acusaciones concretas contra personas que participaron directa o indirectamente en los hechos denunciados. Como supuesto director de estos atentados, incluso como autor material en el caso de Boal y Vandellós, figura el nombre del inspector de policía Honorio Inglés Pizarro. Sin embargo, a pesar de que muchos titulares de los diarios consultados lo anuncian, no hemos encontrado transcrito ningún nombre de los pistoleros que nos interesan[38]. Como haría más tarde en el juicio, Pestaña dirá lo siguiente al cabo de unos días: “Los verdaderos asesinos no hay que buscarlos en los autores materiales de estos hechos; radican en esferas más altas, en donde están a cubierto de toda responsabilidad por las altas influencias que los protegen[39].

El paso del tiempo no le hizo cambiar de opinión. En la autobiografía Lo que aprendí en la vida (1934) mantiene que el atentado fue organizado e impuesto por Martínez Anido, en represalia a un discurso suyo durante un mitin en Zaragoza en que lo acusaba de organizar el terrorismo libreño[40]. La gran mayoría de autores defienden esta teoría. Por nuestra parte, no hemos logrado encontrar, en reproducciones de prensa de diferentes mítines que dio en Zaragoza, ninguna acusación directa a Martínez Anido. Quizá la prensa no la reprodujera o Pestaña se equivocara de mitin. Tanto da: las denuncias contra el Gobernador Civil de Barcelona fueron constantes antes y después del atentado. Por otro lado, De Lera añade que quien financió el atentado fue Damián Mateu, empresario fundador de la compañía de automóviles Hispano-Suiza[41].

Regresemos a los juzgados. El desenlace del primer juicio contra Vinyals, Pladevila y El Chato de Sant Andreu fue la declaración de no culpables por parte del tribunal popular. Tal vez por las anomalías referidas más arriba o por otras que percibieran, el fiscal solicitó mantener la causa abierta y repetir el juicio con otro jurado, pero la propuesta no fue aceptada.

La coyuntura política y social del segundo juicio respecto del primero cambió considerablemente. En septiembre de 1923, Miguel Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, se había sublevado contra el gobierno con el apoyo del rey Alfonso XIII. El pistolerismo, sin ser la causa principal del golpe de estado, había contribuido y mucho al deterioro político. De entrada, la Dictadura no ilegalizó los sindicatos confederales, aunque sí aumentó la presión sobre ellos mediante un decreto que imponía el control periódico de la documentación, las cuentas y los actos públicos. Sin embargo, y contra el parecer del leonés, pronto entrarían en la clandestinidad. La Soli fue suspendida por las autoridades, aunque Pestaña por entonces ya había sido relevado del puesto de director. En mayo de 1924, justo una semana antes del comienzo de la vista de este segundo juicio, caía asesinado el verdugo de las Audiencias de Barcelona y Valencia, Rogelio Pérez Vicario. El gobernador civil de Barcelona recrudeció aún más la represión contra los confederales y sus publicaciones.

Aspecto de Ángel Pestaña, con bigote, a comienzos de los años 20. Fuente: archivo particular Sergio Giménez.

A los acusados les pedían doce años y un día de prisión por asesinato frustrado. De nuevo nos encontramos a Josep Espinalt declarando como testigo, esta vez identificando a los acusados como los dos acompañantes armados de Vinyals que se cruzó cuando iba a ver al alcalde, indicando que Mollart, en voz alta, dijo al otro: “Deja a éste, ahora vamos por el otro”. Mollart alegó que tenía enemistad con Espinalt porque habían trabajado en la misma empresa y le había denunciado por actos de sabotaje. Y Ródenas, por su parte, dijo que el día del atentado no estaba en Manresa y que Espinalt pretendía involucrarlo por rivalidad sindical y por vengar a un compañero condenado por autor de un delito societario. En cuanto a Pestaña, esta vez no se presentó al juicio porque estaba en Francia desde hacía unos meses. Los acusados fueron también declarados no culpables y absueltos.[42]

Las consecuencias

La noticia del atentado apareció en todos los periódicos y sus consecuencias no se hicieron esperar. En Manresa la situación se volvió muy tensa la misma tarde del suceso, por lo que las autoridades prohibieron el acto en el Teatro Nuevo que, pese a todo, algunos pretendían celebrar para que Bruno Lladó contara lo sucedido a los obreros, y tuvieron que mandar refuerzos de la Guardia Civil desde Barcelona y poblaciones cercanas para ayudar a la policía gubernativa y municipal. Por otro lado, el juez de instrucción Francesc Segrelles comenzó la investigación esa misma noche. Se acercó al hospital para intentar hablar con el herido, tomó declaración a sus compañeros de la comitiva y ordenó las primeras detenciones. Además, de Barcelona enviaron a la mañana siguiente a un comisario de policía, de apellido Marín, con objeto de abrir una investigación, lo que a la Guardia Civil de Manresa produjo cierto disgusto. Tanto es así, que su capitán se desplazó a Barcelona para hablar en persona con el Gobernador Civil[43].

Los sindicatos locales convocaron huelga general para el día siguiente, sábado, la cual fue seguida por la mayoría de obreros de las fábricas y talleres, incluidos los del Libre. Los primeros en parar fueron los tipógrafos, por lo que ese día no salieron a la calle los diarios de Manresa. La cabecera republicana La Publicidad habla de siete mil trabajadores en huelga; la conservadora La Veu de Catalunya ratifica que fue seguida masivamente, aunque matiza que gran parte de tiendas y cafés permanecieron abiertos.  Apenas hubo incidencias. En la fábrica del Puente Viejo fueron detenidas cinco obreras y un obrero pertenecientes a un piquete. Por otra parte, las autoridades locales prohibieron la celebración de espectáculos, entre ellos una conferencia en el local de la Federación Patronal previsto para la tarde. Hasta el lunes siguiente no se recuperó la normalidad[44].

En la ciudad de Barcelona la noticia se difundió la misma noche del atentado. Como detalle que permite captar la inquietud del momento, la policía tuvo que dispersar a un grupo de obreros que se concentró frente la redacción del diario republicano La Publicidad, en cuyos muros se exponían tablones con las noticias más importantes. Por su parte, diversos sindicatos confederales plantearon una huelga general de protesta para el lunes 28, con especial protagonismo del Sindicato de Transportes. Apostaron piquetes en algunas fábricas y talleres de Sants, Sant Andreu, el Poble Nou, la Barceloneta y otros barrios del Pla de Barcelona.[45]

Pero lo más interesante, en mi opinión, es un asunto que la historiografía ha pasado por alto: la destitución del alcalde de Manresa a los quince días del suceso. Joan Espinalt Oller, de tendencia republicana radical, había sido elegido por el Pleno del Ayuntamiento en abril de 1922 tras dos votaciones nulas, con el apoyo implícito de los regidores de la Liga Regionalista. Las derechas eran mayoría, pero no se pusieron de acuerdo y los lligaires se ausentaron de la tercera votación. En cambio, a principios de septiembre le retiraron el apoyo alegando los siguientes motivos: la constitución anormal del ayuntamiento en abril; la proliferación de la prostitución y del juego en la ciudad; la disminución de ayudas a la beneficencia; el despilfarro; y, en el orden político, el entreguismo a la Unión Monárquica Nacional (UMN). Valiéndose de una maniobra clientelista y caciquil, lograron sustituirlo por el correligionario Ignasi Suaña Esteve. Por lo visto, el diputado liguero por el distrito de Manresa en el Congreso, Josep Creixell Iglesias, solicitó al Ministerio de la Gobernación que Espinalt fuera cesado de su cargo. Y así se hizo, mediante dos reales órdenes: una destituyendo al alcalde y otra nombrando al sustituto. En definitiva, la Liga Regionalista, tan defensora del fuero municipal, ayudó a Martínez Anido a destituir al alcalde.[46]

Cesado el alcalde, el jefe de la Guardia municipal, sintiendo herida su dignidad, dimitió, y los agentes municipales se sumaron a la lenidad de la fuerza pública dependiente del Gobernador Civil. Se comprende así que las bandas de pistoleros, nutridas incluso por los sujetos a quienes el juzgado reclamaba, establecieran día y noche turnos de vigilancia ante la puerta misma del hospital, esperando, tranquilos y ufanos, la salida de Pestaña para rematarlo.

El Ayuntamiento de Manresa al completo, excepto los 4 regidores regionalistas, protestó por la injerencia estatal en los asuntos municipales, y el episodio creó polémica en la prensa y en las instituciones catalanas. Tanto fue así que llegó al Congreso de los Diputados, en cuya sesión del 30 de noviembre hubo una dura interpelación de Alfonso Sala (UMN) al ministro de la Gobernación, Pío Vicente de Piniés. También intervinieron Francesc Cambó, en sustitución del ausente Creixell, y –ahora sí— Indalecio Prieto, quien concluyó diciendo:

Creo que el tema debe y puede ser objeto de mayores esclarecimientos. El reloj no nos brinda hora y la ocasión no es oportuna. Pero yo he de proclamar ante la Cámara –y prescindiendo de manifestaciones sobre mi intervención en este asunto; lo hice ya bajo mi firma— la rectitud de conciencia, el esfuerzo y la hombría de bien puestos por el Gobierno para evitar que se consumara el crimen de que, con la complicidad de los elementos subalternos del Gobierno y de la Autoridad local instituida por los regionalistas en Manresa, iba a ser víctima Ángel Pestaña.[47]

Un mes antes de la interpelación en el Congreso de los Diputados, el 24 de octubre, Sánchez Guerra había relevado a Arlegui de su cargo por disparidad de criterios en la lucha social barcelonesa y la tirantez con el director general de Orden Público, Millán de Priego, lo que provocó, no está claro si por dimisión o destitución, el consiguiente cese de Severiano Martínez Anido en su puesto de gobernador civil. El hecho que acabó con la paciencia del presidente del gobierno fue la organización de un autoatentado por parte de Martínez Anido, a resultas del cual pretendía suspender de nuevo las garantías constitucionales y recrudecer la represión[48]. Sin embargo, como declararía el propio ex gobernador a la prensa:

Podemos tomar de más lejos tal tirantez, y les diré que desde el atentado contra el sindicalista Ángel Pestaña, en Manresa, noté la atmósfera del Gobierno algo molesta para nosotros. Se me preguntaba a diario por telégrafo y por teléfono por el estado de Pestaña; se lamentaba amargamente el ministro de que hubiese podido ocurrir aquel atentado, y hubo días en que se me preguntaba seis veces cómo seguía el enfermo. El mismo día en que ocurrió el atentado, el ministro me preguntó por teléfono qué medidas tomaría yo contra lo ocurrido, pues creía que aquí y en Manresa ocurriría algo sensacional. Le contesté que no pasaría nada ni aquí ni en Manresa, puesto que el atentado contra Pestaña, lamentándolo mucho, era para Barcelona un atentado más, pero no motivo para una catástrofe ciudadana, ni mucho menos.

En efecto: no ocurrió nada. Posteriormente se habló del traslado de Pestaña a Madrid, y desde el ministerio se me dieron órdenes para que dicho individuo fuera trasladado con toda clase de garantías.

También puedo decirles que ni una sola vez me preguntaron los señores Piniés y Millán de Priego por el estado de los agentes de Policía que caían muertos o heridos en el cumplimiento de su deber, ni se han dado recompensas a quienes más se han distinguido en la lucha.[49]

Ignasi Suaña ocupó la alcaldía de Manresa hasta el final de la Restauración y los pistoleros libreños siguieron merodeando por la ciudad durante un tiempo. Prueba de ello es que un grupo de acción, entre los que encontramos al futuro ministro de Justicia Juan García Oliver, se desplazó hasta allá a principios de enero de 1923 para limpiar la zona. Como solía suceder tras las agresiones más graves, la CNT había decidido cobrarse el atentado y para ello contó con el apoyo del propio Josep Espinalt. Pasaron muchas horas esperando al enemigo sentados en el music-hall Kursaal, pero los libreños desparecieron de la ciudad antes de darles caza.[50]

Cabecera de la comitiva en el entierro de Ángel Pestaña, en diciembre de 1937. El segundo por la derecha, Indalecio Prieto

Agradecimientos a los doctores Chris Ealham, María Cruz Santos y Juan Cristóbal Marinello por sus observaciones.

[1] Es posible conocer en profundidad su opinión sobre la Rusia revolucionaria porque escribió mucho al respecto. Véase: PESTAÑA, Ángel (1921), Memoria que al Comité de la Confederación Nacional del Trabajo presenta de su gestión en el II Congreso de la 3ª internacional el delegado Ángel Pestaña. Madrid: Felipe Peña Cruz; (1924), Setenta Días en Rusia. Lo que yo vi. Barcelona: Tipografía Cosmos; (1925), Setenta Días en Rusia. Lo que yo piensoBarcelona: Antonio López Impresor; (1968) Informe de mi estancia en la U.R.S.S. [complemento de la memoria presentada al Comité Nacional de la CNT]. Madrid: Zyx; (1968) Consideraciones y juicios acerca de la Tercera Internacional. Madrid: Zyx.

[2] Sólo aportamos información biográfica determinante para el tema que nos ocupa.  Para ampliar información enlazamos la siguiente semblanza, publicada en este mismo blog y escrita por la doctora María-Cruz Santos: Ángel Pestaña Núñez. Semblanza de un anarcosindicalista. El lector interesado encontrará en ella una bibliografía muy completa para profundizar en la novelesca vida de Pestaña.

[3] GONZÁLEZ CALLEJA, Eduardo; DEL REY REGUILLO, Fernando, “Violència política i pistolerisme a Catalunya. Propostes d’anàlisi”. L’Avenç, nº 92 (mayo de 1995), Barcelona, pp. 34-42.

[4] MARINELLO, Juan Cristóbal (2015), Sindicalismo y violencia en Catalunya 1902-1919 [tesis doctoral]. Barcelona: Universidad Autónoma. Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, p. 1. Disponible en línea.

[5] MARINELLO, Juan Cristóbal, “A cien años de la Ley de Fugas: el terrorismo de Estado en la Barcelona del pistolerismo”. Ser Histórico. Portal de Historia, 29-4-2021. Consulta en línea, 31-8-2022.

[6] Nuestro protagonista reflexionó y escribió mucho sobre los diferentes tipos de violencia, siempre desde un punto de vista utilitario para el sindicalismo. Véase: PESTAÑA, Ángel (1920), El Terrorismo en Barcelona. Tarragona: CES; (1932), Consideraciones generales sobre la violencia. Madrid: Minuesa; (1934), Lo que aprendí en la vida. Madrid: M. Aguilar-Editor, pp. 75-106 y 159-185; (1979), El Terrorismo en Barcelona (Memorias inéditas). Edición y prólogo de Xavier Tusell y Genoveva García Queipo de Llano. Barcelona: Planeta, pp. 85-96.

[7] Véase, por ejemplo, un manifiesto firmado por Seguí y Pestaña, entre otros, que intentó ser leído en el Congreso de los Diputados por el abogado republicano catalanista Francesc Layret el 7 de agosto de 1919 y publicado en la prensa: “La exposición de los sindicalistas al Congreso”, El Liberal, Madrid, 22-8-1919, p. 1.

[8] Véase al respecto una intervención del diputado socialista Indalecio Prieto en el Congreso: Diario de las sesiones de Cortes: Congreso de los Diputados, Sesión de 14-3-1922, pp. 97-98. Disponible en línea.

[9] BALCELLS, Albert: “Violencia y terrorismo en la lucha de clases en Barcelona de 1913 a 1923”, Estudios de historia social, nº 42-43 (1987), Madrid, p. 49.

[10] PRADAS BAENA, Maria Amàlia (2003), L’anarquisme i les lluites socials a Barcelona, 1918-1923: La repressió obrera i la violència. Barcelona: Edicions de l’Abadia de Montserrat.

[11] Aunque no específicamente relacionada con este momento, la idea está tomada de: EALHAM, Chris (2005), La lucha por Barcelona: clase, cultura y conflicto, 1898-1937. Madrid: Alianza Editorial, pp. 103-104.

[12] PRESTON, Paul (2019), Un pueblo traicionado: España de 1874 a nuestros días. Corrupción, incompetencia política y división social. Barcelona: Debate; ARAGONÉS, Vidal (2020), Francesc Layret. Vida, obra i pensament. Barcelona: Tigre de paper.

[13] “Otras manifestaciones del pistolero Feced acerca de los atentados de Barcelona”, El Diluvio, Barcelona, 31-5-1931, p.39; LERA, Ángel María de (1978): Ángel Pestaña. Retrato de un anarquista. Barcelona: Argos Vergara, pp. 195-196; SANTOS, María-Cruz (2012), Ángel Pestaña “Caballero de la Triste Figura”. Sttutgart: Editorial Académica Española, p. 107. El propio Pestaña dató ese intento de atentado en 1919, en una entrevista aparecida en la prensa: “El leader del sindicalismo Ángel Pestaña, el problema de las masas, los queridos demagogos y otras cosas”, Nuevo Mundo, 12-6-1931, Madrid, p. 4.

[14] Para la reconstrucción de los hechos de aquel día me baso en tres bloques de fuentes hemerográficas. Para interrumpir menos la lectura, sólo especificaré algunos asuntos cruciales o bien las fuentes de información que no procedan de aquí. 1) Día de los hechos e inmediatamente posteriores: “Atentado contra Pestaña en Manresa”, El Diluvio, Barcelona, 26-8-1922, pp. 18-19; “El Diluvio en Manresa. El atentado contra Pestaña en Manresa”, El Diluvio, Barcelona, 27-8-1922, pp. 14-15; “Atentado contra Ángel Pestaña”, La Vanguardia, Barcelona, 26-8-1922, pp. 13-14; “Les lluites socials”, La Publicidad, Barcelona, 26-8-1922, p.3; “Les lluites socials. L’atentat contra Ángel Pestaña”, La Publicidad, Barcelona, 27-8-1922, p.3; ”Després de l’atentat contra Ángel Pestaña”, La Publicidad, Barcelona, 29-8-1922, p.3; ”De l’atemptat a en Pestaña”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, Manresa, 28-8-1922, p. 2; “La qüestió social”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, Manresa, 29-8-1922, p. 2. 2) Testimonios de la vista y veredictos del primer juicio, contra Vinyals, Pladevila i El Xato de Sant Andreu: “Ayer en la Audiencia. Los delitos sociales. Asesinato frustrado contra Ángel Pestaña”, El Diluvio, Barcelona, 9-6-1923, p. 10; “Vista de causas. Sección segunda”, El Diluvio, Barcelona, 10-6-1923, p. 8.; “Tribunales. El atentado contra Pestaña”, La Vanguardia, Barcelona, 9-6-1923, pp.5-6; “Tribunales. El atentado contra Pestaña”, La Vanguardia, Barcelona, 10-6-1923, p.13; “Crònica judiciària. Audiència Provincial. Vista d’una causa per assassinat frustrat d’Ángel Pestaña”, La Publicitat, Barcelona, 9-6-1923, pp. 5-6; “Vista de una causa en Barcelona. El atentado contra Ángel Pestaña en Manresa”, Heraldo de Madrid, 8-6-1923, p.5. 3) Testimonios de la vista y veredictos del segundo juicio, contra Mullart y Ródenas: “Tribunales. Vista de causas”, La Vanguardia, Barcelona, 15-5-1924, p.10; “Tribunales. Vista de causas”, La Vanguardia, Barcelona, 16-5-1924, p.12; “Tribunales. Vista de causas. Absolución”, La Vanguardia, Barcelona, 21-5-1924, p.10; “Vista de causas. Sección segunda”, El Diluvio, Barcelona, 15-5-1924, p. 12; “Vista de causas. Sección segunda. Del atentado contra Pestaña”, El Diluvio, Barcelona, 16-5-1924, p. 13; “Del atentado a Pestaña”, El Diluvio, Barcelona, 21-5-1924, p. 12; “Crònica judiciària. Vista da la causa per assassinat frustrat d’Ángel Pestaña”, La Publicitat, Barcelona, 16-5-1924, p.4.

[15] “Después del atentado. Declaraciones de Ángel Pestaña”, El Sol, Madrid, 28-9-1922, p. 3.

[16] “Declaraciones de Ángel Pestaña”, El Sol, Madrid, 19-11-1922, p. 1.

[17] PRIETO, Indalecio: “Lo que el país no impuso. El mérito de una resolución”, La Libertad, Madrid, 26-10-1922, p. 1.; “Declaraciones de Ángel Pestaña”, La Libertad, Madrid, 28-10-1922, p. 4; “Ángel Pestaña ha hecho gravísimas acusaciones que necesitan urgente esclarecimiento”, El Sol, Madrid, 25-11-1922, p. 1; “Pestaña en el Ateneo. Ha hecho gravísimas acusaciones”, La Voz, Madrid, 25-11-1922, p. 4.

[18] Actual estación de RENFE. Para reconstruir la geografía manresana a lo largo del episodio, he recurrido al siguiente opúsculo editado con motivo del citado homenaje a Pestaña, disponible también en línea: CANÓ, Lluc (2022), Sobre l’atemptat en contra d’Ángel Pestaña. Manresa, 25 d’agost de 1922. Manresa: Centre d’Estudis Ramona Berni (Grup de Memòria Històrica i Llibertaria del Bages).

[19] Diario de las sesiones de Cortes: Congreso de los Diputados, Sesión de 30-11-1922, pp.4448 y 4450. Sobre la intervención de Prieto, véase también: “Impresionante relato del origen de su amistad con Sánchez Guerra”, El Sol, Madrid, 20-4-1930, p. 12.

[20] “Ángel Pestaña en Zaragoza, La Voz, Madrid, 27-10-1922, p. 1; “Crónica telegráfica de provincias. Manresa”, La Vanguardia, Barcelona, 6-12-1922, p.18.

[21] Extraemos la información de la causa de su muerte de la copia del acta perteneciente al sumario 286/194 del Tribunal Especial para la Represión de la Masonería y el Comunismo. Centro Documental de la Memoria Histórica, expediente 00449. Sobre

[22] HERNÁNDEZ CORTÉS, Manuel, “¡Solidaridad! A los sindicalistas libres de Cataluña y España”, Unión Obrera, Barcelona, p. 1; COMÍN COLOMER, Eduardo (1956), Historia del anarquismo español, tomo II. Barcelona: AHR, p. 29. Compárense con: ALOMAR, Gabriel, “La exculpación acusadora”, La Libertad, Madrid, 10-3-1923.

[23] “Davant En Pestaña ferit”, La Campana de Gràcia, Barcelona, 2-9-1922, p. 2; “Después del atentado. Declaraciones de Ángel Pestaña”… Cit.

[24] PESTAÑA, Ángel (1934), Lo que aprendí… Op. cit., pp. 91-97.

[25] “Ángel Pestaña da una conferencia en el teatro de la Comedia”, El Día, Madrid, 4-10-1919, p. 4; “La exposición de los sindicalistas al Congreso”, El LiberalCit.

[26] CAMPOS, Severino, “Exponentes de integridad. Joaquín Blanco”, Solidaridad Obrera, Argel, 15-2-1947, p. 4; SANZ, Ricardo (1966), El sindicalismo y la política. Los “Solidarios” y “Nosotros”. Toulouse: Imprenta Dulaurier, pp. 104 y 244; SANZ, Ricardo (1978), Figuras de la revolución española. Barcelona: Ediciones Petronio, pp. 195-196; SANTOS, María-Cruz (2012), Ángel Pestaña… Op. cit., pp. 37 y 43. Algunas fuentes identifican a Blanco con José Picón Martínez. Véase: ÍÑIGUEZ, Miguel (2008), Enciclopedia histórica del anarquismo español, tomo I. Vitoria: Asociación Isaac Puente.

[27] GARCÍA OLIVER, Juan (2021), El eco de los pasos. Barcelona: Virus, pp. 83-86.

[28] LEÓN-IGNACIO (1981), Los años del pistolerismo. Ensayo para una guerra civil. Barcelona: Planeta. Hay quien encuadra a esos delincuentes habituales en la banda del policía Honorio Inglés Pizarro, encargado de perseguir anarquistas y anarcosindicalistas en la zona norte de la capital a las órdenes de Martínez Anido y Arlegui:  baldrich

PESAS, Joan (1976), Records d’un sindicalista llibertari català, 1916-1943. Edicions Catalanes de París, p. 78; LERA, Ángel María de (1978): Ángel Pestaña… Op. cit. p. 201.

[29]“La qüestió social”, El Pla de Bagescit.; “Crònica social. Les recerques de la policia”, La Publicidad, Barcelona, 30-8-1922, p. 3; “Otros telegramas. De Madrid. Últimas noticias de Gobernación”, La Vanguardia, Barcelona, 30-8-1922, p. 13.

[30] MOTA MUÑOZ, José Fernando (2022), ¡Viva Cataluña española! Historia de la extrema derecha en la Barcelona republicana. Universidad de Valencia, p. 95; “La qüestió social”, El Pla de Bages cit.; ”Després  de l’atentat contra Ángel Pestaña”, La Publicidad… cit. “Detención”, La Vanguardia, Barcelona, 23-1-1923, p.18; “A la cárcel”, La Vanguardia, Barcelona, 7-2-1923, p.10.

[31]“Informaciones de Barcelona. Son detenidos y puestos a disposición del juzgado, dos individuos que llevaban pistolas. Detenciones”, La Vanguardia, Barcelona, 21-8-1923, p.5.

[32]“Manresa”, La Vanguardia, Barcelona, 2-10-1923, p.10.

[33] Ficha de Carlos Baldrich Ibern, Centro Documental de la Memoria Histórica, DNSD-SECRETARÍA, FICHERO, 5, B0007080; “Coacciones: una detención”, La Vanguardia, Barcelona, 23-8-1922, p.3; “La situación actual. En libertad”, La Vanguardia, Barcelona, 27-8-1922, p.8.

[34] MANENT PESAS, Joan (1976), Records d’un sindicalista llibertari català, 1916-1943. Edicions Catalanes de París, pp. 58 i 78. Disponible en línea. También incluye a Laguía: PRESTON, Paul (2019), Un pueblo… Op. cit.

[35] “Vista de una causa en Barcelona. El atentado contra Ángel Pestaña en Manresa”, Heraldo… Cit.

[36] Ángel Pestaña ha hecho gravísimas acusaciones… Cit.; “Pestaña en el Ateneo… Cit; PRIETO, Indalecio: “Lo que el país… Cit.

[37]Por ejemplo, refiriéndose a Pedro Vives, miembro regional de la Junta agregado al Partido Popular Católico: “[…] este señor es el que estaba en relación con Martínez Anido, indicándole los hechos que tenían que suceder en Barcelona”. En: “Del terrorismo al neofascismo. Reproducción de un documento, cuya entrega ha interesado el Juzgado”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 12-4-1923, p. 1. O también: “No podíamos continuar nuestra campaña [sin] poner al descubierto a los actores y autores de la tragedia barcelonesa. Y si bien es verdad que no están todos los que son, no es menos cierto que con anterioridad a esta ocasión hubimos ya de denunciarles a la opinión. La obra de Martínez Anido y Arlegui, comienza a dar sus resultados contrarios. Es la opinión quien quiere vindicarse por silencios pretéritos.”, Solidaridad Obrera, Barcelona, 13-4-1923, p. 2.

[38]“El terrorismo en Barcelona. El periódico Solidaridad Obrera hace acusaciones concretas”, La Correspondencia de España, Madrid, 11-4-1923, p.1; “Las luchas sindicalistas. Solidaridad Obrera hace graves acusaciones”, El Sol, Madrid, 12-4-1923, p. 3; “Las luchas sociales. Interesante artículo de ‘Solidaridad Obrera. Los asesinos de Layret, Boal y Vandellós, y los que atentaron contra Pestaña’”, El Liberal, Madrid, 12-4-1923, p.4; “Revelaciones graves. Quiénes son los pistoleros”, La Libertad, Madrid, 12-4-1923, p. 4.

[39] “Ángel Pestaña afirma que comienza una cruzada contra el crimen”, El Heraldo de Madrid, 23-4-1923, p.1.

[40] PESTAÑA, Ángel (1934), Lo que aprendí… Op. cit., pp. 80-81. En la reedición de Zyx de los años 70 el fragmento en cuestión no aparece.

[41] LERA, Ángel María de (1978): Ángel Pestaña… op. cit., pp. 199-200. Siguen también la tesis de Pestaña: GUZMÁN, Eduardo de, “Medio siglo de sindicalismo español: Ángel Pestaña”, Tiempo de Historia, 1-11-1978, núm. 48, p. 45; PEIRATS, José (1971), La CNT en la revolución española, tomo 1. París: Ruedo ibérico; MEAKER, Gerald H. (1978), La izquierda revolucionaria en España, 1914-1923. Barcelona: Ariel, p. 589; ELORZA, Antonio (1974), “El sindicalismo de Ángel Pestaña” [prólogo], PESTAÑA, Ángel (1974), Trayectoria sindicalista. Madrid: TEBAS, pp. 14-15; VARELA, Miguel Ángel (2008), Ángel Pestaña. Ponferrada: Fundación Pedro Álvarez Osorio. Ayto. de Ponferrada; SANTOS, María-Cruz (2012), Ángel PestañaOp. cit., p.p. 140-143.

[42]“Del atentado a Pestaña”, El Diluvio, Barcelona, 21-5-1924, p. 12; “Absolución”, La Vanguardia, Barcelona, 21-5-1924, p.10.

[43] “El atentado contra Pestaña”, El Sol, Madrid, 30-8-1922, p.1.

[44] “Les lluites socials. Atemptat contra Ángel Pestaña. Vaga a Manresa en senyal de protesta”, La Publicidad, 27-8-1922, p. 3; “L’actualitat social. L’atemptat contra En Pestaña. Vaga general a Manresa”, La Veu de Catalunya, 27-8-1922, p. 7. En CANÓ, Lluch, (2022), Sobre l’atemptat… Op. cit., p. 37. Compárese con: “La situación actual. Del atentado contra Pestaña. Huelga general en Manresa”, La Vanguardia, Barcelona, 27-8-1922, p. 8; “La situación actual. El atentado contra Pestaña.”, La Vanguardia, Barcelona, 29-8-1922, p. 6; “El Diluvio en Manresa. El atentado contra Ángel Pestaña… Cit., p. 14.

[45] “L’actualitat social. De l’atemptat contra en Pestaña”, La Veu de Catalunya, Barcelona, 29-8-1922, p. 7. En CANÓ, Lluch (2022), Sobre l’atemptat… Op. cit, p. 37.

[46] “Sessió de l’Ajuntament. Celebrada de segona convocatòria el dimecres 12”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, 14-9-1922, p. 2; La constitució de l’Ajuntament. ¿Perquè no pogué fer-se l’unió de dretes? L’Actitut del senyor Cirera” (sic), El Pla de Bages. Diari de Manresa, 15-9-1922, p. 1; “Notes polítiques”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, 9-9-1922, p. 2; “El nomenament de l’alcalde”, El Pla de Bages. Diari de Manresa, 12-9-1922, p. 1; PRIETO, Indalecio: “Lo que el país… Cit.; Diario de las sesiones de Cortes… Cit, pp. 4438-4452. También SARRET i ARBÓS, Joaquim (s/f), Efemèrides manresanes modernes, IV, 1917-1934. Manuscrito inédito. Arxiu Històric de la Ciutat de Manresa, s/p; Sesión del Pleno municipal del 13-9-1922, Libro de Actas del Ayuntamiento, 6-IX-1922/22-VIII-1923, pp. 8v-19. En: RUBÍ I CASALS, Maria Gemma (2004), El món de la política en la Catalunya urbana de la restauració. El cas d’una ciutat industrial. Manresa: 1875-1923 [tesis doctoral]. Barcelona: Universidad Autónoma. Departamento de Historia Moderna y Contemporánea, pp. 390 y 398.

[47] Diario de las sesiones de Cortes… Cit. p. 4450. Véase también: PRIETO, Indalecio: “Lo que el país… Cit.

[48] MANENT PESAS, Joan (1976), Records… Op. Cit., pp. 80-100.; GARCÍA OLIVER, Juan (2021), El eco… Op. Cit., p. 113.

[49] “Nuevas declaraciones de Martínez Anido”, El Liberal, Madrid, 26-10-1922, p. 1.

[50] MANENT PESAS, Joan (1976), Records… Op. Cit., p. 79; GARCÍA OLIVER, Juan (2021), El eco… Op. Cit., p. 113.

*Sergio Giménez es Licenciado en Historia por la Universitat de les Illes Balears, profesor de educación secundaria.

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: La Campana de Gràcia, Barcelona, 2-9-1922, p. 1.

Ilustraciones: Conversación sobre la historia y Sergio Giménez.

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