Isabel Burdiel (foto: culturagalega.gal)
José Antonio Zarzalejos

 

Isabel Burdiel Bueno (Badajoz, 1958) es catedrática de Historia Contemporánea de la Universidad de Valencia y, sin duda, una de las más reconocidas especialistas en la historiografía del siglo XIX español. En 2011 recibió el Premio Nacional de Historia por la biografía de la reina Isabel II editada por Taurus en su colección ‘Españoles eminentes’. Este año —tras el paréntesis de la pandemia— se ha reimpreso por tercera vez su última obra: una definitiva biografía de la escritora gallega Emilia Pardo Bazán, también editada por Taurus, una de las mujeres adelantadas del movimiento feminista en nuestra historia, literata, pensadora y activista política. La cuestión feminista es asunto que Isabel Burdiel ha abordado en otros trabajos como la edición crítica de ‘Vindicación de los derechos de la mujer’, de Mary Wollstonecraft.

Tanto por el éxito de la biografía de Emilia Pardo Bazán , primera propietaria de las Torres de Meirás (conocidas como el Pazo de Meirás), como por su vanguardismo feminista en la España del siglo XIX y principios del XX y por su obra literaria y periodística, El Confidencial ha mantenido con Isabel Burdiel esta conversación que ahonda en su obra y en el trabajo académico y divulgativo de una de las historiadoras más brillantes, reconocidas y rigurosas de nuestro país.

PREGUNTA. Después de su magna biografía de Emilia Pardo Bazán, ¿qué relevancia le atribuye en el origen y desarrollo del feminismo en España?

RESPUESTA. Una relevancia fundamental, tanto por los contenidos muy avanzados de su propuesta feminista como por su gran celebridad e impacto público. También por el hecho de que estaba proponiendo la igualdad plena desde y para un entorno político tipificado como conservador. Hoy sabemos mucho más acerca de varias otras mujeres feministas importantes de su generación, como Rosario de Acuña o Concepción Gimeno de Flaquer, más cercanas a órbitas de lo que hoy llamaríamos la izquierda política, especialmente en el caso de Acuña. No estuvo sola ni mucho menos, pero la tesis que defiendo en el libro es que, paradójicamente, dado su punto de partida, fue ella la más radical. Explicar por qué ha sido para mí todo un reto intelectual y un verdadero rompecabezas en ocasiones.

La figura de Pardo Bazán resulta contradictoria porque, aunque mujer de fuertes convicciones esenciales, es variable es su aproximación a planteamientos políticos muy diferentes, aunque siempre fiel a su catolicismo. ¿Cree que ese conservadurismo de fondo la excluye de las referencias de la lucha feminista en España?

Lo interesante de Pardo Bazán es que demuestra que se puede ser conservadora y progresista a la vez. Entonces y ahora, hay mentes o educaciones muy parciales o incluso sectarias que esto no lo pueden entender, o les resulta molesto y contradictorio, en el sentido peyorativo de la palabra. Por lo que respecta a su inserción en la tradición feminista: sí, creo que durante bastante tiempo no se la tuvo en cuenta, pero esto hace ya años que ha cambiado. Recuerdo en el libro la sorpresa de la escritora y feminista catalana Maria Aurèlia Capmany, a principios de los setenta del siglo pasado, cuando descubrió a Pardo Bazán. ¿Dónde había estado oculta o secuestrada? Desde los años noventa del siglo XX, sobre todo, la labor de un nutrido grupo de especialistas ha cambiado esa percepción y hoy no se entiende la trayectoria del feminismo español, y europeo, sin Pardo Bazán. Otra cosa es que se comprenda bien su feminismo.

Desde la izquierda, retrato de Emilia Pardo Bazán pintado por Sorolla en 1913, caricatura de Luis Bagaría y dos dibujos anónimos. HISPANIC SOCIETY OF AMERICA / MUSEO DEL PUEBLO DE ASTURIAS

Una de las conclusiones que se extraen de su biografía es que Emilia Pardo Bazán no se rindió nunca en un ambiente que hoy consideramos machista y que entonces era ‘varonil’ o ‘viril’, y ella era considerada una mujer extraña al rol de su género. ¿Adelanta Pardo Bazán un rasgo del feminismo que es el de la resistencia frente a los estereotipos?

Como he dicho, Pardo Bazán tiene la singularidad de que defiende la igualdad entre hombres y mujeres sin paliativos, en todos los órdenes. Igualdad de derechos civiles, políticos, acceso a todas las profesiones e igualdad en la responsabilidad moral de los propios actos. No cree, por ejemplo, que las mujeres sean superiores moralmente a los hombres y que la maternidad sea su destino fundamental ni las haga especialmente sensibles y capaces para la acción social (como por ejemplo sí defendieron mujeres feministas tan dispares como Concepción Arenal, Rosario de Acuña o Concepción Gimeno de Flaquer). Esto la hacía parecer ‘hombruna’ —o demasiado ‘viril’ en negativo o incluso en positivo— para muchos de sus contemporáneos o contemporáneas.

Ella creía que el derecho fundamental a conquistar por una mujer era el derecho a ser un individuo. Defendía la igualdad de derechos y opciones, pero la diversidad interna entre los hombres y las mujeres. Este es un aspecto que le permite (aunque siempre con tensión) combinar su individualismo, su elitismo y su feminismo.

Apenas se sabía, pero en sus novelas cambió estereotipos e incluso provocó escándalos.

Sí. Hay otra cuestión que la hace muy moderna y es la referida a la educación en las emociones (que naturalmente también tienen presente las otras feministas arriba citadas) y sobre todo lo relacionado con el amor y el deseo. Le interesaba saber de quién se enamoran las mujeres, cómo lo hacen… Es un tema recurrente. La novela más obvia al respecto (que escandalizó a Clarín por su falta de sentimentalismo) es ‘Insolación’ (1889), pero me parece incluso más interesante ‘Memorias de un solterón’ (1911). Por último, me gustaría destacar que escribió muchísimo, tanto en sus obras de ficción como en ensayos y artículos periodísticos, en contra de la violencia sobre las mujeres. Una buena selección, para hacerse una primera idea, es la edición de sus cuentos al respecto de la profesora Cristina Patiño, para la editorial Contraseña.

¿Cómo influyó en su feminismo la separación de su marido, José Quiroga, en un tiempo sin divorcio y en el que la ruptura matrimonial resultaba un estigma?

Las separaciones amistosas entre la alta sociedad no eran tan infrecuentes entonces. En todo caso, uno de los personajes más misteriosos de la vida de Pardo Bazán es su marido, José Quiroga, un hombre muy peculiar si no se quieren ver las cosas en blanco y negro. Carlista como ella en su juventud, mantuvo sin embargo mucho más intensamente su filiación conservadora y su vida de caballero aficionado a la heráldica, la ebanistería y el mundo de la órdenes militares. Fue también un hombre muy civilizado en sus acuerdos de separación legal y en su trato posterior con su mujer y sus hijos.

Emilia Pardo Bazán con su madre hacia 1863 (foto: Galiciana-Biblioteca Dixital de Galicia)

Tampoco parece que su maternidad sea paradigmática en aquellos tiempos, porque antepuso su ocupación literaria y su vida pública al cuidado y educación de sus tres hijos. ¿Fue ese rasgo uno más de su heterodoxia?

Todo lo que he dicho antes respecto a cómo la concebía Pardo Bazán: como una elección y no como un destino, no implica en absoluto que no fuese una madre cariñosa y atenta a la educación de sus hijos y a sus necesidades. Eso sí, sintiendo agudamente (lo cual la hace de nuevo muy moderna) la tensión entre su trabajo y sus hijos que sentimos las mujeres profesionales de hoy. Ella tuvo la ayuda inestimable de su madre, Amalia de la Rúa, una mujer muy inteligente, culta y excelente administradora que la apoyó siempre en su vocación. Fue el verdadero ángel doméstico de Pardo Bazán, librándola a ella de paso de sus lados más oscuros.

Un aspecto interesante es que Pardo Bazán considera la igualdad entre hombres y mujeres como una aportación a la nacionalización de España, pero ¿no implica esa visión una concepción nacionalista y regresiva vista, al menos, con la perspectiva del tiempo?

Los procesos de creación de los estados-nación europeos incluyeron siempre un debate más o menos abierto sobre los derechos de las mujeres, su acceso a la política y a la esfera pública. Muchas feministas europeas denunciaron, acertadamente, que como dijo en España alguien de una generación anterior a Pardo Bazán, la poeta Carolina Coronado, “no hay nación para este sexo”. Y lo que estaba en juego es que no habría nación sin ese sexo. El feminismo podía ser, como lo fue en los países nórdicos, en Inglaterra o en Estados Unidos, un poderoso factor de nacionalización. Lo cual no es ni malo ni bueno, y por supuesto no necesariamente regresivo, sino muy acorde con la construcción de las naciones durante el siglo XIX.

Ella fue claramente nacionalista.

Sí, Pardo Bazán fue una nacionalista española explícita. Es decir, quería ayudar a consolidar un sentimiento de nación fuerte y cohesivo. Lo cual, merece la pena recordarlo, implicaba para ella una atención y un respeto a la diversidad interna de España. Es algo que repitió muchas veces, especialmente en la crisis de 1898. Es un tema complicado (sin blancos y negros o atribuciones de valor fácil) que he intentado discutir en el libro. Crucial para el debate actual y sus muchos fantasmas que desenfocan las cuestiones realmente importantes desde un punto de vista democrático.

Foto: Archivos Estatales

¿Fue Pardo Bazán una literata periodista? En su biografía, la documentación que aporta sobre su capacidad publicista en medios de la época es extraordinaria.

La dimensión periodística de Pardo Bazán es esencial en su trayectoria y en su figura pública. Colaboró asiduamente en todos los grandes periódicos y revistas de la época, tanto en España como en América Latina, y tuvo una sección propia en varios de ellos. Además, editó y escribió personalmente una revista cultural que es muy útil para entender los grandes debates del momento: ‘Nuevo Teatro Crítico’. Para ella, estar cerca del momento presente, de la realidad en sus múltiples facetas, era fundamental vital e intelectualmente. También lo era intervenir en lo público. No podía ser diputada (como su padre, por ejemplo), pero podía influir en la opinión. Era además una polemista brillante con un gran sentido del humor. Muy, muy divertida.

Leyendo su biografía, es muy obvio que en la España del siglo XIX y principios del XX, tanto como machismo existía una cierta misoginia que levantó obstáculos insalvables a las mujeres: no tenían derecho a voto, no podían ser académicas ni desempeñar labores docentes… ¿Fue España entonces por detrás de su propio tiempo? ¿Estamos ahora yendo a una velocidad que trata de resarcirnos de la lentitud histórica de los dos siglos anteriores?

Creo que España iba más retrasada, como también le ocurría a Francia, respecto a los países nórdicos, Inglaterra y Estados Unidos. No hubo un movimiento feminista amplio en el siglo XIX, con grandes movilizaciones colectivas, como en esos países, más bien figuras individuales, eso sí, muy potentes. Algo que también ocurrió en Francia. Como en otros muchos aspectos, España ha recuperado el tiempo perdido en los años treinta del siglo XX y sobre todo desde la Transición democrática.

Es interesante la relación de Pardo Bazán entre la literatura y la política, incluso su proximidad a asuntos militares en los que su hijo y su yerno tuvieron una relevancia cierta en el régimen de la Restauración. ¿No cree que el feminismo rebasa lo social, es un movimiento consolidado de carácter político y, por lo tanto, de contenido ideológico, lo que lo caracteriza como polémico de modo irreversible?

Para Pardo Bazán, la política era un tema de gran interés, pero, como escribió Virginia Woolf en su famoso texto ‘Tres guineas’, se negó a participar en ningún movimiento partidista (excepto su breve militancia juvenil carlista) con el argumento, a mi juicio impecable como el de Woolf, de que mientras no se concediesen derechos políticos a las mujeres no se debía esperar de ellas que apoyasen a uno u otro partido. Esa postura fue especialmente difícil de mantener durante la I Guerra Mundial en el contexto de la división del país entre aliadófilos y germanófilos.

Para ella, el feminismo era hacer política, pero no necesariamente partidista. Era (y a mi juicio esa debería seguir siendo su gran potencia democratizadora) un movimiento transversal, con sus debates internos, por supuesto. Todos los grandes movimientos de emancipación han tenido serios debates internos.

Tarjeta de visita de Emilia Pardo Bazán, en su despacho del pazo de Meirás (foto: Faro de Vigo).

¿Cómo ha acogido el feminismo español esta gran obra sobre la vida de Pardo Bazán?

La obra ha tenido, hasta donde se me alcanza, una excelente acogida y he dado charlas y sostenido debates con varias asociaciones. Para las especialistas en la historia del feminismo, según me dicen, es un libro importante. Otra cosa es la opinión de algunas escritoras, no especialistas, no historiadoras, que tienen una visión distinta que les hace valorar, anacrónicamente a mi juicio, los aspectos católicos y elitistas de Pardo Bazán, olvidando que la religión y la clase social desempeñaron un papel fundamental en todo el primer feminismo europeo y americano. Pero, claro, no todo el mundo tiene que saber historia, aunque todo el mundo debería intentar aprender algo de ella.

¿Personajes como Pardo Bazán engendran su tiempo o son fruto de su tiempo? Se lo planteo porque esa es una reflexión recurrente en su obra.

Pardo Bazán es incomprensible fuera de su tiempo —como acabo de decir a propósito de su feminismo—, pero su tiempo fue afectado en muchas facetas importantes por su presencia y actividad en él. Tenía algo de lo que Siegfried Kracauer ha llamado “la extraterritorialidad del genio auténtico”. Aquel que cambia, de alguna forma, la fisonomía y las expectativas, los horizontes posibles, del tiempo que le tocó vivir. Como aspiraba Voltaire, Pardo Bazán dejó el mundo algo menos estúpido que cuando llegó a él.

¿Cuál es su postura respecto del futuro de Meirás?

Desde el principio de este asunto, en prensa, conferencias o en reuniones sobre el tema, he mantenido la misma postura. Clara y firme mientras no me den argumentos sólidos a contrario. Meirás debe ser lo que ella quería que fuese: la casa-museo de una de las grandes escritoras europeas de su generación, como lo quisieron también, y hoy son centros culturales muy visitados, las casas de Victor Hugo, Walter Scott, etc. Hay pocas casas de mujeres-escritoras en Europa, y en Galicia está una de ellas, diseñada además por la escritora misma y con una clara visión de futuro, de posteridad. Puede ser, además, un centro dinamizador cultural de estudios sobre mujeres escritoras a escala europea. Quizás, en algunas de sus partes, una residencia para investigadoras. Se requiere pensar en serio e invertir en serio para que no se malbarate esta oportunidad extraordinaria de hacer historia positiva. Desde mi punto de vista, convertir Meirás en un lugar de memoria antifranquista es un error en el corto, en el medio y en el largo plazo. Algo divisivo una vez más, en lugar de transversal, como podría ser a través de la figura de Pardo Bazán. Otra cosa es que, sin duda, es necesario contar toda la historia de las Torres de Meirás (ella nunca lo llamó pazo) y la responsabilidad histórica de parte de su entorno en lo que allí sucedió.

Fuente:  El Confidencial, 30 de agosto de 2021

Portada: Estatua de la escritora Emilia Pardo Bazán en los jardines de Méndez Núñez, de A Coruña. (EFE)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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