Enric Juliana
 

La tinta del tratado de Roma (1957) aún estaba fresca. Los monárquicos titulados liberales estaban inquietos y convocaban cenas en Madrid. Algo se movía y el PCE, único partido de oposición realmente organizado, decidió convocar una huelga nacional pacífica, una movilización de carácter general orientada por la consigna de reconciliación nacional, de la que los comunistas fueron pioneros en julio de 1956. Aprobaron la búsqueda de alianzas con los disidentes de la dictadura en ausencia de Stalin, ya fallecido.

El 28 de julio de 1959, los ministros de Hacienda, Mariano Navarro Rubio, y de Comercio, Alberto Ullastres, expusieron en las Cortes las líneas generales del programa de estabilización (foto: Efe)

Se lo tomaron muy en serio. Lanzaron millares de octavillas por todo el país y en junio de 1959, parte de la dirección comunista en el exilio entró clandestinamente en España para dirigir la movilización. Fernando Claudín, el hombre del PCE en Moscú durante años, se unió a Jorge SemprúnSimón Sánchez Montero y Francisco Romero Marín en Madrid. Gregorio López Raimundo, Pere ArdiacayJosep Serradellse ocupaban de Barcelona.Julián Grimau viajó a Andalucía. Agustín Gómez y Eduardo García, dos de los dirigentes más fieles a la Unión Soviética (Gómez, futbolista en su juventud, había sido capitán del Torpedo de Moscú), fueron al País Vasco. La huelga nacional pacífica fue un fracaso total, nunca aceptado oficialmente por sus convocantes. El 18 de junio de 1959 apenas hubo algunos paros y movilizaciones. Los presos de la cárcel de Burgos se plantaron en el patio de la prisión y doce de ellos acabaron en celdas de castigo. Atónito ante la propaganda que exaltaba el éxito de la HNP, un joven militante de Madrid llamadoJavier Pradera , hijo y nieto de dirigentes tradicionalistas asesinados durante la Guerra Civil, escribió una carta al secretariado del PCE en Francia advirtiendo contra el exceso de voluntarismo. El joven Pradera conocía el régimen: “La dictadura va para largo”. Se saltó el conducto reglamentario y su mentor, el clandestino Federico Sánchez (Jorge Semprún), la gabardina mejor llevada en Madrid y París, le amonestó. El 21 de julio de 1959, un mes después de la fracasada huelga general, el Consejo de Ministros aprobaba el Plan Nacional de Estabilización Económica.

A los hijos del Plan de Estabilización se les acaba de decir que su jubilación será distinta

Los norteamericanos respiraron tranquilos. Los tecnócratas del Opus Dei habían logrado convencer a Franco. Un antiguo republicano catalán, con estudios en la London School of Economics y apadrinado por el Banco Mundial, redactó la partitura del plan desde la jefatura de estudios del Banco de España. Nunca está de más recordar el papel de Joan Sardà Dexeus en aquel decisivo momento.

Joan Sardà Dexeus en 1987 (foto: Guillermina Puig/La Vanguardia)

Durante los quince años siguientes, la economía creció a un ritmo del 7% anual, más de cinco millones de personas emigraron del campo a la ciudad (dos millones a Europa), el conflicto social se intensificó y nacieron las Comisiones Obreras, el mas genuino movimiento social surgido durante la dictadura. Renació también el catalanismo. La fuerza difusa del catalanismo católico. El 31 de julio de 1959, diez días después de la aprobación del Plan de Estabilización, un grupo de jóvenes nacionalistas vascos fundaba la organización ETA. También en 1959, François Truffaut estrenaba la película Los 400 golpes , la historia del díscolo Antoine Doinel, augurio de la revuelta juvenil que estaba por venir.

Siete puntos de crecimiento anual. Apertura a los capitales extranjeros, salarios bajos y petróleo barato hasta el shock de 1974. Los españoles accedieron a un modesto bienestar y durante aquellos años nacieron unos once millones de niñas y niños. Los hijos del Plan de Estabilización. Ese nutrido destacamento se aproxima ahora a la edad de jubilación y este verano se irá de vacaciones con la mosca detrás de la oreja. Al ministro de Seguridad Social se le ha escapado que los nacidos entre 1959 y 1975 tendrán que trabajar un poco más si quieren acceder a la misma pensión que están cobrando los actuales jubilados. Al cabo de unas horas, José Luis Escrivá se comía sus palabras, pero el elefante ya está en el centro de la habitación. Enorme. Una parte de esos once millones de personas tuvieron un papel vital activo en los primeros años de la democracia.

José Luis Escrivá y Yolanda Díaz en rueda de prensa el pasado 2 de julio (foto: Efe)
Las pensiones son el asunto político crucial de España, por delante de Catalunya

Las pensiones van a ser la clave principal de esta legislatura –y de la siguiente–, por delante de la muy estrujada cuestión catalana. Si se les castiga, los hijos del Plan de Estabilización pueden provocar un terremoto electoral. Si el Estado mima a los veteranos de la era de la politización intensiva, los más jóvenes acentuarán su desapego, que ya es enorme entre los menores de 18 años. Ahí está Antoine Doinel con teléfono móvil. El veterano destacamento del 59 puede hacer bascular el país en un momento tremendamente confuso, en el que el miedo domina a la esperanza. Miedo a otra epidemia. Miedo al cambio climático. Miedo a los calores del Canadá. Miedo a los robots y al descontrol de la inteligencia artificial. Miedo a la China cerebral y a los Estados Unidos con cabeza de bisonte. Miedo a todo lo que no es fácil de entender, es decir, la mayoría de las cosas nuevas. Miedo al Plan de Desestabilización.

Fuente: La Vanguardia, 4 de julio de 2021

Portada: Jean-Pierre Léaud, en el papel de Antoine Doinel, en la célebre secuencia final de Los cuatrocientos golpes (1959)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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