En esta presentación se habla no tanto del Barroco como de   las cuestiones que pueden interesar a un público preocupado por la historia contemporánea. Tomando como principios la problematización del presente y cepillar la historia a contrapelo, este ensayo dialoga sobre qué puede significar la idea de Barroco desde su formulación en el siglo XIX hasta la actualidad, donde lo neobarroco se vincula al debate sobre la condición posmoderna. Walter Benjamin es una de las referencias. Una invitación a la lectura y la reflexión en tiempos de crisis.

 

Gustavo Hernández Sánchez
Fedicaria

Resultaría extremadamente aventurado lanzar cualquier tipo de conjetura que pretendiese definir el carácter de las sociedades del tiempo presente, su condición o lo que en otros momentos de la historia fue interpretado como Zeitgeist (espíritu de época). No seré yo, ni mucho menos, quien lo haga. Más cuando de ello se han ocupado eminentes lumbreras del siglo XX de la talla de Walter Benjamin, Martin Heidegger o el propio Ortega y Gasset en nuestro país, ya fuese a través de conceptos como del de fantasmagoría, Dasein, o la concreción del ser y sus circunstancias expresado como razón vital (perspectivismo), respectivamente. Todos ellos observaron en el Barroco no sólo un momento de la cultura Occidental, definido como “Barroco histórico” por José Antonio Maravall, sino una encrucijada del devenir de las sociedades en su proyección hacia el futuro, expresado seguramente de forma más polémica y a la vez enormemente influyente en la idea de eón de Eugenio D’Ors. Estas dos visiones, por su parte, han sido sin duda las aportaciones teóricas más importantes de autores españoles al desarrollo de este concepto, el cual continúa interpelándonos continuamente desde su originaria formulación dentro del campo de estudio de la historia del arte hasta el posterior uso en el de la cultura y la historia intelectual, comprendidas en un sentido amplio. La obra busca construir a través del diálogo con estos y otros autores una genealogía de este concepto en el que, seguramente, se esconda una de las claves de la larga transición hacia la modernidad: un sustantivo cambio de ideas, conceptos y creencias que, tomando muy libremente la aportación de Reinhart Koselleck, podría catalogarse de una suerte de Sattelzeit (algo así como “momento bisagra” o de puente entre épocas).

Me gustaría, no obstante, realizar una presentación que escape de la concepción de un mero texto que resuma los contenidos que se van a encontrar en ella, con el objetivo no sólo de debatir sino de invitar a su lectura, tratando de evitar generar prejuicios que puedan condicionarla. Es decir, que estas líneas no van a desvelar su contenido, o no todo. Quiero, en cambio, indagar acerca de lo que pueda decir a las sociedades del presente un libro sobre el Barroco, cuyo contexto histórico, real o construido, se sitúa en el siglo XVII, en plena Edad Moderna. Las dudas, llegados a este punto, son numerosas ¿Acaso no está ya todo dicho? ¿Qué novedades nos puede plantear lo que hoy representa un auténtico campo de estudio y de especialización de la investigación en historia e historia del arte, entre otros? ¿Por qué este periodo, en definitiva, ha sido interpretado como un momento clave de la cultura Occidental en su transición hacia la modernidad por parte de todos estos filósofos, entre otros tales como Giles Deleuze, Jacques Lacan y un largo etcétera? Incluso cabría preguntarse si desde un ensayo histórico sobre el concepto Barroco se puede contribuir al debate acerca de si nos situamos ya en una cronología de carácter poscontemporáneo, definida a veces como posmoderna o neobarroca. Seguramente analizar de forma crítica y rumiar estas cuestiones tenga suficiente interés como para aventurarse en discurrir en mi ensayo sobre estos y otros asuntos.

Fachada de Giacomo della Porta de la iglesia del Gesù en Roma (foto: Wikimedia Commons)

Por lo que respecta su estructura, es decir, lo que los lectores y las lectoras puedan encontrarse a lo largo de sus páginas, diré, como advertencia, que persiguen a cada autor sus propios fantasmas, como en el aguafuerte del sueño de la razón de Goya. Unas veces estos se nos cruzan a lo largo del desarrollo de nuestras investigaciones, mientras que otros parecen surgir de inquietudes más hondas. Creo que el libro incluye varias de estas preocupaciones, unas de carácter teórico y metodológico, otras relacionadas con mi campo de estudio, la Historia Moderna. Aunque estos aspectos son indisociables, el primero de ellos trata de comprender por qué tantos autores han visto en la idea de sociedad posmoderna o sociedades del tiempo presente (a veces también definida como sociedad del espectáculo por Guy Debord, momento egipcio por Mario Perniola, etc.), una condición o carácter neobarroco. Este neologismo se puso de moda en la década de los ochenta del pasado siglo por parte del semiólogo Omar Calabrese y ha servido desde entonces, o en otros contextos históricos, como la Latinoamérica de la década de los sesenta, para definir (o pretender definir) el carácter de lo latinoamericano.

Así explicaron lo que se entendió como una matriz compartida con la cultura europea, el Barroco, pero que habría supuesto su culmen y superación en su riqueza conceptual y de contextos de tan vasto continente. De la misma forma que este estilo, otrora entendido de forma peyorativa, había superado con creces al humanismo renacentista. Se trataba, en efecto, de una respuesta en la que la periferia aspiraba a reorientar el centro, no a sustituirlo, igual que en el ir y venir de la historia algunos periodos merecen ser resarcidos, especialmente en el terreno de la divulgación. El Barroco seguramente sea uno de ellos. Lejos de parecer un debate propio de otra época, este parece retornar en un momento en el que las tesis revisionistas inundan buena parte de la producción historiográfica, extendiéndose como en La peste de Albert Camus (1947), del campo de estudio de la historia contemporánea (en el que se originó) a las historias moderna y medieval. Por ello diré que el relato que presenta el libro huye de la idea (o mito) del excepcionalismo ibérico y rechaza cualquier recreación triunfalista de la Edad Moderna española, cepillando a contrapelo algunos de los viejos tópicos que hoy retornan al debate historiográfico, como si Nietzsche tuviese razón en su interpretación del acontecer de la vida, en este caso del estudio del pasado. Es por ello también que el diálogo entre este y el presente es una constante en el ensayo, recordándonos como cierta la afirmación de que cada generación es hija de su tiempo.

Nuestra Madre la Virgen de los Dolores de la Vera Cruz (Gregorio Fernández, 1624). Retablo principal de la iglesia penitencial de la Santa Vera Cruz en Valladolid (foto del blog jesusario.blogspot.com))

Mi línea de investigación se inició con la publicación de la tesis doctoral y otras pesquisas posteriores, en las que subyace el interés por la búsqueda de la sociogénesis del mundo moderno y sus interacciones con los periodos anteriores (definido como sociedades tradicionales) y, si lo hubiere, lo poscontemporáneo. Y, entre medias, sus zonas grises (evoluciones, involuciones, persistencias, novedades, etc.) que son las que hacen tan rico en matices a nuestro campo de estudio. De nuevo, las ciencias sociales comprendidas desde un punto de vista interdisciplinar, en el que es difícil, por no decir imposible, separar los límites entre la historia, la filosofía, la antropología, el arte, etc. Esto, claro, representa a todas luces una quimera, como el horizonte que se desplaza a medida que caminamos pero que, no obstante, como planteara Eduardo Galeano, sirve de guía de nuestras preocupaciones, como el hilo de Ariadna. De manera que quien pretenda buscar en mi obra una historia tradicional seguramente se sentirá decepcionado, puesto que esta no cumple con ninguna servidumbre y, desde este punto de vista, acumulará severas carencias académicas. Sin embargo, aquellas personas que disfruten problematizando el presente, sin que esto implique tratar asuntos que sean estrictamente del campo de estudio de la historia contemporánea, podrán encontrar en esta forma, no me atrevo a decir nueva, de escribir la historia, un plato de buen gusto.

Esta forma de creación, creo que inspirada por la prosa de autores como Benjamin y su honda proyección en el pensamiento contemporáneo, no tiene simplemente una arista ideológica. En efecto, parece observarse en los últimos años un repunte de una historia supuestamente progresista, o pretendidamente de izquierdas, mejor dicho, que quiere volver a los parámetros de la objetividad metodológica, como si el subjetivismo hubiese sido un mal sueño fruto de los desmanes de la transición de la nueva izquierda a la izquierda posmoderna; un error que merece ser refutado. Lo posmo se vuelve algo así como el descalificativo de todo lo que no recuerde a otro pasado que nunca fue, de la misma forma que en el sueño nacionalista conservador, pero en su versión estaliniana. Bien supieron comprender autores como Adorno y Horkheimer que la “revolución conservadora” no fue únicamente algo implícito en los regímenes fascistas de la Europa de los años veinte y treinta, sino una constante de las sociedades modernas, tal y como parece constatar este retorno del pensamiento reaccionario, que asedia la cultura a izquierda y derecha. Espero que mi punto de vista no se confunda con la equidistancia, porque, por el contrario, he querido practicar la beligerancia desde la teoría crítica y la crítica de un posestructuralismo bien temperado, o eso espero. Ese juicio queda en manos de los lectores y de las lectoras. De manera que animo a quien se acerque a leer el libro que acuda a él sin prejuicios como la única manera de descubrir los míos propios. Por ello no desvelo y aguardo las críticas, el debate y el interés que esta pueda suscitar e invito, finalmente, a su compra a pesar de la posibilidad de consultarlo en Open Access en el siguiente enlace (https://www.dykinson.com/libros/anatomia-del-barroco-hispanico-historia-de-una-idea/9788411704809/), para incentivar en el futuro otros atrevimientos similares. Quizá la visualización del índice ofrezca algunas indicaciones sugerentes sobre los contenidos que, como digo, no he querido desentrañar pormenorizadamente en esta presentación.

Valdés Leal, Finis Gloriae Mundi e In Ictu Oculi, 1671-72

 

Índice de la obra

Prólogo

1.      Nombrar las cosas

1.1.Creación del Barroco como concepto historiográfico
1.2.Despegue historiográfico del Barroco
1.3. Benjamin más allá del drama barroco

2.      Barroco y modernidad

2.1. Mito del Renacimiento
2.2.Arqueología de la gesticulación Barroca
2.3. La Escuela de Salamanca y las bases del mundo moderno
2.4. La reacción católica: Ad maiorem Dei gloriam
2.5. Nacimiento del Barroco histórico
2.6. Conformación de la ciencia y de la filosofía moderna

3.      Renacimiento y Barroco: ¿Estilos contrapuestos?

3.1. Características estilísticas
3.2. Primeros pasos del Renacimiento en Italia
3.3. Primitivo Barroco romano
3.4. Difusión de las novedades: el caso castellano
3.5. Vísperas de Trento
3.6. El Barroco romano
3.7. Continuidades y rupturas

4.      El Barroco y la Monarquía Hispánica

4.1. La pintura barroca en los márgenes de la normatividad
4.2. Barroco de la Monarquía hispánica
4.3. Influencia flamenca
4.4. La representación del sujeto moderno en el arte
4.5. Arte (antes) de la Contrarreforma. I. Valladolid
4.6. Arte (antes) de la Contrarreforma. II. Sevilla y Granada
4.7.  Churriguerismo: el ocaso de una época

5.      El Barroco en la historiografía española

5.1.Claves de la visión orsiana: el eón barroco
5.2. D’Ors y el salto al vacío
5.3. El Barroco como estructura histórica
5.4. Maravall y el nuevo talante universitario
5.5. El Barroco tras el fin de la historia

6.      El neobarroco como expresión de la condición posmoderna

6.1. La edad neobarroca
6.2. Anticipación del neobarroco en Benjamin, Deleuze y Lacan
6.3. ¿Un callejón sin salida? El Barroco en el presente
6.4. Otras ideaciones

Presentación del libro Anatomía del Barroco hispánico: historia de una idea (Dykinson, 2023) por su autor.

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: Traza del arco de triunfo realizado para la entrada de Isabel de Valois en Valladolid en mayo de 1565 Planos y Dibujos desglosados del Archivo de la Real Chancillería de Valladolid Archivo de la Real Chancillería de Valladolid Ministerio de Cultura. Gobierno de España

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

Artículos relacionados

En el 80º aniversario de la muerte de Walter Benjamin. Diez tesis sobre su aportación a la Teoría crítica

Pensar los años veinte

Glorias patrias

 

1 COMENTARIO

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí