Estados Unidos: de la victoria demócrata en Georgia a la confirmación legislativa de Biden pasando por la apoteosis antidemocrática del trumpisme.

  • Comentario de José Antonio ZARZALEJOS en El Confidencial (7-01-21): Marcha fascista sobre Washington (una advertencia mundial) Estados Unidos ha vivido el primer intento de golpe de Estado de su historia. Pero desde el poder, como estábamos advertidos que intentaría Donald Trump … “Lo que está ocurriendo en Washington evoca con lejanía pero, igualmente, con aproximación, la marcha sobre Roma de los fascistas italianos en noviembre de 1922. La historia no se repite, pero presenta episodios ‘déjà vu’. El golpe a la democracia norteamericana lo es a todas, y quienes se encojan de hombros o asuman con indiferencia este histórico 6 de enero de 2021 pierden la ciudadanía moral. En cuanto a España, extraigamos al menos un aprendizaje de estos sucesos, haciéndolo en palabras de los profesores Levitsky y Ziblatt: ‘Bajo el desmantelamiento de las normas básicas de la tolerancia mutua y de la contención, subyace un síndrome de intensa polarización partidista’”
  • Crónica de Amanda MARS en El País (7-01-21) sobre la larga jornada que ha culminado con la confirmación de la victoria de Biden: El Congreso de Estados Unidos confirma la victoria de Biden tras la revuelta instigada por Trump El asedio al Capitolio, culmen de una larga escalada de tensión, se salda con cuatro fallecidos y una conmoción nacional
  • Crónica d’Argemino BARRO en El Confidencial (7-01-21): El Congreso certifica la victoria de Biden en una jornada de asalto a la democracia de EEUU “La brecha política de Estados Unidos se ha hecho más profunda; tanto, que hemos podido atisbar el hueso. Ya casi no quedan tejidos que destruir. Solo el hueso: la institución que ha hecho posible la democracia moderna vio ayer cómo una mujer, todavía sin identificar, era asesinada de un disparo en sus augustos pasillos. Al menos cuatro personas han muerto y 14 policías han sido heridos durante este asalto. Pero todo esto ya estaba latente en la presidencia de Donald Trump. El pasado verano, cuando varias decenas de milicianos antigobierno irrumpieron en el Capitolio estatal de Míchigan para protestar contra las restricciones del covid, Donald Trump los animó con un tuit: “¡Liberad Míchigan!”, proclamó. Los asaltantes iban armados y sin mascarilla, igual que los de Washington. La actitud de Trump solo era un adelanto, un aperitivo de lo que nos esperaba al final de su presidencia” … “Para decenas de millones de norteamericanos Joe Biden será un usurpador, un presidente ilegítimo. El republicano más popular de Estados Unidos, Donald Trump, se lo repite todos los días de diferentes formas y con diferentes bulos; los medios y las instituciones que desmienten esos bulos no tienen su popularidad. Algunos de los asaltantes chillaban a las periodistas y un equipo de la agencia AP fue destrozado a palos a plena luz del día. Esta es la brecha que se profundizó ayer en el corazón de Estados Unidos. Lo que nadie sabe es de dónde sacar el hilo ni las gasas con que poder coserla”.
  • Análisis de Roger SENSERRICH en Four Freedoms (7-01-21): Sorprendente, pero no inesperado El final de la presidencia de Trump acaba con el Capitolio tomado por una turba enfurecida y rumores de dimisión forzada … “El intento de negarle la victoria a Joe Biden fracasará, obviamente. La derrota electoral de Trump fue demasiado amplia, el presidente es demasiado imbécil y los republicanos están demasiado divididos para que puedan evitarlo. Pero en un sistema institucional como el americano, con una constitución anticuada, llena de instrumentos contra mayoritarios que requiere del consentimiento de la minoría para poder funcionar, esta crisis es un problema atroz. Estados Unidos lleva una década siendo poco menos que ingobernable. La insurrección fallida de hoy es una señal terrible de lo que puede llegar a suceder en los próximos años … A medio y largo plazo, la fractura interna del partido republicano sin duda estará en el centro de la agenda durante los próximos meses. La buena noticia es que gran parte del partido en el congreso, al fin, está hablando alto y claro en contra del trumpismo y lo que esta insurrección representa. La mala noticia es que una enorme minoría del partido sigue apoyándola y justificándola, y que es muy probable que un sector quizás no dominante, pero si decisivo, de las bases del partido vayan a seguir a Trump y creer lo que dice durante los próximos años. Tras años de reírle todas las gracias a Trump, de consentir sus diatribas, de consentir tácitamente sus ataques a la democracia, el ala cuerda del partido puede que acabe descubriendo que los fanáticos han tomado el control del manicomio. Quizás el resultado sea una victoria de la moderación y un retorno a un GOP más responsable a medio plazo, o una escisión que le deje en minoría durante años. Visto lo visto durante la era Trump, creo que el optimismo, al hablar de los republicanos, es difícilmente justificable”.
  • Análisis de Yascha MOUNK en El País (7-01-21): La guerra entre democracia y populismo no ha hecho más que empezar Aunque con graves daños, la democracia ha resistido en EE UU. Desafíos parecidos acechan otros sistemas políticos más frágiles … “Desde que entró en política, Donald Trump siempre ha dejado claro que él era el único que representaba al pueblo estadounidense. Esa convicción es la que le ha llevado, a cada paso, a entrar en conflicto con cualquier institución democrática que limitara su caprichoso ejercicio del poder. Desde el punto de vista de Trump, ni los jueces ni los representantes electos tienen derecho a trastocar la voluntad del pueblo, tal como la interpreta su mente narcisista. Esta idea fundamental es también la que explica por qué Trump es incapaz de aceptar la legitimidad del resultado de las elecciones. Como sabe que él representa la verdadera voz de la gente, cualquier elección que parezca demostrar lo contrario no puede ser libre ni justa. Para cualquiera que se crea su premisa populista, las abstrusas teorías de la conspiración sobre los votos robados son la explicación más lógica para algo que, de no ser así, es imposible. Es todo horrible y bochornoso. Pero, en medio de todo este horror, no debemos olvidar que, en estos cuatro años, la democracia estadounidense ha superado una dura prueba en la que muchos otros países han fracasado trá La prensa estadounidense ha informado sobre los ataques de Trump contra las instituciones democráticas. Los grupos de la sociedad civil las han defendido recurriendo a la imaginación. Decenas de millones de ciudadanos han votado para apartar a Trump del poder. Las autoridades electorales locales han hecho frente con un valor extraordinario a tremendos intentos de intimidación. Y, al final, un buen número de congresistas y senadores republicanos ha certificado el resultado de las elecciones. Las instituciones de Estados Unidos han sufrido graves daños. En el mejor de los casos, tardarán decenios en recuperar su fiabilidad y su prestigio. Las imágenes del miércoles nos perseguirán durante muchos años. Sin embargo, en muchos otros países de Europa, Asia, África o Sudamérica, los populistas autoritarios han conseguido adueñarse por completo del sistema político. Y hay muchos otros que aguardan entre bastidores, dispuestos a aplicar las mismas reglas. La victoria de los populistas no es inevitable. Pero, después de presenciar el terrible perjuicio que un narcisista personaje televisivo ha sido capaz de infligir a la democracia más antigua del mundo, nadie podrá sorprenderse si lo consiguen en otros países. La guerra trascendental entre democracia y populismo no ha hecho más que empezar”.

 Editorial de El País (7-01-21) sobre el asalto al Capitolio de los Estados Unidos: Ataque a la democracia de EE UU. La irrupción en el Capitolio evidencia los peligros de la polarización … “En este marco de máxima tensión política, la irresponsable actitud de Trump produjo este nuevo vergonzoso clímax, con rasgos gravemente antidemocráticos. El cuestionamiento sin ningún elemento racional de los resultados electorales y de las instituciones democráticas por parte del mismísimo presidente saliente ha provocado, como ahora queda evidente, una terrible herida en la sociedad estadounidense. No solo hay que pensar en los radicales que asaltaron el recinto parlamentario, sino en los millones de ciudadanos que, sin llegar a semejantes extremos, han perdido fe en la democracia por culpa de las descaradas mentiras de un presidente indigno de la magistratura que ganó en las urnas. Queda por delante una ardua tarea de reconstrucción nacional. Joe Biden, por su experiencia y talante, parece una figura bien posicionada para intentarlo. Pero el daño es enorme. En la tarea, es fundamental la unidad de todos los demócratas de EE UU para aislar al virus lesivo para la democracia que Donald Trump encarna. En primer lugar, corresponde al Partido Republicano desconectar por completo de esa dañina figura y recuperar la nobleza de gran parte de su historia. La sociedad civil, en su conjunto, también deberá colaborar en ese esfuerzo. La lección no puede ser más clara para todo el arco de las democracias occidentales. El precio de la polarización es gravísimo. Conviene no subestimarlo”.

  • Comentario de Lluís BASSETS en El País (7-01-21): Bajo las ruinas del trumpismo El balance es de destrucción. Trump ha sido útil y eficaz en la demolición del orden internacional liberal construido durante 70 años … “El presidente derrotado ha sometido a la democracia estadounidense a una prueba de tensión que ha terminado dañándole personalmente y, probablemente, inhabilitándole para cualquier aventura política futura, con el añadido del prejuicio procurado a los republicanos, divididos tras haber confiado su liderazgo al peor de todos ellos. Pero las mentiras y las intoxicaciones trumpistas han conducido a una minuciosa revisión de toda la maquinaria democrática, que ha salido reforzada en cada uno de sus mecanismos, desde el ejercicio del voto, dificultado por la pandemia, hasta el escrutinio, los recursos ante los tribunales y la certificación parlamentaria en los Estados y en Washington. Esto ya se acaba. Quedan dos semanas. Bajo las ruinas de su presidencia, Trump tiene todavía algún margen para seguir dañando a su país. Su golpe ha fracasado, también gracias a los senadores republicanos que, por una vez bajo esta presidencia, la más decisiva, propiamente histórica, han optado por mantener la república”.
  • Crónica de Beatriz NAVARRO en La Vanguardia (7-01-21) sobre el Partido Republicano: La muerte del partido de Lincoln Los republicanos, colaboradores necesarios de Trump, se dan de bruces con los frutos de sus actos, abocados a la fractura … El día arrancó con análisis sobre la fractura interna del partido y acabó hablando de su defunción … Durante estos años, el silencio de la mayoría de republicanos ante los abusos de Trump ha sido atronador
  • Artículo de María RAMÍREZ en es (7-01-21) sobre las vías para destituir a Trump: Se puede destituir ahora a Trump? Apenas le quedan dos semanas en el cargo, pero el vicepresidente Pence puede recurrir a la enmienda 25 de la Constitución para destituir al presidente … “La enmienda 25 prevé así una manera de sustituir al presidente en contra de su voluntad. Se trata de la sección cuarta, por la que el vicepresidente, en este caso Mike Pence, puede empezar el proceso con el apoyo de miembros del Gobierno. El vicepresidente tiene que mandar una carta al Congreso detallando el estado del presidente y pidiendo que el poder se le transfiera de manera temporal. La petición se hace al presidente más veterano del Senado y al líder de la Cámara de Representantes, en este caso el republicano Chuck Grassley y la demócrata Nancy Pelosi. El vicepresidente Pence asumiría el poder, aunque, si el presidente disputara este movimiento, la decisión pasaría después a las dos cámaras. Dos tercios tendrían que votar a favor de la destitución del presidente, pero el Congreso tiene más tiempo para decidir del que le quedan a Trump en la Presidencia. Entretanto, el vicepresidente Pence sería presidente”.
  • Artículo de Ramón LOBO en infoLibre (7-01-21): La traca final de Trump es atacar a Irán “¿Quién nos dice que este presidente fuera de sí no es capaz de iniciar una guerra antes del 20 de enero, día en el que decae su mandato y se inicia el de Joe Biden? Sería su último conejo en la chistera, un acto desesperado para proclamar que EEUU no puede cambiar de comandante en jefe en medio de un conflicto internacional y, tal vez, declarar la ley marcial. La Constitución no ampara ese camino, pero desde cuándo este presidente sin principios más allá de su ego necesita una justificación legal. Es un asunto que tendría eco en el sector echado al monte del republicanismo y en parte de la sociedad estadounidense. No soy un alarmista, también lo dice el editorial del diario británico Financial Times
  • Artículo de Roger SENSERRICH en Four Freedoms (6-01-21) sobre las elecciones de dos senadores en Georgia: Y los republicanos (probablemente) pifiaron en Georgia. “Creo que podemos hablar de al menos tres factores decisivos en la victoria demócrata: El primero, el debate sobre el estímulo fiscal en el congreso, y el hecho de que Trump se las arreglara para tirar a su partido a los pies de los caballos exigiendo más gasto sólo para que McConnell y los conservadores en el senado dijeran que no. Resulta que darle dinero a la gente en medio de una crisis económica es inmensamente popular, pero el presidente dejó claro que los republicanos en el congreso no querían hacerlo. Segundo, tanto Purdue como Loeffler eran candidatos muy torpes que se las han arreglado para hacer una campaña profundamente mediocre … Tercero, Trump, por activa y por pasiva. Por un lado, porque si el presidente es quien más moviliza a las bases del partido en unas elecciones, el hecho de que no estuviera en las papeletas hoy ha penalizado a los republicanos. Por otro, porque Trump lleva dos meses repitiendo sin cesar de que las elecciones han sido un fraude …”
  • Artículo de Alana MOCERI en esglobal (4-01-21) sobre los problemas de un gobierno en minoría en los Estados Unidos: ¿Cuánto puede durar el gobierno de la minoría en Estados Unidos? He aquí las claves para entender cómo funciona el sistema electoral estadounidense, a quiénes beneficia y a quiénes perjudica y cuáles son las vías para cambiarlo … “Lo más probable es que el cambio demográfico sea lo que ponga fin a este periodo de gobierno de la minoría republicana. Los mejores ejemplos recientes de esto son Arizona y Georgia, que se decantaron del lado demócrata en las elecciones de 2020, ya que ambos son estados en los que ha crecido la diversidad racial. Y luego está el caso de Texas, que siempre había sido un sólido estado republicano y en la práctica se convirtió en uno bisagra en 2020. Muchos analistas pensaron que las consecuencias de todo esto llegarían antes para los republicanos, que han abrazado a un electorado mayoritariamente blanco y masculino. Parecía que el país seguiría el mismo camino de la superdiversa California, donde los republicanos no son capaces de ganar elecciones a nivel estatal. Si bien la elección de Trump en 2016 demostró que estaban equivocados, a medida que la población de Estados Unidos continúe volviéndose más diversa, seguir dependiendo de una base electoral de hombres blancos se convertirá en una receta para el desastre y ambos partidos concentrarán más su atención en esos otros votantes, alterando el mapa electoral y el equilibrio de poder”.

Portada: Jake Angeli, un activista reconocido en Arizona por sus diversas manifestaciones en ese estado, junto a partidarios del presidente Trump en el interior del Capitolio de los EEUU este 6 de enero de 2021 (Foto de Saul LOEB / AFP)

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