Manuel Castells

Dos años después de su elección al trono imperial, Donald Trump ha sufrido una derrota sonada y su partido ha perdido el control de la Cámara de Representantes y siete gobernaturas, por mucho que, con su descaro habitual, tuiteara victoria. Cierto es que en el Senado los republicanos han incrementado su mayoría y que ello tiene consecuencias serias sobre nombramientos de jueces, política exterior y la posibilidad de impeachment del presidente.

Por eso Trump hizo campaña en los distritos en que había senadores suyos en liza. Pero las elecciones al Senado no son reflejo directo de lo que pasa en la sociedad. Porque son elecciones parciales y en esta ocasión se ponían en juego muchos más escaños ocupados por demócratas que republicanos. Y porque el Senado, en Estados Unidos y en el mundo, es uno de esos mecanismos que desvirtúan la democracia. Porque no sigue para nada el principio básico de una persona un voto.

En Estados Unidos cada estado elige el mismo número de senadores, o sea dos. De modo que Wyoming, con 580.000 habitantes, tiene los mismos senadores que California, con 40 millones. Por cierto que en España ocurre algo parecido. Todas las provincias tienen cuatro senadores por elección directa, más cuatro de las islas, aunque luego haya delegaciones de comunidades autónomas.

La institución del Senado es arcana y tiene su origen en la preservación del poder de las áreas rurales, que son las más conservadoras y más directamente sometidas al caciquismo. Sin embargo, pese al colchón senatorial amortiguador del choque, se ha frenado la megalomanía de Trump. Porque el control de la Cámara de Representantes por parte de los demócratas significa no sólo un cambio sustancial en políticas sociales, de inmigración y de salud pública, preocupación número uno de la gente, sino que abre la puerta a investigaciones sobre las posibles ilegalidades de Trump. Ahora se verá obligado a enseñar sus declaraciones de impuestos y estará expuesto a acusaciones de obstrucción de la justicia. Es el momento que esperaba el fiscal especial Mueller para formalizar sus acusaciones. Por eso Trump ha contraatacado inmediatamente liquidando a su ministro de Justicia, Jeff Sessions, y reemplazándolo por Matthew Whitaker, un crítico de Mueller, para que lo neutralice.

Aun así, en enero la mayoría demócrata podría votar el impeachment de Trump, aunque probablemente no lo hará. Porque haría falta, además, una ratificación por un voto de dos tercios en el Senado. De ahí el interés de Trump en preservar sus senadores. Trump ya ha amenazado a los demócratas que si lo investigan a él utilizará el Senado para investigarlos a ellos. Una maravilla de democracia cooperativa como pueden apreciar. Sin embargo, cualesquiera que sean los límites legales establecidos para proteger la presidencia, el daño político de una serie de revelaciones de impropiedad ética y legal puede ser considerable y las elecciones presidenciales son dentro de dos años. La situación política en Estados Unidos, con sus implicaciones en el mundo, ha cambiado.

Y ese cambio tiene actores muy concretos. O más bien actrices. Porque es la amplia movilización de mujeres desde hace ya tiempo, en todo el país, lo que ha sacudido los cimientos de la clase política. No sólo porque se han alzado contra Trump y sus republicanos, sino porque una proporción importante son claramente progresistas y ganaron las primarias a los demócratas tradicionales, hombres apoltronados en el aparato. Como fue el caso de Alexandria Ocasio-Cortez, una puertorriqueña de Nueva Yok, camarera en un bar, militante socialista de la campaña de Bernie Sanders, que será, a sus 29 años, la congresista más joven de la historia. Llegó a la elección derrotando en la primaria demócrata a Joe Crowley, un poderoso político tradicional de Nueva York. O las dos latinas que por primera vez representarán a Texas. O las dos mujeres musulmanas, Rashida Tlaib, de Michigan, y Ilhan Omar, de Minnesota, que van a dar guerra a los xenófobos del establishment.

El contingente principal de mujeres, como candidatas y como votantes, tiene como procedencia mayoritaria las áreas suburbanas de clase media de las grandes ciudades. Son mujeres con educación universitaria, que no se fían de las etiquetas políticas, pero que utilizan el Partido Demócrata para llevar a las instituciones su defensa de la salud pública y de los derechos de la mujer, incluido el aborto. Son más de 118 congresistas, número histórico. Pero se van a encontrar con una resistencia feroz del machismo religioso agazapado en el Senado y en la judicatura.

Una vez más, las iglesias evangélicas han mostrado su poder en favor de la extrema derecha. Sobre todo en las zonas rurales, que son las que aún tienen a Trump como ídolo. La batalla decisiva se libra entre hombres rurales sin educación y mujeres suburbanas universitarias. El futuro es de ellas. Porque la población rural es el 17% y bajando. Mientras que el 65% de los estadounidenses viven en los suburbios de diez grandes áreas metropolitanas.

Junto a ellas, surgen nuevos liderazgos jóvenes. Líderes carismáticos como Andrew Gillum, afroamericano, estuvo muy cerca de ser gobernador de Florida, u otra afroamericana, Stacey Abrams, en Georgia, bloqueada por fraude electoral. O Beto O’Rourke, expunk rockero, que casi derrota en Texas al jefe del Tea Party, el senador Cruz. Ya se habla de O’Rourke por su conexión con jóvenes y latinos y sus ideas rompedoras como un posible candidato presidencial.

El oeste conservador se fractura. Jared Polis, abiertamente gay, es el nuevo gobernador de Colorado. Y en Nevada, Jacky Rose arrebató a los republicanos un escaño en el Senado. Y la otra senadora de Nevada es latina. Mientras que gobernadores demócratas conservadores, en Indiana, Missouri, Dakota del Norte, fueron derrotados. Se hunde el centro. Frente a frente, machos trumpistas y mujeres de nueva generación.

La batalla decisiva se libra entre hombres rurales sin educación y mujeres suburbanas universitarias; el futuro es de ellas.


 

«Mujeres contra Trump», LA VANGUARDIA 10 de noviembre de 2018

Foto REUTERS/SCOTT MORGAN

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí