El 22 de mayo de 1939, apenas dos días después de la entrada triunfal del general Franco en Madrid, Ernst Toller se suicidaba ahorcándose con su propio cinturón en la habitación de su hotel neoyorkino. Allí moría también su sueño de erradicar el hambre en una España arrasada por tres años de Guerra Civil, empeño en el que había invertido todas sus energías y hasta el último céntimo de su bolsillo. Hoy, su nombre es perfectamente desconocido para los descendientes de aquella población desgraciada: ni un rótulo, ni un busto en bronce, ni una mención en los libros de Historia. Un olvido lamentable que la profesora Ana Pérez ha querido paliar en el libro Ernst Toller. Entre la II República y la Guerra Civil Española, publicado por Comares.

Pérez, estudiosa del exilio antifascista alemán, tropezó con Toller mientras preparaba un ensayo. La referencia a un Archivo de España del autor la llevó a Yale (Estados Unidos), donde estaba depositado dicho material. “Desde el departamento de Filología Alemana de la Universidad Complutense pedí una copia microfilmada de todo lo que tuviera que ver con España. Ahí supe que había estado en nuestro país entre 1931 y 1932, pero solo se conocían algunos de sus artículos”.

Tirando del hilo, Pérez empezó a familiarizarse con esta figura única. De origen judío, Toller nació en 1893 en la ciudad de Samotschin, provincia polaca del Imperio Alemán. Aceptado como voluntario en la I Guerra Mundial a pesar de sus problemas cardíacos, todo el horror que ve lo convierte en pacifista. Personalidad destacada en la República de Consejos de Baviera en 1919, es condenado a cinco años de prisión. Su tiempo de cautiverio lo dedica a escribir obras de teatro, que le dan una enorme popularidad.

La voz de una generación

Para los estudiosos, la vida de Toller acababa justo en ese punto, la salida dela cárcel, que es donde concluye su autobiografía, Una juventud en Alemania. Sin embargo, entre ese momento y su trágica muerte pasaron 15 años de actividad incesante. Para conocerlos, Ana Pérez hubo de bucear en el archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, en el general de Alcalá de Henares, en el de la Foreign Police, el Archivo Federal Alemán… Y contó con la amabilidad de la Sociedad Toller, la institución alemana que mantiene viva su memoria.

Lo que descubrió fue todavía más asombroso que su vida anterior: “Cuando sale de la cárcel, se dedica a viajar por todo el mundo”, explica la profesora. “Su fama internacional había llegado hasta España, y aunque no había pisado nunca el país, se sabe quién es, como político y como escritor. Era un poeta que estaba dando voz a toda una generación”.

Cuando en España se alza la bandera de la república en el año 31, Toller no es insensible al acontecimiento. “Él no estaba satisfecho con la república de Weimar. Criticó la parcialidad de la justicia, que había permitido que Hitler fuera encarcelado tras el putsch de Munich en una cárcel normalita, y a los nueve meses fuera puesto en libertad bajo palabra, mientras los revolucionarios habían sido encarcelados en condiciones penosas.En España, en cambio, ve una verdadera revolución”, añade Pérez.

Acción humanitaria

Viaja a España en octubre de 1931, y permanece hasta marzo del año siguiente. “Simpatiza de inmediato con el carácter español, estima mucho el sentimiento de dignidad de la clase obrera, y estudia con atención los sindicatos anarquistas”, prosigue la profesora, quien destaca ciertas cualidades visionarias del personaje. “En 1930 ya sabe que Hitler iba a ser canciller del Reich, y en 1931 augura que para España vendrán tiempos de fascismo”.

En sus artículos, narrará una conversación con Alcalá-Zamora y su encuentro con Victoria Kent, sus visitas al Ateneo de Madrid, describirá una corrida de toros y una estampa  pintoresca de Sevilla. Pero también se hace patente la que será su gran preocupación: la justicia social. “El sufrimiento de los pobres le conmovía profundamente”, subraya Pérez. “Era un activista nato. Las ideas para él no eran solo ideas, tenían que ser acción. Desde muy joven, pensamiento, sentimiento y acción van en él íntimamente unidos”. Este rasgo de su carácter se pondrá especialmente de manifiesto cuando llegue la Guerra Civil, cuyo estallido le sorprende en Estados Unidos.

“Se solidariza desde allí con la República, hasta que no puede más y se viene a España. Como pacifista, pone el acento en la necesidad de ayudar a la población civil”. Sus contactos con el gobierno legítimo le permiten conocer la magnitud de la tragedia: escasez de carne, leche y huevos, malnutrición, enfermedades. Las pesadillas de la I Guerra Mundial vuelven a materializarse ante sus ojos. “Entonces decide iniciar una acción en la que participaran todos los gobiernos democráticos, Estados Unidos a la cabeza”, continúa la profesora. “Sabe que el pacto de no intervención impide la ayuda internacional solo para la España republicana, de modo que propugna una acción humanitaria para todo el país”.

Para seguir leyendo el artículo de  Alejandro Luque en eldiario.es  21 de diciembre de 2019

A continuación, Introducción, Nota previa, Documento de Conversación sobre la Historia e Índice del libro (revisión del publicado en el mes de julio)

Introducción   de Dieter Distl  

 

España y Ernst Toller

A ningún otro país amó Toller con tan profunda empatía como a España. De octubre de 1931 a marzo de 1932 viajó por España con Lotte Israel. España, como «II República», estaba desde abril de 1931 inmersa en la transformación de sus estructuras políticas, pero también de las sociales, algo que, tras su regreso a Alemania, Toller comentó con un cierto escepticismo en los artículos publicados en la revista Die Weltbühne de abril a junio de 1932, así como en sus charlas radiofónicas.

En el segundo viaje a España, en marzo y abril de 1936, le acompañó su joven esposa Christiane Grautoff, un viaje que les llevó hasta Portugal y que realizaron en el coche de un amigo.

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Ernst Toller y Christiane Grautoff (imagen: Ernst Toller Gesellschaft)

A finales del verano de 1938, el objetivo del viaje de Toller fue la España desgarrada por la Guerra Civil. Desde los últimos días de julio hasta principios de septiembre le conmocionó sobre todo la creciente miseria de la hambrienta población civil en ambos lados del frente. «Es como si Toller al encontrarse con España de nuevo desde finales de 1931 volviera a revivir la propia historia de la revolución, como si en las cárceles españolas se hubiese encontrado otra vez con sus años de cárcel, como si se estuviera oponiendo con sus últimas fuerzas al sometimiento de Europa por el fascismo, el nacionalsocialismo y las ideologías racistas y antisemitas», escribió el famoso germanista Wolfgang Frühwald en su último artículo, poco antes de su muerte en 2018.[1]

Toller todavía consiguió llevar a buen término su ambicioso proyecto solidario para socorrer a la población civil española, pero lo que no pudo hacer fue influir en el desenlace de la guerra. Su libro sobre la España de la Guerra Civil, del que solo nos han llegado fragmentos, es su modo de expresar el duelo por el hundimiento de la democracia.

Cuando las diplomacias de los tres grandes países democráticos restantes, Inglaterra, Francia y los Estados Unidos, reconocieron la recién instaurada dictadura de Franco en España, Ernst Toller, de vuelta en su exilio en Nueva York, se quitó la vida el 22 de mayo de 1939.

ernst_toller.Ernst Toller by Emil Stumpp Leo Baeck Institution
Ernst Toller retratado por Emil Stumpp (imagen: Leo Baeck Institute)

Sus amigos y compañeros de lucha vieron su suicidio como una capitulación ante el creciente avance del fascismo en todo el mundo. No sólo habían admirado su obra literaria, sino sobre todo su fascinante arte de narrar y su impactante oratoria. Emprendió numerosas iniciativas solidarias, implicándose él mismo en ellas. Por ejemplo, se interesó de un modo conmovedor por la suerte de la hija del periodista Carl von Ossietzky, que había encontrado refugio fuera de Alemania cuando su padre fue internado en un campo de concentración.

Toller también se dirigió al entonces presidente del gobierno de la República, Juan Negrín López, pidiéndole ayuda para los miembros de la Brigada Thälmann que habían combatido en la Guerra Civil española del lado de la República y que, ahora, gravemente heridos, se encontraban en los cercanos hospitales militares de Francia. Esta carta, escrita el 4 de septiembre de 1938, poco antes de su partida de España, es un testimonio del gran amor de Toller por una España que sufría las crueldades de la guerra civil, del hambre y del odio entre hermanos. Comienza así:

«Excelentísimo Sr. Presidente del Gobierno:

Con sincero pesar abandono hoy España sin haber tenido ocasión de verle a usted y decirle cuán profundamente me ha conmovido la trágica lucha de la República por su libertad. El valor de los soldados en el frente, la disciplina del ejército, nacida de la libre voluntad, han despertado mi ferviente admiración tanto como la dignidad del pueblo para soportar las privaciones impuestas sin que disminuya el vigor de su resistencia. Espero que no esté lejos el día en el que las democracias del mundo se den cuenta de que esta lucha no es solo por España, sino que también les concierne a ellas mismas. Los pueblos ya lo han comprendido, los gobiernos todavía no. Pero habrán de inclinarse ante la presión de la opinión pública. El tiempo corre a favor de España.»[2]

Brigada Tahlmann

Los siguientes párrafos de la carta los dedica Toller al problema de los heridos de guerra y mutilados de las Brigadas Internacionales, que por lo que parece antes de abandonar España tuvieron que firmar un documento por el que renunciaban a reclamar ayuda económica de España una vez que estuvieran en el extranjero. Toller presenta un listado detallado de las heridas y amputaciones sufridas fundamentalmente por los soldados internados en los hospitales militares franceses. Para ello se apoyó en los informes de la corresponsal de guerra noruega Lise Lindbæk, que ya había conocido en Londres y con la que volvió a encontrarse en Barcelona. Evidentemente, ella fue también quien proporcionó a Toller las informaciones y los datos necesarios para fundamentar su petición a Negrín.

Lise Lindbaeck y Hordahl Grieg
Lise Lindbaeck y Nordahl Grieg

Por su parte, Toller invitó a Lise Lindbæk a que le acompañara al frente del Ebro. El 8 de septiembre de 1939 Lindbæk redactó en alemán un informe de nueve páginas escritas a máquina. Se trata, por un lado, de un elocuente testimonio del proyecto de ayuda humanitaria de Toller a favor de la necesitada población civil española, pero por otro lado es, sobre todo, una impactante crónica de los últimos días de la República española.[3]

«Una noche en el Ebro.- Con Toller en Tortosa», así se titula el informe de Lindbæk. En una parte se describe la campaña de solidaridad de Toller a nivel internacional, a la que sigue una instantánea del frente de batalla del Ebro en Tortosa, al suroeste de Tarragona. Allí están atrincherados unos frente a otros, como enemigos, hombres pertenecientes a una misma nación e intentan averiguar si aún es posible la humanidad o si solo queda el odio descarnado entre hombres que hablan el mismo idioma.

«¡Oiga, ombre, habla!» (sic), es el grito del centinela republicano, que persigue a Lindbæk hasta en sueños. «¡Escucha, hombre, vamos a hablar! ¡Vamos a discutir y no a disparar!» grita el soldado republicano a los franquistas atrincherados al otro lado. «De una parte, cultura, afán de entendimiento y conciliación […], de la otra, palabras ofensivas y disparos. Pues este río, verde a la luz de la luna, señala hoy en Europa la frontera más decisiva entre cultura y barbarie. ¿Se puede gritar todavía “¡Escucha, hombre, vamos a hablar!” o es ya demasiado tarde?» Estas frases finales del informe de Lindbæk reflejan su escepticismo respecto a cualquier posibilidad de entendimiento.

De un modo no menos escéptico termina el relato fragmentario de Toller.[4]

«Suecia ha donado millón y medio de coronas, Noruega medio millón, Inglaterra 50.000 libras.

Éxito, pero bajo qué trágicas circunstancias.

En España, la zona centro aislada, la derrota es imparable.

Trabajo para conseguir envíos a la zona centro.

Cae también el centro de España.

¿Qué queda?

Ayuda a los refugiados.

400.000 en Francia.

Sueño y realidad.»

Esta es la actualidad de Ernst Toller. Estas últimas líneas dan cuenta de un fracaso tanto individual como colectivo. Él había apurado hasta el límite las posibilidades que todavía le quedaban al individuo en un mundo desquiciado. Muy poco después se quitó la vida.

Que este libro de Ana Pérez dé testimonio de este hombre y su España es una prueba evidente de su actualidad.

 
Dieter Distl
Presidente de la Ernst Toller Gesellschaft

 

Nota previa

Ana Pérez 

 

Como indica el título, este libro trata del intelectual, político, escritor y activista alemán Ernst Toller y de su vinculación con la II República y la Guerra Civil Española en los años 30 del siglo pasado. Esta vinculación se plasma fundamentalmente en una serie de artículos y reportajes escritos a raíz de un viaje que realizó a España en 1931/32 y publicados en lengua alemana en 1932, así como en la iniciativa solidaria de ayuda humanitaria a la desabastecida población española en 1938, durante la Guerra Civil. En este trabajo se incluyen tanto los textos de 1932 como algunos de 1938, todos inéditos hasta ahora en nuestro idioma.

Este estudio se ha gestado a lo largo de varios años, si bien no de modo continuado, y se inscribe en el conjunto de mis trabajos de investigación sobre el exilio alemán de 1933 a 1945, y sobre las relaciones culturales entre España y Alemania, especialmente durante el periodo de la Guerra Civil española. Son dos campos poco conocidos en nuestro país, aunque desde hace algunos años sí están presentes en el más restringido ámbito de la actividad académica especializada, en congresos, proyectos de investigación, publicaciones en revistas y obras colectivas, así como en la elaboración de tesis doctorales que van ampliando el abanico del conocimiento en estos temas y pueden ser fuente de inspiración para nuevos intereses. A esto hay que añadir la labor editorial, con la publicación de traducciones de obras significativas de autores exiliados de lengua alemana, y sobre todo de aquellas que tratan la Guerra Civil española y que se deben a autores que hasta hace muy poco eran casi unos desconocidos, incluso para el público interesado. Esta encomiable labor investigadora y editorial continúa, a mi juicio, precisando una mayor atención y dedicación para que esta etapa de la historia, la literatura y la cultura alemanas, particularmente en lo que afecta a sus relaciones con el mundo hispano, ocupe el lugar que merece en el conocimiento general. No solo se trata de un periodo histórico apasionante, sino que, frente a una aparente lejanía cronológica y cultural, nos ofrece a menudo claves de interpretación para los conflictos de nuestro propio presente e invita a reflexionar sobre ellos a la luz de unas experiencias que forman parte de la historia común europea.

Anne Funder todo lo que soy

Aunque ya había tratado tangencialmente la figura de Ernst Toller en otras publicaciones, sus antecedentes directos se remontan a un artículo de 2009 que constituye una aproximación a su relación con España en los años 1931/32 y 1938. Hasta qué punto estaba entrando en terreno desconocido en la cultura media española se puso de manifiesto con una publicación totalmente ajena a mí. Random House Mondadori publicó en 2012 la novela de Anne Funder Todo lo que soy —uno de cuyos personajes es Toller— y, para su venta en una cadena de librerías, la editorial incorporó mi artículo como separata informativa, aunque en la novela no se menciona en absoluto la vinculación del escritor con España.

Investigaciones posteriores me han permitido ampliar notablemente los datos de ese artículo primigenio, especialmente sobre la Spanish Help Action de Toller en 1938, pero también sobre su relación con España desde 1931, e incluso sobre la repercusión de sus obras y su personalidad en nuestro país, un aspecto hasta ese momento prácticamente inexplorado.

Toller Gesammelte werke

No puedo dejar de citar, aunque de forma somera, los más señalados trabajos de investigadores que me han precedido y me han ayudado en mi recorrido. El primero, el catedrático de la University of New York at Albany, John M. Spalek, al que debemos la impresionante bibliografía Ernst Toller und his Critics (1968) y otras publicaciones fundamentales, también en colaboración con el catedrático alemán Wolfgang Frühwald. Ambos editaron conjuntamente en 1978 una compilación de obras de Ernst Toller en cinco volúmenes, la edición más completa existente hasta 2015. Anteriormente, en 1965, Spalek había publicado el primer artículo sobre los Ernst Toller Papers del Archivo de la Universidad de Yale, entre los que se encuentran la casi totalidad de los manuscritos sobre la iniciativa humanitaria de 1938. En 2010 el Departamento de Filología de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) adquirió copia de esta documentación, lo que me permitió trabajar con ella de un modo excepcional. A esto hay que sumar los trabajos de Richard Dove, Stephen Lamb (1990), Stefan Wimmer (1994) e Irene Zanol [2017], referidos específicamente a la relación con España y, entre las monografías, sobre todo las de Wolfgang Rothe, Dieter Distl y Richard Dove. Pero fue en 2015 cuando la situación de la investigación sobre Toller dio un giro radical y abrió un campo de posibilidades todavía por explorar gracias a la edición crítica de sus obras completas, incluidos manuscritos inéditos y publicaciones dispersas. Este gran trabajo ha sido realizado por un colectivo de investigadores bajo los auspicios de la Sociedad Ernst Toller presidida por Dieter Distl, una empresa coronada en 2018 con la edición en dos volúmenes de las cartas de Toller.

En todo este largo proceso de estudio e indagación me gustaría señalar la relevancia de lo que hoy día parece una obviedad: la gran ayuda a la investigación proporcionada por los recursos electrónicos que permiten acceder a fondos que en otras circunstancias serían difícil o penosamente alcanzables. Por supuesto, también la de las instituciones que los han incorporado a su funcionamiento como instrumentos habituales, y además atienden las consultas de los investigadores. En mi caso es obligado citar y agradecer la colaboración del Centro de Documentación Teatral, el Centre de Documentació i Museu de les Arts Esceniquès, la Fundación Juan March, la Biblioteca Nacional y su Hemeroteca, el extinto archivo del Ministerio de Asuntos Exteriores, el Archivo General de la Administración de Alcalá de Henares, el Departamento de Filología Alemana de la UCM, la Biblioteca de la Facultad de Filología de la UCM, la Biblioteca de la Universidad de Oviedo, la Fundación Negrín, la Staatsbibliothek de Berlín, el Deutsches Exilarchiv 1933-1945 de la Deutsche Nationalbibliothek (Frankfurt am Main), la Bayerische Staatsbibliotehek, el Bundesarchiv alemán, el archivo del Foreign Office en Londres y el ya citado Archivo de la Universidad de Yale.

Mención aparte y muy especial merece el apoyo recibido por la Sociedad Ernst Toller y su presidente Dieter Distl, que en todo momento han seguido con gran interés y han apoyado la publicación de este trabajo. Gracias a él pude contactar con Irene Zanol, que tuvo la generosidad de enviarme distintos materiales, incluso no publicados, que han contribuido a clarificar aspectos concretos de la investigación. A ellos he de sumar la colaboración de Carmen Negrín y del recientemente fallecido Patricio Azcárate, que me proporcionaron datos relevantes sobre sus familiares.

Que este trabajo salga finalmente a la luz se debe a Alberto Carrillo, de la Universidad de Sevilla, pues han sido su interés y su incondicional compromiso con la realización del proyecto los que lo han hecho posible. Gracias una y otra vez.

Gracias también al Centro de Estudios Andaluces y a la editorial Comares por asumir la publicación de este trabajo tan querido por mí, singularmente a Miguel Ángel del Arco y Natalia Arnedo por su excelente trabajo.

Por último quiero expresar mi enorme gratitud y cariño a las personas de mi entorno más cercano que han estado siempre a mi lado, han dedicado su tiempo a escucharme, a animarme en los momentos de incertidumbre, a leer y revisar mi manuscrito, a aportar sus siempre acertadas indicaciones, e incluso a comprobar más de un dato. Son: Bettina Linares, Julio Linares, Pablo Linares, Marisa Barreno y Ana Ruiz, de la Universidad Autónoma de Madrid. El resultado es también obra de todos ellos.


HM 19 septiembre 1933 p.2
Ilustración de Conversación sobre la Historia (*):
El insigne escritor alemán Ernesto Toller , que ha tenido que escapar de las garras de los nazis, como tantos y tantos ilustres escritores y hombres de ciencia alemanes, se encuentra actualmente en España.
El Sr. Toller dirige a Goebbels —uno do los ministros de Hitler—la siguiente carta por mediación de HERALDO DE MADRID. Como nuestro periódico no puedo traspasar las fronteras alemanas es difícil que las líneas de Ernesto Toller caigan en las manos del mandatario nazi… Sin embargo, aquí quedan para satisfacción nuestra y por si las hace llegar a los ojos de Göebbels alguno de sus servidores en España:

CARTA ABIERTA AL SEÑOR GÖEBBELS
«Cuando el 5 de mayo fueron arrojadas a la hoguera las obras da escritores, filósofos e investigadores alemanes, usted, Sr. Gobbels, consintió y aprobó este acto vandálico. Y en su discurso calificó de «inmundicia espiritual» las obras de estos hombres, que representan
una Alemania más noble que la que representa usted.
En toda Alemania habéis desterrado nuestras obras de los teatros, editoriales, librerías, bibliotecas y escuelas. Perseguís a los autores, los encarceláis o los desterráis del país. Excluis a los mejores profesores de las universidades alemanas. No dejáis oír a los directores y compositores. Arrojáis a los actores de los teatros. A los pintores,
arquitectos y escultores de sus talleres.
No os basta atormentar a los que sufren en vuestras prisiones y campamentos de concentración, sino que perseguís incluso a los emigrados con todos los medios que os da vuestra fuerza. Queréis, para hablar en vuestro propio lenguaje, aniquilarlos física y moralmente «de una manera brutal, sin compasión».
¿Y cuál es el fundamento de un odio tan infundado? Estos hombres creen en un mundo de libertad, de humanidad y de justicia social; estos hombres son verdaderos socialistas, comunistas, pacifistas o cristianos fervientes; estos hombres no están dispuestos
de ninguna manera a callar la voz de la verdad ni a inclinarse ante la fuerza. Las persecuciones y excomuniones son para nosotros—perseguidos— un honor máximo. Algunos de nosotros nos veremos ahora, por primera vez, obligados a demostrar que merecemos este honor. ¡Nosotros ni gemimos ni men»digamos! Tampoco filmamos ningún,
recibo para proclamar nuestra lealtad. No cesaremos nunca de vilipendiar vuestros vergonzosos actos. Decís que os proponéis salvar a cultura alemana, y lo que hacéis es destruir los más nobles monumentos de nuestra cultura. Pretendéis despertar a la juventud
alemana y cegáis su espíritu, sus ojos y su inteligencia. Decís que os proponéis salvar a los niños alemanes mientras envenenáis sus corazones con frases vergonzosas de
un nacionalismo estúpido y de odio de razas. Pretendéis libertar al pueblo trabajador, mientras que lo forjáis en los moldes de una esclavitud social y espiritual. Pretendéis limpiar a Alemania de los culpables y perseguís a los más débiles; a los judíos. Pretendéis estar identificados con el espíritu alemán, pero vuestros actos significan desprecio por las ideas de Goethe, Lessing, Herder y Schiller, Wieland y Ranke, y las de todos aquellos hombres que lucharon por los más puros valores de Alemania y los sacaron a la luz,
Leí estos días vuestras artificiosas obras y las de vuestros correligionarios.
No quiero echaros en cara que escribís el alemán peor que nosotros, puesto que la fuerza no es sinónimo de talento; pero lo que repugna es que obliguéis a los teatros alemanes a representar vuestras pobres obras.
Habláis mucho de heroísmo, pero os referís al heroísmo del soldado. ¡También nosotros conocemos un heroísmo: el heroísmo del trabajo, del carácter, del hombre libre que se mantiene firme en su idea! Habláis mucho de la cobardía de vuestros enemigos. Y queremos que sepáis que vuestras persecuciones nos fortalecen. Vuestro odio nos eleva. Esa lucha nos hace más luchadores.
Reconocemos nuestra parte de culpa en nuestro destino; hemos cometido muchas faltas. La mayor de ella fue nuestra paciencia.
Nosotros, gracias a la enseñanza que nos habéis dado, corregiremos nuestras faltas. 
Y esto es vuestro único mérito.Ernesto Toller.

(*) Advertencia de Ana Pérez: el autor cambia un poco los hechos: primero, Toller no estaba en España en esa fecha; segundo, el artículo es traducción de uno publicado en  Aufruf. Zeitschrift für Menschenrechte I, de Praga.
 


[1] Wolfgang Frühwald, «Ernst Toller in Spanien». En: Ernst Toller, ed. de Hannah Arnold y Peter Langemeyer, Text+Kritik, núm. 223, mayo 2019, previsiblemente pp. 83-95.

[2] La carta se encuentra en la Biblioteca de la Universidad de Yale y se reproduce en: Ernst Toller, Briefe 1915-1939. 2 vol., ed. de Stefan Neuhaus e.a., (Göttingen: Wallstein Verlag, 2018) vol. 2, pp. 1481-1486.

[3] El informe de Lise Lindbæk se encuentra bajo la signatura MA fo 4326:D:97 en el Archivo de la Biblioteca Nacional de Oslo, Noruega, (dato proporcionado por Peter Langemeyer).

[4] Cf. Ernst Toller: Sämtliche Werke, Kritische Ausgabe, ed. de Dieter Distl et. al., vol. 4/1, «Pu­blizistik und Reden», (Göttingen: Wallstein, 2015), p. 755-786. Cf. también las frases finales de So weit uns Spaniens Hoffnung trug. Erzählungen und Berichte aus dem spanischen Bürgerkrieg. Ed. de Erich Hackl. (Zurich: Rotpuntkpverlag, 2016), p. 383.


Ernst Toller entre la II República y la guerra civil española. Traducción y edición de Ana Pérez. Granada: Comares, 2019.
Troller Sumario 1l

Troller Sumario2l-2

TOLLER FIN Entre la Republica y la guerra civil-2
 
 
 

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