Francesc Tur Balaguer
Autor de «La depuració dels mestres balears per motius morals» (Documenta Balear, 2017) y  colaborador habitual de “Ser Histórico, portal de Historia” o de la revista «Illa Negra»  (editorial Calumnia). Ha publicado también  el zine «El bibliocausto en la España de Franco» (1936-1939) (Piedra Papel Libros, 2018).

 

El feminismo pacifista organizado nació a mediados del siglo XIX en el Reino Unido al crearse en 1874 una sección para mujeres en la London Peace Society. La asociación se había fundado mucho antes, en 1816, controlada, no obstante, solo por hombres y, aunque progresivamente se incorporaron a ella mujeres, no fue hasta fines del siglo XIX que ellas obtuvieron el derecho de palabra y constituyeron una rama propia.[1]

Sin embargo, si hablamos de la primera organización pacifista europea exclusivamente femenina, esta se formó en Ginebra en 1868  por Marie Pouchlin-Goegg (Ginebra, 1826-1899). A partir de 1890 nacieron, asimismo, en Francia varias sociedades de mujeres contra la guerra. Más adelante también aparecerían en Portugal e Italia.[2]

Pocos años antes se había hecho famoso el alegato antibélico de Bertha von Suttner (Praga, 1846. Reino de Bohemia, Imperio Austríaco- Viena, 1914, Imperio austrohúngaro) con su célebre novela Abajo las armas de 1889. La autora recibió por ella el Premio Nobel de la Paz en 1905.

Bertha von Suttner, tercera por la izquierda (foto: http://bertha.praguevision.org/en/about-bertha)

Los congresos feministas de inicios de la centuria, antes del estallido de la conflagración, hicieron, a menudo, votos por la paz. Ahora bien, para una importante corriente de las militantes de la época, ello era consustancial a la naturaleza de la mujer. Se consideraba una especie de “dato natural”que las mujeres se opusieran a los conflictos bélicos porque ello estaba en su irrenunciable “naturaleza maternal.” Así lo describía la destacada activista americana Crystal Eastman (Marlborough, Massachussets, 1881-1928) en una carta a otra igualmente relevante militante Jane Addams (Cerdaville, Illinois, 1860- Chicago, 1935):

As mothers or potencial mothers, women have a more intimate sense of the value of human life (…) therefore (…) there can be more meaning and passion in the determination of a women’s  organization to end war than in an organization of men and women with the same aim.[3]

En aquellos años, pues, el maternalismo constituyó una clave en la agenda de los feminismos y también de los sectores más progresistas masculinos. Es el caso del sociólogo Georg Simmel (Berlín, Reino de Prusia, 1852- Estrasburgo, Imperio alemán, 1918), probablemente uno de las personalidades más favorables-según Dora Barrancos- a la igualdad entre los sexos. En opinión del intelectual alemán, la mujer era el auténtico reposo del ser metafísico por su ínsita condición de reproductora. Lo expresaba en estos términos:

De las mujeres podría decirse que viven en cierto sentido más, que deben tener una vida más concentrada y disponible que los hombres porque han de proveer con ella también al hijo (…). Se trata para ella (…), no de una oposición entre proceso y resultado o idea, sino de la vida, en un sentido tan unitario que no se disgrega en proceso y resultado.[4]

Simmel pensaba que las mujeres “representaban el fondo de las cosas” y no vacilaba en sostener que

descansan inconmovibles y profundamente inmersas en la última instancia de su propio ser, y que precisamente por eso y en esta medida el fondo de la existencia como tal, la unidad secreta, incognoscible, de la vida y del mundo, es su propio fundamento.[5]

Mathilde Planck (1861-1955) (foto: Landesmedienzentrum Baden-Württemberg)

Hay que decir que el término “pacifismo” apareció en los albores del siglo XX en Francia y que se trasladó después a otras lenguas. Con este neologismo se trataba de encontrar una palabra que englobase a todos los movimientos. Así, Émile Arnaud, presidente de la Liga Internacional por la Paz y la Libertad propuso este vocablo en 1901 justificando su elección de la manera siguiente:

No somos solamente “pacíficos”, no somos tan solo “pacificadores.” Lo somos todo a la vez y otra cosa  somos, en una palabra, pacifistas.[6]

La adopción del término en alemán se debió a Alfred Hermann Fried, cofundador de la Sociedad Alemana por la Paz (SAP) en 1892 y redactor en jefe de la revista Die Friedenswart.

El teólogo Karl Holl en un análisis sobre la asociación pone de manifiesto  que entre los militantes había un número considerable de mujeres (hacia 1900: un cuarto del total de inscritos en la sección de Francfort; hasta 1/3 en la de Konigsberg) aunque eran escasas las adheridas que ocuparan posiciones de responsabilidad. Hay que subrayar, asimismo, que se contaban entre las filas del SAP algunos hombres favorables a la emancipación femenina como Theodor Barth, (publicista y político liberal, Helmut von Gerlash [ambos fueron cofundadores de la Demokratische Vereinigung, Unión Democrática[7] en 1908] o el jurista Karl Shrader.[8]

Hemos hablado, anteriormente, del maternalismo (no compartido, como veremos, por un sector de las feministas) como argumento principal de la lucha de las mujeres en contra de los conflictos armados. Hay que tener en cuenta, además, que el tema era muy poco tratado en las publicaciones feministas de los primeros años del siglo. Una prueba de ello es que la revista alemana Die Frau publicó de 1893 a 1914 un solo artículo sobre la cuestión firmado por Mathilde  Planck en 1909-1910. Las tentativas para obtener del movimiento feminista germano un apoyo activo al pacifismo se deben solamente a algunas figuras pioneras entre las cuales Margarette Lenore Selenka (MLS) (Hamburgo, 1860- Múnich, 1922). Fue ella la que creó en Múnich un comité de organización de marchas por la paz en el contexto de la primera conferencia de La Haya de 1899. Consiguió convocar nada menos que 565 manifestaciones de mujeres contra la guerra que tuvieron lugar en 18 países de Europa y América del Norte. En vista de alcance de las protestas, MLS pudo entregar una abundante documentación sobre estas movilizaciones al presidente de la conferencia. Este innegable éxito fue, de todas formas, más internacional que alemán ya que en el seno del Imperio, de hecho, solo seis ciudades habían acogido concentraciones.[9]

Margarethe Lenore Selenka (foto: Wikimedia Commons)

El 28 de junio de 1914 se produce el atentado contra el archiduque Francisco Fernando de Austria en Sarajevo que fue el detonante del estallido de la Gran Guerra. Aquel verano se sucedieron las movilizaciones en numerosos países europeos como se recoge en el artículo publicado en este portal Los Socialistas: del Guerra a la Guerra a la Unión Sagrada (1906-1914). Ni los citados actos ni el asesinato de Jean-Jaurès el 31 de julio-ya iniciado el conflicto-, no evitaron, sin embargo, la continuación de las hostilidades. Aun así, el desencadenamiemto de las mismas provocó un efecto movilizador entre las simpatizantes feministas. Es el caso de Frida Perlen (Ludwisburg, Baden- Württemberg, 1870-Karlsruhe, Baden-Württemberg, 1933), comprometida con el movimiento sufraguista, que envió junto a Mathilde Plank un telegrama al emperador Guillermo II el 3 de agosto de 1914 en el que le pedía que no declarase la guerra y en octubre del mismo año se dirigió al canciller Bethmann-Hollweg para solicitarle que se firmase un acuerdo para poner fin a las hostilidades. Dicha misiva apareció en el Völker-Friede, el órgano de la SAP, la Sociedad Alemana por la Paz.[10]

En Francia, la mayoría de las feministas renunciaron a su discurso internacionalista y adoptaron un retórica  nacionalista en el marco de la Union sacrée. Así, el 19 de diciembre de 1914, la activista Jane Misme (Valence, 1865- Paris, 1935) declaró: “Mientras dure la guerra, la mujer del enemigo será también el enemigo.

Manifestación de la Union française pour le suffrage des femmes en París, el 5 de julio de 1914 (foto: Le Figaro/Wikimedia Commons)

Las militantes de la  (UFSF) y del Conseil national des femmes françaises (CNPF), por su parte, consideraban la guerra como una “causa sagrada en contra de la barbarie y el militarismo prusiano,” se opusieron a todas las tentativas de alto el fuego y condenaron en 1915 el Congreso Internacional de La Haya.[11]

Por supuesto no todas las feministas francesas estaban en esta línea. Después de haber hecho imprimir el llamamiento a las mujeres socialistas de todos los países de Clara Zetkin, sus camaradas constituyeron el Comité de Acción Femenina Socialista cuyo lema era: “ Por la paz, contra el chovinismo.”Este comité , compuesto exclusivamente de miembros de la Section Française de l’Internationale Ouvrière (SFIO) se basaba en los principios establecidos en sus congresos por la Internacional Socialista. Su principal objetivo era la lucha contra la guerra.

Algunas activistas fueron duramente estigmatizadas por las militantes de la UFSF y del CNPF. Es el caso de Jeanne Mélin (Carignan, Francia, 1877- Sédan, Francia, 1964). Jeanne Alexandre, profesora de literatura y filosofía y, sobre todo el de la sindicalista e institutriz Hélène Brion (Clermot-Ferran, 1882- Ennery, Francia, 1962). En 1915 se convirtió en portavoz de la corriente pacifista de la CGT. La policia le impide ese año desplazarse a la conferencia pacifista de Zimmerwald, en Suiza y a la de Kiental, celebrada asimismo en la Confederación Helvética, pero mantiene correspondencia al respecto. Las cartas, interceptadas por la policía, servirán para el informe de acusación montado contra ella al final de la guerra. El 26 de julio de 1917, su piso es registrado y al día siguiente queda suspendida de su trabajo y sueldo.

Hélène Brion durante el consejo de guerra por el que fue juzgada en 1918 (foto: Roger Viollet – Eexcelsior)

Poco después de la llegada de Clemenceau como presidente del consejo, fue arrestada por hacer  propaganda derrotista y enviada a la prisión de mujeres de Saint-Lazare. Sufrió por parte de los periódicos de la época, Le Matin, L’Écho de Paris y L’Homme Libre una campaña de desinformación. Se la considera anormal, por decir lo menos, usaba ropa masculina, mantenía correspondencia con soldados, fabricantes de municiones, prisioneros alemanes, escondia a personas extrañas, etc. Acusada de traición, de ser anarquista y de hacer pacifismo bajo la cobertura del feminismo, Hélène Briot se defendió en estos términos:

La acusación pretende que bajo pretexto de feminismo, hago pacifismo. Deforma mi propaganda para las propias necesidades de su causa. Afirmo  que es lo contrario (…) Soy enemiga de la guerra porque soy feminista, la guerra es el triunfo de la fuerza brutal, el feminismo no puede triunfar más que por su fuerza moral y su valor intelectual. Hay antinomia entre los dos.

Comparece delante del primer consejo de guerra del 25 al 31 de marzo de 1918 donde aboga principalmente por la causa del feminismo y recalca que, privada de derechos políticos, no puede ser perseguida por un delito político. Finalmente es condenada a tres años de prisión con la sentencia en suspenso siendo expulsada de la enseñanza y no será readmitida en el sistema educativo hasta siete años después bajo el gobierno del cartel de las izquierdas.[12]

Otra personalidad combativa dentro del movimiento feminista galo era Louise Samoneau (Poitiers, 1875-1950). Ella se encargó de hacer circular dentro y fuera de las organizaciones socialistas y obreras, aparte del manifiesto de Clara Zetkin, un cierto número de documentos entre los cuales  una carta de Liebknecht al Independant Labour Party, articulos de L’éclaireur de l’Ain,[13]una carta de San Petersburgo y un extracto de Social-Démocrate, órgano del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia.

El manifiesto de Clara Zetkin a que se hacía referencia antes se difundió en Francia en enero de 1915 y, entre otras cosas, decía:

¿Dónde están vuestros maridos, vuestros hijos? ¿Por qué tienen que matarse y destruir con ellos todo lo que han creado? ¿A quién beneficia esta pesadilla de sangre? Tan solo a un puñado de aprovechados de la guerra. Puesto que los hombres ya no pueden hablar, nos toca a nosotras hacerlo. Trabajadoras de todos los países en guerra, !Uníos!

En marzo de aquel año, un poco antes del Congreso de La Haya, las mujeres socialistas contrarias a la guerra se convocaron  en Berna, en la neutral Suiza. Cabe recordar  que 17 de agosto de 1907 se había constituido en Stuttgart la Primera Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas (después conocida como Internacional Socialista de Mujeres). En la reunión Clara Zeltkin fue nombrada Secretaria Internacional de la Mujer, se pidió el voto fermenino y se fundó la revista Die Gleichheit (La Igualdad).[14]

Frente la declaración de guerra, como es bien sabido, las fracciones dirigentes de los partidos socialdemócratas se retractaron de sus promesas anteriores de luchar a cualquier precio contra la amenaza que representaba un conflicto bélico. Y se dejaron arrastrar por la ola nacionalista y patriotera lo que les llevó a abandonar la neutralidad con su apoyo a los respectivos gobiernos en su política de “unión sagrada” contra el enemigo. Un enemigo que ya no era el capitalismo internacional, sino los trabajadores de otras nacionalidades que hasta hacía semanas habían  sido considerados camaradas en el combate contra los poderes económicos y financieros mundiales.

Un caso particularmente dramático fue el austríaco en términos personales para el destacado dirigente Victor Adler. Sus posiciones a favor de la guerra le enfrentaron a su propio hijo, Friedrich, quien en 1916 terminó asesinando al primer ministro de su país, el conde Karl von Stürgkh.

Buena parte de las mujeres socialistas, sin embargo, se opusieron a la deriva chovinista de sus respectivos partidos y de modo desafiante se reunieron en Suiza. La propia Clara Zeltkin – con el auxilio de Rosa Luxemburgo, Louise Samoneau  Alejandra Kollontay, (Domontóvich, 1972- San Peterbugo, 1952) entre otras líderes- dieron apoyo a aquel congreso sorteando muchas dificultades. Entre las pacifistas francesas, además de Saumoneau, ocupa un lugar prominente Marie Vérone  (París, 1874- 1938) que presidiría la Ligue française pour la défense des femmes.

Clara Zetkin y Alexandra Kollontai en el Congreso de la Internacional Comunista de 1921 (foto: Wikimedia Commons)

También en marzo de 1915 -en concreto el día 8- Alexandra Kollontay organizó en Christiania, cerca de Oslo, una manifestación de mujeres contra la guerra. Clara Zeltkin, por su parte, emplaza a una conferencia internacional femenina, preludio a la de Zimmerwald con el fin de reunir a las oponentes a la escalada bélica procedentes de casi todos los países implicados en el conflicto. Al regresar a Alemania es encarcelada.[15]

La Gran Guerra provocó crisis y divisiones internas en el seno del movimiento sufragista británico así como entre las filas de los socialistas y marxistas. En los primeros meses de la conflagración, las militantes se vieron obligadas a elegir entre  entre las causas a las cuales dedicar sus energías, es decir, entre proseguir la lucha, larga y difícil, por el voto o llevar a cabo una campaña para sacar al Reino Unido del conflicto. En 1914 dos importantes organizaciones sufraguistas coexistían: la National Union of Women’s Suffrage Societies (NUWSS), que contaba con 50 000 miembros  y la más pequeña y radicalizada Women’s Social and Political Union (WSPU). La guerra provocó una escisión en el interior de ambas organizaciones. Así, mientras que la mayoría de miembros de la NUWSS y de la WSPU avaló el apoyo al gobierno, varis dirigentes de la NUWSS dimitieron  y, al mismo tiempo, un grupo de militantes se escindía de la WSPU.

Delegación estadounidense en el Congreso de La Haya (foto: Womens International League for Peace and Freedom Records, Swarthmore College Peace Collection)

Paralelamente, al otro lado del Atlántico, en enero de 1915, tres mil mujeres se reunieron con ocasión de una conferencia de paz en Washington. Algunas de ellas tuvieron la idea de entrar en contacto con féminas de países aliados y enemigos a fin de reunirlas en un lugar neutro para discutir de los medios de poner fin a la masacre. Ellas anunciaron la celebración de un congreso internacional de mujeres en La Haya. Cuatro meses más tarde, no menos de 1136 delegadas  venidas de doce países-entre los cuales de estados “enemigos”- asistieron durante cuatro días  a este acontecimiento extraordinario que algunos calificaron de traición, mientras que 160 km más al sur tenía lugar la batalla de Ypres. De los 180 representantes británicos que  que pidieron autorización para desplazarse a la ciudad holandesa, tan solo a 24 se les concedió un pasaporte, pero cuando estaban a punto de embarcar una prohibición en el último minuto del Almirantazgo les impidió cruzar el canal de La Mancha. No obstante, tres británicas que se encontraban entonces en el  extranjero pudieron participar en el congreso. Se trata de las delegadas Chrystal Macmillan y Katleen Courtney que ya estaban en la ciudad holandesa y de Emmeline Pe-thwick-Lawrence que logró cruzar el Atlántico con la delegación del Partido de Mujeres por la Paz de Estados Unidos, dirigida por Jane Adams. Veintiocho militantes alemanas consiguieron también llegar a La Haya, a pesar de haber sido detenidas en la frontera neerlandesa. Sin embargo, ninguna mujer francesa ni rusa pudo asistir.[16]Este adoptó veinte resoluciones incluyendo un llamamiento al alto el fuego, la iniciativa de una mediación entre los beligerantes conducida por los países neutrales y la presencia de representantes oficiales de las mujeres en el proceso de elaboración del tratado de paz. Para llevar este mensaje a los estados en guerra el congreso nombró a dos grupos de participantes en el acto que, al cabo de un largo recorrido, consiguieron obtener una audiencia cerca de los dirigentes de catorce países, entre los cuales, los Estados Unidos. Los que aceptaron recibir a las militantes por la paz lo hicieron con respeto, pero ninguno accedió a sus demandas.[17]

Comité Internaciona del Congreso de La Haya de 1915. De izquierda a derecha: 1. Lucy Thoumaian (Armenia), 2. Leopoldine Kulka (Austria), 3. Laura Hughes (Canadá), 4. Rosika Schwimmer (Hungría), 5. Anita Augspurg (Alemania), 6. Jane Addams (Estados Unidos), 7. Eugenie Hanner (Bélgica), 8. Aletta Jacobs (Países Bajos), 9. Chrystal Macmillan (Reino Unido), 10. Rosa Genoni (Italia), 11. Anna Kleman (Suecia), 12. Thora Daugaard (Dinamarca), 13. Louise Keilhau (Noruega) (foto: Wikimedia Commons)

El Comité Internacional del Congreso de La Haya lo conformaron unas veinte mujeres, entre las que figuraban la alemana Anita Augspurg (la primera jueza del país germano); la italiana Rose Genoni, socialista, periodista y diseñadora de moda; la belga Eugénie Hamer, periodista y cofundafora de la Alliance Belge des Femmes pour la Paix par l’Éducation (1906) y la periodista socialista húngara Rosika Schwimmer.

Para la historiadora norteamericana Harriet Hyman Alonso, llama la atención la vigencia de los temas que se plantearon en aquella reunión 105 años más tarde, estrechamente vinculados  a los cuatro pilares en torno a los cuales  se ha formulado y desarrollado el pacifismo femenino. Son estos:

    • La conexión entre militarismo y violencia contra las mujeres.
    • La maternidad.
    • Las iniciativas de las mujeres para alejar a los gobiernos de las luchas violentas y acercarlos a la diplomacia y a la resolución pacífica de conflictos.
    • Su denuncia de los hombres que ostentan el poder y se valen de la avaricia, del egoísmo y la inhumanidad para obtener beneficios propios.[18]
Congreso Internacional de Mujeres de La Haya, 1915 (foto: colorado.edu)

Las militantes agruparon en siete secciones un total de veinte resoluciones. A la cabeza de las disposiciones  que se acordaron se observa una protesta y una preocupación. Protestaban  contra la “locura y el horror de la guerra” y mostraban su profunda preocupación y oposición a la violencia que se ejerce sobre las mujeres en los conflictos bélicos (Sección I). Continuaban presentando una propuesta de “Acción para la Paz” (Sección II) en la que, además de vislumbrarse la perspectiva transnacional del Congreso y de hacer un llamamiento a la solidaridad entre los pueblos, exigían, para poner fin a la guerra , una paz “magnánima y honorable” que  pedían que fuera permanente (Sección III). La Sección IV, por su parte, denominada “Cooperación Internacional” albergaba seis resoluciones que abogaban por la constitución de un organismo interestatal (anticipándose así a la creación de la Sociedad de Naciones) fundamentado sobre la base de una paz constructiva, exigieron un desarme generalizado y recomendaron, entre otras acciones, la formación de comisiones nacionales e internacionales para el estudio de los principios y condiciones para una paz permanente. La educación infantil quedó recogida en la Sección V en la que se hacía hincapié en la importancia que supone conducir “los pensamientos y deseos de los niños y niñas hacia el ideal de la paz constructiva.” Finalmente, la última resolución (Sección VII) se sabe que se acordó tras una serie de discusiones encabezadas  por la húngara Rosika  Schwimmer y la británica Katleen Courtney. La primera sugirió que las resoluciones fueran entregadas  por parte de representantes del Congreso  a los líderes de las naciones europeas así como al presidente  Woodrow Wilson. La inglesa se opuso alegando que las mujeres no se podían dejar llevar por el corazón y consideró la propuesta “descabellada” ya que había que actuar “con la mente.” Schwimmer le replicó que gobernar “con las mentes” había abocado a la conflagración y defendió que  se “deje hablar también a nuestros corazones.[19]

Delegadas de Nueva Zelanda al Congreso Internacional de la Haya (foto: teara.govt.nz)

En septiembre de 1915 tuvo lugar una nueva conferencia en Zimmerwald (Suiza) en la que estuvo presente el mismo Lenin. Fue el germen, en realidad de la III Internacional. Hubo muy pocos asistentes. Los representantes británicos, por ejemplo, no consiguieron sus pasaportes. Solo se registró un total de 42 delegados, entre los cuales mujeres como Angelica Balabanova (rusa residente en Italia que fue como representante del país transalpino). También acudieron pacifistas como los franceses  Alfred Merrheim -líder de los metalúrgicos- y Albert Bourderon; los alemanes  George Ledebour  y Adolf Hoffmann y el italiano  Oddino Morgari. No faltaron representantes de Holanda, Suecia, Noruega, Rusia (de todas las fuerzas contestarias importantes), Polonia, Rumanía, Bulgaria y del mundo judío.[20]

Hacia 1919, finalmente se constituyó la Liga Internacional de Mujeres por la Paz y la Libertad (Women’s International League for Peace and Freedom, WILPF), por la que había bregado el encuentro de La Haya. Y también en mayo de 1919 hubo una Segundo Congreso Internacional de mujeres por la paz, esta vez en Zurich, cuando ya se barruntaban las graves consecuencias de Versalles y los estados perdedores se preparaban para desgajar territorios, contraer deudas e hipotecar el futuro que no parecía ser otro que el de una nueva contienda.

¿Tuvo alguna consecuencia positiva para la posición de las mujeres la guerra de 1914? En un coloquio co-organizado por las fundaciones Jean Jaurès y Friedrich Ebert el 26 de septiembre de 2014 en París bajo el título “ Las mujeres durante la guerra de 1914-1918 o un siglo de historia de emancipación de la mujer en Europa”se manifestaron posiciones divergentes al respecto. Para algunos analistas, las dos conflagraciones mundiales del siglo XX contribuyeron a la irrupción femenina en sectores que hasta aquel entonces les habían estado casi vetados, especialmente las esferas profesional y la política. Para otros, por contra, los conflictos bélicos consolidaron los roles sociales de sexo: los hombres en el frente y ellas en la retaguardia reemplazándolos. Si la guerra permite ciertos “progresos”, la postguerra intentará una restauración  de la división anterior de los papeles de género. Así lo manifiesta la escritora francesa Benoîte  Groult:

Muy lejos de subvertir el orden de los sexos, las guerras los han reforzado s¡empre. Radicalizan lo masculino  y profundizan en el foso entre los hombres y las mujeres. Es por lo cual todos los progresos que se cree realizar en la lucha común con los varones son barridos al volver la paz. Las mujeres han sido siempre engañadas por las guerras y las revoluciones.[21]

En el mismo coloquio la historiadora británica Karen Hunt, por su parte, manifestó que las representaciones populares del rol femenino en la retaguardia en el caso del Reino Unido durante la Gran Guerra cuentan las mismas historias: las mujeres cumplieron con su deber de patriotas  tejiendo calcetines, convirtiéndose en enfermeras, fabricando armas y sustituyendo a los hombres.

Al finalizar la contienda, fueron recompensadas por su esfuerzo  con la obtención del derecho al voto.[22]

Esta historia, repetida hasta la saciedad, se basa- según Hunt- en un malentendido y no refleja la diversidad de las experiencias vividas por la población femenina durante el conflicto bélico. Asimismo no quiere reconocer que la guerra no afectó de manera fundamental al sistema patriarcal que padecían todas las mujeres fuera cual fuera su clase social, el lugar donde vivían o su posicionamiento ante aquella. Si hubo algunas puertas que parecieron abrirse un tiempo mientras se combatía en los frentes, la mayoría se volvieron a cerrar brutalmente después. La historiadora inglesa denuncia la marginación de la mujer en el hogar en aquellos años por este relato que no se corresponde, según ella, con la realidad. Ellas no fueron solamente munitionettes (empleadas en las fábricas de municiones). Además, únicamente una parte del trabajo que efectuaban estaba remunerado. Tampoco sustituyeron inmediatamente a los hombres llamados a filas  y fue necesario tomar disposiciones para que pudieran acceder a empleos cualificados y esto, estrictamente en los años que duró la contienda, como se precisaba en la época. En efecto, los acuerdos negociados por los sindicatos no tan solo protegían los puestos de trabajo  de los  hombres cualificados sino que permitían encontrar a sustitutas escogidas por los empleadores.[23]

Mujeres en una fábrica de municiones, las llamadas munitionettes (foto: L’Humanité)

       

Al margen de todas aquellas que se vieron impelidas a trabajar, estaba la población femenina “de siempre” que desempeñaba sus labores en casa. A diferencia de Austria y de Alemania, los términos “consumidor” y “mujer en el hogar”no eran sinónimos en el Reino Unido. Además la palabra housewife era poco utilizada en el lenguaje corriente de la época. Los laboristas, la prensa femenina y las publicaciones del gobierno no lo empleaban.

Karen Hunt plantea cómo se puede entender el papel de la población femenina durante la Primera Guerra Mundial si se pone el foco sobre la mujer en el hogar. Esta es definida como formando  parte de un grupo bastante vasto a penas visible en las narrativas populares o universitarias.

Arrojar luz sobre ella, afirma la historiadora británica, pone de relieve la importancia del frente interior durante el conflicto. La alimentación era un arma de guerra puesta a punto cada día no por el gobierno nacional sino por las mujeres en el hogar en sus cocinas, en las tiendas y en los mercados haciendo cola para comprar víveres.[24]

Por lo que hace referencia a Italia, este país presenta varias particularidades si se lo compara con sus aliados franceses y británicos. Como es sabido, contrariamente a aquellos. Roma permaneció neutral (aunque fuese miembro de la Triple Alianza) y cambió de aliados pasándose a la Triple Entente el 23 de mayo de 1915. Hasta ese momento ya había habido manifestaciones de protesta -con importante presencia femenina- por el alto precio de los productos esenciales (que se elevó aproximadamente un 60% en los meses anteriores a la participación  de la nación transalpina en las hostilidades). El gobierno de Antonio Salandra (Tria, Foggia, 1853- Roma, 1931) estaba preocupado por estas muestras de descontento e intentó aplacarlas con una legislación de excepción, mediante decretos que reprimían duramente las reuniones públicas o la difusión de noticias “alarmantes.” Paralelamente traspasó cada vez, con el mismo objetivo, poder a los ministerios militares a los que se encargó la administración de amplias zonas del país. Esta elección política, que sacrificaba al potenciamiento del sector militar las mediadas en favor de la agricultura y de la alimentación alejaba al gabinete de Salandra de las posiciones de otros países beligerantes autoritarios- en particular de  de Alemania, Austria y Rusia- y lo diferenciaba también de la política en la materia de las potencias democráticas occidentales- sobre todo de Inglaterra- más atentas a la hora de equilibrar los gastos militares con los dedicados al sostenimiento de las poblaciones civiles (aunque no faltasen tampoco en esos estados protestas en contra del coste de la vida).

Mujeres italianas movilizadas durante la primera guerra mundial (foto: dalvenetoalmondoblog.blogspot.com)

Hay que decir que los tumultos ocasionados por el precio del pan o de otros alimentos básicos ya se habían producido en los quince años anteriores con momentos especialmente  convulsos como en 1911 con la ocupación de Libia. Entre el final de 1914 y los inicios de 1915 se extendieron las protestas por todas partes, en el campo y en los centros urbanos y al lado de los obreros participaron numerosas mujeres incluidas las trabajadoras de las fábricas de tabaco. Al final de 1915 las marchas recibieron un fuerte impulso con la incorporación de carniceros y panaderos como sucedió en los barrios populares de Milán.  En Fiesole (Toscana)  tuvo lugar en enero de 1916  la primera manifestación de mujeres específicamente contra la guerra.

Las condiciones de vida de las familias eran diferente según la zona de la península o si se habitaba en el campo o en la ciudad. En todas partes, sin embargo, eran críticas. En el norte y en el centro un número considerable de chicas jóvenes -198 000-  aunque proporcionalmente menor que en los otros países beligerantes, ocupó un puesto en la fábricas que trabajaban para el Instituto della  Mobilitazione Industriale. Además de en los grandes establecimientos de las ciudades la población femenina laboró, igualmente, en las fábricas de pequeñas dimensiones, sobre todo en las de municiones que nacieron durante la contienda en centros menores o en los campos adyacentes como en el cinturón de Milán o en la provincia de Florencia. No obstante, un importante sector de mujeres que ya no eran jóvenes, con cargas familiares o demasiado alejadas de los lugares de trabajo no se incoporaron al mercado laboral. Muchas consiguieron una ocupación a domicilio en la confección de los uniformes del ejército la cual, gestionada por las asociaciones patrióticas en las ciudades y en las zonas de las comarcas bien comunicados dieron empleo a aproximadamente 600 000 féminas aunque con salarios de hambre.

En el campo, las mujeres tuvieron que sustituir a los hombres en las labores pesadas siendo pagadas con salarios inferiores a los  de los varones. Sin embargo, estas posibilidades de trabajo -ya sea industrial o agrícola- no existían en el sur donde, por tradición cultural, era bastante difícil un compromiso femenino fuera de los muros domésticos sin la presencia de los miembros masculinos de la familia.[25]

Mujeres italianas movilizadas durante la primera guerra mundial (foto: dalvenetoalmondoblog.blogspot.com)

                                                                       

 Notas                                                            

 [1] Cynthia Cockburn “Trouver une voix: les femmes dans l’histoire du militantisme pacifiste en Grande-Bretagne.” En: Des femmes contre le militarisme et la guerre. Séverine Sofia (trad). Paris: La Dispute, p. 43.

[2] Purificación Ubric Rabaneda; Alba Martínez Martínez “El I Congreso  Internacional de Mujeres. La Haya, 1915. Un hito para la cultura de paz  cien años después.” En: Arenal: Revista de historia de mujeres. Vol. 22, nº 1, 2015, p. 191.

https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5291010  https://es.wikipedia.org/wiki/Jane_Addamshttps://es.wikipedia.org/wiki/Jane_Addams

[3] Linda Gordon, “The Peaceful Sex? On Feminism and the Peace Movement”. NWSA Journal. Vol.2, nº4 , Autumn, 624-634. Citada por: Dora Barrancos “Feminismos entre la paz y la guerra.” En: La Aljaba, Vol.20, 2016, p. 21.

En:  https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/aljaba/article/view/1744/1720

[4] Georg Simmel Cultura femenina y otros ensayos. Barcelona: Alba, 1999. Citado por : Giovanna Dora Barrancos “Feminismos entre la paz y la guerra.” En:  La Aljaba, Vol.20, 2016, p.21. Disponible en:  https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/aljaba/article/view/1744/1720

[5] Ibidem.

[6] Citado por: Anne-Marie Saint-Gille “ Les féministes pacifistes et la Première Guerre Mondiale.” En: Ciera. Centre Interdisciplinaire d’études et de recherches sur l’Allemagne. Colloque: Féminismes allemandes (1848-1933), 27 y 28 de febrero de 2012. En: https://ciera.hypotheses.org/305 

[7] Partido político germano. La Unión fue fundada en 1908 por ex miembros de la Unión de Mente Libre (Freisinnigen Vereinigung). El partido exigió los derechos de voto iguales para todos, y una estricta separación de la Iglesia y el Estado. No se trataba, sin embargo, de un partido revolucionario. Demokratische Vereinigung.“ En: Wikipedia. Die freie Enzyklopädie. https://de.wikipedia.org/wiki/Demokratische_Vereinigung

[8] Ibidem.

[9] Anne-Marie Saint-Gille “ Les féministes pacifistes et la Première Guerre Mondiale.” En: Ciera. Centre Interdisciplinaire d’études et de recherches sur l’Allemagne. Colloque: Féminismes allemands (1848-1933), 27 y 28 de febrero de 2012. En: https://ciera.hypotheses.org/305 

[10]Ibidem.

[11]“El feminismo en Francia durante la Primera Guerra Mundial entre divisiones, rupturas y continuidades.” En: Histoire, Géographie et Sociales dans le Cône Sud, 14-03-2015. Disponible en: http://www.conesud.com/spip.php?article23 

[12]“Hélène Brion.”  En: Wikipédia. L’encyclopédie libre. En:  https://fr.wikipedia.org/wiki/H%C3%A9l%C3%A8ne_Brion

[13] L’éclaireur de l’Ain  se autodenominaba como el “órgano semanal de la democracia socialista” y, después, como “diario de la Federación Socialista de l’Ain para terminar siendo “semanario regional del Partido Comunista”. Estuvo en los kioscos desde 1864 hasta 1951. L’Ain es un departamento francés situado en la región Auvernia- Ródano-Alpes. “L’éclaireur de l’Ain.” En: Presse locale ancienne.En: http://presselocaleancienne.bnf.fr/ark:/12148/cb327639427

[14] “Internacional Socialista de Mujeres.” En: Wikipedia. La enciclopedia libre. (consulta 01/03/20):  https://es.wikipedia.org/wiki/Internacional_Socialista_de_Mujeres

[15] 1915.Les femmes, surexploitées, réclament la paix.” En: 8 mars.(consulta 03/03/2020). Disponible en: http://8mars.info/les-femmes-surexploitees-reclament-la-paix?lang=fr

[16] Jill Liddington “La campaña de las mujeres por la paz. Historia de una lucha olvidada.” Doroty Thompson  (coord) Antes muertas. Mujeres contra el peligro nuclear. Barcelona:  la Sal, edicions de les dones, 1983, pp.192-210. Citada por: Purificación Ubric Rabaneda; Alba Martínez Martínez “El I Congreso Internacional de Mujeres, La Haya, 1915. Un hito para la cultura de la paz cien años después.” En: Arenal: Revista de historia de mujeres. Vol. 22, nº1, 2015,  p.193. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5291010

 https://es.wikipedia.org/wiki/Jane_Addams

[17] Cynthia Cokburn “La Grande Guerre: la naissance masculine des nations.” En: Des femmes contre le militarisme et la guerre.Séverine Sophia (trad). Paris: La Dispute, pp. 49-50.https://es.wikipedia.org/wiki/Jane_Addams

[18] Harriet Hyman Alonso “Los inicios de la construcción del movimiento pacifista-feminista.” Citada por: María Elena Díez Jorge y Margarita Sánchez Romero en Género y paz. Barcelona: Icaria, 2010, pp.83-110.

[19] Purificación Ubric Rabaneda; Alba Martínez Martínez “El I Congreso Internacional de Mujeres, La Haya, 1915. Un hito para la cultura de la paz cien años después.” En: Arenal: Revista de historia de mujeres. Vol. 22, nº1, 2015,  p. 197. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5291010 

 https://es.wikipedia.org/wiki/Jane_Addamshttps://es.wikipedia.org/wiki/Jane_Addams

[20] G.D.H Cole Historia del pensamiento socialista.T.V.: Comunismo y socialdemocracia, 1914-1931– México: FCE. Citado por: Dora Barrancos en “Feminismos entre la paz y la guerra.” En:  La Aljaba, Vol.20, 2016, p.27.En:  https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/aljaba/article/view/1744/1720

[21] Citada por: Ghislaine Toutain  en “Les femmes pendant la guerre de 1914-1918. Un siècle d’histoire d’émacipation des femmes en Europe. Actes du colloque du 26 septembre 2014,” p.6. Disponible en:http://library.fes.de/pdf-files/bueros/paris/12637.pdf

[22] El Parlamento británico aprobó el 6 de febrero de 1918  una ley que otorgaba el derecho al sufragio  a las mujeres mayores de 30 años que, en aquel momento, eran ocho millones. Diez años más tarde, en 1928, se extendió el sufragio universas a todas las personas, hombres o mujeres a partir de los 21 años.

[23]Ibidem.

[24]Ibidem.

[25] Giovanna  Procacci “Le donne e le manifestazioni popolari durante la neutralità  e negli anni di guerra (1914-1918).” En: DEP. Deportate, esuli, profughe. Rivista telematica di studi sulla minoria femminile. Nº 31, 2016, pp.107-Disponible en: https://www.unive.it/pag/fileadmin/user_upload/dipartimenti/DSLCC/documenti/DEP/numeri/n31/000_File_unico _n._31_2016.pdf

 
Bibliografía

Barrancos, Dora “Feminismos entre la paz y la guerra.” En:  La Aljaba, Vol.20, 2016, p.21.

En:  https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/aljaba/article/view/1744/1720

Cockburn, Cynthia “Trouver une voix: les femmes dans l’histoire du militantisme pacifiste en Grande-Bretagne.” En: Des femmes contre le militarisme et la guerre. Séverine Sofia (trad). Paris: La Dispute, p. 43.

Díez Jorge, María Helena; Sánchez Romero, Margarita en Género y paz. Barcelona: Icaria, 2010, pp.83-110.

Saint-Gille , Anne-Marie “Les féministes pacifistes et la Première Guerre Mondiale.” En: Ciera. Centre Interdisciplinaired’études et de recherches sur l’Allemagne. Colloque: Féminismes allemands (1848-1933), 27 y 28 de febrero de 2012. En: https://ciera.hypotheses.org/305 

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Webgrafía                                                          

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Fuente: Versión del autor para el blog. Una versión  más amplia en https://serhistorico.net/2020/03/10/el-combate-feminista-contra-la-guerra-en-europa-1900-1918/
Portada: Delegación estadounidense (Jane Addams es la segunda por la izquierda, tras la letra P) de camino a la Conferencia Internacional por la Paz celebrada en La Haya en 1915. Foto: George Grantham Bain Collection/Library of Congress, Washington, D.C. (LC-DIG-ggbain-18848).
Ilustraciones: Conversación sobre la historia
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