El silencio no detiene la ocupación y el genocidio de Gaza
Conversación sobre la historia
Carlos Domper Lasús
Profesor Ayudante Doctor
Departamento de Historia
Universidad de Zaragoza
Recuerdo con especial cariño algunas conversaciones con Leonardo Morlino en su despacho de la Facultad de Ciencias Políticas de la Libera università internazionale degli studi sociali “Guido Carli”, en pleno corazón del barrio romano de Parioli. Corría el año 2015, yo acababa de llegar a Roma para cursar mi doctorado en dicha universidad, donde él impartía la asignatura Empirical Theory of Democracy. Como joven historiador que se aproximaba por primera vez a los debates de la ciencia política contemporánea sobre la democracia, me resultaba extremadamente difícil aceptar la pretensión de captar fenómenos como la legitimidad o la participación política mediante variables cuantificables, aplicables a cualquier contexto. Con la prudencia que impone a cualquier estudiante sentarse frente a una figura de dimensión internacional como Morlino, yo le planteaba mis dudas sobre dichas teorías cuantitativas e intentaba articular rudimentarias argumentaciones contra las mismas. Él, siempre generoso en la discusión —quizá por el genuino interés que tenía por introducir la historia en sus investigaciones—, se esforzaba en mostrarme la necesidad de construir herramientas rigurosas para medir la calidad democrática y comparar sistemas. A veces se frustraba, creo, al ver que no lograba que yo aceptara de manera sincera esa forma de interpretar los fenómenos históricos —y lo cierto es que, con los años, sigo pensando lo mismo.
Sin embargo, todo lo que aprendí en aquellas clases me ha resultado profundamente valioso: no solo por los conocimientos adquiridos, sino por la forma de mirar la política, de formular preguntas, de afrontar el análisis con más rigor y sentido crítico. Morlino no enseñaba solo técnicas de investigación: enseñaba, sobre todo, a pensar la política, a cuestionar conceptos y a articular el análisis empírico con las grandes cuestiones normativas que atraviesan la vida pública. Fue un profesor excepcional: riguroso, claro en su exposición, abierto siempre al debate y a la crítica razonada.
Formado en la Universidad de Florencia —a cuya Facultad de Ciencias Políticas dio una proyección internacional—, desarrolló una trayectoria académica extraordinaria: presidente de la International Political Science Association (IPSA), codirector del Journal of Modern Italian Studies, impulsor del European Consortium for Political Research (ECPR), figura de referencia en los estudios sobre democracia en Europa y América Latina. Desde sus primeras investigaciones sobre el sistema político italiano hasta sus análisis comparados sobre transiciones y calidad democrática, su obra ha dejado una marca duradera en la ciencia política contemporánea.
Autor de más de treinta libros y centenares de artículos, destacan títulos como Democracy Between Consolidation and Crisis (1998), Assessing the Quality of Democracy (2011, junto a Larry Diamond), y su síntesis más personal, Changes for Democracy: Actors, Structures, Processes (2011). En ellos desarrolló una visión exigente de la democracia, centrada en dimensiones como el respeto a las libertades, la accountability, la igualdad real en el acceso a derechos, la legitimidad institucional y el control judicial. Su enfoque ayudó a identificar déficits y retrocesos incluso en democracias formalmente consolidadas, abriendo líneas de investigación esenciales para el análisis de los desafíos contemporáneos.
Discípulo —en sentido amplio e intelectual— de Giovanni Sartori, Morlino heredó y desarrolló los principios sartorianos de claridad conceptual, rigor lógico y sensibilidad histórica. Aplicó una metodología empírica comparada que no renunciaba a los instrumentos cuantitativos, pero que se mantenía atenta a los contextos históricos, culturales e institucionales. En su obra convergen el rigor analítico con una vocación normativa: para Morlino, la democracia era un régimen de libertad, representatividad y autogobierno que debía evaluarse más allá de un enfoque meramente electoralista. De este modo, concebía la democracia como un modelo normativo estructurado, cuya calidad podía y debía ser evaluada comparativamente, más allá de las variaciones históricas.
En este punto, mi perspectiva se distancia de la suya. Comparto con autores como Martin Conway, Quentin Skinner o Jan-Werner Müller la idea de que la democracia no puede entenderse como un fenómeno monolítico ni como un modelo normativo ahistórico aplicable de forma homogénea a cualquier contexto. Por el contrario, la democracia es un fenómeno históricamente mutable, cuyos significados, formas y prácticas han evolucionado en el tiempo y en función de contextos políticos, sociales y culturales específicos. No es tanto un ideal único como un campo de disputas y narrativas en el que diferentes tradiciones políticas —de izquierda y de derecha, populares y elitistas— han proyectado visiones contrapuestas sobre el gobierno democrático. Las herramientas conceptuales y las categorías analíticas que utilizamos para estudiarla deben, por ello, estar atentas a esas transformaciones y tensiones.
Ahora bien, más allá de cualquier diferencia de enfoque que los historiadores podamos tener con ciertas aproximaciones de la ciencia política comparada, el contacto con la obra y la enseñanza de Morlino supuso una contribución decisiva en mi formación académica y me abrió las puertas al mundo de los estudios sobre la democracia. Si bien mi modo de entender los fenómenos políticos me ha llevado por caminos algo distintos, siempre he reconocido el valor de su enfoque y la profundidad de su contribución. Su obra sigue siendo una referencia ineludible para el estudio serio de la democracia. Fue un politólogo brillante, un profesor generoso y un firme defensor de la racionalidad democrática. Como subrayaba estos días el Corriere della Sera, un verdadero costruttore di istituzioni: su contribución no fue solo científica, sino profundamente cívica. En tiempos de amenazas autoritarias e iliberales, su legado intelectual y moral nos sigue inspirando a comprender y defender la democracia con rigor, compromiso y esperanza.
Fuente: Conversación sobre la historia
Portada: retrato de Leonardo Morlino, web de la Libera Università Internazionale degli Studi Sociali (luiss.it).
Ilustraciones: Conversación sobre la historia
Artículos relacionados
Una advertencia sobre los peligros que acechan a las democracias: ¿la divisoria Dreyfus?
Descubre más desde Conversacion sobre Historia
Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.