Aron Cohen
Universidad de Granada

 

Introducción

 Los lectores de este libro merecen algunas aclaraciones previas sobre varios aspectos de la obra: su génesis y características; el personaje que es su protagonista; la clase de relación que con él mantuvimos el autor y sus colaboradores, y la documentación de distintas procedencias en las que está basado. Este podría ser un orden lógico para presentarlos, pero sería difícil sujetarse a él por lo estrechamente interrelacionados que están todos.

El personaje protagonista es José Satué Malo (Zaragoza 1903-Alicante 1991), dirigente del sindicato UGT, militante comunista que, tras siete años de exilio (Francia y México), regresó clandestinamente a España en el otoño de 1946 con la misión de reorganizar los sindicatos de clase. Detenido apenas unos meses después, fue condenado a muerte y, conmutada esta pena, pasó veinte años íntegros en distintas cárceles de la dictadura (1947-1967).

A primera vista, podría parecer que el libro se situaría a caballo entre la memoria y la historia. La realidad, sin embargo, es que no tiene absolutamente nada de unas memorias. Ni es evocación hecha por el propio personaje, ni la hay –al margen de contadísimas y muy breves observaciones– por parte nuestra, que le conocimos y tratamos con continuidad a partir de la segunda mitad de los años setenta. Lo que sí ofrece el libro es un testimonio. El de una biografía acotada y significativa, a mi juicio, desde la perspectiva más amplia de un análisis histórico.

Ficha de José Satué Malo correspondiente al Registro Nacional de Extranjeros en México durante su exilio (1939-1946). (copia digital)

Como han aclarado no pocos estudios, «memoria» e «historia» no son conceptos (ni implican procesos) equivalentes. Sin embargo, las confusiones a este respecto no son raras. Las relaciones entre memoria e historia son estrechas, pero distan de ser simples. Ninguna de las dos opera como mero registro. Como apuntó hace un siglo el estudio señero del sociólogo Maurice Halbwachs, nuestra facultad psíquica de recuerdo se apoya en «marcos» de referencia sociales (familiar, religioso, de clase…) que lo proyectan hacia una «memoria colectiva», a la vez que recibe el influjo de esta.[1] A Marc Bloch no le planteaba objeciones aceptar la propuesta del que era su colega de claustro en la Universidad de Estrasburgo, siempre y cuando no se pusieran las mismas realidades bajo las denominaciones «memoria colectiva» y «memoria individual». Para Bloch, uno de los principales impulsores de la historia entendida como análisis de las sociedades en movimiento, lo importante era ahondar en el problema de la transmisión de los recuerdos colectivos entre las generaciones en distintos grupos sociales.[2]

La historiografía participa (con desigual fortuna) en la construcción de memorias colectivas y en su transmisión. Pero tenemos ejemplos muy recientes y próximos de «políticas de memoria» que chocan con las aportaciones historiográficas. Y a veces el careo entre elaboraciones de la historiografía y memorias de testigos ha producido roces. Retengamos que el testimonio directo, vivido, como cualquier otro, no queda al margen de la crítica que un análisis histórico aplica a sus fuentes. Y, a la vez, puede venir en útil auxilio de esa crítica.

Durante más o menos década y media, la etapa final de su vida, compartimos muchos momentos y, sobre todo, inquietudes y combates políticos con José Satué. Una comunicación y una relación sostenidas, de camaradería, desde la acusada diferencia de edades y, ¡obviamente!, de experiencias. No recuerdo que la suya personal, de vida, luchas y cárcel, ocupara más que un mínimo espacio en alguna de nuestras conversaciones… si acaso y en muy esporádicas ocasiones. Él no contaba «batallas». Y nosotros no preguntábamos. Ni siquiera nos lo planteábamos. Por respeto y porque nos bastaba con lo que sabíamos. Otras ocupaciones absorbían nuestro tiempo.

Satué escribía (y leía) mucho. A diario y en largas jornadas. Pero sus escritos no eran memorias. Se le puede fácilmente imaginar suscribiendo unas palabras del dirigente comunista portugués Álvaro Cunhal, en respuesta a un periodista que, estando él ya en años de retirada de la primera fila de la actividad política, le preguntó si le tentaba la redacción de sus memorias. «Tendría algunas cosas que decir –vino a responder–, pero no es mi género». A pesar de que, desde la traducción de Shakespeare al portugués (El rey Lear) a la novela (bajo el seudónimo Manuel Tiago) y el dibujo, aparte de su formación jurídica, él había cultivado con solvencia unos cuantos.

Retrato de José Satué en 1948, realizado en la prisión de Ocaña por su compañero de cautiverio Ambrosio Ortega. Como Satué, Ortega sería condenado a muerte en consejo de guerra, pena que fue conmutada por la de 30 años de prisión. Fotografía facilitada por la familia Hidalgo Sánchez

Meses después del fallecimiento de Pepe, hace ya treinta y tres años, algunos amigos (Fernando Sagaseta, Pedro Limiñana, Quino Sagaseta), de acuerdo con su viuda y también buena amiga nuestra, Cuca, me pidieron que me hiciera cargo de los papeles que él conservaba y que viera, cuando fuera posible, qué se podía hacer con ellos. Eran algunas carteras que contenían, cada una, varias carpetas y, en total, muchos centenares de hojas en desigual estado de conservación, aunque, salvo raras excepciones, perfectamente legibles. Enseguida se advertía que la documentación se componía de dos gruesos conjuntos: el primero corresponde a los años de sus procesamientos en sendos consejos de guerra[3] y permanencia en presidio, y se prolonga hasta 1968, unos meses después de su excarcelación. El contenido del otro es posterior, abarca los años que van de mediados de los setenta a mediados de los ochenta, y está enteramente consagrado al combate de las orientaciones dominantes en la dirección del PCE en este periodo. Cabe considerar como un tercer conjunto, muy pequeño, algunos documentos referidos a la preparación del congreso de 1984 que dio origen al que más tarde se denominaría Partido Comunista de los Pueblos de España (PCPE).

Dentro del primer grupo, se distingue, por una parte, una carpeta ordenada por Satué de acuerdo con un criterio temático, organizada en nueve capítulos; el resto, disperso, se compone de documentos sueltos, borradores, notas, etc. y un bloc de cerca de dos centenares de páginas de tamaño cuartilla, mecanografiadas, y que sería una copia a limpio de algunos documentos, una recapitulación tardía y, en todo caso, muy parcial de los papeles guardados por Satué. Las certificaciones oficiales se encuentran en el primer subgrupo, al igual que los numerosos escritos de reclamaciones, denuncias, peticiones, etc. dirigidos por Pepe a autoridades militares (incluidas las judiciales de esta jurisdicción), penitenciarias y otras. Copias de algunos de estos escritos, versiones o fragmentos de ellos, se encuentran también en el segundo subgrupo. Igualmente, la otra correspondencia de Satué se reparte entre ambos: con su hermana, Pilar; su compañera, Lucía Barón, Luci –también procesada en el mismo sumario y encarcelada hasta finales de 1949–; abogados y otros destinatarios.

Un primer examen de la documentación, inmediato a su recepción, dio paso a lecturas más atentas, pero discontinuas y fragmentarias. La inercia de mi trabajo universitario habitual y la falta de tiempo disponible fueron aplazando el momento de un estudio sistemático de la documentación y de una decisión firme sobre su uso. Pasaron bastantes años, seguramente no menos de veinte, hasta que empezó a concretarse la idea de una biografía a partir de esa fuente. Solo como propósito todavía, puesto que me quedaba clara mi incapacidad para compaginar ese trabajo con otras investigaciones a las que razonablemente vislumbraba años de recorrido y exigencia de intensa dedicación personal por delante. Tanto como decir espera… hasta mi jubilación, al menos de la docencia universitaria. Con ese horizonte, el propósito tardó unos cuantos años más en precisarse y convertirse en un verdadero proyecto.

Estudio, ahora sí, exhaustivo y metódico, de los papeles de Satué. Definición del proyecto. Consulta de otros fondos documentales. El 4 de febrero de 2020 envié mi petición a la dirección del Archivo Histórico y General de Defensa, interesando la consulta y, en su caso, reproducción del expediente del sumario 140.874, legajo 3.782, del consejo de guerra seguido contra José Satué Malo, Lucía Barón Herraiz y otros procesados. La referencia procedía del listado disponible en ese archivo de «Procedimientos Judiciales incoados por la Justicia Militar a raíz de la guerra civil y durante la etapa franquista bajo responsabilidad del Tribunal Militar Territorial 1º». El 7 de febrero recibí respuesta del archivo confirmando que el expediente figuraba, en efecto, en sus bases de datos, e informándome de que se encontraba pendiente de revisión por personal técnico para comprobar su estado de conservación y la posibilidad de reproducirlo. Sin embargo, una nueva comunicación recibida del archivo, del 10 de febrero, lamentaba informarme de que el expediente en cuestión no se encontraba «físicamente» en el archivo, por haber sido «desarchivado por parte del Tribunal Militar Territorial 1º en 1984». Asimismo, me recomendaba ponerme en contacto con el Sr. Auditor Presidente de dicho Tribunal. Así lo hice, un día después, por vía postal. El 5 de marzo recibí un nuevo mensaje del Archivo de Defensa, indicándome que se había vuelto a recibir mi petición «a través del Tribunal Militar Territorial» y que «al consultar de nuevo la base de datos del Archivo» habían «comprobado que además del expediente» solicitado «y que efectivamente constaba como desarchivado», habían «encontrado otro con número de sumario coincidente pero con número de legajo 5.783», correspondiente al mismo proceso.

Llamamiento de Mundo Obrero para salvar a Satué y otros camaradas, amenazados de muerte. A la izquierda, portada de la edición del 17 de junio de 1948. A la derecha, detalle.

He detallado esta correspondencia para dar fe de la diligencia y eficacia con la que se dio respuesta a mi petición. Conste aquí mi más sincero agradecimiento.

Mi visita al Archivo de Defensa se retrasó hasta octubre de 2021. Una pandemia inesperada se interpuso en mis planes… Entonces, por fin, pude consultar y fotografiar el expediente.

En febrero de 2024, las consultas, compartidas con José María Alfaya, se extendieron al Archivo Histórico del PCE, a cuyo personal estamos también muy agradecidos por el apoyo dispensado a nuestro trabajo. Sin duda, este archivo es el lugar adonde, lo más pronto posible, debe pasar y quedar a disposición del público el fondo documental que dejó Satué.

Hacer una biografía política se alejaba mucho de mis hábitos de trabajo. Es verdad que la demografía y la demografía histórica, con las que estoy familiarizado por mi carrera en la docencia y la investigación universitarias, tienen un parentesco indudable con las biografías, y que incluso existe una especialización del análisis demográfico que se ocupa específicamente de ellas. Pero una biografía política es otra cosa. Durante los años en que nos relacionamos con Pepe, puede afirmarse con rotundidad que jamás pasó por las cabezas de ninguno de nosotros ni el menor asomo de pensamiento de involucrarnos alguna vez en cualquier iniciativa de realizar una biografía suya. Tampoco podríamos asegurar ahora cuál hubiera sido su reacción si alguno de nosotros se la hubiera propuesto. Desde luego, no es aventurado imaginar que se habría opuesto si ello nos restaba tiempo y energías para otras tareas que, con toda seguridad, él consideraba prioritarias y urgentes. Tampoco era fácil dejarle satisfecho con un escrito… Podíamos darnos por contentos cuando un texto (sobre otro tema) que le hubiéramos presentado le parecía «mejor» que su versión anterior. Había que entender: «a la espera de la siguiente». Conocemos anécdotas de algún amigo que se apresuraba a difundir lo que había escrito y se lo decía después. Por si acaso.

El estudio a fondo de la documentación nos reveló aspectos que desconocíamos o conocíamos muy poco sobre el personaje. También suscitó numerosas preguntas que nunca le hicimos. No son pocas las que hoy tienen que quedar sin respuesta. Esta biografía se centra en los años de procesos y cárceles de Satué. De sus combates posteriores solo se trata en un epílogo. El militante que regresó a España en 1946 era ya un hombre maduro. Nosotros le conocimos septuagenario. Ahora sabemos lo mucho que nos hubiera podido ilustrar sobre los «marcos sociales» a los que se refería el sociólogo, incluidos los relacionados con su medio familiar originario y su juventud. Fernando Sagaseta, que fue para nosotros el primer vector de la «transmisión» que preocupaba al historiador, falleció poco más de dos años después que su amigo y compañero de cautiverio. Muy lamentablemente, la rutina ya apuntada nos hizo perder en los años siguientes las posibilidades de recurrir a otros amigos: Cuca, su viuda, sobre todo, o el jurista Gregorio Ortiz, otro compañero de prisión que también conocimos.

Escrito de Satué al Capitán Gral. de la Iª Región desde la cárcel de Ocaña (1948). Fuente: Archivo Satué/diario Octubre

La historiografía profesional o de oficio sobre el PCE y el comunismo en España ha experimentado un importante desarrollo a lo largo de las tres últimas décadas. Buena muestra de ello y de su vitalidad son los dos volúmenes de una obra colectiva reciente dirigida por Francisco Erice que han reunido un rico y variado elenco de contribuciones realizadas por más de 40 historiadores de dos generaciones.[4] La distancia que media entre la panorámica que ofrecen estos trabajos y la Historia del Partido Comunista de España que redactó una comisión de su Comité Central presidida por Dolores Ibárruri no radica solo en los 60 años que las separan.[5] Las condiciones de su producción, sus instrumentos y sus funciones son profundamente diferentes, como lo son también las coyunturas (políticas, socioprofesionales y, más ampliamente, intelectuales) de las que todo cuestionamiento por la historia no deja de ser una expresión. En realidad, como constata David Ginard, «el punto de arranque de la historiografía científica sobre el movimiento comunista en España no tuvo lugar hasta la última década del siglo XX, en coincidencia con el declive máximo de dicha ideología y se ha consolidado plenamente en la etapa en la que el propio Partido Comunista de España (PCE) ha ido cediendo su soberanía a Izquierda Unida». «Paradójicamente», señala.[6] Puede añadirse que, a la vez, muy naturalmente, en cierto modo.

Contestando las ilusiones de un positivismo historiográfico, Pierre Vilar sostenía que «el problema del investigador es el de tener conciencia y conocer el porqué de su propio interés» en la elección y el tratamiento de sus temas de trabajo.[7] No hay misterio sobre las razones de nuestro interés en Satué. Paco Erice ha apuntado, con razón, la ambivalencia de lo «experiencial» para la investigación histórica: a la vez, su «evidente interés historiográfico» y el riesgo de que «derivan con facilidad en la identificación empática o en el debilitamiento de los nexos explicativos».[8] Sobre el «juego sutil entre la subjetividad del historiador y la objetividad de la historia», en una ocasión, en los años 50, Vilar distinguió tres actitudes posibles del historiador: «1) Llamarse objetivo cuando uno se sabe partidario, es deshonesto. 2) Creerse objetivo cuando se es partidario, es tonto o ingenuo, con diversos grados de ingenuidad. 3) Saberse partidario (porque todo el mundo lo es en mayor o menor grado) y explicar claramente cómo esto ha orientado los análisis, dejando al lector el cuidado de apreciarlos».[9] Treinta años después manifestaba no renunciar a esta clasificación y concluía: «pretender hacer la historia haciendo abstracción de los problemas del momento –del momento de una sociedad–, así como de los problemas personales del historiador, sería una hipocresía. La única manera de realizar una aproximación científica a los hechos humanos (…) es tomando conciencia clara de la propia situación en el interior de los hechos».[10] La reflexión de Vilar respondía al título de un ciclo de conferencias que preguntaba si podía «hacerse la historia de un país sin simpatía».

Cabe ensayar una respuesta a una pregunta similar en referencia a la biografía. Nunca se nos ocurrió encuestar a Pepe ni a aquellos de sus próximos que conocimos y de cuya amistad nos sentimos orgullosos. Por eso es una suerte que él escribiera mucho. No lo hizo para legarnos un relato. Sus escritos fueron en sí mismos, directamente, su principal herramienta de lucha. Sabemos bien que algunas memorias también lo son. Los textos de Satué son denuncias, reclamaciones, alegatos, recursos… en el momento de las arbitrariedades que con ellos combatía. Incluso cuando recapitulaban hechos ocurridos años antes de su elaboración, servían para nuevas luchas, o más bien a sucesivas etapas de la misma. Algunos fueron reelaborados varias veces a lo largo de años: en borradores o en versiones repetidamente ampliadas para incorporar algún hecho novedoso o reforzar alguno de sus argumentos. Nos quedaron escritos a las direcciones carcelarias, al Consejo Supremo de Justicia Militar, a la Capitanía General de la Primera Región Militar, a la Dirección General de Prisiones, al Ministerio de Justicia, a la Presidencia del Gobierno, a la Presidencia de las Cortes franquistas… Podría decirse que los «validaron» las respuestas de sus destinatarios, incluidos sus silencios. Nos quedó también una considerable correspondencia, principalmente, con sus hermanos, Pilar y Eduardo, y su compañera, Luci, así como con varios abogados. Encargos y orientaciones de Pepe a las dos mujeres que sin desmayo le apoyaron. Y la correspondencia de ellas que nos tiene al corriente de su actividad, enfrentándose a grandes dificultades.

Manuscrito de Satué, fechado el 30 de octubre de 1966, con informaciones y sugerencias para sus abogados, desde la cárcel de Burgos (archivo particular de José Satué)

La palabra de Pepe Satué es la sustancia de base de esta biografía. Palabra de sus luchas: un testimonio continuo, casi cotidiano, de resistencia, durante veinte años, a los mecanismos de aniquilación aplicados por la dictadura a sus oponentes. Si no fuera por lo absurdo de una moda de vocabulario, diríamos testimonio de resistencia «en tiempo real» (expresión que puede sugerir que los ajenos al instante presente, y ya pasajero, serían irreales). Los papeles de Satué constituyen un verdadero observatorio para el seguimiento minucioso de un caso de resistencia a la dictadura franquista: la que compartió, en primer término, con Pilar y con Luci. Por la libertad y por ideales y convicciones políticas, sin duda; y también, inseparablemente, por respeto a sí mismo, por su dignidad.

El papel que juega aquí el testimonio personal conlleva un peso importante de la descripción en este libro. «Describir (…) no es ‘explicar’. Pero sí es ilustrar, hacer vivir el objeto de análisis».[11] Los testimonios por sí solos no son «la historia», pero sí forman parte de su materia prima.[12] La descripción detallada de un caso significativo ayuda a transitar vías de análisis: sobre las prácticas de destrucción del enemigo empleadas por el régimen; sobre las actitudes de los represaliados y su resistencia (formas y medios); sobre la dinámica de las interacciones entre unas y otras en distintos contextos de espacio y tiempo. Por otra parte, también, sobre las relaciones internas en el seno del PCE… que, a su vez, pueden proyectarse hasta los tiempos de la Transición y sobre el propio significado de ésta.

La transmisión también nos incumbe a nosotros. Del testimonio y del análisis histórico. Hablar de su urgencia parece una banalidad en estos tiempos. Desde hace más de treinta años, impulsado primero por gobiernos de países del antiguo bloque socialista, se puso en marcha en Europa el proceso de normalización de una memoria anticomunista que, invocando el mantra amalgamador del «antitotalitarismo», se ha fundido en políticas sistemáticas de invisibilización y deslegitimación de cualquier memoria antifascista en el continente. El antifascismo no era más que un invento de las «dictaduras bolcheviques», un «concepto vacío de significado», según un ministro croata (¡de cultura!).[13] Y también hace tiempo que un colega suyo, ucranio, director del Instituto de la Memoria Nacional (sic) de aquel país, llamó a «una acción radical [contra la herencia soviética]. Si no hacemos nada para borrar sus huellas, volverá a coger fuerza».[14] En ambos casos se trataba de historiadores de profesión. Como lo eran, igualmente, otros que, en Francia, en 1993, se habían sumado a una fabricación mediática «de baja prensa» contra Jean Moulin, primer presidente del Consejo Nacional de la Resistencia, torturado hasta la muerte por la Gestapo de Klaus Barbie en julio de 1943. Ya entonces, eran derivas de la «equiparación de comunistas y nazis, como está de moda desde hace algunos años»: para asombro de un historiador que se ocupó a fondo de memorias colectivas.[15] Los ejemplos podrían multiplicarse. Son expresión de problemas actuales, con ostensible intencionalidad política. Y con fuerte impulso oficial desde las instituciones y gobiernos europeos.

En tiempos de crisis, cuando se agravan los riesgos económicos de un sistema dominante y arrecian sus contradicciones sociales, la imposible extirpación de un pasado se intenta compensar con su blanqueo, y ambos se conjugan para demonizar a los (designados) enemigos de fuera y estigmatizar (y, si los medios dirigentes lo requieren, perseguir) a los (así considerados o potenciales) de dentro. Con los peligros que ello conlleva. «Olvidos» deliberados y promovidos, mistificaciones y tergiversaciones también deben «pensarse históricamente». Con el deseo que, en trágicas circunstancias, formuló un día de 1940 Marc Bloch: «Que cada cual diga francamente lo que tenga que decir; la verdad nacerá de estas sinceridades convergentes».[16] Renunciar al antídoto que son los testimonios documentados (con su crudeza y su grandeza) y el análisis histórico sería suicida, además de imposible.  Sabiendo que, habiendo urgencia, la eficacia de su solo uso no está garantizada. Lamentablemente.

José Satué con Fernando Sagaseta (izda.), compañero de cautiverio en Burgos (1962-1965), y Germán Pires (dcha.), histórico comunista grancanario, en Las Palmas, a finales de los años 70 (foto: diario Octubre)

Los amigos que colaboraron conmigo para que este proyecto se llevara a cabo habían compartido también la experiencia de relación y trabajo con Pepe Satué, basados en los mismos ideales y aspiraciones colectivas. Con la excepción del más joven de todos, que no llegó a conocerle, pero sí tuvo ocasión de recibir cierta «transmisión» por vía familiar. Ha sido una colaboración desarrollada con regularidad: antes y a lo largo de la redacción, contrastando pareceres sobre cuestiones previstas y otras que se fueron suscitando, y después, debatiendo o comentando cada capítulo, según iba escribiéndolos y pasándoselos, e incorporando, por último, sus observaciones y sugerencias. Por desgracia, faltan dos nombres que hubieran tenido que formar parte del listado: Joaquín Sagaseta y Pedro Limiñana, ambos prematuramente desaparecidos en 2021, en un intervalo de tres meses. Con Quino, gravemente enfermo desde hacía unos años, apenas pude hablar del proyecto. Con Perico lo hice mucho. Apenas un par de semanas antes de su muerte, hablábamos de una reunión de trabajo para acabar de perfilarlo. Imagino que ellos también hubieran hecho «descubrimientos» con el avance del trabajo. Sin duda, lo habrían enriquecido. Dedicarles esta biografía es un pequeño consuelo.

Por último, es obligado y muy placentero mencionar algunos agradecimientos. A los hijos de Cuca, Alberto y Jordi Hidalgo, que me volvieron a demostrar su amistad con sus palabras de ánimo para seguir con el trabajo y con el tiempo que dedicaron a buscar viejas fotografías y otros documentos que muy amablemente me facilitaron. Una información proporcionada por ellos me permitió tomar contacto con un sobrino-nieto de Luci, Carlos Fernández Valdivieso. Cecilio Alonso y Juan José del Águila leyeron el manuscrito y nos apoyaron con sus comentarios. Gracias al primero me pude comunicar con José Luis Molares, uno de los amigos de Pepe en Alicante, tras su salida de la cárcel. Varios colegas atendieron con celeridad y generosidad las consultas que les hice: Rubén Vega, Irene Díaz, Ricardo Robledo y Severiano Delgado.

Acompáñennos los lectores en el recorrido de la resistencia de José Satué a la dictadura franquista. Y en el de pensarlo. Y saquen sus consecuencias.

Verano de 2024

José Satué en lienzo (a partir de fotografía tomada en torno a 1980) del pintor holandés Luis van Ischott (2006). Herederos de Pedro Limiñana Cañal
Notas

[1] Maurice Halbwachs, Los marcos sociales de la memoria, Barcelona, Ed. Anthropos, 2004 [Les cadres sociaux de la mémoire, 1925, París, reed. Albin Michel, 1994].

[2] Marc Bloch, «Mémoire collective, tradition et coutume. À propos d’un livre récent», Revue de synthèse, XL, diciembre 1925, pp. 73-83 [reed. en la recopilación al cuidado de Annette Becker y Étienne Bloch (eds.), Marc Bloch. L’Histoire, la Guerre, la Résistance, París, Quarto Gallimard, 2006, pp. 335-346].

[3] El de 1947-1949 por el que fue condenado a muerte, y el de 1951-1956 que le impuso una pena inicial de 12 años de prisión e inhabilitación perpetua, por haber sido miembro de la masonería durante poco más de un año, entre 1929 y1930.

[4] Francisco Erice (dir.), Un siglo de comunismo en España, 2 vols.: I, David Ginard (ed.), Historia de una lucha, Madrid, Akal, 2021; II, David Ginard (coord.), Presencia social y experiencias militantes, Madrid, Akal, 2022.

[5] Dolores Ibárruri et. al., Historia del Partido Comunista de España (versión abreviada), París, Éditions Sociales, 1960.

[6] David Ginard i Féron, «La historiografía española sobre el comunismo de los orígenes a la actualidad (1920-2020)», en Francisco Erice (dir.), Un siglo de comunismo…, op. cit., vol. II, pp. 11-37, cita de la p. 11.

[7] Pierre Vilar, Pensar históricamente. Reflexiones y recuerdos, edición preparada y anotada por Rosa Congost, Barcelona, Ed. Crítica, 1997, p. 71.

[8] Francisco Erice, «Introducción», en Francisco Erice (dir.), Un siglo de comunismo…, op. cit., vol. II, pp. 7-9, cita p. 8.

[9] Pierre Vilar, «Recuerdos y reflexiones sobre el oficio de historiador», Manuscrits. Revista d’història moderna, 7, diciembre 1988, pp. 7-33; cita p. 12.

[10] Ibid., p. 22.

[11] Ibid., p. 31 (cursivas de P. Vilar).

[12] En palabras de Erice: «Si tú haces un trabajo en el que simplemente evocas el valor, la honestidad, etcétera de los viejos militantes y te quedas ahí, estás haciendo memoria y un homenaje, pero no estás haciendo historia»: entrevista por Pablo Batalla Cueto: «Francisco Erice: ‘No es verdad que la historia la hagan los vencedores’», El Cuaderno. Cuaderno digital de cultura, noviembre 2017, https://elcuadernodigital.com/2017/11/28/__trashed-6/.

[13] Jean-Arnault Dérens, «Le choc des mémoires au mépris de l’histoire», Le Monde diplomatique, diciembre 2016, pp. 22-23.

[14] Laurent Geslin y Sébastien Gobert, «Ukraine, jeux de miroirs pour héros troubles», Le Monde diplomatique, diciembre 2016, p. 23.

[15] Pierre Vidal-Naquet, Mémoires, vol. II, Le trouble et la lumière, 1955-1998, París, Seuil/La Découverte, 1998, pp. 342-343; del mismo autor, Le trait empoisonné. Réflexions sur l’affaire Jean Moulin, París, La Découverte, 1993.

[16] Marc Bloch, L’étrange défaite, París, Gallimard, col. Folio Histoire, 1990 (con prefacio de Stanley Hoffmann), p. 54 [reed. en A. Becker y É. Bloch (eds.), Marc Bloch. L’Histoire, la Guerre…, op. cit., pp. 519-653; hay traducción al castellano: La extraña derrota, Barcelona, Crítica, 2003]. Incorporado a la dirección de la Resistencia en Lyón, Bloch fue detenido por la Gestapo el 8 de marzo de 1944, torturado y ejecutado el 16 de junio del mismo año.

José Satué en su domicilio madrileño con su nieta y el hijo de un amigo (1986 o 1987). Fotografía facilitada por la familia Hidalgo Sánchez

Índice del libro 

Prólogo de Juan José del Águila Torres
Introducción

Primera parte. Detención y procesamiento

Capítulo primero: En manos de la policía franquista

Guerra, exilio y fugaz clandestinidad
Desmantelamiento de un embrión de estructura sindical clandestina
José Satué en la Dirección General de Seguridad

Capítulo II: Frente a una «justicia» de guerra

Combatir la calificación del «delito» y su jurisdicción
Defenderse encarcelados: en la prisión de Alcalá de Henares
Desde las prisiones de Ocaña y Ventas: continúa el combate por un juicio civil

Capítulo III: Consejo de guerra en Ocaña

Últimos prolegómenos
«Bien nos ha hecho usted andar de cabeza con sus recursos y denuncias»
«No saldrás, sino loco o muerto»

Segunda parte. Estudio y lucha en las cárceles de la dictadura

Capítulo IV: Preso en Salamanca y segundo proceso

Soledad (y resistencia) del preso político
Proceso por antigua pertenencia a la masonería
En busca de defensor: intento fallido con Gil-Robles

Capítulo V: En Burgos, «Prisión Central»

Burgos y la jornada nacional de 1959: de los antecedentes a las secuelas
La respetabilidad del preso político y la lucha contra la dictadura: Burgos, 1963-1965
Por el respeto a la libertad de conciencia
Contra los desfiles dominicales: otra imposición «vejatoria»
Remite… preso político
Reclamo de visitas de inspección judiciales y protesta colectiva del día de la Merced de 1964

Capítulo VI: Justicia no es solo excarcelación

Promoviendo revisión extraordinaria de sentencia
Sin «redención» ni «condicional»: «retenidos ilegalmente»
Libertad sin justicia y con desgarros

Capítulo VII: Satué y sus abogados: la «responsabilidad de intentarlo»

«Ya nada se podrá hacer en favor de Vd.» (1959)
Joaquín Ruiz-Giménez Cortés y Gregorio Peces-Barba Martínez
José Jiménez de Parga, María Luisa Suárez Roldán y Antonio Rato

Epílogo: Del testimonio de un luchador al análisis histórico

Documentos, testimonios
Abreviaturas
Referencias bibliográficas
Índice onomástico

Fuente: introducción e índice del libro de Arón Cohen (con la colaboración de José María Alfaya, Arturo Borges, Suso Mateos, Miguel Medina Fernández-Aceytuno y Miguel Sagaseta), «No saldrás de aquí sino loco o muerto…». José Satué, el sindicalista que no aprendió a perder, Granada, Editorial Universidad de Granada, 2025, 390 páginas.

Portada:  Día de visita de familiares en la cárcel de Burgos (mediados de los años 60): José Satué, en el centro, sentado, rodeado de compañeros y niños. Fotografía facilitada por la familia Hidalgo Sánchez

Ilustraciones: Arón Cohen y Conversación sobre la historia

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