Luis Castro Berrojo

 

Conversación sobre la historia presenta una nueva entrega de documentos de National Security Archive (NSA) en relación a los programas de investigación de la CIA sobre control mental y de la conducta y técnicas “especiales” de interrogatorio que luego se emplearon en Vietnam, Irak, Guantánamo, América Latina y algunas prisiones secretas dentro y fuera de EE.UU. Los 21 documentos son muy variados y abarcan el periodo de 1951 a 1983. NSA nos ofrece una introducción de conjunto y una breve descripción de cada uno de ellos [1 (PARTES II Y III). Constituyen un ejemplo típico de las operaciones encubiertas de la CIA, que queremos contextualizar dentro de un panorama histórico más amplio (I PARTE).

 

(I PARTE)

 

I.- LAS ACTUACIONES SECRETAS DE LA CIA

Las operaciones encubiertas han sido la especialidad de la casa para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) desde su creación en 1947. La ley de Seguridad nacional le traspasó entonces las funciones de espionaje y contraespionaje de la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) −que había coordinado la inteligencia militar durante la II Guerra mundial− junto con otros cometidos que convirtieron a la Agencia en la institución más característica de la Guerra fría. Su misión era, es, frenar y minar la influencia del comunismo o de cualquier otro agente que choque con los intereses hegemónicos globales de EE.UU., tanto dentro como, sobre todo, fuera del país, lo que incluye los movimientos y gobiernos nacionalistas o izquierdistas del Tercer mundo. Tras el 11-S se colocó en el punto de mira principal a los grupos terroristas de distinto signo así como a los gobiernos que supuestamente los apoyan.

El Consejo Nacional de Seguridad (NSC), creado también por la citada ley de 1947, definió las operaciones encubiertas como las actividades “dirigidas o apoyadas por este Gobierno contra estados o grupos hostiles o a favor de estados o grupos extranjeros amigos que estén planeadas y ejecutadas de modo que cualquier responsabilidad por ellas no sea evidente (…) y que si son descubiertas el gobierno de Estados Unidos puede negar plausiblemente cualquier responsabilidad sobre ellas”[2]. Es la doctrina de la “negación verosímil” (plausible deniability) que, junto con el secretismo estricto, alejó el conocimiento de las actividades de la CIA a casi todo el mundo, incluido el Congreso de EE.UU., que solo en momentos muy especiales, como el de la Comisión Church en 1975, pudo investigar y sacar a la luz las actividades encubiertas de la Agencia. Entre estas, el NSC señalaba las siguientes: “propaganda, guerra económica, acción preventiva, incluido el sabotaje, el antisabotaje, (…) subversión contra estados hostiles, incluido el apoyo a movimientos de resistencia clandestinos, guerrillas y grupos de liberación de refugiados, y ayuda a elementos autóctonos anticomunistas en países amenazados del mundo libre”. De estas actividades se encargó la Oficina de Programas Especiales de la CIA, que hasta 1965 estuvo dirigida por el ex agente de la OSS Frank Wiesner. Solo durante el segundo mandato de Truman hubo 81 intervenciones de este tipo por todo el mundo y luego proliferaron durante el mandato de Allen Dulles como director de la Agencia, que coincide con la presidencia de Eisenhower (1953-1961) [3].

Reunión del Consejo de Seguridad Nacional el 19 de agosto de 1948, en la que participan, de izquierda a derecha, en el sentido de las agujas del reloj, Cornelius Vanderbilt Whitney, Kenneth Royall,  Sidney Souers, Arthur M. Hill, Roscoe Hillenkoetter (director de la CIA), James Forrestal (secretario de Defensa), George C. Marshall (secretario de Estado), el presidente Truman,  W. John Kenney, y al fondo, el mayor general A. M. Gruenther y Robert Blum, especialista en asuntos exteriores del Departmento de Defensa. (Foto: National Archives/Harry S. Truman Library & Archives, https: //www.trumanlibrary.gov/photograph-records/73-2702).

Como señala Josep Fontana, se recurrió a estas actuaciones principalmente “para derrocar gobernantes democráticos e imponer en su lugar dictaduras, que se consideraban más útiles como instrumento de control social”, algo que, con hiriente sarcasmo, decía hacerse en nombre de los valores del mundo “libre” y de imaginarias “alianzas para el progreso” (Por el bien del imperio, p. 629).  A título de ejemplo, se pueden recordar las intervenciones de la CIA en Irán para derrocar y asesinar al presidente Mossadegh y reponer la dictadura del Sha Reza Pahlevi en 1953; en Guatemala para deponer al presidente Jacobo Arbenz, sustituido por una dictadura; el intento de asesinato de Patricio Lumumba en el Congo (que fue ejecutado antes por sus enemigos); la frustrada invasión de Cuba (y los repetidos intentos de asesinato de Fidel Castro) o el apoyo al golpe del general Pinochet contra el gobierno de Salvador Allende en 1973. Pero la CIA también ha intervenido en Europa: una de sus primeras tareas fue facilitar el triunfo de la Democracia Cristiana en las elecciones generales de Italia en 1948, lo que puso fin a gobiernos con participación del PCI desde 1944.  Un ex agente de la CIA, F. Mark Wyatt, diría más tarde sobre estas operaciones: “Teníamos bolsas de dinero que entregábamos a los políticos seleccionados para sufragar sus gastos políticos y de campaña”[4].

También pueden considerarse operaciones encubiertas las que la CIA ha desarrollado en el campo de la cultura y la propaganda, poniendo a su servicio (a veces sin el conocimiento de los afectados, como en el caso que estudiamos) a artistas, intelectuales y escritores para difundir por todo el mundo los valores, gustos y pautas de comportamiento del American Way of Life, y contrarrestar la influencia ideológica y política de los partidos comunistas, sindicatos y otras organizaciones de izquierda. Es lo que Stonor Saunder llamó “la Guerra fría cultural”. Con ese fin fueron financiados generosamente por la CIA o por fundaciones asociadas (Rockefeller, Farfield, Ford, etc.) multitud de congresos, exposiciones, conciertos, publicaciones y otras actividades. Esa influencia ideológica también se ha ejercido ampliamente a través de los medios de comunicación, ya sea mediante cabeceras propias o sobornando a profesionales de la información[5]. En estos ámbitos, la CIA trataba de hacer frente a las actividades de la Cominform (Oficina de Información de los Partidos Comunistas), que, una vez creada en 1947, también tenía entre sus objetivos la “agitación y propaganda” en medios intelectuales y artísticos afines, además de la coordinación política de los partidos comunistas a un lado y otro del “telón de acero”[6].

Quizá lo más conocido en este ámbito sea el Congreso por la Libertad de la Cultura (CCF). Creado en principio como respuesta coyuntural a los congresos por la paz promovidos por la URSS mediante intelectuales y artistas más o menos próximos a los partidos comunistas occidentales (en Breslau, 1948, y París, 1949) se convirtió luego en una entidad permanente que duró hasta 1966, momento en que el New York Times desveló su naturaleza como tapadera de las actividades de la CIA. La dirección del CCF estaba a cargo de su agente Michael Josselson, y entre sus colaboradores se prefería a excomunistas o “compañeros de viaje” como Arthur Koestler, Ignacio Silone o Stepen Spender. También hubo entre ellos destacados miembros del exilio español como Salvador de Madariaga, los expoumistas Joaquín Maurín y Julián Gorkin o el socialista Luis Araquistáin[7],  llegando incluso a influir en la editorial Ruedo Ibérico.

(Ahora que Trump ha solicitado la publicación de todos los documentos relativos a los asesinatos de JFK, su hermano Robert y Martin Luther King es posible que salgan a relucir las técnicas de lavado de cerebro, si bien referidas a los comunistas. En 1962 la película “El candidato de Manchuria” narraba la historia de un soldado americano capturado en Corea al que los chinos programan para cometer asesinatos en EE.UU. Curiosamente, ese mismo año Lee Harvey Oswald, el asesino de JFK, volvió de la URSS tras una estancia en la que consta pasó por interrogatorios de la policía. Una de las hipótesis que han circulado fue que Oswald habría pasado por un brainwashing condicionante. Otra, sostenida por el fiscal Jim Garrison, fue que los asesinos eran elementos anticastristas y de la CIA).

Berlín 29 junio 1950: sesión pública del Congreso por la Libertad de la Cultura en el parque Funkturm, en la que Arthur Koestler leyó el Manifiesto por la Libertad (foto: filosofia.org)
II.- EL FBI Y LOS ORGANISMOS MILITARES

Por lo demás, las actividades encubiertas de EE.UU. en absoluto han sido monopolio de la CIA. Hay al menos otros tres organismos de su gobierno que han recurrido a ellas: el FBI, la Agencia de Seguridad Nacional y la Agencia de Inteligencia de la Defensa, esta dependiente del Pentágono, lo mismo que los grupos de operaciones especiales o paramilitares. Sería difícil precisar los ámbitos de acción de los organismos dependientes de Defensa, pues incluso la mayor parte de los congresistas los desconocen y, sin embargo, deben aprobar sus gastos de “programas clasificados” dentro del presupuesto general del Pentágono. Estas actividades militares encubiertas aumentaron tras el 11-S, cuando el Congreso aprobó casi por unanimidad (un sólo voto en contra) la Autorización para el uso de la fuerza militar, que pone manos exclusivas del presidente esa decisión. Desde entonces ha habido operaciones “clasificadas” en al menos 22 países, llegando su coste a 56.000 millones de dólares en el ejercicio de 2019, según la revista Wired (1 de febrero de 2018), más de un 3 % más que el año anterior.

Es indudable la complementariedad y la coordinación funcional de estas operaciones militares con las de CIA, como se evidenció por ejemplo en las actividades de la Escuela de las Américas, sita en Panamá desde 1946 a 1984, que se dedicó a entrenar a decenas de miles de militares y policías de Latinoamérica en técnicas de contrainsurgencia, interrogatorios, torturas, desapariciones y demás crímenes característicos de las dictaduras en esa zona, a las que la CIA siempre dio apoyos de todo tipo[8]. O la gestión de los vuelos de espionaje sobre el espacio aéreo de la URSS y otras zonas de su influencia. El derribo de un avión Lockheed U-2 por la fuerza antiaérea rusa en 1960 evidenció ese espionaje y puso en ridículo a Eisenhower, que había negado la existencia de tales vuelos. Allen Dulles presumía de que con las imágenes captadas por los U-2 era capaz de “tener a la vista cada hoja de hierba de la URSS”[9].

Hoy, sin haber abandonado del todo este tipo de programas, las tareas de las agencias de inteligencia de la defensa se enfocan especialmente hacia los medios de información basados en señales de comunicación (SIGNINT), gestionando los sistemas globales de alerta y control mediante satélites y redes informáticas. También se ocupan de pinchar las comunicaciones por internet y telefónicas en el exterior, incluso de altos mandatarios de países amigos. Así, en 2021 saltó el escándalo de la vigilancia telefónica de la Agencia de Seguridad Nacional a Ángela Merkel y a otros dirigentes de Francia, Alemania, Noruega y Suecia. Edward Snowden, antiguo colaborador de la CIA ya había denunciado en 2013 los masivos planes de recogida de información de las grandes compañías de internet a todo tipo de personas, públicas o privadas[10].

Imagen de 1955 en la que aparecen, entre otros, entre otros, el director del FBI, J. Edgar Hoover, el director asociado Clyde Tolson (en la extrema derecha), el presidente Dwight Eisenhower, el vicepresidente Richard Nixon, el director de la CIA, Allen Dulles (con pajarita) su hermano John Foster (directamente a la derecha de Nixon), el presidente de la AEC, Lewis Strauss, Nelson Rockefeller (futuro vicepresidente) y William Rogers (primer secretario de Estado de Nixon). (Imagen: https: //www.reddit.com/r/HistoryPorn/comments/18i41la/1955_meeting_of_among_others_fbi_director_j_edgar/)

Por su parte, el FBI se ha venido encargando desde los años veinte del s. XX de la vigilancia y seguridad en el interior, y fue pionero a la hora de espiar, controlar y neutralizar no solo el crimen organizado, sino todo tipo de disidencia ideológica o política, desde los sindicatos hasta los movimientos contrarios a la guerra de Vietnam, pasando por los Panteras Negras o el minúsculo Partido Comunista. El gran organizador del FBI fue Edgar Hoover, que lo regentó durante casi medio siglo (1924-1972) y le dotó de medios tan característicos como los ficheros masivos de antecedentes (que incluían a congresistas y miembros del gobierno, y anotaban incluso sus costumbres sexuales), los pinchazos telefónicos, el escrutinio de la correspondencia privada, la infiltración en organizaciones o el uso de grupos de provocadores. Durante la Guerra fría podría decirse que el FBI fue el brazo ejecutivo del macartismo, contribuyendo a alimentar el miedo contra la “amenaza roja” (red scare) a través de su control de agencias de prensa y periódicos (solo en Chicago llegó a tener 25 bajo su influencia)[11].

La CIA en algún momento hizo competencia al FBI en las tareas de vigilancia interna: la comisión Church reveló que también la Agencia practicaba el espionaje de las comunicaciones privadas. Y sus actividades no se limitaron ni mucho menos al extranjero; sin ir más lejos, las que se comentan en los documentos que ahora presentamos sobre control mental, uso de drogas y técnicas de interrogatorio se llevaron a cabo dentro del territorio de EE.UU, en locales de la CIA o de instituciones públicas (hospitales, universidades, prisiones) y sus sujetos pacientes son casi siempre ciudadanos norteamericanos a los que generalmente se manipula sin su conocimiento. Hoy día, la posible colaboración de las grandes plataformas digitales (X, Facebook, Google, etc.) con las instituciones estatales de seguridad y espionaje multiplica exponencialmente su capacidad de intrusión en la vida privada de las personas y de influencia sobre su mentalidad y comportamiento, haciendo casi realidad la distopía del “Gran Hermano”. El acopio de ingentes “minas” de información sobre las personas y la distorsión mental producida por la difusión o la tolerancia de bulos y mensajes cargados emocionalmente son las dos grandes palancas de los “technoligarcas” para hacerse con el control de las sociedades. La entrada en el gobierno de Trump de algunos de ellos no hace sino aproximar esas lúgubres perspectivas.

Reunión de la  comisión de investigación sobre los abusos de la CIA (“Comisión Church”) en Washington, D.C., el 6 de febrero de 1975. (foto: Henry Griffin / AP)
III.- LAS INVESTIGACIONES DE ‘MR. PLUTONIO’ EN EE.UU. Y EN ESPAÑA

Las investigaciones secretas con cobayas humanos que nos presentan los documentos del NSA nos hacen recordar el proyecto Manhattan, que se desarrolló siempre en el más estricto secreto, incluso para la mayoría de los que participaban en él. Uno de sus objetivos fue comprobar los efectos de la radiactividad sobre los seres vivos, a lo que se dedicó el Met Lab de la Universidad de Chicago. Y aunque se comenzó probando con miles de animales (monos, perros, ratones), a los que se sometía a radiaciones de plutonio para ver sus efectos en distintas partes del cuerpo, se terminó experimentando con humanos. El Dr. Wright H. Langham, llamado “Míster Plutonio”, con la autorización de Oppenheimer y del Dr. Kempelman, jefe del servicio médico de Los Álamos, se convirtió en el principal especialista en la toxicidad del plutonio en las personas, cuya gravedad medía mediante análisis de orina. Empezó sus investigaciones en 1945 inyectando varios microgramos de plutonio a unos 50 enfermos terminales. Más adelante comités de científicos norteamericanos e ingleses estudiaron eso mismo entre los hibakusha (personas afectadas directa o indirectamente por las bombas de Hiroshima y Nagasaki), pero sus informes sobre los efectos de la radiactividad fueron secretos, incluso para las autoridades médicas japonesas, que carecieron de información orientadora para afrontar los terribles efectos de la contaminación[12].

En los años cincuenta Langham repitió sus experimentos en 23 norteamericanos, pero en 1966 pudo ampliar sus estudios con una muestra mucho más grande: los afectados por el accidente de las bombas en Palomares[13]. Entre el personal enviado por el Pentágono para hacerse cargo del desastre hallaba, según el ingeniero militar Guillermo Velarde, “un científico encargado del estudio de los efectos del plutonio sobre las personas”, que sin duda era Langham. (Velarde dirigiría más tarde el secreto proyecto “Islero”, que trató de fabricar la bomba atómica española, sin éxito). Los contactos de Langham con personal de la Junta de Energía Nuclear dieron lugar al proyecto “Indalo”, vigente hasta 2009, para hacer seguimiento conjunto de los efectos del plutonio a medio y largo plazo en las personas, plantas y suelo mediante equipos y asesoramiento norteamericanos[14].

La Junta de Energía Nuclear —y luego su sucesor, el CIEMAT— ha sido la encargada de esa tarea durante todo ese tiempo y, según resume Moreno Izquierdo, la versión oficial sobre el resultado del seguimiento es que “durante los últimos 50 años ninguna de las personas que han pasado por los reconocimientos médicos ha sufrido efectos nocivos (…). La afirmación, sin embargo, no la comparten muchos lugareños, científicos y expertos por entender que se han falseado o rechazado los resultados que no interesaban o, simplemente, no se han medido o analizado aquellos que podrían contradecir la versión oficial[15].

Barriles sellados que contienen restos radiactivos generados por el accidente de Palomares esperan en la playa ser transportados a EEUU el 18 de marzo de 1966 (foto: AP)
IV.- LA LUCHA CONTRA EL SECRETISMO CRIMINAL Y POR LA LIBERTAD DE INFORMACIÓN

Dado que las actividades encubiertas deben desarrollarse en el más absoluto secreto y que en algunos casos los documentos han sido destruidos, puede afirmarse, como hace R. A. Schwartz, especialista en la historia de la Guerra fría, que muchas de ellas permanecen y permanecerán ocultas para al público[16]. Por otra parte, la legislación norteamericana, como la de los demás países, mantiene clasificada (sin posible acceso) la información que pueda afectar a la seguridad nacional, a la intimidad personal y a procesos judiciales en curso y la ley contra el espionaje establece duras penas, incluso de muerte, para quienes revelen información sensible que afecte a la seguridad nacional. Algo que afectaba en especial a los agentes de la CIA, obligados a firmar un compromiso de confidencialidad al entrar en el cuerpo.

Por ello llama la atención que, a pesar de todo, se hayan ido aireando muchos episodios de crímenes y guerra sucia de la CIA, del ejército y otras instancias estatales de EE.UU. desde los setenta del siglo pasado.  Ello se debe a dos tipos de factores y a una cuestión de principio. Esta consiste en que la primera enmienda de la constitución de EE.UU. establece que nadie “impondrá obstáculos a la libertad de expresión o de la prensa”. Además, han sido necesarias las publicaciones y filtraciones (leaks) de ex agentes y altos funcionarios a los medios de comunicación, difundiendo secretos oficiales por motivos éticos y a riesgo de ser desmentidos y sancionados por ello (o algo peor). Quizá el pionero de estos whistleblowers fue Daniel Ellsberg, antiguo funcionario del Pentágono, quien en 1971 filtró a varios rotativos documentos sobre la guerra de Vietnam que desmentían las declaraciones del presidente Nixon (los “Papeles del Pentágono”). Al año siguiente fue Mark Felt, alto funcionario del FBI, la “garganta profunda” (deep throath) que filtró al Washington Post, información del caso Watergate (espionaje y robo de documentos al Partido demócrata ordenada por el entorno del presidente Nixon), lo que le costó la presidencia a este. Algunos de los esbirros del FBI y de la CIA que intentaron amedrentar a Ellsberg habían participado en el intento de invasión de Bahía de Cochinos y perpetraron la chapuza del Watergate[17].

Además de las filtraciones, hubo libros de ex agentes que denunciaban las actividades de la Agencia. En 1973, John Marks, antiguo funcionario del Departamento de Estado, y Victor Marchetti, de la CIA, publicaron el libro La CIA y el culto a la inteligencia, muy expurgado previamente por la agencia. En él se denunciaban algunas malas prácticas de la Agencia (entre ellas el uso de narcóticos al que se refieren los documentos que comentamos). El escándalo de estas revelaciones provocó la formación del Comité Church en el senado, que después de largas investigaciones sacó a la luz las prácticas criminales de la CIA, incluyendo los asesinatos, frustrados o no, de líderes extranjeros[18]. De 1975 es el libro de Philip Agee, ex agente de la CIA, Inside the Company: CIA Diary, el que documenta las prácticas de la Agencia en varios países latinoamericanos donde estuvo destacado el autor. Agee caracterizaba a la CIA como “la policía secreta del capitalismo”, que facilitaba las condiciones para la inversión de las grandes compañías multinacionales y señalaba entre sus prácticas los “micrófonos ocultos, chantajes, robos, poner bombas con gente contratada, soborno de políticos, periodistas y líderes sindicales”.[19]. Las revelaciones de Ellsberg, Felt y Agee provocaron gran revuelo político, dando lugar a la comisión Church en el senado, que publicó en 1976 un amplio informe sobre las operaciones encubiertas de la agencia, de las que estaban informados los sucesivos presidentes.

Otro agente de la CIA, Frank Snepper, acabó de arruinar la reputación de la CIA con su libro Decent Interval: An Inside Accout of Saigon Indecent End Told told by the CIA Chief of Strategy Analist in Vietnam (1977), donde se denunciaba la vergonzosa huída de Saigón en 1975, dejando en el país indefensos a vietnamitas que trabajaban para los EE.UU. Y en 1979, como se menciona más adelante (II Parte), John Marcs volvió a la carga cn su libro The Search for the “Manchurian Candidate”: The CIA and Mind Control: The Secret History of the Behavioral Sciences, donde se denunciaban las técnicas de lavado de cerebro y otras semejantes a las que se mencionan en los documentos del NSA. (En 1959 Richard Condon había publicado la novela The Manchurian Candidate, que dio lugar a una película exitosa de John Frankenheimer, donde se acusaba a los comunistas de esas prácticas con los presos de guerra en Vietnam).

Más adelante vinieron los casos de Chelsea Manning, Edward Snowden y Julian Assange, fundador de Wikileaks a los que se ha aplicado, o se ha intentado, la ley de espionaje.

El otro factor que ha favorecido la publicación de documentos clasificados ha sido la Ley de libertad de información (FOIA), aprobada en 1966. Esta afirmó el derecho de los ciudadanos a recibir información de las instituciones y autoridades, permitiendo apelar a la justicia, que ha exculpado a muchas personas acusadas de revelación de secretos oficiales y ha avalado la publicación de estos en ciertos casos (el de Ellsberg fue uno de los primeros). Por otro lado, la FOIA ha facilitado que entidades como National Security Archives o ProQuest reclamen con éxito la desclasificación de documentos oficiales para su difusión pública. Además, el sistema de Archivos Nacionales y Administración de Documentos (National Archives and Records Administration. NARA), dentro del cual se hallan los archivos de los presidentes, facilitan mucho la labor de los investigadores, al dar libre acceso a un enorme volumen de documentos digitalizados e indexados.

Nos suscitan sana envidia estos servicios aquí en España, donde aún pesa ominosamente una Ley de Secretos oficiales de matriz franquista, que hace impensable el acceso a documentación del CNI y de sus antecesores (CESID, etc.) o donde los archivos de los presidentes del gobierno se hallan en centros privados o en manos de sus familias.

 

Informe de inspección del programa MK Ultra realizado en 1963

 

(II PARTE)

EL ARCHIVO DE SEGURIDAD NACIONAL PUBLICA REGISTROS CLAVE SOBRE EL INFAME PROGRAMA ‘MK ULTRA’.

LA AGENCIA BUSCABA DROGAS Y TÉCNICAS DE CONTROL DE COMPORTAMIENTO PARA USAR EN “INTERROGATORIOS ESPECIALES” Y OPERACIONES OFENSIVAS

Washington, D.C., 23 de diciembre de 2024 – Hoy, el Archivo de Seguridad Nacional y ProQuest (parte de Clarivate) celebran la publicación de una nueva colección de documentos académicos que lleva muchos años en desarrollo sobre la impactante historia secreta de los programas de investigación de control mental de la CIA. La nueva colección, CIA and the Behavioral Sciences: Mind Control, Drug Experiments and MKULTRA, reúne más de 1.200 registros esenciales sobre uno de los programas más infames y abusivos en la historia de la CIA.

Bajo nombres en clave que incluían MKULTRA, BLUEBIRD y ARTICHOKE, la CIA llevó a cabo experimentos aterradores utilizando drogas, hipnosis, aislamiento, privación sensorial y otras técnicas extremas en sujetos humanos, a menudo ciudadanos estadounidenses, que con frecuencia no tenían idea de lo que se les estaba haciendo o de que eran parte de una prueba de la CIA.

El anuncio de hoy se produce 50 años después de que una investigación del New York Times realizada por Seymour Hersh originara pesquisas que sacarían a la luz los abusos de MKULTRA. La nueva colección también llega 70 años después de que el gigante farmacéutico estadounidense Eli Lilly & Company desarrollara por primera vez un proceso para racionalizar la fabricación de LSD a finales de 1954, convirtiéndose en el principal proveedor de la CIA del químico psicoactivo recién descubierto, esencial para muchos de los esfuerzos de control de comportamiento de la Agencia.

Los aspectos más destacados de la nueva colección MKULTRA incluyen:

  • Un plan aprobado por el director de la CIA en 1950 para el establecimiento de “equipos de interrogatorio” que “utilizarían el polígrafo, las drogas y el hipnotismo para lograr los mejores resultados en las técnicas de interrogatorio”. (Documento 2)
  • Un memorándum de 1951 que captura una reunión entre la CIA y funcionarios de inteligencia extranjeros sobre la investigación del control mental y su interés compartido en el concepto de control mental individual. (Documento 3)
  • Una entrada de 1952 del diario de George White, agente federal de narcóticos que dirigía una casa de seguridad donde la CIA probaba drogas como el LSD y realizaba otros experimentos con estadounidenses no voluntarios. (Documento 5)
  • Un informe de 1952 sobre el uso “exitoso” de los métodos de interrogatorio ARTICHOKE que combinaban el uso de la “narcosis” y la “hipnosis” para inducir la regresión y más tarde la amnesia sobre “agentes rusos sospechosos de ser duplicados”. (Documento 6)
  • Un memorándum de 1956 en el que el jefe de MKULTRA, Sidney Gottlieb, firma un proyecto que “evaluaría los efectos de grandes dosis de LSD-25 en voluntarios humanos normales” en prisiones federales de Atlanta. (Documento 13)
  • El informe de 1963 del inspector general de la CIA que llevó a los jefes de la CIA a reconsiderar el uso de estadounidenses no voluntarios en su programa encubierto de pruebas de drogas. (Documento 16)
  • La declaración en 1983 del jefe de MKULTRA, Sidney Gottlieb, en una demanda presentada por Velma “Val” Orlikow, víctima de proyectos patrocinados por la CIA llevados a cabo por el Dr. Ewen Cameron en el Allan Memorial Institute en Montreal. (Documento 20)
Velma “Val” Orlikow (en la imagen, con su marido), víctima de proyectos patrocinados por la CIA llevados a cabo por el Dr. Ewen Cameron en el Allan Memorial Institute en Montreal (foto: cbc.ca)

Los retos a los que se enfrentaba este proyecto de documentación eran considerables, ya que el director de la CIA, Richard Helms, y el antiguo jefe de MKULTRA, Sidney Gottlieb, destruyeron la mayoría de los registros originales del proyecto en 1973. Es una historia sobre el secretismo, quizás el encubrimiento más infame en la historia de la Agencia. También es una historia marcada por una impunidad casi total a nivel institucional e individual por innumerables abusos cometidos a lo largo de décadas, no durante interrogatorios de agentes enemigos o en situaciones de guerra, sino durante tratamientos médicos ordinarios, dentro de hospitales penitenciarios, clínicas de adicciones y centros de detención juvenil, y en muchos casos dirigidos por figuras importantes en el campo de las ciencias del comportamiento. A pesar de los esfuerzos de la Agencia por borrar esta historia oculta, los documentos que sobrevivieron a esta purga y que se han reunido aquí presentan una narrativa convincente e inquietante del esfuerzo de décadas de la CIA para descubrir y probar formas de borrar y reprogramar la mente humana.

La mayor parte de estos registros fueron extraídos de registros compilados por John Marks, el ex funcionario del Departamento de Estado que presentó las primeras solicitudes de la Ley de Libertad de Información sobre el tema y cuyo libro de 1979, The Search for the “Manchurian Candidate”: The CIA and Mind Control: The Secret History of the Behavioral Sciences (Nueva York, W. W. Norton & Company, 1979) sigue siendo la fuente más importante sobre este episodio. Más tarde, Marks donó sus documentos de la FOIA y otros trabajos de investigación al Archivo de Seguridad Nacional (…).

El legado de MKULTRA va mucho más allá de los diversos “subproyectos” descritos en estos documentos, que en gran medida acabaron a mediados de la década de 1970. Como señala el autor Stephen Kinzer, los programas de investigación sobre el control del comportamiento de la CIA “contribuyeron decisivamente al desarrollo de técnicas que los estadounidenses y sus aliados utilizaron en los centros de detención de Vietnam, América Latina, Afganistán, Irak, la Bahía de Guantánamo y las prisiones secretas de todo el mundo”. Las técnicas MKULTRA fueron citadas en el manual de interrogatorios KUBARK de la CIA de 1963, que fue la base para los interrogatorios de prisioneros en Vietnam y más tarde en las dictaduras anticomunistas en América Latina[20].

Si bien muchos de los proyectos de MKULTRA se llevaron a cabo en hospitales, laboratorios u otros entornos institucionales, otros se llevaron a cabo en centros clandestinos de la CIA no por médicos o sanitarios, sino por duros agentes federales de narcóticos, como George Hunter White. Bajo la dirección de Gottlieb, White adoptó la personalidad de un artista bohemio llamado “Morgan Hall” para atraer a víctimas incautas a su “plataforma”, donde él y sus colaboradores experimentaban en secreto con ellas y grababan su comportamiento. White, un veterano de la OSS que había trabajado en el desarrollo de la “droga de la verdad” para el Ejército en la Segunda Guerra Mundial, dosificó subrepticiamente a muchas de sus víctimas con LSD, una droga que la CIA tenía en abundancia gracias a Eli Lilly, (empresa) que era capaz de producir la droga en “cantidades de tonelaje” y se había convertido en el proveedor de la Agencia. Gottlieb, su adjunto Robert Lashbrook y el psicólogo de la CIA John Gittinger se encuentran entre los funcionarios de la CIA que visitaban con frecuencia las casas de seguridad de White.

Frank Olson, especialista en aerosoles de la División de Operaciones Especiales (SOD) del Cuerpo Químico del Ejército (foto: spyscape.com)

De particular interés es la misteriosa muerte de Frank Olson, un químico del Ejército y especialista en aerosoles de la División de Operaciones Especiales (SOD) del Cuerpo Químico del Ejército, el socio militar de la CIA en la investigación del control del comportamiento. La muerte de Olson por una caída de 10 pisos en la ciudad de Nueva York se produjo 10 días después de que Gottlieb y el personal de TSS añadieran LSD a su cóctel durante un retiro de trabajo de la CIA-SOD en Deep Creek Lake, Maryland. Más tarde se determinó que las drogas habían contribuido a su muerte, pero muchos, incluidos miembros de su familia, han cuestionado la hipótesis de que Olson, que compartía una habitación con Lashbrook esa noche, se arrojara por la ventana del Hotel Statler.

En el centro de todo estaba Sidney Gottlieb, el jefe del Personal de Servicios Técnicos (TSS) de la División Química de la CIA y más tarde director de la División de Servicios Técnicos (TSD). Gottlieb fue “el principal fabricante de venenos de la CIA”, según Kinzer, cuyo libro, Poisoner in Chief: Sidney Gottlieb and the CIA Search for Mind Control (Nueva York: Henry Holt, 2019), es el trabajo definitivo sobre el voluble químico. Desde su posición en lo profundo de los pasillos secretos de la CIA, Gottlieb dirigió el esfuerzo de décadas de la Agencia para encontrar formas de usar drogas, hipnosis y otros métodos extremos para controlar el comportamiento humano y, se esperaba, convertirlos en herramientas utilizables para las agencias de inteligencia y los responsables políticos.

Las historias sobre la participación de la CIA en esfuerzos infructuosos para asesinar al primer ministro Patrice Lumumba del Congo y al líder cubano Fidel Castro, entre otros, se encuentran entre los ejemplos más legendarios, si no los más exitosos, de los esfuerzos de la Agencia para poner en práctica los trucos y herramientas reunidos por la unidad de Gottlieb. Menos conocido es su papel en experimentos con drogas y programas de “interrogatorios especiales” que dejaron a cientos de personas psicológicamente dañadas y a otras “permanentemente destrozadas”, según Kinzer[21].

Aunque MKULTRA fue aprobado en los niveles más altos, operó prácticamente sin supervisión. Como señala Marks, la autorización presupuestaria inicial de MKULTRA “eximió al programa de los controles financieros normales de la CIA” y “permitió a TSS iniciar proyectos de investigación ‘sin la firma de los contratos habituales u otros acuerdos escritos'”[22]. Con poca responsabilidad, recursos ilimitados y el respaldo del jefe de operaciones encubiertas de la CIA, Richard Helms, Gottlieb y su personal en TSS desarrollaron una serie de experimentos extraños que creían iban a mejorar las operaciones de inteligencia encubiertas, así como las defensas de la Agencia contra el uso de técnicas similares por parte de las fuerzas enemigas.

Cuando Gottlieb llegó a la CIA en 1952, el Proyecto BLUEBIRD, que exploraba “la posibilidad de controlar a un individuo mediante la aplicación de técnicas especiales de interrogatorio”, ya estaba en marcha[23]. Dirigidos por el jefe de la Oficina de Seguridad, Morse Allen, los primeros experimentos de BLUEBIRD fueron realizados por equipos que incluían expertos en polígrafo y psicólogos, y se llevaron a cabo con detenidos y presuntos informantes en instalaciones secretas de interrogatorio de EE.UU. en Japón y Alemania.

El ascenso de Allen Dulles a subdirector de inteligencia central en 1951 condujo a una expansión de los programas BLUEBIRD bajo un nuevo nombre, ARTICHOKE, y bajo la dirección de Gottlieb en TSS. El nuevo programa iba a incluir, entre otros proyectos, el desarrollo de “pistolas de gas” y “venenos”, así como experimentos para probar si los “sonidos monótonos”, la “conmoción cerebral”, el “electroshock” y el “sueño inducido” podrían usarse como un medio para obtener el “control hipnótico de un individuo”[24].

Bajo ARTICHOKE la Agencia comenzó a reclutar de manera más sistemática a los mejores investigadores y a cortejar a las instituciones más prestigiosas para que colaboraran en su investigación sobre el control mental. Uno de los primeros en participar fue el subdirector del Hospital de Psiquiatría de Boston, el Dr. Robert Hyde, quien en 1949 fue el primer estadounidense en “viajar” con LSD después de que el hospital adquiriera muestras de la droga del laboratorio Sandoz en Suiza. En 1952, la CIA comenzó a financiar la investigación del hospital sobre el LSD, en la cual Hyde se utilizó a sí mismo, a sus colegas, a estudiantes voluntarios y a los pacientes del hospital como sus sujetos. Hyde trabajaría en cuatro subproyectos de MKULTRA durante la siguiente década.

Poco después de que Dulles se convirtiera en director de la CIA, en 1953 autorizó MKULTRA, ampliando la investigación de control de comportamiento de la Agencia y reenfocándola en el desarrollo de “capacidad  de uso encubierto de materiales biológicos y químicos” en “operaciones clandestinas presentes y futuras”[25]. Muchos de los 149 subproyectos de MKULTRA se llevaron a cabo a través de universidades de renombre como Cornell, Georgetown, Rutgers, Illinois y Oklahoma. El Dr. Carl Pfeiffer, presidente del Departamento de Farmacología de la Universidad de Emory, dirigió cuatro subproyectos de MKULTRA, todos los cuales implicaban el uso de drogas, incluido el LSD, para inducir estados psicóticos. La horrible serie de experimentos dejó a muchos de sus sujetos, incluidos prisioneros en la Penitenciaría Federal de Atlanta y menores alojados en un centro de detención en Bordentown, Nueva Jersey, marcados de por vida.

Muchos otros subproyectos de MKULTRA se establecieron a través de subvenciones de fundaciones falsas financiadas por la CIA. Uno de ellos, el Fondo Geschickter para la Investigación Médica, dirigido por el Dr. Charles Geschickter, profesor de patología en la Universidad de Georgetown, desvió millones de dólares de la CIA a programas de investigación en Georgetown y otras instituciones. Como parte del acuerdo, la CIA obtuvo acceso a un espacio médico en el recién construido Anexo Gorman del Hospital Universitario de Georgetown, junto con el suministro de pacientes y estudiantes preparados para ser usados como sujetos para los experimentos MKULTRA.

Donald Ewen Cameron llegó a presidir la Asociación Mundial de Psiquiatría (imagen; APTN News)

Otra prominente fundación dependiente de MKULTRA, la Sociedad de Ecología Humana, fue dirigida por el neurólogo del Centro Médico de Cornell, el Dr. Harold Wolff, quien escribió un estudio temprano sobre las técnicas de lavado de cerebros comunistas para Allen Dulles y más tarde se asoció con la CIA para desarrollar una combinación de drogas y privación sensorial que podría usarse para borrar la mente humana. Entre los proyectos más extremos de MKULTRA financiados a través del grupo de Wolff se encuentran los infames experimentos de “desmodelado” realizados por el Dr. D. Ewen Cameron en el Allan Memorial Institute, un hospital psiquiátrico de la Universidad McGill en Montreal, Canadá. Los métodos de Cameron combinaban el sueño inducido, los electrochoques y la “conducción psíquica”, bajo la cual los sujetos drogados eran torturados psicológicamente durante semanas o meses en un esfuerzo por reprogramar sus mentes.

Estos registros también arrojan luz sobre un período especialmente oscuro en la historia de las ciencias del comportamiento en el que algunos de los mejores médicos en el campo llevaron a cabo investigaciones y experimentos generalmente asociados con los médicos nazis juzgados en Nuremberg. Mientras que algunos profesionales médicos contratados por la CIA aparentemente luchaban con los problemas éticos planteados por la realización de pruebas dañinas en sujetos humanos involuntarios, otros estaban ansiosos por participar en un programa en el que, según un memorándum de 1953, “no se debe dejar ningún área de la mente humana sin explorar”[26]. Al igual que los psicólogos de la CIA supervisaron más tarde la tortura de los prisioneros en la Bahía de Guantánamo y en los “sitios negros” de la CIA, durante las primeras décadas del siglo XXI, muchos de los médicos y clínicos reclutados para el trabajo de MKULTRA eran líderes en ese campo, y su participación impulsó el prestigio del programa y atrajo a otros a él. Los académicos e investigadores que analizan la participación de psicólogos y otros profesionales médicos en los horribles programas de detención e interrogatorio de Estados Unidos que se han expuesto en los últimos años encontrarán paralelismos y antecedentes históricos a lo largo de esta colección.

La colección también es de gran valor para aquellos interesados en aprender más sobre los primeros años de la CIA y algunas de sus principales personalidades, como Allen Dulles, Richard Helms, Richard Bissell, Frank Wisner y otros, que imaginaron y crearon una agencia de inteligencia que favorecía la acción atrevida, a menudo encubierta, y donde proyectos controvertidos como MKULTRA podían echar raíces y florecer en secreto.

(III PARTE)

Los Documentos (Traducción de Luis  Castro Berrojo)

Documento 01.- Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, Sección de Investigación de Interrogatorios al Jefe, Rama de Seguridad, “Establecimiento de Equipos de Validación de Seguridad”, Clasificación desconocida, 27 de septiembre de 1949, 2 pp.

27 de septiembre de 1949. Fuente: Colección John Marks, Caja 1

Morse Allen, de la CIA, resume sus recomendaciones para el establecimiento de “equipos de validación de seguridad” en los EE.UU. y en el extranjero, que combinarían el uso de drogas, hipnosis y el polígrafo para realizar una variedad de funciones de inteligencia, incluyendo la selección de personal de la Agencia e informantes, el interrogatorio de presuntos agentes enemigos, el procesamiento de cualquier “caso de lealtad” que pueda surgir, y el posible uso de la “hipnosis operacional”. Los equipos también recopilarían información sobre las “técnicas de interrogatorio y los procedimientos operativos especiales que utilizan Rusia y los países dominados por Rusia”.

Documento 02.- Jefe del Personal de Inspección y Seguridad de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos al Director de la Central de Inteligencia, “Project Bluebird”, Top Secret, 5 de abril de 1950, 12 págs.

5 de abril de 1950. Fuente: Colección John Marks, Caja 9

Sheffield Edwards solicita que el director de la CIA Roscoe Hillenkoetter apruebe los planes para el Proyecto BLUEBIRD, enviándoselos directamente a él y no a través del proceso de aprobación normal, debido a “la extrema sensibilidad de este proyecto y su naturaleza encubierta”. El memorándum indica un amplio acuerdo entre las oficinas de la CIA “para el establecimiento inmediato de equipos de interrogatorio para el apoyo operativo de las actividades de la OSO (Oficina de Operaciones Especiales) y la OPC (Oficina de Coordinación de Políticas” (…). Los equipos “utilizarían el polígrafo, las drogas y el hipnotismo para lograr los mejores resultados en las técnicas de interrogatorio”.

(…) El proyecto prevé “equipos de interrogatorio… utilizando la cobertura de los interrogatorios del polígrafo para determinar la buena fe de los desertores y agentes de alto potencial, y también para la recopilación de inteligencia incidental de tales proyectos”. Cada equipo estaría formado por un psiquiatra, un técnico de polígrafo y un hipnotizador. Se establecería una oficina en Washington “para servir de tapadera para el entrenamiento, la experimentación y el adoctrinamiento” de psiquiatras “en el uso de drogas e hipnotismo” (…). Una anotación manuscrita indica que Hillenkoetter asignó 65.515 dólares al proyecto en abril de 1950.

Sheffield Edwards, responsable de seguridad interna de la CIA e impulsor del proyecto Bluebird (foto: https://spartacus-educational.com/JFKedwardsS.htm)

Documento 03.- “Informe de la reunión especial celebrada en [suprimido] el 1 de junio de 1951”, Clasificación desconocida, 1 de junio de 1951, 6 págs.

1 de junio de 1951. Fuente: Colección John Marks, Caja 6

En The Search for the Manchurian Candidate, Marks cita este fascinante relato de una “reunión informal” entre representantes de los servicios de inteligencia estadounidenses, británicos y canadienses en la que “se discutieron todos los asuntos relacionados con la influencia o el control de las mentes de los individuos”. La conversación entre los servicios de inteligencia aliados “abarcó desde el tema específico de los medios para extraer información hasta los aspectos más amplios de la guerra psicológica y la propaganda”.

(…) “Todos los presentes estuvieron de acuerdo en que no ha habido pruebas concluyentes, ni de los informes sobre las actividades soviéticas ni de la investigación occidental que indiquen que se han hecho progresos nuevos o revolucionarios en este campo”, pero “la investigación completa de los casos soviéticos era esencial y la investigación básica en el campo es muy importante debido a la importancia de este asunto en relación con las operaciones de la guerra fría… A pesar de que no se hacen descubrimientos radicales, incluso los pequeños avances en el conocimiento justificarán el esfuerzo invertido” (…).

Documento 04.- Coordinador del Proyecto ARTICHOKE al Director Adjunto de Inteligencia Científica, Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, “Proyecto ARTICHOKE”, Top Secret Eyes Only, 26 de abril de 1952, 9 pp. 26 de abril de 1952

26 de abril de 1952. Fuente: Colección John Marks, Caja 6

A principios de la década de 1950, la autoridad burocrática dentro de la CIA para el programa ARTICHOKE rebotó de la Oficina de Seguridad a la Oficina de Inteligencia Científica (OSI) antes de volver a Seguridad y, finalmente, al Personal de Servicios Técnicos (TSS) bajo Sidney Gottlieb. Menos de un mes después de que ARTICHOKE fuera transferido por primera vez de Seguridad a OSI, el nuevo director del proyecto, Robert J. Williams, envió este memorándum a su jefe, H. Marshall Chadwell, describiendo los principales logros y deficiencias del programa y señalando la necesidad de involucrar, o incluso entregar el programa al personal médico de la CIA, ya que lo ve como “principalmente un problema médico”.

(…) Un documento adjunto de siete páginas describe a ARTICHOKE como “un programa de agencia especial establecido para el desarrollo y la aplicación de técnicas especiales en los interrogatorios de la CIA y en otras actividades encubiertas de la CIA en las que se desea el control de un individuo”. En las semanas transcurridas desde que se hizo cargo del programa, “OSI se ha esforzado por evaluar las técnicas conocidas y descubrir otras nuevas utilizando consultores, contratos de las Fuerzas Armadas y cualquier información que pueda estar disponible dentro de la CIA o a través de otros canales de la CIA”. El nuevo equipo también estaba trabajando para “evaluar las afirmaciones de que la URSS y/o sus satélites pueden haber desarrollado técnicas nuevas y significativas para este propósito”.

Si bien no se han descubierto nuevas técnicas, las técnicas de control mental actualmente conocidas descritas en el anexo incluyen el uso de LSD y otras drogas, hipnosis, el uso del polígrafo, neurocirugía y tratamientos de descarga eléctrica. Sin embargo, las pruebas de campo de estas técnicas se han visto obstaculizadas por la “incapacidad de proporcionar la competencia médica para una evaluación final y para las pruebas de campo que indica la evaluación. Los repetidos esfuerzos para reclutar personal médico han fracasado y hasta hace poco el personal médico de la CIA no ha estado en condiciones de ayudar”.

George Hunter White, agente federal de narcóticos

Documento 05. Entrada en el libro de citas de George White, 9 de junio de 1952

9 de junio de 1952. Fuente: George White Papers, M1111, Departamento de Colecciones Especiales, Bibliotecas de la Universidad de Stanford, Stanford, California.

En su agenda diaria del 6 de junio de 1952, el agente federal de narcóticos George White señala una reunión matutina con el Sidney Gottlieb de la CIA, anotando al final de la página: “Gottlieb propone que sea consultor de la CIA, estoy de acuerdo”. Usando el alias de “Morgan Hall”, White pasaría a dirigir casas de seguridad de la CIA en Nueva York y San Francisco, donde individuos involuntarios serían dosificados subrepticiamente con LSD y otras drogas y sometidos a otras técnicas de control mental.

Documento 06

Memorándum para el Director de la Central de Inteligencia, “Aplicación Exitosa del Interrogatorio Narco-Hipnótico (ALCACHOFA)”, Clasificación desconocida, 3 pp.

14 de julio de 1952. Fuente: Colección John Marks, Caja 6

En un memorándum a la DCI, la Oficina de Seguridad de la CIA informa sobre el uso “exitoso” de los métodos de interrogatorio ARTICHOKE en “agentes rusos sospechosos de ser duplicados”. Con el pretexto de una evaluación “psiquiátrico-médica”, los funcionarios de la Oficina de Seguridad y la Oficina Médica de la CIA combinaron el uso de la “narcosis” y la “hipnosis” para inducir la regresión y, en un caso, “una amnesia total posterior producida por la sugestión post-hipnótica”. En el segundo caso, los manipuladores de la CIA utilizaron “fuertes dosis de pentotal sódico”, un barbitúrico, “junto con el estimulante Desoxyn”, una metanfetamina, “con un éxito sobresaliente”. Los oficiales involucrados creían “que las operaciones de ARTICHOKE fueron completamente exitosas” y “que las pruebas demostraron de manera concluyente la efectividad de la técnica combinada químico-hipnótica en tales casos”.

Documento 07.- Memorándum del Subdirector Interino de Inteligencia Científica de la CIA al Director Adjunto de Planes Allen Dulles, “Proyecto ALCACHOFA”, Clasificación desconocida, 14 de julio de 1952, 2 pp.

14 de julio de 1952. Fuente: Colección John Marks, Caja 6

Este memorándum al Director Adjunto de Planes, Allen Dulles, registra una reunión de los jefes de las oficinas de la CIA en la que se decidió transferir el control del proyecto ARTICHOKE de la OSI a la Oficina de Inspección y Seguridad (I&SO) con la Oficina de Servicios Técnicos (OTS), hogar de Sidney Gottlieb y el Personal de Servicios Técnicos (TSS). asumiendo la responsabilidad de la investigación relacionada con la alcachofa y de mantener el contacto con el Departamento de Defensa. Los presentes en la reunión coincidieron en que “el alcance del Proyecto ARTICHOKE es la investigación y las pruebas para llegar a los medios de control, en lugar del concepto más limitado encarnado en los ‘interrogatorios especiales'”.

Documento 08.- Memorándum para el Inspector General de la CIA, Lyman Kirkpatrick, “Use of LSD”, Secret, 1 de diciembre de 1953, 2 pp.

1 de diciembre de 1953. Fuente: Centro de Estudios de Seguridad Nacional (CNSS) FOIA

Poco después de que la muerte del científico del Ejército de los EE.UU. Frank Olson fuera vinculada a un experimento de LSD de la CIA, este memorándum relata los pasos tomados por el jefe del Personal de Servicios Técnicos de la CIA (TSS), Willis Gibbons, para dar cuenta del LSD manejado y distribuido por el TSS. Gibbons ha “incautado todo el material de LSD en el cuartel general de la CIA en una caja fuerte adyacente a su escritorio” y estaba “deteniendo cualquier prueba de LSD que pueda haber sido instituida o contemplada bajo los auspicios de la CIA”. Las estaciones de campo de la CIA en Manila y Atsugi, Japón, también tienen LSD. La CIA también ha proporcionado LSD al agente federal de narcóticos George White, de quien Gibbons dijo que estaba “completamente absuelto”. Cuando se le preguntó por “informes sobre el uso y los efectos del LSD”, Gibbons dijo que tenía “un cajón lleno de papeles”. Gibbons no tenía del todo claro cómo la CIA obtenía el LSD, pero la mayor parte procedía de Eli Lilly & Company, según este memorándum, que “aparentemente lo convierte en un regalo de la CIA”.

Documento 09.- Declaración de Vincent L. Ruwet sobre la muerte de Frank Olson, 1 de diciembre de 1953

1 de diciembre de 1953. Fuente: CNSS FOIA

Vincent Ruwet, jefe de la División de Operaciones Especiales del Cuerpo Químico del Ejército y jefe de Frank Olson, ofrece un relato de primera mano de los últimos días y horas de la vida de Olson, incluyendo comentarios sobre su estado de ánimo durante y en los días posteriores al experimento de Deep Creek Lake, en el que él y otros oficiales de la CIA y el Ejército fueron dosificados involuntariamente con LSD.

El presidente Ford recibe a la familia de Frank Olson, que sería indemnizada por el gobierno con 750.000 dólares (foto: historyarchive.wordpress.com)

Documento 10. Memorándum para el Director de Seguridad, Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, “ALCACHOFA [censurado] Caso #1”, Clasificación desconocida, ca. Marzo de 1954, 4 págs.

Marzo de 1954. Fuente: Colección John Marks

Un memorándum interno describe el interrogatorio de “un importante activo encubierto” por parte de una unidad operativa del programa ARTICHOKE de la CIA. Llevado a cabo en una casa de seguridad no revelada, el interrogatorio de ARTICHOKE tenía como objetivo “evaluar sus informes de parte; aceptar o no sus cuentas pasadas o presupuestos futuros; para determinar sus potencialidades futuras y restablecer claramente su buena fe”. Los interrogadores de la CIA aplicaron técnicas de “alcachofa”, incluyendo la hipnosis y el “uso masivo de productos químicos” bajo el pretexto de tratamiento médico para la gripe. El informe dice que el sujeto “fue mantenido bajo técnicas de “alcachofa” durante aproximadamente doce horas” y que estuvieron bajo “interrogatorio directo” durante 90 minutos. Los consultores que revisaron el informe del interrogatorio coincidieron en que los funcionarios de ARTICHOKE “se arriesgaron (…) al usar las dosis masivas de productos químicos”, pero que “los resultados finales aparentemente justificaron las medidas tomadas”.

Documento 11. Memorándum para el Director de la Central de Inteligencia, “Proyecto MKULTRA, Subproyecto 35”, Top Secret, 15 de noviembre de 1954, 13 pp.

15 de noviembre de 1954. Fuente: Biblioteca de Investigación George C. Marshall, Colección James Srodes, Caja 8, Carpeta: “AWD [Allen Welsh Dulles]: Control Mental 1953-1961”

La Sección de Servicios Técnicos de la CIA solicita autorización para un proyecto en el Hospital de la Universidad de Georgetown que proporcionaría cobertura para la investigación bajo el “programa de guerra biológica y química” de la Agencia. Utilizando una organización filantrópica como “recorte”, la CIA financiaría parcialmente “una nueva ala de investigación” del hospital (…) y utilizaría una sexta parte del nuevo anexo para llevar a cabo “investigaciones patrocinadas por la Agencia en estos campos sensibles”. MKULTRA, observa el memorando, proporciona fondos de investigación y desarrollo “para proyectos altamente sensibles en ciertos campos, incluida la guerra biológica, química y radiológica encubierta”, pero no autoriza específicamente fondos para establecer la cobertura de estos programas.

En un documento adjunto se describen las razones por las que se utiliza un hospital universitario para encubrir la realización de tales experimentos, señalando que “las personas competentes en el campo de las ciencias fisiológicas, psiquiátricas y otras ciencias biológicas son muy reacias a firmar acuerdos de cualquier tipo que los vincule con esta actividad, ya que dicha conexión podría poner en grave peligro su reputación profesional”.

La financiación clandestina de la Agencia y el uso del hospital se canalizarían a través del Fondo Geschickter para la Investigación Médica, llamado así por el Dr. Charles Geschickter, profesor de patología en el Hospital de la Universidad de Georgetown que había estado trabajando en secreto con la CIA desde 1951. El Fondo fue utilizado “tanto como un recorte para tratar con contratistas en los campos de la guerra química y biológica encubierta, como un contratista principal para ciertas áreas de investigación biológica”. Además de Geschickter, al menos otros dos miembros de la junta directiva del Fondo estaban al tanto de que se estaba utilizando para ocultar los “proyectos de investigación sensibles” de la CIA.

(…) El documento fue encontrado entre los papeles de James Srodes, autor de Allen Dulles: Master of Spies (Washington, D.C.: Regnery, 1999), que se encuentran en la Biblioteca de Investigación George C. Marshall del Instituto Militar de Virginia.

Charles Geschickter, profesor de patología en el Hospital de la Universidad de Georgetown

Documento 12. Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, Sección de Servicios Técnicos, División Química, [Materiales y Métodos Bajo Investigación y Desarrollo en TSS/CD], borrador, incluye versión alternativa, 5 de mayo de 1955, 7 pp. 5 de mayo de 1955

Fuente: Colección John Marks; Biblioteca de Investigación George C. Marshall, Colección James Srodes, Caja 8, Carpeta: “AWD [Allen Welsh Dulles]: Control Mental 1953-1961”

Aparentemente, este documento fue redactado por la División Química de TSS después de una discusión en la que Dulles y otros habían cuestionado si el uso del Hospital de la Universidad de Georgetown para experimentos sensibles valía la pena por el costo considerable y habían pedido a TSS “que elaborara una lista manuscrita de las ventajas que tal lugar proporcionaría a nuestra gente”.

En la respuesta se enumeran 17 “materiales y métodos” en los que la División de Productos Químicos estaba trabajando para desarrollar, entre ellos:

  • sustancias que “promueven el pensamiento ilógico”,
  • materiales que “facilitarían la inducción de la hipnosis” o “mejorarían su utilidad”,
  • sustancias que ayudarían a las personas a soportar “privaciones, torturas y coerción durante los interrogatorios” e intentos de “lavado de cerebro”.
  • “materiales y métodos físicos” para “producir amnesia” y “conmoción y confusión durante largos períodos de tiempo”,
  • sustancias que “producirían discapacidad física, incluida la parálisis”
  • sustancias que “alteran la estructura de la personalidad” o que “producen euforia ‘pura’ sin ninguna decepción posterior”,
  • y una “píldora noqueadora” para su uso en drogas subrepticias y para producir amnesia, entre otras cosas.

TSS señala que los médicos privados a menudo están bastante dispuestos a probar nuevas sustancias para las compañías farmacéuticas “con el fin de avanzar en la ciencia de la medicina”, pero que “es difícil y a veces imposible para TSS/CD ofrecer tal incentivo con respecto a sus productos”. Se pueden utilizar contratistas externos durante las “fases preliminares” de muchos experimentos de la CIA, pero “esa parte que implica pruebas en humanos a niveles de dosis efectivas presenta problemas de seguridad que no pueden ser manejados por el contratista ordinario”.

Harry Williams (izquierda) y Carl Pfeiffer durante un experimento con LSD en 1955 (foto: Getty Images)

Documento 13. Memorándum para el registro de Sidney Gottlieb, Jefe, Sección de Servicios Técnicos, División Química, “MKULTRA, Subproyecto 47”, Clasificación desconocida, 7 de junio de 1956, 6 págs.

7 de junio de 1956. Fuente: Colección John Marks

En un memorándum para el registro, Gottlib autoriza un subproyecto MKULTRA para ser dirigido por Carl Pfeiffer de la Universidad de Emory, un colaborador frecuente que realizó experimentos con prisioneros en la penitenciaría federal en Atlanta, Georgia. Aquí, Gottlieb aprueba una solicitud para continuar los experimentos de Pfeiffer, que incluyen el desarrollo de “un medicamento anti-interrogatorio” y “pruebas en voluntarios humanos”. La propuesta adjunta identifica el nombre del estudio: “Cribado y Evaluación Farmacológica de Compuestos Químicos con Actividades en el Sistema Nervioso Central”, resumiéndolo como el ensayo de “materiales capaces de producir alteraciones en el sistema nervioso central humano que se reflejan como alteraciones en el comportamiento humano”. Las instalaciones descritas en el documento redactado incluyen “laboratorios auxiliares [sic] de experimentación animal”, otros para “pruebas farmacológicas humanas preliminares” e instalaciones adicionales “para pruebas en voluntarios humanos normales en la Penitenciaría [suprimido] dirigida por [suprimido]”.

Entre los “proyectos particulares” en la agenda para el año siguiente se encuentran: (1) “evaluar los efectos de grandes dosis de LSD-25 en voluntarios humanos normales”; (2) “evaluar los niveles de dosis umbral en humanos de un producto natural que será suministrado por [suprimido]” y (3) “evaluar en seres humanos una sustancia que creemos posee la capacidad de contrarrestar los efectos embriagantes del alcohol etílico”.

Documento 14. Memorándum para el registro de Sidney Gottlieb, Jefe, Personal de Servicios Técnicos, División de Productos Químicos, “Responsabilidad por Ciertos Gastos bajo el Subproyecto 42 de MKULTRA”, Top Secret, 17 de agosto de 1956, 1 p.

17 de agosto de 1956. Fuente: Colección John Marks

A Sidney Gottlieb se le mostró este documento de una página durante una declaración de 1983 en una demanda presentada por Velma “Val” Orlikow, una ex paciente del Allan Memorial Institute en Montreal, sitio de algunos de los experimentos MKULTRA más horribles. El memorándum describe los procedimientos de contabilidad de un refugio de la CIA dirigido por el agente federal de narcóticos George White “para realizar experimentos que involucran la administración encubierta de materiales fisiológicamente activos a sujetos involuntarios”. Gottlieb escribe que “la naturaleza altamente poco ortodoxa de estas actividades y el considerable riesgo incurrido” por White y sus asociados hacen que sea “imposible exigir que proporcionen un recibo de estos pagos que indique la manera precisa en qué se gastaron los fondos”.

Documento 15. Agencia Central de Inteligencia de EE.UU., “Fitness Report” de Sidney Gottlieb, Secret, 16 de junio de 1958, 5 pp.

16 de junio de 1958. Fuente: Donación de Stephen Kinzer

Un “Informe de aptitud” de la CIA evalúa los primeros seis meses del período de Sidney Gottlieb como oficial de casos de la CIA en Europa. Caracterizado como “muy maduro” y “altamente inteligente”, la evaluación señala que “toda la carrera de Gottlieb en la agencia había sido de naturaleza técnica” antes de esta nueva asignación, su “primer adoctrinamiento en actividades operativas”. Gottlieb mostró un “gran deseo de aprender” y una “voluntad de emprender todo tipo de tareas operativas” a pesar de ser “considerablemente superior en edad y grado a otros oficiales de la rama”. La “única debilidad aparente” de Gottlieb, según la evaluación, “es una tendencia a dejar que su entusiasmo lo lleve a una acción más precipitada de lo que la situación operativa puede soportar”.

Sidney Gottlieb, responsable del programa MK-ULTRA

Documento 16. John S. Earman, Inspector General, Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos, “Informe de Inspección de MKULTRA/TSD”, Top Secret, incluye memorándum de presentación fechado el 26 de julio de 1963, incluye adjuntos, incluye extracto anotado, 48 pp.

26 de julio de 1963. Fuente: Colección John Marks

En un memorándum que remite su informe sobre la gestión de MKULTRA por parte de TSD a la DCI, el inspector general de la CIA, John Earman, dice que la “estructura y los controles operativos del programa necesitan ser fortalecidos”; que la Agencia mejore “la administración de los proyectos de investigación”; y que “(…) algunas de las pruebas de sustancias en condiciones operativas simuladas entrañaban un riesgo excesivo para la Agencia”.

En el informe adjunto se hace un breve repaso de la historia del programa y se concluye que muchos de los proyectos iniciados durante ese tiempo “no parecen haber sido lo suficientemente sensibles como para justificar la exención de los procedimientos normales de autorización y control del Organismo” y que TSD estaba gestionando el programa sin la documentación y supervisión adecuadas. “A lo largo de los diez años de vida del programa, la dirección del TSD ha designado muchas vías adicionales para el control del comportamiento humano como apropiadas para la investigación en virtud de la carta MKULTRA, incluyendo la radiación, el electrochoque, varios campos de la psicología, la psiquiatría, la sociología y la antropología, la grafología, las sustancias de acoso (sic) y los dispositivos y materiales paramilitares”.

“TSD ha seguido una filosofía de documentación mínima”, según el informe, y la “falta de registros consistentes impidió el uso de procedimientos de inspección de rutina y planteó una variedad de preguntas relacionadas con la gestión y los controles fiscales”. Solo había dos personas en TSD con “pleno conocimiento sustantivo del programa”, pero se trataba de “individuos altamente calificados, altamente motivados y profesionalmente competentes” que se basaban en la “doctrina de la ‘necesidad de saber'” para proteger “la naturaleza sensible de la capacidad de la inteligencia estadounidense para manipular el comportamiento humano”.

El informe de Earman examina de cerca cómo cada fase en el desarrollo y la puesta en marcha de “materiales capaces de producir cambios conductuales o fisiológicos en los seres humanos” es gestionada por TSD, incluyendo acuerdos con médicos y científicos en los que la Agencia “(…) compra “una parte” del especialista para conseguir su ayuda en la búsqueda de las implicaciones de inteligencia de su investigación”.

Con respecto a las pruebas en humanos, el IG identifica dos etapas: la primera “involucra a médicos, toxicólogos y otros especialistas en hospitales mentales, narcóticos y generales y en prisiones, a quienes se les proporcionan los productos y hallazgos de los proyectos de investigación básica y proceden a realizar pruebas intensivas en sujetos humanos”. Durante esta fase, “cuando la salud lo permita, los sujetos de prueba son participantes voluntarios en el programa”. En la “fase final” de las pruebas de drogas MKULTRA, las sustancias se administran a “sujetos involuntarios en entornos de la vida normal”. Earman dice que es una “doctrina firme” en TSD “que las pruebas de materiales bajo procedimientos científicos aceptados no revelan el patrón completo de reacciones y atribuciones que pueden ocurrir en situaciones operativas”. Debido a esto, “TSD inició un programa para pruebas encubiertas de materiales en ciudadanos estadounidenses involuntarios en 1955”.

Los informes se centran en experimentos con drogas realizados en casas de seguridad de la CIA en Estados Unidos y dirigidos por el agente de la Oficina de Narcóticos George White. Algunos de los sujetos de prueba “han sido informantes o miembros de elementos criminales sospechosos”, pero los sujetos involuntarios fueron extraídos de todos los ámbitos de la vida: “la efectividad de las sustancias en individuos de todos los niveles sociales, altos y bajos, nativos americanos y extranjeros, es de gran importancia y las pruebas se han realizado en una variedad de individuos dentro de estas categorías”.

Sin embargo, Earman recomienda que la Agencia ponga fin a las pruebas de sustancias en ciudadanos estadounidenses involuntarios después de sopesar “los posibles beneficios de tales pruebas frente al riesgo de compromiso y del daño resultante a la CIA”, pero es igualmente claro en que tales pruebas pueden seguir realizándose a ciudadanos extranjeros. Los “agentes encubiertos en el extranjero” de la Agencia estaban “en una situación más favorable que los agentes antinarcóticos de EE.UU.” que dirigían los refugios en EE.UU., y “el uso operacional de las sustancias claramente cumple la función de prueba”. (…). Entre otros obstáculos, algunos oficiales de casos “tienen objeciones morales básicas al concepto de MKDELTA”, el programa destinado a poner en práctica materiales y técnicas desarrolladas a través de MKULTRA.

Documento 17. John S. Earman, Inspector General, Agencia Central de Inteligencia de EE.UU., Memorándum para el registro, “Programa MKULTRA”, Secreto, 29 de noviembre de 1963, incluye memorándum de portada fechado el 27 de agosto de 1975, 3 pp.

Retrato oficial de Richard M. Helms, director de la CIA entre 1966 y 1973

29 de noviembre de 1963. Fuente: Colección John Marks

Este memorándum registra una reunión celebrada en la oficina del Director Adjunto de la CIA, el general Marshall Carter, para resolver el principal punto de desacuerdo entre los funcionarios de la CIA sobre las recomendaciones del inspector general sobre el MKULTRA: si continuar con las pruebas de sustancias en ciudadanos estadounidenses involuntarios. Otros presentes fueron el Director Adjunto de Planes Richard Helms, el director ejecutivo de la CIA (y ex inspector general) Lyman Kirkpatrick, el inspector general de la CIA John Earman, y Sidney Gottlieb, jefe de la División de Servicios Técnicos (TSD) de la CIA.

Tanto Gottlieb como Helms “argumentaron a favor de la continuación de las pruebas involuntarias”, mientras que Earman, Carter y Kirkpatrick no estuvieron de acuerdo. Carter estaba preocupado por el “aspecto involuntario” y se produjo una discusión “sobre la posibilidad de una prueba involuntaria en ciudadanos extranjeros”, que “había sido descartada” debido a la oposición de los “jefes superiores de las estaciones” como “demasiado peligrosas” y que decían que carecían de “instalaciones controladas”. Earman encuentra esto “extraño”, enfatizando la naturaleza descuidada de algunos de los refugios utilizados para pruebas involuntarias en los EE. UU.

Al concluir la reunión, los participantes acuerdan que si la Dirección de Planes determina “que las pruebas involuntarias en ciudadanos estadounidenses deben continuar para probar operacionalmente estos medicamentos, puede ser necesario presentar este problema ante el Director [de la Central de Inteligencia] para que tome una decisión”. El memorándum adjunto de 1975 indica que el DCI decidió aplazar una decisión sobre las pruebas a los ciudadanos estadounidenses durante un año y solicitó que hasta entonces la Agencia “por favor, continúe con la congelación de las pruebas involuntarias”.

Documento 18. Memorándum de Donald F. Chamberlain, Inspector General de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos al Director de la Central de Inteligencia, “Destruction of Records on Drugs and Toxins”, Clasificación desconocida, pestañas faltantes, 20 de octubre de 1975, 4 pp.

20 de octubre de 1975. Fuente: Colección John Marks

En este memorándum a la DCI, el inspector general de la CIA, Douglas Chamberlain, describe los esfuerzos para recuperar los registros de la Agencia sobre los programas MKULTRA y MKNAOMI, muchos de los cuales fueron destruidos en 1973 por orden de Richard Helms y Sidney Gottlieb.

Documento 19 A. Carta de la Agencia Central de Inteligencia de EE.UU. a Sidney Gottlieb, no clasificada, 30 de abril de 1979, 3 pp.

30 de abril de 1979. Fuente: Donación de Douglas Valentine

En una carta al ahora retirado Sidney Gottlieb, la Agencia solicita su ayuda con un proyecto de la CIA para “investigar su participación pasada con las drogas, con énfasis en el uso de drogas en sujetos involuntarios”. Las preguntas tienen que ver principalmente con un esfuerzo “secundario” de la investigación “para evaluar la posibilidad de daño por las drogas específicas en las cantidades utilizadas, y para desarrollar el informe con suficientes detalles de las operaciones de la casa de seguridad para dar credibilidad al informe”.

Documento 19 B. Memorándum de la Agencia Central de Inteligencia de los Estados Unidos para el registro, “Respuesta telefónica del Dr. Gottlieb a nuestra carta del 30 de abril de 1979”, no clasificado, 2 pp.

30 de abril de 1979. Fuente: Donación de Douglas Valentine

Este documento registra las respuestas dadas por teléfono por Gottlieb en respuesta a las preguntas planteadas por la CIA en su carta del 30 de abril de 1979 (Documento 19A). Entre otras cosas, Gottlieb dice que el LSD utilizado por George White en los refugios de la CIA estaba “empaquetado como una solución en aproximadamente 80 unidades de microgramos en ampollas de plástico” y que el seguimiento con los sujetos “se llevó a cabo cuando fue práctico”. Gottlieb estima que hubo aproximadamente 40 pruebas en sujetos involuntarios que se “realizaron para explorar la gama completa del uso operativo del LSD”, incluso para “interrogatorios” y para “provocar comportamientos erráticos”.

Allan Memorial Institute de Montreal

Documento 20. Declaración de Sidney Gottlieb, PhD, en la Acción Civil No. 80-3163, Sra. David Orlikow, et al., Demandantes, vs. Estados Unidos de América, Demandado, 17 de mayo de 1983, 174 pp.

17 de mayo de 1983. Fuente: Donación de Stephen Kinzer

Esta es la segunda de tres declaraciones de Sidney Gottlieb por parte de los abogados que representan a Velma “Val” Orlikow, una ex paciente del Allan Memorial Institute, donde el personal respaldado por la CIA realizó horribles experimentos con pacientes psiquiátricos durante las décadas de 1950 y 1960.

Cuando se le preguntó si estaba involucrado en la “experimentación de campo doméstica” con LSD, Gottlieb dijo: “Si por lo que se entiende ‘experimentación de campo’, se trata de experimentos que se están llevando a cabo fuera de Washington, D.C., y si por mi participación personal, se refiere, ¿estaba al tanto de ellos o tuve algo que ver con su instigación? La respuesta es sí”. Cuando a Gottlieb se le muestra un documento que indica que él personalmente había llevado a cabo un interrogatorio, afirma estar confundido antes de admitir que efectivamente había estado involucrado en “entre uno y cinco” interrogatorios.

Sin embargo, Gottlieb niega que la CIA tuviera la intención de desarrollar técnicas para mejorar los interrogatorios estadounidenses. “El objetivo principal de desarrollar nuevas técnicas para los interrogatorios… Tiene que ver con la diferencia entre algo a lo que siempre me he opuesto, a saber, que todo este programa quería crear un candidato manchuriano. El programa nunca hizo eso. Esa fue una ficción, en lo que a mí respecta, que el Sr. Marks se entregó y esta pregunta que está haciendo tiene que ver con eso y esta es un área sensible en mi mente”. Cuando se le preguntó si la CIA había tratado de identificar “técnicas para producir amnesia retrógrada”, Gottlieb dijo que era algo de lo que “hablaron”, pero que no podía “recordar ningún proyecto específico o investigación específica montada en respuesta a esa pregunta”. Cuando se le preguntó si la CIA alguna vez usó “proyectos de investigación en psicocirugía”, Gottlieb dijo que su “recuerdo es que lo hicieron”.

Gottlieb también describe el papel desempeñado por la Sociedad para la Investigación de la Ecología Humana, que según él “actuó en un sentido de seguridad como mecanismo de financiación para que la participación de la entidad organizativa de la CIA no fuera evidente en los proyectos que estábamos financiando”. El Fondo Geschickter funcionaba de la misma manera, según Gottlieb: “Se creó como un mecanismo para canalizar fondos para actividades de investigación en las que la CIA no quería reconocer su identidad específica como otorgante”. Gottlieb evade la mayoría de las preguntas sobre el tema más importante ante el tribunal en el caso Orlikow: los experimentos extremos de “conducción psíquica” y “desmodelado” realizados por el Dr. Ewen Cameron en el Allan Memorial Institute. Una y otra vez, Gottlieb afirma no recordar eventos y detalles clave sobre la relación de la CIA con los aterradores experimentos de Cameron.

Gottlieb es algo más comunicativo sobre su conocimiento de los proyectos MKULTRA en los EE.UU., incluyendo los experimentos realizados por el Dr. Harris Isbell del Centro de Investigación de Adicciones del NIMH en Lexington, Kentucky, que Gottlieb dijo que visitó “al menos tres o cuatro veces”. Gottlieb dijo que Isbell hizo “algunos de los trabajos tempranos y básicos entre la dosis y la respuesta de LSD” en prisioneros del Hospital de la División de Narcóticos. Gottlieb también dice que estaba al tanto de que Isbell ofrecía drogas a los reclusos a cambio de su participación en el proyecto. (…) Cuando se le preguntó sobre los archivos de las casas de seguridad de la CIA dirigidas por el agente de narcóticos George White, Gottlieb respondió: “Todos fueron destruidos. Ya no existen”, y agregó: “Fueron destruidos específicamente cuando se destruyeron los archivos en el ’72 y ’73”. Cuando se le preguntó sobre el supuesto uso de “prostitutas por parte de White para probar métodos de deslizamiento de drogas a personas involuntarias”, Gottlieb dijo: “La participación de las prostitutas en la actividad de la Costa Oeste tenía que ver con el modus operandi de toda esta cultura de las drogas” (…).

Sidney Gottlieb (izquierda) acompañado por su abogado durante una comparecencia en 1977. Imagen: Bride Lane Library/Popperfoto via Getty Images
Notas

[1] https://nsarchive.gwu.edu/briefing-book/dnsa-intelligence/2024-12-23/cia-behavior-control-experiments-focus-new-scholarly?eType=EmailBlastContent&eId=9ddef985-2873-4fc6-a084-d1973d684609. Ofrece enlaces a cada uno de los documentos.

[2]  Office of the Historian, Department of State,  National Security Council Directive on Office of Special Projects (NSC 10/2), Washington, 18 de junio de 1948. La CIA depende del NSC, organismo asesor del presidente en cuestiones de seguridad y política exterior, y por tanto él es el principal responsable de las actuaciones de la Agencia.

[3] Oliver Stone y Peter Kuznick, The untold history of the United States, 2012, p. 213.

[4] “Elecciones generales de Italia de 1948”, en Wikipedia (esp.). Sería el comienzo de una larga historia de corrupción que afectó a los dos partidos mayoritarios en Italia: la democracia cristiana y el partido socialista.

[5] “La CIA ha manipulado periódicos, agencias de noticias y asociaciones de periodistas en todo el mundo”, reportaje de El País de 27 de abril de 1977. Por razones obvias, este tipo de actividades se dejaban sentir menos en España durante la Dictadura.

[6] Lilly Marcou, La Kominform, Madrid, 1978.

[7] F. Stonor Saunders, La CIA y la guerra fría cultural, Madrid, 2001; la colaboración de exiliados españoles en Olga Glondys, La guerra fría cultural y el exilio republicano español. Cuadernos del Congreso por la Libertad de la Cultura (1953-1965), Madrid, 2012. Ejemplo pionero de producto cultural anticomunista fue el lbro The God That Failed. Six famous men tell how they changed their minds about communism, de 1949, una colección de ensayos  de Louis FischerAndré GideArthur KoestlerIgnazio SiloneStephen Spender, and Richard Wright, ex comunistas o “compañeros de viaje” que reniegan de su fé comunista a instancias de un agente de la CIA, Richard Crossman, de modo que la obra, como indica Saunders, era más “un producto de los servicios de inteligencia que de la inteligencia de sus autores”.

[8] Marjorie Cohn, “Teaching Torture at the School of the Americas”, en Thomas Jefferson School of Law, 14 de abril de 2013. Indica que al menos 59.000 militares y policías de 29 países latinoamericanos pasaron por la Escuela para aplicar luego sus enseñanzas en casi todas las dictaduras.

[9] Oliver Stone y Peter Kuznick, pp. 276 309-311. Otro U-2 fue derribado en Cuba, durante la crisis de los misiles.

[10] “Operación Dunhammer: el escándalo en Europa por la supuesta ayuda de Dinamarca a EE.UU. para espiar a Angela Merkel y otros políticos”, en BBC News, 12 de junio de 2021.

[11] Oliver Stone y Peter Kuznick, pp. 232, 337 y 340. En 1958 Hoover publicó un clásico de la literatura anticomunista: Masters of Deceit: The Story of Communism in America and How to Fight It. 

[12] Luis Castro, “Cuando la flecha está en el arco, tiene que partir”: Hiroshima, 1945 – 2023” Blog Conversación sobre historia, 1 de junio de 2023.

[13] Rafael Moreno Izquierdo, La historia secreta de las bombas de Palomares, Crítica, 2016, pp. 147-156.

[14] Herrera Plaza, “La experimentación humana con plutonio en España. Génesis y desarrollo del “Proyecto Indalo” (1966-2009), en Dynamis, 44 (1), 2022; WIKIPEDIA (Engl.), “Unethical human experimentation in the United States” se documentan otros estudios de este tipo, que se mantuvieron secretos hasta mediados de los años ochenta.

[15] Moreno Izquierdo, 2016, p. 385. Por de pronto cabe señalar que los análisis médicos no han sido exhaustivos al tener carácter voluntario.

[16] Richard A. Schwartz, The Cold War Reference Guide, 1997, p. 71.

[17] Luis Castro, “De Ellsberg a Assange: por la libertad de información”, Conversación sobre la historia, 22 de febrero de 2022. Ello dio lugar al “Informe Church”, que no debe ser confundido con el del vicealmirante Albert T. Church, publicado en 2005, este sobre los métodos de encarcelamiento e interrogatorios en Afganistán, Irak y Guantánamo. Una conclusión fue que al menos 26 muertes ocurridas en esas cárceles deberían ser investigadas como posibles asesinatos (Church Report on detainee interrogation, en Wikip. Engl).

[18] Schwartz, pp. 69-70 y 75.

[19] El libro fue publicado en Inglaterra. En España, fue Bruguera quien lo editó con el título de “Diario de la CIA. La compañía por dentro” y fue un best seller. En un apéndice identificaba por su nombre a 250 agentes de la CIA.

[20] Kinzer, págs. 274-77.

[21] Stephen Kinzer, Envenenador en jefe: Sidney Gottlieb y la búsqueda de control mental de la CIA (Nueva York: Henry Holt, 2019), p. 2.

[22] Marks, p. 61.

[23] Marks, p. 24; Kinzer, págs. 38-39.

[24] Kinzer, p. 55.

[25] Marks, págs. 60-61; Kinzer, págs. 69-71.

[26] Agencia Central de Inteligencia de EE.UU., Memorándum, “Hongos: variedades narcóticas y venenosas”, 26 de junio de 1953.

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: U.S. Public Health Hospital en Lexington (Kentucky), en cuyas instalaciones funcionaron la Lexington Narcotic Farm y el Clinical Research Center y se realizaron experimentos del proyecto MK Ultra (foto: Lafayette Studio, Works Progress Administration. Electronic Records Archive, Kentucky Department for Library and Archives)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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