Mariano López de Miguel

Middle East Historian. PhD Candidate (Contemporary History Studies).

 

“Es difícil entender a Gorbachov”, me dijo, refiriéndose a sí mismo, como suele hacer, en tercera persona. Había comenzado a trabajar en su biografía en 2005 y un año después me preguntó cómo iba. “Poco a poco”, me disculpé. «Está bien», dijo, «Es difícil entender a Gorbachov».

Tenía sentido del humor. Y estaba en lo cierto. El mundo está profundamente dividido cuando se trata de entender a Gorbachov. Muchos, especialmente en Occidente, lo consideran el mayor estadista de la segunda mitad del siglo XX. En Rusia, sin embargo, es ampliamente despreciado por quienes le culpan por el colapso de la Unión Soviética y el caos económico que lo acompañó. Los admiradores se maravillan de su visión y su coraje. Los detractores, incluidos algunos de sus antiguos camaradas del Kremlin, lo acusan de todo, desde ingenuidad hasta traición. En lo único en lo que todos están de acuerdo es en que casi sin ayuda cambió su país y el mundo.

Antes de que Gorbachov asumiera el poder en marzo de 1985, la Unión Soviética era una de las dos superpotencias del mundo. En 1989 había transformado el sistema soviético. En 1990, él, más que nadie, había puesto fin a la Guerra Fría. A fines de 1991, la Unión Soviética se colapsó, dejándolo como un presidente sin país.

Introducción del autor de la obra, página 29.

Politburó del Comité Central del Partido Comunista en 1981. De izquierda a derecha: Mijail Gorbachov, Andrei Gromyko, Nikolai Tikhonov, Leonid Brezhnev, Mijail Suslov, Konstantin Chernenko, Yuri Andropov y Boris Ponomarev (foto: TASS via Getty Images)

El fallecimiento de Mijaíl Sergeyevich Girbachov el pasado 30 de Agosto dejó al mundo sin uno (si no el que más) de los principales artífices del fin de la Guerra Fría y por consiguiente la Disolución de la Unión Soviética. Con más apoyos externos (desde líderes socialdemócratas  hasta jefes de estado o gobierno en sus antípodas ideológicas como Ronald Reagan, George H.W. Bush o Margaret Thatcher, quienes loaron su figura como “Aire fresco tras el Telón de Acero”) que internos (tras su deceso, el Secretario General del Partido Comunista de la Federación Rusa, Gennadi Zyuganov le acusó de ser “Peor que Hitler, trayendo vergüenza y sufrimiento a la población«), el último Secretario General del PCUS y único Presidente de la Unión Soviética -cargo que creó en 1990 y del cual tuvo que dimitir escasos 12 meses después), marcó un antes y un después sobre el tablero geopolítico internacional.

Víctor (posteriormente bautizado secretamente por su madre, una devota ortodoxa como Mijaíl) Gorbachov, nació en el Cáucaso en 1931, en una familia “mixta” ruso-ucraniana. Creció en un entorno agrícola empobrecido, en un hogar golpeado por tres sucesos que marcarían su devenir personal: El Holodomor o hambruna programada por el Politburo entre 1932-1933, la “Gran Purga” o “Terror Rojo” de entre 1937-1941 y finalmente la invasión nazi del territorio soviético en Junio de 1941. Gorbachov perdería a dos tíos paternos en el primer suceso, sus abuelos pasaron por el GULAG en el segundo caso y su propio progenitor fue dado erróneamente por muerto durante la Batalla de Kursk. Tras la guerra, el joven Mijaíl ayudó a su padre en la recogida de cereales mediante cosechadoras, lo cual le valió recibir la Orden de la Bandera Roja del Trabajo. Posteriormente se trasladaría a la capital soviética para estudiar derecho en la Universidad Estatal de Moscú, toda una hazaña para un joven de provincias, procedente de una de la regiones más empobrecidas de la Unión por aquel entonces (Stavropol). En Moscú, conocería a la que sería su esposa durante 44 años, Raisa Tytorenko.

En diciembre de 1987 Reagan y Gorbachov firmaron el Tratado de Washington, que preveía la destrucción de las armas nucleares de corto y medio alcance (foto: Ronald Reagan Library)

Es aquí donde la biografía de Taubman pasa del espectro personal al político dividiéndose la obra en la era de su “ascenso peldaño a peldaño” (1955-1968), donde los sucesos de la Primavera de Praga le marcaron profundamente -aunque públicamente defendió la intervención del Kremlin, en privado se mostró apesadumbrado y admiraba el “socialismo de rostro humano” de Alexander Dubcek-, su llegada al círculo de poder soviético entre 1977-1985, momento en el cual la gerontocracia soviética vio caer a tres de sus líderes en menos de 36 meses (Brezhnev, Andropov y Chernenko), sus problemas para lograr la secretaría general del PCUS, principalmente por las dudas que planteaba ante su liderazgo el omnipresente ministro de exteriores, Andrei Gromyko, denominado peyorativamente “Señor No” (Míster Net) y la vigilancia continuada del músculo militar de la Unión y sus servicios de seguridad interna, el temido Segundo Directorio del KGB.

Los subsiguientes capítulos, principalmente aquellos titulados de una manera más que acertada Sobre el escenario mundial, Marzo de 1985 – Diciembre de 1986, Dos escorpiones en una botella  – 1987Antes de la tormenta, 1987-1988, Hacia el golpe, Enero-Agosto de 1991, El Golpe- Agosto de 1991 y Días finales, Agosto-Diciembre de 1991, narran magistralmente el devenir del hombre y su figura durante unos momentos particularmente críticos: inicialmente sería la explosión del reactor nuclear  de la Central de Chernóbil, tras los primeros 100 días de implantación de las medidas conocidas como perestroika (reformas) y glasnost, el intento de deshielo con EEUU tras el despliegue de misiles Pershing en Alemania Occidental debido a la desinformación referida a los juegos de guerra “Arquero Capaz” y su contraparte rusa “RYAN”, todo ello en 1986. A continuación llegaría la reunión con el nuevo secretario general del Partido Democrático Popular de Afganistán, Muhammad Najibullah, buscando el repliegue de tropas, junto al inmovilismo interno en la URSS debido al aumento de movimientos nacionalistas por todo el territorio de la Unión. Poco a poco, aumentarían las protestas en los países satélites (todo ello entre 1987-1988) llegando finalmente al golpe  palaciego del 19 de Agosto de 1991. El mismo estaba encabezado por el director del KGB, Vladimir Kryuchkov, que puso el último clavo en el ataúd del estado soviético.

Es curioso ver que dos personajes ligados asimismo a la disolución de la URSS y de credenciales nacionalistas moderadas (Stanislav Shuskevich y Leonid Kravchuk, de Bielorrusia y Ucrania respectivamente) precedieron en 3 meses a Gorbachov en su fallecimiento. Estamos pues, ante el cierre de una etapa histórica, sin duda alguna. Finalmente, el autor centra la redacción de la biografía en los años inmediatos a la disolución de la URSS en lo que tituló  Lejos del poder, 1992-2016. Gorbachov, vilipendiado por sus ex compañeros de partido, renovadores y destacados marxistas (desde su ex ministro de exteriores, Eduard Shevardnadze, hasta el líder de los comunistas de línea dura, Oleg Shenin) criticaron en público y privado al ex mandatario que puso fin al conflicto global que en más de una ocasión pudo haber llevado al planeta a una guerra nuclear.

Boris Yeltsin y Mijail Gorbachov durante la sesión del Soviet Supremo de la Federación Rusa del 23 de agosto de 1991 (foto: Asociated Press)

Retirado de la vida pública, basó sus esfuerzos en las ONG ligadas a su nombre (Fundación Gorbachov) o persona y carisma (Cruz Verde Internacional). Su viraje del marxismo clásico a postulados socialdemócratas no ayudó a mejorar su figura a ojos de la población de la recién nacida Federación Rusa. En 1996, durante las elecciones presidenciales, intentó volver a la escena política, logrando un ínfimo séptimo puesto durante la primera vuelta de los comicios y un ínfimo 0,5% del total de los sufragios. Hasta un militar de línea dura como era Alexander Lebed, admirador declarado de Franco y Pinochet, pasó por delante del antiguo presidente soviético y la segunda vuelta sería ganada -de forma irregular- por el presidente en el cargo, Boris Yeltsin, frente al líder comunista, Zyuganov. Tras su abandono de la vida política, Gorbachov siguió dando conferencias por todo el mundo, hasta el fallecimiento de su esposa Raisa en 1999. Como indica el autor, sólo saldría una vez más fuera de Rusia en 2004, para acudir al funeral de su “enemigo, pero también amigo” Ronald Reagan. Su salud frágil y aislamiento no impedirían que se mostrase crítico con el presidente Vladimir Putin por sus excesos en Chechenia, el manejo de la crisis de rehenes en Beslán (Osetia del Norte) o la supresión de elecciones indirectas a gobernadores locales (estos pasarían a ser nombrados directamente por el Kremlin). Posteriormente se acercó al movimiento opositor “La Otra Rusia”, aplaudiendo a líderes como Garry Kasparov, pero criticando a otros como Eduard Limonov, por su cercanía a los extremistas “nacional-bolcheviques”, el movimiento Eurasia de Alexander Dugin o la extrema derecha antisemita de Pamiat.

Sus últimos años se centraron en críticas públicas al Kremlin por las irregularidades de las elecciones parlamentarias de 2011, las enmiendas constitucionales de 2017 y 2019 que permitirían a Vladimir Putin perpetuarse en el poder y por el contrario, el apoyo tácito de la anexión de Crimea por parte de Rusia, llamado al referéndum ilegal llevado a cabo en la península “un acto de responsabilidad histórica”. Igualmente, mostró  su condena total al conflicto en el Donbass, censurando tanto al liderazgo ruso (Putin) como ucraniano (Petro Poroshenko) y añadiendo que la única vía de obtener la paz era cumplir totalmente los Acuerdos de Minsk de 2015-2016. Fuera ya de los contenidos del libro, los dos últimos años de vida de Gorbachov, vinieron marcados por su aislamiento total debido a la pandemia de la COVID-19 y su “profundo pesar” por la invasión rusa de Ucrania. Pocos meses antes de la invasión, comentó que los Estados Unidos “se volvieron arrogantes” tras el colapso de la URSS, lo que dio lugar a «Un nuevo imperialismo. De ahí que busquen la expansión de la OTAN”.

Mijaíl Gorbachov, junto a su nieta, apareció en un anuncio publicitario de Pizza Hut de 1997 (foto: Asociated Press)

Según el periodista Alexei Venediktov, de Eco de Moscú, para Gorbachov “Putin ha destruido todo mi legado”. El corazón del estadista, se paró el 30 de Agosto. Pero el debate acerca de sus acciones y figura, perdura. En Occidente se sigue observando al último líder soviético como un reformista que heredó un apparatchik obsoleto, una economía estancada y una burocracia que engañaba a propios y ajenos acerca de los supuestos éxitos del sistema. Intentó con escaso éxito abrir el puño de hierro del estado sobre sus repúblicas constituyentes y satélites, lo que dio paso a revoluciones internas que desembocaron en el fin del bloque socialista. Pero logró llegar a una paz duradera, e intentó reformar su nación sin renunciar a los principios marxistas-leninistas. Para los ciudadanos ex soviéticos, principalmente para los habitantes de la Federación Rusa, no era más allá que un traidor vendido a Occidente, que sólo trajo penurias y que fue señalado subrepticiamente por Vladimir Putin como el causante de “la mayor tragedia geopolítica del Siglo XX”.

Reseña del libro Gorbachov. Vida y Época. William Taubman. Edición de Penguin Random House (2021) dentro de la colección “Biografías”, con traducción de Jaime Collyer.

William Taubman (Nueva York, 1941) es profesor emérito de ciencias políticas en el Amherst College. Su biografía, Khrushev: The Man and His Era (2003) fue galardonado con los Premios Pullitzer y National Books Critics Cicle Award.

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: Vladimir Putin escucha a Mijail Gorbachov  durante una conferencia bilateral con el canciller alemán Gerhard Schroeder en  Schleswig, Alemania, el 21 de diciembre de 2004 (foto: REUTERS/Christian Charisius)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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