Presentación

Una de las reflexiones que utiliza Antonio Maestre para la comparación de nuestro presente con el periodo de Weimar es el tipo de prensa que intoxicó de manera irremediable la situación favoreciendo la escalada antidemocrática. Esto permite una breve alusión al singular periodista Karl Kraus (1874-1936), célebre por su mordacidad, para quien Viena era “una estación experimental del apocalipsis”. La figura del periodista, que definió como aquel que no tiene una idea, pero puede expresarla, es el verdadero blanco de sus incisivos ataques. Para Kraus, observador riguroso y fiscal implacable de la sociedad vienesa y europea de su tiempo, los periodistas (e intelectuales) reproducen de manera paradigmática los males específicos de lo que designó irónicamente como gran época: la corrupción del lenguaje y el vaciamiento de la imaginación, lo que de otro modo le llevó a decir que la vida es solo una forma impresa de la prensa (“En esta gran época”, Catarata, [1914] 2017). La toma del poder por Hitler fue para Kraus tan grave como el derrumbamiento del imperio. Empezó su artículo en “La Antorcha” –revista fundada por él en 1899- diciendo: “sobre Hitler no se me ocurre nada, me siento como golpeado en la cabeza”. Y habla de “esa dictadura que hoy lo domina todo menos el lenguaje”, pero también dominaría lenguaje en poco tiempo, silenciando toda palabra discrepante; no la prensa: “Pues el nazismo no ha aniquilado a la prensa sino que la prensa ha creado el nazismo”. (Jose Mª Valverde, “Viena, Fin del Imperio”, 1990)

Conversación sobre la historia

 

Antonio Maestre

 

Las guerras culturales que se dieron durante la República de Weimar se están replicando con una similitud milimétrica en nuestro tiempo. En términos culturales la sociedad occidental en general y la española en particular están sufriendo una radicalización de las posiciones políticas y una degeneración democrática que arriesgan el devenir de las democracias liberales con el ascenso, consolidación y hegemonización de las ideas de extrema derecha, los nacionalismos y las expresiones contra los derechos humanos. La escalada de actuaciones violentas por parte de la extrema derecha desde que Unidas Podemos entró en el Gobierno continúa y ha puesto en el debate público la polarización como uno de los términos más relevantes para intentar exonerar de responsabilidad a los causantes de las agresiones.

La división extrema de la sociedad en dos bloques ideológicos irreconciliables es una de las consecuencias lógicas de la hiperpolitización que formó parte fundamental del ambiente social en la Alemania de Weimar. Un proceso que lleva de forma irremisible a la violencia de los elementos más antidemocráticos de la sociedad. El atentado contra la sede de Podemos en Cartagena con un artefacto incendiario ha provocado reacciones de conspiración, de condena indefinida o de silencio y ocultamiento generalizado por parte de los medios de comunicación conservadores que permite trazar un hilo negro hacia la weimarización en España. Una escalada violenta que cuenta con manos ejecutoras y colaboracionistas en prensa, política y sociedad civil.

Richard J. Evans, uno de los historiadores más importantes del siglo XX, nos enseñó a mirar los comienzos para entender el devenir de la historia. En su obra sobre el Tercer Reich dedica mucho tiempo a explicar lo que sucedió en la República de Weimar como parte indispensable para conocer la radicalización de una sociedad europea contemporánea. Un mapa que sirve de guía para establecer los procesos de conformación de un hábitat social propicio para la creación de pensamientos antidemocráticos.

Lectores del diario antisemita Der Sturmer en Worms (foto: Bundesarchiv, Bundesarchiv_Bild_133-075,)

Pese a que se tiende a analizar la degradación democrática de la República de Weimar desde el punto de vista político y económico casi de forma exclusiva, tuvo igual o más importancia el aspecto cultural, que fue, sin duda, el que propició la radicalización y la visceralidad de una sociedad desnortada. Las guerras culturales que tendemos a creer fruto de nuestro tiempo tuvieron una importancia decisiva en los años 30 y mantienen inquietantes similitudes con las que ocupan nuestra actividad sociopolítica sin necesidad de trazar analogías extemporáneas. Richard J. Evans explica el ambiente de forma precisa. Basta con detallarlo para entender lo que ocurre hoy. Los índices de participación en las elecciones durante la República de Weimar eran extremadamente altos y la política respiraba en las calles y los espacios públicos. Las pancartas, las manifestaciones y las banderas en los balcones eran la norma habitual en las grandes ciudades alemanas. Ese clima influyó de manera notable en la prensa, que se convirtió en el vehículo para canalizar todo el odio a través de la desinformación y la manipulación.

El mejor lugar para medir la sensación de agresividad que inundaba la vida pública eran los medios de comunicación. En la Alemania de Weimar había grandes periódicos de fama internacional, como el Frankfurter Zeitung, que solo eran una pequeña parte de todos los medios locales, regionales y nacionales que existían. En los momentos políticos más álgidos llegaron a publicarse más de 4.000 periódicos. Los partidos políticos tenían también su órgano de propaganda. Por parte de la izquierda estaban el Vorwärts y el Rote Fahne; del SPD y el KPD, años después llegarían los órganos propagandísticos del NSDAP. Por parte de los nacionalistas se situaba el emporio mediático Scherl de Alfred Hugenberg, el rey sin corona, como se le llamaba por ser el hombre más poderoso del país y controlar además de los medios la armamentística Krupp. El mayor problema al que se enfrentó la sociedad no fueron sin embargo los medios de partido, sino unos libelos sensacionalistas que se llamaban «periódicos de bulevar» y que serían similares a los tabloides británicos actuales o a los medios digitales como Okdiario Periodista Digital. Este tipo de prensa intoxicó de manera irremediable la situación favoreciendo la escalada antidemocrática. Su única intención era destruir la credibilidad de los políticos pro republicanos con todo tipo de noticias sin importar ni veracidad ni cualquier límite deontológico. Su objetivo primordial era debilitar la legitimidad de los gobiernos de la República de Weimar.

La denuncia sistemática de toda actividad cultural, literaria y periodística situada en la modernidad o en las vanguardias como «bolchevismo cultural» fue otro de los preceptos fundamentales de la guerra cultural emprendida por los nacionalistas nostálgicos del imperio bismarckiano. La persecución a periodistas y artistas con una visión social progresista, como Bertolt Brecht o Kurt Tucholsky, fue parte de la caza de brujas emprendida contra todo aquel considerado subversivo desde los postulados nacionalistas. Había que perseguir toda expresión cultural que atentara contra los principios patrióticos. Una actitud que ampliaron de manera enfervorecida los medios de comunicación afines a los principios de la extrema derecha alertando sobre la desaparición de los antiguos valores guillerminos.

Estudiantes queman libros «antipatrióticos» en la Opernplatz de Berlín pocos meses después del acceso de Hitler al poder (foto: NIOD, Amsterdam Beeldbank WO2)

La sensación de degeneración cultural por la liberación sexual de los años 20 fue otro motivo para la reacción nacionalista, pero alcanzó también a ciertos sectores de la izquierda que adquirieron una visión puritana sobre el hedonismo de la juventud priorizando los valores de compromiso, solidaridad y abnegación del movimiento obrero. Los viejos comunistas y socialdemócratas creían que el interés por el cine, la radio, la música, el baile y el sexo apartarían a los jóvenes de clase trabajadora de la lucha de clases y se aliaron en bloque junto a los conservadores para denunciar la degradación de las costumbres. Esta reacción transversal contra la diversidad alcanzó también al feminismo y a la lucha por los derechos de los homosexuales.

El movimiento feminista había logrado una importante pujanza en los primeros años del siglo XX. Los logros conseguidos con las movilizaciones masivas de mujeres desde 1910, además de su incorporación al trabajo y su consiguiente independencia económica eran vistos por una Alemania devastada en términos de natalidad después de la Primera Guerra Mundial como una amenaza a la prosperidad de la nación. La reacción machista no tardó en producirse y después de que las mujeres lograran el derecho al voto en 1918 se hizo mucho más virulenta y provocó que las feministas de clase media dejaran de lado sus reivindicaciones una vez logrado el sufragio. Las feministas burguesas apartaron a las más ambiciosas y se unieron a los partidos de ámbito nacionalista. El colectivo homosexual también sufrió la reacción de extrema derecha cuando se produjeron intentos de avance por parte de Magnus Hirschfeld, que intentó despenalizar la homosexualidad a través de un instituto subvencionado por los socialdemócratas.

Otro de los elementos de las guerras culturales durante la República de Weimar fue la brecha generacional. Los jóvenes crearon un espacio de socialización política completamente diferenciada de sus mayores. Era mayoritario el desprecio entre las generaciones más jóvenes por la moral de la vida adulta y comenzaron a desarrollar su actividad social y política en organizaciones juveniles que exaltaban la violencia, el militarismo y la fuerza como valores fundamentales. Su vinculación a la extrema derecha se dio de forma natural. En 1925, Victor Klemperer escribía en su diario «Todos los alumnos de secundaria son nacionalistas«, algo que no resultará extraño a cualquier docente que ejerza su actividad en España en la actualidad. No es necesario trazar de manera detallada todas las similitudes de los preceptos de las guerras culturales en la Alemania de los años 20 para encontrar enseñanzas para el presente. Quienes leen sabrán hacerlo. Estamos en un evidente proceso de weimarización.

 

Fuente: elDiario.es 3 de abril de 2021

Portada: fragmento de video del ataque a la sede de Podemos en Cartagena (foto del twitter de Pablo Iglesias)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

Artículos relacionados

Un golpe de estado 4.0

La austeridad impulsó al Partido Nazi en Alemania

Política española, marzo de 2021, ¿montaña o ruleta rusa? Un resumen de prensa

 

1 COMENTARIO

  1. ACA TE LO DEJO CORREGIDO, PORQUE LO MISMO PASA EN MI PAIS ARGENTINA Y LO MISMO PASÓ EN VENEZUELA>

    REPUBLICA DE WEINMAR.. la prensa ZURDA intoxicó de manera irremediable y la unica salida fue hacer limpieza. Esto permite una breve alusión al singular periodista Karl Kraus (1874-1936), célebre por su mordacidad, para quien Viena era “una estación experimental del apocalipsis”. La figura del periodista, que definió como aquel que no tiene una idea, pero puede expresarla, es el verdadero blanco de sus incisivos ataques. Para Kraus, observador riguroso y fiscal implacable de la sociedad vienesa y europea de su tiempo, los periodistas (e intelectuales) reproducen de manera paradigmática los males específicos de lo que designó irónicamente como gran época: la corrupción del lenguaje y el vaciamiento de la imaginación, lo que de otro modo le llevó a decir que la vida es solo una forma impresa de la prensa . La degeneracion en todo ambito, la inflación, la mentira, la corrupción, un pantano peor que en los peores tiempos oscuros de Roma .

    La división extrema de la sociedad en dos bloques ideológicos irreconciliables, el bien y el mal, el robo y la rectitud es una de las consecuencias lógicas de la hiperpolitización que formó parte fundamental del ambiente social en la Alemania de Weimar… Un proceso que lleva de forma irremisible a la violencia de los elementos más nacionalistas de la sociedad. Porque si están violando a tu madre, en este caso la patria, obviamente reaccionaras violentamente, porque no hay diplomacia ni razones logicas ni palabras que detengan al violador la corrupción mas que la derecha y el nacionalismo.

    la weimarización de Argentina es justamente eso la repetición de la historia que culminó en una escalada violenta que cuenta con manos ejecutoras y colaboracionistas en prensa, política y sociedad civil y debió ser detenida por los defensores de la nación.

    toda actividad cultural, literaria y periodística situada en la modernidad progresista de esa epoca o en las vanguardias izquierdistas como el «bolchevismo cultural» fue otro de los preceptos fundamentales de la guerra cultural emprendida por los nacionalistas del imperio bismarckiano. La persecución a pseudoperiodistas ensobrados y pseudoartistas con una visión social progresista degenerada, como Bertolt Brecht o Kurt Tucholsky, fue parte de la caza de brujas emprendida contra todo aquel considerado subversivo desde los postulados nacionalistas y con razón porque a diferencia de Salem esta caza de brujas era de mosntruos reales no inventados, entes que degradaban la cultura cual hoy los que hablan con dioma inclusivo. Había que perseguir toda expresión cultural que atentara contra los principios patrióticos para evitar la degeneración del habla y los valores codigos honor heroismo y patriotismo. Una actitud que ampliaron de manera enfervorecida los medios de comunicación afines a los principios de la derecha alertando sobre la desaparición de los antiguos valores guillerminos.

    La degeneración cultural y la liberación sexual de los años 20 fue otro motivo para la reacción nacionalista y con toda razón, pero alcanzó también a ciertos sectores de la izquierda que adquirieron una visión puritana sobre el hedonismo generalizado de la juventud priorizando los valores de compromiso, solidaridad y abnegación del movimiento obrero en contra de la droga la lascivia y fetichismo. Los viejos comunistas y socialdemócratas creían que el interés por el cine porno, la radio con musica y propaganda de izquierda y el baile erotico y el sexo apartarían a los jóvenes de clase trabajadora de la lucha de clases y se aliaron en bloque junto a los conservadores para denunciar la degradación de las costumbres. Algo que se repite hoy dia con reggeton cumbia villera etc etc. Esta reacción transversal contra la diversidad alcanzó también al feminismo y a la lucha por los derechos de los homosexuales como hoy dia por lo mismo.

    El movimiento feminista con movilizaciones masivas de mujeres desde 1910, además de su incorporación al trabajo y su consiguiente independencia económica no eran mal vistos …. pero una Alemania devastada en términos de natalidad después de la Primera Guerra Mundial notaba que alguien movia los hilos para destruir a la nación al evitar los nacimientos de nuevos alemanes. La reacción logica por los que luego la izquierda llamaria reaccion machista no tardó en producirse y después cuando las mujeres lograron el derecho al voto en 1918 la izquierda feminista más virulenta provocó que las feministas de clase media dejaran de lado sus reivindicaciones una vez logrado el sufragio. como hoy dia que las feministas reales no son las trapo verde

    Las feministas burguesas le decian a las no virulentas , estas se apartaron a las más locas y se unieron a los partidos de ámbito nacionalista.
    El colectivo homosexual también tuvo una reacción de extrema cuando se produjeron intentos de avance de la comunidad gay de la epoca por parte de Magnus Hirschfeld, que intentó despenalizar la homosexualidad a través de un instituto subvencionado por los socialdemócratas. DINERO siempre por medio como hoy

    Otro de los elementos de las guerras culturales durante la República de Weimar fue la brecha generacional. Los jóvenes crearon un espacio de socialización política completamente diferenciada de sus mayores por no tener idea de lo que sus mayores hablaban o discutian. como hoy dia los centenials y milenials se ofenden o le dicen boomer a quien use la logica y sentido comun dado por la experiencia.

    Era mayoritario el desprecio entre las generaciones más jóvenes por la moral de la vida adulta y comenzaron a desarrollar su actividad social y política en organizaciones juveniles de izquierda recalcitrante que exaltaban las drogas el robo y la degeneración, pero otros sectores jovenes al verse amenazados por estos grupos empezaron a tomar la milicia y los valores patrioticos como valores fundamentales. Su vinculación a la derecha se dio de forma natural.

    En 1925, Victor Klemperer escribía en su diario «Todos los alumnos de secundaria son nacionalistas«, algo que esperemos no resultará extraño a cualquier docente que ejerza su actividad en Argentina en un par de años.. esperemos que se repita la historia

    No es necesario trazar de manera detallada todas las similitudes de los preceptos de las guerras culturales en la Alemania de los años 20 para encontrar enseñanzas para el presente. Quienes leen sabrán hacerlo. Estamos en un evidente proceso de weimarización.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí