Noticia de libros
Francisco J.  Leira Castiñeira*

Grupo Histagra. Universidade de Santiago

 
 
 
 
 
 
Siglo XXI,2020, 352 páginas
 
Introducción
Soldados de Franco. Recuperar la historia de un colectivo olvidado

 

¿Quiénes conformaron el Ejército sublevado durante la Guerra Civil española? Esta ha sido una pregunta obviada por la historiografía, la política y la sociedad españolas. Una nueva generación de investigadores comienza a cuestionar ese pasado bélico y a prestarle atención al frente de batalla con el estudio de aspectos que habían sido trabajados por historiadores europeos y americanos para otros conflictos armados «del corto siglo xx».

Desde un principio, los estudios habían dado por descontado que los soldados que conformaban la tropa golpista habían sido militares africanistas y contrarrevolucionarios procedentes de partidos de la derecha reaccionaria y que, a su vez, fueron los causantes de la represión perpetrada a lo largo de la contienda, además de que habían contado con el manto retórico de la Iglesia católica, que justificaría las atrocidades que fueron cometiendo. Lo mismo ocurría en la opinión pública, en la que había calado la idea de que el Ejército era fascista, una imagen que se enfrenta a la memoria familiar y su repetida frase de «fue porque le tocó», sin mayor profundización. Esto demuestra que existe una memoria sobre quiénes fueron, pero se desconoce su historia. El objetivo de este libro, formado a partir de gran diversidad de fuentes, muchas inéditas, es responder a la pregunta que da inicio a esta introducción. Se adelanta que la respuesta es mucho más compleja de lo que se llegó a concluir en el pasado. Se ha pretendido aportar un grano más a esa montaña de conocimiento sobre la Guerra Civil y conocer más sobre aquellos olvidados combatientes.

Reunión de excombatientes de Ibi en los años 40 (foto: serteco.blogspot.com)

Se pretende cubrir un vacío historiográfico sobre la Guerra Civil española, pues no existe, hasta este momento, ni un solo estudio sobre los soldados del Ejército insurgente. Las publicaciones sobre el frente de guerra se habían centrado en una perspectiva clásica, basada en el desarrollo de las batallas o la evolución del armamento. Ni tan siquiera los numerosos estudios sobre la violencia existente durante el periodo que va de 1936 a 1939 con otros autores de renombre (1) se habían ocupado de los soldados del Ejército insurgente.

Sin embargo, se ha intentado participar en la modernización de los estudios sobre lo bélico que se están realizando en España a la luz de lo desarrollado en otras historiografías. Los únicos precedentes son los Javier Ugarte Tellería, Julio Aróstegui y Xosé Núñez Seixas, junto con las exiguas investigaciones surgidas a partir de la década de los años diez del siglo como James Matthews, Francisco Leira, Ángel Alcalde, Javier Rodrigo, Germán Llano, David Alegre y Miguel Alonso (2).

El presente texto posee la firme intención de recoger lo mejor de la historia social y de la de carácter cultural desarrolladas fuera de nuestras fronteras sobre otros conflictos armados, siguiendo la estela de John Keegan, impulsor de la «nueva» historia militar; George L. Mosse, Jean-Jacques Becker y Stéphane Audoin-Rozeau, creadores de la historia cultural sobre lo militar y lo bélico; Jay Winter, estudioso de los lugares de memoria y la cultura social en torno a ellos y entre otros, Leonard V. Smith, investigador centrado en la importancia del testimonio, como se aprecia en su investigación sobre los soldados franceses en la Gran Guerra (3).

Salida de tropas de Teruel para el frente, noviembre de 1936 (foto: turolense.blogspot.com)

La continuidad entre la violencia perpetrada en una guerra y la posguerra ha sido motivo de atención por grupos de investigadores liderados por Robert Gerwarth o John Horne. Cabe tener en cuen­ta los trabajos de Pierre Purseigle, en los que afirma que el proceso nacionalizador de Francia y Gran Bretaña estuvo influenciado por la movilización bélica de la Primera Guerra Mundial, pero pone en cuestión la debilidad del Estado, que hasta entonces se presuponía omnipotente, y los procesos de negociación con las comunidades locales necesarios para impulsar dicho levantamiento social. En definitiva, la confrontación violenta de dos grupos, unida a la construcción discursiva y deshumanizada del contrario, favorecería una identificación de los individuos con una comunidad nacional e incluso con un proceso de construcción de la ciudadanía (4).

En el mismo sentido, se ha prestado atención a los procesos de brutalización que pueden experimentar los soldados en el frente, como defiende Christopher Browning (5), quien, con una metodología consistente y unas fuentes novedosas, respondió a la pregunta de cómo unos soldados profesionales de clase media participaron en los crímenes nazis entre julio de 1942 y noviembre de 1943. En este sentido se sitúan las aportaciones de Omer Bartov (6), quien planteaba que los alemanes no querían ir a la guerra por un supuesto afán supremacista y su antisemitismo, sino por la confianza que tenían en Hitler como líder político, aunque comparte que se produjo una brutalización de estos que provocó que perpetraran los crímenes como consecuencia de una asunción ideológica del nazismo. Contrasta con la publicación de Jeff Rutherford centrada también en el Ostfront, en la que defiende una convergencia entre el imperativo militar y la ideología, si bien esta última, aunque importante, pasa a un segundo plano. Subraya la necesidad de los alemanes de adoptar cualquier tipo de medida con el único propósito de ganar la guerra, una tesis que defiende Amedeo Osti para el caso italiano (7).

Soldados heridos presencian un desfile en la Plaza Mayor de Zamora, septiembre de 1936 (foto: Calabuig)

La investigación ha contemplado también las aportaciones de otros especialistas del ámbito de los war studies con una perspectiva y metodología que difieren ligeramente con los anteriores, como son Benjamin Ziemann, que señala que ya en 1918 muchos efectivos empezaron a negarse a seguir luchando y matando en masa. Lo mismo ocurre con el trabajo de Frédéric Rousseau, focalizado en el caso francés, que propone una interpretación distinta de la Prime­ra Guerra Mundial que argumenta la inexistencia de un fervor na­cionalista, la deserción como mecanismo de repulsa a la guerra y el surgimiento de discursos antimilitaristas. En cuanto a la Segunda Guerra Mundial, sobresale la publicación de Sönke Neitzel y Harald Welzer, partidarios de eliminar cualquier trascendencia de la ideología en el frente de batalla, otro aspecto en el que concuerda este estudio8.

El conjunto de estas investigaciones modificaron el paradigma dominante en el análisis de la guerra, teniendo como eje vertebrador al soldado y su experiencia, todo ello con el fin de interpretar los cambios sufridos en Europa desde finales del siglo XIX hasta mediados del XX. La presente publicación se ha apoyado en parte en los postulados teóricos y empíricos que proponen las realiza­das en el ámbito internacional que se han reseñado en los párrafos anteriores, pero siempre adaptándolas críticamente a las particularidades de la Guerra Civil española.

Con este bagaje historiográfico, y recogiendo lo más interesante para aplicar al caso de los estudios internacionales, se parte de la premisa de que en una guerra civil se rompen las reglas establecidas y se da el doloroso caso del enfrentamiento entre compatriotas. Si la mecha que encendió el conflicto fue un golpe de Estado para que un sector del Ejército y un determinado grupo sociopolítico se hiciesen con el poder, es extraño que haya un sostén en forma de movilización cívica, tanto más cuando no había existido una disputa social previa de destacada magnitud.

Soldados nacionales de la División Soria en Cogolludo, el 11 de marzo de 1937. Foto Sebastián Taberna. ATB.

Por eso, se demuestra que el Ejército sublevado se formó a través de una recluta forzosa que afectó a varias generaciones sin im­portar las ideologías, sus múltiples identidades (de sexo, laboral, deportiva, territorial, nacional o de clase) o afinidades políticas. Esto dio lugar a un Ejército heterogéneo en todos los sentidos y que, por supuesto, no casa con la imagen simplificada expuesta antes. Eran labradores, estudiantes, obreros, abogados o profesores, personas que, en una situación normal, no habrían perpetrado ninguno de los actos que se vieron abocados a cometer. Con este planteamiento previo, se ha buscado responder a la pregunta de si los soldados se socializaron en lo que serían unos indefinibles, en los primeros años de la posguerra, valores franquistas, y se está en con­diciones de afirmar que no fue así del todo. Se considera que no existió un adoctrinamiento, pero que sí se produjo una ruptura con el pasado liberal que tuvo su culmen en la proclamación de la Segunda República, que había establecido unas reglas sociales para relacionarse que se vieron sepultadas el 18 de julio de 1936. Con la victoria del Ejército insurgente se implantaron otras reglas, basa­das en el terror, la vigilancia, el castigo y la pobreza a las que no hubo otra solución más que adaptarse o sufrir represalias. La tesis que se sostiene en estas páginas es que la participación en la guerra no implicó necesariamente una adhesión, en este caso, al bando sublevado y, mucho menos, la defensa de su ideario.

El libro se ha dividido en tres partes, que responden a las etapas vitales por las que pasaron los combatientes: como ciudadanos; como reclutas, como soldados en el frente de combate o inte­grados en una unidad de segunda línea y como excombatientes de una dictadura.

Requetés del Tercio del Rey en el puerto de Navafría, en octubre de 1936. Foto Sebastián Taberna. ATB.

La primera parte titulada «De ciudadanos a reclutas forzosos. Golpe, terror y reclutamiento militar obligatorio» se centra en su vida como ciudadanos dentro de una sociedad civil dinámica y diversa, rota por el golpe de Estado. Se expone cómo se quebraron las instituciones a partir de ese golpe para, a partir de ellas, ir ahondando en la vida a pie de calle, en la existencia de hombres corrientes que reaccionaron de distintas formas ante el reclutamiento, que van desde la oposición armada al apoyo incondicional, pasando por otros comportamientos intermedios que son complejos de rastrear. Hay que tener presente que la movilización cívica a favor del golpe fue un relativo fracaso y, aunque hubiera arrojado números relevan­tes, es obvio que habrían sido insuficientes para hacerse con el control efectivo del territorio. El relato está en ciertos momentos más orientado hacia el caso gallego porque se considera que se convirtió en el paradigma de «centro de reclutamiento» de los insurgentes y puede explicar mejor ese fenómeno desde su origen.

La siguiente parte «“Soldados de Franco”. Propaganda, medidas de coerción del Ejército contra su tropa en el frente y las res­puestas sociopolíticas de los combatientes» presenta el análisis de la estructura, en este caso, el Ejército, y las actitudes de los combatien­tes. En lo que se refiere a la institución castrense, se ha volcado la atención en averiguar los mecanismos empleados para controlar ese heterogéneo ejército de masas y comprobar que las principales medidas para lograrlo fueron la integración, la disciplina, la vigilancia y el castigo. Los mandos buscaron que surgiese un sentimiento de culpabilidad entre la tropa por participar en las atrocidades que estaban perpetrando en el frente de batalla, para que esto provoca­se una cohesión interna debida a la vergüenza y al arrepentimiento. Del mismo modo, se aborda la propaganda que se desarrollaba en el frente y cómo podía ser asumida por los soldados, así como las actitudes, comportamientos y la opinión popular de la tropa. Tam­bién se diferencia entre la realizada en el frente de batalla y la de retaguardia, donde los insurgentes estaban apuntalando las bases de lo que fue la posterior dictadura. Es decir, por un lado, se obtie­ne cómo quería ser reflejado el bando sublevado, a través de la propaganda, mientras que, por el otro, se explica cómo actuó con sus propios soldados. Asimismo, se cuentan las duras condiciones de vida de un batallón, para conocer cómo vivían diariamente.

Soldados del ejército franquista hechos prisioneros en Teruel (foto: BNE)

Finalmente, «De soldados a acaudillados. La desmovilización militar, las instituciones franquistas de excombatientes y la influencia de la guerra en la tropa» se centra en la vuelta del soldado a su casa y a la vida civil, un retorno que no fue tan rápido como deseaban. Además, se analizan los servicios promovidos por el franquismo para intentar beneficiar a los excombatientes, como el Servicio de Reincorporación al Trabajo, el Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra (BCMG) y la Delegación Nacional de Excombatientes (DNE) que pertenecía a Falange Española Tradicio­nalista y de las Juventudes de Ofensiva Nacional-Sindicalista (FET y de las JONS), que cristalizaron en un relativo fracaso por la mala organización de los servicios y por el estado de pobreza en el que se encontraba el país. Del mismo modo, se ha abordado la manera en la que el régimen franquista se apoderó de la memoria pública de los soldados que lucharon en su bando y de la de los muertos en campos de batalla, aprovechando los nombres de sus «caídos en combate» y de sus «héroes» como mecanismo de propaganda política para legitimar el franquismo a través de la victoria, representando al «combatiente franquista» en el nuevo «hombre que surge de las cenizas de la guerra». Asimismo, se aporta una interpretación sobre el debate de la consolidación social del franquis­mo a través de la experiencia de este colectivo. Es la hipótesis de este texto que la guerra no fue un factor socializante, para lo que se analizan las diferentes variables y vivencias por las que pasó un soldado corriente para llegar a una conclusión que no esconde la complejidad del pasado reciente más sangriento y olvidado como fue el frente de batalla.

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* Doctor en Historia Contemporánea por la Universidade de Santiago, ha sido visiting fellow en la University College Dublin – Center War Studies. Además del Premio Miguel Artola a la mejor tesis doctoral (2018),  ha recibido  el Premio en Ciencias Sociales Juana de Vega.
Notas

1. Ucelay da Cal (1982); Fusi (1985); Reig Tapia (1984); Aróstegui (1984, 1996); Sánchez Recio (1990); Casanova et al. (1999); Cobo Romero (1993); Ortiz Heras (1996); Gómez Bravo (2005).

2. Ugarte Tellería (1998); Aróstegui (1991); Núñez Seixas (2006a); Matthews (2013); Leira Castiñeira (2013a); Alcalde (2013); Rodrigo (2018); Alegre Lorenz (2018); Alonso Ibarra (2019). También son significativos la tesis de Ruiz Llano (2016b), así como la iniciativa de la Revista Universitaria de Historia Militar.

3. Keegan (1978); Mosse (1990); Audoin-Rozeau (1986), Audoin-Rozeau y Becker (2000), Becker (1994), Becker (2005); Winter (2006); Smith (2007); Kitchen (ed.)(2011).

  1. Gerwarth y Horne (eds.) (2012); Purseigle (2013).
  2. Browning (1992).
  3. Bartov (1992; 2001).
  4. Rutherford (2014); Osti (2009, 2011
  5. Ziemann y Hofrichter (2016); Rousseau (2012, 2014); Welzer y Neitzel (2012: 346).

Índice

Prólogo. «Senderos sin gloria», por Lourenzo Fernández Prieto, Aurora Artiaga Rego y Andrés Domínguez Almasa ………………………………………………………………………….13

Introducción ……………………………………………………………………………………………21

Primera parte 
De ciudadanos a reclutas forzosos. Golpe, terror y reclutamiento militar obligatorio

I. El fracaso del golpe: guerra, terror y reclutamiento …………………………………..41
«La (forzosa) nación en armas». El reclutamiento mili­tar obligatorio en el
bando golpista, 45 – El terror su­blevado. Reclutamiento forzoso en un contexto
de ex­trema violencia, 62 – La insuficiente movilización cívica, 73 – «Abrazos
de retaguardia al frente». Medi­das y propaganda a costa de los combatientes e
insufi­cientes medidas de beneficiencia, 80

II. ¿«Con hondo fervor y patriotismo»?. respuestas sociopolíticas ante el reclutamiento forzoso ………………………………………………………………………….85
Ciudadanos antes que reclutas. La socialización políti­ca previa al 18 de julio, 85
– Las diversas respuestas so­ciopolíticas al reclutamiento, 92

Segunda parte
«Soldados de Franco». Propaganda, medidas de coerción del Ejército contra su tropa en el frente y las respuestas sociopolíticas de los combatientes

III. ¿Rojos o hermanos engañados? Las diferencias entre la propaganda
de retaguardia y del frente ………………………………………………………………….111
El funcionamiento de la prensa y propaganda de guerra en vanguardia, 113 –
«La Cruzada contra la anti-Espa­ña». La propaganda de retaguardia, 120 –
«Os llevan a morir». La propaganda en el frente, 124 – ¿Adoctrina­miento?
Reflexiones sobre la capacidad de aceptación de la propaganda por
parte de los combatientes, 135

IV. La progresiva totalitarización de las medidas coercitivas en contra de su
tropa: integración, disciplina, vigilancia y castigo ……………………………………….139
De reclutas a soldados. Separación y aislamiento de la sociedad civil e
integración en el Ejército sublevado, 141 – Soldados vigilados y castigados I
(agosto de 1936-octu­bre de 1937), 147 – Soldados vigilados y castigados
II. La intensificación de las medidas de coerción (octubre de 1937-abril de 1939),
164 – ¿Cruzados o creyentes? La retórica insurgente y el ámbito social sobre el
uso de la religión en el frente, 185 – La experiencia compartida como
mecanismo de cohesión de la tropa, 192

V. Participación no significa adhesión. Las respuestas sociopolíticas
de los combatientes ante las medidas coercitivas del ejército ………………………..203
Los apoyos activos a la guerra: entre el fervor patriótico y la obediencia,
205 – Desertores, huidos o automutila­dos. Las resistencias activas, 211 –
¿La colaboración fue lealtad socioideológica? Actuaciones ambiguas en un
contexto de extrema violencia, 220 – El anhelo por la finalización de la
contienda, 226 – La cotidianidad en la guerra a través del 9.o Batallón del
Regimiento de In­fantería Zamora n.o 29, 236

Tercera parte
De soldados a acaudillados. La desmovilización militar, las instituciones franquistas de excombatientes y la influencia de la guerra en la tropa

VI. La interminable desmovilización y Las ineficaces políticas asistenciales a favor
de los excombatientes ………………………………………………………………………..253
¿Primer día de Paz? Fin de la guerra y la lenta desmovi­lización militar, 253 –
El retorno a la sociedad. La dura reincorporación a la vida civil, 257 –
«Cruzados de la patria y excombatientes estropeados». La legislación
del Benemérito Cuerpo de Mutilados de Guerra, 275 – La Delegación
Nacional de Excombatientes. La victo­ria al servicio de la Dictadura, 278 –
La influencia de la guerra en los «excombatientes de Franco», 295

Conclusiones ………………………………………………………………………………………….307


Portada: Instrucción de nuevos reclutas en Salamanca, febrero de 1937 (foto: Verliner Verlag)

Ilustraciones: Conversación sobre la Historia

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2 COMENTARIOS

  1. Desde el primer momento me deja asombrado, pero después de leer «Juventudes de Ofensiva Nacional-Sindicalista» como significado de JONS, perdí credibilidad en lo que el sesudo comentarista decía…
    Señor LISTO, la ‘J’ de JONS significaba «JUNTAS».

  2. El tío de mi madre, Sabino, fue reclutado de forma forzosa, por el bando sublevado, luchó en la refriega de Teruel como el la llamaba. Decía que no sabía a quien disparaba que eso era durísimo y lloraba cada vez que contaba la historia. Fue un pastor transumante, amargado, la noche del golpe de estado lloro por miedo a la guerra.

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