“Lo que cuenta es mantener el espíritu abierto, buscar las convergencias,
las coherencias comunes y mirar donde se encuentran los intereses de los asalariados”
(Emilio Gabaglio)
Juan Moreno Preciado
Ex consejero de la Confederación Europea de Sindicatos y
del Comité Económico y Social Europeo
Sindicalismo en la “Guerra fría”
Emilio Gabaglio (Como, Italia, 1 de julio de 1937-7 de octubre de 2024, Roma) fue el sindicalista más influyente en las políticas sociales de la Unión Europea en los años noventa del siglo XX y, a la vez, durante cuatro décadas, un militante muy relevante en los planos nacional italiano e internacional.
Al acabar en muchos países la unidad antifascista entre los aliados vencedores de la II guerra mundial, en Italia la central sindical unitaria Confederación General Italiana del Trabajo (CGIL), que se había creado en 1944, en 1948 se dividió en tres centrales con distintas tendencias. Gabaglio, desde su etapa universitaria (licenciado en Economía y Comercio en 1961) tenía triple afiliación: a la Democracia Cristiana, al sindicato católico Confederación Italiana de Sindicatos de Trabajadores (CISL) y a las Asociaciones cristianas de trabajadores italianos (ACLI), asociación laica de trabajadores de la misma área, con casi un millón de afiliados, de la que sería elegido presidente en 1969. Su mandato supuso un giro a la izquierda y a la vez una fuerte polémica hasta que los obispos forzaron su dimisión.
Sin embargo, fue fichado por la CISL como responsable de Internacional y se ocupó sobre todo de la solidaridad. Conocía desde joven América Latina y estuvo como observador en el “Proceso 1001” de diciembre de 1973 contra los dirigentes de CCOO, el día del atentado a Carrero Blanco. Apoyó las luchas contra otras dictaduras militares como la brasileña o la argentina con viajes y campañas de denuncias en Italia y en los foros internacionales. También contra la invasión soviética de Afganistán en 1979 y frente al golpe militar comunista en Polonia en 1981.

El nacimiento de la Confederación Europea de Sindicatos (CES)
La integración europea se aceleró con el Tratado de Roma de 1957, que constituyó la Comunidad Económica Europea (CEE). El movimiento sindical, sin embargo, no hizo lo propio hasta la década de los setenta. Entre las causas de este notable retraso estaban las discrepancias sobre el entonces llamado Mercado Común. Además, la CIOSL no tenía mucho interés en una organización europea independiente por temor a perder protagonismo.
Un factor que estimuló a fundar la CES fue la inminencia de la primera ampliación de la CEE con Gran Bretaña, Irlanda y Dinamarca, prevista para 1973. Antes de las reuniones preparatorias oficiales hay que destacar la labor que realizó el “Grupo de Perraudin”, cuyo nombre corresponde al de un restaurante de Bruselas, ya desaparecido, donde se reunieron un grupo de sindicalistas y funcionarios comunitarios para animar la creación de la CES. Carlo Savoini, sindicalista de la CISL y después alto funcionario de la Comisión Europea, relataba que ya en esa “conspiración” estaba Emilio Gabaglio “que en esa época, perteneciendo a las ACLI, formaba parte de la CMT[2] y de la CGIL”.[3]
La CES se constituyó en Bruselas el 8 de febrero de 1973 con la participación de 16 sindicatos, todos ellos afiliados a la mundial socialdemócrata CIOSL, cuyo secretario general, Otto Kersten, dejó una frase con segundas en el saludo: “estoy seguro que esta nueva Organización europea no ha de ser un club de ‘ricos europeos”. En un congreso extraordinario celebrado en Copenhague del 23 al 25 de mayo de 1974 entraron los sindicatos cristianos de la mundial CMT. Con ello la CES alcanzaba los 33 millones de trabajadores, a los que en julio se sumaron varios millones más al ingresar también en 1974 la CGIL italiana.
La CGIL sería el primer sindicato de mayoría comunista en entrar en la CES con el apoyo de las otras dos centrales italianas, CISL y UIL, y la oposición de los sindicatos más anticomunistas. La CGIL había dejado de ser miembro efectivo de la FSM (la organización mundial comunista con sede en Praga) desde octubre de 1973. Emilio Gabaglio relató esa despedida en un artículo titulado “Cgil e Fsm. Un lungo addio”.[4]
La CES alcanzó en 1974 un amplio grado de pluralidad al abarcar a sindicatos socialdemócratas, liberales, católicos, así como a la CGIL, pero todavía no era la “casa común” de todo el sindicalismo europeo. La Guerra fría seguía presente y las dos grandes Internacionales, CIOSL y FSM, disputaban la hegemonía sindical en los cuatro continentes.

El veto a Comisiones Obreras
El secretariado de Bruselas era débil y la CES no era todavía una organización, sino una coordinadora de centrales nacionales para presionar a las instituciones comunitarias y durante las Cumbres europeas de jefes de estado y de gobierno con peticiones de tipo social. La CES también convocó algunas movilizaciones, como la jornada de acción del 5 de abril de 1978 contra el desempleo. En octubre de 1989 en Bruselas participaron 17.000 sindicalistas, entre ellos un grupo numeroso de CCOO, que aún no estaba afiliada na la CES.
Tres grandes sindicatos seguían fuera: la CGT de Francia, la CGTP de Portugal y CCOO de España, que había solicitado su ingreso once días después del acto fundacional de 1973. En 1981 la CES vivió una crisis interna a causa del debate sobre la admisión de CCOO.
El 13 de agosto de 1981, el presidente de la DGB alemana, Heinz-Oskar Vetter, escribió a todas las organizaciones afiliadas amenazando con su abandono de la CES si CCOO era admitida en octubre por el Comité Ejecutivo. Respaldaba así el veto que que había puesto UGT (y ELA-STV) y también respondía a razones internacionales. Tras el fracaso de “Ostpolítikik” promovida por el canciller Willy Brandt, que la DGB había apoyado, la central giró y buscó el acercamiento a los norteamericanos de la AFL-CIO quienes les exigían que frenaran la entrada de sindicatos comunistas en la CES:
“La revista Intersocial dice textualmente en su número de Septiembre que Lane Kirkland[5] ‘ha persuadido a la central sindical alemana DGB para que amenace con abandonar la Confederación Europea de Sindicatos (CES) si el comité ejecutivo de ésta, que se reúne los días 8 y 9 de octubre próximos, acepta la afiliación de las Comisiones Obreras españolas (CC.OO.) de tendencia comunista”.[6]
CCOO, aunque obtuvo mayoría de votos en el Comité Ejecutivo, no alcanzó entonces los dos tercios necesarios estatutariamente para el ingreso.

La reforma de la CES de 1991
La llegada de Jacques Delors a la presidencia de la Comisión Europea en enero de 1985 supuso un revulsivo en la CEE. Comenzó con el Libro Blanco sobre el mercado interior en junio de 1985 y con la preparación del Acta Única Europea que entraría en vigor en enero de 1987. Para intervenir con más fuerza en este escenario europeo los dirigentes sindicales de diferentes confederaciones pusieron en marcha un proceso de reforma de la CES, que cuajó en el congreso de Luxemburgo los días 13-17 de mayo de 1991.
CCOO ya había sido admitida en la CES en diciembre de 1990. Las relaciones de UGT y CCOO habían mejorado mucho y la unidad de acción tuvo su máxima expresión en la gran huelga general del 14 de diciembre de 1988. La llegada de Antonio Gutiérrez a la secretaría general de CCOO en el IV congreso confederal (noviembre de 1987) fue un factor determinante para poner fin a una década caracterizada más por los enfrentamientos que por las coincidencias, que también las hubo.
En torno al alcance de la reforma de la CES se habían ido formando dos grupos de sindicatos, uno a favor de un cambio profundo y otro menos entusiasta. Las tres centrales italianas habían apostado muy fuerte y estaban promoviendo una candidatura para la secretaría general en la persona de Emilio Gabaglio. Los británicos apoyaban la candidatura de Johan Van Reens de la FNV de Holanda.
Las propuestas de CGIL-CISL-UIL (sostenidas por otras centrales) se basaban esencialmente en reformas estatutarias para fortalecer los órganos de la CES, dar mayor capacidad de liderazgo al secretario general, vincular a las federaciones de rama e impulsar el diálogo social con la patronal. El “Informe Stekelenburg” integró parcialmente estas propuestas llegándose a un consenso sobre el documento congresual.
En el congreso hubo acuerdo sobre la elección del inglés Norman Willis como presidente, pero no sobre el secretario general, pues holandeses, británicos y otros seguían sosteniendo la candidatura de Van Reens. Por primera vez hubo en el congreso de la CES dos candidatos. Los apoyos del sur y la decantación de la DGB alemana y de los nórdicos por Gabaglio hizo que éste ganara el puesto.
La delegación de CCOO recién incorporada fue “sondeada” en Luxemburgo por el propio Norman Willis para que apoyara a Van Reens. Nosotros habíamos optado por Gabaglio pero por otro lado agradecíamos al TUC que siempre hubiera apoyado a CCOO pese a su mayor sintonía política con UGT. La simpatía de Willis era muy contagiosa y, sacando una botella de whisky, nos invitó a tomar un trago. Su padre, que combatió en la guerra de España, tenía una botella preparada para abrirla cuando muriera Franco, pero, viendo aproximarse la muerte, se la regaló a su hijo para que éste brindara por él cuando le llegara la hora al tirano. Norman Willis cumplió de sobra la filial promesa dado que Franco murió en el 75. Estábamos en el 91 y la botella, recargada regularmente, seguía con él. Willis escuchó y entendió las razones que le dio Antonio Gutiérrez y no insistió.
El Secretariado lo compusieron cinco miembros, Gabaglio y los adjuntos Markku Jääskeläinen, Jean Lapeyre y dos secretarios confederales nuevos: el alemán Willy Buschak y la belga de la CSC Beatrice Hertogts. El congreso previó la ampliación a un sexto miembro y en enero de 1992 se incorporó al secretariado la portuguesa de la UGT-P Maria Helena André.
Aunque la reforma estatutaria había elevado los poderes del secretario general, cuando se empezó a hablar de negociaciones con la patronal y con la Comisión Europea algunos líderes nacionales querían seguir ejerciendo la representación de la CES. Gabaglio defendió sus competencias y las del Secretariado.

El objetivo del sindicato supranacional europeo
Además del libro El reto de la Europa social, que en 2006 escribimos Gabaglio y yo sobre los treinta primeros años de la CES, el ISE/ETUI editó después otro que abarca hasta 2013, 40 ans d’histoire de la Confédération europenne des syndicats. Sobre la evolución de la CES también son de interés, entre otros, los trabajos de Corinne Gobin recogidos como su libro La Confédération europenne des syndicats. Son programme d’actión au fil de ses congrès.
Durante la “Era de Gabaglio” no todo fueron avances y logros, que los hubo y muchos; también hubo ralentización y fracasos. Ni la CES ni los sindicatos nacionales pudieron parar la avalancha de ataques de gobiernos neoliberales contra los derechos laborales. Algunas centrales que se habían implicado a fondo en el proyecto de la CES se replegaron a sus fronteras, como los italianos durante la grave crisis judicial, política e institucional que desembocó en los gobiernos de Berlusconi. Antes de ese repliegue, que fue gradual, las reuniones del Comité Ejecutivo de la CES eran muy dinámicas y productivas. Las intervenciones de dirigentes de la talla de Bruno Trentin eran escuchadas con gran atención. Él, en su amargo libro póstumo Diari 1988-1994, señala: “Gabaglio, Seideneck, Jansens, Redondo, Kaspar, Gutiérrez, son verdaderos dirigentes sindicales y personas que piensan”.[7]
CCOO y UGT se tomaron muy en serio el objetivo de la CES de llegar a ser un sindicato supranacional europeo y quisieron que lo escucharan los trabajadores españoles. Se organizaron numerosas y masivas asambleas de delegados en las que Gabaglio era el orador principal, acompañado de Gutiérrez y Redondo (más tarde de Cándido Méndez[8]). En varias ocasiones en Madrid y también en Barcelona, Valencia, Bilbao, Tenerife, Las Palmas y alguna otra ciudad se pudo escuchar la voz del secretario de la CES, quien después era recibido por el presidente del Gobierno o el ministro de Trabajo.
La reforma de Luxemburgo pretendía que la estructura de la CES fuera mixta, con confederaciones nacionales y federaciones europeas de sector. Solo así, en los dos planos, se podría impulsar el diálogo social europeo que apenas había dado frutos entre la patronal UNICE[9] y la CES. Algunas de las organizaciones mundiales profesionales (SPI) se opusieron a que su filial europea estuviera sujeta a los acuerdos de la CES. Gabaglio se mantuvo firme: si una organización de rama quería estar en la CES debería tener una estructura europea orgánicamente autónoma del SPI mundial al menos en los asuntos europeos y debería aceptar las decisiones de los órganos de la CES al igual que lo hacían las confederaciones nacionales.

Los cambios sindicales en la Europa central y del Este
Después de la caída de los regímenes comunistas, la CES creó el Forum Sindical Europeo como plataforma de cooperación y de asesoramiento a los nuevos sindicatos, lo que condujo al sindicalismo del Este a una gradual integración en la CES. Durante las guerras que desintegraron Yugoslavia la CES apoyaba todos los intentos pacificadores a la vez que promovía el envío de ayuda humanitaria a las poblaciones víctimas de las agresiones del gobierno serbio de Milosevic. Durante el asedio de Sarajevo de 1994, Gabaglio intervino allí mismo en el mitin de la manifestación del 1º de Mayo, como recordaba más tarde: “Hemos salido al balcón de un palacio vecino, había millares de personas que aplaudían solo porque estábamos allí (…). No recuerdo una palabra de lo que he dicho… pero ha sido el primero de mayo más bello de mi vida”.[10]
La convergencia con Jacques Delors
Jacques Delors acudía a los congresos de los sindicatos para que apoyaran los llamados “objetivos del 92” de la Comisión. El 12 de mayo de 1988, en Estocolmo, en el 6º congreso de la CES, Delors se empleó a fondo, pero escuchó críticas por la falta de avances sociales en la UE.
Los sindicatos británicos, después de haber sido muy golpeados por el gobierno conservador de Margaret Thatcher, dieron un giro y adoptaron una posición favorable a la UE en su congreso de 1988, tras escuchar con entusiasmo el discurso del invitado de honor Jacques Delors. Fue un gran triunfo, pues los sindicalistas laboristas, hasta hacía poco enemigos del Mercado Común, le vitorearon. Delors lo describió en sus memorias; “Cuando la señora Thatcher se enteró de esto, se puso furiosa. Incluso mi amigo sir Geofray Howe juzgó que cometí una falta de mal gusto al aceptar la invitación. Sin embargo en mi discurso no he interferido en modo alguno en la política británica”. [11]

Maastricht. El diálogo social. Los comités de empresa europeos
La CES participó como observadora en la Convención de reforma del Tratado que se firmó el 7 de febrero de 1992 en la ciudad holandesa de Maastricht y entró en vigor el 1 de noviembre de 1993. La CES hizo un gran despliegue explicativo señalando avances como el Protocolo Social y lamentando que, al lado de la unión monetaria, no se estableciera una unión política y económica. La CES y muchas de sus organizaciones afiliadas se movilizaron contra los llamados criterios de convergencia (especialmente sobre déficit, deuda pública e inflación) para la entrada en el euro, porque significarían ajustes sociales duros.
La vieja aspiración de los comités en las empresas multinacionales tuvo respaldo legal con la aprobación de la Directiva sobre información y consulta del 22 de septiembre de 1994. Fue el logro más importante de la CES durante el primer mandato de Emilio Gabaglio a través del Dialogo Social, pero no fue fácil conseguirlo. La Directiva de 1994 no recogía muchas de las peticiones sindicales, pero dio nuevos derechos para los trabajadores gracias al valor añadido de la legislación europea. La Directiva permitiría a cuatro millones y medio de trabajadores de 1.200 empresas la creación de un comité u otra modalidad alternativa de información y consulta en aquellas multinacionales con más de 1.000 trabajadores y con más de 150 en al menos dos países.
Entre 1995 y 1999 a través del diálogo social se firmaron varios acuerdos-marco que después se convertían en directivas y eran incorporados a las legislaciones nacionales.
La CES crece, avanza y se ralentiza
Al final del mandato de Luxemburgo se habían incorporado ocho nuevas confederaciones, entre las cuales hay que destacar la CGTP-Intersindical Nacional de Portugal. Había estado vetada a petición de la UGT-P, alegando su vinculación con la FSM de Praga, que algunos consideraban una afiliación encubierta.
La CES acabó con su autoexclusión en el ámbito internacional y pasó a intervenir en las nuevas relaciones abiertas por la UE con los países del sur del Mediterráneo, que cuajarían en la Cumbre de Barcelona de noviembre de 1995. Al abrirse negociaciones comerciales y políticas de la UE con el Mercado Común del Sur (MERCOSUR) para la firma de un Acuerdo de Asociación la CES (que aún no ha entrado en vigor), la CES, junto a la Coordinadora Sindical del Mercosur, evaluaba las rondas negociadoras e introducía peticiones laborales a las partes. Perspectiva que, desgraciadamente, a día de hoy sigue sin concluirse.[12]
Igualdad de género.
La igualdad de género pasó a ser asumida por la CES como un asunto de relieve y el Comité de Mujeres de la CES aumentó sus actividades y su importancia. En Luxemburgo dentro de la resolución general se incluyó una petición de las organizaciones afiliadas para adaptar las prácticas sindicales y los modelos de organización con el fin de facilitar la afiliación de las mujeres y a su acceso a las tareas directivas en todos los niveles. Maria Helena André, segunda mujer en entrar en el Secretariado, asumió muy variadas e importantes funciones. En la etapa posterior a Gabaglio, Maria Helena fue elegida secretaria general adjunta de la CES hasta que, en 2009, fue nombrada ministra de Trabajo de Portugal.

Las euromanifestaciones
Fueron numerosas las acciones convocadas por la CES en el periodo de 1991-2003. En la Jornada contra el desempleo, que ya alcanzaba el 11% de media en Europa, el 2 de abril de 1993, participaron un millón de trabajadores en asambleas y manifestaciones.
En junio de 1997, la presión de las diversas fuerzas europeístas había conseguido, en la Conferencia Intergubernamental de Ámsterdam, añadir un capítulo de Empleo al Tratado, como la CES había venido reclamando. “Pese a ello, y a que integraba el Protocolo Social de Maastricht acabando con la autoexclusión británica, la CES calificó al nuevo tratado de minimalista, porque cabía esperar más de unos gobiernos nacionales que en su mayoría eran socialistas o con participación de la izquierda”[13].
El 28 de mayo de 1997 la CES convocó otra Jornada Europea de Acción para reclamar mayores competencias de empleo con manifestaciones en varias ciudades ese día y en París el 10 de junio. Esta campaña se alargó durante meses hasta la Cumbre Extraordinaria del Empleo que la UE celebró el 2º de noviembre en Luxemburgo. En 1997, durante las luchas contra el cierre en febrero de la fábrica de Renault en Vilvorde (Bélgica), que contaba con 3.1100 trabajadores, se ensayó lo que puede considerarse la primera euro-huelga, que fue llevada a cabo por las plantillas de todas las fábricas de la multinacional francesa. Se evidenciaron algunas contradicciones de intereses entre los propios trabajadores de los diferentes países afectados por este cierre, pero la movilización mostró la voluntad de poner en primer término la solidaridad internacionalista: “dio la impresión de que un nuevo vigor se apoderaba del mundo sindical”.[14] No se pudo impedir el cierre de Renault-Vilvorde, pero la notable repercusión en la opinión pública sirvió para paliar los despidos.
A lo largo del año 1997 y siguientes, la CES y sus afiliadas hicieron un fuerte despliegue por el empleo. En Oporto (Portugal) el 20 de junio de 2000 se reunió a 50.000 manifestantes: “había llegado el momento de pasar de la Europa del euro a la Europa del pleno empleo, a la Europa social y ciudadana”.[15]
El 13 de diciembre de 2001 la CES convocó una euromanifestación con motivo de la Cumbre de Laeeken (Bélgica) con el lema del “empleo, el futuro de Europa, por una verdadera democracia social”. El 14 de marzo de 2002, en la víspera del Consejo Europeo reunido en Barcelona se moviliza con el lema “Más Europa”: “Cien mil manifestantes demandan el pleno empleo, los derechos sindicales, la igualdad y una mundialización más equitativa”.[16]

La encrucijada de la CES a los 25 años de su fundación
Entre el congreso de Bruselas (mayo de 1995) y el de Helsinki (junio de 1999) afloraron algunas divergencias sobre el porvenir de la CES, que se prolongarían hasta el de Praga (2023), donde finalizó el periodo de Gabaglio al frente de la Confederación. En el 9º Congreso de Helsinki participaron 690 delegados y delegadas de 74 confederaciones nacionales de 33 países y de 15 federaciones europeas de sector representando a unos 50 millones de afiliados. Algunos sindicatos sostenían que el impulso del congreso de 1991 se había frenado, había tocado techo, y que de nuevo la CES estaba por debajo de las necesidades de los trabajadores.
Numerosas centrales del Este habían adquirido ya la condición de miembros y también había ingresado la CGT francesa. El anticomunismo de Force Ouvriere y la mala relación con la CFDT fueron retrasando el ingreso de la CGT, una de las confederaciones históricas más destacadas del movimiento obrero internacional.
Fin de ciclo
El 10º Congreso de la CES se celebró entre los días 26 y 29 de mayo de 2003 en Praga, asistiendo 698 delegados. El puesto de secretario general de la CES se había revalorizado en estos años por el prestigio de Gabaglio y por el aumento del propio peso de la CES. Gabaglio planteó que para mantener o aumentar ese nivel lo sustituyera un líder en ejercicio de una confederación nacional importante. John Monks, secretario general del TUC británico fue el elegido.
Gabaglio volvió a Roma, pero frecuentemente era invitado por la CES o por confederaciones nacionales y a menudo su consejo era solicitado por los dirigentes en ejercicio, aunque él lo daba con gran discreción.
Todavía prestó Gabaglio un servicio importante al sindicalismo mundial. Las Internacionales CIOSL y la CMT decidieron unificarse y pidieron a Emilio Gabaglio que ejerciera de “mediador” para convencer al máximo de centrales independientes de que se incorporaran a la que iba a ser la mayor organización de la historia del sindicalismo mundial, la actual Confederación Sindical Internacional (CSI) creada en 2006.
En Italia, al retirarse de la CES, Gabaglio se aproximó al Partido de los Demócratas de Izquierda, heredero del PCI. Al adoptar el nombre de Partido Democrático, el nuevo secretario, Pier Luigi Bersani, lo nombró presidente del Foro del Trabajo del PD.

Notas
[1] www.1mayo.ccoo.es. (45ba982cd1114db23ff765ada78240bc000001.pdf).
[2] Confederación Mundial del Trabajo, de línea cristiana.
[3] SAVOINI, Carlo: Con la CISL verso l’Europa sociale, p. 44.
[4] Inserto en el volumen I del libro Socialisti e il sindacato 1943-1984. (E. Bartocci e C. Torneo, Viella, Roma 2017). Archivo personal de Juan Moreno.
[5] Lane Kirkland, presidente de la AFL-CIO entre 1979 y 1995.
[6] MORENO, Juan: Sindicatos sin Fronteras, p. 221.
[7] TRENTIN, Bruno: Diari 1988-1994, p. 294.
[8] Cándido Méndez de UGT ejercería como presidente de la CES en 2003-2007 e Ignacio Fernández Toxo de CCOO lo haría en 2011-2015.
[9] UNICE. Unión de las Industrias de la Comunidad Europea. Desde 2007 BusinessEurope.
[10] SCAVO, ELISABETTA: Emilio Gabaglio. Il sindicato senza frontiere, p. 75.
[11] DELORS, Jacques: Memories, p. 317.
[12] 20 años de trabajo sindical CES-América Latina. 1999-2019. Informe balance de Juan Moreno.
[13] MORENO, Juan y GABAGLIO, Emilio: El reto de la Europa social, p.211.
[14] GABAGLIO, Emilio: Qu’est-ce que la Confédération européenne des syndicats, p.54.
[15] GABAGLIO, Emilio: Qu’est-ce que la Confédération européenne des syndicats, p. 54.
[16] GABAGLIO, Emilio: Qu’est-ce que la Confédération européenne des syndicats, p. 57.
Fuente: Este artículo está extraído, con recortes y adaptaciones, del estudio que fue publicado en abril de 2025 en la Colección Informes de la Fundación 1º de Mayo, número 177[1], con el título de “La Contribución de Emilio Gabaglio a la Europa social”.
Portada: Emilio Gabaglio durante los actos del Primero de Mayo de 1994 en Sarajevo (foto: Il Diario del Lavoro)
Ilustraciones: Conversación sobre la historia y Fundación Primero de Mayo
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