Jaume Claret

 

El poeta y profesor Jaume Subirana habla de «el jardín de los libros enmudecidos» para calificar el conjunto de títulos dedicados a gente poderosa con un recorrido comercial inexistente, escaso, problemático o por debajo del radar. Evidentemente, los protagonistas de estos volúmenes no son ajenos a estas ajetreadas trayectorias editoriales, sino los responsables últimos de los quebraderos de cabeza de los autores y de la precaria vida de sus originales.

Libros «inexistentes» como la Biografía de El Corte Inglés del periodista económico asturiano Javier Cuartas. Publicado en 1991 por Espasa-Calpe, los veinte mil ejemplares de la primera edición nunca llegaron a las tiendas. Posteriormente, fue recuperado por pequeños sellos –el barcelonés Dictext (1992) y El Cruce, de Oviedo, (2005-2010)– y todavía hoy se encuentran algunos ejemplares en librerías especializadas o de viejo. Sin embargo, enmudecido el gran lanzamiento original, esta versión alternativa ha tenido un impacto mucho menor en la edulcorada historia oficial promovida por los altavoces mediáticos de los grandes almacenes.

Libros de «escasa» presencia como Música celestial (2012) del polémico periodista Manuel Trallero. Pese a ser editado en catalán por Rosa dels Vents y en castellano por Penguin Random House, esta incisiva investigación sobre las derivadas Del mal llamado caso Millet o caso Palau pasó sin pena ni gloria. Nadie pareció interesarse por un texto que señalaba algunas de las derivadas después sustanciadas en sede judicial y que planteaba serios interrogantes sobre la actuación de grandes apellidos de la burguesía patriótica, como los Carulla, y sobre el papel de la derecha catalana y española. Se buscó el silencio como aliado y, por ejemplo, el encargo de una reseña por un diario catalán me fue oportunamente cancelado.

Libros de trayectoria «problemática» como El último pirata del Mediterráneo firmado por el periodista Manuel D. Benavides. Aparecido en 1934, Joan March se esforzó por impedir su difusión ya que, aunque con nombres cambiados, se relataban las corruptelas, los negocios sucios e, incluso, el asesinato del hijo de un socio y (posible) amante de su mujer. Los tentáculos del financiero y contrabandista mallorquín no impidieron que el libro alcanzara las 15 ediciones y que en 1937 apareciera su versión definitiva, ya con los nombres reales, pero sólo accesible fuera de la España franquista. De hecho, en el exilio mexicano se seguiría reeditando –incluida una edición soviética en 1953 con nuevo prólogo y autobiografía–, hasta que, primero, en 1995 en versión facsímil la gallega Ediciós do Castro y, en 2017, en definitiva, la sevillana Ediciones Espuela de Plata normalizaron su presencia en las librerías.

Libros con circulación «por debajo del radar» como Un rey golpe a golpe (2000), donde se agrupaban por primera vez en España las noticias sobre los escándalos financieros, políticos y personales de Juan Carlos de Borbón que sí había recogido la prensa internacional, junto con episodios, anécdotas, filtraciones y chismes del entorno mediático monárquico. Furtivamente, el volumen llegaba a los lectores que lo buscaban: bien a través de compra directa (12.000 suscriptores en el País Vasco), bien mediante librerías alternativas, bien gracias a las redes de distribución comercial habituales que lo servían bajo petición.

Para evitar las represalias judiciales, aparecía bajo el seudónimo de Patricia Sverlo. La prudencia no estaba injustificada, ya que un año después la editorial vasca Ardi Beltza era cerrada por orden del juez Baltasar Garzón. Demasiado tarde: el libro se seguía imprimiendo en Francia con el sello Kalegorria, en el 2002 aparecía una versión en catalán y el pdf era accesible directamente en muchos sitios de la red. En 2016 se incorporaba al catálogo de Akal bajo el título Juan Carlos I: la biografía sin silencios, en una versión actualizada y ya con el nombre de la periodista gallega Rebeca Quintáns como autora del original –y no el del también gallego Pepe Rei, como se creía hasta entonces.

El jardín de Florentino

El periodista Fonsi Loaiza (Cádiz, 1990) ha añadido un nuevo título a este listado de problemáticos libros sobre poderosos con Florentino Pérez. El poder del palco. Pese a que a finales de verano se acercaba ya a los diez mil ejemplares vendidos –una cifra considerable para un ensayo en España–, su presencia en los medios se ha limitado a espacios minoritarios o limitados que, por convicción o por coincidencia con sus particulares agendas, le han dado visibilidad: digitales como CTXT o Nueva Revolución, o programas de las corporaciones autonómicas catalana (Revolución 4.0 y Once) y vasca (Enjake).

Esta biografía no autorizada del presidente del conglomerado ACS y del Real Madrid profundiza en trabajos previos similares como el firmado por Juan Carlos Escudier en 2005 (Florentino Pérez. Retrato en blanco y negro de un conseguidor, Foca). Los 17 años de diferencia le permiten a Loaiza incorporar la segunda etapa al frente del club blanco, así como los avatares empresariales, económicos, políticos y de corrupción hasta el día de hoy. En ambos casos, la principal fuente son publicaciones periodísticas previas, informes económicos, sentencias judiciales y todo tipo de papeleo público y privado que, debidamente agrupado y ordenado, permite trazar una trayectoria con muchos claroscuros. Sorprende tanto la acumulación como la sospechosa «fortuna» del protagonista para salir indemne, al menos penalmente, de reiterados episodios opacos y sucios.

El otro rasgo distintivo es una beligerancia mucho más explícita. Bregado en la burbuja de Twitter, Loaiza traslada a su libro el lenguaje, las formas y la polarización de esta red social. Sin duda sus casi 180 mil seguidores y todos los haters del presidente blanco lo agradecen, pero para el lector medio esto lastra tanto la lectura (por las reiteraciones innecesarias y por una escritura apresurada y poco cuidada) como la credibilidad de la obra: no discrimina bastante entre informaciones contrastadas y rumores, mezcla juicios de valor con hechos concretos, se deja guiar en exceso por apriorismos, filias y fobias, y a menudo cae en anacronismos que sobrecargan la gravedad de ciertas actuaciones y, en cambio, diluyen otras.

Estos evidentes problemas de finezza no son una enmienda a la totalidad. Así, la trayectoria de Florentino Pérez sirve para ilustrar dos fenómenos bien detectados por Loaiza. En primer lugar, se caracteriza toda una generación –mayoritariamente hombres, casi siempre madrileños, de una misma extracción social y sin mayores inquietudes ideológicas o políticas– llamada a prosperar en la tupida red institucional de la capital española. Sin embargo, la Transición truncó repentinamente su cursus honorum dentro de la burocracia franquista y esto les obligó a buscar refugio en el entramado empresarial público o parapúblico, en organismos autónomos o en sinecuras menores, a la espera de mejores tiempos vía privatizaciones y alternancias políticas.

En segundo lugar, está el episodio del Partido Reformista Democrático (PRD) impulsado por Miquel Roca, con Antonio Garrigues Walker de presidente y el propio Florentino Pérez de secretario general. Más allá de los resultados electorales –rotundo éxito en Catalunya donde CiU devoró los restos de la UCD e inapelable fracaso en el resto de España donde no alcanzó los 200 mil votos–, la operación Roca gana en interés si la observamos como un precedente de posteriores triquiñuelas para crear desde arriba un partido bisagra y, sobre todo, como una escuela de corrupción. El PRD es al mismo tiempo el mínimo común de muchas trayectorias políticas vinculadas años después a la cleptocracia, el clientelismo y el nepotismo; y el espacio en el que se generan las complicidades que no permiten que los negocios se vean perturbados por diferencias políticas o nacionales.

Palco del estadio Santiago Bernabeu durante un partido entre el Real Madrid y el FC Barcelona en diciembre de 2017. Además de los presidentes Florentino Pérez (11) y Josep Maria Bartomeu (12), aparecen miembros del PP como José María Aznar (20), Íñigo Méndez de Vigo (13), Rafael Catalá (4), Cristina Cifuentes (6), José Manuel García Margallo (8), de la izquierda como Luis Cueto (2), Antonio Miguel Carmona (18), José Carlos Díez (19) y Óscar López (22), responsables de medios de comunicación como Juan Luis Cebrián (21) o Casimiro García-Abadillo (7),  empresarios como Fernando Fernández Tapias (5) o Pedro López Jiménez (9)… (foto: Baldesca Samper / serie de infografías en El Confidencial, 24 de diciembre de 2017)

¿Y el palco del Santiago Bernabéu? 

Además de estos dos interesantes hilos, está obviamente el fútbol. No en su dimensión deportiva, sino en sus derivadas políticas –la significativa continuidad ideológica entre Pablo Porta y Javier Tebas–, empresariales –desde las recalificaciones urbanísticas a los negocios facilitados por el acceso al palco– y de influencia –tanto política como mediática. Florentino Pérez aplica al fútbol las mismas estrategias que le han convertido en un tiburón de los negocios. Dos ámbitos que, en España, se encuentran profundamente interconectados, al ser sobre todo palancas de poder no siempre suficientemente claras ni fiscalizadas. Por eso resultan imprescindibles medidas regeneradoras, investigaciones independientes y gestores profesionales para evitar que, como cantaba Raimon, nos engañen «amb qualsevol cosa: unes mamelles en cromo, uns culs fotografiats, quatre paraules solemnes i un futbol manipulat» [«con cualquier cosa: unas tetas en cromo, unos culos fotografiados, cuatro palabras solemnes y un fútbol manipulado»].

Fuente: versión castellana del artículo original publicado en Política&Prosa

Portada: el rey emérito Juan Carlos de Borbón, junto a Florentino Pérez, en el palco del estadio Santiago Bernabéu en febrero de 2020 (foto: Gtres)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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1 COMENTARIO

  1. Viene bien que se ponga negro sobre blanco lo que una va rumiando. Lástima que una elaboración descuidada les reste credibilidad. ¿Cuántas veces un juicio no condena por falta de forma en las pruebas?

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