El silencio no detiene la ocupación y el genocidio de Gaza

Conversación sobre la historia


 

Sur poscolonial. Ensayos críticos y políticos de José Antonio González Alcantud

 

 Willi Gómez Oehler
Licenciado en Filosofía
Profesor de IES

 

En medio de guerra, invasión, dramas migratorios y luchas geopolíticas por el dominio mundial que nos recuerdan al imperialismo decimonónico, se hacen más necesarias lecturas que ahondan en el análisis crítico de la condición poscolonial desde la perspectiva del Sur global. En esa línea, presentamos nuestra reseña del ensayo “Sur poscolonial. Ensayos críticos y políticos” del catedrático de antropología José Antonio González Alcantud, en que desgrana claves y equívocos en la conformación de una teoría crítica capaz de profundizar en el análisis del imaginario colonial. González Alcantud marca nuevos senderos, que se alejan de los grandes centros académicos de poder, para transitar el proyecto de descolonizar el imaginario desde el rigor científico y la convicción en el papel del Sur en ese diálogo global.

En el tiempo del duelo por la muerte de Pepe Mújica, auténtico icono del sur global, empezaron las presentaciones del libro del catedrático de Antropología de la Universidad de Granada, Sur Poscolonial, en el que analiza, desde diferentes artículos conectados entre sí de forma transversal, algunas de las claves del pensamiento poscolonial. En las próximas líneas, haremos primero una breve presentación del proyecto, después lo contextualizaremos y tras resumir algunas de sus claves, su método rizomático, los errores de otras formas de entender el pensamiento poscolonial y diversos ejemplos de cómo sí se debe desarrollar la investigación del imaginario colonial con el Sur como horizonte, señalaremos conclusiones sobre su lectura.

Hojas de Hierba es una interesante editorial que nace en paralelo a los cuadernos de poesía Surco de la mano de Antonio López Cañestro. No es baladí esa sílaba, sur, en el nombre de la revista. Se presenta con la explícita intención de salir de la inmediatez de las modas culturales hegemónicas. Desde su vocación literaria abarca un caleidoscopio de formas de pensar los márgenes entre las que encontramos de manera central el sur como condición emocional, cultural y política. ¿Por qué un sesudo trabajo de antropología es editado por un poeta? Se entiende bien al ver el mapa literario que representa el proyecto Hojas de Hierba y la revista Surco, pues el ensayo de González Alcantud es un marco teórico general que ayuda a vislumbrar de un modo más certero la función cultural del sur global, si es que es posible utilizar una palabra tan instrumental como función para lo que tiene que ver con el sur, más cercano como concepto siempre a la pluralidad y al rechazo de lo utilitario. El libro tiene 12 capítulos condensados en 373 páginas con fotos a todo color realizadas en su mayoría por el propio González Alcantud, que ayudan a habitar los lugares desde los que se piensa la condición poscolonial a lo largo de la obra, como Marruecos, Brasil, Cuba, Italia, Argelia o Andalucía. El nombre completo del ensayo es Sur poscolonial. Ensayos críticos y políticos, que adquieren la condición de unidad bajo la lectura del primer capítulo que hace ver el conjunto de la obra como una reflexión sobre la fundamental cuestión de nuestro tiempo, la que refiere a la necesidad de colocar el imaginario del colonialismo en el centro del debate intelectual y el último donde se lleva a cabo un decálogo de reflexiones que ayudan a sintetizar su contenido. Para ello, el autor se marca la tarea de desbrozar confusiones de aciertos por parte del enfoque de las epistemologías del sur y decoloniales, para que precisamente la falta de rigor científico en el uso de algunas de estas nociones no sirva como cebo para arrastrar al resto del pensamiento crítico poscolonial, dentro del cual podríamos situar esta obra González Alcantud.

El contexto histórico del libro, curiosamente, parece sumirnos en un mundo que parece más cercano a lo colonial en un sentido moderno que a lo poscolonial que se presupone en todo un siglo XXI. Escribo estas líneas justo en el momento en que el gobierno español ha dado unos pequeños primeros pasos para limpiar su complicidad con el genocidio en Palestina. Los discursos y acciones de Trump, Putin y Netanyahu nos sitúan en una perspectiva que sería inviable si el Norte Global hubiera llevado, forzado por sus élites culturales y académicas o por la integración de críticas de los territorios y mentes en proceso de descolonización del Sur Global, un esfuerzo por analizar el imaginario del colonialismo desde antes de volver a verse lanzado al sometimiento del otro como si nada se pudiera aprender de la historia. Así, se observa un nuevo auge en el mundo, en España y en Andalucía de nuevas formas de racismo y de defensa del imperialismo, frente al “buenismo” o el “pensamiento woke”. El contexto académico del libro es el de cierto auge de lo “decolonial” que se va proyectando desde las universidades a los circuitos culturales progresistas como una etiqueta relacionada con la lucha contra el propio etnocentrismo de occidente. En 2023 y 2024 las acusaciones por acoso sexual al padre de las llamadas epistemologías del sur, Boaventura de Sousa Santos y los abusos de poder en el Centro de Estudios Sociales de la Universidad de Coimbra han generado, de cualquier modo, cierta desafección a las líneas teóricas que defendieron y mucha indignación por una nueva traición de supuestos gurús de la crítica social que acaban proyectando los mismos mecanismos en sus vidas contra los que escriben en sus obras. Por supuesto, no es asunto del libro de González Alcantud esta cuestión, ni debe tenerse en cuenta a la hora de juzgar las teorías de aquellos como un todo. Sin embargo, sí nos sirve para describir por qué la perspectiva feminista no puede desligarse de la cuestión poscolonial al igual que el enfoque ecológico, dado que estas tres cuestiones (colonialismo, estudios de género y crisis medioambiental) sí nos ayudan mejor a comprender los desafíos fundamentales de nuestro contexto planetario. Otra de las cuestiones fundamentales del contexto académico que sí que entroncan de lleno con algunas de las críticas del libro tiene que ver precisamente con la consideración de que sean universidades del norte global y especialmente anglosajonas las que se hayan convertido en los centros que dictan la moda en ciencias sociales. Podríamos considerar Sur Poscolonial una muestra de cómo encontrar una vía propia, autónoma y emancipada de los centros dominantes de producción intelectual para analizar la condición poscolonial. Y, en ese sentido, nace en el contexto de la Universidad de Granada cuya historia está tan relacionada con el concepto de colonialismo, tanto como primeras víctimas de la misma en el expolio y quema de sus libros y la persecución y expulsión de sus habitantes en los prolegómenos de la modernidad, como por ser la ciudad que da comienzo al viaje de Colón que da origen al término.

Recuerdos de la pobreza. Matera.

Saliéndonos del contexto para entrar de nuevo en el ensayo, me propongo ahora sacar el cedazo para extraer algunas de las pepitas que encontré en el discurrir de la lectura. El libro está compuesto por capítulos que deben entenderse de forma transversal o rizomática. Esto no refiere solo a estructura formal sino también de contenido y tiene que ver también con cómo cartografiar el imaginario. La cartografía de lo imaginario debe partir del concepto de rizoma sintetizada por Deleuze y Guattari y que podemos oponer el modelo teórico del árbol, la raíz, el sistema axiomático o geométrico de sistemas teóricos típicos de la modernidad cartesiana. Todos los puntos de un rizoma pueden y deben ser conectados, con lo que se evita un orden exclusivo y jerárquico entre las ideas clave, que pueden ser rotas en sus nudos para ser recomenzadas en otras partes. Se trata de que asuman una pluralidad en que no hay una escisión ficticia entre sujeto y objeto, ya que ambas forman parte de su estructura como partes del todo. Para llevar la metáfora del rizoma a esta obra: el ensayo contiene diversas reflexiones que desde análisis particulares reactivan nuevos brotes que se abren hacia postulados teóricos generales. Por ejemplo, en el capítulo dedicado al debate poscolonial cubano se nos ilumina la comprensión del concepto emancipador de “transculturalidad” en Fernando Ortiz frente al multiculturalismo impuesto por la “metrópoli académica”. Esto se hace desde el análisis de las dialécticas de poder/racismo en Cuba y nos ayuda tanto a asimilar el método para un diálogo crítico poscolonial como para entender mejor el racismo en Brasil o “el mito bueno” de Al-Ándalus. Sirva como muestra de esa forma antihegemónica de hacer pensamiento sin caer en el sistema de tipo moderno.

En las críticas de González Alcantud a la trasmutación del diálogo crítico poscolonial hacia el cliché de lo “decolonial” o a la inserción de aquel dentro de la etiqueta de “epistemologías del sur” están la creciente tendencia a operar con el marco teórico anglosajón y que son simplificadoras. Estas tendencias anulan la posibilidad de establecer las tremendas distancias que hay en cada proceso de colonización-descolonización. En general, el esquema de pensamiento que surge del contexto imperial inglés y el proceso de descolonización en India parece imponerse como modelo de fabricación de conceptos como si Marruecos, Brasil o Cuba pudieran pensarse igualmente desde esos mismos patrones. El término “decolonial” nace en ese contexto de debate indio por élites culturales de la colonia que quieren naturalmente su espacio literario en la universidad de la metrópoli y se impone como fórmula en los ambientes académicos globales, aunque el debate sobre la necesidad de descolonizar el imaginario ya estuviese abierto en muchos frentes del sur sin haberse convertido –quizás desgraciadamente– en moda. Las relaciones coloniales entre España y Marruecos o Francia y Argelia son tan diversas que resulta tremendamente reduccionista establecer marcos generales para ambas por útil que sea contrastar sus procesos. El pensamiento poscolonial debe partir del análisis particular de los casos para establecer relaciones horizontales en los procesos. Si hablamos de “epistemologías del sur” encontramos también estos problemas más específicos que tiene que ver con el rigor científico de los conceptos. En primer lugar, aclaramos la obviedad de que, con sur, González Alcantud no se refiere al sur geográfico. Sur es un referente en la geoestrategia poscolonial. Se opone al Norte marcado por el endiosamiento de los medios capitalistas y subraya cultural y emocionalmente la pluralidad, la expresividad, el valor esencial frente al instrumentalismo propio de todo proceso colonizador, el valor del bienestar de lo distinto frente a la violencia dominatriz del progreso que anula lo dispar o la preponderancia de lo comunitario frente al falso mérito individual. En este sentido, los partidarios de establecer un debate crítico sobre la condición poscolonial del sur estarían éticamente de acuerdo justo en frente de modelos neoconservadores que tratan de invisibilizar la inferiorización del otro, consustancial a todo proceso colonial. Sin embargo, el uso excesivamente laxo de palabras técnicas como la propia “epistemología” o “epistemicidio” por parte de los defensores de las “epistemologías del sur” hacen un flaco favor para aquella. González Alcantud hace un recorrido por el origen del término en la ciencia y la sociología francesa para reclamar un adecuado uso del término.

Establecidos grosso modo algunos de los senderos que pueden recorrer unos estudios poscoloniales desde el sur, es interesante también señalar que otro de los errores comunes en la investigación de dicho proceso es partir del famoso ensayo de Lenin en que establece que el imperialismo se puede reducir a una fase del capitalismo. González Alcantud explica con numerosos ejemplos históricos y citas de algunos estudios por qué el hecho colonial no puede comprenderse desde un mero determinismo económico y hay factores superestructurales fundamentales para atender al proceso. Prueba de ello sean el desastre económico de algunos proyectos coloniales, que se planificaron por factores que pueden tener más que ver con deseos que tienen raíces menos cuantitativas que el dinero, como la glorificación de lo exótico, de la aventura o la búsqueda de la propia fama y que igualmente acaban constituyendo mecanismos de inferiorización del otro para lograr su sumisión. Como ejemplo de esa línea de investigación resulta bien interesante el uso recurrente de González Alcantud de la “fantasmática” como concepto para entender el imaginario colonial. Si en Lacan la fantasmática está relacionada con las formas inconscientes en que articulamos el deseo y tiene pues una trama estructural que sostiene identidades, narraciones y percepciones colectivas, González Alcantud la relaciona especialmente con la memoria mítica de los procesos identitarios y coloniales. Así, nos pareció especialmente sugerente el concepto de “mito bueno” y que ejemplifica con la tradición de tolerancia de las tres culturas encarnada en al-Ándalus. En el capítulo dedicado a esto, se hace un recorrido por el concepto de tolerancia, primero en la filosofía moderna e ilustrada europea, después en la conformación de Andalucía como autonomía y su relación con el enfoque multiculturalista e interculturalista para acabar planteando una oposición entre la apertura de al-Ándalus frente a la exclusión castiza. Sin entrar en el debate fáctico sobre las condiciones históricas de la tolerancia en al-Ándalus por la propia imposibilidad ante el ruido actual de la cuestión, reconoce esta visión singular como mito bueno, en el sentido de encerrar una visión del mundo que se enhebra mejor con la actualidad de nuestro tiempo y, así, estudia la relación de ese mito con algunos análisis o sentires de la política contemporánea. Se sugiere que esa preferencia por la al-Ándalus de las tres culturas frente a otros periodos históricos está precisamente impregnada del ideario de convertir la tierra en la morada vital de la convivencia, en la “vividura”, utilizando a terminología de Américo Castro, en que se puede establecer una convivencia abierta a la diversidad real. Después, se hace un recorrido por las ramificaciones de este mito en intelectuales concretos y en ciertas opiniones que se mantienen en la península ibérica para acabar señalando que el interés en el estudio de la convivencia en al-Ándalus está creciendo en las universidades norteamericanas y canadienses precisamente como acicate para hacer ver claras las deficiencias del modelo multiculturalista. Podemos relacionar esta reflexión con otras críticas que la obra reseñada hace a propósito del racismo, especialmente, cuando describe nuevas formas de racismo que tienen que ver con el modelo multicultural como una forma de racismo elegante, en que incorpora al otro, pero simbólicamente y manteniéndolo a una distancia prudencial. Es por ello que la obra se encuentra mucho más cerca del modelo del cubano Fernando Ortiz y el concepto de transculturalidad, que explica mejor algunas experiencias de mestizaje en el sur global.

Benarés

A lo largo del trabajo se tocan temas candentes, en los que González Alcantud se muestra claro. Uno de ellos tiene que ver con la idea según la cual el objeto de la marginación colonial ha de ser el sujeto exclusivo de la rebelión frente al imaginario que sostiene esa opresión sin contar con la voz del enemigo-colonizador. González Alcantud considera un tanto simplificadora esta visión ya que en la relación colonizador-colonizado opera un diálogo muy complejo que recuerda a las famosas reflexiones de Hegel a propósito de la dialéctica amo-esclavo. Aboga por la fundamental necesidad de que la descolonización del imaginario esté no solo ligada a los procesos psicológicos del colonizado sino también del colonizador. Este tema sale algunas veces a lo largo del libro en relación con, por ejemplo, la obra de Fanon, Sartre, Camus o algunos otros. Por poner un ejemplo sencillo de la dificultad para establecer líneas divisorias entre unos y otros, debemos recordar cómo la vanguardia de los cuerpos que se lanzan a dominar y conquistar lugares ajenos no son precisamente las élites culturales y sociales que los planifican, del mismo modo que la masa de personas que se lanzaron a los barcos a conquistar otros mundos no fueron precisamente los que estaban más acomodados en el propio. Sólo hay que echar un vistazo al ejército del imperio estadounidense para darse cuenta de que la mayoría no son precisamente blancos, anglosajones y protestantes de clase alta en términos estadísticos.

En el capítulo dedicado a la pobreza poscolonial en su contexto literario, González Alcantud se mueve precisamente en esta línea a través del comentario de la obra del etnólogo y escritor cubano Miguel Barnet, Gallego. En ella, se cuenta la historia de un “colonizador” pobre en sus idas y venidas de Galicia a Cuba. Utiliza al personaje principal, Manuel Ruiz, para ponerlo en relación con estudios antropológicos que reflexionan sobre la “cultura de la pobreza” para acabar defendiendo que la vivencias ficcionadas en la obra se acercan más en un sentido cultural y humano a la obra del italiano Ernesto de Martino, prácticamente desconocido fuera de Italia, que a la del famoso autor de La antropología de la pobreza, el estadounidense Oscar Lewis. En la crítica estaría que la visión de Oscar Lewis propende a una pasividad en que solo puede uno ser salvado de su condición precaria por agentes externos e ingenierías diseñadas desde la planificación social de los poderes. La obra de Ernesto de Martino es también tratada a propósito de la cuestión meridional para tratar ciertas similitudes en el imaginario del sur de Italia y sur de España, marcadas por cierta dificultad para desprenderse de la etiqueta que el norte les impone como arcaicas e irracionales para consolidar su dominio. En ambas se pueden trazar líneas comunes de resistencia cultural frente al colonialismo interior. González Alcantud realiza una interesante trasposición de los Mezzogiorno italiano que ilumina el enclave andaluz para los estudios culturales de las clases subalternas y su relación con los modelos hegemónicos.

El penúltimo capítulo, Viaje al Sur, se vuelve más personal y parte de una estancia en Tánger con la simbólica canción de La Estrella de Enrique Morente de fondo. Podemos considerarlo una especie de epílogo estético. En ella se reflexiona sobre la propia ciudad de Tánger y sus entresijos culturales a partir de la vida y obra del escritor marroquí Chukri, que con la intensidad de su biografía convertida en obra literaria se convierte en un particular caso de estudio para la antropología general y la etnografía. El epílogo académico, el último del libro, establece una serie de conclusiones, algunas paradójicas, en un decálogo que impele al público lector a continuar reflexionando sobre las realidades poscoloniales y el papel del sur global en ese diálogo, el de América frente a la vieja Europa, el de lo íbero frente al modelo académico francés o anglosajón. Entre las paradojas señaladas, aparece la duda sobre si el concepto de negritud esgrimido esencialmente por referentes del panafricanismo, no se enmarca en los mismos errores conceptuales del racismo postcolonial. González Alcantud se pregunta si el orgullo de la negritud al modo de la marxista “conciencia de clase” no puede acabar sirviendo para reinstalar el denostado concepto de raza en el centro del debate en un camino que puede acabar siendo el contrario al que los fines de la crítica poscolonial debería alcanzar.

Andaba yo en plena lectura de Sur poscolonial, cuando me enteré de que el premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades, había recaído en el filósofo Byung-Chul Han. Causó esto cierto revuelo entre profesionales de la filosofía, con los que concuerdo, por ser la obra de Han un tanto reduccionista, simplificadora y más afín a crear eslóganes vendibles como aciertos propios que a trabajar de forma rigurosa las influencias de obras anteriores que se confunden con su propia obra. Eso sí, es cierto que la obra de Han es muy sencilla de leer para cualquiera, quizás en ocasiones a costa de la verdad de lo que dice. Aunque espero equivocarme, el ensayo Sur Poscolonial no le va a servir a González Alcantud para lograr el Princesa de Asturias porque es un libro complejo y necesario, ni simplifica la realidad para hacerla más digerible, ni deja de expresar matices, claroscuros, particularidades, que no se atienen a las reglas fácilmente extrapolables de unos casos a otros. El Sur necesita ser pensado como agente emancipado en una geopolítica que de forma inteligente y madura dialogue sobre el hecho colonial y sus consecuencias para reformular el mundo en que queremos vivir. Esta obra es un estupendo modo de cimentar ese sendero, al que habrá que sumar al menos las consecuencias medioambientales y de género, para que el espectro de análisis de lo poscolonial esté más completo, y lo hace con un diálogo intenso con diferentes momentos de la historia de la antropología y la sociología, lo que en ocasiones exige al público lector una atención plena.

Árbol en Olinda (Brasil)
Índice de la obra

Introducción

    1. Epistemología, Sur, latinidad, poscolonialismo.
    2. La cuestión meridional en Italia y España, un debate (pre) poscolonial.
  • Mecanismos de psicología colonial para dominar.
    1. La transculturación y el antirracismo en el debate poscolonial cubano
    2. La pobreza postcolonial: contexto literario. VI. Brasil en la prueba del racismo elegante.
    3. Al-Andalus en la prueba de la tolerancia VIII.
  • Geocultura del sur: orientalidad amazónica
  • Marruecos en su incompletud poscolonial
    1. Izquierda y sumisión en Marruecos
    2. Viaje al Sur
    3. Un mundo de paradojas poscoloniales, seguido de conclusión.

Agradecimientos
Referencias bibliográficas

Libro reseñado: González Alcantud, J. A, (2025), Sur Poscolonial. Ensayos críticos y políticos. Editorial Hojas de hierba.

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: ilustración de cubierta del libro reseñado

Ilustraciones: fotografías de J.A. González Alcantud,

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