Ricardo Labra escribe sobre uno de los dos únicos rectores fusilados en España por los sublevados del treinta y seis: el hijo de Clarín, a quien tal vez mataran movidos por el odio a su padre, el destripador de «Vetusta».
Ricardo Labra*
La vida y la obra del rector Alas Argüelles, su proyección intelectual y académica, así como su compromiso cívico, difícilmente puede explicarse sin la vida y la obra de Leopoldo Alas Clarín.
El rector, como su padre, dejó una profunda huella en Oviedo y un vigente legado intelectual. Sus denodados esfuerzos por reconstruir la Universidad y su devastada biblioteca —tras su destrucción en la revolución de 1934— lo convierten, pese a los deliberados silencios y olvidos de los claustrales, en el rector por antonomasia de la Universidad de Oviedo.
Su ejemplaridad y compromiso cívico están fuera de toda duda: solo hace falta asomarse a sus artículos para comprobar los altos ideales humanos que alumbraron siempre su compromiso social y su ideario académico. El rector siempre estuvo interesado en expandir los conocimientos que atesoraban los muros universitarios, como fiel heredero de la Extensión Universitaria, lo que explica su incansable labor divulgadora en los ateneos asturianos y en cualquier asociación popular que lo reclamase como los Amigos del Árbol y del Campo de San Francisco.
En su etapa de formación madrileña, tras una controvertida relación laboral con el político y discípulo de su padre, Melquíades Álvarez, Alas Argüelles se vincula con la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, presidida por Santiago Ramón y Cajal, en la que desempeñará las funciones de secretario. La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas fue un pionero proyecto heredero de la Institución Libre de Enseñanza, extraordinariamente fecundo e innovador, que buscaba promover la investigación y la educación científica en España a través del intercambio de profesores y alumnos y de la implantación de becas en el extranjero. Una de ellas propició la estancia en la Universidad de Halle (Alemania) de Alas Argüelles para la realización de su doctorado —Las fuentes del Derecho y el código civil alemán—, que culminaría en Madrid, debido al estallido de la guerra mundial. La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas —noble precursora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)—, fue desmantelada en 1939 tras la derrota de la República, y perseguidos sus egregios miembros con saña por las huestes franquistas, desencadenado el largo eclipse académico y cultural que asoló durante años a España.
Leopoldo Alas Argüelles aúna sus preocupaciones intelectuales con sus preocupaciones sociales y su compromiso político, podría decirse que unas le llevan a otras o que ambas se retroalimentan. Ya en julio de 1906, con 23 años, es elegido secretario de la Asamblea Republicana de Oviedo, desempeño que lo lleva a ser uno de los líderes del movimiento republicano en Asturias. En 1919, como documenta Galera Carrillo, Leopoldo Alas Argüelles ingresa en la agrupación madrileña del Partido Socialista Obrero, aunque pronto tendrá problemas por el debate emprendido en el partido en torno a la adhesión a la Tercera Internacional. Pero su destacada acción política se desarrollará, sobre todo, en los dos años siguientes a la proclamación de la Segunda República, donde reaparece con el Partido Republicano Radical Socialista (PRRS) y es elegido diputado por Oviedo en las elecciones de junio de 1931 por la candidatura conjucionista. Leopoldo Alas Argüelles, junto a otros 21 diputados electos, una vez constituido el pleno de las Cortes Constituyentes, es designado para redactar la nueva constitución española. El ministro de Gracia y Justicia, Álvaro de Albornoz, buen amigo del rector y antiguo discípulo de su padre, lo nombra subsecretario del Ministerio para intentar con su diligencia reformar la Administración de Justicia, lo que acarreará al catedrático más de un disgusto y sinsabores.
Después de veinte meses de intensa dedicación, y tras la dimisión del Álvaro de Albornoz, Alas Argüelles abandona el cargo y puede decirse que su actividad política, sobre todo tras la debacle electoral de noviembre de 1933, aunque no su militancia ideológica.
Esta doble faceta, tan característica de los intelectuales comprometidos con su tiempo, hacía que el rector Alas deambulase tanto por los foros académicos como por los más populares, incluidos los de más marcado acento reivindicativo y político, como cuando asistió al acto celebrado en el teatro Jovellanos en favor de los pro-damnificados de los caídos en octubre. En una fotografía de ese acto aparece el rector Alas en compañía de Dutor, Mulero, Laredo, La Pasionaria, Antuña y Amador Fernández, entre otros. Fotografía que sus verdugos utilizaron como prueba indubitable en el juicio contra el rector Alas para señalarle como un «individuo sumamente peligrosísimo para el glorioso movimiento nacional» (Labra, 2022: 136).
En España solo se ajustició a dos rectores (si exceptuamos a Joan Peset, que había dejado de ser rector de la Universidad de Valencia en 1934): a Salvador Vila, rector provisional de la Universidad de Granada, y al rector Alas Argüelles. Si en el primero laten las sombras de una venganza sobre Unamuno, una vez caído en desgracia para los insaciables usurpadores, a través del suplicio de Salvador Vilas, en el caso de Alas Argüelles las oscuras implicaciones de la Vetusta clariniana parecen más evidentes.
Quizá por ello, en cualquier acercamiento que se realice al rector Alas, siempre aparecen los interrogantes, todavía causa de controversia entre historiadores y clarinistas, sobre su muerte: «¿Quién quiso que muriera Alas?», «¿quién en definitiva hizo que lo mataran?» ([De] Silva 2014: 15)
A estos interrogantes los investigadores suelen responder desde dos planteamientos contrapuestos. El más radical, y que pretende ser más objetivo, es el de aquellos que consideran como causa fundamental de su condena su militancia política, mientras otros, acaso más deterministas, consideran «los ámbitos textuales de La Regenta y contextuales de Oviedo como principales desencadenantes causales del fusilamiento del rector» (Labra, 2022: 132).
Estos planteamientos teóricos que tratan de abordar los arcanos que todavía rodean el asesinato del rector Alas, están magníficamente representados en El Rector —yo diría que escenificados, ya que de una obra de teatro se trata—, en el sustancioso preámbulo o prólogo que recoge la conversación mantenida entre Pedro de Silva, autor de la obra, y el escritor leonés Juan Pedro Aparicio. En la «Conversación sobre El Rector», Pedro de Silva encarna el posicionamiento que utilizan los historiadores que defienden taxativamente como causa de su muerte su militancia y compromiso político. Pedro de Silva viene a afirmar que fue Franco quien lo mató. Pero a pesar de su posicionamiento teórico, en línea con los postulados defendidos por Galera Carrillo, De Silva no deja de volver subrepticiamente sobre el tema a lo largo de su conmovedora tragedia, indicando que el factor Vetusta no solo opera en el imaginario colectivo de los ovetenses sino en el destino inevitable del rector. Juan Pedro Aparicio encarna las tesis de los investigadores que ven una relación directa entre la Vetusta clariniana y la suerte del rector: «Que la novela del padre hubo de influir en la condena a muerte del hijo parece fuera de toda duda» ([De] Silva 2014: 21).
Estos dos posicionamientos, tan reflexiva y brillantemente expuestos por Pedro de Silva y Juan Pedro Aparicio, encarnan la viva controversia que todavía se mantiene en torno a las causalidades últimas que condicionaron la muerte del rector Alas. Es indudable que en aquel contexto bélico, de desatada irracionalidad, muchas otras personas con una trayectoria política menos significativa que la del rector fueron igualmente asesinadas, pero tampoco puede obviarse que en el ajusticiamiento del rector Alas entran otros factores que no pueden ni deben soslayarse.
La vida del rector Alas Argüelles siempre estuvo marcada por la alargada sombra de su padre, y su muerte también. Se puede poner en cuestión la incidencia de la conflictiva relación de Oviedo con La Regenta y con el legado clariniano en la muerte del rector Alas; todavía algunos historiadores inciden en estas tesis militantes y reduccionistas, a pesar de la secuencia de hechos encadenados que evidencian que Leopoldo Alas Argüelles nunca fue para los grupos reaccionarios y ultracatólicos de Oviedo, ni para las huestes franquistas, un «peligrosísimo» partidario político sino el hijo primogénito de Leopoldo Alas Clarín. Los grupos dominantes de la ciudad que no pudieron vengarse en el padre, se vengaron en el hijo, como simbólicamente demuestra la vejación y destrucción del monumento de Leopoldo Alas Clarín tras el fusilamiento del rector Alas en la cárcel modelo de Oviedo. Tal y como si los nietos de La Regenta quisieran matar dos veces a Leopoldo Alas Clarín: primero, de la manera más cruenta y terrible, sobre la carne de su hijo, y después, sobre la cincelada piedra del Campo de San Francisco.
Se puede poner en duda la determinante influencia de la sinuosa recepción de La Regenta en Oviedo en el ajusticiamiento del rector Alas, incluso que esta no forme parte de la damnatio memoriae que la ciudad decretó sobre su escritor más egregio; pero lo que difícilmente puede ponerse en duda, ni tampoco negarse, es que el fusilamiento del rector Alas incidió directamente en el olvido de la obra de Alas Clarín, especialmente de La Regenta, y no solo en Oviedo. El nombre del padre —cualquier evocación de la reprobada Regenta— remitía en aquellos oscuros años al silenciado nombre del hijo y a su ominosa muerte, y cualquier evocación del hijo remitía a su padre y a su silenciada obra. Es decir, sobre los dos Alas, padre e hijo, se produce una doble damnatio memoriae en Oviedo que se retroalimenta, imbricada en el mismo haz de implicaciones ideológicas.
La Universidad de Oviedo —su universidad—, como tristemente puede comprobarse, también pretendió borrar su incontrovertible legado, como evidencia destacadamente un escudo de piedra en el paraninfo con el águila franquista, que trata de rememorar la reconstrucción de la Universidad. En la parte inferior, tras la leyenda «RECONSTRUCCIÓN», aparecen las infamantes fechas de «1936-1942», obviando deliberadamente que la reconstrucción de la universidad se hizo tras la revolución de 1934, a través de los desvelos y el buen hacer del rector Alas Argüelles.
Una reconstrucción no solo arquitectónica, que contó con el proyecto del arquitecto José Avelino Díaz Fernández-Omaña, sino que podríamos decir intelectual —por no utilizar el polisémico adjetivo de espiritual—, como demuestra el especial interés que el rector Alas puso en devolver su esplendor a la biblioteca destruida, y que ciertamente consiguió gracias a las donaciones de particulares y de universidades extranjeras, pero, sobre todo, a sus exitosas negociaciones con Roque Pidal y Bernaldo de Quirós, que vendió a la universidad treinta mil volúmenes de valor incalculable, con un precio generoso y altruista, gracias a lo cual la biblioteca de la Universidad no solo acrecentó su antiguo esplendor, sino que desde entonces cuenta con algunos incunables y ediciones sumamente valiosas, incluso con un incunable único: El Baladro del sabio Merlín. Y es que el rector Alas profesaba, y vuelvo a hacer mías las lúcidas palabras de Pedro de Silva en El Rector: «un culto laico a los libros, como símbolo irreductible de la civilización humanística» (ibíd.: 27).
Una proyección tardía pero no menos relevante de la damnatio memoriae sobre el rector Alas se produjo en fechas muy recientes, cuando la familia Alas, representada por los nietos del rector Leopoldo y Ana Cristina Tolivar Alas, formalizó en 2010 con el Principado de Asturias la cesión pública en depósito del legado de los Alas y parte de la biblioteca de Fermín Canella, cuyos documentos, cartas y libros quedaron desde entonces bajo la custodia, en la última planta, de la Biblioteca de Asturias «Ramón Pérez de Ayala».
Las fases de entrega que se establecieron con la familia fueron las siguientes: primero los libros de Alas Clarín y de Fermín Canella, después los manuscritos y pertenencias de Alas Clarín y, por último, la biblioteca y documentos de Leopoldo Alas Argüelles. Pues en este traslado y recepción del legado del rector se produjo —ante el asombro y la indignación de sus custodios— la desaparición de una caja con documentación muy sensible del rector Alas, con cartas personales y documentos, que ya seguramente nunca verán la luz ni podrán ser examinados por los especialistas e investigadores. El autor o autores de semejante expolio sabían lo que hacían, si bien, afortunadamente, existía copia de buena parte de estos documentos.
El rector Alas también fue un provinciano universal, como demuestran sus numerosos artículos, tanto en diarios regionales como nacionales, en los que puede verse que se interesaba por el paisaje asturiano con la misma pasión y discernimiento que por el nuevo dogma de la economía, siempre con Oviedo y su universidad como sustrato emocional y reflexivo de sus disquisiciones. Sus artículos, recogidos y sistematizados por Joaquín Ocampo Suárez-Valdés, Sergio Collantes y Francisco Galera Carrillo(Alas Argüelles, 2017), son prueba indeleble de su bonhomía y de su cívico magisterio.
La vida del rector Alas Argüelles siempre estuvo marcada por la alargada sombra de su padre, y su muerte también. El caso Alas Clarín es el caso del rector Alas Argüelles.
Bibliografía
Alas Argüelles, Leopoldo (2017): Obra periodística de Leopoldo Alas Argüelles (1883-1937) (Joaquín Ocampo Suárez-Valdés, Sergio Sánchez Collantes y Francisco Galera Carrillo eds.), Gijón: Trea.
Labra, Ricardo (2021): El caso Alas Clarín: la memoria y el canon literario, Oviedo: Luna de Abajo.
Silva, Pedro de (2014). El Rector, Buenos Aires: Losada.
*Ricardo Labra, poeta, ensayista y crítico literario, doctor en Investigaciones Humanísticas y máster en Historia y Análisis Sociocultural por la Universidad de Oviedo; licenciado en Filología Hispánica y en Antropología Social y Cultural por la UNED, es autor de los estudios y ensayos literarios Ángel González en la poesía española contemporánea y El caso Alas Clarín: la memoria y el canon literario; y de diversas antologías poéticas, entre las que se encuentran Muestra, corregida y aumentada, de la poesía en Asturias, «Las horas contadas»: últimos veinte años de poesía española y La calle de los doradores; así como de los libros de relatos La llave y de aforismos Vientana y El poeta calvo. Ha publicado los siguientes libros de poesía: La danza rota, Último territorio, Código secreto, Aguatos, Tus piernas, Los ojos iluminados, El reino miserable, Hernán Cortés, nº 10 y La crisálida azul.
Fuente:
El cívico magisterio del rector Alas Argüelles
Portada: Leopoldo Alas García-Argüelles en su juventud (foto: Nortes)
Ilustraciones: Conversación sobre la historia
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Interesante artículo, aunque no sé si hablar de “ajusticiamiento” en este caso es lo más adecuado.
La JAE es exactamente lo contrario del CSIC y por ello no puede ser su “noble precursora”
“La Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas —noble precursora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC)—, fue desmantelada en 1939“
Como se deduce de la ultima parte de esta misma frase.