Emilio Grandío

Profesor Titular de Historia Contemporánea. Universidade de Santiago

Presentación. Cuando la realidad supera a la ficción

La realidad supera a la ficción. Esta frase tan directa, casi una entradilla cinematográfica, es bien conocida por los historiadores. Especialmente por aquellos que investigan temas complicados, ese material enormemente valioso para el relato fílmico y literario. Porque el misterio, la búsqueda de lo oscuro, está detrás de la curiosidad, motivación básica de la humanidad. No ha habido período en el siglo XX tan parecido a una tragedia griega como la Segunda Guerra Mundial. A la situación de guerra de alcance mundial, se le añadía la falta de alternativas respecto a una democracia liberal exhausta frente al totalitarismo. Y había miedo. Mucho miedo ante el abismo. Ante la muerte que circulaba a tu alrededor en ese palpable clima de combate. Temor en la sospecha permanente de sentirte cerca de tu enemigo. Esos días, que se tradujeron en años, en los que puede ocurrir que de la noche a la mañana haya un cambio radical en tu existencia. Esa sensación de que los acontecimientos se van sucediendo a tu alrededor, te sobrepasan, no tienes posibilidad de dirigirlos ni gestionarlos, quizás sólo de esquivarlos.

Más de 75 años después de todos esos relatos, que se nos han trasmitido sobre el conflicto mundial, se han ido banalizando. Se han ido perdiendo esas sensaciones. Por la evidente distancia temporal, por la acomodación del pensamiento, por el reduccionismo comunicativo que facilita la trasmisión del relato y lo hace más sencillo. Esa historia que nos han contado de la Segunda Guerra Mundial dividida desde el origen en dos bandos, responde a la lógica del combate, pero no al análisis del historiador. La realidad siempre es mucho más compleja. Otra cosa es que seamos capaces como historiadores de llegar a ella y de comunicarla.

Sir Henry Getty Chilton sale del Palacio Nacional tras presentar sus credenciales de embajador al Presidente de la República el 11 de octubre de 1935 (foto de la exposición Diplomáticos y Exilio, Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación)

La obra que os introduzco a través de estas líneas parte de esa sensación inicial. Del hecho de que bucear entre los papeles de los National Archives británicos ofrece una realidad que va más allá de los planteamientos que hemos asimilado como normales en el lenguaje comunicativo de este tema. Como sabemos en el gremio, a los papeles que vemos en los archivos si se les sabe preguntar nos dicen mucho más de lo que imaginamos. Siempre habrá sorpresas en ellos. Y no necesariamente la conmoción reside en el descubrimiento de un papel concreto -otra imagen fílmica-, sino que en la mayoría de los casos se encuentra en la construcción de otra interpretación, complementaria de la anterior. Esto me sucedía -y espero que me siga sucediendo- cada vez que entre estos papeles construía mentalmente la interpretación central del relato que tenéis delante.

Obsérvese que aún no he citado la palabra ‘espía’ ni ‘espionaje’. Porque no es necesario, como sabemos, para emocionarse entre legajos inéditos. Pero desde luego trabajar sobre este tema resulta si queréis de mayor morbo, está dotado de una mayor curiosidad. Personalmente me gusta más abordar esta temática desde el concepto de ‘información’. Porque nos permite explicar mejor cual es la realidad de estos sistemas y estructuras, que no tienen su origen en estos años de la Segunda Guerra Mundial pero que, sin duda, estos años fueron decisivos en su desarrollo y evolución, y representa el punto de partida de los sistemas de información modernos que conocemos hoy en día. En esa temática insisten las páginas originales del libro abajo expuestas.

Porque, por un lado, hablar de ‘información’ implica hablar de una realidad mucho más global de la que nos presenta a primera vista una sociedad dividida en dos bandos enfrentados entre 1939 y 1945. Por lo que he podido apreciar, y que he intentado exponer en esta obra, la realidad es otra: hay una ‘información’ plural, un ‘mercado’ de rumores y conocimientos al que se entregan ‘intermediarios’ –‘agentes’ o ‘enlaces’, formados inicialmente o no- que recogen esas comunicaciones, las valoran, y las utilizan según sus intereses. Tras la recepción de esta información los sistemas de información de los estados o estructuras competentes realizan sus respectivos análisis. Desde esta perspectiva el mundo tan atrayente -y difundido- del ‘Doble XX’, o ‘agente doble’, presentado como la excepción, resulta la norma.  Sirva como ejemplo lo que se narra en el libro: ¿no es verdad que las fuentes en donde recibían la información unos y otros en el territorio peninsular -bares, cafeterías, lugares…- eran los mismos? ¿no es real que el enfrentamiento formal al exterior entre representaciones diplomáticas británicas y alemanas en España no los separaba en la práctica más que un tabique, el que separaba sus respectivas residencias oficiales? ¿o que los robos y hallazgos de valijas diplomáticas, incluso dentro de la embajada británica, no fueron hechos que ocurrieron durante estos años, sin denuncia diplomática aparente? ¿o que el pacto no-escrito entre Franco y Gran Bretaña para dejar circular a los británicos libremente por el territorio nacional fue el no sobrepasar la línea roja de trabajar contra su régimen? ¿Dónde está la frontera, esa trinchera en la práctica?

Modelo de informes para la embajada británica (foto: archivo del autor)

El mundo del pasado es complejo, lleno de matices, pero el de las investigaciones sobre la información y su gestión, en estos años tan dramáticos, mucho más. La información es algo valioso, que deja de tener su valor para el que la emite en el momento de trasmitirla. Después ya no pertenece a su origen. Se puede comprar o traspasar esa información, pero después su gestión no tiene por que ser la que uno pretende. Por eso los agentes atentos al mejor postor en este mercado son más comunes de lo que uno piensa. Porque la realidad, y en esos momentos más, puede ser fácil y rápidamente intercambiable. Porque la realidad es lo que uno piensa en el momento sobre donde está en el mundo. De ahí que la contrainformación sea un elemento totalmente adaptable al ejercicio de la ‘clásica’ información para un determinado bando o estructura.

Por definición el mundo de la información es muy opaco. Lo que se ve generalmente, y con lo que reconstruimos este pasado, es la punta de un enorme iceberg de información generada y gestionada. Y generalmente atiende a dos razones: o bien es aquello que ha fallado y por lo tanto tiene que gestionarse su salida a la luz pública, o bien aquello cerrado y que se permite reconstruir debidamente en el imaginario colectivo. Si de algo sabemos los historiadores, especialmente en la última década, es del acceso a los archivos y el control de la información resultante de ellos. Hay que filtrar mucho el contenido de estos archivos. Por su origen, pero sobre todo por sus objetivos.

Gran Bretaña jugaba sus cartas en estos años bélicos, con la misma intención con que las había jugado en los meses finales de la Segunda República en paz. La mayoría de análisis enviados hacia el Foreign Office sobre el rumbo político de España desde la llegada del embajador Chilton eran negativos, y concuerda con la implicación de los servicios de inteligencia británicos en el vuelo del ‘Dragon Rapide’ o con esa acelerada aceptación del ‘Pacto de No Intervención’ de agosto de 1936 con las demás potencias europeas, despreciando en los meses siguientes proyectos de pacificación como el protagonizado por el propio Salvador de Madariaga.

Pero la política británica del ‘apaciguamiento’ se derrumbó con la invasión de Polonia por los nazis. Luego cayeron los Países Bajos, Francia… Y con esta última se rompe la relación de las democracias con los servicios de información españoles. Solo quedaba Gran Bretaña como dique de la democracia liberal frente al expansionismo fascista. Tuvo que reconstruir un contraataque. España fue considerada uno de los territorios de mayor interés en la creación de servicios de información y de sabotaje. Gran Bretaña necesitaba proteger Gibraltar y controlar el papel estratégico de la península, ante la Dictadura de Franco con la orientación más fascista de su gobierno. Incluso temen por el aterrizaje del Duque de Windsor en Madrid para ponerse al lado del Eje. El nuevo embajador en España, el curtido en mil batallas de información Sir Samuel Hoare, fue a ocupar su puesto en Madrid ‘en misión especial’ según el propio Whitehall.

Samuel Hoare durante la presentación de credenciales (foto: archivo Santos Yubero)

Y se activan desde la llegada de Churchill al poder en mayo de 1940 todos los servicios disponibles. Primero, los que ya se encontraban en la península. Progresivamente van a ir entrando en su territorio otros, bien formados en campos escoceses o bien con experiencia previa en el terreno. Así se podía producir la paradoja de que la misma persona, pudo ser condecorada por Franco por su participación con el Requeté navarro durante la guerra civil y dos años después estaba en los montes instruyendo militarmente a la Federación de Guerrillas León-Galicia. ¿Contradicción? Ninguna. Si hay alguna es nuestra dependencia ideológica en este discurso del conflicto. Cumplen como servidores a la Corona y el Estado británico, y su visión del contexto había cambiado drásticamente.

Este juego de ambigüedades, de equilibrios constantes se produce precisamente por la existencia de un ambiente de total incertidumbre en donde nada, ni nadie, está definido. No se puede prever el rumbo del mundo, de los países y de sus sociedades. Un mundo y unos años en donde la realidad de un conflicto global permitía que algunas personas situadas encima de un finísimo filo de navaja cayeran o saltaran hacia un lado u otro. Y se tuvieron que posicionar desde aquella.

En esta obra he intentado trasmitir estas sensaciones, aquel contexto. Las idas y venidas de la inteligencia británica frente al franquismo más fascista. Presiones militares y diplomáticas, establecimiento y ruptura de leyes no escritas, entre un trasiego constante de información que permiten tomar resoluciones y posturas nunca consideradas definitivas hasta casi el final del conflicto. Un juego de equilibrios por parte de los dos países que podía romperse en cualquier momento. El instante de mayor capacidad de ruptura de relaciones, y por lo tanto el enfrentamiento director, fue el que da titulo a esta monografía. Esa ‘Hora Zero’, termino acuñado por Churchill en su correspondencia con el Embajador en España Samuel Hoare para señalar en clave el día previsto para una invasión aliada de la península en octubre de 1943. Fue el momento crucial.

Pero no fue ficción: fue real.

A Coruña, 28 de abril del 2021

 

Fragmento del capítulo 5 «España cambia de bando (1944-1945)» (páginas 267-276)

[…] Era evidente que el conflicto mundial había ido girando hacia la supremacía militar de los aliados. Sólo parecía cuestión de tiempo cuanto pudiera aguantar Alemania. El hecho del término de la guerra, y la posición de aislamiento diplomático en que quedaba el Estado franquista anima a buena parte de la oposición política a intentar echar definitivamente al Dictador del poder. Es a partir del año 1944 cuando se intensifican los movimientos de la clandestinidad en este sentido: se localiza propaganda contra el régimen cerca de las localizaciones de extracción de wolframio, en Silleda (Pontevedra), en el mes de diciembre de 1944[1], lugar en donde meses antes tienen lugar actos de sabotaje en las propias minas[2]. En la localidad coruñesa de Arzúa en octubre aparecen pintadas en la Casa de Correos en contra de Franco[3]. Porque las redes de resistencia no se encuentran únicamente en zonas rurales o más alejadas de la vigilancia estatal. Durante la primavera de este año, concretamente con motivo del día 1 de mayo de 1944, se realiza un sabotaje en la línea eléctrica de Vigo[4].

Minas de wolframio en Fontao (Pontevedra) (foto: senenderezo.com)

Precisamente en los meses finales de este 1944 se intensifica la ejecución de sentencias. Así se lo confiesa el Presidente del Tribunal de Responsabilidades Políticas en carta manuscrita al General Franco por estas fechas: Esas sentencias dormían hace años en los cajones… De hecho este se pregunta –y le pregunta al Caudillo- ¿No es chocante la coincidencia con la campaña exterior de agitación?[5]. La ‘campaña exterior’ pertenecía evidentemente a los aliados. Su opinión, confidencial pero representativa de importantes sectores de la administración estatal en estos momentos,  no era precisamente de conciliación con los británicos:

Creo que ha sido un bien que no esté Hoare, pues estaba personalmente muy dolido, y todo inglés es rencoroso y las guarda

Hoy en la Universidad he tenido que hacer un esfuerzo supremo para no abofetear a un Elías de Tejada, Catedrático de mi asignatura en la Universidad de Salamanca. Convenía oírle. Según él, la Restauración es cosa de días y sin V.E. naturalmente, y con todo cinismo, su esperanza y su seguridad provenían del ultimátum que ellos dicen hizo Hoare al Ministro de Marina y al de Industria, y el motivo ocasional, el anuncio de la intervención o intrusión según el artículo o carta abierta de Salvador Madariaga…

Si esto –o cosa análoga- tuviese verosimilitud, yo sé que mis días están contados… y los de ellos también, naturalmente, pues ninguno piensa en elecciones si no es bajo la protección de las bayonetas inglesas… Con estas condiciones de odio e inquina de estos malvados de levita, no queda más para sostenerse y hasta anticiparla con mano firme en casos públicamente justificados…[6]

Mapa del golfo de Artabro (archivo del autor)

Como no va a a haber tensión entre la administración del régimen, cuando pocos días antes tiene lugar la tentativa de invasión del Valle de Arán, en el mes de octubre; cuando la camarilla militar del Caudillo se constituía cada vez más como un poder no confiable plenamente; cuando la presión exterior debería ser mayor… La posición de Franco era precaria. De hecho, no era una excepción. Desde 1943 lo había sido. Los servicios británicos de información recababan las posibilidades de fuerzas guerrilleras situadas entre dos aguas, cerca de la frontera francesa. Con apoyo importante de los sectores comunistas y de la resistencia francesa. Es el propio Vicecónsul británico en Barcelona el que se va a entrevistar con los dirigentes de la UNE en Toulouse a mediados de diciembre. Muy sintomáticas las apreciaciones respecto a las implicaciones británicas con el régimen franquista de un Coronel citado con el nombre de Pas que, según estas referencias, había dirigido la expedición del Valle de Arán:

Desde el principio, vi que el ambiente era poco amistoso, casi hostil, y muy pronto descubrí que, mientras se evitaban todas mis preguntas respecto a sus cambios y política, recibía el tratamiento en la jerga política habitual. U.N.E. consideró que Gran Bretaña era el enemigo de la España republicana, que era en gran parte responsable del colapso de la República española, que si el general Franco todavía estaba en el poder hoy en gran parte era gracias al Sr. Churchill …

La presión se trasladaba ahora a las bolsas de experimentados guerrilleros con casi diez años en combate. Con expectativas de entrar en España. El problema fronterizo podría surgir en cualquier momento. El Vicecónsul le realiza una pregunta muy concreta:

A mi primera pregunta estándar «¿cuál fue la política actual de la U.N.E. con respecto al gobierno francés y sus recientes órdenes para las fronteras?» Me informaron de inmediato y con la aprobación unánime de todos los presentes que a U.N.E. no le preocupaba el gobierno francés ni reconocía tales órdenes; pretendía seguir manteniendo las bandas guerrilleras y crear tantos incidentes como fuera posible en la frontera española. Si las autoridades francesas intentaran evitar esto, la fuerza armada se encontraría con fuerza armada, como había sido en el pasado. Además, sostuvieron que al crear numerosos incidentes en la frontera continuarían manteniendo la atención de la prensa mundial y, por lo tanto, recibirían mucha más publicidad. Afirmaron, además, que tales incidentes fronterizos mantenían y alentaban la moral de todos los buenos republicanos en España …

Foto: archivo del autor

Las impresiones de los delegados británicos siguen a ser muy semejantes al recuerdo negativo de la República de 1936:

Tras mis diversos contactos con la U.N.E. llegué a la conclusión, que coincide con la de las autoridades francesas, de que este grupo, bajo denominación ficticia de un Frente Nacional, está compuesto por unos pocos soñadores que se encuentran completamente en manos de los guerrilleros extremistas[7]

De todas maneras, bajo el estigma y el recuerdo de la debilidad institucional republicana, y su presencia en la división de la oposición democrática a Franco, no todos los Informes iban en esta línea. Algunos, aunque insistiendo en la idea de la excesiva división interna de la oposición, comentaban también el hecho de que un número considerable de españoles, dentro y fuera de España, están dispuestos a aceptar la Constitución de 1931 como símbolo de continuidad y punto de partida, al menos, para un retorno a los senderos de una democracia. Además, este mismo Informe procedente directamente de Londres, añadía a la permanente conclusión de la falta de unidad y de las dificultades de ensamblar a todos estos colectivos, que sin embargo, podemos equivocarnos al atribuir demasiada importancia a estas constatables diferencias… Las diferencias descritas en este documento pueden resultar menos profundas de lo que el simple observador británico juzgaría por el tono de violencia empleado en la denuncia mutua … Todas las partes que componen el gobierno en el exilio siguen en activo y podrían encajar en circunstancias favorables[8].

A principios de 1945 ya se observa de manera clara el viraje del franquismo en política exterior: también en materia de espionaje. La situación ha variado totalmente. El wolframio ya no era un problema especial. Y lo había sido, ya que había afectado a las relaciones con España:

El mercado se ha colapsado y espero que ahora podamos pasar un velo sobre esta escena y abandonar este mineral, que fue de consecuencias tan vitales para los alemanes y para nosotros mismos, tendido en su oscuridad natural en las montañas de Galicia[9].

El primer día de 1945 el nuevo coordinador de los servicios de inteligencia para España y Tanger fue elegido para llevar adelante planteamientos concretos, que podríamos resumir en recopilación de información, vigilancia sobre los movimientos de capitales y personas que tuvieran que ver con ciudadanos alemanes, desarrollo de canales clandestinos de comunicación de España en Alemania –entre los que se encontraba el desarrollo de contactos con trabajadores españoles en Alemania-, e incluso, la posibilidad de formación de a largo plazo de una organización entre los propios españoles para la realización de actividades anti-alemanas[10]. El enemigo seguía siendo Alemania. La guerra no había finalizado. O no totalmente. Del fuego quedaban los rescoldos que no debían ser reactivados.

Trabajadores del Cable Inglés (a la izquierda, Roderick Price Mann) en la oficina de la Eastern Telegraph Company en Vigo (foto: Fernando Merino)

Pero ahora son los sectores aliados, británicos y americanos, los que denuncian las redes de espionaje alemanas. En febrero de 1945 se inicia una Causa por espionaje a favor de Alemania en San Juan del Monte (Vigo) por la posesión de una emisora y la documentación que fue intervenida, tras la denuncia del consulado estadounidense. La justificación de su abogado defensor, ya en septiembre de 1945, terminado el conflicto, residía en el hecho de que sólo en el supuesto de que fuera contra los intereses españoles podía considerarse algún tipo de delito de este cariz. Pero no era este el caso. Es más argumentaba una justificación que podíamos incluir como muy representativa del sentir oficial del franquismo en los momentos finales de la Segunda Guerra Mundial:

Y si cuando hace algún tiempo sostuve esta misma doctrina ante otro Consejo de Guerra en que se enjuiciaban actividades de un procesado a favor de las Naciones Aliadas, el Tribunal absolvió al reo, hoy en que las características del hecho enjuiciable son idénticas, la conclusión no puede ser distinta por la sola circunstancia de que las supuestas actividades del Sr. Campos se consideren realizadas –lo que no es cierto- en beneficio de una nación vencida[11]

El franquismo no podía renunciar tampoco al mantenimiento del control del orden público. La represión seguía considerándose parte sustancial del régimen. El nerviosismo fue en aumento. Pero también las acciones represivas ante el miedo institucional a que la derrota del Eje fuera el preludio de la derrota de todos aquellos que colaboraran con el régimen. En una carta enviada por un militar británico de la Base de Riós (Vigo) en febrero de 1945 se indicaba los arrestos masivos de gente considerada red (roja), que en ocasiones anteriores habían sido detenidos o sometidos a juicios previos. Su confidente le indicaba que durante casi un mes se arrestaba a mucha gente sin ninguna razón para ello. La única cuestión que tenían contra la mayoría de esos ‘prisioneros aislados’ (INCOMUNICADOS) es que fueran ‘rojos’… había muchos que estaban todavía libres pero que tenían mucho miedo. Un testimonio local le había comentado que sólo en Vigo el número de arrestos era de más de cincuenta[12].

La inteligencia británica en la península se encargaba de sembrar confusión en el interior, dentro del propio aparato de poder local del franquismo, y entre los apoyos alemanes que continuaran. Esta fue la nueva orientación del SOE-SIS. Se llegaron a poner en funcionamiento en estos meses hasta cinco planes de intoxicación informativa con nombres clave.

Códigos de la inteligencia británica en Galicia (foto: El País)

El primero de ellos, Periwig, abordaba las actividades de una mythical (subrayado en el original) organización antinazi desplazada en los territorios de los Aliados. La orientación sería dotar de credibilidad a esta estructura para que así se pudiera visualizar mejor las posibilidades de agrupación a esta. El segundo, Sainete, para vigilar los desplazamientos de personal alemán a la Península Ibérica y luego a Suramerica. Tercero: Codford, sobre el trato a los capitales alemanes en territorios neutrales, para lo que se planteaba una reunión con un representante que había regresado recientemente de Suiza, para tomar una decisión definitiva sobre este tema, que se alargaba ante el hecho de que las Naciones Unidas no habían tomado aún una opción decidida y firme sobre los países neutrales. Cuarto: Socavar, con el claro objetivo de desacreditar a los sectores alemanes, con el objetivo final de denunciar las víctimas a las Autoridades a través de canales diplomáticos. Y quinto: Sablazo, con información a los alemanes, cuya información se remitía a telegramas internos[13].

Esto era otra cosa. Una nueva perspectiva. De hecho, el responsable del SOE Iberia indicaba días más tarde que

en mi opinión, la carta marcará un hito muy definido en la historia del S.O.E.: el punto en el que virtualmente dejamos de tratar con la guerra y comenzamos a convertir las mentes hacia la «paz». Este cambio de perspectiva demanda su correspondiente cambio en organización y personal.

Continuaba insistiendo sobre el desajuste que representaba en el pasado tener un excesivo plantel en España, o tenerlo insuficiente y hacerlo funcionar de manera intensa, citando en este último caso la vigilancia sobre el tema del wolframio. Además, hubo ocasionales operaciones de golpe de estado, para las cuales siempre tuvimos que estar preparados. Se sugería que el SOE debería dejar la protección de Embajadas y Consulados e integrarse entre el comercio y la industria, para construir piezas del futuro. La colaboración de la Embajada y del servicio diplomático sería de agrupación, de caja de entrada de la información y el material correspondiente. De hecho, también la estructura de relación con la sede central de Londres debería ser reducida, especialmente en el apartado Codford, el encargado de los capitales alemanes en territorio peninsular: Una vez que CODFORD esté en marcha y funcione como parte constitutiva de SAFEHAVEN, no habrá necesidad de que los asuntos puramente CODFORD-SAFEHAVEN se conviertan en propiedad del S.O.E.

El médico vigués Eduardo Martínez Alonso, agente 055-A del SOE (foto: El Español)

El SOE se desmantela, vaciándose de contenido tras el remate del conflicto. En su último apartado indicaba lo siguiente:

En resumen, siento que la rueda ha dado un giro completo y que el S.O.E. ahora debería volver a la oscuridad en la que comenzó, y en la que casi todo su mejor trabajo se ha realizado en países neutrales[14]

Por estas fechas se llega a varias conclusiones que añaden significado a la valoración personal anterior:

  • Que el SOE en España y Tanger no tiene prácticamente nada con que contribuir a la operación ‘Safehaven’ que no haya sido ya cubierta por otros servicios.
  • Que el SOE debería salir de España y Tanger, or, at least, be reduced to the barest mínimum.
  • Que el SOE si puede jugar cierto papel en Portugal. En este caso, la posición del SOE seguía manteniendo las mejores posiciones en el campo de la información económica[15].

No parecía que los servicios especiales tuvieran que jugar un papel relevante, pero no se decía nada de los servicios más tradicionales de inteligencia. Se reconvertían, como el SOE, en algo nuevo, en un punto y aparte de la creación de un nuevo mundo bipolar. Los modos de la inteligencia aprendieron de las experiencias bélicas, y se desarrollaron de manera enorme durante el conflicto. Hay un antes y un despúes de la Segunda Guerra Mundial, y no sólo porque los objetivos estratégicos habían variado en la nueva concepción del mundo bipolar de la posguerra.

El agregado Naval Alan Hillgarth, coordinador del espionaje británico en España (foto: The Olive Press)

Los británicos sabían que poco podía Franco girar hacia un Eje muerto. Porque no habían visto grandes esfuerzos en este sentido por parte del Dictador. No era una planificación anecdótica ya que por parte de los británicos seguía existiendo la impresión de que Franco se inclinaba hacia Alemania, incluso en los meses de mayor presión británica: desde 1943 hasta 1945. Franco siempre había jugado así. Incluso había sospechas tras el final de la guerra de que los servicios españoles se reorganizarían en esta dirección, según la confidencia de un ‘topo’ que cita Heiberg, y que tiene lugar pocos días después de los comunicados británicos sobre las ideas de desmantelamiento del SOE:

Agentes del Alto Estado Mayor español van a reunirse en Madrid más o menos el 23 de mayo de 1945 para discutir la reorganización de los servicios de información. Como sabemos, la mayor parte de los agentes del AEM en este campo ha estado cobrando de los alemanes, y (nuestra) fuente ha sido informada por un confidente próximo al AEM de que la influencia alemana no será eliminada del todo con la organización propuesta[16]

Las relaciones entre los grupos militares –sector de donde procedían inicialmente los servicios de información españoles- y las redes alemanas de espionaje fue muy estrecha. No podían desaparecer de la noche a la mañana. Ni, tras haber visto el ‘modus operandi’ de Franco en estos años, le interesaba tampoco al Caudillo la pérdida de esta posibilidad. Un radiotelegrafista de la Abwehr que había estado cumpliendo su servicio en Madrid y Algeciras comentaba, muchos años más tarde, en 1974:

Entre las autoridades españolas de entonces y nosotros hubo una colaboración perfecta. Pocos alemanes fueron expulsados: sólo aquellos respecto de los cuales Londres presionó para que lo fueran debido a sus actividades secretas[17]

Stewart Menzies, futuro jefe del MI6, junto a su hermano Keith en 1914 (foto del libro de Anthony Cave Brown, 1987, «C: The Secret Life of Sir Stewart Graham Menzies», Macmillan Publishing Co, New York)

De hecho, a la vista de los acontecimientos ocurridos en los años de la Segunda Guerra Mundial y en los momentos finales de los años treinta parece como si Inglaterra fuera el regulador que enfoca la situación interior española, presionando cuando es necesario y dejando hacer en su momento. Tras el final de la Segunda Guerra Mundial era evidente que se necesitaba un aliado del mundo occidental que controlara la entrada del estrecho mediterráneo. La opinión del Mayor General Stewart Menzies, jefe del MI-6, puede resultar explicativa de la nueva realidad de la estrategia británica a seguir con la dictadura española tras 1945, no muy distinta del punto de partida de 1940:

Nos encontramos en un mundo que, desde el fin de la guerra, está cambiando con gran rapidez, política y económicamente. En principio, ha quedado claro que Alemania volverá lentamente a ser nuestro aliado y los rusos nuestros enemigos. España se presenta como una especie de enigma. No sabemos lo que la mayoría de los españoles siente realmente. Aún existe una fuerte fracción comunista y todavía hay nazis dando vueltas. Pero gracias a Dios, políticamente España está quieta por el momento… Aunque el general Franco es impopular entre nuestros políticos más liberales, ha traído una cierta estabilidad a España y, con suerte, se mantendrá en el poder[18]

 

Notas

[1] Archivo Tribunal Militar Territorial Nº IV, Pontevedra, Causa 522/44.

[2] La tentativa de sabotaje fue de mayo de 1944; en Archivo Tribunal Militar Territorial Nº IV, Pontevedra, Causa 445/44.

[3] Archivo Tribunal Militar Territorial Nº IV, Coruña, Causa 202/45.

[4] Archivo Tribunal Militar Territorial Nº IV, Vigo, Causa 151/45.

[5] Del 18 de diciembre de 1944; en Fundación Nacional Francisco Franco (Madrid), Documento 14031.

[6] Los subrayados proceden del original; Idem.

[7] Estos tres párrafos proceden de un informe enviado por la Press Office del Consulado británico en Barcelona con fecha del 16 de diciembre de 1944; de NA, FO 371/49553, 161.

[8] Con fecha del 15 de enero de 1945; de NA, FO 371/49553, 1065.

[9] En palabras de Samuel Hoare; del 3 de octubre de 1944 titulado ‘Anglo/Spanish Economic Relations, 1944’; Cambridge University Library, Templewood Papers, Part XIII, File 7.

[10] ‘Directive for head of S.I.S. and S.O.E. organization in Spain and Tangier’; NA, HS 6/929.

[11] Archivo Tribunal Militar Territorial Nº IV, Causa 71/45, pág. 116b.

[12] NA, HS 6/922.

[13] ‘Anti-german activities in Iberia’; del 17 de marzo de 1945; NA, HS 6/929.

[14] ‘Future of S.O.E.- Iberia’; del 17 de abril de 1945; NA, HS 6/929.

[15] ‘Future of S.O.E. in Iberia’; del 15 de mayo de 1945; NA, HS 6/929.

[16] Heiberg, M.; (2006), La trama oculta de la guerra civil…, op. cit., pág. 253.

[17] Pastor Petit, D.; (1990), Espionaje…, op. cit., pág. 227.

[18] En Bristow, Desmond y Hill; (1993), Juego de topos…, op.cit., pag. 236.

Fuente: ‘Hora Zero’. Los servicios de inteligencia británicos en España durante la Segunda Guerra Mundial, Cátedra, Madrid, 2021.

Portada: el reaprovisionador de submarinos alemanes ‘Max Albrech’, fondeado en la ría de Ferrol (foto: La Opinión de A Coruña)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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