Luis Castro Berrojo

 

“Ya estamos en camino. Pero no sabemos hacia dónde vamos”
(Theodore Sturgeon. Medusa)

 

Valladolid, once de septiembre de 1936. La ciudad, tras haber sido pionera, junto con Sevilla y Burgos, en el golpe militar contra la República, está inmersa en el frenesí impuesto por la guerra: movilización de tropas hacia Madrid, que se piensa tomar de inmediato gracias al Ejército de África; movilización también de la población civil, que debe aportar recursos y manifestar su apoyo -espontáneo o forzado- al llamado Movimiento Nacional y, en fin, un sangriento programa represivo antirrepublicano, que, iniciado en los primeros momentos de la sublevación, tardará años en remitir. Con ese telón de fondo, los periodistas madrileños Luis Díaz Carreño y Fernando Sánchez Monreal son detenidos por una delación de Enrique Ruiz Vernacci, pariente lejano de Fernando. Al día siguiente son trasladados de Valladolid a la prisión central de Burgos, de donde son sacados dos días después para ser asesinados en algún lugar aún hoy no conocido. Fernando había cumplido 27 años el día anterior y Luis tenía algunos más.

Fernando Sánchez Monreal (izquierda) y Luis Díaz Carreño (derecha). (Fotos de la exposición organizada en 2014 por la Cátedra de Memoria Histórica de la Universidad Complutense de Madrid durante el homenaje a Jaime Menéndez «El Chato»)

El detonante de este trágico episodio fue una denuncia, basada en la citada delación, de Juan Pujol, director de la Oficina de Prensa y Propaganda de la Junta de Defensa Nacional. Pujol, en oficio dirigido el día 12 al comandante militar de Burgos, pone a su disposición los detenidos, sobre los que arroja un informe donde se lee:

Los dos sujetos detenidos son redactores de “La Voz” de Madrid, periódico de significación bien definida y tan adicto al Frente Popular que no ha sido incautado por el gobierno marxista de aquella capital (…).

Ambos sujetos llegaron a Granada los primeros días del Movimiento Militar, indudablemente creyendo que aquella ciudad estaba en poder de los rojos y al encontrarse con que sucedía lo contrario procuraron valerse de sus amistades con periodistas de derecha poco escrupulosos y legalizaron su situación obteniendo de las autoridades militares los documentos necesarios para moverse desembarazadamente en las zonas ocupadas por el Ejército (…).

Me creo en el deber de ponerlos a disposición de V. S. para que con vista de los antecedentes a que hago referencia (…) disponga respecto de ello lo que mejor proceda[1].

Escrito de denuncia de Juan Pujol. (Archivo Prisión central de Burgos)

Hoy conocemos con cierto detalle las andanzas de estos dos hombres desde que, estando en el Congreso de los Diputados con otros periodistas la tarde del 17 de julio de 1936, se enteraron de la sublevación del ejército de África por boca de Indalecio Prieto, quien, a su vez, había sido informado por sus compañeros de Ceuta. El periódico La Voz (LV en lo sucesivo) les envió hacia el Marruecos español al día siguiente para cubrir la información[2], lo que dio lugar a un accidentado y largo periplo, que acabó en Burgos, tras una corta estancia en Valladolid.

La extensa crónica publicada por LV el día 21 -la primera que enviaron- es muy interesante, tanto por la información que aporta sobre la sublevación en Andalucía como por reflejar la actitud de ambos periodistas hacia ella. En el reportaje explican que, en principio, la idea era dirigirse en coche hacia el Protectorado marroquí pasando por Córdoba, Sevilla y Gibraltar para llegar a Tánger y a Tetuán. Pero los contratiempos se sucedieron. En Aranjuez se les averió el coche y, más tarde, al pasar por Bailén, fueron detenidos y cacheados por grupos de paisanos armados, lo mismo que en Andújar, donde les proveyeron de un salvoconducto que llevaba el membrete de “U.H.P. Jefatura de Orden Público”. Para entonces ya sabían que en Sevilla había triunfado la sublevación y que en Madrid había cambiado la jefatura del Gobierno, primero con Martínez Barrio y luego con el doctor Giral. Tuvieron que alterar los planes.

Andújar en 1936: desfile de los brigadistas internacionales que intervendrían en la batalla de Lopera a finales de diciembre (foto: Red Jaén/Francis)

Más adelante, en Andújar, yendo hacia Córdoba, encontraron la carretera cortada por los facciosos, lo que les obligó a dar marcha atrás hacia Bailén, Mengíbar y, finalmente, Jaén, en cuya provincia se movieron durante algunos días y a cuyo gobernador civil entrevistaron. Córdoba estaba tomada por los rebeldes desde el día 18, por lo que es muy dudoso que llegaran entrar en ella en algún momento, como tampoco es verosímil su posterior paso por Sevilla, como veremos. (Sin embargo, Fernando Sánchez Dragó [FSD en lo sucesivo] afirma que nuestros hombres fueron recibidos por el gobernador Civil de Córdoba, Antonio Rodríguez de León, que era también redactor de LV[3]). Veamos los titulares y algunos extractos de la mencionada crónica:

EN LA RUTA MADRID – CÓRDOBA

Quince mil milicianos salieron de Jaén con dirección a Córdoba para reducir a los rebeldes

De Andújar salió también una columna de obreros

 El pueblo de Jaén estaba en la calle. El entusiasmo entre las milicias era extraordinario. El pueblo, el verdadero pueblo, ha respondido con una unanimidad y un entusiasmo verdaderamente sublimes. Con orden perfecto, con espíritu cívico admirable, han establecido un sistema de vigilancia asombroso.

(…).

Queremos cerrar esta nuestra primera impresión con unas palabras de elogio encendido al pueblo. Hemos comprobado su espíritu magnífico, su comportamiento heroico, su serenidad sin igual, su corrección con los que transitan por las carreteras, su desprecio del peligro; en fin, su admirable comportamiento.

En Jaén debieron de estar pocos días, pues el 26 siguiente la noticia publicada en LV procede de Málaga y es enviada por Febus, la agencia de Sánchez Monreal[4]. Los titulares de los artículos que enviaron desde esta provincia rezan así.

    • 26 de julio: En Málaga un capitán sublevado resulta muerto y el general Patxot herido gravísimo. 
    • 28 de julio: El gobierno elogia a los milicianos, que se baten como verdaderos guerrilleros. 
    • 30 de julio: Noticias de Málaga. Las milicias de Antequera ponen en fuga a un contingente de facciosos.
    • 1 de agosto: El enemigo se halla bloqueado en San Roque y Algeciras
    • 4 de agosto: La aventura de nuestros fotógrafos. Alfonsito y Pepe Sánchez en tierras de Andalucía[5]. 
    • 7 de agosto: Hacia el frente de Granada. Salió hacia el frente de Granada el comandante militar de Málaga. 
    • 12 de agosto: El desolador aspecto de Granada. Los heroicos vecinos del Albaicín siguen defendiéndose y a veces causan gran daño a los rebeldes. El desánimo de los facciosos es mayor cada día que pasa.
La Voz, 21 de julio de 1936, con el primer reportaje enviado por Sánchez Monreal y Díaz Carreño. (Hemeroteca digital. Biblioteca Nacional de España).

En lo sucesivo, las noticias de Andalucía publicadas en LV las cubren otros periodistas, como Clemente Cimorra, o bien provienen de fuentes gubernamentales. La noticia del 12 de agosto, aunque remitida por Febus, se basa en el testimonio de algunas personas huidas de Granada, no, desde luego, en la presencia in situ de Sánchez Monreal, que muy probablemente no llegó a entrar allí nunca, pues la ciudad estaba ocupada por los sublevados desde el 20 de julio. Sin embargo, FSD afirma que su padre estuvo en Granada desde ese día y permaneció allí hasta el 24 de agosto, basándose únicamente en una carta suya, fechada el 30 de ese mes en Valladolid y dirigida a dos directores de periódicos de Logroño y Zaragoza, a los que pedía ayuda para poder subsistir con su familia (MP, p. 87)[6].

Los artículos mencionados de Sánchez Monreal y de Díez Carreño muestran una clara actitud de apoyo al gobierno republicano y de repulsa de los sublevados, a los que denominan «rebeldes” y «facciosos”, y sin duda reflejan la línea editorial de LV, semejante a la de El Sol, del mismo grupo empresarial (Editorial Española S. A.), en el que habían trabajado ambos periodistas. Los dos rotativos se habían mostrado propicios a la República desde el primer momento -e incluso antes- y siguieron manteniendo un inequívoco apoyo al régimen establecido a la altura de 1936 y durante la guerra. La Hemeroteca digital de la Biblioteca Nacional caracteriza así LV: «Con el mismo talante progresista y los mismos principios políticos que El Sol –con el que compartía redactores y colaboradores-, La Voz será un vespertino popular que (…) ocupó el primer puesto en la venta callejera, alcanzando en 1930 los 130.000 ejemplares, casi la mitad de ellos en provincias, con notas editoriales breves y ligeras y dedicando gran atención a los sucesos o a los toros y una sección diaria dedicada al movimiento obrero». Tras las huelgas de octubre de 1934, LV pedía a los empresarios que no tomaran represalias contra los obreros, pues «si se envilecen los salarios, si se reducen a la nada las reformas sociales que hicieron la Monarquía y la Dictadura, y que se apresuró a consolidar y aumentar la República, se fomentará el odio negativo…» (LV, 19 de octubre de 1934).

De El Sol recordemos, por ejemplo, que en diciembre de 1930 publicó el famoso artículo de Ortega y Gasset titulado “El error Berenguer”, que concluía con el imperativo Delenda est Monarchia (“La monarquía debe ser destruida”); que en febrero de 1931 sacó el manifiesto fundacional de la Asociación al servicio de la República y que el mismo 14 de abril de 1931 presumía en su primera de haber sido “el primer periódico que ha comunicado al pueblo de Madrid que se estaba tramitando la transmisión de poderes de la Monarquía a al Gobierno provisional República”, lo que resaltaba con los titulares «España, dueña de sus destinos” y “¡Viva la República!”.

Los talleres que compartían ambos diarios, como ocurrió con tantas otras publicaciones y emisoras republicanas o de izquierdas, fueron incautados al final de la guerra por falangistas y se usaron para editar el diario Arriba. Lo mismo ocurrió con la agencia Febus, de la que era director Sánchez Monreal, cuya infraestructura pasó a la agencia EFE. (Se ha especulado con que el nombre de esta vendría de ahí, o de la agencia Fabra, también incautada, pero no es verosímil, entre otras cosas porque EFE se creó durante la guerra, cuando Febus aún existía y tenía el claro carácter republicano que hemos indicado para LV y El Sol. Lo más probable es que la letra remita a la inicial de Franco y/o de Falange).

Luis, Joaquín, Mario y Enrique Ruiz Vernacci, primos segundos de Fernando Sánchez-Dragó. Enrique y Joaquín morirían combatiendo en la División Azul: «Tres primos míos –Chipi, Quique y Luis– se enrolaron en la División Azul con una centella en los ojos y la frente levantada. Tenía yo entonces cinco años, pero lo recuerdo muy bien. Eran altos, fuertes, generosos. Trigo limpio. Antes de irse me levantaron en vilo a la altura de los ojos y se despidieron de mí. Llevo ese adiós clavado en el alma. Dos de ellos no regresaron nunca. No eran amigos de Hitler, sino enemigos de Stalin». (Foto: Recuerdos del Pilar)

Con estos antecedentes no es verosímil la presencia de dos conocidos redactores de El Sol y LV en Granada y menos aún en Sevilla, a donde, según la versión FSD, se desplazaron desde Granada y donde -más difícil todavía- se entrevistaron con el propio general Queipo de Llano, quien habría dicho “Fernandito, márchate de aquí, porque te matan” (MP, p. 120)[7]. Hay que tener en cuenta que en torno a los cuarteles generales de los sublevados en Pamplona (Mola), Burgos (Juntas de Defensa y Técnica) Salamanca (Franco) y Sevilla (Queipo) funcionaban unos aparatos de prensa y propaganda, más o menos desarrollados, una de cuyas funciones era la de estar al tanto de las publicaciones y emisiones de radio de la otra zona y del extranjero, de modo que sin duda tenían conocimiento de la labor periodística de nuestros dos personajes, la cual sería suficiente, si se daba el caso de su detención, como de hecho se dio, para ser reos de un castigo muy severo[8]. Téngase en cuenta además que entonces ya llevaban tiempo en la Andalucía occidental Franco y sus tropas africanas y que el día 15 de agosto se escenificó en el balcón del ayuntamiento de Sevilla la entronización de la bandera monárquica, con la presencia de Franco, Queipo, Millán Astray y el cardenal Ilundain, en medio de un baño de multitudes[9]. Un ambiente de exaltación nacional-católica poco compatible con la noción de tolerancia hacia notorios republicanos. Pero no sabemos si el imaginar ese encuentro ficticio entre Sánchez Monreal y Queipo en ese ambiente es una mera excusa para que FSD se explaye en un impertinente e indecente e panegírico de Queipo de Llano, por el que dice sentir “fascinación”[10].

No hemos detectado artículos de nuestros dos periodistas posteriores al 12 de agosto. Y no sabemos cómo obtuvieron «los documentos necesarios para moverse desembarazadamente en las zonas ocupadas”, como señala el escrito de denuncia, ni cómo ni por dónde pasaron a la España sedicente “nacional”. En todo caso, ello debió de ser después del 11 de agosto, momento en el que las tropas de Yagüe toman Mérida y entran en contacto las dos zonas controladas por los rebeldes, pocos días antes de la matanza de Badajoz. Según indica el propio Sánchez Monreal en la citada carta, los dos se hallaban en Valladolid el 24 de agosto, a donde habían ido para reunirse con sus familiares, que se hallaban en San Rafael (Segovia) o sus alrededores. Quizá esperaban pasar desapercibidos allí y encontrar trabajo como reporteros o, al menos, lograr ayuda económica moviendo sus influencias. Su futuro, como el de tantas personas en ese momento, se movía entre el temor y la incertidumbre, pues, entre otras cosas, no estaba nada claro el desenlace de la guerra. De todos modos, Sánchez Monreal consiguió trasladar a Valladolid a 18 personas de su familia, mientras su esposa Nelly, que esperaba el primer hijo del matrimonio, seguía en Madrid, sumida en la angustia.

 

El periodista Juan Pujol Martínez (1883-1967), firmante de la denuncia contra Sánchez Monreal (foto: Efe)

II

Los datos que hemos apuntado sobre la filiación política y los artículos de Sánchez Monreal y Díez Carreño son suficientes como para conceptuarles como periodistas republicanos, por más que FSD insista una y otra vez en que su padre era más bien de derechas y estaba afiliado al Partido Republicano Conservador de Miguel Maura. Pero a la altura de 1931 o 1936 no era incompatible ser de derechas -suponiendo que lo fuera Sánchez Monreal- con ser republicano, ni mucho menos. Es sabido que figuras conservadoras relevantes, como Alcalá Zamora, Sánchez Guerra, Osorio y Gallardo o Portela Valladares, que habían ocupado cargos de responsabilidad con la Monarquía, tuvieron un papel destacado en el advenimiento y consolidación de la República. Baste recordar, por ejemplo, que el propio Maura, como ministro de Gobernación, gestionó el traspaso de poderes del gobierno monárquico al provisional de la República, cambió los gobiernos civiles y organizó las elecciones constituyentes de 1931. Y en 1936, su partido, muy exiguo, reconoció los resultados del Frente Popular, a diferencia de otros partidos de derecha[11].

Es más, la moderación de estos políticos ex monárquicos no fue atenuante para su condena y castigo por parte de los sublevados; antes al contrario, era más bien un agravante, pues se les veía como traidores a su clase. También era agravante la condición de periodista en medios como LV o El Sol. La Guerra civil fue, entre otras cosas, una guerra de prensa y propaganda, una lucha por el dominio las mentes y de las actitudes, donde los periodistas, escritores y locutores de radio iban a ocupar la primera línea. En este sentido, se ha repetido lo de la “República de los intelectuales” y “de los periodistas”, pues la suya fue una contribución decisiva el cambio cultural que auspició el advenimiento de la República, siendo el grupo profesional más numeroso -47 diputados-, después de los abogados, en el Congreso de 1931. De ahí que no sea escasa la nómina de los periodistas represaliados o asesinados por los partidarios del Movimiento. Así, por ejemplo, en la provincia de Sevilla hubo ocho ejecutados, seis en Navarra, dos al menos en Burgos (uno de ellos Pedro Martínez Palacios, hermano del músico Antonio José, también colaborador de prensa y asesinado) y dieciséis en Madrid (más otros seis muertos en comisarías y 32 condenados a muerte, luego con la pena conmutada a cadena perpetua) Son cifras mínimas.[12].

 

Dicho esto, y no habiendo datos que avalen otra cosa, parece aberrante la tesis principal del libro de FSD que venimos comentando: el paralelismo, si no la convergencia, entre los caracteres y los destinos de Sánchez Monreal y de José Antonio Primo de Rivera, que serían equiparables en términos simbólicos y políticos, ya que, según FSD, “ni mi padre era de izquierdas ni José Antonio de derechas”. Por ello, «sus cabezas podrían haberse trocado, sus respectivas suertes podrían haberse intercambiado (…), podría haberle sucedido al uno en Burgos lo que al otro le pasó en Alicante”. Ellos, sigue FSD, personas de gran integridad moral y valía profesional, son víctimas, lo mismo que Lorca, Miguel Hernández, Muñoz Seca, Maeztu, Ledesma Ramos y tantos cientos de miles por haber venido al mundo en “una época de abyección generalizada” y en “un país invertebrado, bicéfalo, esquizofrénico, envidioso, perezoso, iracundo, rústico, virulento, sadomasoquista y parricida” (MP, p. 20). En esa época, tan brutales son los “Hunos como los Otros”, pues la Guerra civil no tendría otra causa que “el cainismo crónico (…) y la incurable violencia inherentes al carácter de sus compatriotas” o “la innata, genética crueldad del aborigen hispánico” (MP, pp. 19 y 214). Sobran comentarios.

Pero, siendo infundada la imagen de un Sánchez Monreal poco menos que joseantoniano, menos soporte aún tiene la ocurrencia, que es más bien juicio temerario y gratuito, de que “aprobaba el Alzamiento y comulgaba con sus ideales” y de que hubiera medrado profesionalmente durante la Dictadura gracias a su valía como periodista y al patronazgo de Manuel Aznar, director de El Sol y afiliado también al partido de Miguel Maura (MP, pp. 68 y 135). (El cual, añadimos, sí es buen ejemplo de cambio de chaqueta política y de medrador al amparo de las circunstancias).

No vale la pena -ni habría espacio- para catalogar todos los errores y distorsiones históricas de MP. Baste decir que asume y defiende con beligerancia los bien conocidos mitos la de la historiografía neofranquista: los sucesos de octubre como primer acto de la Guerra civil; el caos rampante durante la II República; el pucherazo en las elecciones del Frente Popular, cuando “el vandalismo y rusticidad del populacho[13] (sic) se adueñó de las calles y del país, ante el estupor de casi todos” (MP, p. 225); la equivalencia moral y política de las “dos Españas” (de tal manera que ”en realidad, solo hay una España, que no es ni grande ni libre. Nunca lo ha sido, nunca lo será” (MP, p. 214); la supuesta existencia de dos falanges: la buena, la de José Antonio, Giménez Caballero, García Serrano y sus primos Ruiz Vernazzi, que fueron a la División Azul (dos de ellos no volvieron)… todos ellos “españoles de cuerpo entero” y, por otro lado, la de los supuestos falangistas que se dedicaban a hacer el trabajo sucio represivo, que eran “aguardentosos, trasnochadores, señoritingos y a la vez plebeyos” (MP, p. 214).

 

Junta directiva de la Agrupación Profesional de Periodistas de Madrid el 29 de julio de 1936, de la que forman parte Luis Díaz Carreño y Modesto Sánchez Monreal, hermano de Fernando. El presidente Javier Bueno y el vicepresidente Julián Zugazagoitia serían fusilados por los sublevados en 1939 y 1940 respectivamente (foto: blog de la agencia Febus)

Hablando de la violencia política de los sublevados, conviene señalar dos errores significativos y reveladores del escaso conocimiento histórico y la indigencia metodológica que evidencia MP. Se reconoce que los “malos falangistas” ejercieron una violencia sangrienta, pero, eso sí, no antes del 18 de julio (MP, p. 224). Lo que es tanto como desconocer el origen y el carácter violento del fascismo en general y de la Falange en particular, versión española de esa tendencia política. Un aspecto que se muestra ya en su discurso de su fundación, en octubre de 1933, donde José Antonio habla de “la dialéctica de los puños y de las pistolas” y afirma que si su objetivo “ha de lograrse en algún caso por la violencia, no nos detengamos ante la violencia”; algo que se repite en los “puntos iniciales” publicados en el primer número del semanario F.E., en diciembre de 1933: “Falange Española llama a una cruzada (…), la violencia puede ser lícita cuando se emplee por un ideal que la justifique. Falange Española (…) sabrá conquistar a España para España, con un aire de milicia”[14]. Y Ledesma Ramos, otro de los falangistas “buenos” citados por MP, titula ”La violencia, nuestra primera misión”, el editorial del primer número de su revista La conquista del Estado.

Las citas de este tipo podrían multiplicarse en boca de estos u otros fascistas de pro, como Onésimo Redondo, Giménez Caballero o Ansaldo, pero conviene resaltar que estas apelaciones a la violencia no eran meros brindis al sol, sino una práctica habitual de los falangistas de “primera línea”, que se dedicaron a provocar y atacar a las organizaciones obreras y de izquierda, dando lugar a altercados callejeros en los que pronto hubo heridos y muertos por una y otra parte[15]. Los mismos que, antes del golpe de julio, ya tenían preparadas las armas y las líneas de acción para eliminar a sus adversarios, siguiendo las directrices terroristas del general Mola y las enviadas por el propio José Antonio desde la cárcel de Alicante, pidiendo a sus seguidores el apoyo al Movimiento.

Expediente carcelario de Fernando Sánchez Monreal (Archivo Prisión central de Burgos)

En otro pasaje de MP se afirma que la represión de los sublevados contra los republicanos empezó el uno o el dos agosto, cuando vieron que no iban a poder entrar en Madrid, y terminó a finales de septiembre, como consecuencia de la llegada de la Cruz Roja y de que el ejército empuñara “de verdad” el mando (pp. 208-210). Ahora bien, a la altura de 2006, cuando se escribe MP, hay bibliografía más que sobrada para mostrar documentalmente (y con testimonios) que el ámbito cronológico de la represión franquista fue mucho más amplio, comenzando en algunos lugares incluso antes de la proclamación del estado de guerra y persistiendo prácticamente hasta el final de la dictadura. Pero parece deducirse que MP se refiere solo las sacas, con atención especial a las de la cárcel de Burgos. Sin embargo, el libro de Isaac Rilova[16], que según Sánchez Dragó es «excelente, probo, ecuánime y documentado” -pero que evidentemente no ha leído- deja claro que las sacas de la Prisión central de Burgos (no habla de las de la Prisión provincial, aunque fueron menos numerosas, por albergar menos reclusos y ser mujeres buena parte de ellos) duraron hasta el 12 de octubre, cuando hubo una de 25 hombres. Y en otros lugares de la España ocupada por el “Movimiento” desde el principio (por ejemplo, Salamanca)[17] las hubo por lo menos hasta diciembre inclusive y continuaron en otros lugares a lo largo toda la guerra, según iban siendo “liberadas” por el ejército franquista. Por otro lado, es sabido que paseos y sacas son solo un ámbito de la violencia fascista, al que habría que añadir el de las ejecuciones por consejo de guerra, que duraron hasta los años sesenta (Julián Grimau fue ejecutado en 1963 por supuestos delitos cometidos durante la guerra), las encarcelaciones, depuraciones, expropiaciones, multas, vejaciones públicas y demás formas de castigo, discriminación y aislamiento de los vencidos.

Quizá no vale la pena abundar en los errores y distorsiones de MP. El propio autor las reconoce paladinamente cuando dice que “no resulta muy ortodoxo” escribir como él lo hace y que no está dispuesto a rectificar fallos aunque sean evidentes: “aunque nada me impediría corregir lo que ya está escrito a la luz y en función de las rectificaciones que los nuevos hallazgos me obligan a incorporar al texto en vez de ir añadiéndolas a posteriori y sin suprimir lo que erróneamente he dicho a priori, en ningún momento he cedido ni pienso ceder en el futuro a esa tentación por más que la estime lógica” (MP, p. 48). Lo cual, unido a sus repetidas digresiones y desahogos -que también son reconocidas por el autor (ver MP., pp. 33, 40, 43, 46, 56, etc.), lo mismo que el uso de “adjetivos tonta, inútil y redundantemente agregados” (MP, p. 77)- dan lugar a un libro de sintaxis farragosa (véase, sin ir más lejos, la anteúltima cita), reiterativo e incoherente, que el autor califica en algún momento como novela, pero que en nuestra opinión es más bien un esperpento, tal como lo define Valle Inclán: una deformación grotesca de la realidad española; pero carente de la “matemática perfecta” que lo llevaría a ser una obra de arte.

III

La llamada ley de Memoria histórica de 2007 estableció, entre otras cosas, el derecho a la recuperación de la memoria personal y familiar de las víctimas de la Guerra civil y del franquismo, a la vez que apelaba al «conocimiento de la historia y al fomento la memoria democrática”. Con ese espíritu nos hemos acercado al episodio de la muerte violenta de Fernando Monreal Sánchez Monreal y a sus inmediatos antecedentes, reivindicando su memoria desde una óptica lo más objetiva documentada posible, tratando alejar especulaciones, errores y distorsiones. Pero los requerimientos de tal memoria van más allá de del acceso y difusión de la verdad histórica, en la medida que esta es posible, y apuntan a la justicia y la reparación las víctimas. Desde este punto de vista, el movimiento memorialista se ha preocupado desde hace décadas por hallar sus restos mortales[18], lo que ha implicado buscar fosas comunes, exhumarlas e individualizar e identificar los restos rescatados, en colaboración con los familiares, para rendirles un duelo y sepelio dignos. En el caso Fernando Sánchez Monreal y Luis Díaz Carreño se ha pensado durante mucho tiempo, y así lo creía FSD, que sus restos habían ido a parar a alguna de las fosas comunes de Villamayor de los Montes o de Estépar, ambas localidades de Burgos, pero, una vez realizadas las exhumaciones posibles en ambos lugares, hay dudas razonables de que así sea, entre otras razones porque las sacas de Estépar solían ser más numerosas (Fernando y Luis salieron los dos solos) y en Villamayor las víctimas, casi todas identificadas, son de localidades del sur la provincia de Burgos y de la propia villa[19].

Monte de Estépar. Detalle de las excavaciones de una de las fosas. (Del citado Informe citado de Montero Gutiérrez, J.; Herrasti Erlogorri, L.; Etxeberría Gabilondo, F. y Fernández de Mata, I.)

Nos consta que las asociaciones memorialistas que han intervenido en las citadas exhumaciones (Coordinadora por la Recuperación de la Memoria Histórica de Burgos y ARMH) se pusieron en contacto con FSD, como lo hicieron con los demás familiares de los que se tenía conocimiento, y le informaron de sus investigaciones y planes, así como del expediente carcelario de su padre y del escrito de denuncia que le costó la vida. (Esto último lo hizo el autor de estas líneas en conversación telefónica. FSD me dijo que era sabedor de ello por su madre, pero no me comentó que Isaac Rilova le había dado esa información previamente).

En el verano de 2004, como se relata en M.P. acompañamos a FSD a visitar la fosa de Villamayor, donde fueron exhumados los restos de 46 personas, que en 2006 fueron homenajeados y enterrados en el cementerio con una masiva asistencia de familiares y vecinos. El mismo verano de 2004 acompañamos a FDH hasta el monte de Estépar, el otro posible destino final de su padre, cuyas fosas no pudieron ser excavadas hasta 2014 y 2015, cuando fueron rescatados los restos de 96 personas en cuatro lugares distintos. (Los gastos de estas campañas, en plena época de un gobierno de Mariano Rajoy que presumía de dar «cero euros» a estas cosas, se cubrieron por medio de crowfunding y del apoyo de distintas entidades burgalesas, como Espacio Tangente).  Estas víctimas se consideran una parte menor del conjunto que se supone hay en el monte, estimado bastante por encima de las trescientas personas[20]. En el verano de 2004 una de las fosas estaba emplazada en una ladera usada para depositar cadáveres de animales enfermos, cerdos sobre todo, por lo que bandadas de buitres de gran tamaño la visitaban con frecuencia. Allí estuvimos con FSD.

Nos consta también que FSD, después de esas visitas, no mostró interés alguno en colaborar con las asociaciones para una posible identificación los restos que pudieran ir saliendo. Es más, en MP reconoce que renunció a buscar una muela de su padre que conservaba o a aportar una muestra de su saliva para efectuar la prueba ADN y que, en el caso de que se le identificara por otras vías, descartaba hacerse cargo de los restos: «¿para qué?, ¿para seguir rutinas?, ¿para imitar al prójimo?” (pp. 652-657).

Cementerio de Estépar. Lápidas conmemorativas de las víctimas

No tenemos nada que decir al respecto. Sabemos que no faltan familiares que se desentienden de las apelaciones de las asociaciones memorialistas e incluso, aunque es muy raro, los que se oponen a que se remuevan los huesos de sus deudos.  No son, por suerte, las actitudes predominantes, antes al contrario: la mayoría de los familiares apoyan sus actividades, que agradecen muy emotivamente, y el vecindario suele participar masivamente en los actos de homenaje y duelo, considerándolos un deber colectivo. Pero no nos parece de recibo que FSD haya despotricado una y otra vez, incluso póstumamente[21], contra los movimientos memorialistas y contra las leyes y medidas gubernamentales que los han apoyado. Hace pocos años, por ejemplo, se explayaba así:

…llegó a la presidencia del gobierno un lunático –el autoproclamado socialista Rodríguez Zapatero— que no tardó en empuñar la azada para reabrir las fosas comunes (o no) de los muertos en la guerra convirtiéndolas en trincheras. La Ley de Memoria Histórica, tan dañina como inútil, ocurrencia muy reciente del actual gobierno: ése, presidido por Pedro Sánchez, del que forma parte un partido de pedigrí bolchevique y chavista, ahora madurista, que desea fragmentar el país[22].

Por desgracia esta actitud no es exclusiva de FSD dentro del mundillo de los publicistas, periodistas e intelectuales españoles, algunos de los cuales orbitan entre la displicencia de la derecha y la abierta hostilidad hacia la memoria histórica democrática. Desde nuestro punto de vista sería un ejemplo señero de lo que Ignacio Sánchez Cuenca calificó como «desfachatez intelectual»[23], en un alegato contra toda esa pléyade de figuras famosas que frecuentan las tribunas de prensa y las tertulias públicas para opinar sobre todo lo divino y lo humano «sin entrar en demasiados detalles acerca de las razones para defender una postura» y “con una mezcla de frivolidad en los contenidos y prepotencia en la forma estilística”. Son gente como F. Savater, Giménez Losantos, Azúa, Tamames, Albiac, Juaristi, etc., a los que la transición posfranquista dio una visibilidad y un protagonismo que hoy siguen usufructuando. Sin abandonar su actitud prepotente, que a veces llega al insulto, han ido cambiando de color político, pasando de un izquierdismo más o menos radical en su juventud a una postura actual más conservadora o incluso en algún caso -sería el de FSD- de extrema derecha, con marcado tinte tradicionalista y españolista. Otra nota que señala Sánchez Cuenca es el marcado individualismo o egocentrismo de estos personajes, que les lleva a hablar una y otra vez de sí mismos y a airear en los medios lo que piensan, lo que les pasa, lo que les gusta o desprecian, algo hace difícil encajarlos en una filiación ideológica o partidista concreta, más allá del vago “liberalismo” que a veces invocan.

 

Presentación de Muertes paralelas organizada por el área de Cultura de Falange Auténtica en Madrid, el 28 de junio de 2006. Junto a Sánchez-Dragó intervinieron la secretaria general de Falange Auténtica, Ana Grijalbo, el concejal del mismo partido en Hoyo de Pinares (Ávila) Carlos Javier Galán y el periodista José Antonio Martín Otín (foto: Falange Auténtica/Wikimedia Commons)

Puesto que la sociedad española en los últimos tiempos se ha ido polarizando política y socialmente debido a crisis de distinto tipo y al desgaste del sistema político de la transición, ellos también han extremado sus posturas y así han pasado de la crítica poco fundada a la descalificación sin paliativos y de “lo mal que está todo” al apocalíptico “esto ya no tiene remedio”. Así, FSD, imbatible a la hora de soltar disparates redundantes, afirmó no hace mucho que “el mundo, es decir, la gente, los seres humanos, han perdido el juicio; todo el mundo se ha vuelto loco (…), estamos regresando al mono (…), la humanidad se encuentra en la séptima extinción[24].

La sociedad española no podrá alcanzar la madurez democrática mientras no asuma los valores de verdad y justicia propios de la memoria histórica democrática y sigan pendientes las tareas que ella implica. Por suerte, aunque con notable retraso, La sociedad y las instituciones públicas españolas van avanzando por esa vía, en la que los grupos memorialistas, que en muchos casos han trabajado con sus solos recursos y los de los familiares, tienen mucho que aportar. Por de pronto, seguirán reivindicando la memoria de las víctimas, sacando a la luz su historia verdadera, en la medida en que es posible, buscando sus restos y dignificando los lugares donde se hallan o se hallaban. Por mucho que algunos, cada vez menos por suerte, muestren indiferencia, recelo u hostilidad hacia todo ello.

Notas

[1] Expediente carcelario de Fernando Sánchez Monreal. (Archivo de la Prisión Central de Burgos). La carta denuncia, con membrete y sello de la citada oficina, se halla en el expediente, lo que es muy poco usual.

[2] Fernando iba también por la agencia de noticias Febus, de la que era director.

[3] Sánchez Dragó, Fernando, Muertes paralelas, Barcelona, 2007 (2ª ed.), p. 41. En lo sucesivo, nos referiremos a este autor, que era hijo de Sánchez Monreal, como FSD, y al libro como MP.

[4] Los artículos y reportajes de LV no solían ir firmados, aunque si era normal indicar el lugar, fecha, hora y la agencia de información. Todos los artículos referenciados a continuación, salvo el del 7 de agosto, van remitidos por Febus.

[5] No queda claro si en la redacción del reportaje intervinieron Sánchez Monreal y Díez Carreño.

[6] Evidentemente, a Sánchez Monreal y a Díez Carreño les interesaba hacer ver que habían estado en zona nacional desde el principio, pensando en la censura, que vigilaba la correspondencia.

[7] En este punto FSD se basa únicamente en el testimonio de su madre, que se había quedado en Madrid y que le alumbraría a primeros de octubre siguiente.

[8] Castro, Luis, “Yo daré las consignas”. La prensa y la propaganda en el primer franquismo, Marcial Pons, 2020, pp. 57ss.; Bahamonde, Antonio, Un año con Queipo de Llano, Espuela de Plata, 2005, pp. 68 y 268-269.

[9] Pero la bicolor ya había sido enarbolada en muchos lugares desde el principio del golpe militar.

[10] MP, pp. 95-110. En esas interminables páginas se vierten especies como las siguientes: [Queipo], “… un general con testículos de toro de Osborne, republicano hasta las cachas de sus pistolas y de talante tan anarquista como el mismo Durruti…”. Siguen comparaciones con Hernán Cortés, Guzmán “El Bueno” -al que FSD apoda “El Malo” (?)- De Gaulle y Churchill (por su hábil uso de la radio). Eso sí, repite cinco veces lo de Paca la Culona, que FSD debía de ver como una genialidad del general homicida. La principal referencia bibliográfica de FSD consiste en un laudatorio libro de una nieta de Queipo, Ana Quevedo, para la que su abuelo “…no ha muerto, sigue vivo como una leyenda, como un cuento…”. (Queipo de Llano. Gloria e infortunio de un general, Planeta, 2001).

[11] González Calleja, E., Cobo Romero, F., Martínez Rus, A. y Sánchez Pérez, F., La Segunda República Española, 2015, pp. 59-61 y 64-66.

[12] Agradezco el dato de Sevilla a Francisco Espinosa Maestre; Luis Castro, Op. cit., p. 51. También hubo tres corresponsales extranjeros fusilados: Guy de Traversay, Renée Lafont y André Neumann. Otros más murieron accidentalmente en los frentes, como Gerda Taro, y otros, como Arthur Koestler, se salvaron por los pelos del pelotón de fusilamiento.

[13] Los calificativos que usa MP para referirse a ciertos grupos o gente común (p.e., “chisperos con trabuco y verduleras de navaja en liga”,  “lumpen, morralla, gentuza, chusma” [pp. 24 y 214]) recuerdan el estilo de la Historia de la Cruzada de Arrarás o el Agustín de Foxá de Madrid de corte a checa, lo que, entre otras cosas, nos trae a la mente que Julio Rodríguez Puértolas incluyó a Sánchez Dragó en su Historia de la literatura fascista española.

[14] Textos de doctrina política. José Antonio Primo de Rivera, Delegación N. de la Sección Femenina del Movimiento, 1971, pp. 67 y 93.

[15] González Calleja, E. et al., Op. cit., pp. 590-598; S. Payne, que relata algunos de estos episodios, habla de “la enfermiza afición a la violencia” de los falangistas” (Falange, historia del fascismo español, SARPE, 1985, p. 80).

[16] Guerra civil y violencia política en Burgos (1936-1939), Burgos, Dossoles, 2001.

[17] En Salamanca fueron sacados de su cárcel provincial 98 presos a lo largo de diciembre, tres más que en los cinco meses anteriores (además habría que contar los que tuvieron el mismo destino en las cárceles de partido). Severiano Delgado Cruz, Esta canalla dispone de muchos ‘ombres’: cárceles y centros de detención en Salamanca durante la Guerra Civil española, en repositorio digital Academia.edu.

[18] Estamos hablando de víctimas mortales como consecuencia de paseos y sacas carcelarias. A los ejecutados por sentencia de consejo de guerra por lo general se les inscribió en el registro civil como fallecidos, siendo enterrados normalmente en los cementerios cercanos.

[19] Curiosamente, la Causa general registra a nueve personas asesinadas en Villamayor, entre ellas el alcalde y varios concejales, como supuestas víctimas de “los rojos”, lo que es notorio error o falsedad. Sabemos que integraron una saca de la cárcel de Burgos de 7 de octubre junto con otros 48 hombres y que todos ellos fueron a parar a Estépar (Luis Castro, Héroes y caídos. Políticas de la memoria en la España contemporánea, Catarata, 2008, p. 21).

[20] Montero Gutiérrez, J.; Herrasti Erlogorri, L.; Etxeberría Gabilondo, F.; Fernández de Mata, I. (2022): Informe de la exhumación e identificación de los restos humanos de las fosas comunes del Monte de Estépar (Burgos). Campañas 2014 y 2015. Memoria inédita. (Agradezco a Juan Montero el acceso a este informe y a las fotografía que publicamos).

[21] Aludimos al discurso que leyó una de las hijas de FSD con motivo de la entrega de los premios Castilla y León 2023, gestionados por la Consejería de Cultura de la Junta de Castilla y León. Su titular, Gonzalo Santonja, muestra una evolución política dextrógira semejante a la de FSD.

[22] F. Sánchez Dragó, “¿Memoria histórica o Ministerio de la Verdad?”, en La Gaceta de la Iberosfera, 4 de marzo de 2021.

[23] Sánchez Cuenca, Ignacio, La desfachatez intelectual. Escritores e intelectuales ante la política, Catarata, 2016.

[24] Intervención en los XXXII Encuentros eleusinos, Segovia, 10 de septiembre de 2021.

Fuente: Conversación sobre la historia

Portada: La Voz, 18 de julio de 1936. (Hemeroteca digital. Biblioteca Nacional de España).

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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