*James E. Sanders

 

En su novela Nostromo, Joseph Conrad se refirió algunas veces al “liberalismo negro”.  La novela, situada en Costaguana, un país ficticio latinoamericano, describió a los afrodescendientes como aliados de las élites liberales. Sin embargo, para Conrad América Latina era solamente una víctima del imperialismo europeo: mientras criticaba los efectos del capitalismo, no podía concebir que los habitantes de Costaguana fueran agentes de la historia, iguales a los europeos.

En la novela, los liberales negros fueron descritos como salvajes manipulados por sus caudillos, que desplegaban un lenguaje de liberalismo y libertad que imitaba al de los europeos sin entender su significado.  Sin embargo, hay que reconocer que a pesar de que Conrad tergiversó la política popular decimonónica en América Latina, al menos tuvo el acierto de relacionar la población afrodescendiente con el liberalismo y con la libertad.

En este penetrante libro José Antonio Figueroa reconoce la importancia de los afrodescendientes en la promoción y evolución del liberalismo radical, del republicanismo popular, y de la igualdad.  En un claro contraste con las imágenes de Conrad, Figueroa explora la sofisticación intelectual de estos liberales radicales negros y muestra su herencia para nuestro mundo actual.

En los siglos XIX y XX los republicanos negros crearon y desarrollaron profundos sentimientos de libertad e igualdad a través de las Américas.  Desde las guerras de Independencia hasta hoy y a lo largo del continente, mediante frecuentes alianzas políticas multiétnicas, en la construcción de movimientos radicales y progresistas los afrodescendientes han desempeñado un papel más importante del que su peso demográfico permitiría suponer, pues con un proceso que empezó con la revolución haitiana al final de la época colonial, ocuparon un lugar central en la historia mundial de la concepción de los derechos, al tiempo que desde una perspectiva crítica se asumieron como sujetos merecedores de esos derechos.

Batalla de Vertieres (1802). Grabado de la obra de Auguste Raffet Histoire de Napoleon (M. de Norvins, 1839)(Wikimedia Commons)

Desde entonces, a través de las Américas los afrodescendientes han sido centrales en las luchas por la independencia, en la promoción de ideas de igualdad y armonía racial, en la búsqueda de la abolición de la esclavitud, y por la construcción de una ciudadanía democrática, así como en el desafío al imperialismo, en el fortalecimiento del liberalismo contra el conservatismo, en la creación de un republicanismo popular contra los estados oligárquicos, y en las luchas por la expansión de los derechos políticos, civiles, jurídicos y sociales.

Una de sus herramientas más potentes ha sido el republicanismo popular, caracterizado por Figueroa como republicanismo negro, el cual transformó el republicanismo de las élites en una ideología y una práctica política mucho más radical, con un énfasis en la libertad y en la fraternidad de los pueblos, y especialmente en una noción de igualdad mucho más amplia que la igualdad restrictiva del liberalismo clásico enfocado en lo jurídico.

Como podemos ver en los movimientos de Cuba y Ecuador que Figueroa explora, los republicanos negros asumieron la visión de una igualdad social, política y económica que trascendía los límites de la igualdad jurídica formal.

No es sorprendente que durante muchos años historiadores y políticos conservadores hayan ocultado la importancia del republicanismo negro, el cual, en rigor, en muchos lugares y tiempos aparece como su enemigo más potente; y muchas veces también ha sido despreciado por la izquierda, como se puede apreciar en este libro, en la crítica que formula Figueroa a las obras del escritor ecuatoriano Nelson Estupiñán Bass.

Miembros del Partido Independiente de Color cubano, fundado en 1908 y exterminado tras su ilegalización en 1912 (foto: afrocubaweb.com)

Para un sector de la izquierda, el republicanismo popular y negro no correspondía a una política apropiada porque su énfasis republicano era visto como un desvío en el camino al socialismo o al comunismo, lo cual podría unirse tal vez al hecho de que estos movimientos no tenían un liderazgo blanco y letrado.

En muchas ocasiones historiadores y políticos izquierdistas han rechazado el análisis del republicanismo negro y sus visiones radicales, al creer que los afrodescendientes, incapacitados de pensar por sí mismos, actuaron solamente como carne de cañón y como marionetas de los caudillos.

En este trabajo Figueroa controvierte estas ideas de un modo potente, mostrando cómo el republicanismo negro tenía una visión sofisticada y radical que en Cuba y Ecuador impulsó importantes movimientos para promover la igualdad y la libertad.

Su libro relata no solamente las historias de dos movimientos afrodescendientes, sino que también describe los silencios y el racismo de los Estados, de políticos conservadores y liberales, de antropólogos y de escritores, inmersos en un colonialismo interno que ha escondido y borrado la trascendencia de estas historias.

Entierro de Pedro Ivonet, dirigente del partido de los Independientes de Color asesinado en 1912 (foto: ecured)

Figueroa desarrolla dos historias de republicanos negros: la del Partido Independiente de Color en Cuba y la masacre racista de sus miembros en 1912; y la de la Guerra de los Afroesmeraldeños, ocurrida entre 1913-1916 en Ecuador, un evento casi desconocido incluso en ese mismo país, a pesar de que la ciudad de Esmeraldas fue bombardeada por las fuerzas de la reacción.

Figueroa ilustra las semejanzas de estos movimientos y de la reacción racista ante ellos, a pesar de que ocurrieron a miles de kilómetros a distancia; y ha reconocido que su historia es una historia de las América, y es imposible relatarla dentro de las convenciones de la historia nacional.

La historia del republicanismo negro se extiende a través de las Américas.  Aunque este libro está enfocado en la América Española, los movimientos de afrodescendientes en Haití, Brasil y los Estados Unidos demuestran claramente que estamos tratando una historia hemisférica, pues desde Argentina hasta los Estados Unidos podemos verlos en la lucha por la independencia, la abolición de la esclavitud y la construcción de una ciudadanía real e igualitaria, y enfrentados a las reacciones racistas que suscitaron.

En suma, el republicanismo negro que Figueroa invoca en este libro es una de las corrientes políticas más influyentes en la historia de las Américas.

El ejército del coronel Carlos Concha Torres desfila por Esmeraldas (foto: El Universo)

Pero si se mira bien, este republicanismo es un movimiento universal, pues no solo se desarrolló ampliamente, sino que se adhirió a un universalismo político, el cual también es un concepto despreciado por muchos historiadores, visto como una acción imperialista que obliga a la adopción de algunos valores por parte de todos, y además, en tanto categoría política —la libertad, la igualdad, y la fraternidad—, es concebido como un valor europeo al cual las comunidades afrodescendientes e indígenas tienen que asimilarse.

Sin embargo, estos conceptos no han sido ideas exclusivamente europeas u occidentales, ya que fueron creadas y desarrolladas en las Américas, muchas veces por los afrodescendientes.  En el siglo XIX la gran mayoría de las repúblicas estaban ubicadas en las Américas, mientras Europa solamente podía contar una o dos; y si bien los primeros escritos sobre republicanismo e igualdad surgieron en Europa, fue en las Américas donde se dio vida a estos conceptos intelectuales y se incorporaron a la vida cotidiana de la cultura política; y, como insiste Figueroa, los afrodescendientes han sido actores claves en estos hechos fundacionales.

Sin embargo, parte de la crítica al universalismo es válida y necesaria, ya que no todas las comunidades tienen las mismas necesidades y confrontan los mismos problemas. Basados en esto, muchos insisten en que el universalismo no es una visión adecuada para una política radical, y se identifica a la política basada en las identidades particulares como la vía válida para el futuro.

En rigor, los afrodescendientes en Cuba y Ecuador confrontaron estos mismos problemas debido al racismo feroz, respecto del cual debían organizarse como tales, pero lo hicieron sin abandonar el universalismo, que era su meta, y adoptaron una política que Figueroa llama “universalismo situado,” que define como la combinación “de una lucha que buscaban eliminar el racismo y sus secuelas personales y culturales, y construir comunidades políticas basadas en el principio de igualdad”.

Revolucionarios esmeraldeños durante la guerra de 1913-1916 (foto: Enciclopedia del Ecuador)

Los afrodescendientes estaban exigiendo una igualdad universal, pero sabían que para obtenerla debían luchar por resolver las necesidades particulares de sus comunidades; e insistieron en que, para obtener una igualdad verdadera, las sociedades cubana y ecuatoriana tenían que resolver la historia del racismo y la opresión que habían sufrido como afrodescendientes.

Se puede apreciar una política similar de las comunidades indígenas colombianas en el siglo XX.  Los liberales de las élites exigían que los indígenas abandonaran su identidad como “indígenas” para poder volverse ciudadanos colombianos, o tendrían que optar por mantener su identidad colonial de indígenas sin los derechos de ciudadanía.

Sin embargo, rechazaron esta elección maniquea e insistieron en que eran ciudadanos e indígenas, e instauraron la reclamación de una ciudadanía —y un republicanismo— que no excluía su identidad indígena, sino que más bien buscaba crear una nueva formulación de la ciudadanía que podía incluir el universalismo de la ciudadanía republicana y la historia y la cultura de una identidad indígena.

Los afrodescendientes y las comunidades indígenas de los siglos XIX y XX reconocieron el poder emancipatorio del universalismo.  Figueroa muestra cómo en el pasado y el presente, la obsesión identitaria puede funcionar de manera similar al racismo al excluir a los afrodescendientes de la comunidad política de la nación.

Huelga general en Guayaquil, noviembre de 1922 (foto: Wikimedia Commons)

Muchas veces, el relativismo cultural que trata de reconocer y respetar las diferencias culturales, en realidad ha contribuido a volver exóticos a los afrodescendientes, invisibilizando su historia intelectual y política, y colocándolos fuera de la modernidad.

Reconocer el poder del universalismo y su eficacia histórica en el fomento de la igualdad y en el desafío a los poderosos, no significa negar la importancia de las necesidades y las identidades particulares.

Por eso, Figueroa propone que “es necesario rescatar la noción de igualdad sin abandonar las especificidades de los grupos. Este tal vez sea el mayor legado de su universalismo situado.” En este libro, José Antonio Figueroa nos recuerda el poder del universalismo de matriz popular, hoy en el pasado y tal vez en el futuro.

 

Índice

I. El sueño truncado de la fraternidad en Cuba: republicanismo negro, universalismo situado y masacre

El periódico Previsión y el Partido Independiente de Color,PIC, la lucha contra el racismo desde el republicanismo negro y el universalismo situado

La criminalización del PIC y de Previsión: Diseñando el camino hacia la masacre

Raza, racismo y guerra de razas: La prensa conservadora y la masacre del Partido Independiente de Color

II. La invención del “Otro” en Cuba: etnografía policial y antropología racista

Los Abakuá: Criminalidad y asociacionismo negro

La etnografía policial y la criminalización de los libres

Antropología y Racismo

El atavismo racial de Lombroso

Fernando Ortiz, racismo biológico, cultural y relativismo

Alejo Carpentier y la estética de lo exótico: Relativismo cultural o racismo sublimado

Carpentier, el negro, los intelectuales y la crisis de los años 20

Alejo Carpentier, Relativismo cultural y Etnografía

“Toutuche, necesito el objeto más espantoso, bárbaro y feo que puedas encontrar”

III. Narrativa, nación y raza en Ecuador: la Guerra de los Afroesmeraldeños (1913-1916)

Afroesmeraldeños y libertad: las huellas del republicanismo

La Guerra de los Afroesmeraldeños: Protagonismos, invisibilidades y marcas raciales

La Guerra de los Afroesmeraldeños y la racialización

Guerra y contienda cultural: racismos y universalismo situado

Nelson Estupiñán, Guayacanes y la Guerra Afroesmeraldeña

El último río: raza y subjetividad monádica en Estupiñán Bass

Adalberto Ortiz, subjetividad dialógica y racialización: el universalismo situado

*James E. Sanders es profesor de la Utah State University y autor de “Contentious republicans: popular politics, race, and class in nineteenth-century Colombia”, (Duke University Press, 2004).

Prólogo a Republicanos negros. Guerras por la igualdad, racismo y relativismo cultural, de José Antonio Figueroa, Bogotá, Editorial Planeta Colombiana/Crítica, 2021

Portada: Macheteros esmeraldeños al mando del Coronel Carlos Concha durante la guerra civil ecuatoriana de 1912 (foto: Revisionismo histórico del Ecuador).

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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