El historiador Ivan Jablonka que ya reflexionó sobre la violencia sufrida por las mujeres en su conmovedora crónica “Laëtitia o el fin de los hombres“, profundizó más su investigación en “Hombres justos. Del patriarcado a las nuevas masculinidades”, obra en la  que expone los orígenes del patriarcado, las masculinidades tóxicas, la revolución feminista y su apuesta por una sociedad igualitaria, libro publicado a fines del año pasado en Anagrama.  El conjunto de su obra se comprende bien en el texto de Juan Carlos Serrano  y Giiovani Villavicencio donde se defiende, entre otras cuestiones, que  la literatura no es necesariamente un sinónimo de ficción y  esconde algunos elementos que permiten a los historiadores comprender las sociedades pasadas.  Entrevistado cuando publicó «En camping-car», un ensayo donde analiza su infancia, pero también las huellas de la Segunda Guerra Mundial y los cambios en la sociedad europea, declaró: «Mi investigación corresponde a la creación literaria, pero yo no me pongo jamás como una prioridad: soy un investigador antes de ser un escritor. Mi literatura se esfuerza por comprender el mundo a través de una búsqueda. De esta manera se pueden renovar las ciencias sociales por medio de la literatura y la literatura por medio de las ciencias sociales».

Conversación sobre la historia


 

 
Juan Carlos Serrano*
Giiovani Villavicencio**

 

La estrecha relación entre literatura e historia no cesa de provocar debates entre académicos e investigadores. Por un lado, los historiadores más cercanos al positivismo y a la anticuada visión de la historia como una ciencia exacta son renuentes a comparar su trabajo con la producción literaria. A este primer grupo se le suman otro conjunto de historiadores que, si bien no son partidarios del método positivista, consideran que los rigurosos métodos de la escritura histórica son demasiado complejos para compararse con la producción literaria. Del otro lado se encuentran aquellos historiadores que toman inspiración del “giro lingüístico” (proveniente de la filosofía post-estructuralista e impulsado por autores como Hayden White) y del “giro cultural” (gestado durante la cuarta generación de la Escuela de los Annales y forjado por académicos como Natalie Zemon Davies), quienes son más propensos a aceptar las similitudes entre la literatura y la historia.

Entre estos últimos autores se cuenta a Ivan Jablonka, un joven historiador y escritor francés que obtuvo su doctorado en la Universidad de la Sorbona y actualmente se desempeña como profesor e investigador en el área de Historia Contemporánea de la Universidad de París XIII. Entre sus libros quisiéramos destacar a La historia es una literatura contemporánea: manifiesto por las ciencias sociales (2016). En aquel texto, Jablonka no pretende imponer al lector una perspectiva universal sobre la relación entre literatura e historia, sino presentar una síntesis sobre la reflexión del autor en torno a estos dos conceptos.

Jablonka considera que reconciliar la historia y la literatura no significa abandonar la cientificidad en beneficio de la creación literaria, sino que más bien permite fortalecer la metodología de los historiadores en su producción escrita. Es decir, la estética no se contrapone al rigor en los textos historiográficos. Por tanto, tomar prestados elementos de la producción literaria en la escritura de la historia es un recurso que facilita al lector la recepción de las ideas. Si bien es importante que las investigaciones históricas y de otras ciencias humanas sean discutidas ampliamente entre especialistas, reconciliar la literatura con la historia nos permitiría llevar la producción historiográfica a un público más amplio.

Es necesario recordar que la literatura no es necesariamente un sinónimo de ficción. Por ejemplo, a lo largo de la historia, distintos textos literarios han servido como vestigios para los historiadores. Tal es el caso de las autobiografías, los diarios y las memorias de viaje. Asimismo, los mismos textos de ficción han llegado a fungir como fuentes primarias en la escritura de la historia, dado que el análisis de dichos trabajos permite al historiador encontrar rasgos comunes en las mentalidades de las personas que vivieron durante una época determinada. Es decir, la literatura esconde algunos elementos que permiten a los historiadores comprender las sociedades pasadas. Por otra parte, tanto en la producción histórica como la literaria podemos encontrar descripciones y relatos de acontecimientos, así como personajes y protagonistas. ¿No es acaso la historia algo parecido a una novela verdadera? Este tipo de cuestiones son esenciales en el pensamiento de Jablonka, quien aboga por la creación de una historiografía con elementos literarios.

En este contexto, Jablonka invita a los historiadores a dejar de menospreciar la literatura y a no sentir vergüenza al incorporar elementos literarios en su trabajo. El historiador francés llega incluso a sugerir que probablemente sea necesario repensar el concepto de “ficción” en la literatura, en tanto que esta puede fungir como “una suerte de comprensión instantánea y proporcionar así al lector la clave necesaria para decodificar lo real” (Jablonka, 2016: 21).

Cabe preguntarse si existen o es posible forjar valores universales que permitan evaluar un texto en tanto que literatura. Ante esto, Jablonka responde que un texto es literario cuando existe un grupo de personas que lo consideran como tal, situación que puede darse también con textos cuyos autores consideren “históricos”. Para Jablonka, esto revela la esterilidad del debate en torno a si la historia debería ser considerada ciencia (por su búsqueda de la objetividad) o género literario (por su construcción literata).

Ahora bien, si la historia posee un carácter literario, resulta necesario reflexionar sobre su naturaleza en tanto que no sólo implica elementos estéticos. Aunque el embellecimiento del texto deviene en la ampliación del público al que está destinado, al igual que la novela, el carácter literario de la historia resulta mucho más complejo en función de su búsqueda por la comprensión de realidades, su necesidad de problematizar y la curiosidad con la cual se desempeña. Por tanto, los elementos literarios de la novela pueden conjugarse con la realización de una investigación histórica sin que esto implique una pérdida de rigor en su metodología.

Un ejemplo de esta conjunción es la novela La cerca de Jean Rolin, en la cual el autor nos narra la historia del Mariscal Ney desde el boulevard que lleva su nombre. Dicho personaje estuvo involucrado en la batalla de Waterloo de 1815 en la cual el ejército imperial francés de Napoleón Bonaparte fue derrotado. Al mismo tiempo que Rolin nos narra la historia del Mariscal Ney, el autor nos cuenta sus encuentros con los habitantes de la Cerca, una calle cercana al boulevard Ney donde conviven vagabundos, inmigrantes, drogadictos y prostitutas. En este sentido, ¿Qué relación puede existir entre el Mariscal Ney y el boulevard que lleva su nombre? La respuesta probable es la guerra, los habitantes de la Cerca conviven en una constante lucha de clases entre ellos mismos. De esta forma, Rolin reconoce la historicidad del presente al mismo tiempo que se presenta como observador de su propia creación literaria.

En suma, la obra de Jablonka sugiere que la dicotomía ficción/facticidad esconde una serie de matices y no una oposición absoluta. Cabe preguntarse entonces si hace falta revalorar la disciplina histórica por lo que hace y no por lo que debería hacer. Es decir, por la propia producción historiográfica y los paradigmas sobre los cuales versa actualmente. Por otro lado, también cabe preguntarse si la literatura y la historia deben continuar contrapuestas dado que, ambas disciplinas son parte del saber humanístico. Ante las exigencias teórico-metodológicas de la historiografía contemporánea, resulta necesario reforzar los puentes interdisciplinarios entre historia y literatura con el fin de repensar sus interpretaciones y modelos explicativos. De esta manera, la disciplina historiográfica puede aspirar a mantenerse en renovación continua.

 

Referencias

Chartier, Roger. El presente del pasado. Escritura de la historia, historia de lo escrito. Trad. Marcela Cinta. México, Universidad Iberoamericana, Departamento de Historia, 2005, pp. 13-38.

Jablonka, Ivan. La historia es una literatura contemporánea: manifiesto por las ciencias sociales. Trad. Horacio Pons, México, Fondo de Cultura Económica, 2016.

Ríos, Martín. “De la historia de las mentalidades a la historia cultural. Notas sobre el desarrollo de la historiografía en la segunda mitad del siglo XX”, Estudios de historia y moderna y contemporánea de México, núm. 27, enero-junio del 2009, pp. 97-137.

Rolin, Jean. La cerca. Coyoacán, México D.F.; Barcelona: Sexto Piso, 2012.

White, Hayden. Metahistoria: la imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. México, D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2014.

 

Los autores:

*Juan Carlos Serrano
Estudia la maestría en historia moderna y contemporánea en el Instituto Mora.

**Giovanni Villavicencio
Estudia la maestría en historia internacional en el CIDE.

Fuente: Nexos, 25 de abril de 2021

Enlace a la entrevista publicada en Infobae el 9 de diciembre de 2019: “Las ciencias sociales nos permiten escapar del narcisismo de nuestras pequeñas existencias”

Enlace a la entrevista publicada en El Confidencial el 5 de diciembre de 2020 bajo el título:
Ivan Jablonka: «Nuestros desafíos son clima, reforma del capitalismo y justicia de género»

Portada: La Vanguardia

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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