María-Cruz Santos 
Doctora en Historia Contemporánea.
Profesora jubilada de Historia en Enseñanza Secundaria

 

BRODIE, Morris: Transatlantic Anarchism during the Spanish Civil War and Revolutions, 1936-1939, Fury over Spain, Routledge, 2020

 

La Guerra civil española de 1936 cuenta con una de las bibliografías más extensas que existen. Propios y extraños han indagado y buceado en archivos, memorias, prensa… creemos que en un intento de entender su desarrollo y sus causas. También con la consciencia clara de la relación directa que existe entre el conflicto español y la conflagración  mundial que le seguiría.  Así mismo es voluminosa e importante la bibliografía generada por el análisis de la actuación que los anarquistas y, concretamente, la CNT tuvieron en su desarrollo. Punto de arranque puede considerarse el libro de José Peirats, La CNT en la Revolución española. No es el primer trabajo pero su aparición marcó un antes y un después.

Desde entonces mucho se ha escrito sobre la Confederación y su papel en la contienda. No es para menos porque el sindicato anarquista protagonizó buena parte de la política y la respuesta a la sublevación. De alguna manera sus estrategias se impusieron en el bando republicano durante los primeros meses, al mismo tiempo que la revolución libertaria parecía que iba a convertirse en realidad. Un escenario histórico muy sugestivo para investigar y analizar. Para la derecha es un buen ejemplo de la catástrofe que representaría el triunfo de una ideología de izquierda. En cambio, en una parte de la izquierda representa un momento estelar. No toda la izquierda comparte esta opinión, es cierto. Lo que no quita para que el estudio de lo ocurrido en la bando republicano en los primeros meses de la guerra haya sido estudiado y diseccionado al milímetro tanto por historiadores propios como extraños. Se diría que no queda resquicio en el que los investigadores no hayan hurgado y poco quede por decir. Pese a todo hay rincones que han quedado en la sombra. El libro que reseñamos pone el foco en un aspecto hasta ahora olvidado: la movilización de las sociedades anglosajonas en pro de la CNT-FAI y de la causa republicana en general. Y el esfuerzo de la CNT por hacerse oír y defender la causa leal y la revolución anarquista fuera de España. El empeño que se puso en la propaganda exterior ha pasado totalmente inadvertido hasta el momento[1]. El trabajo de Morris Brodie viene a subsanar en parte este olvido. Hay un magnífico precedente, es el estudio que hace Gregory Ioannou en su artículo “British anarchism and the Spanish civil war”, un artículo ya antiguo, del 2003, publicado en http://nekatomata.blogspot.com/2006/11/british-anarchism-and-spanish-civil-war.html, y al que es imprescindible referirse si se estudia este aspecto, si bien Ioannou estudia solo el mundo británico mientras que Brodie lo extiende al mundo anglosajón transatlántico.

Foto del folleto Buenaventura Durruti (ed. inglesa en Barcelona, Servicios de Propaganda de la CNT, 1936)

El libro de Brodie es el resultado de su Tesis Doctoral. En él hace un extenso repaso de ese aspecto de la CNT-FAI durante la Guerra civil que tenemos bastante descuidado en la historiografía de nuestro país, la relación con el anarquismo exterior. En su investigación, Brodie adopta el punto de vista del anarquismo no español que fue muy crítico con muchas de las decisiones de la CNT y ofrece una panorámica no tan complaciente como muchos trabajos nos tienen acostumbrados, sin negar la legitimidad de la República y el papel de primer protagonista, especialmente en Barcelona, del anarcosindicalismo y, quizás, precisamente por eso.

La estructura del libro de Brodie no es cronológica sino temática. Sus seis capítulos repasan primero la situación del anarquismo en general antes de 1936 y la bocanada de aire fresco que supuso la Guerra civil española para un movimiento que se encontraba en horas bajas tras el triunfo de la Revolución bolchevique. Durante esos meses, principalmente hasta diciembre del 36, los anarquistas trasatlánticos, como los denomina el autor, se volcaron en España haciendo propaganda, enviando dinero y sobre todo personas, no solo hombres porque también llegaron mujeres deseosas de contribuir a la revolución. Muy importantes fueron los combatientes que se integraron en las distintas columnas, no todas anarquistas, y en las Brigadas Internacionales. Tan importantes como ellos lo fueron aquellos que permanecieron en la retaguardia trabajando en labores de propaganda. Brodie hace un cumplido análisis de su origen y procedencia, tanto de unos como de otros.

Pat Read, miembro de IWW, es el tercero por la izquierda en este grupo de voluntarios de la XV Brigada Internacional (foto: libcom.org)

El resto de la obra se dirige a analizar el comportamiento de la CNT durante el conflicto. Aborda temas espinosos como la cuestión de género y la consideración de los niños en la revolución, pocas veces analizados en profundidad. O la violencia y el terrorismo, punto sensible cuando nos ocupamos de los primeros momentos de la defensa frente al levantamiento militar y que tantas veces se ha reprochado a las fuerzas republicanas en general y la CNT en particular. Igualmente se ocupa de la colaboración de CNT-FAI con las fuerzas políticas y su entrada en los gobiernos catalán y central.

La mirada de Morris Brodie no es una mirada complaciente, como hemos dicho. Ni justifica la actitud de la CNT. En muchos momentos adopta la mirada de las grandes figuras anarquistas del momento, Rudolf Rocker, Volin… Críticas, muy críticas con la colaboración de la CNT-FAI en los gobiernos del momento. El anarquismo mundial se enardeció con la experiencia de las colectivizaciones, Máximo Olay en Estados Unidos emprende una campaña a favor de comprar únicamente naranjas que procedan de colectivizaciones de la CNT. Eran voces que reclamaban aprovechar el momento inicial para llevar la revolución libertaria hasta las últimas consecuencias. Más tarde algunos, sobre todo los franceses, atacarán la CNT-FAI a la que acusan de plegarse a los intereses del Partido Comunista, la Bicha para muchos de ellos pues todavía está fresco en la memoria el recuerdo de la Revolución bolchevique y la aniquilación a la que llevó el movimiento anarquista ruso.

Incluso Emma Goldman, un puntal de la CNT a cuya disposición se halla de forma incondicional, crítica agriamente en su correspondencia con Rudolf Rocker, los pasos atrás de la CNT conforme la guerra avanza y los comunistas parecen llenarlo todo.

De izquierda a derecha, Lucía Sánchez Saornil, Emma Goldman y Christine Kon-Rabe, probablemente en Barcelona, 20 de octubre de 1938 (foto: archivo fotográfico de la Fundación Anselmo Lorenzo)(algunas fuentes identifican por error a la mujer de la derecha como América Barroso). En Solidaridad Internacional Antifascista, Lucía Sánchez Saornil era responsable de prensa y propaganda y Christine Kon-Rabe de relaciones extranjeras.

Desde el primer momento la CNT comprendió la importancia de extender la propaganda más allá de nuestras fronteras y creó la Oficina de Propaganda Exterior que, para Brodie es la “División de lenguas extranjeras” pero que en los papeles de la CNT consta como “Oficina de Propaganda”. El interés que la lucha en España despertó en el anarquismo mundial, vino a sumarse al interés ya existente por el propio fenómeno español dentro de un anarcosindicalismo en retroceso en todo el mundo. Si las miradas de toda la izquierda se giraron hacía nuestro país, los anarquistas además estaban animados por la posibilidad de que, por fin, la revolución libertaria iba a tomar forma en España.

Poco tardó la CNT en crear un entramado de propaganda para que su versión fuera conocida en el resto del mundo. Brodie habla del mundo anglosajón atlántico, es decir, Gran Bretaña, Irlanda y Estados Unidos. Tiene la virtud de recordarnos la importancia que las doctrinas libertarias tenían en los Estado Unidos de principios del siglo XX. Hace un extenso repaso de los anarquistas de habla inglesa que trabajaron por la causa de la CNT y la República tanto aquí como en sus países. Así mismo enumera las publicaciones anarquistas existentes y las que se crearon para la ocasión. De estas últimas, la más importante de todas fue el quincenal Spain&The World, de Londres, fundada y dirigida por Vernon Reckoning (Vernon Richards)[2]. Pero no olvida la prensa americana donde las publicaciones aglutinaban núcleos diversos a los que unía entre sí la nacionalidad. Importante en América es Vanguard, de la Free Society group en el que escribe Máximo Olay y nos brinda una información muy interesante de este personaje al que hemos intentado seguir la pista sin éxito puesto que apenas hay referencias sobre el mismo. Sin olvidar, por supuesto, Cultura Obrera, fundado y dirigido por Pedro Esteve en Nueva York, si bien no parece que Cultura Obrera, tuviera un papel tan relevante en la propaganda de la CNT en Estados Unidos como el que tuvo Vanguard.

Habla también del importante papel de la IWMA, la internacional anarcosindicalista fundada en Berlín. Otro aspecto descuidado en la historiografía en general hasta hace muy pocos años. En la bibliografía anglosajona ya existen trabajos sobre esta internacional pero aquí seguimos obviando esta Asociación cuando la sección española era la más importante y aquí se trasladó la sede del Secretariado tras la caída de la Dictadura. Convendría estudiarla bien y ver como parte de las diferencias en el seno de la CNT se trasladaron a la internacional, empezando por el nombramiento de Ángel Pestaña como Secretario con el disgusto y la protesta de Eusebio C. Carbó.[3]

Denuncia el vacío e incluso la desconfianza, con que fueron recibidos los brigadistas anarquistas y anarcosindicalistas o, simplemente sospechosos de serlo, en muchas de las columnas. Tampoco parece, y siempre según Brodie, que los dirigentes de la CNT-FAI tuvieran mucha preocupación por su suerte. Por ejemplo en la página 109 dice: At times, the behaviour of the CNT-FAI towards its international comrades was  quite callous [pág. 109]. En otro lugar habla de voluntarios que hubieron de zafarse de los milicianos que desconfiaban de sus intenciones, algo más que anécdotas que se vuelven más verosímiles cuando se recuerda que el mismísimo Max Nettlau, que se hallaba en nuestro país desde la primavera, en una de sus numerosas estancias, fue interceptado por milicianos cuando se marchó, tal y como lo recuerda Federico Urales en una carta que le escribe en el mes de octubre de ese 1936. Sucesión de anécdotas que se vuelve categoría al recordar que la misma Ministra de Sanidad, Federica Montseny, fue interceptada por un control cuando viajaba de Valencia a Barcelona los días de los enfrentamientos de “Mayo del 37”. Son ejemplos que ilustran la dificultad de las autoridades republicanas para hacerse obedecer y el fraccionamiento del poder.

Al dilema de “nacionalismo”, “internacionalismo” le dedica un largo capítulo. Recuerda la tradición internacionalista de la izquierda en general y el anarquismo en particular. A este propósito acaba el capítulo con una cita de Pietro Gori, “the whole world is our country”. Afirma que conforme avanza la guerra, la CNT defiende cada vez más el concepto de una guerra de liberación nacional. Algo que lanza como un reproche porque los anarquistas no iban a defender ninguna “patria”.  Al mismo tiempo reprocha que los llamamientos a la lucha presentan todos los rasgos xenófobos habituales como el desprecio a los moros. Brodie ve en esas manifestaciones un alejamiento de los principios internacionalistas y lo refuerza con informes de la IWMA en los que se acusa a los españoles de estar demasiado ensimismados con sus problemas y muy desconectados de las corrientes internacionales. Creo que la observación de Brodie sirve para mostrar cuan arraigados se hallan muchos prejuicios con los que convivimos muchas veces sin cuestionarlos. Algo diferente resulta el nacionalismo en ese contexto de guerra civil, una guerra civil en la que el bando insurgente, no lo olvidemos, se auto adjudica el carácter nacional, “los nacionales”, y con ello estaba despojando al sector legal y legítimo de su derecho a la tierra y al refugio, como quedó demostrado en la Segunda Guerra Mundial en la que los exiliados republicanos no pudieron aspirar a otro estatus que el de apátridas con todas las consecuencias que ese status conlleva. La lucha por la nación devino una necesidad concreta, era una lucha por la vida, por el hogar, por el trabajo, algo tangible que va más allá de radicalismos nacionalistas.

Subraya la brecha existente en la igualdad de género entre la teoría y la práctica y cómo, según iba avanzando la guerra, se reforzaban los papeles tradicionales y la jerarquía familiar. Denuncia el poco apoyo que recibieron las milicianas por parte de los dirigentes de la CNT-FAI. A pesar de la visión que predomina actualmente, la presencia de mujeres en el frente de guerra fue incómoda desde el primer momento para todas las fuerzas republicanas que deseaban que abandonaran la primera línea y se entregaran a tareas “más adecuadas a su sexo y condición” en la retaguardia. Se trabajará para apartarlas de la primera línea y se fomentaran los valores tradicionales. La vitalidad del modelo patriarcal se manifiesta igualmente en el recibimiento y trato que se da a las iniciativas de Mujeres Libres y a la SIA (Socorro Internacional Antifascista), a cuyo frente se halla Lucía Sánchez Saornil, muy especialmente en lo que hace a las colonias infantiles. Sus iniciativas reciben el trato que se otorga a las cuestiones de poca importancia, cosas absolutamente subsidiarias. La consideración subsidiaria que se daba a la condición subalterna que tenía la mujer en la sociedad de la época, y que no combate la Confederación queda clara con un repaso de las películas de entretenimiento que la misma productora cinematográfica de la CNT rodó en esos años, porque no basta conseguir el divorcio o el derecho al aborto, para poder decir que hay igualdad de género.

En el análisis que hace de la cuestión de género y el modelo patriarcal presenta la originalidad de hablar de la masculinidad. Tiene el mérito de, indirectamente, recordar que el modelo patriarcal es algo que afecta a ambos géneros y no exclusivamente a la mujer. Lamentablemente acaba siendo un análisis fallido porque pone su acento prácticamente única y exclusivamente en la cultura del alcohol. No habla de la cultura de la fuerza y el valor físico, algo que pareciera que afectaba nada más a la idiosincrasia del bando vencedor cuando no es así. El valor físico era un atributo imprescindible en los hombres de 1936. Recordemos dos ejemplos. Los milicianos consideraban una cobardía protegerse en las trincheras y hubo que enseñarles a hacerlo. Por otro lado está el desprecio que Azaña despertaba entre los republicanos por su miedo físico. El valor era una cualidad imprescindible en un hombre. Por otro lado no parece haber indagado en las relaciones entre sexos, sin bien alguna pista nos da cuando habla de un buen número de milicianas que llegan al frente siguiendo a sus parejas. De todas maneras pone el dedo en la llaga de una revolución incompleta porque como dice Brodie, una revolución cambia todo un sistema y un modelo de vida. Lo que demuestra es que eso no fue así y que con el paso de los meses la inercia de la tradición se impuso al impulso revolucionario de los primeros días.

El último capítulo lo dedica a analizar la CNT en relación al poder, entendiendo como poder el poder ejecutivo, y sobre todo, con el Partido Comunista, no solo la dinámica del Partido Comunista en España, también la de los partidos comunistas de otros países y su actitud ante la CNT.

En relación al gobierno, Brodie adopta el punto de vista de los anarquistas más radicales que se quejan de la condescendencia de la CNT y llega a escribir que la CNT sobrevivió a los ataques que se le dirigieron: notwithstanding the attitude of the anarchist leadership, which often seemed to be more concerned with de Republican government than with the lives of their militants [page 156].

Habla de los desencuentros entre CNT y el Partido Comunista o el PSUC (Partit Socialista Unificat de Catalunya) ya muy trabajados, y la frustración que supusieron los Hechos de Mayo del 37, dentro de España pero igualmente en los anarquistas del exterior, terriblemente decepcionados y dolidos por la suerte de personalidades como Camilo Berneri, sobre todo. Y añade algo que también tenemos olvidado, la represión de los brigadistas anarquistas y trotskistas que habían llegado para luchar por la República en las trincheras pero también la retaguardia, como Ethel MacDonald  que trabajaba haciendo programas radiofónicos en inglés para el exterior y que fue detenida dos veces después de Mayo del 37, una en Barcelona donde fue liberada por las gestiones de Fenner Brockway, dirigente del International Labour Party británico y que estaba en Barcelona en viaje oficial. La otra fue en Valencia.

El juego sucio de los partidos comunistas fue común a los países anglosajones a un lado y otro del Atlántico. Ofrece decenas de ejemplos algunos de ellos muy tendenciosos como cuando cita la descripción que del fascismo hace Harry Pollitt, secretario del Partido Comunista británico que lo define como as counter revolutionary anarchism and the provoker of internal disorder and civil war. Y afirma que la Guerra civil española polarizó todavía más comunistas y anarquistas. Polarización que se trasladó a las Brigadas Internacionales.

No obstante el estudio comete errores que sorprenden en una investigación de años, como suele serlo una tesis. Considera que Spain&The World, dejó de publicarse en mayo de 1939 cuando Richards abandonó su publicación en diciembre de 1939 para iniciar otra aventura periodística con Revolt. Igualmente considera que Nettlau había venido a nuestro país al principio de la guerra (pág. 74) y que aquí estaba todavía en diciembre, si bien la carta de Urales a la que nos hemos referido antes, es de octubre y ya nos habla de los incidentes que padeció Nettlau en la frontera, la fuente en que se basa es una carta que dirige a Vernon Richards el 2 de diciembre del 36; en esa carta Nettlau no pone desde donde la escribe y el sobre que la debería acompañar, se ha perdido. Nettlau, por otra parte, había venido en primavera como ya queda dicho. Por último, le concede crédito a Beevor cuando, éste, dice que el golpe de Casado puso fin al gobierno de Negrín. Negrín mantuvo serias discrepancias con otros miembros de su gobierno en el exilio, como, y especialmente, con Prieto pero continuó siendo Jefe del Gobierno Republicano en el exilio hasta 1945. Estos errores arrojan dudas sobre el trabajo de Brodie e introduce una cierta desconfianza sobre la exactitud de sus investigaciones.

 

                                          

[1] Igualmente desconocido es la proyección exterior que hizo la Generalitat de Cataluña, hasta donde sabemos

[2] Vernon Reckoning fue un anarquista italiano que huyó a Londres y allí acabaría adoptando el nombre de Vernon Richards.

[3] El último libro de Ángel Herrerín, Camino a la anarquía, hace una cumplida mención de las relaciones entre CNT y IWMA en los años anteriores al conflicto. De todas maneras merecería un estudio más profundo separado de la evolución y conflictos de la CNT de aquellos años

Fuente: Una versión mucho más reducida se publicó en  Ser histórico, 17 de septiembre de 2020

Portada: Emma Goldman durante una de las tres visitas que realizó a España en 1936-1938 (foto: periodicolaboina.wordpress.com)

Ilustraciones: Conversación sobre la historia

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