Roger Senserrich *

 

Tras un mes de voto anticipado, voto por correo y pleitos sobre quién y cuándo puede votar y lo que viene a ser 20 meses de campaña electoral (Joe Biden anunció su candidatura el 12 de marzo del año pasado), hoy las elecciones americanas llegan a su fin.

Han sido unas elecciones increíblemente estables, a pesar del enorme ruido de fondo. Joe Biden lideró los sondeos básicamente sin interrupción durante todas las primarias (sólo flaqueó entre Iowa y Nevada), y se ha mantenido por delante, también sin excepciones, desde que ganó la nominación en marzo, si no antes. Biden se movió en los 5-6 puntos de ventaja hasta junio, cuando las protestas de Black Lives Matter y la respuesta de Trump abrieron el hueco hasta 8-9 puntos. Hoy, en la víspera de las elecciones, está a 8.4.

La predicción sobre los resultados, por lo tanto, no ha cambiado demasiado. Biden es favorito, pero dado que el estado que puede inclinar la balanza en el colegio electoral es más conservador que la media nacional, Trump aún puede ganar merced una combinación de errores (enormes) en los sondeos y mucha, mucha suerte. Lo expliqué aquí y no me voy a repetir. Hoy toca mirar un poco hacia delante, sobre qué puede suceder después de las elecciones – y más concretamente, el temor que tenemos muchos a que Trump intente anular sus resultados.

Acto primero: el escrutinio

En las elecciones presidenciales del 2016, 136,7 millones de americanos acudieron a las urnas. Cuando escribo estas líneas, en la víspera de la jornada electoral como tal, han votado ya 96 millones. Las mayores facilidades de muchos estados para votar por correo durante la pandemia, el voto anticipado, y una percepción generalizada de que estas elecciones son mucho más importantes que otros años han hecho que la participación pueda alcanzar unos 160 millones de votos, o casi un 65% de los americanos con derecho a voto.

Sí, ya sé que no suena demasiado espectacular, pero esto sería un récord absoluto en tiempos recientes, cifras no vistas desde 1960 (esas elecciones que lo cambiaron todo). También representaría una participación de más del 80% entre votantes registrados, una cifra considerable.

Cuando toque hacer el recuento, esta oleada de voto por correo representa una complicación un tanto inusual. En muchos estados, el recuento del voto por correo no puede empezar legalmente hasta el mismo día de las elecciones, y no entrará en los datos del escrutinio hasta que se hayan acabado de contar las papeletas depositadas en persona hoy. Dada la extraordinaria incompetencia / falta de medios de las administraciones electorales americanas en muchas jurisdicciones (porque, como todo en este infausto sistema electoral, esto también está descentralizado siguiendo criterios casi completamente aleatorios) esto se traduce en que no tendremos nada remotamente cercano a resultados finales hasta muy, muy entrado en el recuento, o más concretamente, allá el jueves o el viernes de esta semana.

Esto puede generar un efecto curioso en los datos escrutados, porque en estas elecciones todo indica que un porcentaje mucho mayor de demócratas que de republicanos han votado por correo o de forma anticipada. En estados como Pensilvania (porque obviamente, esta clase de festivales tienen que suceder en el estado más importante de estas elecciones) esto quiere decir que es posible que Trump esté ganando en el recuento esta noche, pero que según se añadan los votos por correo, este triunfo aparente se convierta en derrota.

Apuntaros esto, porque ahora volveremos a Pensilvania.

Acto segundo: ¿cuándo sabremos el ganador?

Con certeza, es posible que no sepamos nada hasta el fin de semana, dependiendo de las carambolas del colegio electoral y donde caiga Pensilvania. Si tenemos suerte, quizás tengamos una idea bastante sólida mucho antes, dependiendo de los resultados en otros estados.

Como vimos el otro día, los cuatro estados clave para Biden son Pensilvania, Carolina del Norte, Georgia, y Florida. Los cuatro están en la costa este, y los cuatro cierran casi todas las urnas a las siete de la tarde. En Florida y Carolina del Norte, el recuento del voto por correo y anticipado ya ha empezado, así tendremos resultados de ese bloque incluso antes de que se cuente nada del voto de hoy. Ambos estados cuentan relativamente rápido para Estados Unidos, así que es posible que allá por la medianoche podamos decir quién ha ganado en ellos.

Volvamos al mapa electoral del otro día. Si Biden ha ganado en Florida y/o Carolina del Norte, estados donde está 2-3 puntos por encima de Trump en los sondeos, es muy probable que haya ganado también en Nevada, Michigan, y demás, donde está a bastante más distancia. Dado que cualquiera de los dos, sumados a todos los estados “seguros salvo sorpresa” le darían los 270 votos en el colegio electoral, podríamos decir que estamos bastante seguros de que Biden va a ganar las elecciones.

Si Biden falla en estos dos estados, o bien falla en Carolina del Norte y Florida se convierte en el habitual cataclismo de abogados y fracaso humillante demócrata de los últimos tiempos, aún no está todo perdido. Sabremos los resultados de Georgia, casi seguro, el miércoles por la mañana; es posible también que el margen en Pensilvania sea ya lo bastante claro como para saber si lo ha ganado o no. Además, siempre podemos tener un resultado inesperado, como una victoria de Biden en Texas (un estado que también cuenta rápido), o Arizona y uno de los dos distritos electorales que pueden darle los 270 (2º de Maine y de Nebraska).

En un mundo relativamente normal, entonces, es bastante probable que tengamos cierta idea sobre quién ha ganado antes de las dos de la mañana, hora este, ocho de la mañana en Madrid. Pero esto es 2020, tenemos a Trump y estamos en Estados Unidos, así que quizás no sea un mundo normal.

Acto tercero: cosas extrañas
Escenario A: sorpresa electoral

Si Trump gana en Florida, Georgia, Arizona y Carolina del Norte y tenemos que esperar a Pensilvania, que casi seguro no tendrá resultados finales hasta el viernes. Un escenario improbable, pero oye, ya sabemos dónde estamos. Quizás Biden gana Pensilvania y la presidencia, pero sería una semana dura.

Escenario B: abogados, muchos abogados.

Si los sondeos se han equivocado y los cinco estados clave en los que Biden estaba por delante resultan no estar tan claros. Supongamos, por ejemplo, que Biden pifia en Georgia, Carolina del Norte y Arizona, y el recuento deja a Florida y Pensilvania relativamente cercanos.

Trump ya ha dicho, por activa y por pasiva, que esto de contar votos por correo después del día de las elecciones le suena a fraude. Su campaña ha dicho repetidamente en antena que, si están por delante en Pensilvania hoy por la noche, irán a los tribunales para congelar el recuento. Este mismo domingo, Jason Miller decía que estaban convencidos que en la noche de las elecciones Trump tendría 280 votos en el colegio electoral, y que harían todo lo posible para evitar que los demócratas “les robaran” esa victoria.

Si paralizar el recuento cuando vas por delante os suena a fraude electoral obvio, ruidoso y flagrante y un autogolpe en toda regla, bueno, pues no estáis en absoluto equivocados. Esto es lo que el presidente de los Estados Unidos y sus muchachos están diciendo ahora mismo. Esta es su estrategia electoral.

Esto especialmente descarado en Pensilvania, por cierto, porque la campaña de Trump es quien ha llevado al estado a los tribunales para prohibir que empiecen el recuento antes del día de las elecciones, y también son los que quieren prohibir que cualquier voto por correo que llegue después, incluso aunque tenga un matasellos anterior al día de la votación, quede invalidado.

Así, tenemos al presidente de los Estados Unidos diciendo que incluir todos los votos en el recuento permitirá fraude e “inducirá” a violencia en las calles:

Una frase que repito demasiado a menudo: esto no es normal.

Acto cuarto: república bananera

El hecho de que esté escribiendo sobre la posibilidad de un autogolpe de estado cometido por el presidente de los Estados hubiera parecido algo del todo absurdo hace cuatro años, pero aquí estamos. Y lo más delirante es que no es una conspiración paranoica de la izquierda o nada por el estilo; es algo que está repitiendo el presidente en voz alta.

Si esto sucediera, las cosas se volverían mucho, mucho más impredecibles. Los estados con “problemas” pueden ser muchos y variados, y Trump y compañía han demostrado una sobrada capacidad para encontrar fraudes e ilegalidades imaginarias para llevar cosas a los tribunales. Las leyes electorales americanas son un galimatías absoluto, así que hay pocas dudas de que Trump pueda intentar litigar casi cualquier resultado ajustado. Dado que el supremo tiene seis jueces conservadores y no demasiados remilgos en intervenir en casos como este, el riesgo de que un pleito “dudoso” llegue al alto tribunal y este decida al estilo de Florida, año 2000 no es trivial.

Para que esto sea posible, sin embargo, Trump necesita tener algún camino plausible hacia la victoria electoral. Si Biden ganara Pensilvania por cinco puntos (la media en los sondeos) y Carolina del Norte por tres, poco importa que Florida o Georgia sea litigables; no puede ganar las elecciones. El número de escenarios posibles en los que Trump pierde por un margen lo suficiente estrecho como para poder intentar utilizar trucos sucios e intervenir con el departamento de justicia para cargarse el sistema es amplio, pero sigue siendo limitado. Asignándole probabilidades, quizás Trump tenga un 10% de ganar limpio y un 20% de perder con un margen que le permita dar un autogolpe de esta manera, puede que suceda, pero no es el resultado más factible.

Pero dioses, estamos hablando de un golpe de estado de facto, hasta el punto de que estamos haciendo planes para organizar manifestaciones post-electorales para estar listos si esto sucede. Vivo en Estados Unidos, no en Venezuela. ¿Desde cuándo esta clase de escenarios forman parte de la conversación política?

Lo que es seguro es que a los demócratas no les pillará por sorpresa. La campaña de Biden está cargada hasta los topes de abogados, y analizando escenarios no ya de litigar recuentos, sino de qué sucede si Trump va más allá (léase: tanques). Esto sí que me parece menos probable, pero es increíble que esté en la planificación de alguien. Imaginad que el PSOE tuviera que hacer esta clase de análisis cuando se presentaban contra Rajoy.

¿Qué sucede si acabamos en los tribunales?

Ese es el escenario que me preocupa de veras, porque no lo sabemos. Mi duda no es tanto quién gana en los tribunales (no soy abogado), sino en el potencial caos que veamos en las calles. Los demócratas no se comerán otras elecciones donde su candidato gana el voto popular (porque es casi imposible que Trump lo gane, viendo los sondeos) pero “le roben” la presidencia en los juzgados, y saldrán a la calle. Trump, mientras tanto, no le ha hecho ascos a animar a los suyos a hacer lo mismo.

¿Conflicto civil? Ni idea. No lo sé. Lo dudo.

Pero no es imposible, y este no es la clase de escenario que esperas ver en ninguna democracia avanzada.

Epílogo: esperemos que no haya sorpresas

Lo mejor que nos puede pasar a todos mañana es que no haya sorpresas, Biden gane por 7-8 puntos, y que todo esté decidido sin dramas ni problemas. No podemos olvidar que este es, al fin y al cabo, el escenario más probable, no otra aberración.

No está mal de recordar que en un año tan alocado como este 2020 la política americana ha sido extraña, pero hasta cierto punto predecible: el favorito de las primarias ganó las primarias, los sondeos han sido estables, y quizás, sólo quizás, las encuestas aciertan.

Sería un buen respiro, la verdad.

Bolas extra:
  • Lo he mencionado varias veces, pero insisto: las elecciones estatales importan muchoy más este año en que toca dibujar nuevos distritos electorales. En 538 tiene un buen resumen de qué legislativos estatales pueden cambiar de manoshoy, dándole la oportunidad a los demócratas de hacer un poco de gerrymandering creativo para la próxima década.
  • Trump anda diciendo en privadoque si pierde las elecciones se volverá a presentar el 2024. No sé si reír o llorar.
  • La administración Trump ha utilizado recursos públicos de forma descarada estas elecciones, pero el tipo tiene tantos escándalos que ya para qué contar.
  • La pandemia está completamente fuera de control en Estados Unidos.
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  • * Roger Senserrich es politólogo. Actualmente vive en New Haven, Connecticut, trabajando como coordinador de programas y lobista ocasional en CAHS, una ONG centrada en temas de pobreza
  • Fuente: Four Freedoms

Portada: Jasper Johns, Three Flags (1958), Whitney Museum of American Art, Nueva York.

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