Se han recogido en este blog las  valiosas crónicas que Santiago M. López (*) comenzó el 15 de marzo,  “primer día del mundo c19”,  inicialmente dirigidas por whatsapp a un grupo de amigos y familiares.  La ventaja que ofrece el blog a sus lectores es que en el Diario completo va teniendo el calendario de todas las crónicas.

(*) Santiago M. López, profesor de Historia Económica,  es el director del Instituto de Estudios Sociales de la Ciencia y la Tecnología de la Universidad de Salamanca y presidente de la Asociación Española de Historia Económica. Los datos que proporciona proceden de la página de la Johns Hopkins University & Medicine y de los informes que realiza a su vez el Financial Times con esos datos. Se contrastan con los que se pueden descargar de la OMS en sus informes diarios y con otras informaciones que se solicitan a otras instituciones.


21 de abril, martes, trigésimonoveno día del mundo c19. Fecha final del confinamiento: 30 de mayo. Hoy quedarse en casa vale 10 días.

La Lozana andaluza. Aldonza es la protagonista de esta obra. Ella va mostrando la vida de los burdeles de Roma antes de que sucediera el Saco por parte de los ejércitos imperiales de Carlos V. El Saco comenzó el 6 de mayo de 1527 y terminaría a mediados de septiembre de ese año. Entre medias hubo meses de cuarentena por la propagación de una peste. El texto refleja la Roma previa al Saco de la que el germano Lutero se escandalizaba por ser la ciudad de la sífilis. Esta enfermedad producía los “encordios” o incordios, dolorosas bubas en los ganglios de las ingles. Los que no podían ir al médico solicitaban ensalmos e imposición de manos por parte de sanadoras. Aldonza también se dedicaba a estos menesteres, pues estaba “límpia”.

La “inteligencia” del momento, muy cercana a la Iglesia, pensó que la curia romana entendería que todo aquello que la ciudad estaba sufriendo debía hacer cambiar la licenciosa forma de vida del clero. No fue así. Eso sí, los españoles nunca volvieron a ser queridos en la ciudad. Incluso hoy en día, como en Holanda, permanece un cierto resquemor popular. El Saco es un acontecimiento clave para entender la leyenda negra que nos acompaña y, que de una u otra forma, va ligada a las virulencias, pestes y pandemias. ¿Somos una sociedad apestosa? A juzgar por el nombre que recibe la gripe del 1918 (Spanish Influenza Pandemic) y por el hecho de ser en la actual pandemia el país, tras la excepcional Bélgica y los minúsculos San Marino y Andorra, con la mayor mortalidad por millón de habitantes, se diría que este país, sí que apesta.

¿Realmente apestamos? Ahora ya resulta patente que hay Comunidades en España que, si fueran países, pasarían a estar en la lista de las buenas prácticas. Por ejemplo, la lozana Andalucía, con 8,4 millones de habitantes, presenta un número similar de muertos que Portugal o Baden-Wurtemberg que tienen unos 10 millones de población. Otras Comunidades aún arrojan muchas mejores posiciones relativas que Andalucía. Por otro lado, con la excepción de haber tomado un día antes o después la decisión de cerrar los colegios, no ha habido políticas sanitarias realmente diferentes. En España ni siquiera hemos asistido a lo que en Italia se ha dado entre las regiones del Véneto (mil fallecidos y una población de cinco millones de habitantes), donde sus autoridades no siguieron las indicaciones ni de la OMS, ni del Gobierno, y la Lombardía (más de 12.000 fallecidos y diez millones) que sí las siguieron.
La clave está en preguntarse qué es lo que hace virulenta una epidemia. ¿Qué es lo que se descontroló en Madrid que no sucedió en Murcia? El principal vector de infección en esta pandemia han sido los asintomáticos portadores del virus. Desgraciadamente, los primeros informes llegados de China indicaban que eran los sintomáticos los que transmitían la enfermedad. Descodificaron el virus, pero no entendían aún su propagación. Inicialmente, lo que ellos planteaban era mucho más lógico, pero resultó erróneo. La norma sanitaria que se impuso fuera de China en algunos países con medidas de contención de epidemias de gripes y clara dependencia de la política con respecto a la ciencia, fue detectar a los sintomáticos, retirarlos de la circulación y averiguar sus líneas de contacto para también aislar a esas personas. Estas últimas eran las verdaderamente peligrosas, pero aún no lo sabían. Así lo hizo Corea, Singapur, Japón y Alemania.

Sin embargo, el fallo de interpretación no se corrigió hasta que la revista Sciencie, nada más y nada menos que el 16 de marzo, publicó el artículo clave que demostraba que casi el 80% de las infecciones en China, antes del confinamiento del 23 de enero, habían sido producidas por asintomáticos. En España no se empezó a cambiar de perspectiva hasta el 19 de marzo, pero en la OMS no fue hasta la semana siguiente, porque tenían que contrastar científicamente aquel resultado. A esas alturas de la pandemia revelar que el vector de transmisión eran los “aparentemente sanos” tenía ya una importancia menor, porque esos “sanos” ya estaban más o menos confinados, puesto que se trataba en su mayoría de niños, jóvenes y, especialmente, trabajadores del sector servicios a los que se les había reducido su movilidad. De todas formas el día 30 de marzo en España se redujeron más aún los movimientos de estos últimos y sólo se mantuvo la necesaria excepción de los servicios asistenciales. Fue en estos servicios indispensables donde c19 siguió campando. Lo único que se podía hacer era autoaislar a los servicios asistenciales con trajes de alta protección y poner mascarillas, con el lado azul por fuera, a los “sanos” que salían a comprar, ya que el lado blanco cercano a la boca evitaba que siguieran transmitiendo el virus. Desafortunadamente la carencia de respeto a la ciencia entre cierta opinión pública entendía todo esto como improvisaciones, o incluso llevaba a demonizar a la OMS.

Hasta 2018, gracias a un artículo del The Journal of Economic History, no se ha entendido lo que hacía que en determinados Estados, regiones o ciudades la gripe española de 1918 se volviera virulenta. Había muchas causas que tenían cierta influencia, como la cercanía a cuarteles de militares, la mala alimentación, la falta de agua potable, la prontitud en poner medidas de confinamiento, la facilidad del acceso a medios de protección y asepsia, la temperatura media, etc. Pero había muchos sitios que quedaban sin explicación. El factor que, sin embargo, siempre era común fue la contaminación producida por la quema de carbón en las modernas centrales eléctricas.

Familia y amistades, pensemos un momento. Ayer iniciamos el acoplamiento entre el final de la gran ola de la pandemia y su encaje en el sistema económico. Nada indica en mi vaticinador que la situación pueda empeorar. Incluso puede ir relativamente bien y la virulencia, marcada por la letalidad, ser pronto un mal sueño. Es el tiempo del decrecimiento. Pero, al igual que en la Roma del final del año 1527, ¿realmente la curia, los prostíbulos y los clientes querían, y Aldonza podía, abandonar el modo de vida que habían llevado hasta entonces? Traslademos la pregunta y su metáfora a la actualidad. Mi pequeña perspectiva como historiador me dice que la virulencia de c19 posiblemente sea un hecho cuya explicación esté en la desaforada optimación económica de la naturaleza. Claro que la decisiones políticas cuentan, como tras la gripe de 1918 ¿qué político, empresa o ciudadano iba a levantar su voz contra las chimeneas?

Portada: Edward Hopper , Automat (1927)  Des Moines Art Center  Iowa.


Diario completo

Entrevista que le efectuó Victoria Gonzalez  en la revista «Muy Interesante»

3 COMENTARIOS

  1. Hola, Mar.

    Hace unos años, cuando éramos un país «rico», en el desaparecido Museo de la Ciencia de la Caixa en Alcobendas había una exposición sobre la contaminación en España. Apostillo que el museo fue «nacionalizado» tras la debacle de la crisis, y ahora es el cuartel general del que siempre había sido el errante Museo Nacional de Ciencia y Tecnología. Allí iba todos los años con mis estudiantes de Master presencial, que hemos tenido que transformar en on-line hace tres años porque ya no teníamos becas Carolina para atraer a los estudiantes de América Latina. Aquellas Carolinas se medio privatizaron y perdieron su función netamente pública. En una de aquellas excursiones fuimos a ver una exposición sobre los contaminantes. Me sorprendió el tamaño que en la misma se le daba a la contaminación por ozono troposférico, uno de los factores más relevantes para explicar el cambio climático y que está provocado en buena parte por el transporte y en particular por el diesel. Puse especial atención en un mapa. El gran productor de este ozono era y es Madrid, pero las condiciones atmosféricas, las temperaturas y el régimen de vientos hacía que aquella pestilencia inodora terminase yendo en oleadas crecientes hacia el sur, hacia Castilla-La Mancha, donde se difuminaba según se acercaba al Campo de Calatrava y el Valle de Alcudia. Algo también se iba hacia el Este, pero una lengua densa atravesaba el Sistema Central por los valles y el sur. Se metía por Ávila y Segovia. Una buena franja pintada en tono oscuros se iba al Oeste, dirección Salamanca donde quedaba embolsada ya sin poder atravesar la Sierra de Francia y Las Arribes. Desde entonces, algunas veces miro los informes de concentraciones de ozono en CyL donde hay unas 40 estaciones. De ellas hay tres en la provincia de Salamanca. Estás tres suelen dar los registros más altos de la Comunidad. Una está en la Aldehuela, un parque deportivo a menos de dos km de mi casa y que veo desde mi azotea. Y me dirás, ¿por qué cuenta esto Santi? Cuando se termine esta primera ola se harán las cuentas, y en una de ellas Salamanca va a destacar. Hoy vamos por los 367 fallecidos por c19 o con síntomas respiratorios similares en las residencias y centros de discapacitados. Varios de los centros públicos más renombrados han sido los que más han sufrido. Uno está junto a donde trabajo y era el antiguo Hospital Provincial, un ejemplo de excelente gestión pública.

    Evidentemente muchos factores han hecho que Salamanca fuera un punto relativamente alto de contagios. Es una ciudad donde los estudiantes internacionales tienen una fuerte presencia, pero tal vez c19, sólo tal vez, nos esté respondiendo que sí, que de cambio climático sí se muere. Mar, tal vez todo esto sea un mal sueño de una tragedia «sespiriana», algo como una venganza que empezó el día 1 de enero de 2020 en la Gran Vía con aquella frase que tentó a las tres brujas de Macbeth.

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí